02.

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A la mañana siguiente tras darse un baño, ambos comenzaron a arreglarse para salir tras desayunar y hacer unas labores de limpieza en el departamento,  querían dar un paseo en el centro de Guadalajara, Jalisco, ciudad de origen de Guillermo. Habían vivido ocho meses en Argentina pero ahora Lionel quería pasar tiempo con su novio en su país, pese a que algunas cosas le eran bastante extrañas disfrutaba lo que a Memo le gustará.

Algunas veces.

— Y a él un elote con chile del que no pica.— Se burló Memo.

— Dale con eso.— Se fastidio un poco Leo, pero acepto el elote, a comparación de su novio no estaba todavía acostumbrado al picante.

Iban caminando por la plaza principal disfrutando de sus elotes, a medias pues no faltaba el fan que los reconocía y se acercaba a pedir un autógrafo o alguna fotografía. Aunque eran más los niños quienes se acercaban.

Messi se veía a veces serio, igual que Ochoa pero el Argentino era amable muy en especial con los niños.

No había duda que serían unos padres estupendos.

Acabaron por sentarse en una de las bancas de la plaza mientras se terminaban su elote.

— Este choclo está bueno.— Messi le dio una mordida más a su elote.

— Dile elote o te van a golpear...— Ochoa se había reído un poco pero paso su brazo por la espalda de su novio.

— Memo...

— ¿Qué mi amor?

— Lo del bebé...— Continuo dudando Lionel.— ¿Hablabas en serio?

Ambos se miraron a los ojos, enseguida Guillermo le tomo la cara.

— Bueno si tú quieres, tampoco te voy a obligar a nada...

Ambos tras el Mundial de Qatar, habían anunciado su retiro ante los mundiales y por esa razón tenían más libertades si de su vida personal de trataba. Todavía tenían algunos trabajos en cuanto a su imagen y Guillermo era accionista en varios negocios por lo que por ello, con más días libres y menos preocupaciones le había pedido a Leo dar aquel paso.

Formar una familia.

— Ya no somos unos jóvenes Memo...

— ¿Que dices?.— Se burló Guillermo.— Los treintas son los nuevos veintes...

Eso hizo reír levemente a Messi pero se inclinó a darle un beso.

— Me gustaría una niña, que saque tus lindos rizos...— Leo sonrió.

— O un niño, que pueda llegar a ser portero como su papá.— Sonrió orgulloso.

— Bueno, no importa que sea mientras esté sano...

— ¿Entonces lo empezamos a hacer?.— Guillermo se acercó con una mirada lujuriosa hacía su novio.

— No voy a hacer un bebé a mitad de una plaza.— Le regaño jalando suavemente uno de sus rizos.

Se dieron un beso aunque fueron interrumpidos nuevamente, era el celular de Memo.

— ¿Qué paso mamá?.— Tras contestar el muchacho asintió y sonrió viendo a Leo.— Si no te preocupes, vamos para allá.

— ¿Vamos a donde?

— Mi mamá preguntó si podía atender el puesto, ¿vamos?

— Ah, si... esta bien...

Tras depositar la basura de su elote en su sitio, Memo llevo de la mano a Leo quién en un par de ocasiones había ido al puesto de tacos de sus suegros. Eso le gustaba de su novio, que pese al dinero y la fama era humilde, y en definitiva le costaba todavía acostumbrarse a su estilo de vida tan natural.

— ¿En eso?

— Anda sube...

El mercado municipal estaba a varias cuadras de la plaza y dado el clima cálido no quería cansar a su novio, tenían condición debido a su ejercicio y entrenamiento, pero Memo seguía un poco cansado tras la noche de amor que tuvieron, imaginaba que Leo aunque no dijera nada, también.

Tomaron el colectivo, una unidad medio destartalada, la cual ya venía medio llena para esa hora y se sentaron a un par de asientos casi hasta atrás. Nunca se había subido a un transporte como ese y mientras la gente iba hablando, salían vendedores ambulantes y el conductor quería echarse sus carreras contra otra unidad, Leo se sorprendía de lo tranquilo que iba Guillermo. Es más, hasta llegó a sujetar su mano más fuerte tras los topes y los cambios súbitos de velocidad, Memo solamente al sentir ello sonrió para calmarlo.

— Ven, aquí bajamos...

Memo se levantó, apretó el botón con total calma y casi enseguida Leo bajo junto a él. Le dolía el cuerpo tras la noche que pasaron, con eso le acabo de doler más.

"Tomaremos un taxi de vuelta".

El Portero asintió, tenía que cumplir el capricho de su novio. Pese a tener una camioneta Tesla, ese día habían optado por pueblear por decir así, caminando por el lugar.

El Mercado municipal era uno de los más grandes que había en Guadalajara, pues también servía como central de abastos para los negocios pequeños, los cuales surtían su mercancía de alimentos, semillas, productos de limpieza entre otras cosas para la venta y crecimiento de sus locales. También tenían infinidad de puestos de comida. El aroma le llegó a Messi y pese a todavía desconocer algunos alimentos preparados, le había parecido un rico aroma.

Aunque no tan rico como el de Rolcitos de Canela que emanaba su Alfa.

— Ya estamos aquí mamá.

— Perdón por llamarlos de imprevisto en su Sábado libre pero, vamos a surtir unas cosas  y eras el único disponible...— La madre de Memo los saludo tras explicar todo.

— No se preocupe suegra, está bien.

Aunque en verdad, Leo no sabía mucho de que hacer con un puesto de tacos... Pero tras asearse para la manipulación de los alimentos, el argentino solamente se limito a cortar vegetales o limpiar las mesas cuando acababan de comer.

— Dejaron este dinero allí.

— Son las propinas.— Memo estaba contando carne para unos tacos.

No entendió mucho, pero detalles...

Igual le asombraba la manera diestra que tenía Memo para sujetar los cuchillos sin llegar a cortarse o algo peor. Aunque el aroma de la comida igual le gustaba.

— Anda, come...

En un rato libre, Memo le pasó un plato con dos taquitos de maciza con su limón, cebolla y cilantro además de salsa y una Chaparrita de  piña fría en una botella de vidrio.

— Deberíamos abrir nuestro puesto.— Sonrió Guillermo al verlo.— Eres un buen mesero.

— Mientras no me toque preparar la carne a mi.

— No es difícil y te puedo enseñar.

— Ya veremos.— Al morder el primer bocado y probarlo, tosió un poco.— ¡Es demasiada salsa!

— Pero si te puse de la que menos pica...

Leo se tomó su refresco casi de golpe, al parecer de verdad aún no soportaba mucho el picante.

Al cabo de unas buena horas trabajando, habían regresado a casa y a descansar por el día ajetreado. Les habían dado una buena ración de consomé y barbacoa para desayunar al día siguiente pero lo que ahora quería Leo era ver algo de televisión y poder dormir.

Salvo que había una serie de caricaturas que estaba en Netflix que Memo quería ver, así que haciendo Chocolate Abuelita y un par de panes de concha de vainilla de Tía Rosa, los novios se dispusieron a ver la televisión con unas mantas para arroparse.

En algún momento, Memo sintió como Leo se recargaba en su hombro, pero eso le gustaba de él, además del dulce aroma a dulce de leche de su Omega...

Pasado el rato... Memo se terminó su taza con chocolate y sonrió pensando en algo más.

— ¿Ya quieres hacer al bebé?

Para su sorpresa, Lionel estaba profundamente dormido, sujetando su taza ya vacía y medio pan entre sus manos, Memo sonrió únicamente para darle un beso en la frente.

Adoraba verlo dormir por lo tranquilo que se veía.

        

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