Después de la tormenta viene la calma parte 1
Dohko: —Perdóname... perdóname— susurraba siendo acompañado por el silencio, mas fue interrumpido por pasos que indicaban la llegada de otra persona.
¿?: — Maestro Dohko, ¿se encuentra bien? —
Un sollozo fue su respuesta cosa que lo preocupó, se acercó al librano hincándose, al siguiente instante los brazos del contrario lo atraparon causando que su llanto fuera más fuerte.
Saga estaba muy desconcertado al ver a quien consideraba un padre llorar de esa manera, pues era de las pocas ocasiones que recordaba verlo tan frágil, además que no con cualquiera demostraba su sentir, pero en parte le alegraba ser una de esas pocas personas. Después de todo cuando era pequeño y tenía alguna preocupación recurría a los consejos del viejo maestro, pasando la mayor parte del tiempo junto a él. Esta vez quería reconfortarlo, primero esperaría a que el mayor se calmara y lo único que pudo hacer en ese instante fue corresponder al abrazo dándole pequeñas palmadas en la espalda.
Poco a poco los sollozos cesaron siendo reemplazados por una suave respiración, al notar que se había quedado dormido pudo estar más tranquilo y para que pudiera descansar mejor lo cargó en sus brazos llevándolo a la habitación para recostarlo.
Mientras lo hacía una serie de preguntas le llegaban a la mente, para responderlas debería esperar hasta el despertar de libra, sin embargo no contaba con la paciencia necesaria. Por ello decidió ir al noveno templo para conversar con el arquero, empezó su andar y así con el paso de los minutos llegó a la entrada de Leo, pero antes de poner un pie dentro una figura conocida corría hacia donde él estaba, en consecuencia de ir distraído ambos terminaron en el suelo.
¿?: — Lo siento, no te vi. ¿Estás bien? —
Saga: — Claro que si, aunque sería mejor si no estuvieras encima de mi —
El pequeño se puso de pie extendiéndole una mano para ayudarlo a levantarse. El peliazul sonrió al ver a Aioria haciendo un puchero con la vista hacia el suelo.
Saga: — Tranquilo no te pongas así — despeinó un poco su cabello castaño. — Mejor dime el por qué de tanta prisa. —
Aioria: — Mi hermano me pidió que fuera a buscar a Mu, porque al parecer el patriarca lo necesita. —
Esto último le sirvió para disipar algunas de sus dudas, ahora tenía sentido el incremento de cosmo que sintió hace un rato, el haber encontrado al santo de libra llorando y que el pequeño león buscara a Mu pues suponía que Shion estaría en igual o peores condiciones.
Saga: — Pues será mejor que te apresures, solo que esta vez mira por dónde vas. —
Dicho esto el leonino asintió, sonriendo dio la vuelta retomando su camino. Ya que lo vio alejarse se adentró en el templo, podía sentir la cosmoenergía de Aioros y Shion así que siguió avanzando hasta la cocina, lugar que era escenario de un momento triste y a la vez tierno a su parecer:
Muchas envolturas esparcidas en todas partes, cajas de galletas vacías y envases de helado sobre la mesa. Un peliverde acostado en el piso cuyas amatistas enrojecidas de tanto llorar veían a la nada sin brillo alguno y en sus brazos un tigre de peluche, junto a él se encuentra un castaño acariciando suavemente su cabello, envuelto en la melancolía divagando en el baúl de los recuerdos de más joven. En ese tiempo el maestro Dohko debía partir por meses debido a distintas encomiendas, aquellas veces donde era común el repetir esta misma escena.
De por sí la presión en sus hombros era mucha a causa de estar al mando, además sin la presencia de su amado tendía a tranquilizarse comiendo de más. Solía llamar a Aioros, Mu, o incluso a Saga y así tener compañía, únicamente en circunstancias de ese tipo su porte imponente y autoritario perdía fuerza dejando a la vista un pequeño niño inseguro de sí mismo... A pesar de ello lograba reponerse pensando en su tigre obteniendo valor para seguir adelante.
Estuvo ensimismado en sus pensamientos un largo rato, no fue hasta recibir un soplido en su oído, que logró provocarle un sobresalto.
Aioros: — Ahhhh, ¿Qué fue eso? — desorientado volteó su cabeza topándose con Saga de hombros cruzados frunciendo el ceño.
Saga: — Si que tardaste en reaccionar, ¿puedo saber qué es lo que te mantenía en transe? —
Aioros: — Ehh nada solo me puse a recordar, pero en fin, ¿qué haces por aquí? — le mostró una sonrisa cálida. Su acompañante se sentó en frente suyo y aclaró su garganta.
Saga: —Quería aclarar esta situación, pero supongo que se debe a la discusión de nuestros maestros — Señaló con la mirada a Shion y con el asentimiento de cabeza del castaño terminó la charla.
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