CAPÍTULO FINAL
Un mes después.
Caminaba con una sonrisa en su rostro por el pasillo que conectaba la oficina de su esposo con la suya, había sido un mes estupendo y cada día era mejor que el anterior, empezaba a tener una vida de ensueño.
Maia jamás se había imaginado que Estados Unidos después de tanto sufrimiento le traería la felicidad, solo podía rectificar que después de la tormenta venia la calma, después de cada prueba, de cada desierto, siempre había una recompensa, una tierra fértil esperando por cada uno de nosotros, solo debíamos de ser fuertes, luchar con todo y aun cuando cayéramos, levantarnos con o sin fuerzas...pero seguir, porque de eso se trataba la vida... de nuevos niveles, escalones que constantemente tendríamos que pasar.
Entró sin tocar, pues sabía que en ese momento se encontraba solo.
Él ni se inmutó, la única persona que entraba de esa forma era su hermosa esposa, así que terminó de firmar rápidamente unos documentos para tener toda su atención en ella, para cuando terminó, Maia se encontraba a su lado, señaló sus piernas para que se sentara en ella y claro, no puso objeción en eso.
—Hola hermosa —susurró, agarrando su rostro para besarla. Jamás se cansaba de hacerlo, cada vez que sus labios tocaban los de ella era una experiencia nueva, las mariposas aparecían, su corazón latía sin parar...era lo más parecido a un adolescente hormonal.
—Hola —dijo atontada por el reciente beso, sentía su rostro caliente. Se recostó en el pecho de Alessandro, su corazón saltándose un latido cuando sintió lo acelerado que estaba el de su esposo.
Éramos un par de enamorados —Pensó, una sonrisa abriéndose paso por su rostro.
—No es que no me gusta que estés aquí, pero me gustaría saber porque viniste —comentó algo curioso, mientras sus dedos acariciaban su brazo, haciendo pequeños corazones en ellos.
—Acaba de llamar la profesora de lenguaje de Nico —exclamó demasiado emocionada—. Dice que ha tenido un progreso realmente satisfactorio en tan poco tiempo, esta mañana cuando me despedí de él, me llamó mamá...estuve llorando por tanto tiempo, que él y Luci se preocuparon.
Saber que Nico había recibido tan bien el amor de Maia y que la llamara mamá, eso era un sueño para Alessandro, ahora el único que tenía a mediano plazo sería un bebé, quería tener un bebé de el amor de su vida pero ninguno de los dos había tocado ese tema, así que suponía que simplemente Maia no estaba preparada aun y es que, recién sus vidas se empezaban acomodar, estaban adaptándose a todo lo que conllevaba tener un hijo recién despertado de un coma y una hija operada por un trasplante de riñón.
—Me hubiera encantado presenciarlo —susurró, imaginándose tan hermosa escena.
—Si...quería hablar de un tema delicado —su tono de voz alertó Alessandro, ella se retiró de su pecho y ambas miradas conectaron—. Sé que tu madre ha estado intentando poder contactar contigo, pero no ha tenido éxito.
Este frunció su ceño, sin poder entender como pudo enterarse si él no se lo había dicho y no veía a Maia capaz de revisar su teléfono o estar al pendiente de quien solicitaba tener una cita con él.
—¿Cómo? —inquirió.
—Tu madre me llamó y me rogó vernos, no quería, pero terminé viéndome con ella —no sabia que pensar, estaba un poco molesto porque no se lo había dicho hasta ahora, pero a su vez se sentía tan afortunado de tenerla...él corazón de su esposa era muy amoroso e incapaz de odiar—. Esta muy arrepentida, me pidió perdón y la perdone, no podemos cargar con resentimiento u odio hacia las personas y menos a quienes nos hirieron en el pasado...
Lo miró fijamente, atenta a cualquier posible gesto que le hiciera saber como él se sentía al respecto, pero su rostro era neutro...no dejaba que sus sentimientos salieran a relucir.
—No la odio ni tengo rencor contra ella. Me siento traicionado y eso no te lo negaré, es mi madre y lo será siempre, como también siempre habrá ese amor, pero...no me siento preparado para que este en mi vida de nuevo —Maia asintió levemente, entendiendo su punto de vista. No objetaría nada, pues tenía razón de sentirse de esa forma.
—Entiendo.
—Recién estamos empezando nuestra vida después de tanta mierda que, no quiero a una de las responsables en nuestro presente —la abrazó de la cintura y posó su cabeza en el pecho de ella—. Tal vez en unos años, ella pueda volver a estar en nuestro presente, pero por ahora quiero que se mantenga al margen.
—Te entiendo totalmente, pienso lo mismo con mi relación con mi familia...siento que todo es muy reciente y hay que dejar que las heridas cicatricen, que las aguas se calmen —confesó, recordando su conversación con su madre la noche anterior.
Maia la amaba tanto, pero aún no estaba lista de dejarla entrar a su vida nuevamente, pero sabía que en un futuro lo estaría y sus hijos podrían disfrutar de su abuela.
—Tengo antojo —soltó de la nada Alessandro, dejando confundida a Maia por el cambio tan abismal de tema, pero supo que simplemente ya no quería hablar mas de ello.
—¿De qué? —preguntó curiosa.
—De ti...siempre tengo antojo de ti —sonrió lascivamente, su mano traviesa empezando a subir el borde de la falda que cargaba—. Se me antoja algunas posiciones que estuve investigando...serán perfectas para hacerlas en la mesa.
Las mejillas inmediatamente se tornaron rojas, había descubierto que su marido era un adicto al sexo, jamás estaba agotado lo suficiente como para no hacerlo, habían probado tantas posiciones en diferentes partes de la mansión...que aún faltaba ambas oficinas por estrenar.
—Que sea rápido, tengo una videoconferencia en veinte minutos —respondió Maia, levantándose rápidamente y subiendo su falda...le calentaba como la mierda el solo hecho de hacerlo en tan alto lugar, con un ventanal a toda la ciudad y en sus lugares de trabajo.
[...]
—¿Qué era lo tan importante que tenías por decirme? —preguntó Sofia, en cuanto entró a la oficina de su amiga.
Se había levantado con miles de mensajes de Maia, donde le pedía con urgencia verse, pues tenía algo muy importante que contar.
—Cierra con seguro —demandó y se levantó de su silla para hacerle señas de que fuera hasta el baño.
—Maia me estas asustando, ¿Qué sucede? —cuestionó al verla tan asustada y ansiosa—. Estas acalorada y completamente roja.
Fue inevitable no reír, pues estaba acalorada y toda roja por el encuentro que había tenido con su esposo minutos atrás, encuentro que había servido para desestresarse de todo el estrés que llevaba por una simple cosa...su periodo.
Sí, era irregular, sí, a veces se retrasaba, pero, un mes...jamás había sucedido, solo cuando quedó... ni siquiera podía pensarlo, le daba mucha ansiedad ese tema.
—Acabo de tener sexo...es por eso —respondió simple, su amiga la miró sorprendida por lo despreocupada en que lo decía...el matrimonio cambiaba indiscutiblemente a las personas—. En la mañana me hice una prueba y esta en el lavado, no he querido ver el resultado por miedo.
Sofia frunció su ceño y fue hasta el baño para efectivamente ver la prueba de embarazo, la agarró sin ver el resultado y fue hasta Maia, quien caminaba de un lado a otro en la oficina.
—Entonces te hiciste una prueba de embarazo en la mañana, lo que hizo que tuvieras estrés y encontraras el sexo en el trabajo como la única solución para relajarte, ahora aparte de escribirme a las seis de la mañana, me llamas en medio de una clase asustándome por teléfono de que se trataba de algo realmente importante. Llegó, veo tu aspecto post follada y me haces ver el resultado de una prueba que cambiaría totalmente tu vida —trató de resumir todo con un rostro totalmente inexpresivo.
—Si lo dices así, me haces sentir como una exagera —reprochó Maia—. Es algo importante y quería tu apoyo, lo siento si...
—¡Estas loca! ¡¿Por qué mierdas te disculpas?! —gritaba mientras empezaba a dar saltos en su puesto—. Esto es una locura, por nada en el mundo podía perderme esto... ¡maldita sea, tal vez sea tía de nuevo!
—Quiero llorar —se sentó de inmediato en el primer mueble que vio y empezó a hiperventilar.
—Cariño, tranquila...todo estará bien —se sentó a su lado, preocupándose al verla en ese estado, debía de estar alegre...no de esa forma—. ¿Es tan malo que quedes embarazada?
—Claro que no, pero...no sé qué lo que opinara Alessandro, ¿y si no quiere? Jamás hemos hablado de este tema y me causa ansiedad el pensar en sus posibles respuestas, creo que no le gustara saber que posiblemente este embarazada él...
Se detuvo abruptamente al ver como su amiga se levantaba y salía de su oficina, quedó atónita al verlo y trataba de entender la razón por la que lo había hecho, pero, estaba en blanco y minutos después, obtuvo la respuesta al ver a su esposo, con su ceño fruncido entrar.
Justo en ese momento Maia había olvidado como respirar, quería que el edificio se abriera y caer en el vacío que tener que pasar por este momento.
Sofía se acercó a su amiga, quien estaba totalmente pálida y sin que Alessandro lo viera, le entregó la prueba entre sus manos. Aunque le encantaría ser la primera persona en saberlo, sabía que ese lugar le correspondía a él y no a ella, así que había ido hasta su oficina, alegando que Maia tenia algo demasiado importante y que no podía esperar para comentarle.
—Estaré esperando afuera...suerte y tranquila, sea lo que sea el resultado, él te apoyara —susurró, dándole esas palabras de aliento y se fue.
Alessandro no entendía que mierda sucedía, hace poco habían estado juntos y hasta tenido sexo...¿si era muy importante por qué no se lo había dicho?
—Amor, que pasa —caminó hasta ella y se acuclilló para ver de cerca su rostro—. Habla conmigo.
Lo miró a los ojos con miedo, ni siquiera sabia el resultado y tenía miedo a todo, no era el momento, tenían dos hijos que requerían muchísima atención y otro más seria todo un poco más complicado... ¿ella podría con todo? ¿Alessandro?
Cuando las manos de su esposo agarraron las suyas se tensó, pero supo que era el momento. Cerró sus ojos y abrió sus manos revelando la pequeña prueba que tenía entre manos.
Cuando pasaron varios segundos sin escuchar nada se alertó y abrió sus ojos de golpe, encontrándose con un Alessandro pasmado viendo lo que había en sus manos, con su mano temblorosa lo agarró y gimió, tapando su boca mientras dirigía la mirada a ella quien, sin contenerse, empezaba a llorar al ver las dos rayas.
—Maia —dijo en un gemido, viendo entre asustado y emocionado su barriga y es que, imaginarse que dentro de ella estaba creciendo el fruto de su amor era...increíble—. Un...bebé.
En cuanto las palabras salieron de sus labios, Maia se tiró a sus brazos logrando que ambos cayesen en el frio suelo, se aferró a él como nunca, dejando que sus miedos disiparan, siempre Alessandro lograba calmarla, hacerla sentir bien. Él era su refugio para todo momento y lo necesitaba justo ahora.
—S-Sé que...que no querías un bebé ahora, pero yo —este se alertó de inmediato al escucharla, supo que esa era la causa del porqué se encontraba en ese estado.
—Amor —agarró su rostro desesperado, el cabello de Maia había formado una especie de cortina entre ambos—. Quería...quiero tener un bebé contigo, es un sueño, pero no quise decirlo porque no sabía si estabas lista o no, no quería presionarte...jamás lo haría.
—¿En serio? —susurró, haciendo unos pucheros que derritieron el corazón de Alessandro.
—Sí cariño —se inclinó y besó sus labios—. ¿Sabes? estuve pensando sobre tu esperando un bebé cuando estabas en la oficina y...mira, ya había un bebé creciendo dentro de ti.
Sonrió como nunca antes, sus ojos obtuvieron un brillo demasiado particular que contagió a Maia.
—Felicidades futuro papá —murmuró, empezando a emocionarse por el hecho de estar embarazada de el amor de su vida.
—Felicidades futura mamá —dijo también, sintiendo su corazón latir desmesuradamente.
En ese momento ambos supieron algo y es que, podría pasar cualquier cosa negativa en el futuro, pero si ambos seguían juntos, con es amor intacto... nada sucedería por la sencilla razón de que cada uno era un refugio para el otro...un refugio de amor.
Espero les haya gustado esta historia.
Pronto estaré publicando el epílogo.
Los amo.
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