CAPÍTULO 25
Un mes después
—Mami... ¿Cu-Cuándo volverá... papi? —preguntó Lucia mientras bostezaba, no había comido prácticamente nada y era algo muy raro en ella.
Fruncí mi ceño mientras la observaba fijamente. Alessandro tuvo que irse hace una semana aproximadamente por temas de trabajo en Europa, así que yo había estado a cargo de las empresas, lo que significaba que mantenía muy ocupada y casi no pasaba el tiempo suficiente con mi hija.
—De hecho —miré el reloj de mi muñeca—. Creo que ya debería de estar llegando a la oficina, en la tarde lo podrás ver amor.
Lucia y yo lo extrañábamos demasiado, no podía dormir en las noches sin él y estaba super contenta que esta noche ya estuviera con nosotras.
Bostezó de nuevo, parecía como si no hubiera descansado lo suficiente. Ayer cuando había llegado ya estaba durmiendo, así que no quise levantarla, pero estaba diferente.
—Emma, ¿todo está bien con Lucia? —le pregunté, aprovechando que aun se encontraba en la cocina—. La veo diferente.
—Ayer estuvo enferma, seguro y era un pequeño virus —fruncí mi ceño y negué, no podía tomar a la ligera cualquier síntoma que mi hija tuviera.
Ella ni siquiera me llamó o me dijo sobre esto.
—¿Qué tenía? —inquirí, acercándome a ella y tomando su temperatura.
—Escalofríos, estaba muy cansada y tos...pero le di un jarabe y mejoró —agregó rápidamente, su rostro se tornó angustiado—. ¿Acaso hay algo malo?
Estaba muy fría y su respiración era irregular. Tomé su pulso y me alerté de inmediato.
—Debemos ir con Joseph —agarré en mis brazos a Lucia y salí corriendo hacia fuera, no tenía tiempo si desde ayer en la noche tenia esos síntomas. Empezaba a desesperarme—. Pronto estarás mejor, cariño.
—Le avisaré Alessandro —gritó Emma detrás de nosotros, lo único que pude hacer fue asentir, no quería que mi voz saliera temblorosa y Lucia se diera cuenta que estaba nerviosa.
—Clínica —le dije a Jeremy, quien asintió y arrancó rápidamente.
No sabia si era mi paranoia, pero la sentía más fría y su respiración cada vez mas pesada.
—¿Te...te duele algo? —quise saber, con mis ojos llenos de lágrimas.
—Aquí —se señaló el pecho—. Abrázame, tengo frio.
—Lo estoy haciendo amor —suspiré, atrayéndola lo mas que podía a mi—. Mamá arreglará todo, todo estará bien.
Esta escena me traía muy malos recuerdos que tuvimos al principio de su enfermedad, ella mantenía en la clínica por mi falta de dinero, todo fue tan difícil para nosotras. Odiaba tener que volver a urgencias, no me gustaba para nada.
Normalmente en el camino a la clínica tardaríamos cuarenta minutos, pero Jeremy había hecho de esos cuarenta, a solo media hora y lo amaba por eso.
—Gracias —susurré, después que me ayudara a salir.
—Todo estará bien Maia, ten fe —asentí rápidamente—. Me quedaré aquí a esperar al señor Lombardi.
Le di las gracias nuevamente y corrí hacia dentro, solicitando una camilla y al doctor Joseph, me pidieron mi nombre y al momento de darlo, todo fue más fácil.
Joseph y dos médicos más llegaron en poco tiempo, entramos al ascensor y marcó el piso de Nico, lo que me sorprendió.
—¿Cuáles son los síntomas? —exigió, mientras empezaba a revisar sus ojos, latidos, todo.
—Tiene escalofríos, cansancio, tos, no quiere comer, le duele el pecho —hablé rápidamente—. ¿Qué tiene?
Su ceño se frunció y trago fuerte, la mirada que me daba no me gustaba para nada y lo único que hacia era pensar lo peor.
—¡Joseph! —grité, necesitaba que lo dijera.
—Lucia tiene insuficiencia cardiaca —gemí de sorpresa y tapé mi rostro—. Cálmate, el que tenga insuficiencia no significa que vaya sufrir un paro...por ahora —¿Qué? no ayudaba con nada—. Te explicaré todo, pero primero tengo que revisarla.
Las puertas se abrieron y todos salimos apuradamente, tenía agarrada su mano mientras le susurraba que todo estaría bien. Después de cierto camino me pidieron que me quedara, no podría pasar y que vendrían con noticias pronto, ni siquiera había tenido tiempo para besarla. Me quedé en medio del pasillo...con mis lagrimas cayendo.
Me recosté en la fría pared y poco a poco me agaché hasta llegar al suelo. Llevé mis piernas hacia mi pecho y las abracé.
Todo esto era mi culpa, tenía que haber sabido lo que estaba sucediendo, tuve que darme de cuenta mucho antes, ella era mi hija y solo yo tenia la responsabilidad de que estuviera bien, era mi culpa.
—¡Maia! —escuché el gritó de Alessandro, alcé mi rostro hacia su dirección y lloré aún más.
Se agachó y me atrajo a su pecho.
—No llores amor, todo estará bien...nada malo le pasará a nuestra hija —susurraba mientras acariciaba mi espalda.
—La descuidé —murmuré—. Tenía que estar mas pendiente, no bajar la guardia...no soy una buena madre.
—Ni siquiera pienses eso —amonestó, agarrando mi rostro y haciendo que lo mirará—. Eres la mejor madre del mundo, nunca dudes eso... ¿está bien? —asentí—. Estas son cosas que pasan, pero mira...Joseph la esta revisando y muy pronto llegará con buenas noticias, todo estará bien.
—Eso espero, no aguantaré ver de nuevo a Lucia en ese estado.
Me abrazó de nuevo e inhalé profundamente su aroma, fruncí mi ceño cuando pude percibir un olor a perfume de mujer, pero hice caso omiso a una estupidez como esa.
Nadie dijo nada después de eso, un silencio inquietante nos envolvió y es que, ambos éramos conscientes que cualquier recaía o algún virus podría causarle un daño muy grave a nuestra pequeña.
Cuando las puertas se abrieron, nos levantamos de inmediato para recibir a Joseph.
—¿Qué tiene?, ¿Cómo esta?, ¿puedo verla? —lo ataqué con preguntas en cuanto llegamos a él.
—Como te dije anteriormente, Lucia presenta insuficiencia cardiaca —mi esposo y yo éramos muy buenos, excelentes para los números, negocios, pero no para la medicina y nuestros rostros se lo hicieron saber—. Es una condición en donde el musculo cardiaco se debilita y no es capaz de bombear la sangre eficientemente, al principio no es posible que Lucia experimentara algún síntoma, pero conforme al tiempo la capacidad de bombeo se ira debilitando, es por esa razón que sus síntomas empezaron a ser notorios.
—Pero... ¿qué tiene que ver esto con su enfermedad? —inquirió Alessandro—. Es algo totalmente diferente, no logro entenderlo.
—Estos problemas son muy naturales en las personas con la condición de Lucia, pero solo se debe si la función renal disminuye, por lo que debemos de hacer varios estudios y saber la razón de esto, así de vista creería que las diálisis no están siendo suficiente y que al final de todo tendremos que operarla.
—¿Cuánto tiempo? —pregunté.
—No podría decirles sin los estudios —negó levemente—. Lo que si les puedo decir es que estará bien, lo bueno es que actuaron rápido y la trajeron conmigo.
—¿Puedo ver a mi hija? —rogué con la mirada, tal vez estaba asustada o me necesitaba—. Por favor.
—Lamentablemente no se puede, pero en un par de horas, creería que sí. Ahora están empezando con los exámenes así que pueden irse y volver después, no estarían haciendo nada aquí —ambos negamos de inmediato—. Bueno, como gusten.
Se despidió y se fue de nuevo por las puertas. Abracé a mi esposo, si necesitaba tranquilizarme entre sus brazos lo lograba, pero no podía, no oliendo ese maldito perfume que se me hacia tan conocido.
—¿En dónde estabas? —susurré, separándome y respirando aire fresco.
—En la oficina cuando Emma me llamó —respondió algo confundido—. ¿Por qué? ya sabias que estaría allá.
Claro que lo sabía, pero el con quien lo desconocía completamente.
—¿Con quien estabas? —crucé mis brazos—. Hueles a perfume de mujer.
Su ceño se frunció y agarró su saco para olerlo.
—La azafata tenia mucho perfume, tal vez sea por eso amor —me atrajo hacia su cintura y sonrió—. No me digas que estas celosa.
—¿Crees que puedo estar celosa en esta situación? —me separé y me fui, iría a la habitación de Nico. Él al intuir a donde iría, también me acompañó—. Cuando podrá estar con nosotros.
—En un par de días terminaran de instalar todo —en su voz se notaba tanta emoción, yo también lo estaba.
—No veo la hora en que ya este en casa, con su familia —abrí la puerta, sonriendo al verlo.
Me había encariñado terriblemente con él.
Alessandro se acercó y beso su frente, después empezó a susurrarle cosas, duro mucho tiempo así, hasta que su teléfono volvió a sonar.
—Kylie, no tengo tiempo ahora...estoy mu... —se calló abruptamente al escucharla. Su rostro se tornó serio por completo, cuando se tenso supe que algo malo sucedía.
¿Qué sucedía?
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