cinco.

Salí de clases rápidamente hacia el estacionamiento donde me esperaba Rina, la acompañaría a hacerse el tatuaje y luego tenía que encontrarme con Jin para comprar el vestido para el evento.

Quería ir a casa para cambiarme de ropa pero sería perder mucho tiempo. Estaba vestida formal porque una de mis materias del día fue Filosofía del Derecho, y el profesor exigía que sus alumnos asistieran a la clase vestidos de esa manera, si alguno se atrevía ir vestido casual no le permitía entrar al salón, aquél profesor era de los más exigentes. Por lo que iba con una blusa de botones, un pantalón entallado, tacones de plataforma y un abrigo largo de cuero, desde ya debía acostumbrarme a vestir como si fuera a un Juzgado.

Al ingresar en la Universidad, empecé en la carrera de Administración de Empresas, Jimin ya estaba adelantado en la misma, pero no era muy buena con los números a diferencia de él, que era un cerebrito bajo toda esa pinta de chico idiota que gritaba: sólo me gusta la fiesta y follar. Duré tres semestres en esa carrera y luego me cambié a Leyes, me gustaba leer y era buena memorizando, así que no era problema para mi memorizar e interpretar muchos artículos, terminé por enamorarme de mi carrera aún si no llevaba mucho en ella. Quería irme por la rama del Derecho Civil o el de Familia pero no estaba segura. Jungkook estudiaba Informática, todo un geek, y Taehyung iba a seguir los pasos de papá estudiando Ingeniería Civil, mi padre era un ingeniero muy reconocido en el país y obviamente se emocionó al saber la decisión de Tae, aunque de igual manera nos apoyaba a todos.

Mi madre quiso que yo estudiara Diseño de Modas ya que ella era una diseñadora quien desde hace un par de años atrás se había vuelto muy importante en la industria. La verdad es que no era lo mío, aunque había participado en algunas de sus campañas, como modelo, claro que tuvo que insistirme mucho para que lo hiciera. No me gustaba ser el centro de atención, lo bueno es que me había llevado buenas ganancias en mi participación en dichas campañas y con eso pude completar para comprar mi auto.

Nuestros padres tampoco nos hacían las cosas tan fáciles, si queríamos algo teníamos que ganarlo. Cada uno tenía un fondo económico, pero con eso no quería decir que nos pudiéramos dar todos los lujos. Jungkook tuvo que hacer varios trabajos de medio tiempo –como yo– para reunir y también sacar buenas notas para que papá lo ayudara a comprarse su auto. Taehyung no tenía licencia aún y Jimin en cambio, por su comportamiento algo irresponsable, papá no quiso ayudarlo a comprar una motocicleta que era lo que él quería. No bastaba con que nosotros lo cubriéramos cuando se desaparecía por días, sin ni siquiera dar señales de vida. Papá y mamá no eran tontos, terminaban por enterarse igual, aunque de alguna manera, Jimin, se las arregló para comprar la moto sin ayuda.



Mi amiga estaba esperándome junto a mi auto, alzó la vista cuando me acerqué a ella.

–¿Me esperaste mucho? –Pregunté, al abrazarla.

–No, de hecho pensé que ya habías salido, ya que tuve que ir a buscar una guía que le presté a un compañero y luego venir hasta aquí.

Ella estudiaba Ingeniería igual que Tae, todos estábamos en la misma Universidad, aunque las Facultades estaban algo separadas unas de otras.

Ambas nos subimos a mi auto y yo la miré luego de que metí la llave en el contacto.

–¿Se tardará mucho? Tengo que encontrarme con Jin por lo del vestido.

–No creo... ¿Por qué siguen adelante con eso?

–Ri, ya te lo he explicado, además tengo que ir, ya sabes... no puedo hacerle ese desplante a su familia. –Suspiré.

–Tienes que pensar en ti.

No dije nada mientras salía del estacionamiento, ella cambió el tema enseguida al ver que no quería hablar sobre eso en específico.

Ambas charlamos de cosas triviales durante el camino a la tienda, por suerte no mencionó a Jimin y creo que era un avance. Ya estaba atardeciendo y el tráfico estaba un poco pesado pero llegamos en poco tiempo al lugar que Rina me había indicado.

Estacionamos frente a un edificio que se dividía en varios locales en cada piso. Tuvimos que subir unas escaleras hasta que llegamos frente a un local muy llamativo, al menos así se veía desde afuera, entramos y habían unas personas frente a una chica que parecía la recepcionista, quien estaba cubierta de tatuajes hasta el cuello, su cabello teñido entre amarillo y verde llamaba demasiado la atención. Todo el lugar era muy amplio, había cuadros con diseños tribales, dragones, fotos en una esquina como formando un collage, el piso era de madera pulida brillante y había paneles de luz, los cuales alumbraban las paredes de un rojo neón y a unos metros de nosotras se encontraba un sillón largo de cuero negro, para que las personas se sentaran a esperar. Se escuchaba alguna canción de Eminem por las bocinas que divisé en una esquina, lo reconocí porque a Tae le gustaba ese rapero.

Era un local de tatuajes muy lujoso y moderno, me gustaba el ambiente y no podía dejar de ver los diferentes diseños que había, hasta que nos acercamos al mostrador para que mi amiga preguntara sobre su cita programada.

Mis ojos fueron hasta la parte detrás del mostrador donde había un gran dragón dorado y rojo pintado en la pared, y fue en ese momento que me di cuenta que la recepcionista no era la única que estaba del otro lado, sólo que el mostrador era alto y era necesario acercarse más para ver mejor todo el espacio detrás.

Al ver a la persona sentada en una silla pegada a la pared, ni siquiera dudé por un segundo.

Era él.

Min Yoongi estaba justo delante de mi, esos pequeños ojos negros y esas facciones delicadas –ahora más definidas– las reconocería en cualquier lugar, los recuerdos seguían muy frescos en mi mente. Ahora estaba muy cambiado, demasiado diría yo. Su cabello ya no era negro, sino platinado casi blanco y tenía tatuajes en sus manos, suponía que se extendían más allá solo que los tapaba las mangas de su suéter.

Sus ojos chocaron con los míos y pude notar que me había reconocido por la forma en que se quedó observándome, pero su expresión siguió siendo la misma, seria. Y no voy a mentir, tenía ganas de ir corriendo a abrazarlo.

Se levantó y pensé que me hablaría, yo había quedado totalmente muda y es que no esperaba encontrármelo ahora, en cambió dirigió toda su atención a mi amiga y aún así yo no podía despegar mis ojos de su cara.

Cuando me tocó despedirme de él en el Orfanato, durante un tiempo soñé con el momento en el que nos encontraríamos de nuevo. Esa esperanza cesó al pasar los años, pero ahora que estábamos uno frente al otro él estaba actuando de una manera que no podía entender. Quizás no quería hablarme con otras personas presentes, o no me había reconocido y yo sólo me hacía falsas ilusiones.

–¿Tienes cita programada?

Su voz varonil me golpeó, me resultó muy atractiva, obviamente ya no era aquél niño de doce años, aún así no había cambiado su forma relajada pero firme al hablar.

–Si, con Jackson. –Respondió, Rina, ajena a todo lo que yo estaba experimentando.

Él asintió, tomó algo debajo del mostrador, era un intercomunicador por el cual habló.

–Jackson, tu cliente está aquí –dejó el aparato donde estaba y miró a mi amiga de nuevo– puedes subir, primer cubículo a la derecha.

–Claro, gracias –ella le sonrió pero él ni se inmutó, en cambio volvió a dónde estaba– Max, ¿vas a subir conmigo?

–Si –al fin la miré– sólo preguntaré algo, ya te alcanzo.

Ella se fue hasta la escaleras y yo me quedé aún parada contra el mostrador, pasé mi mirada desde Yoongi quien sólo revisaba su teléfono, ignorándome completamente, hasta la recepcionista que estaba despidiendo a las personas que estaban pagando. Cuando estuvo desocupada, me moví un poco para quedar frente a ella, ni siquiera tenía planeado que decir, hasta que me di cuenta que hacían perforaciones también, eso me interesaba. Absurdamente quise quedarme allí para ver si cabía la posibilidad de hablarle a Yoongi, aunque él no parecía nada interesado en mi presencia.

–Ehm... –Me ví siendo interrumpida por una voz.

–¿Tu también te vas a tatuar? –Sus ojos fijos en mi enviaron escalofríos a todo mi cuerpo. Me hablaba como si fuera una completa extraña. –No pareces de esas chicas.

Alcé una ceja.

–No me voy a tatuar, pero me causa curiosidad saber que tipo de chica crees que soy. –Logré decir sin quedarme trabada, y es que aún no superaba la impresión de verlo allí.

–Una estirada –escupió, despectivamente–, una de esas chicas que jamás se atrevería a dañar su piel con algo tan corriente como lo es un tatuaje. –Finalizó con evidente sarcasmo.

A pesar de que sus palabras me hicieron enojar, esbocé una sonrisa a lo cual, él, enarcó un ceja, probablemente preguntándose el por qué no lo estaba insultando ofendida, que lo estaba por supuesto. No iba a caer en sus provocaciones y además no entendía sus ataques, pero algo me quedaba claro con su manera de dirigirse a mi y es que si me había reconocido, quise creer que estaba bromeando pero su expresión mostraba que hablaba en serio. Parecía como si le enfureciera que yo estuviese ahí.

–Tienes razón, jamás haría algo así. –Hablé, casi en el mismo tono despectivo que él. Mis palabras no eran ciertas pero estaba enojada.

Él simplemente soltó una risa, muy falsa y chocante, se levantó de nuevo, palpó algo en su bolsillo y salió detrás del mostrador. Pensé que me diría algo más pero salió de la tienda sin más.

Reprimí las ganas de ir tras él y preguntarle que demonios le pasaba. Miré a la chica detrás del mostrador y ella alternó su vista un par de veces entre la puerta y yo, hasta que se apoyó en sus brazos sobre la superficie de madera oscura, como si quisiera contarme un secreto.

–¿Se conocen? –Murmuró– ¡Oh, ya sé! Eres una de las tantas chicas con las que él se acuesta y luego no las llama de nuevo –se recostó de la silla, como si ya lo hubiese dado por hecho–, siempre vienen aquí a reclamar pero no les queda de otra que irse con un par de palabras crueles que él les suelta. Un total imbécil si me lo preguntas, no entiendo porque se arrastran de esa manera por él –suspiró, negando con la cabeza– Es mi jefe pero tengo que decir la verdad.

¿Jefe? Pensé que sería otro de los tatuadores, aunque quizás también lo era.

–No –fruncí el ceño– nos conocimos en... hace años, recién ahora es que nos volvemos a ver. ¿Tu jefe, dices?

Ella me dió una mirada escéptica, como si no creyera del todo en mis palabras aunque me daba igual si lo hacía o no.

–Si, es el dueño. ¿Necesitas algo?

–No, gracias... Iré con mi amiga.

Ella simplemente me dio una última mirada, ya que había entrado otra persona al local, no pude evitar girarme para comprobar si era Yoongi, pero no se trataba de él.

Avancé hasta las escaleras, en las paredes también habían diseños y eran iluminadas por los mismos paneles de luz color rojo, ya arriba noté que era un largo pasillo el cual estaba lleno de puertas negras con números en ellas, que serían los cubículos de cada tatuador, y que de estás se escuchaba el tenue sonido de las máquinas. Era un local con mucho estilo, me resultaba genial que Yoongi fuera el dueño. La puerta del primero a la derecha estaba abierta, me asomé y vi a mi amiga sentada en una camilla, y un chico con un cubrebocas estaba concentrado en aplicar la tinta en su hombro. Ella me sonrió y yo entré saludando, el chico lo hizo de igual manera de forma amable y permitió que me sentara en una de las sillas que había allí.

–¿Que tal? ¿Te duele mucho? –Le pregunté a Rina.

–Es soportable. ¿Que estabas preguntando? ¿También te vas a tatuar?

–No, sólo tenía curiosidad por unas piezas, quizás me haga un piercing. –Mentí, a medias.

Ella y el tatuador comenzaron a hablar, y yo me hundí en mis pensamientos.

Nunca imaginé que volvería a ver a Yoongi ahora, yo nunca lo olvidé y siempre venía a mi mente las noches que pasábamos en el Orfanato comiendo a escondidas en la cocina, o cuando hablábamos de cualquier cosa en el jardín bajo el árbol. El Orfanato fue cerrado un tiempo después de que salí de allí, debido a los malos tratos que recibían los niños, de hecho mis padres contribuyeron a que lo hicieran pero antes de eso yo le pedí a mamá que investigara sobre Yoongi y sólo encontró que él había sido llevado a un reformatorio. No supe más nada de él, ni siquiera en internet, y siempre me preguntaba que había sido de su vida, ahora resulta que lo vengo a encontrar en Seúl, tatuado y con toda la pinta de un criminal y si, estaba mal juzgar un libro por su portada, aunque él lo había hecho conmigo.

Me habló con resentimiento, o así me había parecido, y realmente no sabía que creer, yo he cargado con la culpa todos estos años por haberlo dejado solo, y ahora sentía que me recriminaba ese hecho.

Al parecer él creía que mi vida se había arreglado mágicamente al ser adoptada y no fue así, pasé por momentos muy difíciles también.

Todo estuvo bien por unos años, hasta que a los dieciséis todo cayó cuesta abajo en mi vida, de nuevo. Comencé a salir con un chico que estudiaba en el mismo instituto al que yo iba, y del cual me enamoré perdidamente; fue mi primer todo. Mis padres lo aceptaron aunque mis hermanos no les agradó la idea de que tuviera novio. La cosa es que él no estaba en buenos pasos, Sojun, era muy manipulador y yo terminé por hacer cosas que no quería sólo para que estuviese feliz y no me dejara, fui muy ingenua. Él consumía drogas –marihuana, y a veces cocaína– a mi no me gustaba que lo hiciera en un principio, pero luego terminó convenciéndome de que las probara. Todo se fue a la mierda a partir de ahí.

Mis padres se dieron cuenta de que algo pasaba conmigo porque comencé a bajar las notas, salía muy seguido de casa y mi actitud comenzó a ser hostil, hacia ellos y mis hermanos, lo que ocasionó que me castigaran seguido; quitándome el celular, las salidas y me prohibieran que siguiera en la relación con Sojun, así que en el instituto fingíamos que no teníamos nada, ya que mis hermanos estaban al pendiente de mi, pero terminaba por escaparme de madrugada sólo para verlo y drogarnos. Muy estúpida, de verdad.

Una noche en que mis padres no estaban en casa, yo logré escaparme sin que los chicos se dieran cuenta. Fui a ver a Sojun en el lugar donde solíamos encontrarnos siempre, que era un parque de skate abandonado que quedaba a unas cuadras de casa, él comenzó a drogarse, lo normal, aunque esa noche extrañamente yo no quise hacerlo. De un momento a otro él estaba sobre mi besándome y tocándome de más, pero yo no quería tener relaciones porque sólo lo habíamos hecho dos veces y en ninguna me sentí bien, además hacerlo en un lugar como ese me parecía una locura pero él tampoco estaba pensando con claridad, entonces me resistí, él se enojó y terminó por golpearme en el rostro, al mismo tiempo que rasgaba mi camiseta; quiso forzarme. De alguna manera logré zafarme y salí corriendo despavorida entre lágrimas de dolor tanto físico como emocional.

Llegué a casa, y no conté con que Taehyung estaría tan tarde en la sala viendo una película, su expresión fue de total horror cuando me vio con la camisa rota y la cara golpeada con un gran moretón formándose en mi mejilla. Enseguida llamó a los chicos en un grito y éstos bajaron asustados, fui testigo de cómo se enfurecían en segundos haciéndome preguntas de lo que había pasado y yo sólo pude decir una palabra, más bien un nombre. El primero en reaccionar fue Jimin, él cuando estaba molesto era otra cosa, salió pitando de la casa, seguido de Taehyung. Jungkook lo que hizo fue quitarse la sudadera que llevaba y darmela, para luego tomarme de la mano y salir de casa, siguiendo a nuestros hermanos.

Sentí miedo pero no pude detenerlos y mis padres no estaban como para hacer algo, Jimin me exigió que los llevara a dónde estaba Sojun y no me quedó de otra que decirles. Justo íbamos llegando al parque cuando lo vimos en la esquina de la cuadra, Jimin corrió directamente hacia él y lo estampó contra la pared gritándole colérico el cómo se atrevía a golpearme. Sojun, que estaba completamente fuera de si, lo que hizo fue reírse.

Gran error.

Mi ex recibió la paliza de su vida, y yo sólo pude observar a mis hermanos descargar su furia contra él, mientras las lágrimas no se detenían. En ese momento aún estaba en shock por todo lo ocurrido, por suerte Jungkook reaccionó e hizo que Jimin y Tae lo dejaran, había quedado consciente al menos, nos fuimos de ahí rápido por si la policía llegaba.

En el camino a casa yo no dejé de llorar y mis hermanos no dejaron de proferir insultos hacia Sojun.

Recuerdo a nuestros padres llegar y encontrarse con Tae sosteniendo una compresa fría contra mi cara, y Jungkook y Jimin enojados junto a nosotros, me negué a que me llevaran al hospital. Tae les contó todo lo que había pasado y obviamente ellos se enojaron también, me reprocharon el haberme escapado porque de verdad creían que yo había dejado de ver a Sojun. Luego que se calmaron, tomaron la decisión de poner una orden de alejamiento contra él, si lo denunciaban entonces Jungkook, Jimin y Taehyung podían verse perjudicados porque lo golpearon.

Esa noche, los chicos no se despegaron de mi, a pesar de estar molestos durmieron en mi habitación a los pies de mi cama.

Sojun no hizo nada contra mis hermanos porque no le convenía debido a las cosas que él hacía y podría ser peor, además sus padres no se preocupaban mucho por él y no les interesaba si se metía en problemas o no. Abandonó el instituto y tenía que evitar acercarse a mi en un radio de noventa metros, por lo que no supe más de él. Algunos llegaron a decir que se había ido con sus abuelos que vivían en otra ciudad.

Pero no todo terminó ahí, Sojun me había jodido a niveles inimaginables, caí en depresión porque él me había repetido una y otra vez que más nadie además de él iba a quererme y soportarme, a pesar de la agresión que sufrí yo seguía enamorada y me había hecho dependiente por lo que me sentí culpable de que no pudiese acercarse a mi.

Me sumergí en un agujero oscuro, aún si hacia ver que no pasaba nada. Me las arreglé para conseguir marihuana y seguir consumiendo, a escondidas claro, a cualquier oportunidad que estaba sola lo hacía. Jungkook fue quien me descubrió drogada hasta las nubes, en mi habitación, cuando creí que no había nadie en casa. Él no dudó en decírselo a nuestros padres y más que el enojo fue la tristeza que sintieron, lloraron cuando descubrieron las pequeñas bolsitas que tenía guardadas debajo del colchón de mi cama, además de lo que usaba para armar los porros. Me sentí tan mal cuando volví en mis cinco sentidos, les estaba haciendo mucho daño con mis acciones.

Los chicos en su enojo por lo que había hecho dejaron de hablarme, yo prometí no volver a consumir y todos trataron de mantenerme vigilada, pero terminé por volver a hacerlo días después. Hasta que nuestros padres tomaron la decisión de internarme, no querían que el problema se hiciera aún más grave. Terminé ingresada en un centro de rehabilitación por cinco meses, ellos me visitaban siempre y nunca dejaron de mostrarme su apoyo. Salí de aquél lugar siendo una persona nueva, una adolescente con otra mentalidad y mucho más madura.

Los chicos se volvieron muy sobreprotectores conmigo a partir de ese episodio, a Jungkook y Jimin les afectó muchísimo, al punto de que llegaron a tener pesadillas en las que yo sufría un final trágico. Taehyung lo pudo tomar de manera más relajada pero estaba enterada de las noches que pasó llorando por mi en aquél entonces, aunque nunca toqué ese tema con él.

No he vuelto a consumir ninguna sustancia, lo podía decir con mucho orgullo pero tampoco me avergonzaba de mi pasado. Y siempre estaré agradecida con mi familia por hacer todo lo posible por salvarme.

Ahora era una joven de veintidós años, reformada, con muchos objetivos: estudiar, aprender, viajar, conocer y disfrutar de la vida y de las personas a mi alrededor. Aunque había un elemento en mi vida con lo cual aún estaba insegura.





Rina y yo salimos de la tienda de tatuajes, no vi a Yoongi por ningún lado, nos subimos a mi auto, la llevaría a su casa y tenía que llamar a Jin para coordinar donde nos veríamos.

El tatuaje de Rina había quedado muy lindo y delicado, como ella, eran letras cursivas que decían: Love & Hope, con un efecto de acuarelas alrededor. Jackson hizo un hermoso trabajo.

–¿Estás bien? Te noté rara desde que entramos al local.

Ella si sabía que algo había pasado sólo que no sacaría el tema hasta que estuviésemos solas.

–¿Recuerdas el chico del que te hablé algunas veces de cuando estuve en el Orfanato?

Cuando ella y yo tomamos cierta confianza yo le conté toda mi historia, ella no me miró con lástima, más bien, según sus palabras, sentía admiración por mi y por ser una persona tan fuerte. También le conté sobre Yoongi y que fue lo único bueno que tuve en el Orfanato.

Ella asintió pero luego sus ojos se abrieron en grande.

–¿El de pelo blanco es Yoongi? –Preguntó, de forma incrédula. Había sacado la conclusión muy rápido.

–Si, es él.

–Es lindo, pero da miedo al mismo tiempo –fingió entremecerse y yo reí sin ganas– Con razón te miró tan fijamente... ¿Se hablaron? ¿Por eso te quedaste abajo?

–Si, pero no fue como creí –sus ojos se clavaron en mi perfil, esperando a que continuara– yo estaba pensando en que decir y de la nada él me preguntó que si me iba a hacer un tatuaje porque yo no parecía de ese tipo de chica y luego prácticamente... no, directamente me dijo que era una estirada como para hacer algo tan "corriente" como eso. Obviamente me reconoció pero no entiendo por qué me dijo esas cosas. –Hice una mueca, de verdad me sentía mal, no pensé que nuestro reencuentro sería de esa manera.

–Pero ¿que le sucede a ese idiota? –expresó, indignada– debería estar feliz de verte ¿no? Claramente tiene un problema contigo, quizás sienta algo de rencor hacia ti porque probablemente su suerte fue otra.

–Eso parece, pero yo nunca dejé de pensar en él y siempre he tenido este remordimiento de conciencia por haberlo dejado en aquél lugar –dejé salir una exhalación– fue alguien importante en mi vida, aunque había perdido las esperanzas de volver a verlo algún día... Ahora que nos reencontramos me trata como la mierda. –Bufé, sintiendo rabia de nuevo.

–No es tu culpa, Max. Y si tuvo esa actitud contigo, es mejor que te olvides de él.

Recordé lo que dijo la recepcionista, que las chicas iban a reclamarle por no volver a llamarlas luego de acostarse con ellas. No podía creer que, quien fue mi amigo en el Orfanato, aquél chico introvertido, retraído pero dulce a la vez, ahora se había convertido en todo un imbécil.

La decepción y la tristeza me embargaron. Rina tenía razón, lo mejor sería que me olvidara de él, y el tiempo que compartimos juntos quedara como un simple recuerdo.















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Yoongi con tatuajes💓💕



¿Así se imaginaban el reencuentro de Max y Yoongi?

Ya conocieron más de lo que fue de Massielle, en esos años luego de su adopción.

Ya se viene lo bueno^^

¿Les gustó? Espero que si.
Gracias por leer💜

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