Capítulo 5

Capítulo 5 * en los zapatos de los súbditos*

El director nos citó a todos para comentarnos la siguiente actividad. Todos parecían sumamente emocionados.

En estos momentos, al parecer nadie se ha percatado de donde vengo y de mi reino. Pero de vez en cuando puedo sentir unas cuantas miradas posadas en mí, sobre todo la de Monique, pero eso ya es porque el idiota de Sebastian no se ha alejado de mí desde que llegamos a este lugar.

- Muy bien futuros herederos al trono de su respectivo reino – acomodó el micrófono y aclaró su garganta- desde que llegaron al internado, es muy evidente como ustedes maltratan al personal administrativo. Si así van a tratar a sus súbditos, no son más que basuras reales. – todos, a excepción de mi y Sebastian, dieron un grito ahogado – en esta actividad, dos personas, una va hacer de mayordomo o mucama y el otro se va a comportar como es debido, luego se invertirán los papeles. Esta actividad tomará dos semanas, una semana uno de ustedes será mucama o mayordomo y rey o reina. La otra semana le tocará a su compañero.- hizo una pausa dramática –son libres de escoger a su compañero – Sebastian agarró mi mano izquierda, pero...

- Es mejor que la sueltes- dijo Sebastian con un tono de voz amenazante

- ¿y si no qué? – vi mi mano derecha atrapada entre la de alguien más, levanté la mirada y pude ver a un chico de cabello gris y largo, su dedo meñique tenía una cicatriz, al igual que en su cuello y rostro. Sus ojos verdes- amarillosos eran brillantes, una sonrisa burlona está plasmada en su rostro.

- Yo ya la escogí primero – el chico sonrió aún más

- ¿de qué estás hablando Michaelis? Mi reino tiene una alianza muy fuerte con el reino Dunell – mierda, mierda, mierda – y debemos renovar la alianza. ¿Qué mejor manera para renovarla que pasar dos semanas a solas? – Sebastian frunció el ceño.

- Por esa misma razón Undertaker – Sebastian me jaló y me puso contra su pecho – mi reino no tiene alianzas con el reino de Dunell, esta sería una gran oportunidad para obtener más que una alianza entre dos reinos – esto está tomando otra tonalidad

- Undertaker, del reino Montblanc, agradezco que sientas interés en renovar las alianzas y estaré más que complacida el tener tu apoyo. Si deseas, puedes visitarme en la tarde para hablar al respecto y hay un asunto que debemos tratar como los tres reinos de categoría superior – Undertaker se enderezó, era igual de alto que Sebastian, y fijo su mirada en mí mientras se organizaba el cabello.

- Me parece bien, llevaré el té – dijo despidiéndose y agarrando del brazo a un chico de cabello naranja.

- ¿estás segura? – preguntó Sebastian aún abrazándome contra su pecho

- S-si, debo renovar las alianzas y ver quien sigue fiel a ella - escuché como inhalaba fuertemente. – si quieres puedo ser la mucama esta semana y ...- Sebastian Colocó su dedo índice en sus labios

- Está semana seré él mayordomo y tú la otra semana – su dedo pulgar repasó mi labio inferior – estoy ansioso.

Después de unos cuantos comentarios, el director nos dio permiso para irnos al respectivo apartamento en donde íbamos a jugar. Esto es un jodido juego. Debía aprovechar esta actividad de alguna forma para hablar sobre renovar las alianzas, sin necesidad de revelar mi identidad. Aunque, si me pongo a pensar bien, los que son observadores y entienden el significado de mi tatuaje como Undertaker, deben haberse enterado.

En diez minutos llegamos a la casa, a Sebastian le entregaron una caja con los trajes que debía usar por una semana.

- Supongo que el tuyo te lo darán la otra semana – dijo Sebastian con cierta ansia plasmada en su rostro

- ¿por qué esa expresión? – el negó

- Quiero que pase está semana rápido y... haré muchas cosas contigo – mierda, tragué saliva. El rostro de Sebastian estaba muy cerca... demasiado. – iré a cambiarme – dijo mientras subía las escaleras. Mi respiración estaba jodidamente agitada, maldita sea.

Agarré un libro de medicina mágica y comencé a leer. Tengo que fortalecerme en mi poder mágico, quiero ser la mejor reina para mi pueblo, ellos se lo merecen.

Me quité el pantalón y quedé en licra, hacía demasiado calor hoy. Me recosté en el descansabrazos del sofá y cerré los ojos. Por poco, hoy me descubren, estuve a punto de que mi identidad estuviera revelada. Sentí una suave brisa entrar por la ventana, esto es tan relajante. Dentro de unos cuantos años, ya no podré relajarme de la misma manera, sin agregar al hecho de que debo casarme. Por un momento a mi mente llegó la propuesta de Sebastian, ¿y si la acepto? Pero, yo no lo amo, puede que sea una romántica empedernida, pero quiero casarme con una persona que simplemente me haga sentir viva.

Abrí los ojos y lo que vi, me causó un ataque al corazón.

- Hey sexy lady - Sebastian me estaba guiñando un ojo y traía puesto el traje de mayordomo y para rematar... Traía lentes.

- N-n-no sabía que usaras lentes – me acomodé en el sofá

- No los uso en realidad. Creí que usarlos con el traje de mayordomo, le daría un buen toque – tragué saliva y traté de desviar mi mirada de Sebastian- puede mirar todo lo que quiera mi lady – Sebastian acunó mi rostro entre sus manos – durante una semana soy todo suyo – sus ojos penetraban mi alma – puede hacerme lo que usted desee. – sus labios se estamparon contra los míos. Esta sensación que él me provocaba, la conocía, me era muy familiar, como si ya lo hubiese besado antes.

Sus manos se posaron en mi cintura y me atrajeron más a él. Agradecí ese gesto, quería tenerlo más y más cerca con cada beso. Esto simplemente se volvió una adicción.

De un momento a otro, una clase de flashback me golpeó en la cabeza. Era el rostro de Sebastian, parecía triste. De un momento a otro las lágrimas brotaron de mis ojos y el desespero por besarlo solo aumentó aún más. Rodeé el torso de Sebastian con mis brazos y me separé de sus labios.

- L-Lo siento mucho Sebastian - ¿por qué me estoy disculpando? De un momento a otro el mareo se hizo presente y me desmayé.

El estaba allí de pie, esperándome como todas las tardes desde que llegó al reino de Dunell.

- Hoy llegaste temprano, mis felicitaciones princesa – rodé los ojos y le di un pequeño golpe con el codo

- Eres un idiota – reí – se supone que debo estar en clases de magia

- Yo soy muy bueno en muchas cosas, entre ellas está incluida la magia – una chispa de interés se prendió en mi – ahora – Sebastian se acercó a mi rostro y rodeó mi cintura con su brazo –si sientes curiosidad en saber en las otras cosas en las que soy bueno... gustosamente – y me dio un ligero beso en mis labios – te lo mostraré – dijo sobre mis labios.

- ¡E-e-e-eres un idiota! – nos demoramos unos diez minutos para llegar a nuestro escondite secreto. Allí habían ocurrido muchas cosas entre Sebastian y yo. Era un lugar muy especial para ambos desde que lo encontramos a él y a su familia.

Entramos a la cabaña que nosotros mismos habíamos construido. Sebastian se dejó caer en el sofá.

- Y pensar que aquí perdimos nuestra preciada virginidad – me ruboricé

- Nunca se me pasó por la mente que tú fueras virgen – Sebastian rió inocentemente

- Varias veces se presentó la oportunidad, pero, siempre había algo o alguien que nos interrumpiese – lo miré confundida- quizás ellas no eran las indicadas

- Acaso – me acerqué a él y estuve a pocos milímetros de su rostro - ¿tu virginidad estaba esperando a la mía? – Sebastian soltó una carcajada y trató de ocultar su rostro sonrojado

- Si sigues diciendo ese tipo de cosas, no podré contenerme – sonreí y me quité la blusa

- ¿Quién dijo que quería que lo hicieras, Michaelis? – se veía sorprendido, era una de las pocas veces que lo veía con ese tipo de expresión. Me acerqué y le quité la camisa que traía puesta y me senté ahorcadas sobre él.

- Bueno, esto no me lo esperaba - su rostro sonrojado, su forma de mirarme, se veía tan vulnerable.

- Hazme lo que quieras Michaelis – dije tapándome la cara con mis dos manos. El sonrió

- Comenzaré con decirte que...- en un solo movimiento Sebastian me puso debajo de él – tu sostén está interfiriendo mi vista – de un momento a otro mi sostén se cayó al suelo. Sebastian tenía una extraña habilidad que consistía en quitarle la ropa a quien él quisiera sin siquiera tocarlo. Me ha causado muchos inconvenientes antes. Juntó sus labios a mi cuello y succionó levemente.

- M-me vas a dejar una marca Sebastian – dije tratando de mostrarme enojada

- Todo el reino sabrá que eres mía – una sonrisa casi diabólica se extendió en su rostro.

Suavemente, Sebastian fue bajando hasta quitarme la parte inferior de mi ropa. El, con sumo cuidado se quitaba los pantalones, sin desprender nuestros labios.

Su pene rozaba ligeramente con mi vagina. A pesar de ser casi inexpertos en el asunto, el simplemente era el mejor. Sebastian mordió mi labio inferior y fue entrando lentamente.

- S-Sebastian – y finalmente entró por completo. Enrollé mis piernas en las caderas de Sebastian y junté nuestros labios. El se movía suavemente, aún podía sentir algo de dolor, pero no era ese dolor desagradable, sino un dolor que era completamente placentero.

Su mano acariciaba uno de mis pechos, mientras que con la otra evitaba caerme encima.

- M-Más - gemí encima de sus labios. Lo necesitaba con urgencia. Sebastian aumentó la velocidad de las embestidas, mis gemidos aumentaban tanto en volumen como en frecuencia. Enterré mis uñas en su espalda y mordí su labio inferior. Quería tenerlo solo para mí en esos momentos y para siempre. Mis piernas empezaron a temblar, y Sebastian aumentó la fuerza de las embestidas

- Te quiero – dijimos al mismo tiempo.

Estaba feliz, uno: porque estaba junto a Sebastian y dos: sabía que lo que sentía por él era correspondido. Nos quedamos un rato acostados en el sofá.

- Deberías enseñarme algo de magia – el sonrió

- Podría hacerlo sí...- acarició mi rostro con suavidad- sí me prometes que me vas a querer para toda tu vida –negué

- Algún día llegaré a amarte, así que no puedo prometerte tal cosa – dije sacándole la lengua. Ambos reímos y nos dispusimos a practicar magia.

Me levanté de golpe.

- Mierda - ¿acaso fue un sueño?

- _______ - dijo Sebastian acercándose - ¿cómo te sientes? – me logré sentar en el sofá con la ayuda de Sebastian

- Me siento mejor, pero – miré a Sebastian – tuve un sueño muy extraño- Sebastian se notaba confundido – tu estabas allí y...- sentí mis mejillas calentarse

- ¿y? – preguntó Sebastian con curiosidad y desespero. Pero no pude responderle, ya que alguien tocó la puerta.

Sebastian seguía con el disfraz de mayordomo y se dispuso a abrir la puerta.

Me puse de pie y miré hacia la puerta.

- Bienvenido mi rey - dijo Sebastian haciendo una reverencia formal

- Muchas gracias – la voz del chico que había agarrado mi mano en el momento de escoger la pareja se hizo presente. – mi querida y honorable princesa del reino de Dunell- el chico de cabello gris hizo una reverencia y una sonrisa se expandió en su rostro – hablemos de alianzas, princesa.

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