Capítulo 36: Reflejo Rojo
Zack despierta amarrada de las manos y los pies a una cama independiente. Su cuerpo está expuesto, solo presenta la ropa interior. Se encuentra solo en la habitación, esta también tiene nailon en las paredes. Observa todo con un fuerte dolor de cabeza.
"Al final vas a depender de mí, hermanita querida", piensa esa personalidad de Annie mientras ve entrar a Daniel en la habitación, este trae puesta ropa.
—Tardaste bastante en despertar. —Se sienta en el borde de la cama —. Por este plan tal vez deba enterrar tu cuerpo, pero no está mal. —Desliza los dedos por el abdomen de la chica—. Dijiste que serías sumisa, aunque tu rostro se ve como si fueras un gato arisco.
Se quita el pantalón y coloca sobre ella apoyando las rodillas a los lados.
—No me resistiré. Puedes hacer lo que desees con mi cuerpo —dice Zack con la voz más femenina que puede.
"Imbécil, si pudiera te castro ahora mismo", suelta gritos internos de autocontrol.
Daniel lleva sus manos por el cuerpo de Annie recorriendo sus muslos y luego sus caderas, se deleita con cada tacto.
—De igual manera no es que ya puedas escapar. —Acerca su rostro al oído de ella para decir esto.
—No voy a escapar —dice Zack con el estómago revuelto.
No le gustan los hombres y le da asco la situación. Sin embargo, muerde ligeramente el oído de Daniel para dar a entender que acepta la idea.
"Esta mierda se le da mejor a la hija de perra de Dévora. ¿Por qué a mí? Ah, ya entendí", sonríe ligeramente mientras continúa la pantomima.
Todo va bien hasta que Daniel introduce la mano en su ropa interior inferior y logra poner tenso el cuerpo de la joven. Zack en un principio quiere evitar esto, así que mantiene una cara alegre mientras trata de no vomitar.
—Quiero poder complacerte también —dice Zack acercando sus labios al cuello de Daniel para recorrer este con besos y mordidas hasta que una de estas se concreta de formar fuerte, arrancando un pedazo de su carne y parte de la yugular con toda la fuerza que tiene, puede ser su única oportunidad.
—¡Loca! —Responde el violador ante el gesto de Annie y comienza a golpear su rostro haciéndola sentir un fuerte sabor metálico en la boca.
Sin embargo, no puede hacer mucho reparo en esta, ya que corre a por una sábana para ponerla rápidamente en su cuello tratando de parar el sangrado o la herida sería mortal.
Zack comienza a forcejear en la cama mientras el hombre no está. Una de sus muñecas se desmonta bajo un dolor bastante fuerte y zafa la mano derecha.
—¡Ah, demonios! —Va a seguir, pero es sorprendido con un golpe en la cabeza por parte de Daniel, el cual trata desesperadamente de cubrir la herida.
"Con el Nathaniel del mundo de los espejos no funcionó, pero tú y yo somos humanos", piensan Annie y Zack antes de perder la conciencia de nuevo.
Han pasado casi cuarenta y ocho horas desde que fue secuestrada, su cuerpo se encuentra débil por la deshidratación. Annie abre los ojos sin ser una de sus personalidades y observa a Daniel recostado a la pared del cuarto en el suelo con la piel pálida y el pañuelo lleno de sangre.
—Perdóname, Danna. —Comienza a llorar desde su posición en la cama. Tiene el cuerpo y la cara llenos de sangre, pero mayormente la boca—. Lo siento, lo siento. Me vas a odiar por esto.
La chica recoge su muñeca rota y la lleva a su pecho para inclinarse hacia su otra mano y cortar el plástico con los dientes. Termina de zafarse y, al pararse, su cuerpo le falla por el tobillo herido y cae al suelo delante de Daniel, puede verlo detenidamente y gatea hacia detrás, asustada.
—Tú...tú...te lo merecías. Sí, ¡te lo merecías! —Gatea para llegar hasta el baño y comienza a tomar agua del lavadero aun con el cuerpo temblando y llorando.
La carga mental es muy grande.
—Soy un monstruo. Soy un maldito monstruo. —Ve su reflejo en el espejo, su cuerpo lleno de sangre y sus ojos llorosos, casi todo rojo. Se enjuaga y comienza a vestirse.
El reflejo de Nathaniel sale en este, mirándola fijamente con una sonrisa victoriosa, toda la representación de sus miedos, de a poco el reflejo de él toma la forma de Annie sin cambiar las ropas.
—Eres un peligro, realmente creo que deberías morir —comenta su reflejo y la chica golpea el espejo dañándose la mano.
Se aleja de ahí llena de nervios y cargada de ideas.
—Tiene razón. —Se lleva la mano al rostro y va hacia la cocina para dejar abierta la estufa—. Tal vez pueda ayudar a Danna, pero ¿Nath quedaría preso? No, ella testificará que estaba con él —habla con Zack y Dévora que están al lado suyo, la observan como si fuesen dos humanos más.
—Regresemos a casa —dice Zack con su sonrisa cálida y limpiando la sangre de su propia boca.
—Ese estúpido se lo merecía, no te sientas mal mi niña —comenta Dévora y su mano acaricia la cabeza de Annie, pero no es capaz de tocarla.
La chica camina a casa sin importarle las miradas de las personas. Incluso siente un cuchicheo sobre que encontraron los objetos del asesino de azul en el bosque y también otros cuerpos enterrados de los desaparecidos, gracias a los perros.
Ni siquiera reacciona a eso, sigue su camino como un zombi sin metas u objetivos, siente que debe tirar la toalla.
"Ya encontraron las tumbas de Zack", piensa sintiendo cómo su mundo se desmorona.
Llega a la puerta de su edificio y ve un cartel de "Se busca" con su rostro.
"Si la encuentra, por favor contactar con Héctor Blanco", lee y lo deja estar, camina hacia su casa.
Se detiene delante de la puerta de Héctor y muerde su labio ignorando el dolor.
—Espero que estés bien, lo siento, te fallé —susurra.
Va a su propio apartamento y ve al padre durmiendo en el sofá, sus ojos retoman el color de nuevo, pero sin expresiones. Tapa su boca para no hacer ruidos y llega a la cocina. Con sus dedos agarra suavemente un cuchillo y se acerca al hombre que descansa.
Por su mente pasan todos los recuerdos recuperados y se le encoge el pecho. Es un miedo mezclado con el asco por su propio cuerpo.
—Te odio —son las palabras que dedica a su padre antes de clavar el cuchillo en su cuello, luego su abdomen y cada parte de su cuerpo reiteradas veces hasta que se le cansan los brazos.
El padre abre los ojos sin siquiera entender qué sucede. No logra articular palabra, el desgarre sangrante de su garganta se lo impide, pero logra ver a los ojos azules de su hija, su ultimo recuerdo.
No le importa el dolor de la muñeca, es la primera víctima real de Annie.
Llega a su cuarto y se observa toda llena de sangre frente al espejo, su rostro, sus manos, lo vacía que está y desliza los dedos por el cristal.
—Odio el rojo, también el azul. —Pega la frente—. Sin embargo, siempre odiaré esos reflejos rojos, Dévora, desde el día que vi el de mi madre.
No hay nadie, ni Zack, ni Dévora, ni Anastasia le responden.
Camina a su cama y se sienta en esta para tomar una hoja y lápiz para empezar a escribir:
"Siento que he resistido todo lo que puedo. Me esforcé por tener mi lugar en este mundo, por superar cada una de las adversidades que me puso la vida. Me siento como un juguete en las manos de un dios malvado que desea verme sufrir una y otra vez. Pido por favor que no me juzguen, amé la vida, amé la esperanza y deseé ser feliz. Danna, Héctor, Dévora, Zack, Anastasia, Nathaniel, Susana, por favor, perdónenme y no me juzguen. Lo intenté."
Annie Silva
Deja la nota pegada en el espejo y sale del piso para dirigirse al techo del edificio. Sube las escaleras sintiéndose observada como siempre, sin embargo, ya sabe que esas miradas no importan. Abre la puerta de la azotea y camina hacia el borde quitándose los zapatos.
—Qué hermosa se ve Varenchya desde aquí —dice sin expresiones mirando el horizonte, siempre adoró esa vista. Abre los brazos para recibir mejor el aire—. ¿Algún día me perdonarán? No te perdonaré jamás, Dios, nunca lo haré.
—Duraste más de lo que pensé —dice el que era el reflejo de Nathaniel, ahora portando el rostro de Annie, parado al lado de ella—. Dieciocho años bajo tanto sufrimiento...
La chica cierra los ojos para no verle, como si eso se llevara también la voz del reflejo.
—No ahora. —Vuelve a abrirlos y este desaparece, aunque también es jalada por la blusa hacia detrás y apresada por unas manos de hombre—. ¡Suéltame!
Patalea y lucha ante la reacción de su cuerpo al trauma.
—Calma Annie, soy yo, calma, calma, por favor. —La aguanta y no la suelta, aunque recibiera los golpes, siente como si ese momento fuese decisivo para que ella siguiese viva.
—¿Héctor? —Pregunta y levanta la cabeza para verlo. Su cuerpo empieza a temblar y pierde toda la fuerza—. Soy un asco. Suéltame por favor. No te manches conmigo.
Las lágrimas vuelven.
—No digas tonterías, por favor. —Mantiene el abrazo, no la soltaría—. Annie, no vayas a saltar de ahí, es lo único que te pido, no puedo perderte ahora. Eres todo lo que tengo.
—Héctor, acabo de matar a mi padre. No fue Zack ni nadie. Esta vez lo hice yo. El hermano de Danna me quería asesinar y también, también lo maté. Soy un monstruo, no sirvo. No merezco vivir. —Hunde la cabeza en el pecho de él sin que las lágrimas frenen, pero en vez de ser apartada siente que la fuerza del abrazo aumenta.
—Te amo. —Le confiesa Héctor por primera vez.
—¿Qué dijiste? —Levanta la cabeza, como si hubiese escuchado mal.
—Te amo. Sé que lo hiciste por algo. Ese hombre abusó mucho de ti. Debí ayudarte mejor. —Acaricia la cabeza de ella—. Si te iban a hacer daño, si te iban a matar, es mejor que te defiendas. Me da igual todo Annie, pero no te voy a perder. Por favor, al menos si no tienes por qué vivir, hazlo por mí.
—¿Seguro...? —Se mantiene viéndolo—. Pensé que me ibas a odiar.
Ella todavía tiene sangre en la ropa, del padre.
—No soy capaz de odiarte, eres mi luz. —Qué raro se le hizo escuchar eso—. Te amo, por favor, vive por mí. Prometo hacerte feliz, no mueras Annie, no te suicides por favor. —El abrazo aumenta y el hombre se quiebra...
Casi la vida le juega la misma pasada, el mismo mal trago.
—¿Por ti? Sería como siempre. ¿Estarás conmigo? Pronto encontrarán a mi padre y me culparán.
—Te ayudo a deshacerte de él —dice y lo piensa unos segundos—, luego nos vamos de Varenchya.
—¿Seguro? Tienes todo aquí... —Expone ella preocupada.
—Sí, pero este es el pueblo que nos ha hecho tanto daño, vámonos, sin fantasmas del pasado.
La chica regresa a llorar y le abraza, una vez más la salvó. Lo doloroso será el día que él le falte.
—Héctor perdóname. Acepto lo que propones, pero perdóname. Por aferrarme a ti, por ponerte esta carga. No sé si pueda superar todo o controlarlo, pero te juro que lo voy a intentar.
—No eres una carga. —Él besa su cabeza y la acaricia—. Cerremos todos los hilos y vámonos de esta pesadilla de sitio.
—Acepto. —Le mira a los ojos con un matiz de esperanza—. Vámonos de Varenchya.
La casa de las afueras de la ciudad de Daniel terminó por ser incendiada en su totalidad, solo encontraron el cuerpo calcinado, no hay pruebas que lo relacionen directamente con "el asesino azul".
Nathaniel fue puesto en libertad por la declaración de Danna de esa noche, las pruebas se vieron como infundadas. Una vez más la hermana le había robado el camino a Daniel.
Danna lloró y sufrió la muerte de su hermano, en el fondo sabía que él estaba metido en ello, recientemente se había dado cuenta. También supo que era el responsable de la desaparición temporal de Annie, sin embargo, no sabía dónde estaba y cómo hacer. ¿Podría culpar a su amiga por hacer todo lo posible por sobrevivir o a su hermano por las atrocidades que llevó a cabo? No le dejaron pensar, tras todo lo ocurrido su familia la envió a estudiar al extranjero para hacer su carrera universitaria. Como una Karlsson que es, trataron de alejarla de toda influencia de Varenchya, ellos sí pudieron notar que era culpa de su hijo mayor. No podían permitirse correr con la misma suerte. Su jaula de esmeraldas solamente se hizo más rigurosa.
Susana decidió no abortar al pequeño. A pesar de la muerte del padre, se vio encariñada con esa nueva vida que crecía en su interior. Dio a luz unos hermosos gemelos de cabello rubio y ojos verdes. Vanessa también apoyó a su hermana en cuanto a cuidar al bebé, sin embargo, su relación con Danna se vio rota por la distancia, o tal vez el aburrimiento de su novia. Qué irónico, criaron a los hijos del asesino de sus padres. La vida es una obra de teatro con tragos amargos, pero ellas en el fondo llegaron a ser felices o ¿tal vez no? La felicidad es muy difícil de definir y más cuando la madre de los Karlsson tocó a su puerta tras saber del nacimiento de sus nietos. ¿Qué pensaría Celina desde el su letargo?
Por otra parte, Violeta trabajó en abortar al bebé e inició una relación con Abraham. No mantendría el pequeño de alguien que no desea algo con ella, ni dejaría pasar la oportunidad de alguien con dinero luego de aquel fracaso.
Nathaniel no volvió a ver a Dévora, pero quizás es el único en toda Varenchya que sabe realmente quién fue el asesino de todos esos cuerpos, al que llamaron rojo, "el asesino de rojo", en contraparte al azul, el cual atacaba mujeres y el primero, solo hombres. Aunque ahora no es capaz de quererla, solo sentir repulsión por esa que le engañó cruelmente y usó. El joven terminó teniendo a la música como su única compañera real y los mensajes en la distancia de Danna a veces, se hicieron amigos.
Annie recibió su título de la preparatoria y se lo llevó con ella para empezar su estudio en una universidad alejada del pueblo, aunque se desvinculó un año por tomárselo sabático. Héctor consiguió un traslado para la misma escuela que ella. Esa fue la última información que pudo obtener Danna, de la amiga que bloqueó su número y le pidió que no la siguiera, antes de ser obligada a irse del país.
En el pueblo, nadie supo más de Annie Silva y de Héctor Blanco, solo que se marcharon para nunca volver. Quizás les va bien o no, es algo que solo depende de cuánto sean capaces de superar y sobrellevar su pasado, su duro y pecador pasado.
¿Merecen otra oportunidad?
Fin
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