Flashback (LuHan y SeHun)
Aquella tarde en un inicio parecía ser igual que hace unos meses atrás, pero con cada aparición de los guardianes era diferente y LuHan lo sentía, ¿los demás aunque sea pensaban en aquello? Aún recordaba la reacción de BaekHyun y él ya se lo esperaba, a fin de cuentas así actuó SeHun el mismo día en que se "conocieron".
En su memoria seguía incrustado el momento en que cruzó caminos con el chico del viento. ¿El destino? Los doces compartían uno en común y era inevitable, como el hecho de que ambos se volvieran tan unidos.
JongIn, el que fue una de las principales piezas en que todo se formara, ¿las causas? Maniobras hechas a su espalda... tranquilos, quizá todo se entienda luego (o no).
SeHun, LuHan, ambos vivían en su desastre y la mismísima desesperación, mas todo era con diversos matices y algunos eran hasta opuestos.
LuHan había estado siglos (si es que se pueden contar) en aquel espacio oscuro y sin fin aparente, teniendo únicamente sus esferas para ver el mundo lejano y luego la compañía momentánea de JongIn. En verdad su compañero significada todo para él, su conexión superaba casi cualquier cosa, sin embargo en sentimiento de "no existir" comenzó a consumirlo con lentitud.
Siempre anheló la libertad que le fue arrebatada.
El hecho de al fin sentir el aire sobre su piel, observar en vivo cualquier objeto o estar en el mismo sitio que los humanos, todo eran sueños que creía inalcanzables, pero junto a JongIn hacían lo posible para sacarlos de su cárcel y el menor cumplió con su palabra.
El día en que pisó la Tierra parecía que sería el más dichoso de su existencia, algo que terminó por romperse en mil pedazos.
Por cuestiones adversas su mente quedó en blanco, borrando consigo muchos recuerdos, contando toda la información de su cautiverio y las memorias pasadas, esas que eran cruciales y fue parte de su mayor martirio, ¿por qué? Los pasados de los demás también estaban en él.
El que más se alteró y preocupó fue el moreno, a fin de cuentas todo iba conectado a la habilidad que tenía (esa que seguía teniendo fallas) y el sentimiento de culpa lo arrastraría sobre su espalda día tras día, algo que en la actualidad perdura a pesar que su compañero le pidiera lo contrario.
El otro guardián había conseguido el lugar propicio para que se mantuviera a salvo y una de las principales reglas eran claras: No salgas de aquí. Los motivos eran obvios, desconocía todo y hasta que no estuviera estable sería un peligro, algo que lo agobiaría y las ideas de cómo escapar de la vigilancia era algo que empezó a aparecer con el paso de las semanas.
No podía soportar un nuevo encierro, aunque eso significara bienestar.
Luego de tanto tiempo la impaciencia ganó y pasó la puerta del edificio, encontrando de una vez por todas lo que solamente se plasmaba en su mente: La libertad y la realidad.
Era lo único importante ahora.
En un inicio JongIn no tuvo la oportunidad de atraparlo y menos darle una reprimenda ante su accionar.
La oportunidad de recorrer y descubrir le fue brindada, algo que no rechazó en lo más mínimo.
Conoció los lugares en donde pasaban el tiempo las personas, las calles que los dividían y el gran logro en su intento de interactuar, pero allí ya no se iba a arriesgar demasiado. ¿Quién comprendería que no conocía algo tan típico en la actualidad como navegar por internet? También lo más básico que podía pasar entre los humanos, entre ellos las costumbres y normas de convivencia establecidas. Nunca las había vivido (con o sin memoria) y bien sabía, para no ser pesimista, que todo era cuestión de acostumbrarse y llevarlo a la práctica, sea complicado o no.
En parte de sus recorridos diarios visitaba comúnmente un sitio en donde varios artistas callejeros practicaban y mostraban al mundo que les rodeaba sus habilidades.
De cierta forma tales espectáculos llamaron su atención y se quedaba allí, formando parte del público. Le agradaba cuando otros cantaban, tocaban algunos instrumentos o mostraban cualquier otra expresión artística. ¡No recordaba eso! Lo comenzó a descartar mientras nuevas cajas en su mente eran abiertas y descrubria el interior. ¿Algún día podría hacer algo así? Mientras estaría del otro lado, ese que era relajante, dicho detalle que necesitaba en esos tiempos.
Fue entonces cuando entré la gente notó un grupo en particular, aquel que estaba en círculo, consiguiendo así obstruir su visión. ¿Qué estaba ocurriendo allí? Tenía que saberlo, fue una necesidad nacida en ese mismo instante y así otra puerta fue abierta.
Se trataban de personas dispersas y en el centro destacaban dos en particular. Estaban enfrentadas, a punto de inicial algo de lo que no tenía conocimiento, pero unos susurros a su alrededor le dieron la respuesta: un enfrentamiento de baile.
Observó a cada uno de ellos y sus movimientos estaban llenos de gracia, ganando ovaciones el primero que se presentó y que duraron hasta el final. Se sorprendió, mas su atención fue hacía el otro joven, ese que poseía una tez blanca, cabello castaño oscuro y un semblante seco, con un par de ojos que fulminaban a su contrincante. Parecía molesto, harto o por lo menos fue la primera impresión que le dio.
Cuando llegó el turno del restante también demostró una gran destreza y los alaridos no tardaron en llegar, sobre todo de las mujeres presentes, mas allí faltaba algo.
El bailarín no parecía completo.
Fue al momento de terminar el encuentro que algunos se acercaron al castaño. ¿Perdió? No lo entendía, sin embargo el rostro del chico no mostraba demasiados ánimos, algo que se mantuvo hasta que dio un vuelco total, ¿tan rápido podía cambiar de actitud? Se mostraba cómodo y a la vez no, como si estuviera conteniendo algo y los poderes internos de LuHan trataron de escarbar en las paredes de la mente adversa, no logrando demasiado en el intento, a fin de cuentas aún le faltaba practicar más y no por ello la desconfianza se disipó.
Algo raro había ahí y lo sabía, confiaba en sus instintos.
Desde ese día empezó a grabar todo en su mente y sus visitas a dicha zona fueron frecuentes, entre ellas su disposición con los otros que estuvieran a su alrededor. Charlaba de cosas triviales y así se nutría, siendo una de las principales causas de la recuperación de algunos trozos de su memoria.
Sus únicos motivos no eran socializar, ni tampoco era lo principal, sino averiguar en verdad quién era el bailarín, ya que la idea de algo "normal" no encajaba con lo que el presentía.
No le habló ni se le acercó demasiado, estaba esperando el momento justo, aquel que le demostrara lo que pasaba, cómo era su vida y lo que significaba todo aquello.
Y entonces lo que esperaba ocurrió.
Una de esas tardes de presentaciones terminaría ya con el cielo teñido de negro, como para no perder la costumbre y la situación que se veía no era grata. A esas alturas ya conocía lo que hacía el otro y su situación parcial de calle. Viví más en ella que en cualquier techo, el cual parecía carecer o por lo menos que fuese de su propiedad.
Era una situación complicada y más cuando percibía cierta rivalidad con otros, la dureza de ese ambiente, todo lo que pasaba y lo peligroso que podía ser.
Esa noche el conflicto se hizo presente y llevó que un par de hombres siguieran al joven, haciendo que LuHan volviera a tomar cartas en el asunto.
La escena inició con un rotundo enfrentamiento, ese que contempló oculto y obtuvo más respuestas de las esperadas, ya que al que tanto observó los últimos días perdería el control.
Sintió como una brisa llegaba hasta su posición y la misma iba ganando fuerza, algo que lo desconcertó en un momento y no era el único, los atacantes alucinaban con lo que pasaba y no entendían nada, él sí ya lo estaba haciendo y era una situación seria, un auténtico problema que tenía que solucionar.
Se puso al fin en acción y el remolino ya ocupaba todo el espacio que los rodeaba, lo que no le impidió que de a poco fuera acercándose.
El otro estaba tan consumido por la ira que tardó en verle, consiguiendo luego cierto interés, pero no era suficiente.
LuHan elevó una de sus manos y consiguió mover un gran contenedor de basura que terminaría en medio de los demás y su enfoque principal. Eso logro desconcentrar al fin al otro muchacho y fue su momento de encargarse de la situación.
–¡Para de una vez!
–¿Quién rayos eres? –le gritó entre el tortuoso ruido del viento y no obtuvo en primera instancia una respuesta, contemplando al contrario hacerse espacio entre su ataque, todo gracias a sus propias habilidades y el mismo dejó ambas manos por encima de la cabeza de los humanos.
–Soy alguien como tú –le dijo al fin y sus manos se cerraron, teniendo como resultado que los enemigos cayeran inconscientes al suelo–. Eso fue complicado... –sí, era cansador utilizar el poder que hace poco estaba recuperando. Era duro y su cabeza empezaba a mortificarse con una intensa migraña, más lo valía luego de obtener de una vez por todas la calma del ya descubierto guardián.
–¿Igual a mí? En verdad, ¿de qué mierda hablas?
A pesar de lo complicado que era enfocarse lo hizo, mirándolo fijamente una vez más a medida que llevaba un par de dedos a su frente, seña de su estado actual y el dolor que sufría.
–SeHun... –se escapó de sus labios y volvió a desconcierto, hasta de su parte.
Otra memoria dormida se había despertado y ahora lo recordaba, acto que lo tranquilizó mientras el dueño de aquel nombre tenía mayor inquietud.
–Ya, ya, suficiente espectáculo por hoy.
Otro participante se unió a escena, el cual ambos miraron al instante y se dieron cuenta de lo obvio: Era JongIn con sus comunes apariciones espontaneas.
Tan típico de él.
–¿Qué haces aquí?
Esperen, ¿desde cuándo los otros dos se conocían? Y la única respuesta a su rostro lleno de preguntas fue una amplia sonrisa, esa que su compañero utilizaba en sus claros "¿Te sorprendí, no?".
JongIn siempre estaba en todo, desde un inicio estuvo al tanto de su movimientos y lo que hizo los últimos meses.
La conexión nunca podía evitarse.
–Estoy siempre en todos lados, SeHun... además creo que ya te diste cuenta de que los tres estamos conectados.
El menor de ellos aún estaba intentando de captar toda la información nueva, pero eso ya era otra historia, una que iría acoplándose con los días y se unirían, a tal punto en que el lazo entre SeHun y LuHan sería difícil de romper.
No había recuperado a un guardián, sino a un mejor amigo, ese que hasta consideraba como su propio hermano menor. Desde un inicio, desde las antiguas vidas y hasta ahora, por siempre.
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