Capítulo VI: Un fin de semana a su lado
Gran parte de la Unidad de Pediatría del hospital llega a Neverland y Michael como buen anfitrión los recibe de maravillas. Los pequeños son adorables y están muy emocionados de conocerlo pero eso no tiene ni punto de comparación con las enfermeras y los médicos. Me parece gracioso por lo tanto presenciar una vez más en vivo y directo el efecto de admiración que causa tanto entre mujeres como hombres y me pone a pensar de modo serio en que esas demostraciones de afecto serán algo con lo deba convivir a diario su pareja formal. Algo que deberá incluir en su idea de normalidad y me convenzo que de ser mi caso yo sí podría soportarlo... puesto que me encanta ver que sus fans le demuestren afecto ya que en definitiva se lo merece.
Mike me presenta a los directivos del hospital presentes y también a los principales encargados de su fundación de ayuda humanitaria, quienes han sido los responsables de traerles, y todos se muestran amables y atentos conmigo diciéndome que es un honor conocerme. De tal modo para los visitantes paso como parte de los organizadores y así, después de un refrigerio al que me uno por no haber almorzado por esperar a su máximo jefe, soy testigo de como éste sin complicarse y como buen líder acuerda en dividir al grupo en dos para un breve recorrido guiado por el inmueble y sus inmediaciones, preocupado por los niños por tener presente que deben regresar al centro hospitalario al anochecer.
Entonces, una parte, conformada por los dirigentes y los niños más grandes deciden ir a recorrer el rancho en el pequeño tren y de allí dirigirse directo a los juegos mecánicos, mientras que la otra parte, la constituida por los niños pequeños, queda a nuestro cargo, acordando con llevarles a pasear al zoológico y después a una función de cine. Mike es organizado con sus horarios y todo un experto si se trata de hacer rendir el tiempo, cualidad que le ayuda un montón a desenvolverse con éxito en el mundo de los negocios y el espectáculo.
Sintiéndonos de tal forma como dos parvularios a la cabeza del resto, nos encargamos de cuidar a los nenes, en compañía de los guardaespaldas, claro, y de unas cuantas enfermeras pendientes que tampoco quieren separarse para nada de su cantante favorito.
Divirtiéndome ser testigo de tantas demostraciones de afecto para Mike, le veo jugar y reír, tan cuidadoso, dedicado y responsable con las criaturas como sólo alguien que de seguro va a ser un buen padre en el futuro se puede mostrar y siento que mi felicidad vibra con la suya, porque ante todo me encanta verlo feliz.
Después en su cine-teatro particular (el mismo lugar donde hemos pasado tantas horas riéndonos, gastando bromas sobre las películas que hemos visto, haciendo competencia de quien logra hacer reír más al otro o besándonos) vemos dos clásicos infantiles junto al grupo. Pinocho y Capitán Eo. Y esta última tomando en cuenta mi insistencia y el hecho de que también soy su invitada, como por lo bajito le recalco, con lo que al final de cuentas mi poder de convicción vence a su timidez de enseñarles su película a los niños y me complace en mi petición.
Pasamos dos horas divertidas en la que inclusive se suscita una guerra de pop corn en un momento, mientras con los niños sentados en las butacas entre nosotros (cinco en total) nos descubrimos asombrados como si fuésemos un par de padres de familia tratando de controlarlos, lo que nos hace mirarnos y largamos a reír.
Más el tiempo transcurre y tenemos que dejar la última cinta a la mitad, pero eso sí, Mike se compromete a recibirles a todos el próximo fin de semana, provocando de inmediato un montón de pequeños gritos de alegría y de aplausos por parte del resto de los presentes... Yo sólo lamento internamente el saber que no podré estar con él para entonces.
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Michael se despide de sus invitados y de los niños entre un montón de abrazos. Algo que me permite vislumbrarlo en mi imaginación una vez más en su faceta paternal y me parece encantador. Luego vuelve a mi lado para ver a la furgoneta en que han venido movilizarse de regreso por el camino de entrada hasta que desaparece de nuestra vista.
-Es increíble lo que poder ser parte de obras sociales me produce... Es algo que me llega al alma, que no lo puedo explicar... Una alegría inmensa que me llena el corazón- llevándose las manos a la espalda, pensativo pero muy seguro del ambiente en el cual se desenvuelve, me comparte –Ver las caritas felices de esos niños sabiendo que muchos de ellos atraviesan por cuadros terribles, con enfermedades hasta terminales... me hace pensar que mi trabajo no es en vano. Es como la confirmación de que puedo aportar en algo para traer esperanza al mundo- añade
-Y lo haces- confirmo, agradecida en el fondo de que se abra conmigo como no suele hacerlo con nadie más –Y no solo así, también con tu música, con tus letras que son mensajes de amor y paz. Eres como una estrellita que alumbra sobre la vida de millones...Siento que no me alcanzará la vida para decirte lo maravilloso que eres- con sumo cariño le confieso además y cuando veo brillar sus expresivos ojos marrones sé que he logrado mi cometido –Lo único que lamento es no haber nacido unos años antes para poder ver al adorable y lindo niñito prodigio que fuiste- agrego para mimarlo un poco e inclusive le hago una mímica amorosa como buscando pellizcarle las mejillas como se hace con los bebes –Pero me complacerá acompañarte a lo largo de la vida para ver cuando te conviertas en un excelente padre. Porque sé que algún día lo serás- le hago ver. Él me mira por todo travieso.
-Claro, será de seguro cuando te animes a darme los hijos que me debes- opina y como buen bandido con ganas de molestarme comienza a rodearme con su andar estilo gánster hasta que se atreve a darme una nalgada para luego emprender la fuga
-¡Oye!- reclamo pero sólo se detiene un instante para encogerse de hombros, de tal modo que salgo enseguida detrás de él dispuesta a vengarme -¡Michael Joseph Jackson te voy a matar!- le advierto – ¡Sólo deja que te atrape!-
Como corre muy rápido, únicamente puedo acorralarlo cerca de la piscina, más se oculta detrás de unos arbustos y jardineras y para cuando reacciono es muy tarde porque sale de su escondite de improviso y me atrapa él a mí, aprovechando para levantarme en peso contra mi voluntad.
Al instante comprendo que he perdido y sé que sus intenciones son lanzarme al agua. Protesto pero igual lo hace, sin embargo lo que más me asombra es caer en cuenta que él también se lanza conmigo.
-Míralo por el lado bueno, de una u otra forma debíamos darle uso a la piscina- excusa luego cuando empapados nos encontramos a mitad de ésta, más yo sin poder creer que no ha tenido consideración al lanzarme con todo y ropa, lo ataco de inmediato a salpicones y en medio de carcajadas me responde, siendo eso lo que quiere
-¡Estás de remate!- le acuso en la cara
-¡Lo admito!- grita él abriendo los brazos – ¡Me quedé loco desde el día en que te conocí!-
Me hace sonreír, lo reconozco (aunque sé que no es cierto) pero igual como revancha aprovecho para derrumbarlo de espaldas. Situación de la que él toma ventaja a la vez para retenerme del brazo y juntar su boca a la mía debajo del agua.
Impresionada tengo que reírme después al volver a la superficie pues nunca había experimentado algo así y quizá el tampoco por la forma realmente ilusionada en que me mira.
-Ahora te crees un tritón- de broma le reclamo mientras le veo proceder a acortar la distancia entre los dos
-Seré lo que tú quieras que sea- me dice entonces al abrazarme, y no puedo evitarlo, me dejo caer una vez más en el poder de gravedad que me genera su presencia alrededor y termino sucumbiendo de nuevo a otro de sus besos apasionados.
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A eso de las ocho, después de ducharnos y arreglarnos, quedamos con Michael en encontrarnos en la sala principal para decidir a donde salir a pasear y a cenar. No obstante, yo recibo poco antes de bajar una llamada a mi móvil de mi madre que me afecta un poco y sé que durante el resto de la noche estarán sus palabras presentes en mi mente.
"Brooke, ¿todavía sigues en la casa de ese muchacho? ¿Qué es lo que pretendes? ¡Dean me acaba de llamar diciendo que le dejaste por tu supuesto mejor amigo!"
"Mamá, Michael no es cualquier muchacho y lo sabes bien" me ocupo de intentar hacerle entender
"Por supuesto que no, todo el mundo sabe lo excéntrico que es, y dime ¿eso es lo que quieres para tu vida? Que tal si te embaraza, ni siquiera puedes estar segura de si conseguirás tener un hijo normal"
"¡Mamá basta por favor!" le refuto sin poder creer lo que ha dicho
"No quiero fenómenos en mi familia..." ella añade inmisericorde
"¡Él no es eso que dices y además... yo lo quiero!" al final se me quiebra la voz.
"¡Qué estás diciendo... qué dijiste!, ¿Vas a lanzar niña tu futuro por la borda?" mi mamá sigue vociferando "Piensa por el amor de dios en el resto de tus pretendientes, son buenos partidos. Dean es fuerte, rico, apuesto y sobre todo normal... o si no lo quieres, recuerda que también está Donald Trump. Haría realidad todos tus sueños, es más serías multimillonaria aparte de famosa, ya no tendrías nunca más que trabajar..."
Asqueada de la conversación y del pensar de mi propia progenitora tengo, aunque me duela en el alma, que colgar.
"Lo siento mamá, estás equivocada... Por ahora tengo que irme pero volveré a la universidad el lunes, así que puedes estar tranquila. Adiós"
Me faltó decirle que el día que decida unir mi vida a alguien será por amor, pero ni tengo ganas de continuar la plática ni a ella conociéndola le va a interesar oírlo, por lo que opto por guardármelo para un futuro.
Bajo cabizbaja así a la sala, recordándolo pero tratando de disimularlo y encuentro que Mike está reunido con parte de su equipo de trabajo, conversando de manera informal y ultimando detalles sobre las actividades que llevarán a cabo durante toda la semana siguiente que está por comenzar. Por lo que decidiendo no interrumpir voy a juntarme cerca de la chimenea con una de las asistentes encargada de mantener el zoológico, quien está también allí por su misión de cuidar a Bubbles, la mascota de Mike.
El pequeño chimpancé me ve y enseguida parece reconocerme porque se lanza a abrazarme ni bien le extiendo los brazos, y luego se entretiene un buen rato sobre mi falda jugando con mis largos pendientes de fantasía, los cuales le facilito al notar que llaman su atención.
No sé a ciencia cierta cuánto dura la reunión porque a mí también de alguna manera se me pasa el tiempo explorando sin querer de cierto modo mi lado maternal teniendo a Bubbles conmigo, cual niño pequeñito y bien vestido. Aparte que me ayuda un poco a relajarme de las palabras hirientes que le escuchara decir a mi madre, y sólo reacciono de ese vacío en el que por varios minutos me pierdo cuando se acerca de nuevo la cuidadora a mí para decirme que es hora de llevárselo a dormir.
Al instante me siento también de alguna forma algo vacía, sin embargo no tardo en darme cuenta de que es probable que Michael haya dado la orden para dejarnos solos, ya que me topo con su mirada fija sobre mí desde el sillón, de espaldas a los grandes ventanales, donde se encuentra cómodamente sentado con una de sus piernas formando una cuadrícula sobre la otra.
Me escruta con su mirada varonil durante un momento más sin decir nada hasta que se levanta y camina en mi dirección, yo hago ademán de levantarme también pero él con un ademán de su mano me pide que no lo haga, que no hace falta, que espere... y entonces para mi sorpresa cuando llega frente a mí, contrario a todas mis expectativas, se me arrodilla...
Quedo boquiabierta durante varios segundos y mi impresión aumenta en cuanto le veo extraer de uno de los bolsillos de su chaqueta (esta vez una que asemeja a los abrigos universitarios) una pequeña caja de terciopelo. La cual al abrirla observo que contiene el anillo de diamantes más maravilloso que pueda existir... de un brillo tornasol que pareciera fuera producido por halos de magia... tal como toda la que irradia él, quien procediendo a tomar mi mano entre las suyas lo coloca en mi dedo.
-Estuvimos toda la mañana con mi equipo de seguridad buscándolo. Espero que te guste- sonriendo como nunca un tanto nervioso, me comparte y de repente entiendo el porqué de su ausencia temprano ese día.
Debo respirar profundo de tal modo, sabiendo lo que vendrá. Mike como me temo no pierde tiempo y formula la pregunta de rigor, esa que tantas otras veces me ha insinuado o repetido de broma... pero ahora de manera formal.
-¿Te casas conmigo?-
...Reconozco que es un hermoso momento, una hermosa pedida de mano, aun cuando esto pone en cuestión de segundos en total conflicto toda mi existencia.
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Continuará...
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