Capítulo II: Arriba en las nubes

CAPÍTULO II - ARRIBA EN LAS NUBES

Al final, inmersa en un extraño nerviosismo que no recuerdo antes me sucediera, respondo una de sus llamadas

-¿Cómo está la dama más linda del mundo?- le escucho decir a Mike enseguida al otro lado del teléfono con su voz soñadora que de tanto en tanto consigue hacerme soñar a mí también.

-¡Mike, cómo has estado! Te extrañé- no le miento. Pues aparte de nuestro cotidiano dilema amoroso, lo quiero con todo mi corazón.

-Pues no creo que tanto como yo. ¿Quieres salir?- Sin demorarse me pregunta

-¿Qué, cuándo, hoy?- pregunto impresionada mirando mi reloj muñequero

-Yo diría ahora- responde él riéndose y desarmándome –En unos minutos. Estoy de camino a tu universidad-

-¿En serio? Me has tomado por sorpresa- admito. "Una vez más" tengo que decirme para mis adentros al tiempo que me levanto enseguida del tocador al que por casualidad he estado sentada peinándome, sin dejar de mirarme al espejo para ver si me encuentro presentable. La verdad que lo único bueno que he aprendido con la fama es procurar andar siempre decentemente arreglada y agradezco por esa cualidad.

-Entonces logré mi propósito- todavía riendo se vanagloria él y yo juro que puedo imaginarme sus ademanes mientras habla conmigo por el móvil.

Es viernes y en el fondo no quiero quedarme encerrada en el campus todo el fin de semana, así que sin dudarlo dos veces, acepto.

-De acuerdo-

-Bien, entonces empaca algunas de tus cosas incluyendo tu bikini, porque es probable que nuestra salida se extienda a todo el fin de semana- me recomienda.

-Media hora- pido, porque así de locos somos, juntándonos sin pensarlo, viviendo aventuras sin antes planearlas... Como la vez en que fuimos de paseo al parque de Yellowstone y de pronto haciendo hiking terminamos junto con el grupo agarrando otro camino aparte del sendero señalado por los guías para llegar hasta la cima de una montaña... desde donde sentados juntitos observamos el atardecer... O la vez en que en una de nuestras reuniones simplemente de repente nos miramos y decidimos disfrazarnos de rockeros para salir en moto a dar una vuelta por la ciudad sin nuestros guardaespaldas... o la vez en que nos escondimos en plena celebración de la boda de nuestra gran amiga Elizabeth T., jugando como dos niños... sólo por citar algunas.

-Ok, media hora- él acepta

Sonrío y muevo la cabeza con emoción mientras voy al armario a sacar uno de mis bolsos en el cual no demoro en guardar algunas mudas de ropa y otras cosas básicas como mi cepillo de diente, maquillaje, productos femeninos, mi móvil, mis llaves y billetera, con la corazonada de que será un fin de semana inolvidable.

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Michael no ha traído una limosina para no levantar sospechas, en lugar de eso ha aparecido frente a la puerta principal de la U únicamente en un Mercedes Benz.

Me acerco al vehículo ni bien le veo llegar, habiéndole estado esperando sentada en una de las mesas de jardín cerca de la entrada.

En el interior, Michael me recibe como sorpresa con gaseosas y pizza (de los ingredientes que sabe que me gustan), para ir comiendo durante todo el trayecto al aeropuerto. Destino que les escucho mencionar por radio a sus agentes.

Me encanta el detalle, lo admito, pero no es nada comparado con la impresión que me llevo al ver cómo está vestido. De modo ejecutivo, enternado de leva oscura, camisa blanca, pantalón negro de tela y mocasines a juego. Notó además que tiene su cabello recogido y muy bien peinado. Tan bello y sexy que me sobrecoge el corazón.

Se da cuenta del efecto que me ha causado y no puede evitar sonreír divertido, por lo que me subo con un aparente semblante de incomodidad debido a su egocentrismo e intento no mirarle durante varios segundos. Sin embargo, cuando viéndome de reojo todavía de forma graciosa se empieza a reír, rompe toda mi burbuja protectora y me rindo a lanzarle los brazos al cuello y abrazarle largamente, impregnándome de su seductor aroma amaderado, después de haberle extrañado durante toda esa semana, y él también en retribución me estrecha con fuerza como si fuese una muñeca de trapo.

-Te quiero- le digo –Me hiciste mucha falta-

-Yo más- me dice

Me río y le hago así las preguntas de rigor

-¿Cómo has estado, que tal tu día?- a las que él acariciándome la mejilla con ternura no tiene reparo en contestar

-Estaba triste antes de venir aquí pero ahora gracias a cielo ya salió el sol-

Frunzo el ceño porque no me agrada mucho su respuesta, ya que no me gusta que se deprima y por ende me propongo para mis adentros llevar a cabo todo lo que esté a mi alcance para durante todo el fin de semana hacerlo sonreír, así que con renovada confianza me decido luego a preguntarle para cambiar de tema y a la vez salir de dudas

-Y entonces, ¿es que nos vamos directamente de viaje?-

-Así es, esta es sólo la parte de la salida a comer de nuestra cita pero lo mejor está por venir. Esto está recién empezando- me deja ver entretenido mientras en un gesto de cariño intenta apretarme la nariz entre la parte superior de sus dedos doblados, como suele hacerse con los niños pequeños.

-Ok, confío en ti- le digo, alegrándome en mi interior de saber que Michael hace esto porque quiere que aprovechemos lo máximo del tiempo juntos.

-Es más que seguro que por motivos de trabajo me toque quedarme de nuevo en California pero me encargaré de que estés de vuelta aquí de forma segura para el domingo de noche, ¿Qué te parece?- siempre responsable se encarga de explicarme, aunque a decir verdad no lo necesito habiendo depositado en él mi fe a ciegas desde hace años. Siendo un ejemplo de ello el ni siquiera preocuparme de llevar a mi seguridad personal conmigo, al sentirme en su presencia de lo más segura. Más segura que con nadie más, me atrevo a decir.

-Me parece perfecto- afirmo –Todo lo que planeas y haces es perfecto... Todo tú eres perfecto- aclaro y a la vez busco molestarle, hablándole con la boca llena e intentando hacerle morder un bocado de mi pizza de pepperoni, sabiendo que no la soporta porque es vegano.

-¡Oye no! ¡Aquí ya tengo mi pizza vegetariana!- refuta intentando librarse de mí y ambos nos reímos mientras notamos que el chofer, uno de sus guardaespaldas, nos dirige una mirada divertido por el retrovisor y su otro asistente, así mismo personal de seguridad, lo hace desde el espejo lateral del asiento del copiloto.

Otro de los autos de su comitiva va adelante y otro siguiendo al vehículo en que nos movilizamos. Simplemente otro día de movilización normal en la vida de Michael Jackson.

-¿Qué es lo que está pasando allá atrás? Por favor compostura- nos dice bromeando al final el chofer, buen amigo de Michael, y nosotros en respuesta solo nos reímos aún más mientras proseguimos con nuestras bromas.

Y así mismo es en su avión privado, un desborde de alegría y complicidad. Acurrucados en un asiento doble, en calcetines y cubiertos con una manta, el uno cerca del otro, cabeza con cabeza, en tanto comiendo palomitas vemos películas al tiempo que cruzamos todo el territorio nacional, es todo lo que necesitamos para estar tranquilos y contentos.

No sé lo he dicho pero me siento tan feliz de poder descansar sobre su pecho, de poder confiar en él, de poder contar con él, de conocerlo como le conozco y de darme cuenta día con día de la maravillosa persona que es... la persona real que va mucho más allá de la leyenda en que se ha convertido debido a su increíble talento. Se me viene a la mente aquello con cariño al observarle de reojo ya más relajado sin la leva y con la camisa arremangada. Tan concentrado, en el film de terror que estamos viendo (su género favorito), que de tanto en tanto nos provoca sobresaltos.

-Hubiésemos elegido mejor una de suspenso nomás- en algún momento al casi atragantarme con una cucharada de manjar de leche, tengo que opinar, pero él sólo se burla de mí.

-¡Cobarde!- declara

-¿Qué?- objeto

-¡Cobarde!- me incita

-¡Repítelo!- le reto

-C-O-B...- empieza a deletrear pero antes de que lo concluya dejo mi pote de manjar con la cuchara a un lado y hago volar la sábana para lanzarme sobre él a hacerle cosquillas, al final me las regresa a mí y así terminamos cayendo del asiento y rodando por el suelo del avión entre carcajadas. Momento en que aprovecho para intentar forzarle a comer una gran cucharada de manjar para molestarlo.

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El viaje dura cuatro horas y no le cuento a mi mamá sobre mi paradero hasta que hemos llegado al otro lado del país. Como es normal entre nosotras y en especial si se trata de Michael, le escucho poner el grito en cielo. Espantada de mi irresponsabilidad y de las cosas que me atrevo hacer por y junto a él.

-¡Otra vez con ese muchacho extraño, Brooke! ¡Y encima sola, sin llamar a tus guardaespaldas para que te acompañen!, ¡Qué estás buscando! ¡¿que te secuestren?! ¿Es que acaso no tienes en cuenta que eres un blanco fácil y codiciado niña?- ella no muy conforme de nuestra cercanía, ahora siempre anda buscando excusas para impedir que nos veamos, y todo empezó desde que Mike comenzó a presentar problemas con la tonalidad de su piel, pues años antes fue nuestra principal animadora para que nos acercáramos. Lo que me parece muy injusto.

Sé por lo tanto que hubiese sido capaz de pedirme que no fuese al viaje y también conociéndome, sé que ante sus súplicas le hubiera hecho caso teniendo en cuenta lo importante que es para mí.

Solo me reporté para que no se asustara en caso de llamar a la universidad y no encontrarme. Sin embargo, esta vez no accedí a sus manipulaciones y pude salirme con la mía, lo cual me hace sentir orgullosa de mí, porque Michael también es otra de mi personas más queridas y quiero que ella le respete, sea que le acepte o no. Que tenga presente que tal como ahora, en un futuro, si me necesita yo acudiré. Siendo algo que tendrá que aceptar en la vida, ya que el forma parte de la mía.

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Continuará...

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