Especial Tay. ¿Qué he hecho?
—¡Joder! —grito por la sorpresa, pero ahogando mi voz tras mis manos—. ¡Maldición! ¿Cuántas veces lo hicimos? —susurro, observando el desastre regado sobre la alfombra— ¿No te podías conformar con hacerlo una sola vez? ¡Genial eres un idiota! —Me reprocho mentalmente, mientras los recuerdos de la noche anterior aparecen como una película en mi cabeza, una película en la que el protagonista soy yo completamente desnudo jadeando por el deseo ardiente que calienta mi sangre y mantiene fogoso mi cuerpo.
«Llegamos a casa y mi cuerpo se estremece mirándolo de reojo un par de veces, pero sin llegar a mirarlo fijamente, me libera de mi chaqueta y la deja caer en el piso de la estancia, me abraza por la espalda y empuja su cuerpo contra el mío, invitándome a subir las escaleras. Se detiene en el descanso y besa mi cuello, sopla detrás de mí oreja y emito un pequeño gemido, mi camiseta se queda ahí, a medio camino, en la escalera. Me giro en mi lugar y sus labios atrapan los míos, me levanta en sus brazos sin dejar de besarme y camina conmigo enganchado a su cuello con las piernas alrededor de su cintura, cual si fuera un coala.
Entramos en su habitación y sin pérdida de tiempo, nuestros cuerpos quedan desnudos, él me besa con hambre, yo lo hago con pasión. Me recuesta sobre mi espalda, en la suave cama y enseguida se posiciona sobre mí, me besa por todos lados, juguetea en mis pezones con su lengua húmeda, lame, chupa, succiona y cada parte de mi cuerpo tiembla presa del placer.
—Te deseo —me dice y yo no puedo responder.
—Ahhhh —un suave gemido, se escapa de mis labios, mientras él besa mi abdomen—. Mmmm —no puedo controlarlo. El calor del momento ya me ha embargado y él se abre paso en mi entrepierna.
—¿Te gusta?
—Me gusta... sí.
—Y ¿Qué pasa si hago esto? —toca la punta de mi pene con su pulgar y sigue, masturbándome lentamente.
Me levanta suavemente y por un momento quedo sentado sobre sus muslos, él me besa y poco a poco me gira, dejándome de rodillas delante de él y volteando la cabeza para poder seguir besando sus labios, mi mano lo sujeta de la nuca y mi lengua juguetea con la suya. Una de sus manos sujeta mi cintura y la otra volvía a masturbar mi pene. Su mano continúa haciendo su labor con mi pene mojado y pronto siento un dedo rondando mi entrada, me sobresalto un poco, pero él me empuja con su mano, hasta que mi cabeza queda sobre la almohada. Luego, su húmeda lengua juega con mi contraído agujero y siento la saliva en toda la zona. El placer que infringen al mismo tiempo su mano y su lengua son una tortura, no sé si gritar, estoy gimiendo, mi cuerpo esta tembloroso, siento que voy a desfallecer.
—Vas a correrte cielo —me dice susurrando y de solo escucharlo siento que todo mi semen se ha derramado en su mano.
—Ahhhh —digo y siento que el corazón se me saldrá por la boca.
Él se acerca a la mesa de noche y lo observo sacar una caja de condones junto a un pote de lubricante.
—Será suave. No te preocupes —me dice— y yo sigo jadeando aun sin moverme, en la misma posición y con el trasero levantado, aun esperándolo.
La sensación de placer es inmediata cuando siento su glande contra mi agujero caliente y comienza a empujar suavemente, pero pronto el decide que es tiempo de meterlo por completo.
—Despacio... —pido.
—Relájate, no aprietes los glúteos —me responde—. Si lo haces, te va a doler —concluye.
Siento la piel ceder, mi ano se abre para recibirlo completo y aunque son pocos los milímetros que había recorrido, el dolor que era muy fuerte.
—No- te- mue-vas, por favor —logro decir casi tartamudeando y él se detiene.
Vuelve a capturar mi pene con su mano y a repartir besos en mi espalda, un escalofrío recorre mi cuerpo y una fuerte oleada de calor va a posicionarse en mis mejillas. Empieza a moverse lentamente mientras continúa masturbándome, pronto el dolor desaparece y un inmenso placer toma su lugar.
—Ohhh. Si. Ahí —Cada embestida me excita más y casi grito cuando siento que su pene toca un lugar especial, inmediatamente el mío se hincha y al escucharlo decir...
—¡Voy a correrme!
También yo lo hago.
Besos, caricias, jadeos y respiraciones violentas, nos hacen caer rendidos en la cama, pero no por mucho. Mi cuerpo lo desea y no puedo luchar contra el sentimiento que me embarga.»
Nuestro encuentro fue grandioso, el mejor sexo de mi vida, el primero.
Me giro con dirección a la cama, porque le oigo hacer ruidos, saliendo así de mi ensimismamiento y me pongo nervioso al ver que se revuelve en la cama como buscando algo —a mí— me apresuro en puntitas y pongo el almohadón cerca. "Espero que funcione", pienso, y al parecer lo hizo, porque tras una fuerte respiración, no se mueve más. Me siento aliviado y vuelvo a lo mío. Sí, tengo que salir de aquí.
—Tay, que suave eres. Me gustas... —al oírlo, giro de golpe sin el menor cuidado hacia Joss y derribo un portarretratos que tenía en la mesita de noche. El ruido no fue mucho, pero él abre los ojos y yo al verlo me pongo nervioso—. Tay ¿qué haces ahí? Vuelve a la cama —dice en susurros adormilados mientras se incorpora un poco en la cama.
Balbuceo, pero él sujeta mi mano y mi intento por huir ha fracasado totalmente. Me encuentro nuevamente rodeado por sus fuertes brazos bajo la sábana que él intenta poner sobre mí.
—¡No, por Dios! —Medio susurro alterado— y Joss me mira sorprendido.
—Tay... —susurra Joss.
—Eh Joss, vuelve a dormir, tranquilo. No iré a ningún lado —digo finalmente mientras me acurruco entre sus brazos.
» Me levanto y ya es de mañana. Joss ya no está en la cama, ni en la habitación, miro hacia el reloj en la pared y ya son casi las diez, así que él ya debe haberse ido al hospital.
—Gun —grito, mientras me siento de golpe en la cama, volviendo a hacerlo por el fuerte dolor en mi trasero— ¡Au, mierda!
Bajo de la cama y veo el portarretrato que dejé caer y lo levanto, al hacerlo, la foto se desliza del marco. Es una foto de Mild y Joss, el día de su graduación de la universidad. Están sonriendo muy contentos. Ellos han sido amigos durante mucho tiempo, así que nunca me pareció raro que la tuviera. Pero al intentar volver a poner la foto en el marco veo una dedicatoria escrita... y entonces pienso por primera vez, que se ven demasiado felices en ella.
"Nunca olvides que a pesar de todo te sigo queriendo. Con amor para Joss. Mild."
Después ver la dedicatoria, salgo de la habitación. En el pasillo me encuentro con Gun, que se disponía a bajar a la cocina. Mi hermano estaba más que sorprendido cuando me vio. Incluso lo vi sonrojarse, pero, aun así, quiere tener "la charla" conmigo, así que entramos en su habitación.
—¿Tay? ¿Qué haces saliendo de la habitación de Joss? —me pregunta y siento que un balde de agua fría me cae encima. Me siento avergonzado, porque fui pillado en plena huida.
—Yo, solo...
—Tay... tienes el cuello marcado. Tú-
—Si Gunnie. Me acosté con Joss. —Que más podía decir ante lo evidente, simplemente escupo las palabras—. Ayer después de la universidad, él y yo cenamos juntos, fuimos a un bar y tomamos unas copas. Sabes que siempre me ha gustado, estoy enam-
—No Tay, estás equivocado hermano. Lo admiras, tú no estás enamorado de él. Joss es un buen amigo, es un hombre muy guapo, no lo podemos negar, pero desde niño, tú lo has admirado.
—Gunnie, no es cierto, tú no sabes lo que siento en mi corazón.
—Tay, déjame preguntarte solo una cosa. —Gun se sienta en la cama y toca a su lado, para que yo haga lo mismo.
—Está bien.
—¿Cuándo ves a Joss con alguna persona que sientes?
—¿Te refieres a que si siento celos?
—Todo lo que sientes Tay.
—Pues, no siento celos, ni ahora, ni nunca, he sentido celos de ninguna chica.
—Bien y ¿Cómo te sientes después de haber tenido relaciones con él?
—Yo- ...
—¿No fue lo que esperabas?
—Es que fue raro, porque yo deseaba estar con él, pero, aunque todo fue maravilloso, creo que habría preferido estar en su posición.
—Te refieres a que tú- ... Tay, eres consciente de que eso no sucederá ¿cierto? ¿Estás dispuesto a hacerlo? ¿Lo podrás manejar?
—Gunnie, no me siento cómodo hablando de esto.
—Eres mi hermano y te amo, solo quiero que sepas y que entiendas que amar no es tan fácil, no basta con que creas estar enamorado. Tienes que comprobarlo, tienes que saber qué es lo que realmente dicta tu corazón. Tienes veinte años. Joss ha vivido mucho más que tú, tiene experiencia. No quiero que te lastimen, ni él, ni nadie.
—Entiendo, pero quiero intentarlo, saber si es confusión, si solo estoy deslumbrado, si realmente me enamoré o quizá simplemente todo es un error. Quiero intentarlo con Joss. Y espero que puedas apoyarme sea cual sea el final de esto, que ni siquiera sé si es real.
—Te quiero Tay, solo deseo que sepas que estaré siempre para ti.
Observo la fotografía de Joss y Mild, y no puedo evitar pensar que uno de los retos que debemos afrontar en nuestras relaciones, es la aparición imprevista —y a veces indeseada— de un viejo amor de alguno de los dos miembros de la pareja. Yo, aun no era una pareja y no tenía ni la más mínima idea de si lo llegaría a ser, cuando esa sensación invadió mi corazón y aunque ha pasado el tiempo y todo ha cambiado, hoy, vuelvo a sentir lo mismo.
«Conocí a Joss, cuando apenas era un niño, él siempre estaba rondando a Gun ¿y quién podía reclamárselo? Mi hermano era hermoso, cuando era pequeño, solían confundirlo con una niña. Sus enormes ojos, sus largas pestanas rizadas, su piel tan blanca y lozana, sus labios gruesos, que parecían siempre estar pintados, porque poseen un particular color entre rosa y escarlata, llamaban la atención en cada una de las reuniones a las que nuestros padres nos llevaban.
Cuando nuestros padres murieron, dejamos las reuniones, por un tiempo, pero nuestra abuela empeñada en mantener las buenas relaciones con gente de nuestro entorno, aun nos hacía participar de eventos, reuniones y muchas actividades en las que conocíamos a muchas personas. Nos envió, además, a uno de los colegios más caros de la ciudad. Gun es mayor que yo, pero nunca pudo ayudarme a estudiar porque se la pasaba perdido o escondido detrás de un libro, así que la abuela decidió ponerme un tutor, y bueno, contrato al más guapo de todos... Joss, que fue mi primer amor, a pesar de ser mucho mayor que yo.
Joss iba a casa tres veces por semana, durante dos horas, en las cuales me explicaba de algebra, física y geometría, pero yo aprendía solo arte y poesía.
Así de embobado estaba por ese chico seis años mayor.
En fin, el tiempo pasó, él se fue a la universidad y las tutorías se redujeron. Gun, se enamoró, pero no de Joss, se graduó de la escuela y se fue a vivir con Off, la abuela murió y yo me quedé solo. Sin hermano, sin abuela, sin mi tutor.
Un día Joss me preguntó que carrera quería estudiar, me habló de su profesión y como amaba lo que había elegido. Y bueno, crecer prácticamente, con él hablando de una carrera médica, me influenció para bien, y a los quince años ya tenía decidido qué estudiar, pero nada me preparó para lo que sucedió, el giro tremendo que dio mi vida. Joss se graduó y decidió salir del país, para seguir su especialización, junto a Mild, y resultó que Gun, mi hermano, iría también.
Muchas cosas sucedieron y Joss, mi hermano y yo nos mudamos juntos a una de las casas que mi hermano heredó de nuestra abuela. Completé el papeleo para el ingreso a la universidad, le tuve que decir adiós a mi mejor amigo New. Gun cayó en una profunda depresión. Mild ayudó en su proceso de recuperación. Chimon nació. Aprendí a cocinar, cambiar pañales y atender una casa, claro que Tessa me enseñó. Off apareció, Gun empezó a mejorar. Me hice novio de Joss, Off ahora está aquí y mi hermano está feliz.»
A veces nos olvidamos de que vivir con otra persona lleva implícita una rutina. Y al recordar mi primera noche con Joss, sin querer he traído un pasado que no quería recordar, o mejor dicho que había quedado ahí, en el pasado, o... eso creía.
Han pasado ocho meses. Joss y yo estamos juntos, somos una pareja. Lo quiero, lo respeto, sé que él me quiere, y sé también, que Mild y él tienen una historia. Joss me lo contó todo. Ella es una gran mujer y una excelente profesional, yo estoy muy agradecido por todo el apoyo que nos ha brindado con el tratamiento de Gun.
Los últimos dos años, los cuatro hemos sido más que amigos, familia. Y hemos atravesado por todo el proceso de Gun, juntos, en ningún momento Joss y Mild me abandonaron, al igual que Tessa, quien siempre nos está cuidando a todos.
Pero, lo que acabo de sentir en el corazón —justo ahora— después de volver a mirar la fotografía, supongo que es lo mismo que siente todo el mundo, cuando su relación de pareja se tambalea.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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