¿Una amenaza?

Ambos jóvenes continuaron aquel beso tierno pero lleno de pasión, después de unos minutos se separaron para tomar aire y observaron el atardecer color naranja-lila muy hermoso.

— Yo también.-dijo de repente la azabache.

— ¿Qué?-preguntó el joven confundido.

— Yo también te amo.-respondió con una gran sonrisa.

Luego ambos se miraron el uno al otro y volvieron a darse otro beso un poco más corto, luego se separaron y siguieron caminando tomados de las manos.

Por primera vez Marinette se sentía feliz de que sus sentimientos fueran correspondidos por el gran amor de su vida que lo había sido desde su adolescencia, y ni hablar del rubio la felicidad que tenía en este momento, nunca se había fijado en la azabache, en su adolescencia siempre la vio como una amiga y compañera, algo había cambiado en él y lo sabía.

La noche se estaba haciendo presente en ese día, sabían que era hora de volver e ir a dormir.

Marinette como siempre dormía en la oficina pues no tenía algún apartamento donde quedarse, aunque ya le parecía algo molesto pues ya llevaba más de un mes viviendo en Italia y tenía que encontrar un lugar pronto.

— Hasta mañana, my lady.-dijo besando la mano de su novia.

— Nos vemos.-respondió sonriendo.

El joven se fue a su casa con una sonrisa inmensa en el rostro.

Marinette solo se dirigió a su habitación y se lanzó en la cama con una sonrisa enorme, luego solo cayó dormida profundamente.

*****

Adrien llegó a su casa y se sentó un rato en su escritorio para ver unos documentos de la empresa y otros de su padre, le dio curiosidad abrirlos pero prefirió ir a dormir, estaba muy cansado.

*****

Al siguiente día Marinette se despertó con una gran pereza, a pesar de que había dormido bien todavía el sueño dominaba su cuerpo.

Fue a darse una larga ducha que la relajó y la hizo despertar al instante.

Luego se vistió rápidamente y fue a su lugar de trabajo.

Siempre le gustaba sentarse cada día y diseñar algo nuevo, cada pequeña idea que venía a su mente para ella era increíble pues amaba hacer esto.

Esta vez se encontraba diseñando un nuevo vestido, era corto, algo sencillo pero se notaba su belleza, ella era muy perfeccionista a la hora de dibujar el boceto pues quería que cada detalle saliera de la mejor manera.

— Siempre voy a decir que todo diseño que hace es impresionante, señorita Dupain.-dijo una voz cerca de donde estaba ella.

Giró su cabeza para ver quien estaba observándola, se trataba de John Dugès.

— Muchas gracias John.-dijo ella mirándolo.— Amo mucho hacer esto por eso quiero que quede perfecto.-respondió.

— Por más que quisiera hacerlo mal, siempre va a ser un buen diseño.-comentó el castaño.

— No creo que sea para tanto, pero si tú lo dices.-dijo ella.

— ¿Cómo van las cosas con el Sr. Agreste?-preguntó el castaño curioso.

La azabache solo se sonrojó un poco por la pregunta de su compañero.

— Bueno... todo va bien.-dijo ella algo nerviosa.

— Siempre supuse que lo querías.-dijo sonriendo.

— John...-dijo ella algo apagada.

— No te preocupes, ya te dije que todo está bien, yo lo entiendo y lo respeto.-dijo el joven tratando de animar a la joven.

— Gracias, espero que sigamos siendo amigos.-dijo la chica.

— Claro que sí, siempre.-dijo el joven sonriente.

Ambos siguieron charlando por un rato pero luego John se tuvo que ir, siempre había algo que hacer en la empresa.

Luego Marinette se salió de la habitación y vio que alguien estaba afuera de la puerta principal, lo cual le pareció extraño y fue a ver.

— Disculpe... ¿Necesita algo?-preguntó amablemente.

— Solo entréguele esto al Sr. Agreste, hágale enterar de la situación.-dijo aquel hombre en tono serio.

— ¿Sucedió algo?-preguntó algo confundida la azabache.

— Aquí dice todo lo que necesita saber, solo hágaselo saber.-dijo nuevamente algo molesto.

El hombre misterioso se fue de ese lugar, se notaba algo molesto pero Marinette solo hizo caso y se dirigió a la sala donde estaba el rubio.

En el camino iba viendo de quien era aquella carta, estaba tan distraída que chocó con alguien haciéndola caer al suelo.

Aquella persona extendió su mano en señal de ayuda, cuando volteó a verlo se dio cuenta que era Stefano Ambrossini.

— Gracias.-dijo la azabache tomando su mano.

— Un placer Srita. Dupain.-respondió el castaño.

— Sr. Ambrossini, que sorpresa verlo por aquí hoy, ¿Se le ofrece algo?-preguntó la joven.

— Estoy bien, solo había venido a hablar con el Sr. Agreste pero ya terminamos.-contestó el empresario.

— ¿Es por lo del contrato?-preguntó curiosa.

— Sí, pues su dedicación y esfuerzo ha hecho que le dé esta oportunidad, esperamos que acepte pues sería un honor para toda nuestra empresa tener a alguien tan trabajador como lo es el Sr. Agreste.-comentó el castaño.

— Sí, la verdad es que Adrien trabaja duro para mantener esta empresa día a día y por eso lo admiro tanto.-dijo la azabache pensativa.

Stefano observó a la chica y como se perdía en sus pensamientos.

— Usted le tiene mucha confianza al Sr. Agreste, ¿No es cierto?-dijo curioso.

— Bueno, lo conozco desde hace algunos años, fuimos al mismo colegio, quizás será por eso.-dijo ella.

— No sabía nada de eso, pero seguramente lo ve como alguien de confianza.-dijo acercándose un poco a la chica.

— Bueno, para mí, lo es.-respondió la azabache.

— A mí también me gustaría ser más cercano a usted.-dijo poniendo una mano en la cintura de la chica.

La joven solo se quedó algo impresionada por la reacción del joven, volteó a verlo y vio que este no le sacaba la mirada en ningún momento.

— Bueno, creo que debo irme.-dijo alejándose de él.

— Está bien, yo también tengo mis asuntos.-contestó el joven aun mirándola.

— Nos vemos Sr. Ambrossini.-dijo despidiéndose rápidamente del empresario.

La chica solo continuó caminando un poco más rápido de lo normal, se había sorprendido un poco por esa última reacción de Ambrossini.

"A mí también me gustaría ser más cercano a usted".

Nuevamente recordó esas palabras que le había dicho el empresario y el momento en el cual la tomó por la cintura.

— ¿Por qué habrá hecho eso? Pero... ¿Debería preocuparme?-se dijo a ella misma.

Optó por no tomarle importancia, seguramente no era nada malo como ella pensaba.

Volvió a concentrarse en la carta, las palabras que había dicho aquel hombre la dejaron en duda, ¿Qué decía esa carta?

Fue entonces que no pudo contenerse y abrió el sobre lentamente tratando de no romperlo y luego sacó la carta para leerla:

Sólo le envió a través de éste medio información de mucha importancia, así que lea cuidadosamente.

No importa quién es el emisor de esta carta, pero lea con atención estas palabras a continuación:

"AG Designs" está destinado a la ruina, ¿Por qué digo esto? La razón no es importante, solamente decirle que tiene asuntos pendientes conmigo y hasta que no sea correspondido lo que quiero, voy a hacer lo posible por hacer caer ese edificio completo, supongo que ya sabrá usted quien soy después de leer esto, así que si no quiere tener problemas es mejor que nos veamos en persona lo más pronto posible, en la Vía San Vitale, colonia Leupoldo, le doy un lapso de tres días y si no aparece, ni crea que luego voy a tener piedad con usted y su empresa.

Espero su respuesta pronto.

La azabache terminó de leer las últimas palabras del escrito y simplemente se quedó en shock, no sabía que decir o que hacer.

— ¿Qué puedo hacer? ¿Debo enseñársela? Pero... no quiero preocuparlo.-dijo ella algo alterada.— Esto debe ser un sueño, un mal sueño.-dijo ella con voz apagada.

Sinceramente quería que todo esto fuese una pesadilla y que pronto despertara pero sabía que no lo era, era muy real y tarde o temprano debía enseñarle esa carta, es solo que... no había tiempo.

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Esto se pone más interesante cada vez... seguramente tienen muchas dudas y quieran odiar a Ambrossini xD.

Por cierto, quería agradecer por los 1k que hemos logrado en este fic, gracias a todos los que me apoyan y se animaron a leer esta historia, espero sigan apoyándola como siempre.

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