Reunión de amigos
Esa noche, Marinette se estaba arreglando para ir a la casa de Nathanaël, bueno más bien era de sus tíos que vivían en Italia, eso es otra información la cual Marinette no sabía hasta ese día.
Decidió vestirse cómodamente aunque sin perder el estilo, una camisa desmangada blanca con una chaqueta negra, jeans azules y unos botines color negro.
Ya estaba casi lista, solo se estaba maquillando un poco, solamente un labial color rosa y algunos polvos fueron suficientes.
Decidió dejarse el pelo suelto, se había hecho unos rizos que iban con su ropa, no se veía nada mal.
- Ya está.-dijo la azabache.
- Te ves hermosa.-dijo una voz masculina mientras rodeaba con sus brazos su cintura.
- Tú también te ves muy bien.-dijo mirándolo de pies a cabeza.
- ¿Nos vamos?-preguntó Adrien ofreciéndole su brazo.
- Claro, pero todavía falta que venga John, ¿Será que viene de camino?-preguntó viendo su celular.
- Es cierto, ya debería haber llegado.-dijo Adrien.
De repente escucharon el sonido del timbre.
- Debe ser él, voy a abrirle.-respondió la chica.
Caminó rápidamente hasta llegar a la puerta de su casa y la abrió, John se encontraba del otro lado, soltó una pequeña sonrisa al ver a la joven.
- John, viniste.-dijo la chica.
- Sí, al final decidí ir, pero... no entiendo, ¿Por qué debo ir yo? De todos modos ésta reunión es solo con tus ex compañeros, además no conozco a nadie.-dijo rascando su nuca.
- Eso no importa, me dijiste que no tenías nada que hacer hoy por la noche, además tú eres mi amigo y quise invitarte.-respondió la chica.
- Gracias por invitarme.-respondió sonriente.
- No me lo agradezcas, solo quería que te divirtieras un poco, después de tanto trabajo es bueno un descanso.-dijo la chica entre risas. - Bueno, se nos hace tarde, debemos irnos, voy a decirle que...-dijo sin terminar la frase.
- Me adelanté, ya estoy aquí.-dijo una voz detrás de ella.
La azabache dio un pequeño salto del susto, no esperaba que Adrien ya estuviera ahí.
- ¿Acaso te asusté?-preguntó con una voz retadora.
- ¡Claro que no!-exclamó sonrojándose.
- Tu cara no me dice lo mismo.-dijo riéndose.
- ¡Cállate!-dijo dándole un pequeño empujón. - Mejor vámonos.-dijo soltando una pequeña risa.
- Ahora te estás riendo, vaya que resultaste muy temperamental.-respondió el rubio sarcástico.
- Mira quién habla.-dijo la chica dándose la vuelta.
- Ustedes dos sin duda hacen una buena pareja.-dijo el castaño observando la escena.
- ¿Qué puedo decirte? La amo tal y como es.-dijo mirándola mientras caminaba.
- ¿Qué esperan? ¡Se nos hace tarde!-exclamó Marinette cruzándose de brazos.
- ¡Ya vamos!-exclamaron ambos al unísono.
Ambos jóvenes iban charlando durante el camino, Marinette iba más adelante que ellos, parecía querer llegar ya.
- Es cierto que ustedes se conocen desde hace tiempo, ¿No?-dijo John siguiendo la conversación.
- Desde que estábamos en la secundaria, pero en esos tiempos, yo nunca había sentido nada por ella, la veía como una amiga, creo que en esos momentos yo estaba ciego o algo así, por no haberme fijado antes en ella.-dijo observándola mientras una sonrisa se formaba en su rostro.
- ¡Picarón!-exclamó John dándole un golpe en el hombro. - Pero, ¿Nunca te diste cuenta si hacía movimientos raros o algo así? Esas pudieron haber sido algunas señales de que estaba enamorada de ti.-comentó el castaño.
- La verdad, me confesó que ella estaba perdidamente enamorada de mí en la secundaria, pero yo no le hacía caso, y nunca noté algo extraño en ella, sin duda soy un despistado.-dijo rascándose su cabeza.
- No digo lo contrario.-dijo John riéndose.
- ¡Oye!-exclamó Adrien molesto.
- Vamos, vamos, solo era una broma.-respondió.
Siguieron charlando hasta que llegaron a la casa de los tíos de Nathanaël, antes de tocar el timbre los tres se miraron, se veían nerviosos, pero luego Marinette tocó.
Esperaron unos segundos y luego abrieron la puerta, resultaba ser Nathanaël.
- ¡Vinieron!-exclamó emocionado. - Pasen, los estábamos esperando.
Los tres entraron, todos estaban reunidos en la sala del lugar, cuando vieron a la pareja los recibieron con varios abrazos y sonrisas, todos estaban muy feliz de verlos, incluso Chloé Bourgeois.
Se adentraron más en la fiesta, al parecer nadie se quería separar de la pareja, y es que después de varios meses sin verlos es lógico que les hayan extrañado.
- ¡Me alegro de que hayan venido!-exclamó Alya sonriente.
- A mí también, sin duda extrañaba ver a todos.-dijo Marinette.
- También trajiste a John.-observó Alya. - ¿Cómo estás?
- Hola Alya, estoy muy bien, la verdad es que Marinette me obligó a venir aquí.-respondió.
- ¡Qué dices! Tú aceptaste venir.-dijo la azabache mirándolo.
- ¡Adrien, Marinette!-exclamó Chloé levantando sus manos.
- ¿Chloé nos está llamando?-preguntó la chica sorprendida.
La rubia se acercó a la pareja muy sonriente, estaban algo confundidos, la Chloé que conocían, la que en la secundaria era enemiga de Marinette, la que alguna vez amó a Adrien, ¿Ella les está hablando?
- Hola Chloé.-respondió Adrien.
- Tanto tiempo sin verlos, me alegro verlos juntos, ¿Cómo han estado?-preguntó curiosa.
- Pues... muy bien.-respondió la azabache algo confundida.
- No sé preocupen, no soy la misma de antes, cambié, acepté la realidad y la verdad me siento mejor, ahora estoy con Nathanaël, ya te he olvidado por completo Adrien.-respondió.
- ¿Estás saliendo con Nathanaël?-dijo Marinette abriendo los ojos de golpe. - ¡Los felicito! ¿Desde cuándo?-preguntó curiosa.
- Hace unos meses, la verdad es que ahora estoy muy feliz, y me alegra que ustedes también lo estén.-dijo ella.
Las palabras de la chica se oían sinceras, Marinette se sentía feliz, ya no sería como antes, que eran como dos rivales, que se odiaban mutuamente, a partir de ahora serían amigas.
- Por cierto, ¡Carine!-gritó Chloé.
Una chica de cabellos rubios un poco más alta y mayor que Chloé vino caminando hasta ponerse a la par de la joven.
- Chicos, quiero presentarles a mi hermana, Carine Bourgeois.-dijo señalándola.
- Espera, yo a ella la conozco.-dijo viendo a la azabache. - Eres... Marinette, ¿Verdad?-dijo señalándola.
- Sí, soy yo, ¿Usted es la que me pidió el vestido de bodas?-preguntó curiosa.
- Sí, perdóname que no me había presentado aquella vez, pero ahora quiero hacerlo correctamente, me llamo Carine Bourgeois, un gusto conocerte.-dijo extendiendo su mano.
- Igualmente, yo soy Marinette.-dijo aceptando su mano.
La rubia mayor también saludó a Adrien, lo conocía muy bien ya que Chloé siempre hablaba sobre él.
John estaba cerca de donde estaban la pareja y ambas rubias, Marinette logró captar su atención y fue hacia donde estaba ella.
- Mira John, ella fue la que me pidió el vestido de bodas, se llama Carine Bourgeios.-dijo presentándola.
El castaño simplemente volteó a ver a la rubia mayor, éste simplemente se impresionó al verla, no pudo decir palabra, parecía estar paralizado.
- Es un gusto conocerte.-dijo la rubia mayor algo confundida.
- ¿John? ¿Estás bien?-preguntó Marinette.
- ¿J-John?-dijo sorprendida la rubia.
- E-Es un gusto... igualmente.-respondió el castaño. - Disculpen yo... no me siento muy bien, saldré al jardín a tomar un poco de aire.-dijo tartamudeando.
John se retiró de la sala, la azabache lo miró confundida, se preguntaba por qué había salido así de repente.
- Debería ir a ver como está, ya vuelvo.-dijo la azabache.
Marinette iba caminando en dirección de donde había ido John, pero en eso sintió que alguien la estaba deteniendo.
- Marinette, ¿A dónde vas?-preguntó la peli castaño.
- Oh, bueno yo... tengo que ir a...-dijo sin terminar la frase.
- Ahora no, ven, vamos a jugar ahora mismo.-dijo halándola del brazo.
- P-pero...-dijo mientras la seguía.
Todos se sentaron en un círculo, Alya se puso a la izquierda de Marinette y a la derecha estaba Adrien, luego se sentaron todos los demás.
Empezaron con el juego, al parecer se estaban poniendo retos a cada uno, como si fueran los adolescentes de antes que jugaban estas cosas, pero no estaba mal volver a esa etapa por un momento.
- Alya, te reto que le digas a Nino que lo amas.-dijo Kim.
- Bien.-dijo Alya victoriosa.
Se acercó a Nino, estaba a la par suya y lo miró fijamente.
- Te amo.-soltó de golpe.
El moreno solo se puso más rojo que un tomate por las palabras que dijo su novia, aunque por su tono de piel casi no se notaba.
- ¡Vamos parejita, beso!-gritó Alix con todas sus fuerzas.
En ese momento la pareja solo rio por el comentario de su amiga.
Varios se retaron entre sí, todos reían por los retos que ponía Kim, eran muy graciosos.
- Bueno, ahora me toca a mí poner uno, y va a ser a Marinette.-dijo la peli castaño poniendo una cara pícara.
- ¡¿Qué?!-dijo la azabache sorprendida.
- Yo te reto Marinette a que...-dijo haciendo una pequeña pausa. - A que le des un beso a Adrien en público.
- ¡No! No voy a hacer eso.-dijo cruzándose de brazos.
- ¡Vamos Marinette! ¿Qué tiene de malo?-dijo Alix riéndose.
- Sí, además es tu novio, ¿No? ¿Acaso tienes vergüenza?-preguntó la peli castaño divertida.
- ¡Claro que no! ¡Puedo hacerlo!-dijo atrevidamente.
- Entonces hazlo.-dijo Alya con una mirada amenazante.
Marinette puso sus manos en las mejillas del rubio y rápidamente estampó en sus labios un beso, éste se sorprendió por su acción, no creyó que iba a hacerlo.
- ¿Por qué me miras así?-respondió mirando al rubio.
- Perdón.-dijo sonrojándose.
Todos empezaron a reír por las actitudes de la pareja, pero ya habían cumplido el reto, por eso los dejaron tranquilos.
Pasaron las horas y todos seguían divirtiéndose, algunos ya estaban bastante ebrios pues Nathanaël había comprado vino y algunas cervezas, sí... unas pocas.
John se encontraba en el jardín, su única compañía era la brillante luna y las estrellas que adornaban el cielo, aún no podía reaccionar a lo que había visto antes.
- ¿Pensando?-dijo una voz detrás de él.
- Perdón, no sabía que estabas aquí.-respondió el castaño.
- No importa, el aire de esta noche es muy refrescante.-dijo la chica. - Ahora dime, ¿Qué sucedió hace un momento que saliste de esa forma? ¿Te sientes bien?
- Ah... eso.-dijo algo distraído. - La verdad es que... vi a una chica, de cabellos rubios, ojos azules y muy linda, que me hizo acordar mucho a una compañera que yo tuve en mi infancia y adolescencia.-dijo pensativo.
El joven simplemente dio un enorme suspiro, aún no estaba seguro de su teoría.
La rubia mayor simplemente abrió sus ojos de golpe, ¿Podría ser posible?
- Tú eres John Dugès, ¿O me equivoco?-preguntó alterada.
- Desde que te vi, supe que eras tú, Carine, no supe nada de ti en varios años, y ahora, volvemos a vernos.-dijo volteando a verla.
- Realmente estoy sorprendida, no creí que volvería a verte, por cierto, perdona si fui muy dura contigo cuando estábamos en el colegio, te molestaba y decía cosas horribles, pero eso fue porque yo estaba enamorada de ti.-respondió.
John se sonrojó al oír estas últimas palabras, se puso muy nervioso.
- No te preocupes, está bien.-respondió casi tartamudeando. - Y ahora... vas a casarte.-respondió desanimado.
- Sí, voy... a casarme.-dijo desanimándose.
Por alguna razón, Carine ya no se sentía tan emocionada por su boda que se estaba aproximando, ver nuevamente a su amigo, le hacía dudar.
- No te cases.-soltó el castaño de golpe.
- ¿Qué dices?-preguntó sorprendida.
- Perdona, dije lo primero que se me vino a la mente, la verdad, espero que seas feliz.-respondió fingiendo una sonrisa.
- Gracias, igualmente.-respondió decepcionada.
El momento se tornó incómodo, después de esa "declaración" ambos no sabían ni que decir, estaban tensos.
- ¡John!-se escuchó la voz de Marinette acercándose. - John... perdón, ¿Los interrumpí?-dijo la azabache mirando a ambos.
- No te preocupes, ya habíamos terminado.-respondió la rubia. - Yo me retiro, seguro mi hermana me está buscando, nos vemos.-dijo dándose la vuelta.
Marinette se dio cuenta de que el ambiente estaba tenso, el castaño no decía nada, ¿De qué habían estado hablando?
- John, ¿Estás bien?-preguntó la chica preocupada.
- S-Sí.-respondió con una voz seca. - No te preocupes por mí.
- ¡Claro que me preocupo! Eres mi amigo, ¿Qué sucede?-preguntó poniendo una mano en su hombro.
- Ella... Carine, mi ex compañera de escuela, solíamos llevarnos tan bien.-empezó con la historia. - Desde que éramos unos niños estudiamos juntos, literalmente toda nuestra vida escolar la pasamos juntos, era mi gran amiga, en la que podía confiar, pero... yo desde pequeño siempre la vi de otra manera, la quería tanto.-dijo cerrando sus puños. - Pensé que todos esos sentimientos se habían esfumado con el tiempo, pero ahora, que he vuelto a verla, en éste lugar y saber que dentro de poco se va a casar, no lo sé... me alteré.-concluyó.
- Ya veo... discúlpame, si yo no te hubiese traído aquí, nada de esto habría pasado, es mi culpa.-dijo Marinette con voz apagada.
- Está bien, no te culpo, pero... probablemente si ya no la veo más, la distancia me ayude a olvidarla.-respondió el castaño.
- ¡Esa no es la solución!-gritó la chica. - Por más que lo intentes, lo desees, lo sueñes o lo pienses, ella siempre va a estar en tu mente, en tu corazón, porque, a pesar de que ya no la veas más, algún día van a volver a reencontrarse, como lo acaban de hacer, por eso... si tienes algo que decirle, ¡Hazlo ahora!-dijo Marinette saliéndose de control.
- Marinette...-dijo John sorprendido.
- ¡No me mires así! ¡Ve ahora mismo! ¡Después puede ser demasiado tarde!-exclamó la chica. - ¡Vamos!
Esas últimas palabras le hicieron reaccionar, John se alteró, salió en dirección contraria, las hermanas Bourgeios estaban por retirarse, pero antes de que entraran al auto, el castaño agarró por sorpresa del brazo a la rubia mayor, haciendo que se pegara a su cuerpo en un tierno abrazo, la chica no pudo reaccionar al instante, se quedó paralizada, pero realmente sabía que necesitaba ese abrazo, de él.
- Quédate conmigo.-suplicó John.
Sus ruegos parecían ser sinceros, la situación se puso tensa y a la vez confusa para la chica, pero sí de algo estaba segura, no quería casarse.
Desde el inicio había dudado, quizá su reencuentro con su mejor amigo de la infancia era la respuesta definitiva que necesitaba y no lo dudaba...
- Siempre lo haré.-respondió la rubia entre lágrimas.
John solo sonrió al escuchar su respuesta, sentía como las lágrimas de la chica caían en su nuca, no quería separarse de ella nunca más.
Marinette observaba aquella escena desde cerca de un poste, simplemente sonrió por cómo había terminado todo.
- Lo lograste, John.-se dijo a sí misma.
Chloé rodó los ojos, ya estaba cansada de esperar a su hermana.
- Oye, ¡Ya vámonos! Luego tendrán tiempo para hacer eso.-bufó desde el auto.
La pareja simplemente rio por el comentario de la joven rubia, ambos entraron al auto.
Se alejaba del lugar poco a poco, Marinette estaba muy feliz de que su amigo al fin encontrara a la persona indicada.
- Y vaya... se fue con ellas y me dejó sola.-respondió entre risas. - Bueno, con Adrien.
Entró nuevamente a la casa del pelirrojo y frente a sus ojos observó una escena que la dejó impactada.
Habían personas tiradas en el suelo, algunas hablando a los gritos, otras seguían bebiendo, esto se había salido de control.
- ¿Pero qué pasó aquí?-dijo en voz baja. - ¿Acaso estoy en un bar?
Nathanaël se acercó a la azabache, al parecer él no se encontraba tan ebrio como los demás.
- ¡Nathanaël!-exclamó Marinette. - ¿Qué paso aquí? Me fui unos minutos y todos están así, ¿Qué tanto bebieron?-preguntó alterada.
- Bueno... es cierto que se pasaron un poco, era una noche para divertirnos y pensé que podíamos tomar cuanto quisiéramos, creo que hice mal, ahora este lugar huele demasiado a alcohol.-respondió riéndose.
- En este estado no creo que ninguno pueda volver a casa.-respondió viendo a su alrededor.
- Con eso no hay problema, ésta casa es enorme, casi como una mansión, creo que hay suficientes habitaciones para todos, claro deberían dormir algunos juntos para que alcancen.-respondió rascando su nuca.
- Me impresiona que eres tú el que los puso así y te ves menos borracho que ellos.-respondió cruzándose de brazos.
- Realmente no suelo beber mucho, pero, creo que algunos si se pasaron de copas.-respondió algo arrepentido.
- ¡¡Mi amor!!-exclamó Adrien abrazando a la joven.
- ¿Adrien?-preguntó confundida. - Sí que hueles a alcohol.-dijo tapando su nariz.
- ¡Vámonos de aquí!-dijo molesto.
- Nathanaël, ¿Qué le pasó a Adrien?-preguntó molesta.
- Bueno...-dijo poniéndose nervioso. - Con los chicos retamos a Adrien, creíamos que no podría beber ni una copa, ya que en toda la fiesta no lo hizo, creo que se enfureció un poco y quiso demostrar que si podía, y terminó de esta forma.-dijo señalándolo.
- ¡No lo puedo creer!-respondió la azabache mirando al rubio.
Marinette y Nathanaël se encargaron de llevar a todos en diferentes habitaciones, algunos renegaban pero no los iban a dejar tirados.
La azabache junto con el pelirrojo, llevaron al rubio a una habitación y lo acostaron en la cama, se veía cansado, pero decía palabras absurdas y cosas sin sentido.
Luego de eso el pelirrojo se fue dejando sola a la chica con el joven.
Observó al joven, se notaba mucho su ebriedad, sabía que en la mañana despertaría con un tremendo dolor de cabeza.
- Hagamos una travesura.-dijo el rubio pícaramente.
La azabache solo volteó a verlo impresionada, agarró una almohada que tenía cerca y se la lanzó.
Iba a ser una larga noche...
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Voten y comenten.
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