soy el principe de los sayans
Me encontraba en un lugar oscuro, una extraña dimensión donde la seguridad se mezclaba con la oscuridad. No tenía memoria de cómo llegué aquí; solo recordaba cerrar mis ojos y, de repente, aparecí en este lugar hace unos 10 minutos. Lo más sorprendente fue la presencia de alguien idéntico a mí.
Ramiro: ¿Quién eres y por qué tienes mi apariencia? —pregunté, confundido.
El duplicado sonrió y se presentó como Renacerius.
Renacerius: Soy tú, pero pertenezco al Universo 2311. Podría decirse que soy "el original".
Ramiro: ¿Y por qué estoy aquí?
De repente, una figura imponente apareció ante nosotros. Se presentó como Renacerius y explicó mi situación.
Renacerius: Moriste mientras dormías en tu universo. En este momento, están realizando un funeral en tu memoria. Una explosión ocurrió en tu casa debido a un avión privado descontrolado. Moriste en un accidente de avión, pero ahora renacerás con un sistema tipo gamer.
Ramiro: ¡¿Qué?! ¿Cómo es posible? —exclamé, sorprendido—. Ni siquiera me di cuenta de que morí.
Ramiro de la Tierra 1200, que hasta ese momento había estado observando con expresión seria, mostró sorpresa en sus ojos.
Renacerius: Es raro ver a alguien tan desconcertado al llegar aquí. Pero la verdad es que las circunstancias de tu muerte son únicas.
Ramiro: ¿Puedo elegir el mundo al que voy?
Renacerius: Claro, adelante —respondió Renacerius.
Ramiro: Dragon Ball Z —dije de inmediato.
Renacerius: Personaje —añadió Renacerius.
Ramiro: Vegeta.
Renacerius:— Antes de darte tus deseos, debes saber que el multiverso al que irás será una combinación del canon y no canon de Dragon Ball.
Ramiro: Entiendo. Mi primer deseo es tener muchas células S.
Renacerius: (Otro más con eso) Bien, tu segundo deseo.
Ramiro: Quiero poder copiar técnicas de otros con solo verlas, al estilo de Majin Buu.
Renacerius: Hecho.
Ramiro: Y mi tercer deseo es obtener una gran inteligencia para crear cualquier cosa.
Renacerius: Hecho. Te deseo buena suerte. Además, te proporcionaré el sistema gamer para facilitarte en tu nueva vida. Por cierto, es muy probable que te encuentres con otros "Ramiros" que han reencarnado en diferentes universos. Adiós.
Cerré los ojos y, al abrirlos, me encontré en un tanque de crecimiento. Noté otro tanque, donde estaba Broly, y escuché a los soldados hablar sobre él. Mientras aumentaba mi poder repentinamente, el Rey Vegeta se marchó, impresionado. Dos saiyans se llevaron a Broly, y aunque me sentí mal, sabía que era peligroso que se quedara.
Decidí establecer mis objetivos:
Objetivo 1: No ser inferior a nadie.
Objetivo 2: Conseguir varias transformaciones (de Z, Super, GT y AF).
Objetivo 3: Formar un harem, obviamente.
Objetivo 4: Ser imparable.
Mientras esperaba a ser liberado, comencé a meditar para sentir el ki y ocultarlo, preparándome para los desafíos que me esperaban
Después de salir de los tanques de crecimiento, me encontré inmerso en un nuevo mundo, un lugar lleno de saiyans y de una cultura que estaba ansioso por explorar. Los primeros días fueron intensos, enfrentándome a entrenamientos rigurosos y demostrando mi poder a los saiyans de mi alrededor. Pero a medida que pasaba el tiempo, sentí la necesidad de aprender más sobre la cultura saiyana que ahora se convertiría en mi hogar.
Un día, decidí dirigirme a la biblioteca saiyana, un lugar repleto de antiguos pergaminos y registros. Al entrar, el aire estaba impregnado con la esencia de la historia de los saiyans, y me sentí motivado por el deseo de comprender mejor mi nueva identidad.
Comencé a estudiar las enseñanzas ancestrales de los saiyans, sumergiéndome en relatos de batallas épicas, hazañas extraordinarias y la conexión intrínseca que compartíamos con nuestras colas de simio. Aprendí sobre la importancia de la lealtad y el orgullo saiyano, valores que comenzaron a resonar profundamente en mí.
Explorando más allá de las hazañas de guerreros famosos, descubrí rituales y tradiciones saiyas que desconocía. Participé en festivales que celebraban la fuerza y la destreza de los saiyans, donde la comunidad se unía en un espíritu de camaradería. Me sorprendió la riqueza de la cultura saiyana, que iba mucho más allá de la batalla y la conquista.
Además, busqué la sabiduría de saiyans ancianos, quienes compartieron sus experiencias y conocimientos sobre la historia de nuestro pueblo. Me sumergí en conversaciones profundas sobre la conexión entre la tierra natal de los saiyans y sus costumbres, aprendiendo sobre la importancia de la familia y el respeto hacia nuestros antepasados.
A medida que los días pasaban, mi comprensión y aprecio por la cultura saiyana crecían. Empecé a sentirme verdaderamente parte de esta sociedad guerrera, y aunque la batalla seguía siendo una parte fundamental de mi vida, ahora estaba imbuida de un significado más profundo, enraizado en la rica herencia de los saiyans.
Entre los pliegues de mi túnica, que me ayudaba a pasar desapercibido, observaba el día a día en la sociedad saiyana. Decidí tomar un enfoque más cercano y discreto, eligiendo la forma de un niño para pasar desapercibido entre los bulliciosos saiyans.
Mis ojos, curiosos y penetrantes, recorrían las escenas cotidianas del pueblo saiyano. Quedé sorprendido al presenciar la naturaleza aparentemente incivilizada de mi gente. Los saiyans, conocidos por su ferocidad en la batalla, llevaban esa misma intensidad a su vida diaria.
Mientras observaba, noté que la espontaneidad y la ausencia de formalidades eran una parte intrínseca de su existencia. Los saiyans no se detenían ante los convencionalismos sociales; sus expresiones de afecto y camaradería eran directas y sin inhibiciones. En un momento, un grupo de guerreros compartía risas y bromas, sin preocuparse por las miradas curiosas de los demás.
La vestimenta saiyana, o más bien, la falta de ella en algunos casos, también llamó mi atención. Era común ver saiyans con atuendos escasos, sin preocuparse por la modestia. La desnudez era parte de la vida cotidiana, y la gente parecía no prestarle mucha atención. Me pareció un contraste curioso con la naturaleza reservada y orgullosa que mostraban durante las batallas.
En mi observación, también descubrí que los saiyans no tenían inhibiciones en mostrar su fuerza física. Las competiciones amistosas de fuerza y destreza eran comunes, y los saiyans se enorgullecían de exhibir sus habilidades ante la multitud. Era un recordatorio constante de la cultura guerrera que caracterizaba a mi pueblo.
En medio de toda esta "incivilización", encontré una extraña belleza en la autenticidad y la falta de pretensiones de los saiyans. Aunque inicialmente sorprendido, llegué a apreciar la franqueza y la fuerza en bruto que caracterizaba a mi gente. Esto no solo enriqueció mi comprensión de la cultura saiyana, sino que también me permitió encontrar mi lugar en este mundo salvaje y apasionado que ahora llamaba hogar.
espero que les haya gustado
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voten compartan y hasta la proxima gente
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