Sangre de mi sangre, mi amada Sultana Fatma.
Desde la boda con Suleiman, es decir aproximadamente cinco meses, me había estado reuniendo mucho con los jenízaros, puesto a que si quería el trono otomano, tendría que tenerlos de mi lado, tenía que tener su lealtad hacia mí, de esta manera evitaría problemas a futuro.
Claro que estas reuniones eran financiadas con el dinero de Hurrem, por que a ver, ni una sola joya me habían dejado llevarme cuando me expulsaron al viejo palacio y mi salario de 30 aspers por día no me alcanzaba ni para un pan.
Y Hurrem ganaba cerca de 700 aspers al ser la madre de tres príncipes y una Sultana, evidentemente su salario era más alto, por lo que me destinaba una parte de sus ganancias para poder continuar con mi plan.
Fuera de mi asunto con los jenízaros, había algo en lo que estaba pensando, si Kasim resultaba ser mi hijo, es decir, Mustafa, yo no iba a poner a Mehmed en el trono, por más que lo amase como si fuese mi sangre, priorizare primero a mi hijo antes de los demás.
──Tía Mahidevran.──Mihrimah se acerco hacia mi.
──Mi Sol y mi Luna.──Sonreí.──Ven aquí mi vida.
──Te traje esto.──Mihrimah me extendió una pulserita de cuentas de color rojo.──Esma me estaba enseñando hacerlas, decidí hacer uno para ti, ¿Te gusta?
──Me encanta, es preciosa.──Bese su frente.──¿Quieres colocármela?
Mihrimah simplemente asintió y con una sonrisa me coloco la pulsera, era realmente bonita. Me dedique abrazarla por un largo rato, como quería a esta pequeña Sultana, estuve mimándola por alrededor de diez minutos, luego la pequeña Sultana tuvo que ir a molestar a sus hermanos.
──La Sultana Mükerrem salió con sus hijos y junto al Sultán al palacio de caza.──Me informo Zumorod.
──¿Y a mi que me importa lo que haga esa mujer?──Pregunte mirándolo.
──Dejo a la pequeña Seher sola.
Me sorprendí al escuchar eso, ¿Cómo podía dejar a una niña de nueve años sola en un palacio?, uno nunca podía dejar a un niño pequeño solo y menos en este palacio, donde sobrevivir era un milagro.
Me levante y corrí hasta los aposentos de Mükerrem, iba a llevarme a Seher a mi habitación, ¿Por que la trataba diferente a la mayoría de sus hijos? Ninguna madre hacia diferencia entre sus hijos.
Entre a la habitación y no la vi, decidí buscarla por el lugar, quizás ella estuviese por allí, escondida durmiendo con miedo y frio, pobrecita.
No me fijaba por donde caminaba, estabas más concentrada en buscar a Seher que no me di cuenta del cofre que había estado en el suelo, cuando caí, todo el contenido del cofre cayo al suelo.
Genial, ahora tendría que ordenar, comencé a meter documentos sin fijarme que eran, realmente no me importaban las cartas de esa mujer, ni sus gastos, ni nada de ella, salvo una, una carta de color celeste que la Valide le había enviado.
Pude ver la fecha en la que fue escrita, antes de la muerte de mis pequeños, fue escrita cuando todavía estábamos en Manisa, sin dudarlo más la abrí y comencé a leer el contenido:
"Mi muy querida Mükerrem.
Te escribo para decirte en la gran amenaza que se a tornado ese mujer al haber dado a luz a un príncipe, ambas mejor que nadie sabemos de la gran ambición que habita en Mahidevran, por lo que no creo que sea beneficioso para ninguna que ella tenga a sus hijos bajo su cuidado.
¿Imagínate lo que podría hacer cuando Mustafa sea gobernador de una provincia?, El solo hecho de pensar que podría matar a mis demás nietos para quedarse con el trono otomano me hace temblar.
Por lo que vengo a proponerte algo: ¿Qué te parece que cuides a esas dos criaturas? Es decir, podríamos hacerlos pasar por muertos y cuando tu des a luz a nuestro futuro príncipe, ellos sean tus hijos también.
Bien sabes que tener a una Sultana de nuestro lado es beneficioso, podríamos casarla cuando tenga la edad suficiente y obtener poder a través de ella.
Se que eres inteligente y aceptaras mi propuesta.
Con amor, Ayse Hafsa."
Me lleve una mano a la boca cuando termine de leer el contenido de la carta, esa maldita le había planeado todo, me había alejado de mis hijos, me expulso del palacio y encima tuvo el descaro de echarme la culpa de todo.
Eso confirmaba la teoría de Hurrem, Seher y Kasim son en realidad Fatma y Mustafa, mis hijos seguían con vida.
Comencé a buscar rápidamente la respuesta por parte de Mükerrem, aunque ya sabía la verdad, quería terminar de confirmar todo.
"Mi muy amada maestra.
Le escribo días después de lo ocurrido, se que usted se encuentra en la capital, por lo que no se a enterado de varias cosas, la primera y la más importante: He dado a luz a un hermoso príncipe y una bella Sultana, nuestro Sehzade los bautizo como: Kasim y Raziye, Mahmud esta feliz de tener a sus hermanos.
Lo segundo, sobre los hijos de Mahidevran, solo logre adoptar a Fatma, Mustafa si murió, la criada lo ahogo con una almohada por desesperación al ver que él niño no dejaba de llorar, reemplazamos el cuerpo por otro niño muerto y al cuerpo de Mustafá lo tiramos al mar, o bueno, eso fue lo que me dijo la criada.
Que Allah lo tenga en su reino, se preguntara que hice con la criada, pues bien, le di una bolsa grande de oro y la mande lejos del palacio, no sin antes haberle azotado cincuenta veces los pies por no haber cumplido correctamente con la orden.
A Fatma le pusieron Seher, la verdad me da igual esa niña, yo solo quiero que crezca rápido para empezar a casarla con funcionarios de alto rango y solidificar mi poder para entronar a mis hijos.
Con amor, Mükerrem."
Voy a matarlas, definitivamente voy a matarlas, no dejaría a ninguna de las dos vivas, mi Mustafa, él si había muerto y lo peor es que ni siquiera tenía una tumba para poder llorarle a mi pequeño.
¿Cómo podían haber hecho algo tan cruel? Si yo en ese momento ni siquiera había comenzado a moverme, era feliz junto a mis dos hijos, nunca pensé en hacerle daño a nadie.
Esas dos iban a pagar el precio por lo que hicieron.
──Señorita Mahidevran.──La voz de Seher me saco de mis pensamientos.──¿Por que llora?
No respondí, la mire, la mire fijamente, observe su rostro, Hurrem tenía razón, ella era muy parecida a mi amada madre.
──Estoy bien, estoy muy bien.──Me sequé las lágrimas que tenía en el rostro.
──¿Entonces?
──Ven.──Extendí mis brazos para recibirla, ella se acercó.──Tú una vez me dijiste que querías tener una buena relación con tu mamá, ¿Cierto?
──Si.──Respondió ella emocionada.──Quiero que me quiera tanto como quiere a Raziye.
──...¿Has pensado que quizás no te pareces a ninguno de tus hermanos?
──...¿Que quieres decir?──Pregunto ella con miedo.──¿Mi mamá no es...?
──Yo soy tu mamá, Seher.──Solté con miedo a como pudiera reaccionar mi pequeña.──Yo soy Mahidevran Gulbahar, tu mamá.
Seher me miro y no dije nada, el silencio de la habitación me dejaba intranquila.
──Dime algo, cualquier cosa, ¿Tienes frío? ¿Hambre?, ¿Miedo?──Empecé a preguntar en un intento de disolver el silencio.
──...¿Como es posible...?──Seher empezo a asustarse.
──Se que es muy dificil de asimilar pero...¿Sabes leer?──Ella asintió y me levanté a buscar las dos cartas.──Toma.
Seher tomo las dos cartas y comenzo a leerle, pude ver como la expresión de su rostro variaba, primero era miedo, luego rabia, tristeza y dolor.
Estas expresiones eran conforme leía las dos cartas.
──Mi amor.──Llamé.──Se que es difícil y se que te estarás preguntando el porque nunca te busque, pero yo estaba convencida de que tú estabas muerta, te lo juro.
Seher dejo los cartas sobre la mesa que estaba al lado, me miro unos segundos y luego, luego corrió hacía mi y me abrazo.
Me fue imposible no ponerme a llorar junto con ella, ambas llorabamos entre una muestra de dolor y emoción.
──Aún no lo puedo creer.──Susurre mientras acariaba el cabello de Fatma, quién dormía profundamente.
Hürrem leía las cartas con detalle, una vez termino las dejo sobre la mesa.
──Lamento lo de Mustafá.──Hürrem entrelazo su mano con la mía.──Pero al menos tienes a Fatma.
──Si, tengo al menos una parte de mi alma conmigo ahora.──Sonreí levemente.──¿Como pudo hacerle esto a mi hijo?
──Ellas dos son capaces de cualquier cosa por el poder.──La pelirroja me miro.──Aún así me sorprenden que hayan atentado contra un niño pequeño, pero es Topkapi, no puedo esperar mucho.
──Lo sé.──Coloqué mi cabeza sobre el hombro de Hürrem.──Voy a dormir un rato, cuida de Fatma, no quiero pensar que esto es solo un sueño.
──Tranquila, yo estaré aquí.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top