C9.1 : Jura ante la espada
Autor: Antes que nada, quiero aclarar que no tengo ningún problema con el personaje de Perla. Su personalidad en esta historia ha sido moldeada en función de los eventos del fanfic, ya que para ella, Nora sigue siendo "Rose". Esto ha provocado ciertos cambios en su comportamiento. Obviamente, como todo buen personaje, tendrá su propio desarrollo a lo largo de la trama.
Este episodio es más extenso de lo habitual, ya que decidí mantenerlo como un solo capítulo. Me dejé llevar por el drama, lo siento... ¡Espero que lo disfruten!
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El sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte, y después de un largo día de estudio, Connie finalmente tenía la tarde libre para relajarse. Últimamente, sus padres habían estado algo ausentes. Su madre, doctora en el hospital de ciudad Playa, estaba ocupada con un caso inusual: un hombre había ingresado con múltiples extremidades extras, algo que requería una profunda investigación médica.
Por otro lado, su padre, guardia de seguridad privada en la playa, había recibido quejas sobre un pequeño ladrón que robaba los premios y tickets de las máquinas en el parque de diversiones local. Se decía que el joven ladrón andaba armado con un bate, y su padre decidió tomar el caso, lo que le había obligado a hacer turnos extra.
A Connie no le molestaba quedarse sola en casa. Antes, tal vez le hubiera incomodado, pero ahora tenía a Nora. Ella le hacía compañía a través de largas llamadas nocturnas o viendo películas juntas por videollamada. Para Connie, Nora se había convertido en lo mejor que le había pasado. Pero, con el tiempo, una pequeña inseguridad había comenzado a crecer en su interior.
Últimamente, Connie no dejaba de pensar en cómo hablar con sus padres sobre su relación. Aún no les había contado nada, pero tenía la sensación de que ya lo sabían. Cada vez que mencionaba a Nora frente a ellos, parecían prestarle más atención de la habitual, especialmente su madre. Aún recordaba una conversación durante la cena que la dejó pensativa...
— ¿Y dime, Connie, qué hiciste hoy? —preguntó la doctora Maheswaran mientras servía un poco más de arroz en su plato.
— Bueno, hice mi práctica habitual de tenis, avancé con mi ensayo sobre el cambio climático... se tiene que entregar en un mes, pero prefiero dejarlo todo listo desde ya. Ah, también recibí un reconocimiento por ser el primer lugar en el examen de inglés. Y por la tarde fui a la casa de Nora —respondió Connie, aparentando normalidad mientras comía.
— ¿Nora? ¿La chica Universe? ¿Por qué fuiste? —preguntó su madre, levantando la mirada de su plato con evidente interés.
— Eh... bueno, Nora tuvo algunos problemas familiares y no ha podido asistir a clases, así que los profesores me pidieron que le llevara los apuntes para que se ponga al día —explicó Connie, intentando sonar lo más tranquila posible.
— ¿No podían mandar a otro estudiante? —insistió su madre, arqueando una ceja.
— La mayoría vive bastante lejos. Además, ya he ido varias veces a su casa, así que no me molesta ir yo —respondió Connie con un leve nerviosismo.
La doctora Maheswaran hizo una pausa, dejando los cubiertos sobre la mesa y mirándola fijamente.
— Últimamente has estado hablando mucho de ella... por no mencionar que te has pasado de la hora de dormir conversando con esa chica por las noches —dijo, mirándola con una mezcla de preocupación y sospecha.
— Y-yo... —balbuceó Connie, sintiendo cómo su corazón se aceleraba.
— Las paredes de esta casa son delgadas, jovencita, te lo recuerdo. Además, soy doctora, mi oído está muy entrenado... No creas que no he notado el tono con el que hablas de ella. Déjame decirte algo, Connie... —continuó su madre, con un tono mucho más serio.
El nerviosismo de Connie aumentaba a cada palabra. El aire en el comedor se volvía más denso, y ella sentía que se hundía cada vez más en su asiento. Si por alguna razón sus padres le prohibían ver a Nora, no sabía qué haría. Su mente comenzó a desbordarse de temores, hasta que la voz de su padre la sacó de sus pensamientos.
— Vamos, Priyanka, está en esa edad. No apoyo que se desvele con el celular, pero tampoco creo que sea malo que quiera pasar tiempo con su amiga —dijo el señor Maheswaran, restándole importancia al asunto.
— Sabes que no me refería a eso... —respondió su esposa, algo molesta, pero sin levantar la voz.
— ¿Recuerdas cómo éramos nosotros en la universidad? —dijo el padre con una sonrisa traviesa, mirando a su esposa con complicidad.
La doctora Maheswaran lo miró con una frialdad que hizo que Connie quisiera desaparecer.
— Sabes muy bien que esto no es lo mismo —murmuró la madre, para que solo su esposo la escuchara.
El señor Maheswaran, notando que la tensión iba en aumento, decidió cambiar de tema rápidamente.
— Bueno, Connie, ¿y cómo te va con las clases de violín? La tía Gertrudis mencionó que le gustaría que tocaras unas melodías junto con tus primos para el cumpleaños de tu tatarabuela —dijo, en un intento por desviar la conversación hacia un terreno más neutral.
Connie soltó un suspiro de alivio, sintiendo cómo la atmósfera se relajaba, aunque no podía evitar la sensación de que su madre seguía con el tema rondando en su mente.
Después de ese incidente, la madre de Connie comenzó a vigilarla más de cerca. Pasaba a su habitación para asegurarse de que hacía sus labores antes de salir al trabajo, y al regresar, se deslizaba en silencio hasta su cuarto, solo para verificar que estuviera dormida. En más de una ocasión, Connie tuvo que fingir estar completamente quieta para no levantar sospechas.
Una vez terminada su tarea, Connie cerró el cuaderno con un suspiro y se dejó caer en la cama. Puso una canción en su celular y comenzó a revisar su galería. Abrió la carpeta privada donde guardaba todas las fotos con Nora. El miedo a que sus padres interfirieran en su relación estaba siempre presente, pero lo que más la aterraba, lo que realmente le quitaba el sueño, era la posibilidad de que Nora saliera herida en una de sus aventuras.
Desde que la nave se estrelló en la playa, Connie no había podido dormir bien. La angustia de perder a Nora se le había metido en el pecho como un nudo que no podía deshacer.
Para calmarse, Connie solía recordar el día en que Nora apareció en su cuarto en bikini. Ese recuerdo solía distraerla de las pesadillas, aunque a veces su imaginación la traicionaba. Entre pensamientos de Nora en situaciones más... sugerentes, Connie terminaba desvelándose.
— ¿Qué puedo hacer para que no te lastimes? —susurró mientras miraba su teléfono—. Tú eres una guerrera, con un legado místico... y yo... solo soy una humana normal —dijo, sintiendo una tristeza que le pesaba en el pecho.
[Connie]
Siempre me dijeron
que la vida es un tesoro
en el planeta tierra,
y eso eres tú
Solo quiero protegerte.
Si lastimada tú sales,
¿Yo qué voy a hacer?,
No quiero eso para ti
Uuuu... uuuu
Mientras cantaba, el celular de Connie vibró repentinamente. Al mirar la pantalla, vio que había recibido un mensaje de su padre.
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Papá :
-Luego me lo agradeces 🤫
- Por cierto. Espero que mi regalo por el día del padre sea esos palos de golf que vi en la tienda del centro .😉
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Connie leyó el mensaje de su padre sin entender bien a qué se refería, y justo cuando iba a responder, su celular vibró de nuevo. Esta vez, era una llamada de su madre.
— ¿Mamá? ¿Qué pasa, todo está bien? —preguntó, algo preocupada.
— Sí, todo está bien. Escucha, Connie, ocurrió una emergencia en el hospital. Decidieron trasladar al paciente extraño al hospital central de Ciudad Imperio. Como estoy a cargo del caso, me pidieron que fuera personalmente, así que tu padre tendrá que llevarme. Estaremos fuera todo el fin de semana. Al principio, pensé en que te quedaras con tu tía, pero salió de vacaciones, así que...—
Su madre dio un leve suspiro —Tu padre y yo llegamos a un acuerdo, y según él, no sería responsable dejarte sola. Así que nos pusimos en contacto con el señor Universe, y dijo que no tenía problemas en que te quedaras con ellos estos dos días—
Los ojos de Connie se iluminaron de emoción, aunque trató de mantener la compostura mientras su madre seguía hablando.
— ¿E-en serio? —intentó sonar tranquila, pero por dentro estaba gritando de alegría.
— Sí. Yo creo que eres lo suficientemente responsable para quedarte sola, pero tu padre insiste en que podrían pasar muchas cosas, así que... —suspiró de nuevo— Empieza a alistar tus cosas, el señor Universe vendrá a recogerte en una hora. No olvides cerrar la puerta con llave. Llegaré a casa en la noche, así que asegúrate de...—
La voz de la señora Maheswaran se desvanecía en la mente de Connie, que solo repetía una cosa: "Voy a pasar el fin de semana con Nora". Apenas escuchó las últimas indicaciones de su madre antes de despedirse rápidamente.
Saltó de la cama emocionada y comenzó a buscar entre sus cosas. Por suerte, su ropa favorita estaba recién lavada, así que no tardó mucho en empacar.
"Esto será increíble", pensó Connie, con una gran sonrisa en el rostro.
El tiempo pasó y, poco después, una camioneta se detuvo frente a la casa de Connie. Era el señor Universe, quien venía a recogerla. Connie salió de la casa con entusiasmo y subió al vehículo. Apenas habían avanzado unas cuadras cuando Connie, con una expresión de pánico, pidió al señor Universe que regresara. Se había olvidado de cerrar la puerta con llave. Después de varias disculpas de su parte, finalmente llegaron a la casa de Nora.
—Nora salió hace un rato en una misión, pero ya le mande un mensaje —comentó Greg con amabilidad— Dijo que estará aquí en unos minutos. Mientras tanto, puedes ir a su cuarto y acomodarte mientras preparo algo de comer—
Connie agradeció y subió las escaleras. Al entrar al cuarto de Nora, notó que todo estaba lleno de detalles que la hacían pensar en ella. A diferencia de su propio cuarto, siempre impecable por exigencia de su madre, el de Nora parecía el escenario de un pequeño huracán.
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Antes, esto le habría incomodado, pero ahora, por alguna razón, lo sentía acogedor. ¿Hasta qué punto el amor por Nora había cambiado su manera de ver las cosas?
Minutos después, Nora llegó, jadeando como si hubiera estado corriendo. Venía de una misión de búsqueda y captura de gemas fusionadas artificialmente. Al parecer, Peridot había vuelto a activar el proceso en todas las guarderías, y varias gemas mutadas habían logrado escapar.
Las Crystal Gems habían tenido que rastrearlas para evitar que los humanos entraran en pánico, aunque no lograron capturarlas a todas. Algunas terminaron en manos de científicos y, en el caso más sonado, una de ellas había sido llevada a un hospital.
Nora insistió en que ella debería encargarse de esa gema, ya que, según Connie, su madre era la encargada de supervisar el caso de un "humano" con una rara enfermedad. Si algo le ocurría a ese paciente, la doctora Maheswaran sería quien cargaría con las consecuencias.
La rulosa subió las escaleras corriendo, casi tropezándose de la prisa. Al entrar a su habitación, lo primero que vio fue a Connie... ¿acurrucada en su cama?, mientras susurraba su nombre entre pequeñas risitas. Su cama estaba toda desordenada y tenía su ropa por todas partes.
—C-Connie... —dijo Nora, con una sonrisa divertida.
Connie dio un brinco y se giró, solo para ver a su novia en la puerta. ¿En qué momento había llegado Nora? ¿Y cuánto había visto? El calor de la vergüenza subió hasta sus orejas.
—¡N-Nora! T-tu papá dijo que tardarías en llegar —balbuceó Connie, sintiendo cómo su cara ardía como un semáforo en rojo.
Nora soltó una pequeña risa y, con un tono juguetón, preguntó —¿Estabas oliendo mi sábana? No sabía que la señorita Maheswaran tenía su lado travieso...—
—¡Por favor, olvida eso! O mejor... ¡Olvida que existo! —respondió Connie, cubriéndose la cara con las manos.
—Jaja, mi vida, no te avergüences, fue hasta tierno... Aunque la que debería disculparse soy yo —añadió Nora, rodeándola con un abrazo reconfortante— Cuando mi papá me avisó, corrí para intentar ordenar el cuarto, pero ya ves...—
Después de calmarse, Connie le ofreció a Nora ayudarle a ordenar un poco. Mientras organizaban, Connie se topó con el bikini que le trajo recuerdos, y, con un leve sonrojo, lo guardó rápidamente. Una vez todo estuvo más o menos en su lugar, solo quedaba llevar la ropa a la lavadora.
Con el trabajo hecho, Nora decidió ir a nadar un poco —Amor, ¿te acuerdas de ese paciente raro que está bajo el cuidado de tu mamá? Pues... si algo le pasara, hipotéticamente por supuesto, ¿qué tan malo sería?— dijo mientras caminaba.
Connie soltó una risita mientras caminaban hacia la playa —Jaja, bueno, si algo le pasa, sería una gran pérdida para la ciencia médica, pero a partir de pasado mañana, la responsabilidad pasaría al hospital central de Ciudad Imperio—
—Jeje, perfecto —respondió Nora, con una sonrisa traviesa— ¡Bueno, vamos a nadar! ¡El último en llegar es un huevo podrido!—
Las chicas lo pasaron genial en la playa. Al regresar, Greg ya las esperaba con la cena lista. Como era viernes, decidieron hacer una pijamada en la cama de Nora mientras veían la nueva película de "La espada solitaria".
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—¡Ja! Lo sabía, era obvio que el conserje era el villano — dijo Connie, levantándose entusiasmada —Ojalá pudiera pelear así— añadió, moviendo su mano como si blandiera una espada invisible.
Nora observó cómo Connie imitaba los movimientos con esa chispa en los ojos. "Vaya, realmente quiere aprender... Sí, creo que ya es el momento", pensó.
—Bueno, si realmente te interesa— dijo Nora, con una sonrisa —Conozco a alguien que podría enseñarte—
Al día siguiente, Nora llevó a Connie al templo. Al llegar, conectaron con la habitación de Perla, quien estaba ocupada organizando meticulosamente sus espadas. Al notar su presencia, Perla bajó de la cascada, sorprendida.
—Buenos días, Ro... Nora— corrigió con una ligera vacilación —¿Qué tal, Connie?—
—Buenos días, mi querida Perla— respondió Nora.
—Buenos días, señora Perla— añadió Connie, con algo de nervios.
—Perla— dijo Nora ya más seria —Me gustaría que le enseñaras a Connie los movimientos básicos con la espada—
—¿Que le enseñe a usar la espada? —Perla arqueó una ceja— No estoy muy segura, Nora. Tú eres un hibrido gema, tu cuerpo aúnque humano es óptimo para el combate. Pero... Connie es cien porciento humana, es... Puro carne y hueso... demasiado frágil para la disciplina de entrenamiento gema, lo mejor es que tú... Amiguita, disfrute de su pasifica vida humana —
—Primero que nada, Connie es mi novia— respondió Nora con firmeza —Y segundo, confío completamente en que ella puede aprender las lecciones básicas. Enséñale a bloquear y atacar, te sorprenderá lo que puede hacer—
Perla lanzó una mirada rápida a Connie, quien se mantenía firme —Nora... Aunque así sea, ella es muy joven para enfrentarse al arte de la espada. Si algo le llegará a pasar... —añadió Perla, esbozando una sonrisa casi imperceptible, oculta tras una capa de supuesta preocupación.
Connie, sintiendo el peso de la conversación, dio un paso al frente —D-Disculpe, no sé si es correcto que lo diga, pero... me encantaría que me enseñara a usar la espada. Por favor, no es un capricho. Enserio estoy interesada en aprender y planeo esforsarme al maximo—
Perla la miró de arriba abajo, tratando de encontrar algún rastro de duda en su ser —Dime, Connie, ¿por qué tanto interés? Los humanos, en mi experiencia, suelen evitar las peleas. ¿Por qué querrías involucrarte en algo tan peligroso?—
Connie tomó aire, determinada —Quiero pelear por mi hogar. La Tierra es donde nací, donde están las personas que amo. No puedo quedarme de brazos cruzados mientras todo lo que conozco está en peligro... y quiero pelear por Nora —exclamo, con la voz más firme que antes.
— No quiero ser una carga para ella. Quiero estar a su lado, luchar junto a ella, y.... s-si es necesario, protegerla— dijo Connie con un ligero sonrojo —Puede que sea solo una humana, pero sé que puedo hacerlo—
Nora sintió que su corazón daba un vuelco. "Dios mío, la amo", pensó, luchando por no derretirse ante la pasión de Connie.
Perla, sin embargo, miró a Connie en silencio. Había algo en esa determinación que le recordaba a sí misma, a cuando luchaba por Rose. El amor, la devoción incondicional, la voluntad de enfrentarse a cualquier peligro... Todo por proteger a quien amaba, sin importar las probabilidades.
" Bueno, ya que Rose se volvió a encariñar con un humano, supongo que al menos podemos darle utilidad", pensó Perla ligeramente incómoda.
—Está bien, Connie. Te enseñaré a usar la espada —dijo finalmente Perla, girándose hacia la puerta—. Vengan, las llevaré a la Arena Celestial —añadió, activando el portal con un movimiento preciso.
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—Escucha bien —empezó Perla con firmeza— Esto no es un juego, es algo muy serio—
—Sí, señora —respondió Connie con determinación.
—Perfecto. Recuerda...—
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[Perla]
Por ella lo harás,
nunca te rendiras ,
valiente y audaz
Confía en ti y lo lograras
Mantén tu postura
Mantén tu cuerpo abajo
Y tu acercamiento
Debes equilibrar
Pie derecho, pie izquierdo
Vamos mucho más rápido
Si vas en retroceso
Tus ojos siempre en mí
.
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Así, al compás de una melodía que resonaba en la arena, Connie pasó el día aprendiendo las técnicas básicas de bloqueo y ataque. Al principio, todo iba bien, pero de repente, Perla decidió aumentar la intensidad enviando a su holograma. Nora, que observaba de cerca, estaba a punto de intervenir, pero la agilidad de Connie la hizo retroceder. A pesar de algunos tropiezos, las lecciones habían concluido por hoy.
—Muy bien, Connie. Debo admitir que tienes potencial para ser una gran espadachina— dijo Perla con una sonrisa leve —Ahora que la persecución de gemas corruptas se ha detenido, podré darte clases regularmente—
Connie respiraba agitadamente, luchando por recuperar el aliento.
—¿De verdad? ¡Gracias, señora Perla! Estoy libre todos los fines de semana y...—
—Tranquila, tranquila —la interrumpió Nora suavemente, sosteniéndola por la espalda —Amor, ¿por qué no descansamos un poco primero? Yo me encargaré de todo lo demás. Vamos, siéntate en las gradas—
—Jeje... ¿me viste? —preguntó Connie, intentando sentarse, aunque aún sentía un dolor en la pierna.
—Estuviste increíble, mi valiente guerrera —respondió Nora con ternura, besando su mejilla —Voy a hablar con Perla sobre tus clases. Espérame aquí, amor —dijo, alejándose mientras dejaba a Connie sonrojada y agotada.
Nora se dirigió a Perla. Había algo que no le agradaba en la actitud de la gema. A diferencia de la Perla que conocía en el pasado, esta versión parecía más dura con Connie, casi como si algo en ella le molestara.
—Perla, sé que ves el potencial de Connie, y que ella es capaz de enfrentar grandes desafíos. Pero, como dijiste, Connie es joven, humana, y no está acostumbrada a la batalla. Solo te pido que no seas tan dura con ella, por favor—
Perla ladeó la cabeza ligeramente y sonrió apenas.
—No te preocupes, Rose. Me encargaré de formarla como una guerrera, pero también tendré en cuenta lo que dices—
Esa respuesta tranquilizó un poco a Nora, quien regresó con Connie y la llevó a casa. Decidieron acostarse temprano, ya que Connie estaba ansiosa por las lecciones del día siguiente, algo que Nora encontró adorable, aunque todavía sentía cierta incomodidad por lo que había presenciado. Tras una ducha rápida, ambas se acostaron.
—Connie... Sé que quieres aprender a usar la espada, pero por favor, no te sobre exijas —le pidió Nora, mirándola con preocupación.
—Nora, yo...—
—Prométeme que lo tomarás con calma. No quiero que te lastimes. Por favor, prométemelo—
—Lo prometo — susurró Connie, entrelazando su mano con la de Nora.
El día siguiente transcurrió con normalidad. Connie volvió a la Arena Celestial, acompañada por Nora. Esta vez, Perla parecía más calmada, lo cual relajó a Nora, aunque una ligera inquietud permanecía en el fondo de su mente. La semana siguiente, Connie regresó nuevamente, habiendo convencido a sus padres de que estaba tomando lecciones de "kendo" con una tutora particular. Su madre al principio se opuso rotundamente, pero tras hablar con Perla, acordaron que esto solo ayudaría a mejorar su destreza en el tenis.
Los días pasaron y pronto había pasado un mes desde que Connie comenzó su entrenamiento. Ahora, Nora estaba sentada en las gradas, observando una simulación de batalla entre Connie y un holograma. La habilidad de Connie con la espada había mejorado drásticamente, algo que sorprendió mucho a Nora. ¿Cuánto potencial tenía Connie para manejar una espada? A Nora le había tomado casi dos meses llegar a ese nivel.
[Perla]
En la batalla
Cuando todo sea un caos
Y no haya nada solo lo que sientes
Estrategia y tu espada
Solo piensa como vivirán
Cuando la guerra al fin se termine
Solo por ella vencer
Es como vas a triunfar
.
.
Aunque se alegraba por el progreso de su novia, algo no dejaba de molestar a Nora. Había una sensación persistente de que algo andaba mal... pero, ¿por qué?, Observando más de cerca la batalla, en un momento de la pelea Connie dejo caer su capa que la cubría y fue ahí donde Nora notó algo que la alarmó: las heridas de Connie. La semana pasada, solo tenía vendajes en el antebrazo, pero ahora... le cubrían casi todo el brazo.
"Esto no está bien", pensó Nora mientras descendía de las gradas con preocupación.
[Perla]
Nada saben
De tu gran ventaja
Cuando vives por alguien
Morirías por él
.
.
—¡Suficiente! —gritó Nora, interrumpiendo la batalla.
—¿Nora? —preguntó Connie, sorprendida.
—¿Pasa algo, Rose?— preguntó Perla con frialdad.
Nora no respondió. Su mirada seria estaba fija en Connie mientras se acercaba. Connie se tensó ante la expresión de su novia. Antes de que pudiera decir algo, Nora la tomó del brazo y levantó su polo, revelando que toda la parte superior de su cuerpo estaba cubierta de vendajes.
—N-Nora, ¿qué estás haciendo?— exclamó Connie, alarmada.
—Explícame ahora mismo, ¿por qué tienes muchas más heridas que la semana pasada? —preguntó Nora con una frialdad que hizo temblar a Connie.
—Y-yo...—
—Me prometiste que lo tomarías con calma— dijo Nora, apretando su agarre.
—Y-yo lo hice por ti, Nora... quiero ser capaz de...—
Nora no la dejó terminar. Soltó su brazo suavemente y se dirigió hacia Perla, quien observaba en silencio, sin intervenir.
—Por favor... no te molestes conmigo —suplicó Connie, sintiendo cómo sus piernas flaqueaban.
Sin voltear a verla, Nora respondió con una voz cortante —No estoy molesta contigo... estoy decepcionada de ti , nunca debí dejarte hacer esto—
Esas palabras golpearon a Connie con más fuerza que cualquier ataque. Sentía su pecho hundirse, ¿dónde estaba la Nora cariñosa que conocía? ¿Valió la pena esforzarse tanto? Sin poder controlarlo, las lágrimas comenzaron a llenar sus ojos mientras su respiración se volvía irregular.
Nora se plantó frente a Perla, su mirada de enojo lo decía todo —Perla, ¿me puedes explicar por qué Connie tiene el doble de heridas que la semana pasada? —preguntó arrastrando las palabras con creciente frustración.
Perla la miró con indiferencia y respondió con un tono calmado, casi frío .
—Mmm... digamos que es la representación de su progreso—
Nora apretó los puños —¿Progreso? —replicó, con su tono subiendo —¿Por qué tiene más heridas? Te dije claramente que tuvieras cuidado con ella, se nota de lejos que está más agotada que de costumbre—
Perla hizo un gesto despectivo, sin perder la compostura.
—Por favor, Rose. Connie está bien. Su progreso ha sido notorio y... bueno, la mayoría de los humanos pueden pasar unos días sin dormir. Yo misma he presenciado como...—
—¿Qué? —Nora giró la cabeza abruptamente hacia Connie, quien ahora estaba temblando visiblemente— ¿Qué te ha hecho?— preguntó Nora con una voz tan fría que hizo que Connie retrocediera.
—N-no, Nora... yo... —tartamudeó Connie, sin poder encontrar las palabras para explicarse.
Flashback:
Esa misma noche, Connie había regresado a casa. Sus padres ya había vuelto después de que el paciente fuera trasladado a Ciudad Imperio, y la esperaban con una cena tranquila. Mientras hablaban, Connie les contó sobre su fin de semana: la tarde en la playa, la pijamada, y mencionó de pasada las pequeñas clases de "kendo" que le estaba enseñando la cuidadora de Nora.
—¿Kendo? —preguntó su madre, frunciendo el ceño.
—Sí, solo algunas lecciones básicas, nada serio —respondió Connie, esperanzada.
Pero su madre se opuso de inmediato, diciendo que no era necesario que Connie tomara ese tipo de clases, mientras su padre sugería que tal vez podían revisarlo en otra ocasión. Connie, triste, le contó a Nora que sus padres no la dejarían continuar. Aunque Nora sintió una ligera tristeza, también sintió un extraño alivio interior, y transmitió la noticia a Perla.
Lo que no esperaba era que Perla tomara el asunto en sus propias manos. A la mañana siguiente, fue personalmente a la casa de los Maheswaran para hablar con los padres de Connie. Después de una larga conversación, lograron llegar a un acuerdo, aunque con condiciones estrictas.
Aquella noche, Connie se fue a la cama entusiasmada por la idea de seguir entrenando, o al menos eso creía. Justo cuando estaba por quedarse dormida, escuchó un leve golpeteo en su ventana. Al asomarse, vio a Perla afuera.
—¿S-señora Perla? —susurró, abriendo la ventana— ¿Qué está haciendo aquí?
Perla de un elegante salto llegó hasta la ventana de Connie.
—Buenas noches, Connie. He venido para llevarte a tu entrenamiento—
Connie frunció el ceño, aún más confundida.
—Pero... se supone que mi entrenamiento es los fines de semana... ¿no?—
Perla soltó una pequeña risa—Eso era lo planeado. Pero he estado pensando, y he llegado a la conclusión de que podríamos acelerar tu progreso. Si entrenamos por las noches, podrías dedicar los fines de semana únicamente a batallas simuladas. Así avanzarías mucho más rápido—
Connie dio un paso atrás —Yo... tengo clases mañana temprano. No sé si sería buena idea desvelarme entrenando... —dijo, bajando la mirada algo triste.
Perla entornó los ojos, y su sonrisa se desvaneció en un gesto de desaprobación.
—Ya veo... —dijo, dejando que el silencio se hiciera incómodo —Tal vez me equivoqué al pensar que estabas realmente comprometida. Es una pena... Nora tiene grandes expectativas para ti. Ella cree que eres especial, que puedes ser alguien extraordinaria, pero... supongo que esas expectativas no durarán mucho si no muestras la dedicación necesaria—
El estómago de Connie se retorció. Las palabras de Perla resonaron como un eco de inseguridad. No podía decepcionar a Nora... no después de todo lo que habían compartido, no cuando Nora creía tanto en ella.
—¡E-espera!, yo...— Connie tragó saliva, sintiendo una presión en el pecho —Creo que, si son solo unas horas, no pasaría nada. Puedo hacerlo...—
Perla sonrió de nuevo, pero esta vez, había un brillo de triunfo en sus ojos.
—Así me gusta, Connie. Sabía que no me equivocaba contigo. Entrenaremos todas las noches, excepto los viernes. Y durante los fines de semana, demostrarás lo que has aprendido en las batallas simuladas —dijo, acercándose más y tendiéndole la mano para sacarla por la ventana —Vamos, tu destino no va a esperarte—
Fin del Flashback
—N-no, Nora... yo... —Connie tartamudeaba, incapaz de encontrar las palabras, mientras su cuerpo temblaba ligeramente.
Perla, de pie a un lado, se cruzó de brazos, completamente despreocupada.
—Bueno, sí... hemos estado haciendo algunas sesiones nocturnas de entrenamiento, pero no es para tanto. Ya verás, en un par de años, estará a la altura de... —comenzó a explicar Perla, pero Nora no pudo contenerse más.
—¿¡Qué demonios te pasa, Perla!? —interrumpió Nora, su voz temblando con una mezcla de rabia y preocupación— ¡No puedo creer que hayas hecho esto a mis espaldas! ¿Te has puesto a pensar en cómo todo esto está afectando a Connie?—
Perla rodó los ojos, visiblemente molesta, y murmuró entre dientes.
—Connie esto, Connie aquello... — dijo, con desdén en su tono —Ya te dije que está bien. Si acepté entrenarla en primer lugar fue para que, algún día, pueda protegerte, Rose—
—¿Protegerme?— Nora dio un paso adelante, su mirada fija en Perla— ¿Y qué pasará si termina herida, o peor? ¡Ella no es una gema, Perla! ¡Es humana!—
Perla frunció el ceño, su frustración crecia con cada palabra de Nora.
—¿Y qué importa eso? —espetó, con un tono cargado de resentimiento —Lo único que importa es que tú estés a salvo. ¡Eres lo único que importa! Yo luché por ti, arriesgué todo por ti, hasta el punto de casi ser destruida. ¡Lo haría otra vez sin dudarlo!—
—¡Pero ya no estamos en tiempos de guerra, Perla! —gritó Nora —¡Tienes que aceptarlo! Yo ya no soy esa persona... ya no soy Rose Cuarzo—
Perla soltó una amarga carcajada, sus ojos llenos de una mezcla de dolor y rabia.
—Eso no es cierto —dijo, su voz quebrándose— Sigues siendo Rose. Siempre serás Rose, y al igual que hace quince años... has vuelto a elegir a un humano por encima de mí— Las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas —¡Lo único que puedo hacer ahora es entrenarla para que sirva de algo! Para que pueda protegerte, como yo lo hice... porque eso es lo único que me queda, Rose. ¡Eso es lo único que sé hacer!—
Nora la miró, sorprendida por la intensidad de sus palabras. Había una herida profunda en Perla que no se había dado cuenta de lo grande que era, pero no pudo dejar de sentir una amarga punzada.
—De haber sabido que harías esto, nunca te habría contado quién soy realmente —dijo Nora, su voz baja, llena de una amargura que la sorprendió a sí misma.
Connie, que había permanecido en silencio todo este tiempo, se sentía cada vez más pequeña. Las palabras de ambas la golpeaban como martillos, y una presión insoportable se acumulaba en su pecho. Sintiendo que no podía aguantar más, dio un paso hacia atrás, sus ojos llenos de lágrimas, y sin pensarlo dos veces, se dio media vuelta y salió corriendo hacia el portal.
—¡Connie! —gritó Nora al verla huir, cortando la discusión de forma brusca.
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El cuerpo de Nora reaccionó antes de que pudiera pensar, y salió corriendo tras Connie, dejando a Perla sola en la arena, temblando de ira y tristeza. Sus pies apenas tocaban el suelo mientras se apresuraba, con el corazón palpitando por la preocupación. Al llegar a las escaleras, vio a Connie encogida en posición fetal, llorando desconsoladamente mientras su cuerpo temblaba de angustia.
— Connie... yo... lo siento —susurró Nora, sintiendo su propia voz quebrarse.
— ¡No! —interrumpió Connie, con lágrimas aún cayendo por sus mejillas— Si alguien tiene que disculparse, esa soy yo... Lo lamento tanto, es solo que... es... —Su voz se cortó, un nudo en la garganta la sofocaba.
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Nora se sentó a su lado, con cuidado, sin apartar la mirada de su novia. Tomó la mano de Connie con delicadeza, y susurró: —Soy una pésima novia... debí haberme dado cuenta antes de que estabas bajo tanta presión—
—N-no, tú no hiciste nada malo... yo... fui yo... —contestó Connie, entre sollozos, sintiéndose cada vez más vulnerable.
—Connie... —Nora la miró con suavidad —mírame—
Connie dudó, con la vista nublada por las lágrimas, pero lentamente alzó la mirada hasta encontrarse con los ojos cálidos de Nora. Esos ojos que siempre la habían hecho sentir segura, amada.
—Eres muy importante para mí —continuó Nora, con la voz cargada de amor—Estas lecciones de esgrima no solo eran para que pudieras defenderte... quería que lucharas a mi lado, como mi igual. Porque... eres tan valiosa para mí como yo lo soy para ti—
Nora levantó una mano y acarició suavemente la mejilla raspada de Connie. Con el pulgar, secó las lágrimas que seguían cayendo.
—No tienes idea de lo que estaría dispuesta a hacer por ti... en serio te amo, Connie. Por eso me preocupo tanto por ti—
Connie, aún temblando, sostuvo la mano de Nora en su mejilla, disfrutando del calor esta —No sé qué haría sin ti —dijo en voz baja, pero con una sonrisa tímida asomando en medio de las lágrimas.
Nora, sin pensarlo más, acortó la distancia entre ellas y la besó suavemente. Connie, aún llorando, aceptó el beso con todo su ser. Era un beso tierno y sincero, cargado de todos los sentimientos que habían mantenido reprimidos. El sabor del amor y el consuelo entremezclados en el gesto. Sin embargo, el beso pronto comenzó a cambiar cuando Connie sintió la lengua de Nora adentrándose más, con una ligera corriente eléctrica recorriendo su cuerpo, provocando un pequeño sobre salto por parte de Connie.
Cuando Nora se separó, un delicado hilo de saliva las mantenía conectadas por un breve instante.
—Ya está... con eso bastará —dijo Nora suavemente, sus ojos fijos en los de Connie.
Connie parpadeó, aún aturdida, su rostro sonrojado. —¿Qué...? —murmuró, sin entender del todo lo que acababa de pasar.
—Tus heridas —respondió Nora, con una pequeña sonrisa traviesa— Ya las he curado. La mejor forma de transmitir mi poder es con contacto interno—
Connie, todavía procesando lo que había escuchado, sonrió tímidamente. Pero luego, entre murmullos, añadió —Y-yo... creo que aún me duele un poco el cuerpo... tal vez... si... —Sus palabras se desvanecieron mientras se acercaba lentamente a Nora.
Nora rió suavemente, pero en su mirada había una chispa de comprensión y deseo. Se inclinó de nuevo hacia Connie, dispuesta a "curarla" ... de todas las maneras posibles.
Después de una intensa sesión de besos, poco a poco comenzaron a hablar de cosas más triviales. Pero Connie, con una expresión pensativa, de repente recordó algo que le había estado rondando en la cabeza desde hacía tiempo.
—Mmm... Nora. Hay algo que me causa cierta curiosidad... y-y está bien si no quieres responder —dijo Connie, mordisqueando su labio inferior, como si tratara de armarse de valor.
Nora alzó una ceja, divertida. —Dime, amor. ¿Qué es lo que tienes en mente?—
—Bueno... desde que empezamos con las lecciones de esgrima, Perla no ha dejado de llamarte Rose. Y, por lo que sé, ese es el nombre de tu madre... ¿a qué se debe eso? —Connie ladeó la cabeza, claramente intrigada.
Nora desvió la mirada, soltando una pequeña risa nerviosa. —B-bueno, verás... —suspiró, sabiendo que había llegado el momento de contarle la verdad—. Quería contarte esto en otro momento, pero ya que preguntas...—
Así, Nora comenzó a desvelar su pasado, narrando cómo, en otra vida, fue Rose Cuarzo. Le contó sobre la guerra, sobre la profunda conexión que compartía con Perla, y cómo ese amor había moldeado gran parte de lo que Perla era hoy. Intentó, sin excusar, explicar el motivo detrás de las acciones de Perla, cegadas por el amor inmenso que sentía por Rose. Y también compartió algunas anécdotas de su vida como Rose, con una mezcla de nostalgia y ligera incomodidad.
—Y... eso es lo que pasó —concluyó Nora, algo nerviosa al notar que Connie estaba en silencio, con la mirada perdida en el horizonte —¿Connie?—
Connie parpadeó varias veces, como si intentara procesar todo lo que acababa de escuchar. Luego, lentamente, se volvió hacia Nora —E-entonces... —empezó a decir, aún asimilando la información— hace un rato... no solo estaba besando apasionadamente a mi novia, sino también... ¿a su madre?—
Nora abrió la boca para responder, pero soltó una carcajada ante lo ridículo que sonaba aquello en voz alta —Mmm... básicamente —dijo, entre risas, mientras observaba cómo las mejillas de Connie se ponían rojas de inmediato— Por favor dime que no desperté ningún fetiche...—
—¡¿Q-qué?! ¡No!— exclamó Connie, cubriéndose el rostro con las manos, claramente avergonzada —Es solo que... es un poco difícil de asimilar... ¡eso es todo!—
Las dos rieron juntas, en poco tiempo el ambiente de tensión se disipó en el aire. Pero ninguna de las dos se dio cuenta de que alguien había estado escuchando desde las sombras. Perla, quien había oído casi toda la conversación, comenzó a descender lentamente las escaleras, sus pasos pesados y su mirada apagada. Nora fue la primera en percatarse de su presencia, y esperó en silencio, intuyendo que Perla tenía algo que decir.
—Yo... les debo una disculpa a ambas —comenzó Perla, con la voz quebrada pero sin mirarlas directamente— Lo... lamento mucho—
Connie y Nora intercambiaron una mirada, sorprendidas por el tono de Perla. Lentamente, Perla se sentó cerca de ellas, con los hombros caídos, sin esa usual postura orgullosa que siempre llevaba.
—Lamento haber causado todo este caos... —continuó Perla, su voz ahora más suave— Durante la guerra, me enorgullecía de sacrificarme por Rose. Yo vivía, luchaba y estaba dispuesta a morir por ella. Para mí, Rose lo era todo. Pero... obligarte a hacer lo mismo fue un error. Un gran error—
Perla se detuvo un momento, buscando las palabras correctas —No creo que seas una inútil, Connie. Es solo que... —suspiró, mordiéndose el labio inferior— aún tengo mucho que procesar—
Connie, aún sintiendo el peso de todo lo que había pasado, se tomó un momento antes de hablar —Yo también —dijo, con una voz más baja— Tengo mucho en qué pensar, y con todo lo que a pasado e dejado un poco de lado el colegio... necesito enfocarme en mis estudios. Así que... creo que dejaré esto de la esgrima por ahora—
El silencio cayó entre ellas por unos segundos. Perla asintió lentamente, claramente afectada por la decisión, pero sabiendo que no podía forzarla.
—Lo entiendo —dijo finalmente con su mirada fija en el suelo.
Nora, sintiendo que era mejor dejar que el tiempo curara las heridas, se levantó, extendiendo la mano hacia Connie —Será mejor que nos vayamos —dijo con suavidad.
Connie tomó la mano de Nora, y las dos se levantaron juntas. Mientras se alejaban, Perla las observó en silencio, sabiendo que aún tenía mucho que reflexionar... pero, por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez, solo tal vez, las cosas podrían cambiar para bien.
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Autor: No es de sorprender que Connie no pudiera dormir esa noche. Descubrir que su novia también es, en cierto modo, su suegra es algo que la dejó más que confundida. Tras pasar por sueños algo... incómodos, decidió que lo mejor era concentrarse en sus estudios hasta que la madrugada la venciera.
Autor: Y con esto cerramos el episodio. Sé que el tono fue algo agridulce, pero todo es necesario para lo que vendrá en los próximos capítulos. ¡Espero que lo hayan disfrutado! El siguiente episodio sera de mis favoritos, se viene enfrentamiento con la suegra.
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