C5 : Comenso con muchos cumpleaños y termino con ....

Los días se deslizaban uno tras otro, y la vida de Nora se volvía cada vez más estresante. Pasaba más tiempo en la escuela que con las gemas, y ya había perdido la noción de los episodios de la serie. A veces, los sucesos no eran causados por Steven, simplemente ocurrían, como la llegada repentina de los robots de Peridot. Esto tenía a Nora preocupada.

Un día, al regresar del colegio, vio algo inusual; Amatista saltaba del primer piso hacia su ventana, cargando varias cosas en las manos, incluida la basura. Intrigada y molesta, Nora se acercó rápidamente.

—¡Amatista, ¿qué estás haciendo?! —reclamó, con una mezcla de asombro e irritación.

—¿Qué? ¡Tú me dijiste que me sintiera como en casa! —respondió Amatista con un encogimiento de hombros.

—Sí, pero eso no significa que puedas meter tu basura en mi cuarto —replicó Nora, cruzando los brazos con impaciencia.

Entró a la casa, aún molesta. Su padre la saludó y, con una sonrisa incómoda, comentó —Lo intenté, pero Amatista es... bueno, Amatista—

Nora lo tranquilizó con un gesto antes de subir a su habitación. Al abrir la puerta, encontró a Amatista apilando cosas en un rincón, aplastando todo para hacer más espacio.

—¿Me explicas qué está pasando aquí? —preguntó, sorprendida y aún más irritada.

—Tranquila, es temporal. Perla y Garnet están limpiando, como hacen cada siglo, pero esta vez me niego a tirar mis cosas. Son mías, ¡y no tienen derecho a deshacerse de ellas! —gritó Amatista, frustrada.

Nora suspiró, tratando de mantener la calma—Amatista, para empezar, ¿no habíamos hablado ya sobre lo de acumular cosas? Te guste o no, hay objetos que guardas y que ya no sirven. Entiendo que les tengas cariño, pero tienes que aprender a priorizar —dijo mientras movía la basura que estaba sobre su escritorio.

—¡Todo me sirve! Mira esto —Amatista levantó un burrito envuelto en papel grasiento—. ¡Es un burrito de atún de agua mexicana, todavía está bien!

—¿Agua mexicana? Espera... ¿No se supone que ese lugar cerró hace años? —dijo Nora, entrecerrando los ojos.

"¡Ay no, ya sé en qué episodio estamos!"

—¡Y todavía sirve! —insistió Amatista mientras abría el burrito.

—¡Amatista, no! —gritó Nora, pero ya era tarde.

El hedor del burrito fermentado llenó la habitación, haciéndola casi irrespirable. Amatista, sin perder tiempo se lo comió de un solo bocado... y luego todo se torció. La indigestión llegó en segundos, y con ella, un vómito que se esparció por todo el cuarto.

Nora, tapándose la nariz y visiblemente exhausta, murmuró —Sabes qué... mejor vamos con las chicas—

Al llegar al cuarto de Amatista, Nora se encontró con Garnet y Perla, quienes estaban rodeadas de grandes montones de basura. Entre los objetos dispersos, algo llamó la atención de Nora; un cuadro donde se veía a las tres gemas junto a su madre.
.

.
—Wow, ¿de verdad han vivido durante tantos años? —preguntó Nora, impresionada mientras sostenía el cuadro.

—Así es, milenios —respondió Garnet— Es curioso lo rápido que pintaba ese hombre... incluso cuando nos atacaban tiburones—

—¡Ese Da Vinci era un loco! —intervino Amatista, riéndose— Siempre le gustaba vivir al límite. Recuerdo cuando inventó ese tornillo aéreo, o algo así. ¡Se rompió los dos brazos cuando lo probamos desde un acantilado! —dijo, soltando una carcajada.

Nora parpadeó incrédula —Espera, ¿este cuadro lo pintó Leonardo Da Vinci? —preguntó, asombrada.

—Así es, el joven Leonardo— respondió Perla, con una sonrisa melancólica —Me pregunto qué habrá sido de él—

—Vaya... de verdad han vivido mucho tiempo —musitó Nora mientras dejaba el cuadro a un lado, con la intención de volver por él luego— Me imagino que después de tantos siglos, celebrar sus cumpleaños ya no tiene mucho sentido. Pero... si alguna vez quisieran celebrarlo conmigo, están más que invitadas —añadió con una sonrisa.

La mente de Nora divagó por un momento. No podía ni  imaginar lo que sería vivir tanto tiempo. La idea de la inmortalidad la aterraba. Ver nacer y morir a las personas que amas, cargar con la soledad eterna... era algo que nunca querría experimentar.

Garnet, Perla y Amatista notaron el cambio en su expresión. Sin decir una palabra, las tres se acercaron y envolvieron a Nora en un abrazo cálido y reconfortante.

—Gracias por el gesto, Nora —dijo Garnet, con voz suave— Y claro que celebraremos tu cumpleaños.

Pasaron dos días desde que limpiaron la habitación de Amatista. Aunque usaron magia, les tomó ese tiempo deshacerse de toda la basura. Al salir del colegio, Nora decidió comprar unas papas fritas. Mientras caminaba por la plaza, vio a un chico delgado con grandes aros en las orejas. Parecía desesperado por llamar la atención, pero trataba de actuar despreocupado, posando frente a la pizzería. Al girar la vista, reconoció de inmediato a un grupo de chicos. Al instante, supo en qué episodio estaba.

"Jamás me ha interesado hablar con Lars. No es que me sea de mucha utilidad, ni siquiera como pirata espacial. Pero bueno, veamos qué puedo hacer aquí".

—Oye, ¿qué estás haciendo? —preguntó Nora, acercándose.

—Cállate, niña. Estoy ocupado —respondió Lars, sin mirarla.

—¿Ocupado webeando? —replicó Nora con sarcasmo.

—¿Qué? ¡No! Ah... ¿Ves esos tipos ahí dentro? —dijo Lars, señalando a un grupo en la pizzería— Son los chicos más geniales de Ciudad Playa. No arruines mis chances con ellos—

—¿Es tan importante para ti lo que ellos piensen? —cuestionó Nora, con una ceja levantada.

—¡Por supuesto! No lo entenderías, tú no eres como ellos. Hazme un favor, ve a jugar a otro lado —espetó Lars, con desdén.

Nora se preguntó de nuevo si valía la pena intervenir, pero decidió dejarlo pasar. Entró a la pizzería, donde fue recibida con un fuerte abrazo de Kiki y Jenny Coffee, quienes estaban ahí.
.

.
Lars no tenía idea de que Nora conocía muy bien a las gemelas Coffee. Había trabajado en varios lugares, incluyendo la pizzería, donde ayudaba con la limpieza y repartía pedidos junto a Jenny. En más de una ocasión había salido con el grupo, por lo que prácticamente era parte de ellos.

Jenny le comentó a Nora que estaban planeando salir a dar una vuelta con los chicos. Nora sugirió que fueran al pequeño lago en la colina, ya que tenía algo que hacer por allí, y la idea les encantó. Al salir, Nora decidió apiadarse de Lars y lo invitó a unirse. Los chicos cool no se opusieron.

Mientras avanzaban en el auto, Nora le pidió a Jenny un favor—A ver si entendí... —dijo Crema Agria desde el asiento trasero— ¿Quieres que recojamos rocas y madera para hacer un camino... para un musgo mágico hasta la cima de la montaña?—

—Eso es lo más estúpido que he escuchado —bufó Lars.

—¡Oye! Si Nora dice que llevamos musgo mágico, ¡llevaremos musgo mágico! —exclamó Jenny, acelerando con entusiasmo.

El día comenzaba a despedirse cuando el musgo floreció ante los ojos de todos. Habían pasado toda la tarde trabajando, pero el esfuerzo valió la pena al ver la hermosa escena que se desplegaba ante ellos. El momento fue mágico, incluso para Lars, quien después de todo, se disculpó con Nora por haberla tratado mal.
.

.
Las lecciones de Nora continuaron al día siguiente. Esta vez, Perla y las otras Gemas de Cristal la llevaron a unas antiguas ruinas flotantes. Según Perla, el manejo de la espada era fundamental para Nora, ya que, al ser su arma un escudo, necesitaría un arma externa para defenderse.
.

.
—Y por eso, el uso de la espada es indispensable para ti —dijo Perla mientras creaba un holograma de sí misma —Ahora haré los movimientos básicos. Observa con atención, porque luego los realizarás tú—

" Que bueno que practique con antelación"

—Presta atención, Nora; defiende, defiende, ataca —repetía Perla mientras se movía al compás del holograma, esto se repitió por dies minutos.

"Esto es aburridísimo... Ya entiendo por qué Steven se cansaba tan rápido".

—Entiendo, Perla. Pero, ¿no podríamos hacer algo un poco más complejo?— preguntó Nora con un suspiro.

—Sé que puede parecer tedioso, Nora, pero los pasos básicos son importantes. Domina esto y pasaremos al siguiente nivel. Si haces todo correctamente, comenzaremos con las lecciones de batalla en cuatro meses —dijo Perla mientras bloqueaba los ataques de su holograma.

—¿¡Cuatro meses!? Pero... No es necesario. Yo puedo...—

—Nora, presta atención. Si no, tendré que repetir todo otra vez —le advirtió Perla con firmeza.

"Cuatro meses... No tengo tanto tiempo. Jasper llegará pronto, solo tengo un par de meses. He practicado algo de esgrima para acelerar esto".

—Por favor, déjame probarlo. Solo dame la espada, te lo demostraré —insistió Nora, acercándose.

—Mantén tu distancia, Nora. No sirve de nada correr si aún no sabes caminar. Lo básico es muy importante para...— intento explicar Pero fue interrumpida.

—¡Perla, en serio! Solo confía en mí y déjame demostrarlo —dijo Nora, cada vez más frustrada.

A lo lejos, Amatista y Garnet observaban la escena.

—¿No crees que deberíamos...? —empezó a decir Amatista.

—No, Amatista. Esto es necesario para ambas —respondió Garnet.

De vuelta con Nora y Perla, la tensión seguía aumentando. Nora sentía que Perla no le daba la oportunidad que merecía.

"¿Porque me trata tan diferente a como lo haría con Steven?"

—¡Te estoy diciendo que no, Nora! ¿Por qué insistes tanto en ponerte en peligro? —gritó Perla, visiblemente alterada.

—¡Puedo cuidarme sola! ¡No soy una damisela en apuros! —exclamó Nora, con el ceño fruncido.

—¡No, no puedes! Eres mitad humana. ¡Déjame protegerte de...! —
.

.
"Mierda... Ok, ok, tranquila. Solo será pufeada... Ya sabes que no le pasará nada. ¡Ni se te ocurra!... No llores, no llores, no llores"

—Oh... oh... Vaya, descuida, Nora. Yo estaré bien, solo... —dijo Perla, justo antes de explotar.
.

.
Ante los ojos de Nora, el cuerpo de Perla se desvaneció en una nube de humo, dejando su gema caer al suelo con un suave tintineo. Sin perder tiempo, Nora corrió hacia ella y la recogió con manos temblorosas, llevándola a su pecho.

—Y-yo... Yo... No —susurraba Nora, su voz quebrada mientras las lágrimas comenzaban a brotar— ¡Maldita sea, ella está bien! Q-qué te pasa...—

—¡Nora! —gritó Amatista, corriendo hacia ella—. Tranquila, todo estará bien —dijo, tomando la mano de Nora.

—¿Q-qué le pasó? ¿P-perla estará bien? —preguntó Nora, intentando sonar convencida, aunque realmente en el fondo un sentimiento de miedo florecia, a pesar de saber lo que ocurriría.

—A veces, cuando sufrimos un golpe muy fuerte, nuestros cuerpos desaparecen y nuestras mentes regresan a nuestras gemas —explicó Garnet, con calma.

—Eso suena... doloroso —susurró Nora, más tranquila— Creo que solo queda esperar a que regrese—

—Sí, dale tiempo —respondió Garnet con una sonrisa.

Dos semanas pasaron, y Nora empezaba a extrañar las lecciones y los pequeños gestos de Perla. Tras hablar con las gemas, decidió llevar la gema de Perla a su casa para cuidarla hasta que emergiera. El último día, la gema comenzó a brillar y, de repente, el cuerpo físico de Perla reapareció, con un nuevo y elegante traje. Sin pensarlo, Nora se lanzó sobre ella, abrazándola con fuerza.

—¡Lo siento mucho, Perla! No debí distraerte cuando estabas usando la espada. Y-yo...—

—Tranquila, Nora. Estoy bien. Nada de esto fue tu culpa —dijo Perla, devolviéndole el abrazo— Te aprecio mucho y me asusta perderte, por eso intento protegerte tanto. Pero a veces olvido lo valiente y fuerte que eres—

Perla la miró con ternura y continuó —De ahora en adelante, te escucharé. Si sientes que puedes manejar las cosas, estaré ahí para apoyarte—

Estos últimos días habían sido agotadores para Nora, tanto física como mentalmente. Según sus cálculos, aún faltaba una semana para que las cosas se pusieran intensas en su realidad, así que decidió relajarse. Despejó su agenda y organizó una salida al cine con Connie, para compensar la cita anterior que había sido... un tanto accidentada. Faltaban solo dos minutos para su encuentro cuando Nora la vio, sentada en un banco, mirando a todos lados y revisando su reloj. La escena le pareció adorable.

—Buenas tardes, bella dama —dijo Nora con una sonrisa juguetona.

—N-Nora... —respondió Connie, levantándose rápidamente y ajustándose el vestido con un leve sonrojo.

—Te ves hermosa hoy—

—Mm... gracias— dijo Connie, bajando la mirada —Tú también te ves muy linda—

—Vamos— dijo Nora, comenzando a caminar —Ya que la última cita fue... algo agitada, esta vez quiero llevarte a una tranquila tarde de cine—

—Ya te dije que me gustó la cita anterior. Además, por lo que me has contado, algo extraño y mágico te sucede casi a diario.

—De verdad lo siento —dijo Nora, un poco apenada.

—No, no, no me entiendes. Es eso lo que me encanta de ti. Tu vida es muy interesante. Espero que algo increíble pase hoy—

—Si te tengo a mi lado, el día será más que increíble —dijo Nora, acercándosele con una sonrisa.

Connie intentó desviar la atención, mirando el reloj nuevamente —B-bueno, ¿y cómo iremos al cine? Está algo lejos y la función empieza pronto—

—Tú tranquila, mi caramelo de leche, yo me encargo de eso —respondió Nora, provocando una risa nerviosa en Connie.

Después de caminar por unos minutos, llegaron a la parte trasera de la casa de Nora. Al ver lo que les esperaba, Connie sintió que su corazón dejaba de latir. Frente a ella estaba un gran felino que, de un solo bocado, podría haberla devorado. Nora, acariciándolo con total tranquilidad, le extendió la mano.

—Esto... es lo suficientemente increíble para ti? —preguntó Nora, divertida.

Connie dudó por un segundo, pero finalmente aceptó la mano de Nora. Lentamente, acarició al león, sintiendo que su corazón volvía a latir más rápido —Definitivamente, estar contigo es una sorpresa tras otra.

Nora subió al león primero, luego hizo que Connie se sentara frente a ella. Para que se sintiera más segura, la abrazó por la cintura, gesto que hizo que Connie se sonrojara intensamente, pero no se apartó. Ambas se quedaron quietas por un momento, sus rostros tomando un tono carmesí.

—Te tengo, Connie. Así no te caerás —dijo Nora, tratando de sonar confiada.

—C-confío en ti, Nora —respondió Connie, más avergonzada que nunca.

Con un suave toque, el león comenzó a moverse, y pronto corrió con fuerza. Connie, sorprendida por la velocidad, se agarró aún más al felino. Sin embargo, cuando Nora intento calmarla dijo algo de lo que se arrepentiria,"Aún nos falta entrenar un poco su obediencia...". Antes de que pudiera reaccionar, el león se detuvo bruscamente y, con un rugido, creó un portal que atravesaron sin previo aviso, llevándolas al interior de lo que parecía ser una montaña.
.

.
—Wow... Nora, ¿dónde estamos? —preguntó Connie, recuperando el aliento tras haber gritado todo el trayecto.

"¡Yo y mi bocota! Bueno, haré lo mismo que en la serie y con suerte llegaremos a tiempo para la película."

—Me suena familiar... Creo que es la armería de Rose Cuarzo. No deberíamos estar aquí—

—¡Genial! Definitivamente, tu vida es mejor que la mía —dijo Connie, con una sonrisa de admiración.

—No digas eso. A veces me gustaría no estar en peligro de muerte tan seguido y simplemente disfrutar de un día tranquilo... Pero bueno, ya se hace tarde. Deberíamos irnos. Aquí solo hay armas, armaduras, un centavo gigante y... un robot de entrenamiento—

—¿Un robot de entrenamiento? No peleo, pero me encantaría verlo —dijo Connie, emocionada.

Con un suspiro, Nora se preparó mentalmente —Está bien. Es mejor activarlo ahora para que no cause problemas después. Pero... mantente detrás de mí en todo momento, ¿entendido?—

—Por supuesto— exclamó Connie, con los ojos brillando de emoción.

Nora se adelantó al centro de la sala y activó la plataforma. Colocó su mano en el panel central y, tras varios intentos, logró invocar al robot de entrenamiento.
.

.
No perdió tiempo y, con su escudo en mano, comenzó a atacar con fuerza. Cada golpe retumbaba mientras se protegía de las esferas elementales que el robot lanzaba. Como si del Capitán América se tratara, lanzaba su escudo una y otra vez, hasta que finalmente el robot descendió, vulnerable, listo para el golpe final.

Connie, quien había estado observando todo desde la distancia, estaba impresionada por la agilidad y fuerza de Nora. Sin embargo, al ver al robot en su último aliento, algo en su interior la impulsó a acercarse.

—Oye, Nora... sé que me dijiste que me quedara lejos, pero... ¿crees que podría darle el último golpe? Creo que puedo hacerlo —dijo Connie, un poco nerviosa pero decidida.

Nora la miró por un momento, evaluando la situación. Finalmente, una sonrisa suave apareció en su rostro.

—Mmm... está bien. Considéralo un regalo por nuestra cita. Pero ten cuidado, por favor —respondió, entregándole su escudo con delicadeza.

Connie lo tomó con ambas manos, sintiendo su peso lo cual la sorprendió, ya que parecía mucho más ligera de lo que era realmente. Retrocedió unos pasos para tomar impulso, respiró profundamente y corrió hacia el robot. Con todas sus fuerzas, le dio el golpe final, desmantelando al gigante metálico. La adrenalina corría por sus venas mientras veía cómo las piezas del robot caían al suelo, proclamando su victoria.

—Eso fue... —dijo, respirando agitadamente— increíble —concluyó, mientras sus manos temblaban ligeramente por el impacto.

El león, que había estado dormido durante la batalla, se despertó, y Nora lo montó para dirigirlo hacia el cine. Sin embargo, en el último momento, cambió de idea. Había otro lugar, mucho más especial a esta hora, y sería el refugio perfecto para relajarse después de tanta acción. Una vez que Connie subió detrás de ella, el león atravesó un portal y las llevó directamente al pie de la majestuosa torre de la Diosa Lunar.
.

.
Connie, al verla, se quedó completamente sin palabras. La estructura era impresionante, con una arquitectura etérea que parecía de otro mundo. Nora no pudo evitar sonreír al ver la expresión de asombro en el rostro de Connie.

—Y... ¿qué te parece? —preguntó, divertida.

Connie seguía mirando boquiabierta, sin poder pronunciar palabra.

—Looo, tomaré  como que te gustó— dijo Nora entre risas, extendiéndole la mano —Vamos, subamos a la cima—

A diferencia de la vez anterior, subir hasta la punta de la torre fue mucho más sencillo. Todo estaba restaurado, y el lugar ahora parecía una lujosa estructura con vistas espectaculares. El sonido relajante del agua cayendo los acompañaba mientras ascendían, y al llegar a la cima, el panorama era increíble. Las estrellas brillaban con una intensidad especial, y la luna, enorme y radiante, colgaba en el cielo.

Nora se detuvo, contemplando el paisaje junto a Connie —Sé que nuestra cita se arruinó... otra vez. Pero al menos te puedo mostrar este hermoso lugar, ¿no?—

Connie la miró con una mezcla de ternura y asombro. —Yo... tú... vaya— dijo, todavía maravillada por el paisaje— Dices constantemente que la cita se arruinó, pero... Nora, te puedo asegurar que esto es más de lo que podría pedir—

Nora suspiró, desviando la mirada hacia el horizonte—No lo sé. Siento que arruino nuestras salidas. Me gustaría poder llevarte a comer un helado sin que un monstruo gema nos ataque, o llevarte al cine sin tener que pelear contra un robot mágico— Hizo una pausa, apretando los labios —Solo quiero darte una salida normal, pero no puedo... por mi tonta gema y mi lado mágico—

De repente, la voz de Connie se tornó seria, algo que sorprendió a Nora —¿Puedes dejar de decir tonterías?, enserio, ya es irritante—

—¿Q-qué? —preguntó Nora, confundida.

—Nora, prefiero mil veces pasar mi tarde explorando una cueva mágica y misteriosa que tener una cita normal— dijo Connie, acercándose un poco más —Solo mira este lugar... ¿De verdad crees que elegiría el cine antes que esto?— continuó con una sonrisa.

Nora soltó una pequeña risa, aliviada. —Jejeje, tienes razón. Lo siento...—

Las dos se sentaron en silencio, bajo el cielo estrellado, mientras la brisa marina acariciaba sus rostros. Connie hablaba con entusiasmo sobre sus clases y los libros que le encantaba leer, mientras Nora le contaba sobre sus recientes aventuras y la vez que casi se le detuvo el corazón cuando Perla se "pufeó".

—¡Rayos! ¿Está bien? —preguntó Connie preocupada.

—No te preocupes, las gemas no pueden salir realmente lastimadas. Si su cuerpo físico se daña, solo regresan a su gema y se regeneran, como si nada —respondió Nora con una sonrisa, tratando de restarle importancia. Pero algo la inquietó, y de pronto la miró a los ojos— Oye, Connie… ¿Por qué quisiste dar el golpe final al robot antes?

Connie se ruborizó de inmediato —Ah, bueno… No te rías, pero… al verte luchar de esa manera, sentí que yo también podía hacerlo. Es decir… creo que te admiro mucho y... por un instante, me gustaría ser como tú —dijo, bajando la mirada con timidez.

Nora se rió suavemente —Connie, aún no sabes lo peligroso que es el mundo de las gemas. Si lo supieras… probablemente no querrías estar en mi lugar —dijo con un tono más serio, pensando en los acontecimientos futuros.

—Tal vez tengas razón… pero aun así, quiero conocerte más. Me has mostrado un mundo que sé que nadie más podría enseñarme… tu mundo. Todo lo que está relacionado contigo me parece… hermoso. Tú eres hermosa y... yo… te aprecio tanto —balbuceó Connie, luchando por no perder el control de sus emociones, con sus mejillas enrojecidas.

Nora sintió su corazón acelerarse con cada palabra que Connie pronunciaba —Cuando estábamos bajo el mar, en la burbuja… cuando dijiste que querías que me quedara contigo, me sentí tan feliz. Pensé que, finalmente, tendría una amiga… pero ahora… creo que te quiero de otra manera —dijo Connie con su voz temblando, mientras sus dedos se deslizaban hacia los de Nora.

—Connie, yo… yo también te quiero mucho. Lo supe desde el momento en que te vi en mi burbuja. Pasar tiempo contigo ha sido una de las mejores experiencias que me ha pasado y... me encantaría que fueran muchas más —dijo, y con un suspiro nervioso, se armó de valor— Hay algo que quiero preguntarte, pero... tengo miedo de apresurarme… —dijo, desviando la mirada. Pero cuando Nora volteó hacia ella, vio a Connie de rodillas, con una pequeña caja en las manos.

—Nora Universe, ¿te gustaría ser mi novia? —preguntó con voz temblorosa mientras abría la caja, revelando un collar con una estrella en el centro— Sé que no nos conocemos tanto, y esto puede parecer apresurado, pero… me harías muy feliz si aceptaras. O… al menos, si lo consideras —continuó Connie, cada vez más nerviosa. Su pierna temblaba y podía sentir su corazón latiendo con fuerza.

Nora soltó una pequeña risa, sorprendida pero emocionada —Vaya, eres más rápida de lo que pensé, Maeshwaran —dijo con una sonrisa traviesa— Claro que me gustaría comprometerme contigo —expreso mientras tomaba las manos de Connie y cerraba la cajita con delicadeza— Nos tomará tiempo, pero cuando todo termine… me encantaría ser tu novia —dijo, bajando la voz en un susurro mientras se acercaba cada ves más a ella— ¿Me ayudarías a ponerme el collar?

Connie, aunque emocionada, estaba tan nerviosa que le costaba abrochar el collar correctamente, lo que provocó algunas risas entre ambas. Finalmente, lo logró. Después, se acurrucaron juntas, mirando el cielo estrellado, dejando que el tiempo pasara en esa tranquila noche.

Cuando llegó la hora de irse, Nora le pidió a León que las llevara a la plaza, y desde allí, acompañó a Connie hasta la puerta de su casa.

" No te preocupes Steven, yo la llevaré a la luna por ti "

Los días pasaban, pero Nora no podía dejar de pensar en esa noche mágica bajo la luna. Cada vez que lo recordaba, su rostro se encendía como una antorcha, y sin poder evitarlo, se tapaba la cara, soltando pequeños gritos de vergüenza. Este comportamiento no pasó desapercibido para las Crystal Gems, que la observaban con curiosidad mientras intentaba concentrarse en sus lecciones recientes. Incluso cuando los Coffe vinieron a la fiesta que organizaron en la playa, notaron el cambio.

—Y entonces, le dije: “¡Vaya, eres más rápida de lo que pensé, Maeshwaran!” —exclamó Nora, recordando el momento con las manos cubriéndose el rostro— ¡Me moría de vergüenza!

Jenie le dio una palmada en la espalda entre risas —Lo manejaste como una campeona, chica—

—Ay, eso fue tan romántico... —suspiró Nikki con una sonrisa soñadora— Te envidio, Nora—

El corazón de Nora ahora latía con más fuerza cada vez que pensaba en Connie. Se prometió a sí misma que no solo tenía que protegerla, sino también entrenarla para que algún día pudiera ser lo suficientemente fuerte como para ir a misiones sola. Mientras meditaba sobre cómo mejorar, sintió que su gema comenzaba a brillar, llamando su atención.

"¿No activé nada...? A menos que... No. El cuarto de Rose. Lo siento, pero no pienso caer en esa trampa mental. No le sirvió a Steven, mucho menos me servirá a mí."

Una noche, Nora decidió que volvería a la cueva de entrenamiento, cuando estaba a punto de buscar a León. Sin embargo, las Crystal Gems aparecieron inesperadamente en su casa. Le dijeron que tenían una misión especial: habían encontrado una antigua torre de comunicación que necesitaban demoler. Nora aceptó con entusiasmo, corrió a su dormitorio para alistar sus cosas, y rápidamente se unió a las gemas.
.

.
Al llegar al lugar, quedó impresionada por la estructura. Momentos después, Garnet y Amatista decidieron fusionarse para hacer el trabajo más rápido. Nora, aunque sabía lo que venía, intentó apartar la vista. El baile de fusión de estás dos le resultaba, un poco... llamativo. Sin embargo, por más que lo intentara, no pudo evitar espiar.

"Voy a fingir que no vi eso... ¡Demonios!" pensó, sonrojándose.

La enorme fusión, Sugalite, comenzó a destruir la torre sin cuidado alguno, riendo de forma que casi parecía malévola.
.

.
A medida que las piedras volaban por todas partes, Nora empezó a sentirse incómoda. Perla, preocupada por la situación, decidió apartarla del lugar, temiendo que fuera peligroso quedarse cerca.

De vuelta en el templo, Perla estaba visiblemente nerviosa, algo que no pasó desapercibido para Nora.

—¿Te encuentras bien? Sugalite lo hará bien, pronto estarán de vuelta. No te preocupes —dijo Nora, intentando calmarla con una sonrisa.

Perla suspiró, aún inquieta —Sé que harán el trabajo... pero lo que me preocupa es la personalidad de Sugalite. Puede llegar a ser muy terca y... temo no poder separarlas antes de que tome el control por completo—

Nora se acercó a ella —En ese caso, yo misma me enfrentaré a Sugalite y la obligaré a desfusionarse. No permitiré que sigas sintiéndote así —dijo con determinación.

Perla levantó la vista, sorprendida por las palabras de Nora —Gracias por los ánimos, Nora... Te quiero —dijo, su voz más tranquila.

—Y yo a ti, mi Perla —respondió Nora con suavidad.

—¿Q-qué dijiste? —exclamó Perla, sonrojándose levemente.

—¿No te gusta que te llame así? —preguntó Nora, fingiendo inocencia, aunque una sonrisa traviesa se asomaba en sus labios.

—N-no es eso... solo que... —Perla se detuvo, resignada— No importa. Llámame como te sientas a gusto —le dijo con una sonrisa.

Al día siguiente, un temblor sacudió Ciudad Playa. Nora, sabiendo lo que significaba, corrió hacia el templo. Allí encontró a Perla temblando de miedo mientras una enorme gema de fusión se acercaba a ellas. No se habían separado, lo que solo podía significar una cosa, Sugalite tenía el control.

—¡Perla, mírame! Podemos hacerlo... ¿¡Confías en mí!? —gritó Nora, tratando de darle valor.

El corazón de Perla latió con fuerza. Apretando los puños, invocó su lanza y se preparó para la batalla.

—Hagámoslo —dijo, ya más calmada.

La pelea fue larga e intensa. Nora se lastimó el brazo en el proceso, pero finalmente lograron herir lo suficiente a Sugalite para forzar la desfusión, devolviendo a Garnet y Amatista a su estado normal. Ambas gemas estaban agotadas, incapaces de moverse tras el esfuerzo de la fusión.

———————————————

Autor: Este episodio fue uno de mis favoritos, especialmente por la cita entre Nora y Connie. Sé que puede verse cursi, pero la escena realmente lo pedía. Espero que hayan disfrutado tanto como yo al escribirlo. ¡Estoy emocionado por el próximo capítulo! Será uno de los más largos que he escrito hasta ahora, y no puedo esperar a compartirlo con ustedes. No olviden también apoyar al creador original. ¡Un beso y un abrazo!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top