C11 : Bajo la lluvia y Demasiado lejos
Nora había tenido un día agotador. Al llegar a casa, se dio un largo baño y se dejó caer en la cama, lista para dormir profundamente. O al menos, ese era el plan. No había pasado ni media hora cuando sintió algo frío y metálico rodeando su boca y sus brazos. Nora abrió los ojos con pánico, pero al ver de quién se trataba, sus hombros se relajaron, decidiendo cooperar sin resistirse.
Una figura verde con partes robóticas la estaba arrastrando a la fuerza. Antes de que pudiera procesarlo del todo, La prota se encontró encapsulada en una especie de prisión de energía. La figura la llevó hasta el portal del templo, llevándola al centro de portales intergalácticos.
—¡Muy bien, humano, cuarzo o lo que seas!— gruñó la gema verde, mientras formaba un láser en su mano, amenazante —Arregla este portal ahora mismo, o tú y tu insignificante especie dejarán de existir. ¡Sé que reparaste a Lápiz Lazuli! ¡Usa tus poderes y repara esto!—
Nora miró a la gema, apenas conteniendo una sonrisa a pesar de la situación. Respiró hondo y, manteniendo la calma, le habló con voz suave.
—Peridot, ¿por qué no te calmas un poco? Lamento decepcionarte, pero aunque quisiera, no puedo ayudarte con eso— Hizo una pausa, asegurándose de que la gema la escuchara —Solo puedo curar gemas… no tecnología ni portales—
Los ojos de Peridot se abrieron de golpe, y el láser en su mano se desvaneció lentamente. Dio unos pasos atrás, su rostro cambiando de enfado a pánico absoluto.
—¿Q-qué? Jajaja… No, jajaja…— comenzó a reír de manera nerviosa, que rápidamente se transformó en un llanto desesperado —¡Estoy perdida, completamente acabada! Tú eras mi última esperanza, ¡la única solución!—
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Nora sintió una punzada de compasión al ver a Peridot golpearse la cabeza con sus brazos robóticos, sumida en la desesperación.
—¿Esperanza?— preguntó Nora, inclinándose hacia ella —¿Para qué?—
Peridot levantó la mirada, con los ojos llenos de lágrimas.
—El Cluster…— murmuró, temblando —Es un desastre, un error gigantesco. Si no vuelvo, todo se irá a la basura. ¡No puedes entender lo que está en juego!—
Nora se acercó despacio y, con voz suave le dijo—Escucha, mi misión es ayudar a todos los que lo necesiten. Y, sinceramente, creo que tú necesitas ayuda más de lo que quieres admitir—
—¡Si no puedes arreglar ese portal… entonces no me sirves de nada! —exclamó Peridot, su rostro transformado por la rabia y la impotencia.
Nora la miró con una ceja levantada.
—Bueno, señorita, eso fue increíblemente descortés —dijo, cruzándose de brazos.
Peridot dejó caer los hombros, derrotada, y entre sollozos, se desplomó en el suelo, abrazándose a sí misma.
—No… no necesito tu ayuda. Por favor, solo… vete—
Nora se arrodilló frente a ella y colocó una mano en su hombro robótico.
—Peridot, sé que las cosas se ven mal en este momento, pero podemos encontrar una solución— Le extendió la mano con una sonrisa tranquila —Vamos, acompáñame a mi casa. O “base”, como tú la llamas. Y no te preocupes por las otras Crystal Gems; estarán fuera por un tiempo. Nadie va a molestarte—
Peridot dudó un momento, mirando la mano extendida. Apretó los dientes y sacudió la cabeza.
—No lo entiendes. Nosotros vamos a... — Se detuvo abruptamente, y una idea cruzó su mente como un rayo de esperanza. "Un segundo… si ellas tienen tecnología de portales… tal vez haya uno en su base, un portal intergaláctico…O mejor aún, un comunicador, si lo modifico podre hacer un llamado de emergencia al planeta madre"
Con esa posibilidad en mente, Peridot alzó la vista y aceptó la mano de Nora.
—No sé qué espero lograr con esto, pero… ya no tengo nada que perder—
Mientras caminaban en silencio, Peridot miraba a Nora de reojo. Aunque su expresión seguía siendo recelosa, había un brillo de curiosidad en sus ojos.
—¿Por qué haces esto? No tienes ninguna razón para ayudarme—
Nora mantuvo su paso tranquilo, sin voltear a mirarla.
—Porque todos merecen una segunda oportunidad—respondió con seguridad —Y porque creo que hay algo bueno en ti, aunque tú misma no lo veas todavía—
Peridot frunció el ceño, sin saber si sentirse ofendida o intrigada. Bufó por lo bajo y siguió caminando detrás de ella.
El viaje hasta la casa de Nora fue silencioso, pero lleno de tensión. Al llegar a la parte trasera de la casa, Nora tomó a Peridot sin previo aviso, cargándola como una princesa para meterla por una ventana.
—¡¿Qué estás haciendo?! ¡Bájame ahora mismo!—protestó Peridot, pataleando y agitando los brazos con fuerza.
—¡Shhh! No hagas ruido o nos descubrirán— susurró Nora mientras luchaba por mantener el equilibrio.
Después de un breve forcejeo que casi las hace caer, Nora finalmente logró meter a Peridot en su habitación sin causar demasiado alboroto.
—¡Aleja tus sucias glándulas sensoriales tácticas de mí!— gritó Peridot, sacudiéndose como si Nora la hubiera contaminado.
—Oye, tranquila. Solo estaba intentando ayudarte—respondió Nora, levantando las manos en señal de paz.
Peridot, todavía molesta, miró a su alrededor con curiosidad.
—¿Dónde estoy exactamente?— preguntó, tratando de no parecer impresionada.
—Esta es mi habitación— dijo Nora, cerrando la ventana —Puedes quedarte aquí por ahora. Presiento que tenemos mucho de qué hablar, pero por el momento… necesitas un descanso—
—¿Descanso? ¿¡Descanso!?— repitió Peridot, incrédula —¿Te das cuenta de que el planeta podría explotar en pedazos en cualquier momento? ¡¿Y tú me hablas de descansar?!—
—Tranquila, créeme, todavía tenemos tiempo—aseguró Nora mientras se dirigía a la puerta —Saldré un momento. Siéntete como en casa—
Peridot cruzó los brazos, enfurruñada —Adelante, vete. Ve a reportarme con tus superiores, cosechen mi gema… no me importa. Nada importa ya—
Su voz, cargada de desesperación, se apagó mientras se hacía bolita en el suelo, rodeándose con sus propios brazos. Nora suspiró al verla así, pero decidió no presionarla.
—Volveré pronto— dijo antes de salir de la habitación.
Nora se dirigió al templo, donde las demás gemas ya la esperaban.
—Entonces, ¿solo debemos ir y pufearla?— preguntó Amatista, encogiéndose de hombros.
—No lo digas así, Amatista— respondió Perla con desaprobación —Necesitamos un plan bien estructurado para evitar cualquier intento de fuga por parte de Peridot—
Perla se volvió hacia Garnet, buscando su apoyo —¿T-tú qué opinas, Garnet?—
La líder permaneció en silencio por un momento antes de dirigir su atención a Amatista ignorando completamente a Perla, al parecer aún habían secuelas de la discucion anterior.
—Nora nos la entregó en bandeja de plata. Esta vez, asegúrate de atraparla— dijo Garnet con voz áspera.
—Sí, mi líder— dijo Amatista con una mezcla de pereza y diversión, haciendo un saludo burlón.
—Ustedes siempre pensando con los puños, ¿por qué mejor no me lo dejan a mi ?—
Tras un breve intercambio, todas estuvieron de acuerdo en que Nora sería la encargada de negociar con Peridot, al menos por el momento.
—Pero antes de nada, necesito que me devuelvan la parte robótica que le quitaron— pidió Nora.
Las gemas se miraron entre sí. Aunque Garnet no dijo nada, su expresión dejó claro que estaba de acuerdo. Finalmente, Perla suspiró.
—Muy bien, pero asegúrate de tener mucho cuidado—
Una vez que todo estuvo listo, Nora partió hacia su casa. Subió a su cuarto de un salto, entrando ágilmente por la ventana. Sin embargo, lo que encontró al llegar la dejó boquiabierta.
—¿Pero qué demonios…?— exclamó, deteniéndose en seco al ver el desastre.
Su habitación estaba irreconocible. Su alarma, su televisor y hasta su laptop estaban completamente desarmados, reducidos a piezas esparcidas por el suelo. En medio del caos, Peridot gruñía mientras revolvía las partes, claramente frustrada.
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—¡Basura, simplemente basura!— exclamaba la gema con desesperación, inspeccionando una placa de circuito como si fuera algo inútil —Esta tecnología es completamente arcaica. ¿¡Cómo se supone que construya un comunicador con esto!?—
Nora cerró los ojos y respiró profundamente, intentando calmarse antes de hablar.
—Está bien, Peridot… ¿qué te parece si hablamos ahora?—
Peridot, sin siquiera levantar la vista, agitó una mano con impaciencia.
—No es momento de hablar, necesitamos…—
—¿No te gustaría recuperar una de tus partes robóticas?— interrumpió Nora con una sonrisa, levantando una ceja.
La actitud de Peridot cambió al instante.
—¿M-mi parte robótica? ¿De verdad?— preguntó, bajando el tono y poniéndose notablemente más sumisa.
—Sí, pero primero... ¿no tienes algo que decirme sobre todo este desastre?— preguntó Nora, señalando los restos de sus cosas.
Peridot cruzó los brazos y miró hacia otro lado, como si estuviera considerando si responder o no. Finalmente, suspiró.
—Hmmm… no, no creo que tenga nada que decir. Pero, bien, te diré lo que sé. Aunque antes respóndeme algo, humana—
—Adelante, pregunta— dijo Nora mientras le entregaba su pieza robótica.
Peridot se colocó la pieza con cuidado en su pie —Cuando llegamos a la Tierra, ¿cómo supiste que soy de la segunda era?—
Nora sonrió ante la pregunta —Bueno, tus dedos son artificiales, al igual que tus extremidades. Eso indica que fuiste creada después de que las gemas originales dejaron de ser producidas en masa. Aquí en la Tierra tenemos un término similar para los objetos de segunda generación—
—Entiendo... tiene sentido— admitió Peridot, con una leve inclinación de cabeza. Luego de unos segundos de silencio, añadió —Cumpliste tu parte del trato. Ahora me toca a mí—
Peridot comenzó a explicarle a Nora todo sobre el Clúster; su origen, sus propiedades y sus funciones. Nora escuchaba con atención, aunque a veces Peridot usaba términos demasiado complejos para explicar cosas simples, lo que hacía que la conversación se volviera algo tediosa.
Para aliviar la tensión, Nora comenzó a contarle cosas sobre la Tierra y las batallas que se habían librado en el planeta. Aunque Peridot insistía en que esa información era irrelevante, parecía disfrutar la conversación. Para ella, que solía limitarse a grabar reportes sin interactuar con nadie, hablar con Nora era un cambio inesperado, pero agradable.
Con el paso de los días, Peridot comenzó a abrirse más. Nora descubrió que, a pesar de su actitud sarcástica, la gema tenía un lado sorprendentemente inocente que encontraba adorable.
Una noche, mientras Nora preparaba la cena, una tormenta azotó Ciudad Playa. Los truenos retumbaban con fuerza, sacudiendo las ventanas de la casa. De repente, se escucharon golpes y tropiezos provenientes del segundo piso. Nora levantó la vista justo a tiempo para ver a Peridot bajando las escaleras corriendo a toda la velocidad que sus partes robóticas le permitieron, con una expresión de puro pánico.
—¡Llegó la hora! ¡El cielo se caaae! ¡El planeta está comenzando a colapsar! ¡Todo se acabó, vamos a morir!— gritó Peridot, lanzándose hacia Nora con lágrimas en los ojos.
Nora apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la pequeña gema de casi dos metros se arrojara a sus brazos.
—Tranquila, cariño, todo está bien. Solo son truenos, nada más— dijo Nora con calma, acariciando suavemente la cabeza y las mejillas de Peridot — ¿Recuerdas lo que te conté sobre el clima en este planeta?—
Peridot, todavía temblando, trató de explicarlo para calmarse.
—L-los truenos son… s-sonidos provocados por descargas eléctricas entre nubes con electricidad estática que… ¡ah!— gritó de nuevo cuando otro trueno resonó, escondiendo su rostro en el cuello de Nora.
—Exactamente, eso es todo. No hay nada de qué preocuparse— susurró Nora, acarisiandola con cuidado.
La calidez del contacto físico de Nora parecía tener un efecto tranquilizador en Peridot. Aunque al principio no entendía por qué los humanos eran tan táctiles, empezaba a encontrar cierto consuelo en esos gestos.
Con cada caricia y palabra de consuelo, Peridot comenzó a relajarse, aunque sus extremidades robóticas hacían que la posición fuera un poco incómoda. Aun así, para Nora, lo importante era que Peridot se sintiera segura.
—Gracias… supongo— murmuró Peridot, arrodillándose para que se cuerpo modificado se acomodara en los brazos de Nora mientras el sonido de los truenos se iba apagando poco a poco.
—No hay de qué. Aquí estoy para ti, Peri— dijo Nora con una sonrisa, mientras la tormenta continuaba fuera de la casa.
—E-esos truenos son horribles— admitió Peridot, con un temblor evidente en su voz —Si esto es normal aquí en la Tierra, creo que moriré de los nervios antes de que el Clúster emerja—
—Bueno, ¿qué te parece si resolvemos un problema a la vez? No podemos hacer mucho con los truenos, pero sí podemos trabajar en lo del Clúster—
Peridot suspiró antes de asentir con resignación —Está bien... llama a las demás—
Cuando la tormenta se calmó, Nora corrió al templo y reunió a las Crystal Gems. Al principio, Peridot se mostró sin ganas de cooperar, pero Nora se las arregló para mantener el ambiente más relajado. Una vez informadas, las gemas escucharon con atención sobre el inminente peligro; el Planeta Madre había dejado una fusión forzada de gemas enterrada en el centro de la Tierra, y esta podía eclosionar en cualquier momento, causando una catástrofe global.
Nora sugirió trasladar el equipo al granero de la familia en las afueras de la ciudad. Allí tendrían un mejor espacio para trabajar.
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—Vamos, Peri, No es un taller, pero tampoco está mal, ¿no?— comentó Nora con un tono animado mientras ayudaba a descargar herramientas.
—Hmm, supongo que es... aceptable— respondió Peridot, apaticamente.
El grupo trabajaba en el granero, ajustando herramientas y diseñando los primeros esquemas del taladro. Sin embargo, como era de esperarse, no tardaron en surgir las tensiones.
—¡Es obvio que yo debería liderar esta misión! —exclamó Peridot, cruzándose de brazos con una expresión de sería —Después de todo, soy una ingeniera con habilidades superiores en diseño y cálculo—
—¿Habilidades superiores?— replicó Perla, levantando una ceja mientras dejaba cuidadosamente sus herramientas —No me malinterpretes, Peridot, pero ser ingeniera no te convierte automáticamente en la mejor opción—
Peridot dejó escapar una risa burlona.
—¡Por favor! Tú no eres más que un adorno. Tu único propósito ha sido lucir bien para tus amos—
El comentario cayó como una bomba para Perla —¿Un adorno? — dijo, su tono lleno de incredulidad y enfado —Para tu información, pasé años estudiando ingeniería mecánica y diseño estructural. He construido tecnología compleja mucho antes de que tú fueras creada—
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—¿Oh, en serio?— dijo Peridot con una sonrisa arrogante —¿Y por qué nunca he visto algo que demuestre esas “habilidades”? Quizá porque sigues obsesionada con mantener tu imagen perfecta en lugar de ensuciarte las manos con verdadero trabajo. Admitelo, solo eres una Perla, esto está fuera de tu alcance—
—¡Eso es ridículo!— Perla alzó la voz, dando un paso hacia Peridot —¿Crees que esos planes apresurados y tus robots tambaleantes son la cúspide de la ingeniería? ¡No solo soy más que capaz de liderar esta misión, sino que tengo la experiencia y la disciplina que claramente te faltan!—
El ambiente se volvió tenso mientras ambas gemas intercambiaban miradas desafiantes. Amatista, sentada en una esquina con un refresco y un tazón de palomitas, observaba la escena con diversión.
—Vaya, esto se está poniendo interesante— comentó en voz baja a Nora, quien suspiraba mientras masajeaba los costados de su cabeza.
—¡Perfecto! Si eres tan capaz como dices, ¿por qué no lo probamos?— propuso Peridot con un brillo competitivo en los ojos —Hagamos una competencia. El mejor diseño gana y, con ello, el derecho de liderar esta misión—
Perla ajustó su postura y alzó la barbilla
—Muy bien. Si eso es lo que necesitas para aceptar que estoy más que calificada, acepto el reto—
Con el tiempo, las disputas dieron lugar a un peculiar concurso de construcción de robots, y, para sorpresa de todas, Peridot salió victoriosa. Una vez calmados los ánimos, el equipo se enfocó en la misión.
En una expedición a la guardería para recuperar piezas clave, Amatista, Peridot y Nora se enfrentaron a varios desafíos.
—¡Cuidado, Amatista! ¡Ese inyector va directo a tu cabeza!— gritó Nora mientras esquivaban partes metálicas.
—¡Sí, sí, ya lo vi!— respondió Amatista con sarcasmo, para agarrarlo con su latido.
En medio del caos, un comentario accidental de Peridot ofendió a Amatista, creando cierta tensión entre ellas.
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Durante días, el ambiente entre ambas fue incómodo, hasta que Peridot finalmente con ayuda de Nora, reunió el valor para disculparse.
—Lo siento, Amatista. Tal vez mis comentarios no fueron... apropiados. No suelo considerar los sentimientos emocionales de otros seres... Yo... C-considero que eres la mejor gema del lugar y... Bueno, ya sabes, solo quería causarte una buena impresión— admitió, mirando al suelo.
—Está bien, Peri. Lo importante es que lo reconoces —respondió Amatista, dándole un amistoso golpe en el hombro.
Los días pasaron y el equipo progresó enormemente en la construcción del taladro. Una tarde, mientras Nora observaba desde la distancia, vio a Peridot conversando con Garnet.
—¿De que estarán hablando estás dos? —susurró Nora para sí misma.
A lo lejos, Garnet decía algo que tomó desprevenida a Peridot, haciéndola caer al suelo con un leve grito. Entre risas, Nora notó que Peridot intentaba comprender el concepto de fusión, incluso intentando (sin éxito) fusionarse con Garnet.
Al día siguiente, Nora no pudo contener su asombro al ver a Peridot sin sus extremidades robóticas.
—Peri, ¿Qué pasó? Te ves mucho más... mini. No te ofendas, me encanta. Eres adorable así— dijo Nora, con una sonrisa traviesa.
—¡Ugh! Usé mis partes robóticas para reforzar el motor y construir el tablero de control— respondió Peridot, cruzando los brazos con irritación —Me vi forzada a reducirme a esta insignificante forma. ¡Así que, lo mínimo que merezco es todo el crédito por salvar la Tierra!—
Nora se rio suavemente —Lo que tú digas, lindura—
La tarde avanzó entre ajustes y pequeñas explosiones. Las Gemas finalmente se reunieron nuevamente en el granero para discutir los últimos pasos de la operación del taladro. Peridot, ahora sin sus extremidades robóticas, recibía una lluvia de comentarios burlones por parte de Amatista.
—Vaya, Peri, ¿quién lo diría? —dijo Amatista entre risas—¡Pareces una versión miniatura de ti misma! Jajaja, Aunque, siendo honesta, así te ves más adorable—
—¡Deja de reírte de mi tamaño! —exclamó Peridot, claramente irritada —No escogí esto, ¿de acuerdo? Estoy haciendo un sacrificio por el bien de la misión, algo que tú probablemente no entenderías—
—Ya, ya, tranquila, "mini-ingeniera"— bromeó Amatista, haciendo un gesto de paz mientras Nora rodaba los ojos desde el fondo de la sala.
—Chicas, por favor— interrumpió Garnet, su tono firme acallando las risas —Tenemos trabajo que hacer—
Perla se adelantó, marcando algunas cosas en su portapapeles —Muy bien, ya tenemos casi todo listo. Solo nos faltarían las coordenadas precisas y podremos partir—
Sin embargo, Peridot alzó una mano, interrumpiendo
—Me temo que no es tan sencillo como parece—
El silencio cayó sobre el grupo mientras Peridot tomaba un pequeño pizarrón y comenzaba a dibujar diagramas apresurados.
—Cuando instalaba las mejoras en el motor— explicó, señalando las líneas del dibujo —me di cuenta de que la potencia generada es demasiado alta para el conector del taladro auxiliar. Si partimos así como estamos, el taladro derecho se desconectará tras un par de minutos de perforación—
Perla frunció el ceño, cruzándose de brazos.
—¿Y cuál es tu solución?—
—Lo que necesitamos es usar una capa de tungsteno para reforzar las conexiones entre los tubos del taladro auxiliar y el taladro principal —respondió Peridot.
El comentario hizo que Perla soltara un suspiro.
—¿Una capa de tungsteno en toda la tubería? Eso es imposible. No podemos conseguir esa cantidad de material en tan poco tiempo—
—No nesesariamente — respondió Peridot con una sonrisa —Cuando estuvimos en la guardería, noté que los cables de los monitores principales estaban recubiertos de tungsteno. Si recolectamos los suficientes, podríamos fundirlos y crear una capa lo suficientemente gruesa como para evitar la pérdida de conexión—
Perla parecía lista para objetar, pero Garnet habló antes de que pudiera continuar.
—Eso podría funcionar—
—Po-podría, pero requeriría tiempo y precisión para recolectar suficiente material, y asegurarse que realmente sea tungsteno, ademas no estamos seguras de que...— intentó decir Perla, pero Garnet hablo fuerte, interrumpiéndola.
—Haremos lo que dice. Amatista, Perla y yo iremos a recolectar los cables. Peridot, encárgate de preparar todo para compensar las conexiones. Tenemos que neutralizar esta amenaza antes del jueves—
"¿Antes del jueves?" pensó Nora, pero decidió no preguntar en ese momento.
Perla suspiró —Muy bien. Pero si algo sale mal, recordaré y recalcaré que esto fue tu idea, Peridot—
—¡Nada saldrá mal si sigues mis indicaciones al pie de la letra!— respondió Peridot algo molesta.
Cada una de las chicas partió hacia su destino asignado, mientras Nora caminaba hacia el portal que la llevaría de regreso a casa. Al llegar, decidió entrar por la puerta principal, algo inusual en ella, pues solía preferir escabullirse por su ventana. Mientras subía las escaleras, una voz familiar llamó su atención.
Greg hablaba agitadamente por teléfono en la sala de estar. Nora se detuvo para escuchar, aunque trató de no hacer ruido.
—Sí, será este jueves... ¡Sí, perfecto! Muchas gracias, Vidalia, en serio me salvaste. Ah, por cierto, una cosa más... ¿Crees que Crema Agria estaría dispuesto a ser DJ para ese día? ¿Sí? ¿No hay problema? ¡Genial! De verdad, gracias otra vez— Greg colgó el teléfono rápidamente y salió por la puerta principal, sin percatarse de la presencia de Nora.
Con el ceño fruncido, Nora murmuró para sí misma mientras continuaba hacia su habitación:
—¿Este jueves? ¿Qué estará planeando?—
Una vez en su cuarto, cerró la puerta y comenzó a empacar. El viaje a la Luna esaba muy cerca, y quería asegurarse de tener todo lo necesario. Guardó su chaqueta, algunos bocadillos y su cámara digital. "Por si acaso el celular no funciona en el espacio", pensó con una pequeña sonrisa. "Y ya que estaré en la Luna... ¿por qué no tomar algunas fotos?*
Tras asegurarse de que todo estuviera en orden, marcó rápidamente el número de Connie.
—¿En serio?— dijo Connie al otro lado de la línea, emocionada por la noticia del viaje.
—Sí, será increíble. Ya te contaré cómo va todo— Nora se despidió con una sonrisa antes de colgar.
Pero justo cuando estaba a punto de salir de su habitación, algo llamó su atención: el calendario en la pared. Se quedó mirándolo por un momento, y su expresión cambió repentinamente.
—Un momento... El jueves...— murmuró, llevándose una mano a la frente —¡Es mi cumpleaños!—
Dejó caer su mochila al suelo y corrió hacia su escritorio, donde abrió rápidamente su libreta. Pasó las páginas bruscamente, buscando la sección que había escrito sobre la misión del taladro.
—Según la serie, el cumpleaños de Steven ocurre mucho antes de que el taladro esté listo. Pero...—frunció el ceño mientras conectaba las piezas en su mente —El efecto mariposa adelantó las cosas. No burbujear a Peridot me ahorró tiempo, y el hecho de que tuviera sus partes robóticas aceleró la construcción del taladro—
Cerró la libreta de golpe y dejó escapar un suspiro.
—¿Qué tanto cambiará el futuro?—
Tras unos segundos, sacudió la cabeza y guardó la libreta nuevamente.
—No sirve de nada preocuparme ahora. Solo tengo que asegurarme de que todo salga bien. Viendo el lado positivo... al menos no pasaré mi cumpleaños estresada—
Un par de horas después, Nora se encontraba en el granero ayudando a Peridot a preparar los últimos detalles. Cuando las Crystal Gems llegaron con los materiales, todos se pusieron en acción. Garnet los llevó al templo, derritiéndolos en la lava para formar una capa de tungsteno. Peridot dirigió el proceso con precisión, mientras Amatista y Nora trabajaban juntas para aplanar el material con grandes martillos.
Finalmente, tras cortar y ensamblar las piezas, el taladro estaba casi listo para su prueba final.
—Muy bien, los últimos ajustes están hechos— dijo Perla, revisando el taladro mientras anotaba en su portapapeles —Solo faltan las coordenadas y podremos partir—
—Ese será otro problema— respondió Peridot con seriedad —Ese tipo de información solo se encuentra en las bases de la alta alcurnia. Lo bueno es que, en teoría, la Tierra debería tener una de esas bases—
Perla levantó una ceja y señaló hacia el cielo —Oh, la tiene. Pero no está en la Tierra—
—¿Entonces dónde está?— preguntó Amatista, confundida.
—En la Luna— respondió Perla con calma.
Nora, que ya se había colocado su mochila, sonrió con confianza —Perfecto. Entonces, vamos a la Luna. Y antes de que pregunten cómo llegaremos, ya tengo la solución—
Las Gemas la miraron intrigadas, mientras ella se cruzaba de brazos —Confíen en mí, esto será épico—
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Autor: Hasta aquí llega este episodio. Muy pronto traeré la segunda parte del arco del taladro, junto con un capítulo especial para el cumpleaños de Nora. Estoy trabajando en la edición e incluso dibujaré algunas imágenes para darle más dinamismo al episodio del cumpleaños. Puede que me tome algo de tiempo, pero espero que disfruten cómo avanza la historia. ¡Gracias por su apoyo! Les envío un abrazo y un beso.
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