C11.2 : El cumpleaños de Nora
La turbulencia se volvía más intensa con cada minuto que pasaba, haciendo vibrar la máquina de un lado a otro como si fuera a desmoronarse en cualquier momento. Nora apretó los puños contra el asiento, tratando de mantener la calma. Esto solo podía significar una cosa: estaban atravesando la corteza del planeta.
—¿Estamos cerca, verdad?— preguntó Nora, mirando a Peridot, quien se mantenía concentrada en los controles.
—Casi... Solo unos minutos más. Mantente firme—respondió la gema sin apartar la vista de los indicadores.
De repente, la turbulencia se detuvo por completo, dejando un silencio casi ensordecedor. El taladro emergió lentamente, y el material que componía esa capa final resultó ser de un blanco extraño y brillante, algo que desconcertó a Nora.
—¿Qué es esto?— murmuró, inclinándose hacia la ventana para mirar mejor.
Finalmente, con un leve crujido metálico, la máquina atravesó la superficie y se detuvo. Nora esperó a que la compuerta se abriera y, con un salto ágil, salió al exterior. Al aterrizar, sintió cómo sus pies se hundían en algo suave. Miró hacia abajo y frunció el ceño.
—¿Arena?— dijo en voz alta, confundida. Al alzar la vista, su desconcierto creció aún más. Frente a ella, a lo lejos, se alzaba el templo —Espera... ¿Peridot? ¿No se suponía que saldríamos en el granero?—
—Ehm... Ups— respondió Peridot, con una expresión nerviosa mientras bajaba del taladro —Creo que malinterpreté las coordenadas. Pero, ¡mira!— añadió señalando hacia el templo —¡Ahí están las demás!—
Nora siguió la dirección de su dedo y vio a las Crystal Gems acercándose desde la distancia, saludándola con entusiasmo.
—¡Nora!— gritaron las tres al unísono.
Amatista fue la primera en llegar, lanzándose sobre ella con un fuerte abrazo.
—¡Me alegra tanto que estés bien!— dijo con una gran sonrisa.
—¡Vamos, cuéntanos todos los detalles!— exclamó Perla emocionada, casi saltando en su lugar.
—Chicas, no la sofoquen— intervino Garnet, con su típica serenidad, aunque sonreía ligeramente —Vamos al templo, Nora. Queremos escuchar todo sobre tu misión—
—Jejeje, está bien, chicas. Vamos— respondió Nora con una risita, sintiendo cómo la emoción del grupo la contagiaba.
Ya en el templo, Nora comenzó a narrar su aventura, explicándoles cómo había logrado burbujear la geo-arma para evitar que se transformara en su forma física. Las tres la escucharon con atención, haciéndole preguntas aquí y allá.
Después de un rato, Nora sintió que el cansancio comenzaba a pesarle. Decidió despedirse de las Gemas y regresar a su casa. Al entrar por la puerta principal, se encontró con Greg esperándola en la sala.
—¡Hey, Nora!— dijo él, levantándose rápidamente, aunque parecía un poco nervioso —¿Cómo te fue? ¿Todo bien?—
Nora sonrió, sintiendo un calor familiar en el pecho.
—Sí, papá. Fue... intenso, pero todo salió bien—
Se sentó junto a él y le resumió los eventos de la misión, desde la travesía bajo tierra hasta el emocionante final. Después, llamó a Connie para contarle lo ocurrido, y la conversación se alargó un poco más de lo esperado. Finalmente, con un suspiro cansado, Nora decidió que era hora de dormir.
—No sé por qué, pero estoy agotada...— murmuró para sí misma mientras subía las escaleras hacia su habitación.
Al recostarse en su cama, cerró los ojos, permitiéndose finalmente un momento de paz.
Al día siguiente, Nora se despertó temprano, con la intención de preparar el desayuno. Sin embargo, al entrar en la cocina, notó algo extraño: Greg ya estaba ahí, tarareando una canción mientras batía unos huevos.
—¿Papá? ¿Tú, cocinando?— preguntó Nora, cruzándose de brazos y apoyándose en el marco de la puerta.
Greg levantó la mirada y le sonrió, aunque había algo un poco nervioso en su expresión.
—¡Buenos días, Nora! Solo pensé en... eh... darte el día libre, sí, eso. Hoy te toca relajarte— dijo mientras servía la mesa.
—Ajá...— dijo Nora, arqueando una ceja —¿Qué estás tramando?—
Greg se rascó la cabeza, sin responder de inmediato. Luego de comer, Nora intento retomar el tema pero escucharon un fuerte golpe en la puerta que los distrajo.
—¡Toc, toc! ¡¿Qué hay, cumple...? Digo, Nora!—gritó Amatista desde afuera.
Nora abrió la puerta y se encontró con Amatista, luciendo una sonrisa traviesa, y Peridot detrás de ella.
Greg apareció detrás de Nora, tratando de desviar la situación.
—¡Hey, Nora! ¿Por qué no sales un rato con Amatista y Peridot? Yo me encargo de los platos sucios—
Nora lo miró con una mezcla de sospecha y diversión.
"AAAAH... Ya entendí. Este año realmente se están esforzando. Bueno, les seguiré el juego para que se sientan bien ", pensó Nora, conteniendo una sonrisa.
—Bueno, si tú insistes, papá. Te veo más tarde— dijo, mientras agarraba su chaqueta y salía por la puerta.
Mientras caminaban por la ciudad, Nora no pudo evitar notar que Peridot parecía especialmente inquieta.
—¿Todo bien, Peridot?— preguntó Nora.
—Eh... ¡Sí, claro! Solo que tengo una misión importante, pero... es clasificada— respondió Peridot, levantando la barbilla.
— ¿Clasificada?, Me pregunto que será— dijo Nora, rodando los ojos.
—Lo que pasa es que quiero que Peridot vea más de la ciudad. Apenas ha salido del templo, y necesito que se relaje un poco— continuo, Amatista.
—¡Relajarme! Yo no necesito relajarme— replicó Peridot con un tono indignado —Sin embargo, me intriga la idea de explorar más este lugar caótico—
.
.
Cuando llegaron al parque, se encontraron con el Señor Sonrisas, quien rápidamente notó a Peridot y Amatista que intentaban entrar a la montaña rusa.
—Ehm... Lo siento, chicas, pero no puedo dejar que esas dos entren. Normas de seguridad, ya saben—
—¡¿Qué?!— protestó Amatista, cruzándose de brazos.
—Señor Sonrisas, por favor— dijo Nora, adoptando un tono suplicante —Peridot es mi prima lejana. Tiene... una rara condición que hace que su piel sea verde, y... bueno, parece una niña, pero en realidad tiene 24 años—
El Señor Sonrisas levantó una ceja, dudando.
—No sé, Nora...—
—Vamos, usted sabe que soy responsable. Además, trabajé aquí por un tiempo. ¿Qué dice?— añadió con una sonrisa persuasiva.
El hombre suspiró, finalmente cediendo.
—Está bien, pero solo porque confío en ti, pequeña Universe—
El día en el parque fue increíble para las tres. Jugaron en los puestos de tiro al blanco, se subieron a la rueda de la fortuna y comieron demasiadas golosinas, almenos Amatista y Nora lo hicieron.
.
.
Así, el trío continuó con su recorrido por Ciudad Playa. Su segunda parada fue el cine, donde intentaron ver una película. Sin embargo, Peridot no tardó en interrumpir la película con comentarios en voz alta.
—¡¿Por qué están todos sentados en la oscuridad viendo estas imágenes incoherentes?! ¡Además! ¡Si ese humano de traje rojo con espadas es inmortal,¿Por que está bailando en ves de conquistar el planeta?! ¡Esto no tiene sentido!— exclamó, haciendo que varios espectadores se giraran con molestia.
—¡Peridot, cállate!— susurró Nora, roja de vergüenza.
El encargado del cine terminó echándolas del lugar, pero, lejos de molestarse, las tres estallaron en risas mientras caminaban hacia su próxima parada.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, Amatista propuso un último destino.
—Creo que deberíamos terminar el día en... el granero—
Nora la miró con una mezcla de curiosidad y sospecha, pero decidió seguirle el juego.
—¿El granero? Hm... No sé. Tal vez podríamos ir a las luchas. Escuché que el Puma Púrpura tiene un espectáculo esta noche—
—¡¿Q-qué?! ¡No, no querrás ir a eso! Es... muy aburrido, sí. Además, tenemos que instalar a Peridot en su nuevo hogar. ¿Verdad, Peridot?— dijo Amatista, dándole un codazo.
—¿Qué yo qué?— preguntó Peridot, desconcertada, antes de recibir un codazo más fuerte —Oh, sí. Claro, mi... nuevo hogar—
Nora sonrió, tratando de contener una carcajada.
—Está bien, está bien. Vamos al granero—
Con una sonrisa cómplice, las tres se dirigieron hacia el templo para usar el portal. Nora iba al frente, emocionada, mientras Amatista y Peridot intercambiaban miradas nerviosas. Al llegar a su destino, Nora se detuvo por un momento, sorprendida al ver a la distancia cómo el granero estaba decorado con tonos rosados y dorados, con un gran cartel que decía "¡Feliz Cumpleaños!".
Antes de que pudiera dar un paso fuera del portal, Amatista la detuvo abruptamente, cubriéndole los ojos con las manos.
—¡Espera, espera! No puedes mirar aún— dijo Amatista apresurada.
—¿Qué estás haciendo? ¡Era mi trabajo cubrirle los ojos!— reclamó Peridot, cruzando los brazos.
—¡Pues ya lo estoy haciendo yo, Enana! —respondió Amatista con una sonrisa burlona.
—¡Ena...! ¡Tú ni siquiera intentas seguir los protocolos!—protestó Peridot.
—He... ¿Qué protocolos?— dijo Nora intentando no perder el equilibrio, ya que era más alta que amatista asi que está la estaba jalando hacia atras.
—Tu solo camina y confía en mí, Nora— dijo Amatista riendo, ignorando las quejas de la gema verde.
Entre risas y pequeños tropiezos, llegaron al granero. Una vez frente a la entrada, Amatista anunció con entusiasmo:
—¡Atención, atención! ¡Prepárense para la más épica y para nada predecible sorpresa del universo!—
Con un movimiento dramático, destapó los ojos de Nora. La joven quedó boquiabierta al ver la decoración: guirnaldas, luces brillantes, mesas llenas de comida , música alegre y una gran cantidad de pastelitos que juntos formaban la frase "¡Feliz 15 años, Nora!". Garnet, Perla y Greg sostenían unos globos, mientras alrededor estaba casi todo Ciudad Playa, cada uno con un regalo en las manos.
Sadie cargaba un paquete decorado con mucho cariño, mientras Lars, visiblemente incómodo, ajustaba su corbata.
—¿Por qué tenía que usar esto?— murmuró Lars irritado.
—Porque es una fiesta formal, gruñón. Al menos sonríe un poco— replicó Sadie con una risa.
Nora recibió los regalos uno por uno: álbumes de sus artistas favoritos, postres, un celular último modelo por parte del hijo del alcalde y hasta un extraño pastel morado que Sadie aseguró había sido preparado por un chef increíble. Esto hizo que Lars se sonrojara ligeramente y desviara la mirada.
—¿Lars, esto es tuyo?— preguntó Nora divertida.
—¿Q-qué? ¡Claro que no! Yo... solo...— balbuceó, pero Sadie lo interrumpió.
—Fue Lars. Es un gran repostero, aunque lo niegue—dijo con una sonrisa.
Entre los presentes, los señores Maheswaran se acercaron para felicitarla.
—¡Felicidades, Nora! Parece que fue ayer cuando eras una niña... y mírate ahora, toda una señorita— dijo el señor Maheswaran con calidez.
—Es cierto, el quinceañero marca un antes y un después— añadió Priyanka, seria, mientras le extendía una caja —Espero que esto te sea útil. Sé que tienes habilidades mágicas, pero nunca está de más entender cómo funciona el cuerpo humano—
Nora tomó la caja con cuidado, sintiendo curiosidad y un poco de nervios. Al abrirla, encontró varios libros gruesos de medicina con títulos como Introducción a la Anatomía y Primeros Auxilios.
—Vaya... esto es... realmente genial. Muchas gracias, señora Maheswaran —dijo Nora, forzando una sonrisa genuina.
Priyanka asintió satisfecha, mientras su esposo, con una actitud mucho más relajada, dejaba discretamente unos boletos sobre la mesa de regalos. Se inclinó hacia Nora y le murmuró:
—Conseguí entradas para el preestreno de Perro Coptero 4 y unos cupones para la mejor heladería de la ciudad. Dos entradas, dos cupones. Ya sabes lo que tienes que hacer—
Nora, entendiendo el mensaje al instante y le respondió con una pequeña risa —No se preocupe, suegrito. Este fin de semana la llevaré, lo prometo—
El señor Maheswaran le guiñó un ojo antes de enderezarse —Tienes mi aprobación, Nora. Mantén a mi hija feliz—
Priyanka, que había escuchado parte del intercambio, levantó una ceja con incredulidad —¿Era realmente necesario?— le susurró a su esposo mientras comenzaban a alejarse.
—Cariño, sólo se es joven una vez. Además, Perro Coptero es una obra maestra del cine moderno. Ven, vamos a sentarnos en la primera fila; esos bocaditos me están llamando—
Priyanka suspiró, sacudiendo la cabeza, pero no pudo evitar que una pequeña sonrisa se asomara a sus labios mientras lo seguía.
"A todo esto... no he visto a Connie en ningún momento. Tal vez sea parte de alguna sorpresa, pero aun así, no puedo evitar sentirme triste por no tenerla a mi lado", pensó Nora mientras observaba los boletos para el cine.
De repente, Ronaldo apareció emocionado, sosteniendo un paquete envuelto con un estampado de naves espaciales y alienígenas, esto saco a Nora de sus pensamientos.
—¡Nora! ¡Feliz cumpleaños!— exclamó mientras lo depositaba con cuidado en la mesa de regalos —Esto es algo que te encantará: los primeros volúmenes de mi anime favorito, Tensei Shitara Slime Datta Ken—
Nora tomó el regalo, examinándolo mientras forzaba una sonrisa —H-ho... vaya, esto es... muy único. Gracias, Ronaldo, en serio lo aprecio— dijo, aunque claramente no sabía qué esperar.
—Déjame explicarte. Es un isekai. ¿Sabes lo que es un isekai? Claro que no, no todos lo saben. Bueno, básicamente significa “otro mundo” en japonés, y este anime trata sobre un tipo que reencarna en un mundo de fantasía, ¿Puedes creerlo?—
Mientras Ronaldo hablaba sin parar, Nora miró de reojo la fila detrás de él. Todos los demás invitados estaban claramente impacientes.
—Ronaldo, suena... fascinante— interrumpió Nora, tratando de sonar sincera —Voy a leerlo pronto—
—¡Espera, espera! Antes de que lo leas, tienes que entender el contexto. Mira, en los primeros episodios... — continuó Ronaldo para disgusto de todos en la fila. Ese día nadie se fue de la fiesta sin enterarse de que trataba la novela.
Garnet, que observaba desde lejos, intercambió una mirada con Peridot
—Peridot, reporte— dijo Garnet con calma, cruzando los brazos y mirando hacia el área de los regalos.
—¡Sí!— respondió Peridot con entusiasmo, ajustando su portapapeles —La sección de obsequios ha experimentado una ralentización operativa debido a la acción prolongada del individuo identificado como Ronaldo, quien actualmente monopoliza la interacción social primaria con la festejada. Recomiendo una intervención directa para restablecer el flujo en el cronograma del evento—
—Déjalo. No afectará el resultado final—dijo Garnet, relajada —¿Y el pastel?—
Peridot consultó sus notas —El recurso alimenticio central, está siendo transportado manualmente al área objetivo por Amatista. Sin embargo, se encuentra retrasado debido a la imposibilidad de utilizar el portal para su traslado. Según mi estimación, llegará a tiempo para la sexta fase del evento—
Garnet cerró los ojos por un momento, activando su visión futura.
—Amatista tropezará y dejará caer el pastel antes de llegar a la mesa— dijo con tono neutral —Avísale a Perla que pida un pastel de respaldo. Dile que procederemos con el plan B—
Los ojos de Peridot se abrieron como platos al escuchar la predicción.
—¡Entendido! Procederé con la ejecución del protocolo de contingencia. Activando medidas correctivas de emergencia —respondió con firmeza, arrancando la hoja de su portapapeles y sustituyéndola por una nueva.
Sin perder tiempo, Peridot salió disparada hacia el interior del granero mientras gritaba:
—¡Perla! ¡Oye, Perla! ¡Plan B en marcha, deja de flojear con esas decoraciones y prepárate!—
—No estoy flojeando— se escuchó salir del granero.
Una vez terminada la entrega de regalos, todos disfrutaban de la cena. Nora, apartada un poco del bullicio, organizaba su botín de presentes en una mesa apartada. Su expresión era una mezcla de alegría y asombro mientras inspeccionaba cada paquete. Greg se acercó con una sonrisa divertida al ver la pequeña montaña de obsequios frente a ella.
—Vaya, eso sí que es un montón de regalos— dijo Greg, cruzándose de brazos y observando a su hija.
—¡Lo sé! Y son todos míos —respondió Nora con entusiasmo, haciendo un gesto teatral con las manos antes de soltar una risita. Pero luego, su expresión cambió ligeramente a una más seria —Papá, esto es maravilloso: las decoraciones, las mesas con bocaditos, los láseres… ¡hasta trajiste la máquina de humo! Pero hay algo que me preocupa. ¿De dónde sacaste tanto dinero para todo esto? No quiero que te endeudes otra vez por mi cumpleaños—
Greg dejó escapar una pequeña carcajada, colocando una mano sobre el hombro de Nora.
—Tranquila, hija. Tenía varios años ahorrando para este momento. Pero, en realidad, yo solo puse una cuarta parte de todo esto. La mayoría de los invitados contribuyeron con algo, especialmente la madre de Connie. Ella se encargó de casi todos los preparativos, incluida la decoración... y lo que vendrá a continuación—
Nora arqueó una ceja, claramente intrigada.
—¿La mamá de Connie? ¿De verdad? Pensé que no le caía bien—
—Pues, quién lo diría, ¿no? Aunque, siendo sincero, al principio me negué. Pero después de un par de… "jugos" con el papá de Connie, terminaron convenciéndome de dejarlo en sus manos—
Nora dirigió una rápida mirada a la mesa donde estaban los padres de Connie. Para su sorpresa, la doctora Maheswaran parecía relajada, incluso con una ligera sonrisa en los labios.
—Esto sí que es nuevo— murmuró Nora antes de volver su atención a Greg —Espera… ¿"lo que vendrá a continuación"? ¿Qué significa eso?—
Antes de que Greg pudiera responder, Garnet se acercó a dónde estaban.
—¿Te estás divirtiendo, Nora?—
—¡Sí! No podría estar más feliz— respondió Nora con entusiasmo.
Garnet inclinó la cabeza ligeramente —Yo apuesto a que eso está por cambiar. Vamos, cumpleañera, los regalos aún no han terminado—
Intrigada, Nora siguió a Garnet hasta el portal que las llevó a la torre marina. Al llegar, se detuvo y frunció el ceño. Ese lugar solo podía significar una cosa. Garnet señaló hacia arriba.
—Alguien te está esperando en la cima—
Nora no necesitaba más pistas. Subió las escaleras apresuradamente, y al llegar se quedó boquiabierta. Frente a ella, una enorme estatua de hielo, perfectamente detallada, la representaba con una expresión orgullosa. La escultura brillaba bajo la luz de la luna, como si estuviera viva. Entonces, de detrás de la estatua, apareció Lápiz Lazuli.
.
.
—¡Feliz día de nacimiento, Nora!— exclamó la gema azul, levantando los brazos con entusiasmo.
—¡Wow, Lápiz! Esto es... increíble. ¿Cómo supiste que hoy era mi cumpleaños?—
—La fusión me lo mencionó hace unos días. Al principio, no entendía por qué era importante. Pero luego lo pensé mejor y decidí hacerte algo especial. Así que, dime, ¿te gusta?— preguntó Lápiz con un dejo de nerviosismo en su voz.
Nora avanzó hacia la estatua, tocando con cuidado la superficie helada.
—Me encanta, Lápiz. Esto es más de lo que podría haber soñado. Me gustaría que todos pudieran verlo. Sería el centro de atención en la fiesta—
Lápiz soltó una risa ligera, sus alas de agua extendiéndose detrás de ella.
—Esa es parte del regalo. Lo llevaré hasta donde están celebrando. He estado practicando el camino gracias a las indicaciones de la fusión, así que sé cómo llegar. Son solo dos horas de vuelo... ¿me acompañas?—
Nora no lo pensó dos veces —¡Claro que sí! No podría dejarte sola después de todo esto—
Lápiz cargó a Nora en su espalda, y juntas despegaron. Las alas líquidas de Lápiz se movían con elegancia, y detrás de ellas, la estatua flotaba envuelta en una burbuja de agua. Durante el vuelo, Nora le contó sobre su reciente enfrentamiento con el Clúster y cómo lograron contenerlo.
—Sabía que lo lograrías, Nora. Eres tú, después de todo— dijo Lápiz con una leve sonrisa mientras miraba al frente.
Cuando ambas llegaron al granero, Nora quedó completamente asombrada. El ambiente había cambiado por completo: la decoración simple y alegre había dado paso a un estilo más elegante. Las mesas estaban dispuestas en forma de media luna, dejando espacio en el centro para lo que parecía ser una pista de baile. Allí, esperándola, estaba Greg, vestido con un impecable traje formal.
Nora aterrizó cerca y fue recibida por Perla, quien la llevó al interior del granero.
—Vamos, no hay tiempo que perder— dijo Perla, tomándola del brazo y guiándola hacia el granero —Tienes que cambiarte—
—¿Cambiarme?— preguntó Nora, confundida, mientras Perla abría la puerta para mostrarle un vestido que colocado cuidadosamente de un maniquí.
.
.
—¡Wow! Este vestido es... increíble— susurró Nora, acariciando la tela con reverencia.
—Ya lo creo— respondió Perla con una pequeña sonrisa —Pero vístete rápido, la ceremonia está por comenzar—
—¿Ceremonia?— preguntó Nora, con el ceño fruncido. Pero cuando Perla salió cerrando la puerta tras de sí, todo encajó en su mente. Sus ojos se abrieron de par en par —¡No me digas que...!—
"En mi vida anterior nunca tuve la oportunidad de vivir algo así", pensó Nora mientras se cambiaba, recordando a su padre con una punzada de melancolía. Pero luego sacudió la cabeza y sonrió. "Esta es mi nueva vida. No puedo seguir anclada al pasado".
Cuando las luces del granero descendieron por un momento, el silencio llenó el espacio. Luego, un destello iluminó todo de golpe. El señor Sonrisas, en un elegante traje de gala, apareció en el centro de la pista, micrófono en mano.
—¡Bienvenidos, damas y caballeros, a una noche inolvidable!— anunció con entusiasmo —Es hora de recibir a nuestra festejada, ¡Nora Universe!—
Los aplausos resonaron mientras Nora, ahora vestida con su majestuoso atuendo, daba un paso al frente. Su corazón latía con fuerza, pero cuando vio a Greg esperándola, su ansiedad se desvaneció.
—Estás preciosa, mi vida— le dijo Greg, con una lágrima asomando en sus ojos.
—Muchas gracias, papá— respondió ella conmovida.
Greg hizo una señal a Crema Agria, quien, como DJ de la noche, puso en marcha la música. Las primeras notas de la canción llenaron el aire, y Nora sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
"¿Cómo es posible que esta canción exista aquí?", pensó, sorprendida, mientras Greg la guiaba en el primer giro.
[Música]
"Tiempo de vals es el tiempo hacia atrás,
donde hacer lo de siempre es volver a empezar..."
Padre e hija giraban al ritmo de la música, con las miradas fijas una en la otra. Después de una última vuelta, Greg la soltó suavemente, y cuando Nora volvió a ser girada hacia su pareja, no era su padre quien estaba frente a ella.
—Te ves hermosa, Nora— dijo Garnet con su voz tranquila y firme.
—Jeje, igualmente, mi Garnet— respondió Nora, adaptándose rápidamente a los pasos de su nueva pareja.
[Música]
"Tiempo de vals, tiempo para viajar,
por encima del sol, por debajo del mar..."
La canción continuó, y tras bailar con Garnet, fue el turno de Perla, quien se movía con una elegancia casi sobrenatural. Finalmente, llegó Amatista, cuyos movimientos torpes arrancaron risas a Nora.
—¡Ay, me pisaste!— se quejó Nora entre carcajadas.
—¡Pues deja de moverte tanto!— respondió Amatista, intentando ocultar su propia risa —¡Esto es un vals, no una pelea de lucha libre!—
Cuando la canción estaba por terminar, Nora fue girada una última vez. Esta vez, su pareja era alguien especial.
—Ya decía yo por qué no te había visto en todo el día — dijo Nora emocionada al ver a Connie frente a ella.
—¿De verdad crees que me perdería este día?—preguntó Connie, sincronizando sus pasos con los de Nora —No sabes cuánto tuve que resistirme para no correr hacia ti antes—
—Te ves increíble, Connie— susurró Nora, admirándola.
—Y tú aún más— respondió Connie con una sonrisa coqueta —Por cierto, ¿te gustó mi regalo?—
—Bailar junto a ti está noche, es el mejor regalo que podría haber recibido—
—Jaja, aparte de eso, tontita. El vestido que llevas puesto es mi regalo—
Nora la miró con los ojos muy abiertos.
—¿En serio? P-pero este vestido es de esa marca carísima de... —Nora fue interrumpida por Connie.
—De la tienda del centro, donde te peleaste con la encargada porque era muy caro. Sí, ese es. Desde que lo vi, no pude dejar de imaginarte usándolo. Ahorré, hice favores, adelanté mesadas... Solo quería ver a mi hermosa novia en un hermoso vestido— confesó Connie, bajando la mirada, ligeramente sonrojada —¿Te gusta?—
Nora no pudo articular palabra ante el gesto. Y no hacía falta, porque la última vuelta del vals pareció diseñada para el momento perfecto.
[Música]
"Bésame en tiempo de vals, un, dos, tres, un, dos, tres, sin parar de bailar..."
Sin pensarlo, Nora le dio a Connie un beso rápido pero profundo, y al separarse, la miró fijamente a los ojos.
—Entre todo este caos que es mi vida, tú eres lo mejor que me ha pasado. No sabes lo afortunada que soy de tenerte a mi lado. Eres simplemente maravillosa, Connie Maheswaran— Y entrelazando sus dedos con los de su novia, susurró al oído —Connie, ¿te casarías conmigo?—
Connie se sonrojó intensamente, tartamudeando.
—¿Q-qué? P-pero somos muy jóvenes. No es un "no" como tal, pero tampoco un "sí"como tal... Y-yo... —exclamó nerviosa, pero al ver la sonrisa traviesa de Nora, se calmó.
—Juro que me las pagarás, Nora Universe— dijo la morena, divertida y algo avergonzada.
Tras unos aplausos, la ceremonia llegó a su final. Los integrantes de la familia de la quinceañera dieron palabras de agradecimiento a los invitados, acompañadas de algunos mensajes emotivos dirigidos a Nora.
.
.
Después de la animada "hora loca", llena de risas, música y baile, llegó el turno de la piñata. Como era de esperarse, Cebolla intentó llevarse todos los premios él solo, causando un alboroto. Los niños y Peridot corrieron detrás de él, mientras las cristal gems, confundidas, intentaban ayudar sin mucho éxito. Los adultos, entre risas, dejaron que el caos siguiera su curso, disfrutando del espectáculo.
Luego llegó el momento del pastel. Amatista se ofreció a llevarlo a la mesa principal, pero, tropezó con un adorno y el pastel salió volando. Por suerte, Perla había preparado un pastel de emergencia como plan B, salvando el momento y evitando que la fiesta terminara en desastre.
Con el paso del tiempo, los invitados comenzaron a despedirse, dejando el granero tranquilo y en silencio. Ahora solo quedaban la cumpleañera y su novia.
—Sí, mamá... No te preocupes, ya me despedí de todos. Sí, le mandaré saludos de tu parte. Adiós— dijo Connie, colgando el teléfono y girándose hacia Nora con una sonrisa —Es oficial, me quedaré a dormir en el granero—
—Perfecto— respondió Nora con entusiasmo mientras subía unas colchas al maletero del carro estacionado dentro del granero —Las Gems vendrán mañana a limpiar, pero por ahora... esta noche es nuestra—
.
.
—¿Qué te parece si acomodamos las almohadas para hacer una cama?— sugirió Connie.
—Buena idea. Yo traeré los manteles para improvisar un colchón—
Nora fue en dónde anteriormente se había realizado la fiesta, recogiendo algunas servilletas y manteles, pero antes de llegar al granero, una figura descendió suavemente frente a ella, iluminada por la tenue luz de la luna.
—¡Lápiz! Qué bueno verte— exclamó Nora, sorprendida, pero su expresión se suavizó, tornándose algo apenada —Oye... lamento no haber hablado mucho contigo hoy. Siento que te aparté un poco, lo siento—
—¿Qué? No, para nada— respondió Lápiz Lázuli con una pequeña sonrisa, agitando una mano —Me divertí observando las costumbres humanas e incluso charlé con algunos. Aunque... debo admitir que Peridot fue bastante insistente en hablar conmigo, pero no importa. Lo importante es que tú parecías disfrutar tu día—
—¡Lo hice! Fue increíble— dijo Nora, con una sonrisa cálida —Y tu regalo... fue espectacular. A todos les encantó. Gracias, Lápiz—
—Jeje, de nada. Pero, en realidad... eso no era todo lo que tenía planeado regalarte— respondió Lápiz, dando un paso hacia Nora. Su tono se volvió más melancólica —Nora... Desde que fui creada, seguí órdenes. Obedecí al Planeta Madre. Incluso cuando caí herida en la guerra, tenía la esperanza de que me rescataran, pero no lo hicieron. Me aprisionaron en un espejo y me abandonaron aquí. Desde entonces, juré que nunca volvería a entregar mi vida a nadie... Hasta que te conocí—
Nora escuchaba atentamente, intuyendo hacia dónde se dirigía la conversación.
—Se podría decir que fue suerte... o tal vez destino. No lo sé. Lo único que sé es que fui muy afortunada de conocerte. Desde entonces, me has apoyado incluso cuando no lo merecía. Me diste un hogar, una segunda oportunidad para adaptarme a este mundo y un propósito para seguir adelante— continuó Lápiz mientras tomaba la mano de Nora con delicadeza.
Nora se sintió un poco avergonzada, aunque trató de mantenerse firme. Sin embargo, la luz de la luna, que iluminaba la figura de Lápiz desde atrás, no ayudaba mucho a calmar su nerviosismo.
—¿Recuerdas lo que hablamos aquel día sobre servirte? ¿Sigues pensando igual?—
—Claro que lo recuerdo, y sí, me encantaría que estuvieras a mi servicio— respondió Nora, intentando mantener la calma.
—Yo también lo quiero— dijo Lápiz con un brillo en los ojos —Quiero ser tuya, Nora. En mi cultura, no hay mayor gesto de devoción que pertenecer a alguien de manera voluntaria. Eso es lo que quiero regalarte. Mi lealtad, mi vida, mi todo. Quiero ser tuya, y solo tuya—
Nora sintió su corazón latir con fuerza, mientras una mezcla de emociones la invadía "Esto definitivamente no pasaba en la serie original" pensó, mientras su mente se llenaba de dudas.
—Lápiz, si algo he aprendido de las Crystal Gems, es que nadie debería estar atado a alguien más por obligación. Ya no estás bajo las costumbres del Planeta Madre. Ahora tienes la oportunidad de vivir tu vida como desees—
—¿Mi manera de vivir?— repitió Lápiz, como saboreando las palabras —Si tengo la oportunidad de elegir... quiero vivir para estar contigo. Quiero apoyarte, ayudarte, y que me felicites cuando haga un buen trabajo. Quiero ser tuya, porque confío en ti más que en nadie. Por favor, Nora, acepta mi regalo. Acéptame como tú regalo—
"Maldición, si Steven estuviera aquí, jamás aceptaría algo como esto. Pero... yo no soy Steven. Además, siempre quise que Lápiz me dijera algo así, ella es una de mis waifus por excelencia" Nora se sonrojó, pero tomó aire y alzó la cabeza con determinación "Además, en cierta forma, yo nunca le oblige a nada asi que..."
—Si así es como quieres vivir... Entonces, yo, Nora Cuarzo Universe de Mayo, acepto ser tu dueña. Desde ahora, serás de mí propiedad y a mis órdenes—declaró, extendiendo una mano con solemnidad.
Lápiz dejó escapar un chillido de emoción y tomó la mano de Nora.
—¡SÍ, MI NORA!—
—Desde ahora y para siempre— continuó Nora, sintiendo la adrenalina recorrer su cuerpo.
—¡SÍ, MI NORA!— repitió Lápiz, con una sonrisa tan amplia como jamás había mostrado antes.
Después de un rato conversando sobre su recién acordada relación de dueña y propiedad, Lápiz Lazuli se despidió de Nora. Con un elegante vuelo, se dirigió hacia la Torre Marina bajo las órdenes de su nueva dueña, prometiendo regresar al día siguiente para anunciar la noticia al resto de las Crystal Gems.
Nora, todavía con una sonrisa tonta en el rostro, recordó de repente por qué había salido del granero en primer lugar. Con energía renovada, recogió los manteles que había olvidado y corrió hacia el auto estacionado en el interior del granero, emocionada por continuar con la improvisada "cama" que estaba preparando con Connie.
—¡Connie, amor! Ya tengo las mantas. ¿Qué te parece si hacemos una montañita para simular almohadas?—exclamó Nora al entrar.
Pero la sonrisa de Nora se desvaneció al notar la fría reacción de Connie. Ella seguía acostada en la cama improvisada, dándole la espalda.
—Ah, bueno. La verdad es que tengo sueño. Hablamos mañana— respondió Connie secamente, sin siquiera girarse.
—¿Qué? Pero... Traje todas las mantas y...— intentó decir Nora, solo para ser interrumpida nuevamente.
—Ya dije que tengo sueño. ¿Por qué no le pides a tu Lápiz que juegue contigo a la casita?—
Nora parpadeó, perpleja. "¿Está... celosa?" pensó, llevándose una mano al cabello nerviosamente. Era evidente que algo había escuchado, pero tampoco quería empeorar las cosas con una reacción brusca. Miró a Connie nuevamente, notando su postura rígida y esa mezcla de enojo e inseguridad en su voz. Suspiró suavemente.
"Ok, solo lo permitiré porque se ve muy linda así, incluso molesta."
—Vamos, amor. ¿Qué dijimos de irnos a dormir molestas?— intentó bromear Nora, pero al no obtener respuesta, cambió de táctica, sacando dos boletos de su bolsillo y un par de cupones con movimientos teatrales —Bueno, supongo que tampoco querrás ir al preestreno de Perro Cóptero 4, ni pasar por esa heladería del centro que tiene los mejores helados de la ciudad. Es una lástima que estos boletos y cupones se desperdicien... —
Connie volteó lentamente, con una mirada seria que pasó de los boletos a Nora.
—Lo que estás haciendo es chantaje emocional—respondió con un tono neutral.
—Pero, ¿funcionó?—dijo Nora, sonriendo ampliamente.
Connie suspiró, relajando un poco su postura.
—Sí... funcionó—
Nora aprovechó el momento para acercarse más, dejando los boletos a un lado y sentándose junto a Connie.
—Amor, sabes que no lo hice con mala intención. Para su cultura es algo normal, y después de todo lo que dijo, no podía simplemente rechazarla. Tú lo sabes—dijo Nora, intentando sonar comprensiva pero también firme.
Connie bajó la mirada, jugando con un hilo suelto de la manta.
—Lo sé, lo sé... Es solo que... Ni siquiera sé por qué me siento así. Es ridículo—
—No es ridículo, es completamente normal— dijo Nora, colocando una mano sobre la de Connie —Pero, ¿qué tal si me dejas compensarte por este malestar? Hmm, ¿a mi hermosa novia le gustaría tener una cita este fin de semana?—
Connie finalmente levantó la mirada hacia Nora, su expresión suavizándose.
—Tu hermosa novia lo pensará...— dijo, esbozando una pequeña sonrisa antes de volverse más seria — Ok, acepto, pero prométeme que discutiremos esto luego—
—Lo que tú quieras, mi vida— respondió Nora con suavidad. Después de una pausa, su tono cambió a uno más juguetón y seductor —¿Y qué tal si empiezo a compensarte desde ahora?—
Connie se sonrojó ligeramente, aunque intentó mantener una expresión neutral.
—Odio no poder decir que me disgustaría que lo hagas... —
Nora no perdió tiempo y se inclinó hacia Connie, besándola con pasión. Cada beso se volvió más intenso que el anterior. En algún momento, ambas tuvieron que detenerse para recuperar el aliento, solo para volver a encontrarse en un torbellino de caricias y besos.
Esa noche, las mantas y los boletos quedaron olvidados. Aunque no fue exactamente la noche tranquila que habían planeado, ambas durmieron con sonrisas satisfechas en sus rostros.
—————————————————
Autor: Bueno, hasta aquí llega este especial. Espero que les haya gustado. Personalmente, no quedó al 100% como lo había planeado, pero tenía algo de prisa por terminarlo. Aun así, estoy satisfecho con el resultado y me encantaría saber qué opinan ustedes. Recuerden que cualquier interacción es bienvenida. Como ya es costumbre, el próximo episodio tardará un poco en salir, así que espero que tengan paciencia. Les mando un beso y un abrazo.
Autor: Lamento no haber podido incluir más dibujos del baile. Tenía planeado hacer un dibujo para cada integrante y algunas escenas especiales con Nora y Connie. Sin embargo, un viaje imprevisto surgió y tendré que ir a un lugar sin internet, lo que me obligó a apresurar este capítulo. Espero que lo comprendan.
[El dibujo no es de mi pertenencia]
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top