25
(Narra Jade).
—Hace mucho tiempo que no la veía—sonrió admirando finamente el objeto filoso.
—¿Porqué tan sorprendido por una espada?—en lo personal solo era una simple espada arrumbada en el armario de Jason. Un arma más para alguien que podría ser el mejor sicario del mundo.
—Porque le pertenece a la persona en la que piensa Jason cuando te besa.
Esa fue una razón más para salir de ese estúpido edificio. Me sorprendió que William me entregara algo como el arma de la persona con la que Jason suele compararme, no tenía nada en contra de ella, pero no me sentia comoda al recibir algo que solía pertenecer, sobretodo sabiendo lo importante que era para Jason. No podía tomar algo que se relaciona con el antiguo romance que Jason mantenía con es muchacha que solo había visto capturada por fotografías que habían detenido el tiempo para plasmar la sonrisa que tanto amaba Jason.
—No voy a tomarla—susurre mirando indiferente la espada.
—No te estoy preguntando, esta es el arma que usaras—dijo William estirandole el objeto con cuidado de no cortarse—. La portaras si o si.
Apenas pude mirar el objeto, no quería usarla, no quería tocarla. No iba a usar algo que tuviera algo en común con Jason, ya había sufrido mucho gracias a ese idiota, no portaría algo que me reviviera esos tediosos momentos.
William suspiró cansadamente y tomó mi mano para ponerla en el mango de la espada. Al instante de que la toqué, sentí como si una corriente eléctrica recorriera mi brazo y se posara sobre mi hombro, me quejé un poco al sentir como mi brazo se entumecía, pero solo llegue a pensar que se trataba por la fractura de hace dos semanas. William sonrió al verme y cuando tocó mi hombro este dejó de doler. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que mi hombro irradiaba tanto dolor, fue extraño que el dolor se calmara solo con el suave toque de William, pero supuse que solo se trataba de sus poderes sanadores.
—Vámonos—dijo William tomando las llaves de su bolsillo y caminando en dirección a la puerta.
Seguí admirando la espada por unos momentos y me di cuenta de lo hermosa que era, era tan liviana como una pluma y tenía una imagen que de seguro solo verla podría matarte. Sonreí al darme cuenta de que la sostenía y sentí en mi pecho un acogedor calor. Al darme cuenta de que sonreía sin razón despeje las tontería de mi cabeza y bajé del segundo piso para llegar al patio de rosas marchitas donde Will había estacionado el auto. Una vez adentro guarde la espada en la cajuela y tomé el asiento del copiloto, me puse el cinturón de seguridad y cargue a mi bebé peludo en mis piernas.
—¿A dónde vamos Lynch?—pregunté una vez que William arrancó el auto y tomó una dirección diferente a la que yo me esperaba.
—Primero, no me llames Lynch, tr he dicho un millón de veces que ese actor y yo no nos parecemos, que mi cabello sea rubio no significa que sea actor y en segundo, iremos al castillo del hemisferio Norte— contestó sin alejar la mirada del camino.
—Mientras no estabas Leonard menciono que te encontrabas en el castillo del hemisferio Este—dije posando mi cabeza en la ventana del auto—. ¿Cual es la diferencia?.
—Los vampiros no somos muy diferentes a los humanos, nosotros también tenemos una forma de gobierno y nuestras fronteras, las gobernantes son cuatro familias de Sangres Puras y cada una tiene un hemisferio que gobernar, aunque la familia principal solía ser la familia del Este al ocurrir numerosos problemas en la familia, Leonard decidió dejarle el cargo a la familia del Norte, dejando los territorios del Este con poca población y el castillo abandonado, por ello solo es usado como lugar de prácticas de armas, refugio, casa de verano y mi laboratorio personal.
—¿Los gobernantes de mi mundo saben sobre esto?—pregunté al darme cuenta de lo extensa que era la forma de gobierno.
—Si, pero les hacemos un favor al acabar con los Fenómenos y limpiar el desastre que van dejando, no hablan de nosotros para dejar en claro de que somos personas normales intentando limpiar nuestro desastre y dejándonos como un simple misterio más.
—¿Entonces puedes andar libremente por las calles de la ciudad sin tener miedo a que la gente se de cuenta de que eres diferente?
—Mirame más de cerca Jade, no somos muy diferentes—sonrío levemente añadiendo un guiño para volver a posar la mirada en el camino y salir de la carretera para adentrarse en un vasto bosque.
Seguimos adentrándonos en el bosque, parecía que nuestro recorrido sería eterno, incluso llegué a dormirme por veinte minutos y al despertar aun seguíamos dentro del auto, decidí pasar el tiempo jugando con Aslan y hablando de cosas triviales con Will. Fue casi una hora después que llegamos a un enorme portón plateado con la inicial “N” dándonos el acceso.
Una vez dentro de esa residencia fue otra hora en llegar a la residencia la cual parecía un castillo.
—Bienvenida al castillo del Norte.
Me quedé asombrada por el tamaño de esa “casa” y de seguro solo seria una parte del enorme terreno, sentí como mariposas revoloteaban en mi estómago de la emoción o podría ser el desayuno que Leo me sirvio, él me miraba con odio esa mañana.
En cuanto William estacionó el auto atrás del castillo, bajamos y caminamos por el patio trasero, el cual más grande que un estadio de fútbol y lo decorado por miles de flores. En cuanto baje sentí como una brisa fresca rozaba mi rostro, le ayudé a Will a cargar mi equipaje y caminamos por el jardín hasta toparnos a la mitad del camino con dos personas tomando el té entre el jardín de flores. Al pasar al frente de ellos William se detuvo e hizo una reverencia dejandome ami paralizada al ver a quien le mostraba ese acto de respeto.
—Buenas tardes, joven Justin y señorita Amelia—saludó William enderezar su postura.
Yo miré atentamente al muchacho y la muchacha que estaban sentados bajo una sombrilla compartiendo unas tazas de té. No pude evitar fruncir el ceño en cuanto aquel muchacho de cabello claro y ojos color miel me miraron con una sonrisa, en cambio, la muchacha solo me ignoraba.
—Buenas tardes William—sonrió el muchacho—, buenas tardes Jade.
¡Diablos!, de solo escuchar mi nombre salir de esa asquerosa boca me dieron ganas de clavar mi espada en su garganta.
—¿Se podría saber que hace ella aquí?—le pregunto la castaña a William con una mirada de repulsión al verme—. Ya tuvimos suficientes burlas gracias a ella.
“¿Se podrá atravesar a dos personas con un solo movimiento de espada?”. Fue lo que pensé al escuchar el irritante tono de voz de esa niña malcriada.
⭐⭐⭐
Me duele el estomago, fue lo que pude hacer, perdon 😥😖😷
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