Primera vez (parte 2)
Sus ojos comenzaron a picarle, mordió su labio, no quería llorar. Que tonto jamás esas palabras le habían dolido tanto, y las ha escuchado una gran cantidad de veces, de sus compañeros, de sus profesores, de las hermanas, incluso de su...oh...cierto...en esa ocasión también le dolió, incluso lloro en el momento, esperanzado de que él lo cargara y le abrazara, como lo había hecho antes...pero no lo hizo, no tenía porque, si ni siquiera sus padres lo querían a su lado, porque otra persona sí.
Pero escucharlo de los labios de su amigo...le dolió muchísimo, en especial porque llego a creer que al menos a él le agradaba su presencia. Parece que se equivocó, todo ese tiempo que se separaron, es claro que su amigo decidió que ya no lo quería cerca.
Redujo su velocidad al verlas escaleras, tomo una bocanada de aire y comenzó a subir. De saber que esto terminaría así habría ido a casa, aunque se encontrara con Jedan. La luz de los autos iluminaban la maleza, se detuvo un segundo, tenía que asegurarse que nadie le viera salir, no quería arriesgarse a que descubrieran la entrada...y a Rasmus.
Estaba por salir cuando fue sujetado de su brazo y estampado en la pared. Sus ojos se abrieron asustados, las manos de Rasmus se encontraban a los costados de su cabeza, impidiéndole el escape, el morocho se encontraba frente a él, con la mirada baja y respirando agitado.
-¿Ras?... ¿Qué haces aquí? ¡Te he dicho que es peligroso estar en la entrada te....! La rabia del chico desapareció, convirtiéndose en preocupación, pero esta no curo mucho.
Su rostro se tiño de rojo y un ligero escalofrió recorrió su cuerpo, Rasmus lo abrazo de forma posesiva, hundiendo su cara en el cuello del menor, aprisionándolo entre la pared y su cuerpo.
Pe-pero... ¿Qué?... ¿no que lo quería lejos?... ¿entonces porque lo abrazaba?... ¡ahh!
Un gemido se ahogó en su garganta, comenzó a temblar al sentir la cálida, y bífida, lengua de su compañero recorrer su cuello, lamiendo, lento, sensual. Ah, el morocho lo giro, estampándole en el suelo, posicionándose arriba de él; Hipo lo miraba nervioso; el cabello del morocho cubría su rostro, respiraba agitado y un poco de humo brotaba de su boca.
Mgggg, un nuevo gemido murió en su garganta, Rasmus comenzó a morder su cuello, mientras sus manos se apresuraban a desgarrar su chamarra y parte de su camisa.
OK, esto ya le estaba asustando, intento empujar a su compañero, pero el morocho era más fuerte, aprisiono sus manos, le aplasto con su peso y comenzó a lamer su pecho sin ningún descaro.
Hipo se retorcía intentando zafarse, mientras le ordenaba a su compañero que le soltara, esto estaba mal...eso estaba muy mal, sus muñecas comenzaron a dolerle y la ira empezó a aparecer. Fue extraño y casi imperceptible, ni el propio Hipo se dio cuenta, en segundos sus hermosas esmeraldas tomaron un color dorado, un extraño calor recorrió su cuerpo, inundando sus venas, aumentando su calor corporal. A pesar de ser más bajo, más delgado, más... ¿débil?, no dejaría que Rasmus se propasara...al menos no sin su consentimiento.
De un fuerte jalón libero sus manos, coloco una de sus piernas en el estómago de Rasmus y le arrojo, estampándole en el otro extremo del pasillo, agrietando la pared. Hipo se paró de un salto, mirándolo con sus dorados ojos. Un gruñido lo alerto, Rasmus lo veía molesto, con las pupilas afiladas y cara de pocos amigos.
-GRRRRR
El morocho estaba por lanzarse de nuevo, pero la firme voz del chico lo detuvo.
-¡QUIETO!... RASMUS... ¡QUIETO!, Hipo lo miraba molesto, señalándole con su dedo, como si le hablara a un perro, -Cálmate...tranquilo, los ojos del chico empezaron a perder su brillo, al ver a su compañero relajarse
Las pupilas comenzaron a expandirse, inundando los ojos tóxicos. Rasmus parpadeo varias veces, como si acabara de despertar de un sueño, sin entender muy bien que hacia ahí; recordó salir detrás de Hipo para intentar explicarle, le vio subir las escaleras, la escasa luz le bañaba, dándole un aspecto enternecedor y...apetecible... ¡OH, NO!
-Hi...Hipo
La voz temblorosa le dio a entender que su amigo había regresado. Suspiro aliviado... ahora quería una maldita explicación.
Rasmus trago grueso mientras comenzaba a temblar, la ropa rasgada de Hipo, las marcas en su cuello y la mirada fría no eran una buena señal... auch, parece que cometió una locura, ahora si lo mataba.
-y bien, la frase broto cargada de reproche, el chico lo miraba fijo mientras se cruzaba de brazos, -no te quedes callado, ¡explícate!
Explicarse, pero como le diría... era algo vergonzoso, en cuanto lo mencionara Hipo lo golpearía (con justa razón) y lo dejaría para siempre, y no quería eso...aunque, debido a su estado actual, tal vez sería lo mejor. Mordió su labio, ya, lo que tenía que pasar pasaría, sobre el muerto las coronas hombre.
-ce...cel... ¡ah!, no era tan fácil, tomo un respiro y continuo hablando,- celo...estoy en celo.
-Mph, ¿celo?
Hipo lo miro confundido ¿celo de quien o de qué?, celo, ni que fuera un...oh...ya. El sonrojo cubrió su rostro, ¿pues que carajos le iba a hacer?
-lo...lo siento Hipo...yo... de verdad lo siento, no quería lastimarte, por eso yo...
Las lágrimas querían salir de sus ojos, el que había intentado protegerlo y ahora, dio un respingo al sentir la cálida mano de Hipo en su mejilla, estaba tan sumergido en su tristeza que ni siquiera se percató cuando el chico se acercó hasta él. Hipo lo miraba...serio.
-¿por eso me pediste que me fuera?
-si...no me puedo controlar... no quería dañarte.
Así que era por eso, lo estaba protegiendo, no quería deshacerse de él.
Los ojos tóxicos se abrieron asustados... estaba delirando otra vez. El morocho no sabía cómo reaccionar...Hipo lo estaba besando, nervioso comenzó a responder a la acción, abrazo al menor y cerro sus ojos, si bien ya antes había probado los labios del castaño (sin su consentimiento claro este) este beso no tenía comparación, era cálido, tierno, dulce, lleno de amor. Deseoso comenzó a lamer el labio inferior esperando autorización. Hipo rodeo su cuello y le dio el acceso, en segundos ambos chicos se reconocieron y grabaron el sabor de su pareja en su mente.
-¿mejor?, pregunto el castaño al separarse con una sonrisa, Rasmus asintió alegre- me alegro, la tierna sonrisa de Hipo cambio, -pero...
Un buen puñetazo lo mando al suelo, mañana tendría un ojo morado.
-escúchame bien idiota, Hipo lo sujeto de su camisa, obligándole a verlo de frente, -la próxima vez que no controles tus instintos... ¡Te voy a castrar con un picahielos! y créeme, ¡te va a doler hasta el alma!... ¿entendiste?
-s...si...Hi...po...., afirmo aterrado.
Una sonrisa más relajada se formó en los labios rozados del menor. Si algo distinguía a este Hipo de su jinete...era su bipolaridad. Sin vergüenza alguna se sentó en las piernas de su amigo, abrazándose a su pecho, mientras ocultaba la cabeza en el cuello del moreno.
-Idiota, el cálido aliento erizo la piel del dragón,- me asustaste...por un momento llegue a creer que...que ya no me querías a tu lado, susurro triste.
-¡jamás!, me gusta mucho estar con Hipo, aseguro Rasmus, abrazándole, -me encanta tenerte cerca, yo adoro tener a Hipo junto a mi...es...solo que...no quería lastimarte.
-pues no te salió muy bien, se burló el menor, Rasmus iba a protestar, pero un nuevo beso lo callo, -para la próxima que quieras follar con migo, almenos avisa, así estaré preparado, lo reprendió jalando sus mejillas.
El morocho se quedó en Shock, un momento... le estaba dando permiso... esto tenía que ser un maldito sueño.
-vámonos...estamos muy cerca de la entrada.
Hipo se levantó y comenzó a descender las escaleras. Su fiel perri...digo Rasmus, no tardo en seguirle. Al llegar al andén lo detuvo, le dio un ligero beso y lo cargo, si esta era otra de sus locas fantasías... ¡por los dioses quela aprovecharía!
*****.....*****.....*****
Cuando Hipo y Astrid comenzaron a compartir la habitación...él la odio. De la noche a la mañana fue arrojado a un amplio establo, que si bien, tenía todos los lujos que podría desear, no era lo que quería, lo sentía triste y vacío.
A él no le interesaba tener un comedor automático, una enorme roca, o un techo para cubrirse. Él podía cazar y excavar un nido, eso no era problema. Lo que realmente deseaba era escuchar la voz de su humano, despertarlo con una lamida, saborear su dulce piel, escucharlo reír y hablar entre sueños, inundar sus fosas nasales con su característico aroma a vainilla, sentirlo cerca, eso era lo que deseaba.
Recordaba como su corazón se rompió al día siguiente, tras inhalar el aroma de su humano con el de la rubia, ahora no había duda de que se pertenecían, de que él era de ella...solo de ella.
Intento negárselo día a día, pero era imposible, su aroma se mezcló hasta formar uno solo. y Toothless fue perdiendo terreno frente a Astrid.
*****.....*****....*****
Un beso en la comisura de sus labios lo regreso a la realidad. Hipo se deleitaba jugando con su cabello y orejas, repartiendo pequeños y castos besos en su cara.
No, no era un aroma dulce, este era un aroma más fuerte, cítrico, su piel no era tan suave y a diferencia de su jinete, el cuerpo sobre si, tenía mejor masa muscular, si bien era delgado, estaba un poco más desarrollado que el del chico enclenque que lo derribo.
Su instinto comenzó a aparecer, de nuevo, el aroma que el chico desprendía lo volvía loco. De jalón termino por romper la camisa, estaba por dejar a Hipo debajo de él, pero la firme voz del chico y un fuerte jalón de orejas, lo regreso a la realidad.
-¡No!, lo reprendió cual niño, -lo haremos despacio...a mi modo, si me desobedeces...te quedas con las ganas, ¿entendido?
Solo había una cosa que detestaba de este Hipo (y a la vez le encantaba)...su maldito carácter. Muy a su pesar accedió, seguro de que el menor cumpliría su amenaza.
Hipo lo tumbo en las mantas y se sentó arriba de él; con toda la calma del mundo, comenzó a retirar sus ropas, los dedos desataban una a una las correas que sujetaban la camisa negra; y si Rasmus intentaba moverse, bastaba una fría mirada para que se quedara quieto.
Se levantó un poco para que Hipo retirara la prenda de sus alas, la pose no le agradaba...en especial por no ser el dominante....si él era el del celo, no el menor.
Trago grueso al ver a Hipo mojar sus labios. Un beso se posó en su boca, intento aprisionar los delgados labios, pero estos se retiraron rápidamente. La boca de Hipo comenzó a descender por su barbilla, llego al cuello y saboreo la manzana de Adán (no sé si los dragones tengan, pero aquí sí), un camino húmedo llego hasta los pectorales, degusto brevemente los pezones y bajo hasta el ombligo, deteniéndose en la cintura, aun resguardada por el pantalón, divertido regreso por sus pasos, deleitándose con los gemidos que el morocho soltaba.
-¡Ah!, si así se sentía, ahora entendía por qué Hipo y Astrid lo hacían tan seguido los primeros meses de su matrimonio, -mmm... Hipo, sus garras comenzaron a rasgar la tela bajo su cuerpo, el calor (que siempre se encontraba en su estómago) comenzó a bajar, acumulándose poco a poco en su entrepierna. Los pantalones comenzaban a apretarle y las caricias de Hipo lo ponían peor.
Una sonrisa traviesa se formó en la cara del menor. Con todo el cinismo del mundo, comenzó a frotar sus caderas en la pelvis del moreno, mientras lo besaba de forma tierna....que bien, ya se estaba poniendo duro.
Minúsculos gemidos brotaban de la boca de Rasmus, el pantalón le raspaba y el exquisito peso extra lo estaba matando, llevo sus manos a la cadera del chico... deseoso de tocarlo.
-Quieto, unas palmadas en las manos le obligaron a desistir, -quieto Rasmus, no tocar...si me desobedeces me marcho, amenazo con una sonrisa sádica.
Muy a su pesar se aguantó las ganas, molesto apretó las mantas intentando controlarse, mientras se preguntaba, ¿su jinete le habría hecho lo mismo a su esposa?, de ser así, no era tan amable como él creía. Trago grueso al sentir como las manos de su pequeño bajaban lentamente el cierre, liberado su ya regia excitación.
Hipo desabrocho el cinturón, con cuidado tomo el pene y comenzó a masajearlo, despacio, torturándolo. Valla, los dragones sí que estaban bien dotados... Como carajos entraría todo eso en él.
-levántate, hablo con voz dulce, -tengo que retirarte los pantalones.
Rasmus obedeció, se levantó cual zombi admirando los movimientos de su humano. Un escalofrió recorrió su cuerpo cuándo Hipo comenzó a retirarle los pantalones, pequeñas descargas aparecían bajo el toque de la tela, empeorando cuando el chiquillo delineo sus músculos con la yema de sus dedos. De verdad le gustaba torturarlo.
-no metas las manos Rasmus...o te voy a morder, amenazo divertido.
Rasmus acepto, obediente, sus ojos se clavaron en el cabello del menor, contuvo la respiración al ver como Hipo se acercaba despacio a su erección, una corriente eléctrica recorrió su espina al sentir el aliento del menor en la punta. La húmeda lengua comenzó a delinear los costados de la carne, pequeñas lamidas y ligeras mordidas eran regaladas en ese cacho de carne.
Sus pupilas comenzaron a afilarse nuevamente, mordió su labio y apretó su puño, sangrando las palmas, tenía que controlarse, de lo contrario, conociendo a Hipo, se marcharía y le dejaría ahí con su problema. ¡Ah!, un gemido broto de su garganta al sentir como Hipo lo engullía...aguanta, aguanta.
No podía tragarlo todo, aunque lo deseara, por lo que al resto lo compensaba con caricias y pequeños pellizcos. Estaba realmente caliente, tenía un olor salado y un sabor agridulce, pero no quería dejar de probar. Llevo su mano a su propio problema, Rasmus no era el único despierto, acaricio su erección sobre la ropa, mientras engullía el miembro de su pareja. Por los gemidos y palpitaciones en su boca, Rasmus estaba por llegar, pero él no quería eso...aun.
Con todo el sadismo del mundo detuvo su tarea y apretó fuerte a su compañero. Ganándose un feroz gruñido como recompensa. Con cara de inocencia, el pelo pegado a su frente, debido al sudor y las mejillas bellamente sonrojadas, se giró a ver a Rasmus. El morocho lo veía, entre molesto y desconcertado, ¿cómo pone semejante cara de ángel a pesar de lo que estaba haciendo?
-Ras...musss, te acuestas...si...por...fa...bor..., hablo con voz melosa, soltando a su, ya más relajado, amigo.
Estaba seguro de que su ojo le temblaba y echaba humo por la boca... ¡ese cabron!, ¿Cómo se atreve a dejarlo así?
-Raass...anda, acuéstate, haciéndole ojitos y con una sonrisa de niño bueno.
¡Hijo De.....!
Y nuevamente estaba ahí, tumbado bajo las órdenes de un humano...adiós orgullo de dragón.
Hipo le sonrió, gateo hasta él y le dio un ligero beso en la comisura de sus labios; se levantó y comenzó a retirar su ropa, la parte de arriba no le costó trabajo, después de todo Rasmus ya la había destrozado. Comenzó zafando sus tenis, mirando divertido a su pareja, la pequeña serpiente de cuero que sujetaba sus pantalones, se deslizo despacio por su cadera, muy lento comenzó a desabotonar y bajar el cierre, desplazando poco a poco la prenda por sus piernas.
A ese mocoso de verdad le gustaba torturarlo, chupaba sus labios, mirando como la prenda caía, deseoso de probar esa blanca piel y marcarla como suya, solo faltaban los bóxer negros y finalmente vería la intimidad de su niño.
Su ropa se encontraba húmeda, manchada por sus jugos y sudor, con manos temblorosas sujeto el resorte y comenzó a bajarla, deslizándola por su s tiernas y blancas caderas. El mayor se sentó de golpe al verlo desnudo, conteniendo las inmensas ganas de abalanzarse sobre él y hacer lo mismo que Hipo le hizo.
Con gracia arrojo la prenda interior a un costado, acostó a Rasmus y se montó sobre él.
-No tocar, ordeno con voz firme.
Hipo comenzó a frotar sus redondos, y bien formados, glúteos, en la pelvis de su compañero, balanceándose lento, lubricando su entrada con los jugos de su compañero. Llevo una de sus manos a su propia erección y la otra, con un poco de dificultad, a la de su compañero, pegándola más a su cuerpo. Se estaba poniendo duro, lo sentía, firme, caliente. Gemidos ahogados brotaron de su garganta, mientras aumentaba las falsas penetraciones. Ya no aguantaba más, quería sentirlo dentro, que lo inundara con su calor.
-¡grrrr!
Un gruñido de desaprobación broto de la boca del morocho cuando Hipo se detuvo. Unos ojos vipedinos le miraban con reproche. Hipo sonrió divertido, con delicadeza bajo y se apodero de los labios de su amante, ambos se enfrascaron en una feroz lucha, la cual Hipo le dejo ganar, se separaron despacio, unidos por un fino hilo de saliva.
El menor tomo un respiro antes de iniciar, nervioso tomo el cacho de carne y le dirigió a su entrada. ¡Ah! Un gemido broto de su garganta, despacio comenzó a introducirse esa caliente espada en sus entrañas.
-Hipo...no...
El morocho intento detenerlo al ver los gestos de molestia del menor, pero este lo ignoro, continuo con su faena aguantando el dolor.
-esta...está bien...mmm
Una traicionera lagrima escapo de sus ojos cuando termino de empalarse, mordio el labio mitigando su dolor, mientras se apoyaba en el amplio pecho de su amante. Pasaron algunos minutos antes de que se acostumbrara a tener semejante cosa dentro. El dolor desapareció poco a poco, pero el calor y el deseo...no.
Empezó con un vaivén suave, amoldando su culo al pene del mayor, moviéndose en círculos. Cuando su cuerpo se acostumbró empezó a subir y bajar, despacio, sin salir mucho.
-Ah ....Hipo...mmm
Él moreno se encontraba embelesado, mirando como Hipo se balanceaba en su vientre, nervioso llevo sus manos a la cadera del menor, necesitaba tocarlo, sentirlo real. En esta ocasión el chico no lo aparto, coloco sus manos sobre las ajenas y comenzó a moverlas, dejando que estas acariciaran su blanca piel, sujetándole en el proceso. Los dos se miraban, hipnotizados por los ojos del otro, perdiéndose en sus reflejos y encontrándose a la vez.
Los gemidos comenzaron a aumentar, lo mismo que las embestidas, Hipo elevaba más sus caderas y Rasmus le ayudaba; el aire se encontraba bañado con sus aromas, el calor había empañado los vidrios y las mantas estaban empapadas de su sudor. Hipo comenzó a gritar al sentir como Rasmus elevaba sus caderas, sujetándole fuerte, el chico cerró los ojos y comenzó a disfrutar el montar semejante ejemplar, mientras intentaba llevar aire a su s pulmones por su boca.
Ya no aguantaba más, sus instintos reclamaban su lugar, después de todo él era el macho alfa, si Hipo se enojaba ya vería como compensarlo. Pero ahora tenía que marcar ese hermoso cuerpo que lo estaba llevando a la gloria. Marcar su ritmo.
-¡Ah! ¡Rasmus!
Hipo grito adolorido, su compañero sostuvo con fuerza sus caderas y comenzó a embestirlo con fuerza, desde la posición donde se encontraba. Rasmus subía y bajaba, a su antojo, la cadera de Hipo, con fuerza y velocidad. Hipo no se quejó, la rudeza de su compañero le gustaba, sonoros gemidos brotaban de su garganta, así como las suplicas de más.
-Ra...ah...Rasmus...más...dame más duro...ahhh.
Sí, música para sus orejas. Bueno, si Hipo quería más...se lo daría.
Giro de forma brusca, dejando al menor bajo el. Sujeto sus piernas y comenzó a embestirlo de forma salvaje. Hipo grito de placer, el chico sujeto las mantas como si su vida dependiera de ello. Una fuerte estocada, en un punto clave, lo obligo a abrir los ojos, encontrándose una imagen endemoniadamente sexi...y aterradora.
Los ojos vipedinos le miraban lujuriosos, mientras una sensual sonrisa adornaba la cara del azabache, las enormes alas negras se balanceaban al compás de las embestidas, magnificas e imponentes, la escamosa cola se enroscaba en la cintura del menor, aprisionando su caliente e hinchado miembro.
El chico sonrió complacido, con trabajo se apoyó en sus brazos y subió su cuerpo, aumentando el placer. El calor invadió su vientre y polla, esta última le sentía palpitar, estaba cerca de culminar, podía sentirlo.
-¡AHHHHHH!
Un sonoro grito broto de su garganta, de su punta broto al semilla, bañando la negra cola que le aprisionaba y partes de abdomen de su pareja. Pero esa no fue la única reacción, su querida entrada se comprimió, sofocando a su querido inquilino.
La presión y calor invadieron el miembro de Rasmus, el cuerpo de su humano le succionaba como si deseara devorarlo. Su instinto animal gorgoteo feliz. Él también estaba cerca. Las venas palpitantes de su pene lo torturaban, el calor en sus testículos y polla era infernal y la presión en el culo de Hipo lo estaba matando.
Gruño feroz mientras le embestía con más fuerza, su cálida semilla broto cual fuente, inundando las entrañas de Hipo, ocasionando que un grito brotara de su garganta...de ambas gargantas.
El éxtasis bloqueo sus sentidos y nublo su vista, por varios segundos los chicos se sintieron flotar, ajenos a toda realidad terrenal y carnal.
Respiraba por la boca, buscando llevar aire a sus pulmones, su calor corporal empezó a descender, mientras su ritmo cardiaco regresaba a la normalidad y su mente se aclaraba. soltó un ligero quejido cuando Rasmus soltó sus piernas y salió de su interior, logro sentir como un poco de esperma resbalaba por sus glúteos y muslo. Su compañero se tumbó a su lado, agitado y mirándole con adoración.
El azabache retiro algunos cabellos de la frente de su niño, colocándoles detrás de su oreja, nerviosos lo abrazo y coloco en su pecho. Hipo se dejó hacer, recargo su frente en el pecho de su pareja mientas su cuerpo se calmaba. Por varios minutos ninguno dijo nada, solo se contemplaron y admiraron en silencio.
-y... Hipo pego más sus cuerpos, mientras delineaba los músculos de su pareja, el chico se giró a verlo, -¿ya te sientes mejor?... ya sabes...el celo.
Un rubor cubrió las mejillas del moreno, ¿se lo tenía que recordar?
-sí, estoy mejor.
-ah, entonces fue una buena medicina.... ¿no?
-Ja, si, la mejor, gracias doctor, respondió mientras le daba un tierno beso.
-por nada, el chico lo abrazo gustoso, mmm, tal vez si serviría de doctor después de todo. –dime Ras... quien te monta mejor... ¿yo?...o ¿tu jinete?
Los ojos tóxicos parpadearon por la pregunta, una ligera carcajada inundo el lugar, Rasmus le abrazo posesivo, acunándolo en sus alas.
-Tú, susurro en su oído, -tú eres mejor jinete.
-¿seguro?, ¿no preferirías al vikingo?, pregunto asustado.
-ja, ja, ja, el morocho comenzó a besarlo mientras sobaba su espalda. –Hipo jamás me monto de esa manera, lo dijo sin importancia, -solo tú, solamente Mi Hipo me puede montar así.
L a felicidad inundo la cara del pecoso, la manera en que dijo su nombre, fue diferente casi sagrada, abrazo a su amigo y comenzó a besarlo, parece que si tendría una oportunidad en el corazón de su compañero.
Rasmus comenzó a besar su cuerpo, agradeciendo que le permitiera poseerlo, el haberle brindado su calor y fuerza. La piel de su niño no era tan suave como la de su jinete, era un poco más obscura, no mucho, firme, sin un sabor dulce, más bien uno cítrico y no contaba con tantas pecas. Bajo por su barbilla, a la cual le faltaba una cicatriz producto de un accidente, beso su delgado cuello y chupo su linda manzana. Sus ojos se detuvieron en las cicatrices de los hombros. se maldijo por eso, ¿Cómo fue capaz de herirlo? dolido comenzó a besarlas, deseando que sus labios borraran esas marcas.
Hipo se percató de la molestia en su compañero, empezó a sobar su cabeza, buscando reconfortarlo, fue un tonto accidente, un malentendido, no fue su culpa, elevo su cara y le beso, intentando animarlo.
-Sigue, susurro alentando a su compañero. El ya conocía el cuerpo de su amante, ahora era su turno para explorar.
Su humano tenía más músculos, no tan desarrollados como la mayoría de los vikingos, pero podíamos decir que este si llenaba la ropa. Delineaba con cuidado sus pectorales cuando algo llamo su atención, en la parte izquierda, a la altura del corazón había una... ¿mancha? Curioso comenzó a tocarlo, ¿era una peca?, no, estaba muy grande para serlo, incluso tenía la forma de una...flama. Una llamarada café que asedia en espiral, no recordaba que su jinete la tuviese.
Hipo lo miraba decepcionado, Rasmus había detenido su deliciosa exploración, bajo la vista a ver que lo tenía tan entretenido...a, eso.
-es una marca de nacimiento, hablo divertido colocando sus dedos sobre los de su amigo, -parece una flamita verdad.
-Si...me gusta
-mmm, entonces te la regalo, menciono pícaro
-enserio, me la das, acoto el otro siguiendo su juego.
-Si...solo tenemos un pequeño problema.
-¿Cuál?
-está pegada a mi cuerpo, susurro meloso.
-no le veo el problema, yo quiero todo el paquete.
Una nueva tanda de besos empezó, Hipo se entretenía jugando con la orejas de su amante, mientras este ronroneaba feliz y delineaba sus curvas.
-ah, Rasmus te estas poniendo duro de nuevo, menciono el castaño al sentir como su vientre comenzaba a ser presionado.
-no puedo evitarlo...tú me pones así.
-ah, yo... o el celo.
-je, solo Tú, antes de conocerte no tenía problemas para controlarme, pero ahora...te necesito hipo, mi cuerpo te reclama...tú me complementas.
El chico sonrió orgulloso, le jalo de las orejas y le planto un fogoso beso, al terminar se levantó de golpe dejando a un confundido moreno.
-entonces...tengo que hacerme responsable... ¿cierto?
De verdad... ¡era un jodido demonio disfrazado de ángel!
Hipo se paró frente a él, con su cara de niño bueno, sus mejillas sonrojadas y unos enormes ojos de borreguito a medio morir, mordió su dedito, dándole un aspecto de inocencia, mientras balanceaba su desnudo cuerpo sobre los talones.
-ne... Rasmus...vamos a jugar, hablo meloso, -juguemos a...los caballitos, una sonrisa tierna adorno su rostro, -yo seré...mmm...yo seré el caballito y tu serás el jinete, sí. Con cuidado se giró y comenzó a hincarse, dándole una magnifica visión al dragón. –Ras...mus... ¿quieres montar?
De verdad ¡Era un Demonio! Rasmus trago grueso al ver como el menor se colocaba en cuatro y le brindada una sensual mirada. Su semirrecto miembro despertó de un jalón, mientras él se paraba de golpe, ni tardo ni perezoso se arrojó contra su...no tan inocente, víctima.
¡Oh Sí!, la temporada recién comenzaba.
*****.....*****.....*****
Y se acabó, como lo prometido es deuda, aquí está el lemon que mencione, espero fuera de su agrado.
La verdad por un momento planee que Rasmus si se aprovechara del pobre de Hipo y este después le perdonara, pero después llegue a la conclusión de que no, ya que este Hipo no es el lindo y tierno que todos conocen, por lo que era poco probable que lo lograra. Al final creo que el violado fue el pobre Rasmus... ¿ustedes que creen?
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