Capitulo 2

Katherine sonrió falsamente a la mujer albina. Aún tenía el rostro hinchado y húmedo por las lágrimas.

— No puede mencionar lo que pasó al emperador. — palmeo su espalda al estar a la misma altura. — Si lo dice, usted será expulsada.

Rashta abrió los ojos sorprendida.

¿Salir? ¿Ella? ¡Pero ella no hizo nada! ¡Fue aquel hombre quien la golpeó!

— Rashta fue maltratada. — acaricio el golpe con delicadeza. Alejo su mano al sentir el ardor. — Rashta n-no quiso ...

Por mucho que llorara, Katherine no sentía pena, compasión o lastima. Su lealtad estaba con otra persona y el hecho de que el emperador le haya asignado el cuidar de su amante (sabiendo que era dama de compañía de su esposo) le repudia, pero no podía desobedecer al monarca. No cuando su señor estaba fuera de palacio, es ahí donde quedaba bajo el mando del regente.

"Solo se aprovechó de la ausencia del rey y trajo a esta esclava"

Miro de reojo a la repugnante niña, por qué a sus ojos eso era. Una niña que no puede diferenciar de entro lo real y lo falso.

" ¿Cómo puede buscar compañía teniendo a mi señor? ¿Será que está realmente ciego?"

— Andando Lady Rashta, tenemos que arreglarla para...— suspiro asqueada. — que pase la noche con el emperador.

La joven albina asintió sin notar la desconformidad de la dama y solo se dejó llevar por los pasillos, tropezando algunas veces por lo distraída que iba.

No faltó mucho para que llegaran a la habitación de invitados (aunque Rastha no lo supiera). Katherine abrió y empujó levemente a la dramática chica.

Cerró la puerta y se propuso a tomar un vestido simple y fácil de quitar, después de todo iba a pasar la noche con el emperador no a conversar con el cómo su señor acostumbraba a hacer.

— Prepararé su baño, por favor, tome asiento.

Rashta asintió y se dejó caer en la mullida cama, observando cómo la doncella desaparecía tras una puerta.

Estando sola se permitió arrojar el vestido, las sábanas y almohadas al suelo por mero coraje. Ya no se sentía asustada, esa emoción paso a una mucho más peligrosa, la ira.

— Ese fenómeno...— golpeó el colchón varias veces, haciendo berrinche. — ¡Lastimo el rostro de Rastha!

Pisoteo las cosas bajo sus pies y bufo al sentirse más liberada.

Tenía que hacerlo pagar por tal humillación que la hizo pasar. Ella no había hecho nada malo al estar con el monarca, solo fue su personalidad la que atrajo a su esposo, eso y la bien que era en la cama.

— Rashta es mucha mejor compañía que ese fenómeno.

Katherine regreso para escuchar lo último dicho por la albina, no era para nada un misterio de quién hablaba. Apretó su vestido, pero guardo silencio y suspiro, si no podía regresar con su señor entonces haría que la piedra en el zapato de su amo desapareciera por completo.

— Lady Rashta el baño está listo.

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Sovieshu reposo su cabeza en la almohada, acomodándose mejor en la cama junto a Rashta.
La joven mujer reposaba su cabeza en el pecho desnudo del emperador.

Había mandado a llamar a la albina como hace dos semanas que llegó a su palacio. La convirtió en una mujer sin título fijo por qué su único interés en ella era eso, pasar las noches.

Sabía que no había hecho lo correcto, su esposo, su amado, regresaría pronto a palacio después de unos meses de ausencia.

Eso lo hizo removerse. Su ángel mantenía su estado de salud en lo excelente, su condición como doncel y elemental lo hacían tener bajones de energía...energía que solo podía reponer al estar en contacto constante con la naturaleza.

Es por ello que su amado Inari se desplazó a un lugar menos saturado de personas, con su querido hijo Calixto.

Su pequeño retoño que nació hace apenas dos años y que seguía creciendo en belleza y elegancia como su hermoso padre.
Dio gracias a los cielos por haberle dado un hijo varón aquel día que Inari dio a luz. Fue una experiencia inolvidable y que jamás olvidaría, Simplemente había deseado tanto tener un hijo que casi no dejó de molestar a su esposo en las noches.

Si, su amado le cumplido uno de sus más grandes sueños. El ser papá.

"Me preguntó cuando regresarán."

Mantener contacto por cartas no era lo suyo. Extrañaba a su esposo e hijo y esa soledad le obligó a conseguir compañía.
Solo sucedió, no lo pensó mucho y simplemente se acercó a la albina para tomarla.

¿Era tan malo solo tener algo de compañía?

No lo creo realmente, su padre la tuvo —

Negó, estaba saliéndose del tema.

Suspiro cansado y por fin cerro los ojos para intentar dormir.

Mañana sería otro día monótono cómo de costumbre, solo firmar, sellar y más firma y sellar.

Esperaba con ansias una carta de su amado que le confirmara su llegada al imperio.

Lo recibiría cómo se merece.

Si...con una amante...

Parecía que Inari y Sovieshu pensaban lo mismo, pero con diferente propuesta de bienvenida.

— Mi señor, el príncipe Calixto pide su arrullo. — su segunda dama hizo acto de presencia con el bebé en brazos, su semblante era de preocupación. — ¿Se encuentra mejor, mi señor?

Inari asintió sin quitar la vista del cielo nocturno.

— Dame a mi hijo, puedes retirarte, dormirá conmigo.

— Cómo ordene. — dejo al bebé en los brazos de su padre y se inclinó levemente para salir.

Calixto rio al sentir las caricias llenas de amor de su padre. Acurrucó su cuerpecito en el pecho de este y lo miró fijamente con aquellos ojos plata que había heredado del emperador.

— Bien, mi pequeño príncipe. — meció su cuerpo y comenzó a cantar al compás de los cantos de las cigarras.

La imagen debía ser tan hermosa y adorable de no ser por las lágrimas llenas de dolor que el doncel derramaba al su hijo dormir con tranquilidad.

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