Capítulo 3: Disculpas imposibles

Bakugo no podía negar que su compañero cocinaba muy bien. Por extraño que pareciera, se le daban muy bien las tareas del hogar, seguramente, porque se crió a solas con su madre y la ayudaba desde niño. Bakugo no ayudaba en el hogar a menos que fuera a recoger su cuarto y ahora en su vida de adulto, le había tocado aprender a hacer algunas cosas, como lavarse la ropa o prepararse la comida.

Ambos comían en silencio en la mesa de la cocina junto a la ventana, pero sólo Bakugo miraba de vez en cuando a Deku preguntándose si sería realmente capaz de convivir con él durante un tiempo.

— Voy a ir a comprar cuando acabe de desayunar – susurró Deku con una sonrisa.

Hasta el momento, no se había preguntado acerca de los alimentos que habían aparecido sobre la mesa, pero, instintivamente, tras escuchar las palabras de Deku, miró hacia la cocina. Los armarios estaban cerrados y la nevera hacía un ruido indicándole que funcionaba, pero... seguramente estaba todo vacío.

— ¿De dónde has sacado el desayuno? – preguntó Bakugo recordando que su cena de anoche fue irse a un bar a comer algo.

— Metí un par de sobres de sopa de miso en mi maleta, por si acaso no había nada cerca de la casa. El arroz y los huevos se los he pedido a la vecina de al lado, así que si algún día pasa a preguntarnos por algo, sé amable y dale lo que necesite.

Bakugo hizo un sonido molesto con sus labios, pero regresó a la comida. Deku estaba pensando en todas las necesidades mientras que él... simplemente se había marchado a correr pensando en la misión. Si no hubiera sido por él, ahora estaría muerto de hambre buscando el bar de la otra noche.

— Gracias – susurró al mismo tiempo que apartaba el rostro para que no viera su leve sonrojo. No estaba acostumbrado a decir esas palabras y tampoco deseaba acostumbrarse a ella.

El rostro de Deku mostró una gran sorpresa al escuchar esa palabra, pero sabiendo cómo le costaba a su amigo decir algo semejante, simplemente, sonrió y siguió comiendo.

— ¿Quieres que te acerque hasta el supermercado?

¡Eso fue aún más extraño! Deku se quedó atónito ante las palabras de su compañero. Cuando los de la agencia montaron el camión de mudanzas con los muebles y las cosas, ellos accedieron a ir al lugar en el coche de Bakugo. Sabiendo el rubio que Deku no tenía medio de transporte en la urbanización, era todo un detalle por su parte ofrecerse a llevarle hasta el lugar.

— Gracias, Bakugo, pero los de la agencia me han dicho que dejaron un coche por si acaso en el garaje.

— ¿En serio?

— Sí. Puedo ir yo a comprar, aunque si quieres acompañarme por si quieres comprar algo concreto...

— Iré.

¡Completamente sorprendido! Deku no podía creerse lo que escuchaba. ¿Bakugo aceptando ir con él a comprar? Era algo insólito y entonces... toda su felicidad quedó opacada en una simple frase.

— Sólo iré porque con esa cara de pasmado seguro que se te olvida la mitad de cosas. Quizá hasta te pierdes de camino. Es mejor que me asegure que llegas bien – se quejó con un ligero sonrojo.

¡No podía evitarlo! Internamente, Bakugo se lamentaba por ser así con él. Claro que quería ir con él y quería pasar tiempo a su lado, le gustaba ese chico, pero... no era capaz de ser sincero, no con Deku. Haberle dicho algo como que le gustaba estar a su lado sería mostrarle una gran debilidad, lo cual se negaba a mostrar.

***

Desde el jardín delantero de la casa, Bakugo abrió la gran puerta del garaje para observar el todoterreno que la agencia les había prestado. Un último modelo con la mejor tecnología disponible hasta el momento incorporado. Deku, a su lado, abrió la boca al ver el coche.

— ¡Genial! – echó a correr hacia la puerta del conductor, seguido de cerca por Bakugo.

Deku fue el primero en abrir la puerta del conductor y también, el primero en recibir un empujón por parte de su compañero para apartarle. Tal fue el empujón que Deku tuvo que colocar sus manos frente a su rostro para no golpearse contra una de las paredes.

— ¿Kacchan? – preguntó con sorpresa.

El rostro de su compañero era de total asombro, mirando el interior del vehículo con fascinación. Izuku no podía creerse que ahora sí quisiera ir a comprar, sólo... por conducir ese vehículo. Cabreado como estaba por la mala noche que había pasado gracias a él y encima teniendo que soportar ahora esto, apretó los puños y se lanzó a la carrera empotrando su cabeza en la cintura de Bakugo para empujarle.

— ¿Pero qué narices te ocurre a ti? – se quejó Bakugo al sentir el impacto de la cabeza de Deku contra su cintura.

Bakugo agarró con sus manos el cuello de Deku en un intento por apartarle de él. Era imposible, Deku hacía fuerza para alejarle de la puerta del coche.

— Yo voy a conducir – se quejó Deku.

— De eso ni hablar. Yo conduzco mucho mejor que tú.

— Venga ya, tú eres un bruto.

Los vecinos que se habían acercado con preocupación a escuchar los gritos, observaron la escena con gran sorpresa. Era la primera pareja homosexual que se trasladaba a vivir a su barrio residencial y todos se sonrojaron al instante al escuchar su discusión por ver quién conducía. No podían evitar imaginarse cómo serían en la cama con las cosas que decían sobre "conducir".

Deku parecía llevar la delantera por un momento, consiguiendo apartar a Bakugo de la puerta y colando uno de sus pies en el interior del vehículo, pero Bakugo, nada contento con ello, agarró de la mejilla a Deku, tirando con fuerza para evitar que entrase mientras cruzaba su brazo por el pecho de su compañero obstaculizándole el entrar. Esa acción no quedó sin castigo, Deku, viendo que le era imposible entrar, pisó con fuerza el pie de Bakugo agarrándose con sus manos a los laterales de la puerta para hacer fuerza y entrar.

— Deku idiota – se quejó Bakugo – tú conduces como una abuelita de noventa años. Eres un lentorro.

— Y tú vas como si fuera un rally – se quejó Deku.

Los vecinos se alejaron de la puerta del garaje al verles aunque no podían parar de reír al escucharles. Realmente había llegado una pareja poco usual a su barrio. Ni siquiera parecían una pareja.

— ¡Que te apartes ya, joder!

Con aquella última frase, Bakugo tomó impulso con su cuerpo y empujó al de Deku con tanta fuerza que hizo que éste saliera despedido contra el suelo del garaje y se diera en la frente con unos botes de pintura. El silencio reinó entonces unos segundos antes de que la preocupación llegase hasta Bakugo. No había sido su intención hacerle daño.

La sensación de haber metido la pata inundó a Bakugo. Se sentía realmente mal por aquel golpe que Deku se dio contra los botes e instintivamente, se lanzó hacia él para comprobar que no se hubiera hecho daño.

— Deku... – susurró Bakugo, llevando su mano hacia el rostro de Deku para poder ladearlo y comprobar si se había hecho algo, sin embargo, Izuki golpeó su mano con fuerza para que la alejase.

— Déjame en paz. ¿Quieres conducir? Pues conduce.

Su tono de voz era duro. Por primera vez en mucho tiempo, Deku se había enfadado con él y eso le hizo sentirse todavía peor. Desde la academia, no volvió a ponerle la mano encima, ni siquiera a empujarle mínimamente en un intento por cambiar su actitud hacia él, pero hoy... se había excedido de nuevo aunque no fuera su intención. Debía disculparse, pero... las palabras simplemente no salían.

Todavía tumbado en el suelo, Deku se tocaba la frente con la mano. No parecía haberse hecho sangre, pero seguramente, le saldría un buen chichón o incluso un moratón. Se levantó pese al dolor y se dirigió directamente al asiento del copiloto.

— Joder – se quejó Bakugo en un susurro apenas audible por él mismo. Golpeó con el puño los botes de pintura con rabia. ¡Ahora sí había metido bien la pata!

Bakugo se levantó y se dirigió al todoterreno. En completo silencio, se sentó al volante viendo cómo Deku ya se había puesto el cinturón de seguridad y miraba por la ventanilla alejando su rostro de él.

— Yo... no he controlado mi fuerza y... supongo... que lo que intento decir es... – no podía disculparse. Quería hacerlo, de verdad que quería, pero... no podía –. No volverá a pasar, Deku.

Deku suspiró al escuchar sus palabras. Esperar una disculpa de ese chico era como esperar que un elefante volase, algo imposible. Eso sería lo máximo que conseguiría por su parte y lo sabía, conocía bien a Bakugo como para saber eso.

— Vale. Vayamos al supermercado y olvidemos esto. Ha sido un accidente.

Un poco más tranquilo al escucharle y ver cómo Deku se giraba con una sonrisa sincera, Bakugo metió la llave y arrancó el motor.

***

— ¡Dios mío! Voy a vomitar – susurró Deku.

Puede que Bakugo se lo estuviera pasando como un niño conduciendo el todoterreno, pero Deku mantenía su mano fuertemente agarrada al asa de encima de la ventanilla. Cerró los párpados al ver que no frenaba la velocidad para entrar en la siguiente rotonda y sintió su cuerpo golpearse contra la puerta ante la inercia con la que la tomó.

Por suerte, el supermercado estaba al lado. En cuanto salió de la rotonda, Bakugo aparcó en el primer hueco libre que encontró y apagó el motor para agradecimiento de Deku.

Bakugo tardó un poco en salir del coche, sin embargo, Izuku lo hizo al instante. ¡A la vuelta conducía él! No quería perder las bolsas de comida por el camino.

Entraron al supermercado y esta vez, Bakugo no parecía querer "conducir" el carro. Deku sonrió al ver cómo avanzaba por los pasillos y le dejaba a él empujar el carrito. ¡Así era Bakugo! No podía hacer nada para cambiar eso.

En el primer pasillo, Deku observó las verduras. Puerros, cebollas, patatas... necesitaba de todo, pero no agarró lo primero que vio, sino que empezó a comprobar las fechas de caducidad y el precio. Mientras él revisaba todo eso para asegurarse de comprar la verdura de mayor calidad al menor precio posible, Bakugo suspiraba y se perdía entre otros pasillos.

Tras cinco minutos eligiendo verduras, cuando finalmente las metió en el carro, Deku se dio cuenta de que ya estaba lleno de bandejas de carne que Bakugo había metido.

— ¿Kacchan? – preguntó al ver cómo sacaba la bandeja de puerros y metía más carne.

— ¿Qué?

— Hay que comprar verdura.

— Yo prefiero carne.

— La carne es más cara y además, la verdura condimentará las comidas. Aquí hay demasiada carne.

— Me gusta la carne.

Deku suspiró una vez más. No había remedio con él. Quería intentar debatir que no era conveniente llevarse tanta carne y debían mantener una dieta equilibrada, pero cuando trató de hacerlo, la figura de su vecino pasando por el pasillo contiguo captó la atención de ambos. Su misión era vigilarlo.

— Kacchan... no.

Por la sonrisa que surgió en el rostro de Bakugo, Deku imaginó lo que estaba pensando hacer. Seguirle y era una completa locura hacerlo por todo el supermercado. Ahora empezaba a darse cuenta de qué había ocurrido esa mañana cuando su aterrorizado vecino se escondió en casa. Evidentemente, Katsuki no le hizo caso y sacó la cabeza por un lado de la estantería siguiendo al hombre. Deku suspiró una vez más y trató de pensar en alguna excusa que les sacase de ese lío.

A los cinco minutos, el pobre vecino no dejaba de mirar hacia atrás y acelerar el paso por los pasillos intentando escapar de Bakugo. ¡Esa misión era un desastre completo! ¿Por qué no aceptaron que Shoto Todoroki hiciera la misión con él? Todo habría sido más sencillo.

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