Capítulo 24: Compañeros

— ¡Que te largues, joder! – gritó una vez más ante la insistencia del sonido del dichoso timbre.

Una y otra vez, sonaba sin parar. Alguien le estaba sacando de los nervios. Sentado en el sofá, con un pie apoyado sobre la mesilla de delante y un cojín apoyado en su pecho rodeado entre sus brazos, cambiaba de canal una y otra vez.

¡De nuevo el puñetero timbre! Harto de escucharlo, lanzó el cojín contra el sofá y se levantó todavía con el mando del televisor en la mano. Ni siquiera miró por la mirilla, simplemente abrió la puerta dispuesto a soltarle cuatro cosas bien dichas al insistente que estaba detrás de esa puerta. Las palabras se quedaron en su garganta al ver a Shoto Todoroki elevando un paquete de botellines de cervezas.

— ¡Joder!... – se quejó Bakugo agarrando las cervezas y cerrando la puerta tras él. Shoto esperó un segundo tras la puerta y entonces, tocó el timbre de nuevo.

Bakugo maldijo por lo bajo. Pensaba en llevarse las cervezas y dejar que Shoto se largase, pero estaba claro que no iba a largarse sin más. Abrió de nuevo la puerta y miró a Shoto. Ahora sostenía un papel en su mano y él sabía exactamente qué era eso.

— Vale... pasa – suspiró Bakugo. Aquello sería una conversación extraña.

Hasta que la puerta no se cerró completamente, Shoto mantuvo el silencio. Sabía que su compañero pasaba por un mal momento y de hecho, sabía de sobra que por muy mal carácter que Bakugo tuviera y por mucho que quisiera estar solo, en realidad... necesitaba un amigo.

— Me han dicho en la agencia que quieres cambiar de compañero – susurró Shoto viendo la casa hecha un desastre. No era típico de Bakugo ese desorden.

— No he pedido un cambio de compañero, más bien... voy a trabajar en otro caso y no puedes venir conmigo – dijo Bakugo.

— Ya... y ese caso... ¿Por qué estás dispuesto a aceptar un trabajo de esa clase? ¿Es por Midoriya?

— Ahora mismo no me apetece demasiado trabajar cerca de él.

— Trabajas conmigo, no con él. Lo sabes, ¿verdad?

— Lo vería todos los días en la agencia o en sus turnos aunque nosotros vayamos a otra zona. Es posible que coincidiéramos en algún caso, cuando fuéramos a por algún villano concreto, no sé. Prefiero no verle en una temporada.

— Te entiendo.

Shoto se sentó en el sofá justo al lado de donde Bakugo lo hizo. Él había vuelto a agarrar el cojín y regresado a la misma posición que estaba antes de abrirle la puerta a su amigo, sin embargo, esta vez mantenía una cerveza en la otra mano.

— Si vas a trabajar de incógnito un tiempo... ¿Con quién voy a trabajar yo? – preguntó Shoto apoyando el pie también en la mesilla de enfrente igual que su compañero y agarrando una cerveza de las que había traído.

— Podrías trabajar con Izuku.

— Midoriya ya tiene su compañero desde hace tiempo.

¡Tensa! Así estaba la situación pero ambos sabían en el fondo que aquella medida era necesaria.

— No te preocupes. Me asignarán a alguien durante este tiempo – dijo finalmente Shoto como si así se solucionase todo el problema.

— ¿Hablaste con el nerd? – preguntó Bakugo mirando el botellín de la cerveza en sus manos.

— Sí. Lo hice.

Bakugo parecía realmente tenso. La situación con Izuku no había sido fácil. Le dolía, le dolía demasiado.

— Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea, ¿verdad? – preguntó Shoto haciendo sonreír a Bakugo.

— Lo sé, pero no se lo digas a los demás.

— Oh... tu reputación de tipo duro caería si lo supieran.

— Algo así – sonrió –. ¿Sabes que es peor que no ser correspondido en el amor?

— No.

— Ser correspondido, tener opciones de tenerlo y cuando puedes tenerlo, perderlo. Nunca creí tener opciones con el nerd y dolía, pero duele más haberlo tenido, saber lo que se sentía, estar tan bien y feliz y de golpe... de un plumazo... esfumarse todo. Eso duele mucho más.

— Me preguntó si creía que una persona podía cambiar.

— ¿Y qué respondiste?

— Que no estoy seguro, supongo que hay gente que sí y gente que no, pero lo que sí he visto es que tú has tenido un cambio.

— Supongo, aunque no me ha servido demasiado.

— Quizá no con él al punto que tú deseabas, pero vuestra relación de amistad, aunque sea, estaba mejorando y eso creo que es un gran cambio. Incluso si no es como esperabas, estoy convencido de que has sentido que estaba mejor la situación tras tu cambio.

— Sí, eso sí – susurró Bakugo.

— Me va a costar un poco acostumbrarme a que no estés a mi lado chillando – sonrió Shoto. Bakugo sonrió también.

— No te acostumbres demasiado. Arreglaré ese problema de incógnito y regresaré rapidito.

— Ya... claro – suspiró Shoto dando un sorbo a la cerveza.

No se creía demasiado las palabras de Bakugo. Estaba claro que necesitaba un poco de distancia y, por tanto, no creía que fuera a solucionar pronto sus problemas con Izuku. No quería verle en estos momentos, necesitaba su tiempo de recuperación y eso podría tardar.

— Quizá pueda meterme yo también de infiltrado – sonrió Shoto.

— Sí, claro, tu eres exóticamente reconocible, además, sé que andas muy ocupado con Inasa. ¿Te crees que no sé nada sobre eso? No creas que por lo que me ha ocurrido a mí con Izuku no hablaremos de lo tuyo con ese chico.

— No hay mucho que contar.

— ¿Ah, no? ¿Seguro?

— Tenemos sexo, punto.

— Ya... y parece un sexo interesante por cómo desapareces últimamente. Antes venías por aquí todas las noches a ver partidos deportivos conmigo y ahora, andas no sé por dónde, aunque me imagino que en tu casa o en la de Inasa, más concretamente en el cuarto.

— Salimos del cuarto a veces.

— La ducha no cuenta.

— A comer. Aunque la cocina tampoco se ha librado – sonrió Shoto.

Bakugo sonrió. Era la primera vez que hablaban de esos temas. Por lo general, Shoto era muy cerrado en esos asuntos pero hoy, quizá por haber visto a Bakugo tan angustiado y deprimido, había acabado hablando del tema sólo por animarle.

— Eres un buen amigo – se sinceró Bakugo – y no volveré a decir estas palabras, así que espero que las hayas escuchado bien.

— Las he grabado perfectamente en mi mente. Ya no podrás volver a decir que no somos amigos – sonrió Shoto – nadie te creerá y menos yo.

— Eres un idiota.

— Un idiota con un mejor amigo.

— Yo no he dicho que seas mi mejor amigo.

— ¿Estás seguro? Eso es lo que yo he oído – bromeó Todoroki haciendo sonreír de nuevo a Bakugo.

¡Puede que sí! Siempre había considerado a Kirishima como su mejor amigo desde la UA, pero ahora que trabajaba con Shoto y eran compañeros, que hacían casi todo juntos, se daba cuenta de que quizá sí... Shoto era al primero al que acudía cuando tenía dudas o necesitaba un amigo. Posiblemente se había convertido lentamente en su mejor amigo y ahora que Shoto lo decía en voz alta, él se daba cuenta de que era verdad.

— Kirishima es mi mejor amigo – dijo muy contundentemente.

— ¿Es que sólo tienes un mejor amigo?

— ¿Tú no?

— No, claro que no. Tú y Midoriya sois mis mejores amigos, de momento. Pero tengo hueco para más si se diera el caso.

— Qué raro eres.

— Tú eres el raro.

***

Un mes después:

Con el delantal y la sartén en sus manos, Midoriya se giró para ver a Shoto en la mesa de su comedor terminando de comerse la sopa de miso. Sonrió. Desde que Bakugo se fue a esa misión de infiltrado, allí iba Shoto todas las mañanas a desayunar. Antes solía invadir la casa de Bakugo y Midoriya siempre lo entendía, su amigo cocinaba muchísimo mejor que él y ni qué decir de la poca mano que Shoto tenía para las cosas del hogar.

— Creo que empiezo a echar en falta a Kacchan – dijo Izuku al ver comer a Shoto mientras dejaba el plato con los encurtidos en la mesa y el cuenco de arroz que, en breve, ese chico devoraría.

— Hacía un buen arroz al curry – dijo Shoto.

— Creía que tú sólo comías soba frío – bromeó Izuku.

— Ese también lo prepara muy bien.

— ¿Siempre desayunabas en su casa?

— Y comía... y a veces cenaba – dijo Shoto – cuando no quedaba con mi padre para alguna comida familiar.

¡Unidos! Así los veía Izuku a esos dos. Eran buenos compañeros y buenos amigos, prácticamente se pasaban el día juntos así que se debían conocer bien.

— ¿Has... sabido algo de él en estos días? – preguntó Izuku algo preocupado mientras tomaba asiento frente a Shoto.

— La verdad es que no. Está de infiltrado así que no es conveniente que se comunique con nadie.

— ¿No te es difícil estar ahora trabajando en solitario?

— Volverá – susurró Shoto – hablamos de Bakugo. Nada puede con él y no necesito a nadie que intente sustituir o cubrir su hueco. Me llevo bien con él y es mi compañero.

— Se fue por mi culpa, ¿verdad? Por lo que ocurrió.

— Necesitaba un poco de distancia, nada más.

Shoto miró a Izuku. Estaba cabizbajo y sus dedos acariciaban los palillos como si intentase relajarse por lo sucedido. Se le notaba realmente preocupado y afligido por aquel tema.

— ¿Le echas de menos?

— Un poco, sí – susurró Izuku –. He estado pensando todo este tiempo en qué es lo que me ocurre con él.

— ¿Y has descubierto algo?

— Me gusta – dijo Izuku – y siento que me falta algo cuando él no está a mi lado, pero a la vez, hay algo en él cuando está a mi lado que, no sé, me transporta a un sitio que no me gusta.

— Eso ya te pasaba antes.

— Sí, pero ahora que hemos puesto distancia, creo que es peor el sentimiento que tengo al no saber nada de él que el que tengo cuando está a mi lado. Quizá necesitaba esta distancia para darme cuenta de que no tenerle cerca es insoportable. Sólo pienso en él, en si estará bien, estoy todo el día preocupado y creo que no es bueno. Ni siquiera pienso en el pasado y las cosas malas, sólo quiero que regrese y que esté bien.

— Estará bien esté donde esté. Ya sabes cómo es Bakugo.

— Sí, supongo que sí pero... me gustaría poder decirle que lo siento, por la forma en que me comporté con él cuando intentaba hacer las cosas bien.

— Te entiendo, Midoriya – dijo Shoto – porque sé que no es fácil perdonar cuando te han hecho daño, lo sé por experiencia en mi familia y creo que Bakugo también lo sabe o lo intuye. Él no te culpa por no poder perdonarle en ese momento, de hecho, creía que jamás podría compensarte por el daño que te hizo y, aun así, lo intentó, a su manera.

— Lo sé, pero yo no estaba preparado para afrontar toda esa situación. Necesitaba visualizar un poco más lo que estaba ocurriendo entre nosotros, comprender mejor nuestros sentimientos antes de meternos en estos y quizá ahora, le he asustado tanto que no quiera saber nada de mí.

— No lo creo – susurró Shoto – creo que a Bakugo le gustabas desde hacía ya demasiado tiempo, aunque él nunca lo dijera. Va a volver, Midoriya, lo hará y podréis aclarar las cosas.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top