Capítulo 19: Del odio al amor
Del golpe, las cajas de la estantería donde su cuerpo había chocado cayeron al suelo abruptamente. A su mente, sólo llegaba una maldita frase que Bakugo le soltaba una y otra vez: "necesitas un buen revolcón".
Enfadado al recordarla, agarró sus dedos con mayor fuerza al cabello de un impaciente Inasa que no dejaba de presionar su cuerpo contra el suyo arrinconándolo contra la estantería del archivo donde se habían encerrado mientras besaba y mordisqueaba su cuello con fogosidad.
Los jadeos que trataba de mantener a resguardo y no dejarlos salir eran imposibles de acallar. Por más que luchaba contra esos impulsos, siempre perdía esa batalla. Con su cabeza apoyada contra el metal de la estantería y ladeada hacia la izquierda, el rubor en sus mejillas delataba que aquello le gustaba. Inasa no permitía siquiera que moviera la cabeza mientras se dedicaba a succionar su cuello y empotrarle más contra la estantería motivándose y haciendo sus movimientos más bruscos a cuantos más gemidos escapaban de su garganta.
¿Cómo había terminado así? Era la pregunta que Shoto se hacía y a la vez... carecía de sentido en ese instante.
Flashback
¡Bakugo estaba como una cabra! Hacer esa clase de gestos obscenos en la sala cuando pudo ser fácilmente observado y pillado por alguien, sobre todo por Inasa. Shoto arrugó el entrecejo algo molesto por esa actuación por parte de su compañero. No era que estuviera enfadado con él, al fin y al cabo, Bakugo era así de bruto y explosivo siempre y sabía que lo hacía por su bien pero... hablaban de Inasa... ese chico que le odiaba a muerte desde las pruebas de ingreso a la academia. Ellos nunca habían congeniado bien y ahora que les tocaba trabajar juntos, Shoto sólo intentaba mantenerse lo más alejado posible de él por no molestarle más ni ganarse más odio por su parte.
Viendo el rostro enojado de Shoto, Inasa se dio cuenta de que hoy tampoco sería un buen día para tener un compañero. Shoto volvería a lanzarse en solitario a las calles como hacía siempre. Ese odio mutuo había afectado demasiado y ninguno sabía cómo arreglarlo. Apenas hablaban y no era porque él no lo hubiera intentado varias veces. Hasta le propuso ir a comer juntos... pero Shoto siempre se negaba. Parecía que su relación de odio jamás podría cambiar y eso le deprimía.
— Vas a volver a lanzarte en solitario, ¿verdad? – preguntó Inasa cargado de frustración, captando de inmediato la atención de Shoto. Éste se giró al instante hacia Inasa para ver su rostro de decepción –. Sí, claro que sí. Porque tú no necesitas un compañero. Tu don es impresionante, puedes hacer todo lo que te propongas por ti mismo. Ni siquiera sé por qué me han llamado para acompañarte cuando está claro que tú no necesitas un compañero – se quejó Inasa por primera vez, siendo lo más honesto posible para evitar que Shoto pudiera malinterpretar sus palabras –. Toma, ponte esto al menos.
Inasa agarró con firmeza los guantes ignífugos que había buscado por toda la ciudad y que pensaba regalárselos a su compañero y se los lanzó.
— Al menos no te harás daños en las manos tratando de huir de mí.
¡Claro como el agua transparente! Eso era lo que fue Inasa porque de esa forma, Shoto no podría decir que no entendió algo o lo malinterpretó. Sabía perfectamente que bromas y sarcasmos, incluso dobles intenciones, Shoto era incapaz de entenderlas y precisamente, esa inocencia era algo que odiaría que Shoto perdiera. Él mismo se había enamorado de esa actitud inocente cuando no trabajaba y de su carácter fuerte cuando se ponía el traje de héroe.
Inasa sonrió de forma incrédula. ¡Nada que hacer con Shoto! Por mucho que se hubiera enamorado de él... ese chico era puro fuego, con un carácter terrorífico cuando se enfadaba, era autosuficiente en combate y... su relación de odio no cambiaría por más que él hubiera tratado de hacerlo. Tras decir todo lo que tenía pendiente, decidió alejarse de allí en dirección opuesta. Shoto no le necesitaba y no pensaba intentar perseguirle por toda la ciudad para que él se hiriera mucho más las manos tratando de huir.
— Inasa... – le llamó Shoto al ver su reacción e intentando frenar su caminar.
Inasa se detuvo de golpe al escuchar la voz de su compañero y se giró a mirarle. Estaba cabizbajo y miraba los guantes que le acababa de lanzar.
— Gracias – susurró Shoto con cierto sonrojo que hizo bajar todas las defensas a Inasa. Ver a Shoto de esa forma fue algo que nunca se imaginó – yo... sí que necesito un compañero, es sólo que... no quería molestarte.
— ¿Molestarme? ¿Por qué me molestarías?
— Porque... tú me odias y lo entiendo. Siempre he sido demasiado solitario, no he tenido amigos y tengo... esta mirada igual que mi padre, ésa que todos odian. No te negaré que he intentado mantenerme a distancia de ti para evitar que te sintieras mal al trabajar conmigo.
— Quiero trabajar contigo – dijo Inasa con total seguridad – y sí, te odié, aquel día con la mirada que me lanzaste, cuando prácticamente me despreciaste cuando te gané... hizo que te odiase, que viera la peor parte de ti pero... ahora que te conozco un poco mejor, sé que sólo estabas enfadado y no conmigo, lo estabas contigo mismo y reaccionaste de esa manera al exteriorizar tu enfado. Te vi en la competición de la UA cuando atacaste con tu hielo a tu propio compañero y cómo lo descongelaste pidiendo perdón por haber estado enfadado. Ahora entiendo que, simplemente, no controlas tus emociones y las expresas de esas formas que pueden hacer creer a la gente que eres de una manera que no eres en realidad y eso... también me gusta de ti. Así que no... ahora mismo no te odio, de hecho, creo que me estoy enamorando de ti y cuanto más te conozco y más trabajamos juntos, más me atraes y me duele que tú no quieras trabajar conmigo.
— No es que no quiera... – susurró Shoto.
— Lo sé, ahora lo sé – sonrió Inasa acercándose un poco a Shoto –. Intentabas no ofenderme ni estar cerca de mí por intentar evitar que te odiase más, pero te diré un par de cosas, la primera es que me duele ver cómo te haces daño por tratar de huir de mí, y la segunda es que por más que corras, nunca huirás del todo de mí, porque yo voy a seguir a tu espalda, persiguiéndote el tiempo que haga falta hasta que me des una oportunidad de estar a tu lado.
— Muy convincente – susurró Shoto con una ligera sonrisa antes de elevar el rostro y abalanzarse sobre él, poniéndose de puntillas para poder alcanzar con su mano la nuca del chico y juntar sus labios en un apasionado beso que Inasa correspondió en cuanto salió de su asombro.
***
Sentía el miembro de Inasa creciendo bajo sus pantalones y rozando con el suyo. ¡Sí! ¡El cómo había dado inicio ya daba igual! Lo único que quería en ese instante era sentir el placer y desahogarse. Debía darle la razón a Bakugo en algo... necesitaba un respiro de toda la presión del trabajo.
El ruido de los cinturones desabrochándose provocó un mayor sonrojo en Shoto, pero simplemente, él no pudo ni moverse. La mano de Inasa seguía presa cerca de su cuello manteniendo su rostro ladeado. En otras circunstancias quizá él habría tomado medidas al respecto pero la verdad era... que en ese instante, no quería hacerlo. Le excitaba esa brusquedad y fogosidad hasta tal punto que quería llegar al final, por eso mismo, dejó que Inasa continuase. Seguramente, Inasa estaba siendo así de impaciente y pasional por su culpa, por ese primer beso que le había dado, por cómo él mismo le había empujado y metido dentro de la sala de archivos. Ahora no podía quejarse de que Inasa reaccionase tal y como él quería.
Los pantalones de Inasa fueron los primeros en caer al suelo y entonces, el sonrojo de Shoto se intensificó pese a que no podía ver absolutamente nada todavía.
— No sabía que te gustaba el sexo de esta forma.
— ¿A lo salvaje? – preguntó Shoto – supongo que depende del día, y hoy me apetece mucho un buen polvo.
— Entonces trataré de no decepcionarte. Si lo quieres duro... duro será.
Agarrando con mayor fuerza la nuca de Shoto, Inasa tiró de él con cierta rudeza pero tratando de que su agarre fuera lo más suave posible para evitar hacerle daño y entonces, le obligó a arrodillarse frente a él.
— Aquí tienes al que tanto deseas, Shoto. ¿Por qué no le saludas? Él está deseando conocerte bien a fondo – se inclinó ligeramente Inasa para susurrarle aquellas palabras en su oído.
Shoto sonrió de forma algo arrogante al ver que Inasa realmente sí estaba dispuesto a todo por complacerle, incluso llegar a esa clase de sexo que él necesitaba. Sin dilación, lo primero que hizo Shoto fue agarrar con una mano el miembro ya medio erecto de Inasa y apartarlo un poco hacia arriba para poder llevar su boca hasta los testículos. El gemido de Inasa no se hizo esperar en cuanto sintió a Shoto jugar con ellos, lamiendo, besando y succionándolos con suavidad.
Si en algún momento Inasa pensó que ese chico podía ser virgen, hoy le quedaba claro que no lo era, no podía serlo por la soltura con la que se desenvolvía, pero prefirió no preguntar al respecto. Todas las personas tenían un pasado y eso sólo era importante para saber en qué clase de persona se había convertido, nada más, y Shoto... le gustaba tal y como era. Tan modosito, educado y refinado que parecía siempre y en realidad, en temas de sexo era completamente opuesto. Inasa sonrió sin perder de vista cómo el chico arrodillado frente a él pasaba a lamer cada centímetro de su miembro antes de meterlo en su boca e iniciar un movimiento ascendente y descendente por él con intención de darle el máximo placer posible. Inasa aprovechó aquella posición para tras lamer sus dedos, llevarlos bajo el pantalón de Shoto hacia su entrada.
Durante aquellos largos minutos y pese a que escuchaban a otros héroes por el pasillo ir de un lado a otro saliendo a sus misiones, nadie entró al archivo. Shoto tenía razón con aquella afirmación de que prácticamente nadie buscaría información de otros casos allí dentro y, por tanto, ambos se sentían seguros de que no les pillarían.
— Ven aquí, vamos a esa mesa de ahí.
Apartándose un segundo de Shoto, Inasa se acercó a la mesa y tras pasar el brazo para tirar algunos papeles que había sobre ella junto al resto de cajas que anteriormente habían tirado al suelo, se sentó sobre ella. Shoto sonrió enseguida en cuanto supuso lo que quería.
Apoyándose sobre él para no caerse, subió las rodillas a la mesa para quedar sobre Inasa. Fue éste quien, agarrando las nalgas de Shoto para separarlas, dejó que el chico introdujera su miembro en el interior. El gemido no se hizo esperar a medida que bajaba hasta sentarse completamente en los muslos de Inasa con el miembro ya en su interior.
— Vaya... sí que estás obediente y...
— ¡Cállate! – empujó Shoto el pecho de Inasa hacia atrás para que se tumbase, tomando el completo control y pudiendo moverse a su antojo y pleno placer. Inasa sonrió. ¡Era la primera vez que veía a Shoto en ese aspecto y le atraía demasiado! Seguía siendo el mismo chico que quería tener todo bajo control siempre.
— Veo que te gusta jugar con fuego.
— No lo sabes bien. Quizá en otro momento juguemos con cuerdas y esas cosas... pero hoy, sólo cállate y sé mi muñeco. Déjame disfrutar de tu polla.
Inasa sonrió unos segundos antes de empezar a gemir en cuanto Shoto aumentó el ritmo. Subía y bajaba frenéticamente sobre él dejando esta vez que sus gemidos sonasen en la estancia. Shoto mantuvo los ojos cerrados disfrutando al máximo de lo que sentía y entonces, cuando ya estaba casi a punto de culminar, sintió cómo Inasa se levantaba de golpe sin sacar su miembro de él y lo empotraba contra otra de las estanterías aumentando más el ritmo de las estocadas.
— ¡Joder! – dejó escapar Shoto el sentir que el placer se iba durante un segundo pero volvía con más intensidad.
— Lo siento, Shoto, no soy muy bueno fingiendo ser un muñeco. Ahora córrete para mí. Sé que estás disfrutando de mi polla.
— Dame más caña – susurró Shoto.
Inasa sonrió volviendo a aumentar más el ritmo y consiguiendo finalmente que Shoto ya no pudiera seguir hablando. Tan sólo los gemidos y jadeos salieron de él hasta que el semen golpeó el abdomen de Inasa al no poder contenerse durante más tiempo.
— Buen chico – susurró Inasa sin querer decirle que hacía unos minutos que él ya se había venido, sin embargo, Shoto debía saberlo por la humedad que debió sentir en su interior –. Aunque debo admitir que no creí que te gustasen estos juegos, Shoto.
— Ven a mi casa esta noche y te enseñaré de verdad lo que me gusta sin que sea un polvo precipitado en un archivo de la agencia – sonrió.
— Me encantaría.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top