Capítulo 18: Una primera cita

¡Estaba hecho un mar de dudas! Nunca había imaginado que acabaría en una situación semejante precisamente con Bakugo. Conocía a Kacchan desde su infancia, pero su relación se deterioró tanto que llegó a pensar que él le odiaba. Que hubieran acabado acostándose era algo que le resultaba realmente extraño.

Si hubo una época donde creyó que jamás llegaría a poder sentir algo más por Kacchan que no fuera una amistad con algo de temor por el bullying que recibió, hoy y tras una semana de convivencia junto a él, los sentimientos habían brotado de nuevo en su interior al verle comportarse de esa forma tan humana. Se comportó casi como un novio, uno no muy convencional, pero lo había hecho a su manera.

Pese a ello, todavía tenía sus dudas. Por una parte, sentía que dejarse llevar por esos sentimientos era un error. Bakugo podía volver a ser aquel chico arrogante y de mal carácter que siempre veía una ocasión para meterse con él y, por otro lado, la duda de que Bakugo sólo hubiera tenido un desliz momentáneo le hizo sentirse todavía peor.

Como todo un idiota, se encontraba en la cocina intentando preparar el plato favorito de Kacchan: arroz al curry. ¡Hasta en eso eran diferentes! A él le gustaba el arroz al curry más suave, sin embargo, Kacchan adoraba el picante.

Hoy había decidido hacerlo picante en un intento por suavizar el mal humor con el que seguramente aparecería Bakugo. Era consciente de que no querría hablar del tema, pero... el sexo y aquel beso en el garaje, evidentemente tuvo que ser debido a algo y ese algo, Izuku quería averiguar el motivo.

Izuku resopló. Ni siquiera con esa idea en mente de prepararle una buena comida sería capaz de abrir un poco esa coraza de su amigo para poder saber qué ocurría. Él no hablaría del tema. Estaba casi convencido de ello.

Tan absorto se encontraba en ese pensamiento que, sólo cuando escuchó el ruido de las llaves en la cerradura de la puerta principal, se dio cuenta de que la salsa picante se le estaba quemando. Completamente preocupado y algo asustado, apagó el fuego observando el humillo oscuro salir de la olla.

Aquel olor a quemado fue lo primero que olió Bakugo. Asustado por si la casa se estaba incendiando, ni siquiera cerró la puerta tras él antes de adentrarse en el hall y mirar a ambos lados, primero hacia el salón y luego, a la cocina. El humo que vio salir de la olla frente a Izuku le hizo entornar los ojos. ¡El nerd era un maldito desastre en la cocina! Nunca se fijaba en lo que estaba haciendo y cometía esa clase de errores con facilidad.

El suspiro proveniente de Izuku hizo que Bakugo se diera cuenta de lo que ocurría. Le había afectado quemar la comida. Izuku se quitaba el delantal con lentitud completamente frustrado por haber arruinado el plato. Viendo que nada se quemaba, Bakugo aprovechó para cerrar la puerta antes de quitarse la chaqueta e ir hacia la cocina.

Sin pronunciar palabra alguna, Bakugo apartó la olla y lanzó el contenido en la papelera antes de quitarle el delantal a Izuku y buscar en la nevera los condimentos para preparar de nuevo la salsa picante.

— Yo prepararé esto – susurró Bakugo – supongo que querías hacer salsa picante para acompañar ese arroz.

— Curry picante, sí – susurró Izuku con desgana –. Quería darte una sorpresa pero... he vuelto a meter la pata.

— Yo me ocupo. Haré una salsa intermedia, sé que odias el picante.

— En realidad, iba a hacerla picante como a ti te gusta – sonrió Izuku.

— La haré intermedia o tú no comerás nada – fue su última frase a la cual Izuku ya no quiso responder por esa mirada tan agresiva que había recibido, casi como si le estuviera diciendo que no se atreviera a rebatirle aquella decisión.

Aprovechando que Bakugo se hacía cargo de la salsa, Izuku miró su teléfono. Seguía sin tener noticias de Shoto pese a que le había escrito hacía horas para informarle de lo sucedido. Shoto era de sus mejores amigos y aunque las relaciones personales no eran lo suyo, suponía que tendría algo que decir al respecto de todo lo que había pasado entre Kacchan y él.

— ¿Has visto hoy a Todoroki? – preguntó Izuku.

— Fui por la agencia a recoger unas cosas y le vi de pasada. Estaba durmiendo en la sala de descanso. Creo que estuvo de guardia por la noche.

— Siempre le hacen trabajar más de la cuenta – susurró Izuku con resignación. Entendía que no hubiera tenido ni un momento para él o para mirar su teléfono y responderle. Quizá lo haría cuando terminase su turno –. ¿Le viste bien de ánimo?

— ¿A qué te refieres? Le vi como siempre, necesitado de un buen polvo, pero espero que se le pase pronto – sonrió con arrogancia Bakugo.

— ¿Y eso? ¿Me he perdido algo?

— Inasa está trabajando con él, aunque creo que quiere trabajárselo a él más bien – sonrió Bakugo –. Hoy le traía a Shoto unos guantes ignífugos. Imagino que porque está dañando sus manos intentando alcanzar esa velocidad para dejar atrás a Inasa y llegar a tiempo a todos los casos.

— Tal y como practicó con su padre. Shoto siempre se esfuerza demasiado. Pero me alegra saber que Inasa se preocupa por él.

— Espero que le recompense bien ese bastardo por los guantes, ya me entiendes – sonrió Bakugo haciendo sonreír a Izuku.

— Lo dudo. Shoto no es de esos que vean las indirectas o socialice demasiado. Es muy posible que no se haya dado cuenta todavía de que Inasa anda bien pillado por él.

— Es posible. Supongo que es trabajo para Inasa hacerle ver lo que realmente quiere de él. Esto ya está. Prepara la mesa, yo sirvo los platos.

¡No! No habría oportunidad de hablar de lo ocurrido entre ellos. Así lo vio Izuku. Bakugo siempre se cerraría en banda y por no molestarle o volver a su mala relación ahora que parecían llevarse mejor, prefirió callar y dejar que las cosas funcionasen por sí solas.

***

Mientras Bakugo sacaba la basura hasta el contenedor más cercano de la calle, pensaba en su lamentable cita. ¡Sí! Todo el camino desde la agencia donde habló con Shoto hasta su casa, pensó en tener una primera cita con Deku y decirlo abiertamente, hablar de todo lo que había ocurrido entre ellos, pero... al llegar, todo se había quedado en nada. ¡Menuda primera cita! Ni siquiera habían hablado durante la cena. ¡Penoso! Eso era lo que había sido. Tanto ensayar lo que iba a decirle y, al final, no dijo nada. Se limitó a comer en silencio y desde luego, Izuku prefirió no hablar por miedo a meter la pata.

Abrió el contenedor y lanzó la bolsa dentro antes de contemplar la casa del vecino y, posteriormente, la ventana del piso superior donde, ahora mismo, Izuku debía estar con los cascos escuchando la casa del vecino por si encontraba alguna información interesante sobre sus planes de villano.

¡Ahora que se había ido a trabajar, mucho menos podría tener una conversación con Midoriya! Bakugo resopló. Tan decidido que había ido tras hablar con Shoto y todo se había quedado en nada.

Apartando la mirada a sus zapatillas, de repente, avivó la mirada como si estuviera realmente cabreado, pero no lo estaba, todo lo contrario, estaba decidido a terminar con esa maldita situación. Él mismo le había estado diciendo a Shoto que necesitaba un buen polvo, de esos que le empotrasen contra las paredes y le desahogasen de golpe, pero ahora... era él el cobarde que no se atrevía a decirle una simple palabra al nerd y eso no podía permitirlo.

Totalmente decidido, caminó con rapidez hacia la casa, cerró la puerta tras él y subió los peldaños de la escalera de dos en dos hacia el cuarto de escuchas donde Deku debía estar trabajando.

Abrió de golpe como si de un huracán se tratase sin siquiera molestarse en llamar a la puerta y se fijó en Deku. Con los cascos puestos, se giró para ver qué ocurría creyendo que pasaba algo malo al ver a Bakugo de esa manera. Estaba un poco preocupado por él, así que apartó los cascos de sus orejas unos segundos pero ni siquiera tuvo tiempo a dejarlos en la mesa cuando escuchó algo que jamás creyó que oiría de su amigo.

— Kac...

— ¡Te quiero! – susurró Bakugo dejando a Izuku completamente sorprendido y paralizado en el sitio.

Para ser honesto consigo mismo, pese a que todavía tenía la mirada perdida en los ojos de Bakugo, Izuku no tuvo tiempo a reaccionar antes de que éste caminase con rapidez hasta él y apoyase su mano en la nuca impulsándole para besarle con pasión.

Saliendo de su trance inicial, Izuku cerró los párpados y siguió el ritmo de su amigo. Por extraño que pareciera, en ese instante y con esas palabras resonando en sus oídos y su mente, todo su pasado juntos quedó atrás. Por primera vez en mucho tiempo, lo único que veía frente a él, era a ese chico que en las últimas semanas había intentado de todo por comportarse bien con él, por cuidarle y que incluso había sido hasta cariñoso en ciertos momentos. Se estaba enamorando de Kacchan como cuando fue joven. Aquellos sentimientos que una vez guardó muy hondo surgían de nuevo como un fuego que se avivaba en su interior.

— Creo que debería dejarte seguir con tu faena – susurró Bakugo entre besos pese a que él no podía soltarle.

— ¡Que le den! – susurró Izuku pudiendo al fin soltar los cascos sobre la mesa. Ya no le interesaba ninguna de las conversaciones de la casa del vecino. Las cintas grabarían todo y lo revisaría al día siguiente.

— El niño bueno y obediente va a dejar la misión para más adelante... no puedo creérmelo.

— Cállate de una vez, Kacchan, y fóllame aquí mismo.

Al ver cómo Izuku ya se quitaba la camiseta, Bakugo sonrió y bajó sus manos a las nalgas de su compañero para auparle sobre la mesa. Izuku no era el único impaciente que había estado aguardando aquel momento donde los sentimientos volvieran a salir. Era irónico que de niños se enamorasen sin darse cuenta de lo que era y ahora, redescubrieran el amor de una forma mucho más auténtica y pasional.

— Así que aquí mismo... ¿Eh? – sonrió Bakugo.

— ¿No vas a decirme que no te de órdenes? – sonrió Izuku.

— Sólo por hoy voy a permitir que me des todas las órdenes que tú quieras.

— ¿Y este cambio? – preguntó Izuku con sus labios todavía rozando los de Bakugo pero sin dignarse a abrir los ojos.

— Tú sólo disfruta.

Izuku abrió los párpados y miró fijamente a Bakugo preguntándose si todo esto estaría bien. Pasar de un extremo al otro de su carácter le causaba ciertas dudas, pero a la vez, deseaba tanto poder conocer un poco más del interior de su amigo, ese interior que no mostraba a nadie. Cuando los labios de Bakugo tomaron de nuevo los labios de Izuku y sintió que éste no respondía, se dio cuenta de que la falta de conversación estaba pasando factura. Sonrió y se separó ligeramente para intentar encontrar las palabras.

— Me gustabas – susurró con cierta timidez – y tenía miedo de lo que empecé a sentir por ti. Todos a mi alrededor decían que eras un sin quirk, un perdedor y... fui un imbécil, te aparté de mi lado y me metí contigo en un intento por aparentar ser mucho más fuerte, como si no te necesitase a mi lado y... lo lamento. Fui un estúpido que no se dio cuenta de lo que en realidad deseaba, no era la aprobación de los demás, sino ser sólo tu amigo y seguir juntos. Cuando te veía en el parque, deseaba ir jugar contigo, pero... nunca lo hacía. Era más fácil meterme contigo y parecer fuerte frente a otros críos que me admiraban y por todo eso, siento que no tengo el derecho ahora de acercarme a ti. Tu rechazo es lo único que me merezco ahora.

— Sabía que todos se metían conmigo – susurró Izuku captando la atención de Bakugo –. Escuchaba sus insultos en los murmullos. Ellos no me lo decían abiertamente, pero sé que te lo decían a ti porque eras el único que se atrevía a hacer lo que hacías. Por eso mismo, nunca dejé de admirarte o considerarte mi amigo. Creí que sólo estabas influenciado por otra gente y quizá algún día... cuando creciéramos, podríamos hablar de todo esto, aunque... he de admitir que había empezado a perder un poco la fe. Siempre eres muy cerrado con tus sentimientos. No sabía qué pensabas de mí, incluso creí que en algún momento, después de tanto insultarme, habías empezado a odiarme de verdad. Es por eso que he estado esquivándote en las misiones las últimas veces. No quería molestarte, así que no accedía a ir contigo a ninguna misión.

Aquella aclaración tuvo todo el sentido del mundo en Bakugo. Él siempre patrullaba con Shoto, incluso cuando había misiones con más gente, Izuku iba en otro grupo alejado de ellos. Ese comportamiento había hecho pensar a Bakugo todo este tiempo que Deku le odiaba por todo lo ocurrido en el pasado.

— Me alegra entonces que aceptases esta misión conmigo.

— En realidad... me dijeron que vendría Shoto – susurró Izuku –. Me sorprendió cuando al final tú accediste.

— Sí, bueno...

— ¿Y ahora qué? – susurró Izuku –. ¿Qué vamos a hacer?

— Me gustaría intentar algo formal contigo si me dejas, aunque puede que me cueste un poco cambiar mi forma de ser contigo después de tantos años, pero... sigo amándote más que a nada y...

— Intentémoslo entonces. No sé si podré perdonarte todo el daño que me hiciste, pero... quiero intentarlo si tú estás dispuesto a intentarlo también – sonrió Izuku con su sonrisa inocente de siempre.

— Genial – sonrió finalmente Bakugo antes de besarle con pasión una vez más.

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