Capítulo 1: El inicio de una farsa.
El sol se alzaba en la costera ciudad de Shizuoka mientras un camión abría las compuertas traseras en uno de los barrios residenciales más lujosos de la ciudad. Para la gente que allí residía, sería un día más, rutinario y tranquilo.
— ¡MUÉRETE!
El grito de un chico que caminaba a grandes zancadas por el césped del patio delantero provocó que mucha de la gente adinerada del lugar que hacía deporte o paseaba a los perros o niños, se girase a mirar el panorama.
— Bakugo, por favor – suplicó Izuku con una gran caja en sus manos tratando de no caerse al bajar del camión – necesito ayuda, en serio. No puedo descargar esto yo solo.
— He dicho que te mueras, Deku – se quejó Bakugo una vez más. Deku miró con una fingida sonrisa a la gente que observaba la escena. ¡Empezaban mal!
Habría sido mejor venir a esta misión de incógnito con Shoto Todoroki y, de hecho, todos los jefes de la agencia se la habían propuesto a él, sin embargo, Bakugo enseguida saltó diciendo que él era muy capaz de llevarla a cabo. ¡Fingir ser novios e investigar a una de las familias que allí vivía iba a ser todo un problema! Para Bakugo sería imposible fingir ser novios. No era dulce, ni atento, ni delicado, ni decía cosas agradables, siendo sinceros... era el peor novio de mentira que podía haberle tocado.
Reconocía que su relación había mejorado un poquito frente a los últimos años desde que trabajaban los tres en la misma agencia, pero aun así, Kacchan seguía manteniendo ese carácter que le impedía acercarse lo suficiente. Al ver los rostros espantados de la gente, se dio cuenta de que no podría engañar a nadie haciéndose pasar por novios. ¿Quién iba a creerles?
Bajó del camino con una de las cajas y fue a entrar en la casa cuando la puerta principal se cerró en sus narices. ¡Pesaba! Y por más que intentaba llegar a la manivela sin soltar la caja, le era imposible.
— Kacchan – intentó avisarle para que, al menos, abriera la puerta que le había cerrado en las narices –. ¿Kacchan?
— ¿Qué quieres ahora, atolondrado?
— ¿Atolondrado? Kacchan, todos nos están mirando. Se supone que somos novios – susurró Deku entre atemorizado y, a la vez, tratando de hacerle entender lo que ocurría.
— Dame la puta caja – se quejó finalmente Bakugo, quitándosela de las manos con tanta fuerza, que le hizo perder el equilibrio y caer sobre su trasero en el porche de la casa –. En serio, qué torpe eres.
Y con aquellas palabras, el espectáculo se dio por finalizado. La gente empezó a replegarse y seguir con sus rutinas mientras Deku observaba desde el suelo, la casa que la agencia había puesto a su disposición para ese operativo.
Era una gran casa. Dos plantas con puerta trasera que daba directamente a la playa y un jardín delantero al más estilo tradicional japonés. La casa de sus sueños sin duda alguna. Jamás podría permitirse algo así y estaba dispuesto a disfrutarla al máximo el tiempo que estuviera en ella. Otra historia sería cómo conseguir que Bakugo cooperase un poco más en la idea de ser novios y no destapar su farsa.
¿Cómo era posible que en todos esos años Bakugo no hubiera cambiado prácticamente en nada su carácter con él? Deku se lo preguntaba una y otra vez. Ahora tenía veinticinco años. Era cierto que llevaba años sin meterse con él como lo hacía cuando eran niños pero... todavía echaba de menos a su amigo. Quizá sólo serían compañeros para el resto de su vida, nada más. Debía aceptar tarde o temprano, que perdió su amistad hacía muchos años y, aun así, se resignaba a creer que entre ambos, no podía haber una solución que no fuera distanciarse.
Izuku se levantó para poder ir a buscar más cajas. Los muebles venían todos empaquetados y sin montar, lo cual le indicaba que tendría un duro día por delante de montaje. Bakugo seguramente ni le ayudaría en todo eso a menos que fuera algo que le hiciera falta urgente. Una vez frente al camión y decidido a subir la rampa nuevamente para cargar otra caja, fue abruptamente sorprendido.
— Hola. Soy la vecina de ahí enfrente. He visto que os estáis mudando y he pensado en venir a presentarme. Hana Shimura.
— Muchas gracias, soy Izuku Midoriya – sonrió frente a la mujer – es un placer conocerla.
— ¿Qué coño haces que tardas tanto?
El grito de Bakugo asustó a ambos. ¡Tenía que mejorar sus modales! En un barrio rico como aquel, ese chico llamaba demasiado la atención. Deku entornó los ojos y sonrió en un intento por suavizar la situación.
— Señorita Hana Shimura, él es mi... – pensó la palabra, ¡dolía decirla! No porque fuera algo malo, sino porque nadie les creería – mi novio – dijo finalmente Izuku – Bakugo Katsuki. Agradezco mucho que nos haya recibido.
— Vaya, sois unos chicos muy jóvenes. A este barrio suelen llegar matrimonios con hijos y...
— A eso venimos – sonrió Bakugo como si fuera lo más normal del mundo. Deku, que había aprovechado para beber de la botella de agua antes de seguir con las cajas, escupió directamente sobre el jardín al escuchar sus palabras – venimos a formar una familia e intentar hacer muchos niños.
— Bakugo... soy un chico – susurró Deku por lo bajo. Trató de hacerle entender que no podía tener hijos y su frase estaba fuera de lugar.
— Yo no he dicho que quiera tenerlos, he dicho que quiero intentarlo, muchas veces – sonrió, lo que hizo que Deku se pusiera rojo como un tomate y la mujer no supiera dónde meterse.
— Bromea – intentó arreglar Deku – es muy bromista.
¡El peor novio de la historia! ¿Por qué no vino Shoto en su lugar a esta misión? Él se habría comportado y no habría soltado a la primera de cambio algo como que estaban allí para follar como conejos.
— Qué intensa es la juventud – intentó excusarse la mujer, como si le achacase las culpas a sus hormonas desbocadas. Bakugo, en cambio, sonreía y extrañamente, pasó su brazo tras la espalda de Deku hasta agarrar su hombro en un abrazo demasiado forzado.
— ¿Qué le vamos a hacer? No puedo quitármelo de encima.
— Bakugo – rojo a más no poder, Deku le llamó para que evitase ya los temas sexuales – creo que deberíamos terminar de descargar el camión.
— Claro que sí, *churri.
¡De mal en peor! Su color acababa de pasar del rojo al blanco impoluto. No podía creerse que hubiera dicho "churri" como un apelativo cariñoso. Para el pensamiento de Izuku, aquella mujer debió marcharse a todo correr completamente cohibida ante el espectáculo que acababa de dar su "novio".
— ¿Churri? ¿Es lo mejor que se te ha ocurrido como apelativo romántico? – preguntó Deku completamente sorprendido.
— Muérete, ¡churri! – le repitió pese a que se le notaba enfadado – y descarga el camión rapidito. No quiero estar todo el día montando muebles.
— Podrías echar una mano y acabaría antes.
***
El local no era para nada de su estilo. Pijo y con muchos adolescentes ricachones que veían golf en la televisión. ¿Quién narices veía ese deporte? Bakugo ni siquiera lo consideraba un deporte. A sus veinticinco años y trabajando como héroe en una de las mejores agencias del país, hoy se encontraba en ese bar de ricos en busca de una cerveza.
¡Novio de Deku! Era un requisito imprescindible para cumplir la misión y se lo pidieron a Shoto porque todos creían que él no era capaz. ¡Claro que era capaz! Era un héroe, él podía hacer lo que quisiera y se propusiera. Por eso mismo, se quejó y se quejó, hasta que consiguió que le dieran a él la misión.
¿Cuánto tiempo llevaba trabajando con Deku como compañero en la misma agencia? ¿Casi nueve años? ¿Y qué aprendió en esos años? Lo peor que podría descubrir. Tenía ciertos sentimientos por él pero cambiar la dinámica de su relación no era nada fácil. Deku solía hacer equipo con otras personas y era lo normal, ellos no se llevaban bien así que se evitaban todo lo posible. ¿Y qué ocurría cuando estaban juntos? Que no podía evitar insultarle o meterse con él, era la costumbre de tantos años. ¡Debía cambiarlo pero no podía! No sabía cómo ser agradable con él, no sabía cómo seducirle y desde luego, no creía que él fuera a perdonarle todo el daño que le hizo por más que cambiase. Ahora su relación era simplemente de compañeros que se soportaban.
¿Cómo podía decirle que creía sentir algo por él después del bullying que le hizo de crío? Simplemente era imposible. Nadie podría perdonar algo así. Deku no sería diferente.
Tomó el botellín de cerveza entre sus dedos y dio un largo sorbo. Por momentos, pensaba que esa misión podría unirle un poco más a Deku, no como para tener una relación, lo cual veía imposible, pero al menos, retomar su amistad, una amistad sana y no lo que mantuvieron en el pasado. Pero ¿qué hacía él? Recluirse en un bar mientras Deku hacía la faena.
— ¡Joder! Es que no tienes remedio, Katsuki – se dijo a sí mismo antes de ponerse en pie y salir del bar. Iría a montar muebles.
Para cuando llegó a casa tras pasar por un supermercado a comprar cervezas, la luz del salón seguía encendida. Deku debía estar montando todo él solo. Sacó las llaves del bolsillo y entró por casa. La radio estaba puesta en una cadena de rock. ¡Adoraba el rock! Aunque no sabía que a Deku también.
— ¿Aún no has terminado, idiota? – preguntó y entonces se dio cuenta de que volvía a poner en uso su dinámica de costumbre. Ya le había insultado y no podía echar atrás. Miró hacia otro lado para evitar que Izuku descubriera que eso le afectaba en el fondo.
— Me faltan unos cuantos muebles. Seguramente tendré que acabar mañana o no dormir para terminar – sonrió Izuku.
— Dame uno de los manuales – dijo Bakugo a la vez que sacaba una lata de cerveza de la red y se la tendía.
— ¿Cerveza?
— Sí, cerveza, Deku estúpido, es cerveza.
¡Y de nuevo volvía a estar presente esa personalidad que no podía evitar con ese chico! Cuanto más deseaba cambiar, más duro le resultaba.
— Si no quieres, me la bebo yo.
— Sí quiero. Gracias, Kacchan.
La sonrisa de Deku le hizo desviar la mirada. Seguramente un sonrojo llegaría pronto a cubrir sus mejillas y prefería que ese idiota no lo viera. ¿Cómo había terminado enamorado de alguien a quien no soportaba? No tenía explicación lógica para ello, pero así había sido. En los últimos años, había empezado a ver a Deku de otra manera.
Deku le pasó uno de los papeles junto a un destornillador. Su sonrisa seguía presente en el rostro y Bakugo simplemente, prefirió obviarle y retirarse hacia uno de los laterales para leer el manual. Era un mueble del salón.
— Deku, ¿crees que resultará bien esta misión?
— Bueno, supongo que si conseguimos aparentar ser un poco más acaramelados, sí. Quizá fingir como si fuéramos una pareja de recién casados o mejor aún, como el primer noviazgo, los primeros días donde estás empalagoso y no quieres estar lejos de la otra persona.
— Qué asco – mencionó Bakugo.
— ¿Qué te parece algo intermedio? Quizá si ponemos unas normas de convivencia o de noviazgo.
— ¿Normas?
— Sí, como por ejemplo que no me insultes cuando estemos en público, queda muy mal para ser novios.
— Supongo que es una buena norma. Y no me impides insultarte cuando estemos a solas.
— Eso sería imposible de lograr contigo – sonrió Deku.
— Muérete – se quejó Bakugo, aunque se dio cuenta de que acababa de caer precisamente en la trampa de Deku y éste reía pese a seguir atornillando un par de maderas – no soy sentimentalista. Odio los abrazos y esas cosas.
— Vale, puedo no besarte o abrazarte en público si quieres, pero ¿qué te parece... agarrarte de la mano o del hombro si salimos y nos encontramos con alguien? Por aparentar ser una pareja.
— Supongo que podría soportar eso – dio un sorbo a su cerveza, observando cómo Deku le imitaba.
***
Notas a pie de página:
* Churri: En España se usa mucho en el ámbito coloquial, el apelativo churri para mencionar a la persona querida, especialmente en parejas. Se ha extendido bastante y tiene un toque cursi que hace que se use especialmente en la intimidad, pero también tiene la otra variante de que ya se usa para parodiar estas situaciones. También, a veces se usa para designar a las mujeres en un contexto de ligoteo
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