FINAL: ESPECIAL (CAPÍTULO CINCUENTA Y SIETE)
Stacy
Mi hijo estaba acompañado por Vala, se encontraba frente a nosotros. Nos reunió a todos diciendo que tenía una noticia que darnos. Mis esposos, Iria, mi hija, Azazel y Bael estaban con nosotros. Un aire de emoción y expectación llenaba la habitación mientras esperábamos que revelara el propósito de reunirnos aquí, pues se veía muy contento.
—Papá, mamá, Louis, tenemos algo importante que contarles. Vala y yo vamos a ser papás.
El silencio invadió la habitación por un momento, y todos nos quedamos atónitos ante la noticia. Una mezcla de evidente sorpresa y alegría se reflejó en todos los aquí presentes.
Mi mirada se encontró brevemente con la de Iria, en ese instante sentí cierta lástima por ella, porque conocía sus sentimientos hacia mi hijo y sé que debía ser un balde de agua fría por encima. Iria me sonrió levemente, bajando la cabeza.
—Mi niño ya es todo un hombre. El tiempo no perdona. Estoy feliz de escuchar esta noticia tan maravillosa. Una nueva bendición llegará a nuestras vidas e iluminará nuestro hogar. Pero, hijo, quiero asegurarme de que esto sea tomado con la seriedad y el compromiso que merece. Si deseas oficializar las cosas entre tú y Vala, quiero que demuestres a todos aquí presentes que estás dispuesto a asumir esta responsabilidad de manera seria y duradera—miré hacia mi hija y ella se enderezó—. Sí, también te hablo a ti, sobre todo, a ellos.
Bael y Azazel se miraron entre sí, asintiendo en señal de acuerdo.
—Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para demostrar nuestro compromiso y amor por nuestra familia en crecimiento. Queremos que esta unión sea oficial, y asumiremos con seriedad la responsabilidad que todo esto conlleva—declaró mi hijo, con voz firme y decidida, lo que me llenó de mucho orgullo.
Un sentimiento de alivio se apoderó de mí al escuchar las palabras de mi hijo y ver la determinación en los ojos de Vala. Eran conscientes de la importancia de este paso y estaban dispuestos a dar lo mejor de sí mismos. Entonces no soy quién para evitar que vivan plenamente su amor.
—Si ustedes realmente quieren a mi hija, entonces es el momento de demostrarlo. Puede ser que eso cambie mi forma de verte, al igual que sumes un punto más de confianza— le dije a Azazel, luego fijé mi mirada en Bael—. Mi hija merece algo serio y sólido, algo real y duradero. Si ustedes están dispuestos a formalizar su relación, entonces sigamos adelante y hagamos esto oficial. No pondré objeción. Todo lo contrario, estaré feliz por ustedes.
Me hizo enormemente feliz ver la sonrisa tan genuina en los labios de mi hija. Si ella los eligió a ellos, como madre debo aceptarlo y solo me queda desearle la felicidad en abundancia que merecen.
[...]
El jardín de la mansión estaba transformado en un lugar mágico y encantador, listo para acoger esta boda dual. Mi corazón se llenaba de emoción al ver a mi hija Noa, vestida de novia en un elegante traje rojo, y a mi hijo, radiante y galante como todo un hombre.
En el pequeño altar, dos copas esperaban por ellos. La copa de sangre que uniría a mi hijo y a Vala en un lazo eterno, y la otra copa, destinada a Noa y sus dos grandes amores: Bael y Azazel. Todo estaba dispuesto para celebrar este momento único y especial.
Me encontraba al lado de mis dos esposos y de Iria, sintiendo una profunda dicha por tenerlos a todos conmigo en este grandioso día. La emoción llenaba el aire mientras la ceremonia comenzaba. El silencio se adueñó del lugar cuando Thouma, el mismo hombre sabio que nos unió a Ansel, Louis y a mí, tomó ambas copas de oro, extendiéndolas a mi hijo y luego a Azazel, quienes la tomaron sin titubeo.
Mi hijo la puso de lado, haciéndose un corte en la muñeca con el filo de la uña y vertiendo cada gota de sangre que tenía para ofrecer en la copa. Azazel por su parte hizo lo mismo en la suya.
—Con estas gotas de mi sangre, parte de mi fuente de vida; les entrego mi eterna fidelidad, mi devoción y mi compañía—dijo Azazel al unísono, mientras mi hijo se dirigía única y exclusivamente a Vala.
Azazel le extendió la copa a Bael y él la tomó sin titubear, igual que mi hijo con Vala, haciendo exactamente lo mismo.
—Con estas gotas de sangre, mi esencia de vida; les entrego mi eterna atención, protección y compañía, prometo siempre ser parte de ustedes, según ustedes lo serán de mí—agregó Bael, antes de pasarle la copa a mi hija.
—Con estas gotas de sangre, parte de mi fuerza de vida; prometo unirme en cuerpo y alma en una misma dirección con ustedes, juntos por siempre y para siempre—recitó mi hija.
—Según la sangre de todos se unió en una sola forma, así desde hoy en adelante se convertirán en uno solo, compartiendo toda carga, protegiéndose el uno al otro; cargándose cuando no se tengan fuerzas y ayudándose durante toda carga. Beban de la copa y sellen el pacto, entendiendo que este es uno de por vida, pues lo que estás tomando de la copa es la esencia de vida de todos combinados en una; en tu caso, dos vidas hecha una—se dirigió a mi hijo—; y en el tuyo, tres vidas hecha una, así sea por siempre y para siempre—se dirigió a mi hija.
—Vala, en este momento sagrado, quiero ofrecerte mi corazón, mi alma y mi eterno compromiso. Tú has traído luz a mi existencia y has llenado mi vida de alegría y amor. Al unirnos en matrimonio, no solo prometo amarte y protegerte en cada instante de nuestras vidas, sino también amar y cuidar a nuestros hijos con todo mi ser. Juntos formaremos un hogar lleno de amor, sabiduría y felicidad. Vala, mi amada esposa, te prometo estar a tu lado en cada paso del camino, en la eternidad que nos espera.
Vala, con los ojos brillantes y una sonrisa radiante, respondió con voz firme y llena de amor:
—Azai, tú eres la luz en mi oscuridad, mi roca en las tormentas y mi compañero en la eternidad. Agradezco cada momento que hemos compartido y los que están por venir. Con esta unión, prometo amarte incondicionalmente y cuidar de nuestros hijos con todo mi ser. Juntos, crearemos un hogar lleno de amor y armonía, donde nuestros corazones latirán como uno solo. Azai, mi amado esposo, estaré a tu lado en cada amanecer y cada atardecer, en cada momento de nuestras vidas eternas.
Sus palabras resonaron en el jardín, llenando el aire con su amor y compromiso. La emoción se hizo palpable mientras todos los presentes se unían en un abrazo lleno de felicidad y celebración. El amor entre Azai y Vala se selló con un beso apasionado, compartiendo su promesa de amor eterno con el universo. El traje se acentuaba tan bien a sus curvas y su voluminoso abdomen.
Pero el vínculo sagrado no se limitaba solo a mi hijo y Vala. Mi hija Noa, radiante en su vestido rojo, sostenía la copa de sangre con delicadeza. Sus ojos brillaban con determinación y amor mientras pronunciaba sus votos hacia Bael y Azazel.
—Bael y Azazel, ustedes son mis amores, mis complementos y mis pilares de fuerza. Con esta unión, prometo amarlos con todo mi ser y ser una guía en nuestra travesía conjunta. Juntos crearemos un amor único y compartiremos un futuro lleno de pasión, confianza y respeto. Mi corazón pertenece a los dos, y en cada paso de nuestro camino, estaré a su lado con amor y apoyo incondicional. Juntos, crearemos un vínculo indestructible que trascenderá todas las barreras. Bael y Azazel, mis amados esposos, los tomo como mis compañeros eternos en esta hermosa y mágica aventura.
—Noa, tú eres nuestra musa, nuestra luz y nuestra fuerza. Prometemos amarte y respetarte en cada latido de nuestros corazones. Seremos tus protectores y compañeros en todas las facetas de la vida. Juntos, enfrentaremos los desafíos y celebraremos los triunfos. Te amaremos con una pasión inextinguible y te brindaremos todo el amor que mereces. Noa, nuestra amada esposa, compartiremos nuestra vida contigo y nos convertiremos en una unidad inseparable.
Sus votos resonaron en el jardín, llenándolo de un amor profundo y verdadero. Thouma bendijo la unión de Noa con Bael y Azazel, permitiéndoles beber de la copa compartida, sellando así su compromiso en un gesto simbólico.
En ese momento mágico, mientras veía a mis dos hijos, abracé a mis amados esposos, viendo hacia el pequeño altar, sintiendo una inmensa dicha de poder presenciar su unión. Estaba rodeada de amor y unión, sintiendo que finalmente todo había tomado su lugar en el universo. Con lágrimas de felicidad y emoción, tomé la mano de Iria para atraerla en medio de nosotros tres para que no se sintiera excluida, compartiendo ese momento único y especial.
Este vínculo sagrado era inquebrantable. En ese momento, supe que estábamos destinados a caminar juntos por toda la eternidad, enfrentando cualquier desafío y celebrando cada alegría que la vida nos deparara.
Aunque aún no estaba segura de qué tipo de conexión había entre las dos, estaba feliz y satisfecha con la relación y emociones intensas que experimentaba con ella y con la confianza que había entre ambas. Tal vez, algún día nuestra unión se vuelva un hecho, mientras tanto, esperaré ansiosa por ese momento...
PRONTO ESTARÉ SUBIENDO EL EPÍLOGO...
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