Capitulo 21

En la habitación de Alvin.

La lluvia caía sin descanso afuera, cada gota resonando en la ventana como pequeños golpes que marcaban el paso del tiempo. Los relámpagos iluminaban brevemente la oscura habitación, proyectando sombras danzantes en las paredes. Uno de esos destellos reveló una figura imponente junto a la cama de Alvin: la Muerte.

Su presencia era sofocante, silenciosa, pero perturbaba los sueños del chico. Alvin, aún dormido, se agitaba bajo las sábanas, sintiendo, en lo profundo de su subconsciente, el frío gélido de su visitante.

En el sueño de Alvin.

Alvin se encontraba de rodillas en un vasto vacío, un espacio que parecía extenderse infinitamente en todas direcciones, desprovisto de luz, sonido o esperanza. A su espalda, lo sentía: la Muerte, observando, esperando.

Alvin (sin voltear): Estás aquí para llevarme contigo, ¿verdad?

Muerte: No... aún no es tu hora. Tus amigos lograron mantenerte vivo... así que tendré que esperar más tiempo.

Alvin soltó una pequeña risa, amarga, que se desvaneció rápidamente en el vacío que los rodeaba.

Alvin: Je... ¿estás decepcionado de no poder llevarme?

Muerte (con voz profunda, casi burlona): Tarde o temprano, Alvin, todas las almas terminan en mis manos. Pero he de admitirlo... la tuya es la única que he ansiado en estos últimos años.

Alvin bajó la mirada, su respiración se volvió pesada, casi resignada. Sabía que no podría escapar de su destino, pero había algo más en su mente.

Alvin (suspirando): Lo sé... (pausa) Dime una cosa, Derek... él murió hace unas horas, yo...

La Muerte lo interrumpió, su voz cortante y directa.

Muerte: No te mentiré, Alvin. A pesar de que Derek se haya redimido, su lugar en el infierno no cambia.

Alvin (con tristeza, pero sin sorpresa): Lo imaginé... (hace una pausa, cerrando los ojos por un momento) Sólo me queda cumplir la promesa que le hice.

La Muerte asintió, como si comprendiera la carga emocional que pesaba sobre Alvin.

Muerte: Si te sirve de consuelo, eso permitirá que descanse en paz.

Alvin: Gracias...

La Muerte comenzó a desvanecerse, su presencia disipándose como una sombra arrastrada por el viento. Pero antes de irse, dejó caer una última advertencia.

Muerte: Es hora de que me vaya... pero no estarás solo mucho tiempo. Alguien más está aquí para verte.

Alvin (confundido, volviendo la cabeza rápidamente): ¿Qué? ¿De quién hablas?

Pero cuando se giró, la figura de la Muerte ya había desaparecido, dejando a Alvin solo en la vasta oscuridad. Sin embargo, el silencio que lo envolvía no duró mucho. Desde las sombras lejanas, emergió una risa siniestra, malvada, que retumbaba y resonaba en su mente. Se acercaba, cada vez más.

???: ¡JAJAJAJA! ¿Creíste que no nos volveríamos a encontrar?

Alvin (dando un paso atrás, reconociendo la voz): Maldición... tú otra vez....

El lugar estaba envuelto en una densa oscuridad, el aire pesado y opresivo. De las sombras, emergió lentamente la figura distorsionada de Alvin, pero no era el Alvin que todos conocían. Era su versión más oscura, una manifestación de todo lo retorcido y malvado que había en su interior, esculpida en una sonrisa sádica y perturbadora. Sus ojos brillaban con una intensidad inhumana, como si el odio y la locura lo consumieran por completo.

El verdadero Alvin retrocedió unos pasos, su corazón acelerado al ver de nuevo lo que parecía ser su propia antítesis caminando hacia él, con una confianza desbordante, cada paso resonando como un eco de amenaza en la penumbra.

(M)Alvin: Vaya, vaya... (dijo el ser oscuro, su voz impregnada de burla y malevolencia) ¿Así es como recibes a tu verdadero ser, Alvin?

Alvin sintió una mezcla de rabia y miedo, pero no podía dejar que eso lo dominara. Apretó los puños, tratando de mantener la calma. A pesar de la perturbadora visión frente a él, sabía que no podía dejarse llevar por la oscuridad que ese ser representaba.

Alvin: Vete al diablo. (respondió con firmeza, su voz resonando con convicción) No soy como tú. Yo solo castigo a quienes lo merecen, no a los inocentes, lo sabes muy bien.

El eco de la risa de (M)Alvin llenó la habitación, un sonido agudo y cruel que retumbaba en las paredes, haciendo que la atmósfera se sintiera aún más sofocante.

(M)Alvin: ¡Argh! Nadie en esta vida es inocente, Alvin. ¡Entiéndelo! (gruñó con desprecio, sus ojos ardiendo con una pasión oscura) Nadie está libre de pecado, tarde o temprano todos pagarán. Tú y yo podríamos ser los jueces, los verdugos... Solo piénsalo. ¿Qué tal si comenzamos con tus hermanos?

El corazón de Alvin dio un vuelco al escuchar esas palabras. La imagen de sus hermanos pasó fugazmente por su mente. Jamás permitiría que este monstruo les hiciera daño. Dio un paso adelante, su mirada firme y decidida.

Alvin: ¡Sobre mi cadáver! (respondió con furia, su voz cargada de desafío)

(M)Alvin: ¡Ja! (rió su contraparte oscura, mostrando una sonrisa torcida) Técnicamente, ya estás medio muerto... pero solo necesito dar el golpe final, y seré libre al fin. (Sus ojos destellaron, llenos de ansias de violencia) Entonces, dime, Alvin... ¿estás listo?

La tensión en la habitación era palpable. Alvin sabía que la confrontación era inevitable. Sus músculos se tensaron, adoptando una postura defensiva, listo para otro inminente choque. No había vuelta atrás.

Alvin: Sabes que sí. (dijo con una resolución feroz, preparado para pelear hasta el final)

La batalla entre Alvin y su propia versión malvada, estaba a punto de comenzar, y el destino de ambos pendía de un solo golpe.

La versión malvada de Alvin, con una sonrisa perturbadora, lo observaba fijamente. Sus ojos brillaban con una mezcla de burla y peligro, disfrutando de la tensión en el aire antes de que comenzara la inevitable batalla.

(M)Alvin: Ja, no permitiré que me derrotes como la última vez, ¡Seville!

Alvin: ¡Ya no soy un Seville!

Alvin, lleno de furia y determinación, se lanzó hacia su contraparte oscura, sus golpes y patadas cortando el aire con velocidad y fuerza. Pero cada ataque era fácilmente esquivado por (M)Alvin, quien parecía moverse con la precisión de una sombra. De repente, en un instante de descuido, (M)Alvin le propinó un brutal golpe en el estómago. Alvin sintió cómo el aire abandonaba sus pulmones y un dolor agudo recorrió su cuerpo, mientras un hilo de sangre brotaba de su boca.

Alvin: ¡Aahhh!

(M)Alvin: Patético...

Con una potente patada, (M)Alvin lo lanzó varios metros por los aires. Alvin rodó por el suelo, golpeándose con fuerza, quedando gravemente herido. La tierra tembló ligeramente cuando su cuerpo finalmente se detuvo.

(M)Alvin: Vamos, Alvin... apenas estoy calentando.

(M)Alvin se acercaba lentamente, con una calma casi aterradora, mientras Alvin trataba desesperadamente de recuperar el aliento y reunir fuerzas para ponerse de pie. Sus costillas dolían, el dolor era insoportable, pero su espíritu se negaba a rendirse.

Alvin (susurrando): M-maldita sea... es mucho más fuerte que la última vez...

A pesar de sus heridas, Alvin se obligó a levantarse, tambaleándose. Sus pensamientos giraban rápidamente, buscando desesperadamente una estrategia.

Alvin: No puedo perder (se repetía) Si este infeliz gana, muchos inocentes morirán... las ardillas... mis hermanos... todos.

Con la determinación renovada, Alvin adoptó nuevamente una postura defensiva. Esta vez, cuando (M)Alvin estuvo lo suficientemente cerca, comenzó a esquivar con más precisión los ataques de su enemigo. Cada golpe que evitaba era una pequeña victoria. Esperó pacientemente su oportunidad, y cuando finalmente la vio, se lanzó a contraatacar. Sin embargo, justo cuando su puño estaba a punto de hacer contacto, (M)Alvin desapareció en un parpadeo.

Alvin (desconcertado): ¿Qué? ¿Dónde está?!

Voz misteriosa: ¡Detrás de ti!

Alvin se giró instintivamente, pero fue demasiado tarde. Un puñetazo devastador lo impactó en el rostro, lanzándolo al aire como un muñeco de trapo. Cayó al suelo con un ruido sordo, cada centímetro de su cuerpo gritando de dolor.

Alvin (jadeando): ...Miserable...

Alvin intentó levantarse de nuevo, pero el dolor era insoportable. Sus brazos temblaban bajo su propio peso.

(M)Alvin: ¡Estás en mi territorio, Alvin! Yo domino este lugar.

De repente, varias cadenas negras emergieron del suelo, moviéndose como serpientes y enroscándose alrededor de las muñecas y tobillos de Alvin, inmovilizándolo por completo.

Alvin (desesperado): ¡¿Qué estás haciendo?!

(M)Alvin: ¿No lo entiendes? Estamos en tu mente. Aquí puedo hacer lo que me plazca.

(M)Alvin caminaba lentamente hacia él, sus pasos resonaban en la oscuridad que los rodeaba. Alvin luchaba por liberarse, tironeando de las cadenas con toda la fuerza que le quedaba, pero estas eran demasiado fuertes. Se sentía atrapado, impotente... hasta que algo hizo clic en su mente.

Alvin (con una sonrisa astuta): ¿Así que puedo hacer lo que quiera, eh?

Justo cuando (M)Alvin se preparaba para asestar el golpe final a Alvin, este desapareció repentinamente frente a sus ojos.

(M)Alvin: ¿Qué?! ¿Dónde estás?!

Una voz resonó a sus espaldas, profunda y segura.

???: Detrás de ti.

Antes de que (M)Alvin pudiera reaccionar, sintió un dolor punzante en su pecho. Se giró bruscamente, solo para ver a Alvin con el brazo atravesando su torso, su mano rodeando el corazón de (M)Alvin, que palpitaba débilmente entre sus dedos.

(M)Alvin: No... no puede... ser... (Su voz era apenas un susurro, entrecortado por la sangre que manaba de su boca).

Con una expresión fría, Alvin retiró lentamente su brazo del pecho de (M)Alvin, sosteniendo su corazón frente a él. El órgano vital se retorcía en sus manos, luchando por seguir latiendo.

Alvin: Recuerda que mientras vivas en mi cabeza, yo siempre ganaré. Espero que esta sea la última vez que te vea por aquí.

Con un movimiento decidido, Alvin cerró el puño, aplastando el corazón de (M)Alvin. Este soltó un grito de agonía mientras su cuerpo comenzaba a desvanecerse en una nube de sombras.

(M)Alvin: ¡No! Te juro, Alvin... juro que saldré de este lugar... algún día...

Esas fueron sus últimas palabras antes de desaparecer por completo. Alvin, aún con el corazón latiendo con fuerza en su pecho, dejó escapar un suspiro de alivio y cansancio. Pero antes de poder relajarse, un fuerte ruido comenzó a resonar a su alrededor, como una alarma que lo arrancaba de su agotamiento, trayéndolo de vuelta a la realidad.

Alvin abrió los ojos lentamente, la confusión lo envolvía al principio. A su alrededor reconoció los detalles familiares de su habitación, pero algo no estaba bien.

Alvin: ah... solo fue un sueño... otro sueño del que pude sobrevivir.

El alivio inicial se desvaneció al intentar moverse. Sintió un dolor intenso que le recorrió el cuerpo. Con esfuerzo, apartó la sábana que cubría su cuerpo y observó horrorizado su abdomen, completamente envuelto en vendajes. Las manchas rojas que empapaban el tejido le hicieron soltar un gemido de dolor y sorpresa.

Alvin: ah! (Con dolor) parece que también logré sobrevivir a esto...

Al desviar la mirada, notó algo más que lo inquietaba. Su brazo izquierdo tenía una aguja incrustada, conectada a una bolsa de transfusión de sangre que colgaba al lado de la cama.

Alvin: pero qué...? ¿Qué es esto? ¡¿Por qué tengo esto inyectado?!

Respiraba agitadamente, y a pesar del dolor que lo atravesaba, logró reunir fuerzas para levantarse un poco, quedando sentado al borde de su cama. Los pensamientos de rabia y venganza comenzaban a inundar su mente, junto con el dolor y el miedo.

Alvin: maldito Frank... juro que acabaré contigo. Solo tengo que irme a Nueva York... argh, pero este mes será imposible. Tendré que esperar... y prepararme bien para cuando llegue el momento.

Su mirada se endureció, la furia hervía bajo su piel, pero sabía que ahora, lo más importante era recuperarse y planear su próxima jugada.

En ese momento, un golpe suave y una voz desde el otro lado de la puerta interrumpieron el silencio de la habitación. Era Charlie.

Charlie: (tocando la puerta desde afuera) Jefe, ¿está despierto? Vine a verlo con Charlene.

Alvin, aún en la cama, exhaló un suspiro pesado. No quería ver a nadie, pero sabía que debía enfrentarlo. Su tono era seco cuando respondió.

Alvin: Sí, estoy despierto... pasen.

La puerta se abrió lentamente, y Charlie y Charlene entraron. Al verlo, ambos mostraron un visible alivio; Alvin, aunque débil, ya no parecía tan grave como antes.

Charlie: ¿Cómo se siente, jefe?

Alvin: Supongo que bien... aunque me sorprende seguir vivo.

Charlene, siempre directa, lo miró con una mezcla de sinceridad y alivio.

Charlene: Para serte honesta, no creí que saldrías vivo de esto. Pero la donación de sangre hizo la diferencia.

Las palabras de Charlene hicieron que Alvin se tensara de inmediato. Su mirada se oscureció, y su voz se endureció con una mezcla de incredulidad y enojo.

Alvin: ¿Donación de sangre? ¿Qué hiciste, Charlene?

El tono amenazante de Alvin hizo que Charlene dudara por un instante, pero mantuvo su postura firme. Sabía que había tomado la decisión correcta, aunque no fuera fácil de explicar.

Charlene: Hice lo que tenía que hacer para mantenerte con vida. Le pedí a uno de tus hermanos que te donara sangre. Solo así pudiste sobrevivir.

Alvin quedó perplejo. El hecho de que sus hermanos estuvieran involucrados lo irritaba profundamente, no porque lo hubieran ayudado, sino porque no entendía por qué lo harían. Había demasiadas heridas entre ellos. Aun así, no podía evitar sentir curiosidad.

Alvin: No me puedo creer que hayan hecho esto... ¿por qué?

Charlene lo miró directamente, sin vacilar.

Charlene: Porque son tus hermanos. Ellos...

Alvin: ¡Eso es mentira!

El grito de Alvin resonó en la habitación, cortando el aire como un cuchillo. Charlene guardó silencio, dándole tiempo para procesar. Cuando volvió a hablar, Alvin lo hizo en un tono más frío, pero aún cargado de suspicacia.

Alvin: Dime la verdadera razón. ¿Querían algo a cambio?

Charlene negó con la cabeza, su voz era firme, pero había un atisbo de comprensión en ella.

Charlene: No, Alvin. No querían nada a cambio. Simón y Theodoro no dudaron ni un segundo. Aunque al final fue Theodoro quien era compatible contigo, donó porque no podía soportar verte morir.

Alvin se quedó en silencio unos segundos, digiriendo la información. Luego, soltó una risa amarga, claramente incrédulo.

Alvin: Ja... sí, claro. (Con sarcasmo) Pues diles que no pienso darles las gracias. No creo que lo hicieran por mí, debe haber algún interés oculto detrás.

Charlene lo observó con tristeza, viendo a Alvin que no podía volver a confiar en sus hermanos, roto por la traición de hace años. Pero decidió no insistir más, al menos no en ese momento, luego se subió con cuidado a la cama, acompañada de Charlie para examinar el estado de Alvin. Aunque su rostro mostraba preocupación, su actitud se mantenía firme.

Charlene: Bien, si eso crees, entonces no te insistiré en pensar lo contrario. Ahora, déjame revisar tus heridas.

Alvin: (suspira, con un quejido de dolor)...Está bien.

Charlene inspeccionó cada moretón y cicatriz en el cuerpo de Alvin. Tras una revisión minuciosa, finalmente le dio el visto bueno, asegurándole que podría recuperarse en varios días.

Charlene: Bien, solo tendrás que guardar reposo durante un tiempo considerable.

Alvin: (frunce el ceño) ¿Cuánto tiempo exactamente?

Charlene: ¿Acaso importa? Lo único que importa es que debes descansar.

Alvin: Sí importa, Charlene. Tengo trabajo pendiente. Debo ir a Nueva York para encontrar a Frank Torres y acabar con él de una vez por todas.

Charlene: (arquea una ceja, desafiante) ¿Oh, en serio? ¿Y cómo piensas lograr eso si ayer estuviste a punto de morir? Sin mencionar el estado en el que te encuentras ahora. Te lo advierto, Alvin: si ignoras mis indicaciones de guardar reposo, hazlo, pero de nada te servirá ir a Nueva York a buscar a Frank Torres. En el estado en que estás, él acabará contigo, y tu plan se irá al diablo.

Charlie, observando desde el borde de la cama, se sorprendió al ver cómo Charlene desafiaba a Alvin. La tensión en el aire era palpable, y el silencio se volvió incómodo. Alvin, reflexionando ante las palabras de Charlene, terminó asintiendo con resignación.

Alvin: (murmura, molesto) ...Bien, supongo que tienes razón.

Charlene: No, no supongas. Tengo razón. ¿Vas a hacer lo que te digo o no? Me cansé de tu terquedad.

Alvin, fastidiado pero vencido, asintió sin muchas ganas.

Charlene: Bien. Lo único que debes hacer es descansar por varios días, aplicarte un ungüento y usar una crema para la nueva cicatriz que te dejó esa estaca en el abdomen.

Alvin: ¿Eso es todo?

Charlene: Sí, eso es todo.

Alvin: Bien... ahora, ¿podrían dejarme descansar?

Charlie: ¿Quiere que le traigamos el desayuno, jefe?

Alvin: Sí, te lo agradecería.

Charlie: Charlene, ¿podrías avisarle al chef que envíe el desayuno del jefe a su habitación? Quiero hablar con él un momento.

Charlene: Claro, entonces los veré después.

Con elegancia, Charlene se bajó de la cama y se dirigió a la puerta, saliendo de la habitación para informar al chef sobre el desayuno de Alvin.

Una vez que Charlene se fue, Charlie aprovechó el momento para acercarse a Alvin.

Charlie: Jefe, necesito saber qué pasó en la prisión. ¿Cómo terminó así?

Alvin: Frank Torres... ese desgraciado sabía que yo estaba ahí.

Charlie: ¿Cómo es posible?

Alvin: No lo sé, pero parece que tiene el control de la prisión y, supongo, de otros lugares en la ciudad. Es probable que por eso sabía que estaría en ese lugar.

Charlie: ¿Logró averiguar algo?

Alvin: Sí... Un viejo amigo que estaba ahí me lo contó todo. Desafortunadamente, murió... no pude salvarlo.

Charlie: Lamento mucho su pérdida, jefe.

Alvin: Gracias... Tengo que visitar a su hijo en estos días. Le hice una promesa, y pienso cumplirla.

Charlie: De acuerdo. Pero una última pregunta, ¿cómo logró escapar? ¿Y cómo terminó tan malherido?

Alvin relató a Charlie cómo, gracias a los franceses, había logrado salir de la prisión con vida, y cómo estuvo a punto de morir cuando el taxi en el que huía se precipitó al río en el bosque de las afueras de la ciudad.

Así pasó un buen rato que Alvin le contaba a Charlie de cómo fue atrapado en un taxi secuestrado por uno de los hombres de Frank Torres y fue llevado directamente al río que cruzaba el bosque. Las sombras de los árboles altos se reflejaban en el agua turbia, mientras el auto serpenteaba por la carretera sin detenerse.

Alvin: Apenas desperté, un sujeto estaba conduciendo el taxi a toda velocidad. Antes de saltar del auto, se volteó hacia los asientos traseros y me miró con una sonrisa escalofriante y me dijo, "Esto es un mensaje de Frank Torres". Luego, sin más, abrió la puerta y saltó, dejándome atrapado dentro, sin poder moverme. El auto cayó al río, y la corriente comenzó a arrastrarlo con fuerza. Reuní todas mis fuerzas para intentar liberarme. De pronto, la presión del agua rompió las ventanas del taxi, y supe que era mi única oportunidad para salir de ahí lo antes posible.

Charlie: Cielos... ¿Pero cómo logró salir con vida del río?

Alvin: Gracias a que el agua rompió las ventanas. Pude salir, pero la corriente era demasiado fuerte. Apenas podía mantener mi cabeza fuera del agua mientras luchaba contra la corriente. Cuando miré al frente, vi un tronco atascado en medio del río, así que me decidí a nadar hacia él. Puse todo lo que me quedaba en cada brazada, y cuando logré alcanzarlo, me sujeté con todas mis fuerzas. Pero el río era implacable... en medio de la lucha, una roca enorme apareció en mi camino y el tronco chocó contra ella con fuerza. El impacto fue brutal, y una rama afilada del tronco me atravesó el abdomen. Sentí un dolor indescriptible, y mis manos no pudieron sujetar más. Solté el tronco, y la corriente, como si se apiadara de mí, me arrastró hacia la orilla. Me sostuve en el barro y, con lo poco que me quedaba, salí del agua y caminé hasta aquí... (Suspira) Sinceramente, jamás creí que iba a sobrevivir a esto.

Charlie: Ha sobrevivido a cosas peores, jefe. Lo importante es que está bien ahora.

Alvin: Sí... "estoy bien".

En ese momento, se escucha un golpe suave en la puerta de la habitación, rompiendo el silencio.

Charlie: ¡Adelante!

La puerta se abre lentamente, revelando al chef, quien entra con una bandeja de desayuno cuidadosamente preparada. El aroma de huevos recién hechos y pan tostado se esparce por el aire, trayendo consigo un toque de calidez al ambiente.

Chef: Le traje su desayuno, jefe. Espero que se encuentre mejor.

Con gesto profesional, el chef deja la bandeja sobre la cama de Alvin, acomodándola con precisión para que sea fácil de alcanzar. Alvin se incorpora levemente, sus ojos reflejan el cansancio, pero sonríe agradecido.

Alvin: Gracias, chef. Estoy bien, solo necesito descansar unos días.

Chef: ¿Quiere algo en especial para el almuerzo?

Alvin: No... lo que cocine estará bien. Si me disculpan, quisiera estar solo por el momento.

El chef asiente, comprensivo, y hace una pequeña inclinación de respeto antes de dar un paso atrás.

Charlie: Si necesita algo, no dude en llamarme, jefe.

Alvin: Sí, está bien. Vayan.

Sin más palabras, Charlie y el chef se retiran en silencio, cerrando suavemente la puerta detrás de ellos y dejando a Alvin solo. El sonido de sus pasos se va desvaneciendo en el pasillo mientras Alvin observa la bandeja. Toma el tenedor y empieza a comer despacio, dejando que cada bocado le devuelva un poco de energía en la soledad de su habitación.

Charlene permanecía de pie en el centro de la sala principal, con una expresión de alivio y cierto agotamiento en su rostro. La tensión de las últimas horas se disipaba lentamente mientras hablaba con los demás, quienes la escuchaban con ansias. Habían pasado momentos de mucha angustia y cada uno mostraba su alivio de diferentes formas al saber que Alvin estaba fuera de peligro.

Charlene: Alvin estará bien. Solo necesita descansar por unos días y recuperarse tranquilamente.

Jeanette, que había estado mordiéndose el labio por la preocupación, respiró hondo y dejó caer los hombros, claramente aliviada.

Jeanette: Es un gran alivio saber eso; anoche... se veía realmente mal. No podía quitarme esa imagen de la cabeza.

Charlene le dedicó una leve sonrisa, comprendiendo el peso que todos habían cargado.

Charlene: Lo sé, Jeanette. Yo también temí lo peor, pero... la donación de sangre de Theodoro fue lo que le salvó la vida.

Theodoro, quien había estado observando en silencio desde un rincón, se removió, algo incómodo.

Theodoro: ¿Él sabe sobre la donación? Porque, sinceramente, preferiría que no lo supiera.

Charlene lo miró y suspiró, consciente de que esa era una conversación inevitable.

Charlene: (suspira) Sí, ya se enteró. Y... bueno, su reacción no fue nada agradable, como era de esperarse.

Simón, quien se había mantenido callado hasta ese momento, frunció el ceño, sabiendo cómo era Alvin.

Simón: ¿Se enojó?

Charlene asintió, algo resignada, y bajó la mirada.

Charlene: Sí, y les aconsejo que no esperen un "gracias" de su parte. Alvin fue claro al decir que hubiera preferido la muerte antes que recibir tu ayuda, Theodoro.

Simón suspiró con una mezcla de resignación y amargura.

Simón: Ya no me sorprende que diga eso. Es tan... típico de él.

Theodoro esbozó una sonrisa amarga, tratando de ocultar su tristeza.

Theodoro: Ni a mí, pero al menos está vivo, ¿verdad?

Simón puso una mano en su hombro, reconociendo su acto de valentía y empatía.

Simón: Sí, lo hiciste bien, Theodoro. A pesar de todo.

Charlene miró a su alrededor y se dio cuenta de que faltaba alguien importante.

Charlene: Por cierto, ¿han visto a Eleanor? No la he visto desde ayer.

Brittany, que había permanecido callada, cruzó los brazos con algo de incomodidad y lanzó una mirada de desdén.

Brittany: Sigue enojada. No quiere hablar con ninguno de nosotros porque ayudamos a Alvin.

Charlene dejó escapar un suspiro cansado y se masajeó las sienes, sintiendo el peso de otro conflicto que ahora surgía.

Charlene: Ay, no... siempre tiene que haber otro problema. Nunca hay paz.

En ese momento, la puerta de la sala se abrió, y Charlie entró con paso decidido, irradiando una autoridad tranquila que capturó de inmediato la atención de todos. Observó a cada uno con un semblante sereno pero firme.

Charlie: ¿Todo bien por aquí?

Jeanette se giró hacia él, agradecida de ver su presencia calmante.

Jeanette: Sí, Charlie, solo queríamos saber cómo está Alvin.

Charlie asintió y, con voz firme pero amable, les recordó sus responsabilidades.

Charlie: Bien, yo estaré a cargo a partir de ahora, así que les pido amablemente que vayan a realizar su trabajo. Tenemos que mantener todo en orden, ¿de acuerdo?

Sin rechistar, todos asintieron, levantándose del sofá y dirigiéndose a sus respectivas tareas. Solo Jeanette se quedó atrás, acercándose a Charlie mientras los demás se dispersaban.

Charlie: ¿Lo pedí bien? No quiero sonar... demasiado duro.

Jeanette le sonrió con dulzura, notando la preocupación en sus ojos.

Jeanette: Lo hiciste muy bien, ¿ves? Todos se fueron a hacer su trabajo sin problemas. Estás haciendo un gran trabajo, Charlie.

Charlie bajó la mirada un momento, agradecido por su apoyo.

Charlie: Todo es gracias a ti, Jeanette. Me ayudas a mantener la calma.

Jeanette rió suavemente, restándole importancia con un gesto de la mano.

Jeanette: Jeje, bueno, nos vemos luego. Y recuerda, aquí estoy para ayudarte si necesitas algo.

Charlie asintió, observándola mientras se retiraba para cumplir con sus tareas. Luego, con una mirada seria, dirigió su atención a la planificación que tenía en mente. Sabía que era su deber mantener el liderazgo y preparar a sus compañeros para una nueva reunión sobre el manejo de la mafia mientras Alvin estuviera fuera por algunos días.

Minutos después, Charlie se encontraba en una reunión con Brock, Zack, Stan y Jerry en la oficina de Alvin. La habitación estaba envuelta en un aire pesado, iluminada solo por una lámpara de escritorio, proyectando sombras alargadas sobre las paredes. El motivo de la reunión era claro: con Alvin fuera de acción por su condición, alguien tenía que tomar el mando, y ese alguien era Charlie.

Charlie miró a todos los presentes, sus ojos serios pero calmados. La tensión en la sala era palpable.

Charlie: Bien, en resumen, el jefe está herido y debe guardar reposo por varios días, esas fueron las indicaciones de Charlene, así que tomaré el mando de nuevo.

Jerry, siempre directo y práctico, levantó una ceja, apoyándose en el respaldo de la silla.

Jerry: ¿Por cuántos días exactamente?

Charlie soltó un leve suspiro, consciente de la incertidumbre que envolvía la situación.

Charlie: No lo sé, solo dijo días. En todo caso, debemos seguir con la producción de la droga para mantener la mafia viva. ¿Alguna pregunta?

Stan, quien hasta ese momento había estado en silencio, se inclinó hacia adelante con una expresión preocupada.

Stan: Sí, aún no damos con el padre del jefe y su amigo Mike. Además, los hombres de Frank siguen en la ciudad. Debemos hacer algo para sacarlos de aquí.

La preocupación en su voz era evidente. La presencia de Frank y su gente no solo era una amenaza para el negocio, sino un riesgo constante para todos ellos.

Charlie asintió lentamente, considerando las palabras de Stan antes de responder con un tono firme.

Charlie: Tienes razón. En ese caso, Brock y Zack van a patrullar la ciudad durante estos días. Si ven algo sospechoso, no duden en pedir refuerzos.

Brock, siempre el más dispuesto a la acción, asintió sin pensarlo dos veces.

Brock: Me parece bien.

Zack, más cauteloso por naturaleza, frunció el ceño. Algo lo inquietaba.

Zack: Pero... ¿y la policía?

Charlie ya había anticipado esa preocupación. La policía, aunque corrupta en su mayoría, seguía siendo un factor a tener en cuenta. Su respuesta fue rápida y decisiva.

Charlie: También usarán un disfraz o algo, pero deben permanecer ocultos. En todo caso, si piden sus identificaciones, les darán unos falsos.

Zack se quedó en silencio por un momento, pero finalmente asintió, convencido.

Zack: En ese caso, estoy dentro.

Llegando a este acuerdo, el grupo se reunió para discutir otros aspectos cruciales relacionados con el negocio de la mafia. La atmósfera en la sala era tensa, marcada por la gravedad de la situación. Las sombras danzaban en las paredes iluminadas solo por una lámpara parpadeante.

Jerry: Necesitamos invertir en la calidad de la droga; solo así podríamos ganar el doble. La competencia se ha intensificado, y no podemos quedarnos atrás.

Zack: Pero, ¿a quién se la vendemos? Dudo que nuestros compradores estén dispuestos a pagar el doble, incluso si la droga es de primera calidad. El riesgo es alto.

Stan: Es sencillo. Les ofreceremos la nueva droga. Si no están dispuestos a aceptarla al precio que proponemos, les daremos una muestra gratis. Si aún así se niegan, simplemente les vendemos lo que ya conocen y buscaremos nuevos compradores en otros mercados. Hay muchos países que están dispuestos a pagar más.

Zack: No suena tan mal, en realidad. Tal vez tengamos una oportunidad de expandirnos.

Charlie: Bien, entonces Jerry y Stan se encargarán de todo eso. ¿Cuánto necesitarán exactamente?

Stan: Para las metanfetaminas, 1 millón de dólares; para la producción de éxtasis, 3 millones; y 500,000 dólares para la cocaína. El mismo precio de siempre.

Charlie: Perfecto. Con las ganancias de este mes, podemos cubrir esos gastos y aún nos sobrará para pagar a nuestros hombres en unas semanas.

Brock: Entonces está decidido. ¡Hay que ponernos a trabajar!

Charlie: Muy bien, ¡manos a la obra!

Brock, Zack, Stan y Jerry se retiraron de la oficina de Alvin, con la determinación reflejada en sus rostros. Mientras tanto, Charlie se quedó atrás, revisando las cuentas pendientes de la mansión. Con el ceño fruncido, comenzó a anotar.

Charlie: Bien... mantenimiento de la mansión, pago a los empleados, generadores de electricidad, mantenimiento de los vehículos, sistemas de energía solar, proveedores de comida, abastecimiento de agua... Listo, creo que eso es todo por el momento.

Con un suspiro de alivio, Charlie cerró la libreta y la guardó en el cajón del escritorio de Alvin. Se dirigió a la puerta, pero al abrirla, se sorprendió al ver a Alvin, quien había salido de su habitación a pesar de las advertencias de Charlene. Aún mostraba signos de dolor, pero lograba caminar con determinación, ignorando las indicaciones que le habían dado.

Charlie: ¿Jefe? ¿Qué hace aquí? Debería estar en su habitación, recuperándose.

Alvin: (frunciendo el ceño) No estaré ahí todos estos días. Solo vine a hacer las cuentas de la mansión. No puedo quedarme de brazos cruzados.

Charlie: Acabo de hacerlo, jefe. Recuerde que no es la primera vez que me encargo de la mafia y de la mansión.

Alvin: (suspira) Lo sé... pero me siento inútil estando en cama todo el día. No puedo soportarlo.

Charlie: Necesita volver a su habitación. Charlene le dio órdenes claras de que debe guardar reposo.

Alvin: (desafiando) Nadie me da órdenes, mucho menos Charlene. No soy un prisionero.

Charlie: Por favor, jefe, necesitamos que se recupere lo antes posible. Si no guarda reposo, eso no sucederá.

Alvin: (resignado) Argh... está bien. Regresaré después, de acuerdo? Al menos déjame sacar algunas cosas de mi oficina.

Charlie: ¿Lo ayudo?

Alvin: No, tú ve a hacer tu trabajo. Estaré bien.

Charlie: Bien... te veré después, entonces, jefe.

Alvin: Hasta luego.

Charlie se retiró, dejando a Alvin solo en su oficina, decidido a sacar lo que necesitaba de su oficina.

Alvin ingresó a su oficina, la expresión cansada en su rostro reflejaba el peso de sus responsabilidades. Se dirigió a su escritorio, y tras un par de intentos algo torpes, logró subirse a su silla con esfuerzo. Una vez de pie, tomó la libreta de cuentas que Charlie había preparado, hojeándola con cuidado mientras su mirada se perdía en las anotaciones meticulosas.

Alvin: mmm, ya hizo todas las cuentas... Tal vez Charlie tenga razón. Solo debo descansar y darme tiempo para mí.

Con un suspiro, abrió uno de los cajones del escritorio y sacó un álbum de fotos. El cuero desgastado del álbum hablaba de años de recuerdos, desde los días tempranos de su mafia hasta el presente. Alvin pasó las páginas, sonriendo nostálgico ante imágenes de camaradería y aventuras. Sacó una foto doblada del cumpleaños de Brittany de su bolsillo: una imagen vibrante de sus hermanos, las arditas, Charlie, y todos los miembros de la mafia. Con un gesto cuidadoso, pegó la foto en el álbum, como si tratara de preservar ese instante para siempre.

De repente, el ruido de la puerta abriéndose lo sobresaltó. Rápidamente guardó el álbum y miró hacia la entrada, donde Eleanor se plantó frente a él con una expresión desafiante.

Alvin: ¿Tú qué haces aquí?

Eleanor: Vine a comprobar si seguías vivo. Parece que gracias a Theodoro aún sigues respirando.

Los ojos de Alvin chispearon con furia. Aunque molesto, se sentía demasiado agotado para discutir. En su lugar, optó por ir directo al grano, su voz tensa y controlada.

Alvin: No estoy de humor para tolerar tu falta de respeto, así que fingiré que no dijiste eso. Si no tienes nada más que hacer aquí, retírate.

Eleanor lo miró con una sonrisa burlona, como si disfrutara del desafío.

Eleanor: ¿Oh qué? Por lo que veo, apenas puedes moverte.

Alvin hizo un esfuerzo por mantener la paciencia, pero no pudo resistir el impulso de responder.

Alvin: Sí, pero mi falta de movilidad es por mis heridas, no por ser obeso. Tú sabes de eso, ¿verdad?

Eleanor: ¿¡Qué dijiste?! ¡No te atrevas a hablarme así! ¡Sabes muy bien que esa etapa de mi vida ha sido muy dura para mí!

Alvin: Tú empezaste. Así que vete de aquí antes de que pierda la paciencia contigo. No toleraré tu falta de respeto.

Eleanor: ¿Oh, qué? ¿Vas a llorar sobre mi hombro?

Alvin golpeó su puño contra el escritorio, el sonido resonó en la habitación, una advertencia clara.

Alvin: ¡TÚ NO VAS A HABLARME DE ESA MANERA!

Por un instante, el rostro de Eleanor mostró miedo, pero rápidamente lo ocultó, enderezando su postura con firmeza.

Eleanor: No, no dejaré que me intimides. No te tengo miedo, Alvin.

Alvin esbozó una sonrisa sombría, su mirada endureciéndose.

Alvin: ¿Con que eso es, eh? ¿Vienes a enfrentarme entonces?

Eleanor: No, vine a ver el estado lamentable en que te dejaron y decirte que ojalá hubieras muerto.

Alvin dejó escapar una risa amarga.

Alvin: Ja, ay, Eleanor. Se nota que no sabes nada de la muerte.

Eleanor: ¿Y tú sabes mucho, no es así?

Alvin: Sí. Estuve en varias ocasiones cerca de la muerte, pero nunca pudo llevarme. ¿Sabes por qué?

Eleanor: ¿Por qué?

Alvin: Porque yo soy el anticristo, y la muerte podrá llevarme... cuando se lo gane.

Eleanor soltó una carcajada desdeñosa.

Eleanor: Es lo más narcisista y estúpido que he oído de ti.

Con dificultad, Alvin se bajó de la silla. Cojeó hacia ella, deteniéndose justo frente a Eleanor, sus ojos fijos en los de ella, desafiantes.

Alvin: Tienes cinco segundos para irte de aquí, si no quieres salir lastimada.

Eleanor cruzó los brazos, sin mostrar temor.

Eleanor: Inténtalo. No soy como mis hermanas cuando las lastimaste. Además, tengo la ventaja. Solo mírate: estás acabado.

Alvin: Aun en este estado, puedo hacer mucho daño. Así que, última oportunidad, Eleanor. Vete de aquí o te sacaré.

Eleanor: Quiero ver que lo intentes.

Eleanor mantenía sus ojos fijos en Alvin, su mirada desafiaba la suya como si quisiera atravesarlo con pura determinación. El ambiente estaba cargado, con un silencio tan denso que se podía cortar. Alvin permanecía inmóvil por un momento, antes de que su mano se hundiera en el bolsillo delantero de su sudadera. Lo que sacó fue un cuchillo de hoja brillante que reflejaba la tenue luz de la oficina, un destello frío y amenazante. Sin embargo, para sorpresa de Eleanor, él no hizo un movimiento hostil; en cambio, le ofreció el cuchillo, extendiendo la mano hacia ella.

Eleanor dio un paso hacia atrás, sus ojos se abrieron un poco más. Se esforzó por no mostrar miedo, pero el cambio de su respiración la traicionaba.

Eleanor: ¿Qué haces?

Alvin arqueó una ceja, sus labios formando una sonrisa amarga, cargada de ironía y algo más oscuro.

Alvin: Te doy la ventaja. Querías verme muerto, ¿no? Pues aquí tienes. Toma el cuchillo y acaba con esto.

El metal temblaba apenas en la mano de Alvin, pero su expresión permanecía impasible. Eleanor lo miró con incredulidad, la duda y la precaución luchando en su interior.

Eleanor: No. Sé lo que intentas hacer. Pero no funcionará, Alvin. No soy una asesina.

Alvin soltó una carcajada sin alegría, el sonido resonando como un eco cruel en la habitación.

Alvin: ¿En serio? Ni siquiera sabiendo que, si logras matarme, tú y los demás tendrán su libertad.

Eleanor sintió que el piso bajo sus pies temblaba, pero no era el suelo, sino su propia voluntad, tambaleándose.

Eleanor: Esto es una broma de mal gusto, ¿Verdad?.

Alvin señala hacia la esquina de su oficina y la mirada de Eleanor se desvió por un instante hacia la cámara de seguridad que colgaba de una esquina de la oficina, el pequeño lente rojo brillando como un ojo vigilante.

Eleanor: (mirando la cámara) ¿Esto está siendo grabado?

Alvin asintió lentamente, como un juez que se deleita al ver a alguien atrapado en un dilema moral.

Alvin: Exacto. Cada movimiento, cada palabra, todo está siendo capturado ahora mismo. Así que... Yo, Alvin, autorizo que Eleanor y sus amigos serán libres solo si ella logra matarme.

La declaración de Alvin sonaba extrañamente formal, casi como si estuviera dictando un documento legal en lugar de proponer un juego mortal. Eleanor apretó los puños, sintiendo la lucha interna desgarrarla por dentro.

Eleanor: ¿Y tu mafia? ¿No te importa?

Alvin encogió los hombros, un gesto que desmentía la gravedad de la situación.

Alvin: Charlie puede encargarse de la mafia. Pero ese no es el punto, ¿verdad? La pregunta es: ¿lo harás? ¿Aceptarás?

El rostro de Eleanor era una máscara de indecisión. Las palabras de Alvin resonaban en su cabeza, provocando un huracán de emociones. Podría ponerle fin a todo y darle a su gente la libertad que tanto anhelaban, pero a un precio que desafiaría sus principios más profundos. Los latidos de su corazón retumbaban en sus oídos mientras contemplaba la hoja brillante frente a ella.

Alvin: ¿Y bien? Estoy esperando. (Le ofrece el cuchillo, sus ojos oscuros brillando con un desafío que parecía disfrutar.)

Eleanor respiró hondo, tratando de estabilizarse. Sabía que, cualquiera que fuera la decisión que tomara, cambiaría sus vidas para siempre, pasaban los segundos en un silencio asfixiante, y Alvin empezaba a perder la paciencia. Sus ojos, fijos en Eleanor, ardían con una mezcla de frustración y expectación.

Alvin: ¡Decide de una vez!

Eleanor lo miró, tragando saliva. Su respiración era irregular, y sus manos temblaban cuando finalmente tomó el cuchillo que Alvin le ofrecía. Aunque sus piernas flaqueaban, se puso en guardia, mostrando una determinación que intentaba ocultar su miedo.

Eleanor: ¡Pagarás por todo el daño que nos hiciste!

Alvin soltó una risa amarga y burlona.

Alvin: No es nada en comparación con lo que ustedes me hicieron.

Con un grito lleno de rabia, Eleanor se lanzó hacia Alvin, blandiendo el cuchillo. Sus movimientos eran torpes, impulsados más por su furia que por estrategia o habilidad. Alvin, aunque herido, esquivaba con una agilidad asombrosa, cada golpe deslizándose en el aire sin tocarlo.

Alvin: ¿Eso es todo lo que tienes? (dijo mientras esquivaba con facilidad).

El sudor corría por la frente de Eleanor mientras intentaba golpearlo de nuevo, pero Alvin, con un movimiento rápido y calculado, la desarmó. Sujetó su brazo con fuerza, torciéndolo hasta que el cuchillo cayó al suelo con un ruido metálico.

Eleanor: ¡Suéltame!

Antes de que pudiera reaccionar, Alvin la empujó contra la pared. Su antebrazo presionaba brutalmente contra el cuello de Eleanor, mientras el cuchillo caído era recogido por su otra mano y colocado contra el vientre de ella.

Eleanor: ¡Ah! ¡Déjame!

Alvin inclinó su rostro hacia ella, su voz un susurro gélido que erizó la piel de Eleanor.

Alvin: ¿En serio creíste que, incluso herido, ibas a ser rival para mí?

Eleanor jadeó, luchando por recuperar el aliento mientras intentaba hablar.

Eleanor: No pensaba matarte en primer lugar... pero debí aprovechar la oportunidad que me diste...

La presión en su cuello aumentó, haciéndola soltar un gemido ahogado.

Eleanor: ¡Ah! (jadeando).

Alvin: Y aún así fallaste. Eres patética, Eleanor. Pero, sobre todo, débil. No pudiste darle a tus amigos la libertad que tanto anhelaban.

Eleanor: Vete... vete al infierno...

Una sonrisa torcida se dibujó en los labios de Alvin mientras sus ojos brillaban con una maldad casi palpable.

Alvin: ¿Y de dónde crees que vengo?

Eleanor luchaba con todas sus fuerzas, pero era inútil.

Alvin: Mirame a los ojos. ¡Quiero verte morir!

Los ojos de Eleanor ven a Alvin, quien veía la desesperación de Eleanor y el miedo, mientras que los ojos de Alvin destilaban una crueldad inhumana, como si pudiera ver el infierno en sus ojos.

De repente, Alvin la soltó. Eleanor cayó al suelo, jadeando y tosiendo, sus manos en el cuello mientras intentaba recuperar el aire.

Eleanor: Cof, cof... ¿Por qué...? ¿Por qué no me mataste?

Alvin dio un par de pasos hacia atrás, limpiando con calma el cuchillo con la manga de su camisa.

Alvin: Sería demasiado fácil. Prefiero hacerlos sufrir lentamente, hasta que sus patéticas vidas no puedan más y los vea morir.

Eleanor: Tú... eres de lo peor...

Alvin soltó una risa breve y seca, como si la acusación le resultara ridícula.

Alvin: Lo dice la que rompió su propio código.

Eleanor lo miró confundida, su rostro todavía enrojecido por la falta de aire.

Eleanor: ¿Qué?

Alvin se inclinó hacia ella, tomándola por el cabello con una fuerza que la obligó a alzar el rostro. El cuchillo volvió a acercarse, esta vez rozando peligrosamente su cuello.

Eleanor: ¡Ahhh!

Alvin: Aceptaste matarme porque pensaste que era la única forma de liberar a tus amigos. Creíste que era lo correcto. ¿Sabes por qué lo entiendo?

Eleanor intentó apartarse, pero la fuerza de Alvin la mantenía inmovilizada.

Alvin: Porque es la misma decisión que tomo cada vez que debo matar a un maldito criminal. Ahora lo entiendes, ¿no?

Eleanor, con la voz temblorosa, lo miró directamente.

Eleanor: El único criminal aquí... eres tú.

Alvin sonrió, un gesto cargado de desdén y superioridad.

Alvin: Puede que sí. Pero tú no estás tan lejos de ser uno. Te dejaré vivir por ahora. Pero que te quede claro: la próxima vez no seré tan amable.

Retiró el cuchillo y Eleanor empezó a respirar agitadamente, con lágrimas brotando de sus ojos.

Eleanor: A la próxima....no me confiaré.

Alvin le lanzó una mirada penetrante.

Alvin: Estaré esperando entonces.

Sin previo aviso, Alvin agarró la cabeza de Eleanor y la golpeó contra el suelo. El impacto la dejó inconsciente de inmediato, y una pequeña herida comenzó a sangrar en su frente. Alvin observó el resultado con indiferencia antes de sacar su teléfono.

Alvin: Charlie... Necesito que te encargues de Eleanor. Está en mi oficina.

Hubo una breve pausa mientras escuchaba la respuesta al otro lado de la línea.

Alvin: ¿Qué qué pasó? Digamos que me hizo perder la paciencia. Sáquenla de aquí......Me da igual si los demás se enteran. Haz lo que te ordeno. (cuelga).

Alvin guardó su teléfono con gesto impasible, tomó la libreta que estaba sobre su escritorio y salió de la oficina sin mirar atrás. En el suelo, Eleanor permanecía inconsciente, mientras una fina línea de sangre comenzaba a deslizarse desde su frente hacia la alfombra.

Minutos después, Charlie llegó apresurado a la oficina, seguido de cerca por Brock. Al abrir la puerta, ambos se detuvieron al ver a Eleanor tendida en el suelo.

Charlie: Ay no, Eleanor...

Sin dudarlo, Charlie corrió hacia ella, se arrodilló y, con cuidado, giró su cuerpo. Su rostro se tensó al ver una herida en la frente de Eleanor, de donde emanaba sangre.

Charlie: Maldición, ¿qué tontería hiciste ahora?

Brock avanzó un paso, observando la escena con preocupación.

Brock: Iré por Charlene. Ella puede ayudarla.

Charlie negó con la cabeza, sin apartar la vista de Eleanor.

Charlie: No estoy seguro... Esto traerá más problemas con el jefe.

Brock: No sabemos qué tanto daño le hizo el jefe, pero sabemos que necesita ayuda de una profesional. Charlene es la indicada para esto. Créeme, será peor si no la atendemos rápido.

Charlie exhaló, indeciso, mientras su mirada alternaba entre Brock y Eleanor. Finalmente, asintió con resignación.

Charlie: (suspira) Tienes razón. Ve, yo me quedaré aquí con ella.

Brock no perdió tiempo y salió apresuradamente de la oficina. Charlie se quedó en silencio por un momento, observando a Eleanor con el ceño fruncido. Su mente daba vueltas, intentando procesar las implicaciones de aquel incidente. Mientras la sangre seguía manchando el suelo, sabía que las cosas estaban a punto de complicarse aún más.

Pasaron unos minutos y Charlie tenía un pañuelo húmedo en la frente de Eleanor, limpiando cuidadosamente la herida que Alvin le había provocado. A su alrededor, el silencio de la oficina era roto solo por la respiración agitada de Charlie y el goteo del agua del pañuelo.

Charlie: ¿En qué pensabas, Eleanor? ¿Acaso querías que el jefe te matara?

La frustración en su voz se mezclaba con preocupación, aunque sabía que no obtendría respuesta de la inconsciente ardilla.

De repente, la puerta se abrió de golpe, y Brock entró junto con Charlene. Al posar sus ojos sobre su hermana menor, tendida en el suelo con la frente cubierta de sangre, Charlene quedó paralizada por el impacto.

Charlene: ¡¡Eleanor!!

Su grito salió cargado de desesperación mientras corría hacia su hermana. Charlie se apartó a un lado, dándole espacio para que pudiera atenderla.

Charlene: ¿Qué ocurrió?

Charlie bajó la mirada, suspirando con resignación antes de pronunciar un nombre que lo decía todo.

Charlie: ...Alvin.

Los ojos de Charlene se encendieron con furia al escuchar aquello. Su rabia contra Alvin era evidente, pero sabía que no había tiempo para reproches. A toda prisa, empezó a revisar la herida, buscando la forma de detener el sangrado.

Charlene: Brock, ¡el botiquín!

Brock no tardó en reaccionar, regresando con el botiquín en las manos y colocándolo junto a Charlene. Ella sacó gasas, desinfectante y agujas, y comenzó a trabajar con manos temblorosas, pero firmes.

Pasaron varios minutos de tensión hasta que Charlene logró suturar la herida con pequeños puntos. Mientras limpiaba los últimos rastros de sangre, unas lágrimas silenciosas cayeron por sus mejillas. Charlie, notándolo, se acercó y posó una mano sobre su hombro izquierdo en un intento torpe de consolarla.

Charlie: Lamento que el jefe le haya hecho esto a Eleanor... No sé qué pasó. Dejé al jefe aquí y me fui a hacer mi trabajo, y...

Charlene: Charlie, no es tu culpa. (Suspira) Agradezco que intentes ayudar... pero déjalo así, ¿ok?

Charlie: ...Ok.

Charlene: Brock, ¿me ayudas a llevarla a nuestra habitación?

Brock: Claro, no te preocupes.

Con cuidado, Brock cargó a Eleanor en sus brazos mientras Charlene iba a su lado, observándola con inquietud. Charlie los siguió en silencio, con el ceño fruncido, claramente afectado por la situación.

Cuando llegaron a la habitación de las ardillas, Brock la depositó con delicadeza en la cama de Eleanor. Charlene se acercó, se sentó a su lado y tomó su mano, acariciándola con suavidad mientras la miraba con ojos llenos de incertidumbre.

Charlie: ¿Estará bien?

Charlene: No lo sé... Solo espero que Alvin no haya golpeado demasiado fuerte su cabeza. Si lo hizo, podría ser grave.

Charlie: ¿Qué tan grave?

Charlene: Pérdida de memoria... o incluso una lesión cerebral. Lo sabremos cuando despierte.

Brock: Estará bien. Se nota que es una ardilla fuerte.

Charlene esbozó una sonrisa amarga y negó con la cabeza.

Charlene: Sí, fuerte, pero no muy lista, al parecer. No sé en qué pensaba Eleanor, pero creo que se enfrentó a Alvin.

Charlie: Es lo más probable.

Charlene: No le digas nada a mis hermanas todavía. Mucho menos a Theodoro.

Charlie: Con los demás no tengo problema, pero... con Jeanette lo dudo.

Charlene: Argh, por favor, solo hasta que Eleanor despierte, ¿sí?

Charlie: Está bien...

Charlene: Gracias. Ahora vámonos. Hay que dejarla descansar.

Con un último vistazo a Eleanor, los tres salieron de la habitación, cerrando la puerta detrás de ellos. El silencio volvió a apoderarse del cuarto mientras Eleanor permanecía inmóvil, su respiración ligera siendo el único indicio de que aún estaba luchando.



Yyy ya, nada más.

Esperamos les haya gustado este capítulo creado por olaqhace25 y no se olviden comentar y votar por esta historia.

Hasta la próxima lectores.

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