Sabor fresa.

El café donde el hermano mayor y el policía habían quedado no estaba muy concurrido, la gente iba y venía con rapidez, no se quedaban mucho tiempo. Era uno de esos sitios de paso donde la mayoría de las personas pedían café para llevar. Yu Hao ya estaba allí cuando Zhen Wen llegó. Había elegido una mesa apartada lejos de las ventanas.

—¿Ya lo has encontrado?

—Yu Hao, no puedo decirte dónde está todavía. Él está bien, no es culpable, todo esto es una trampa.

—Sí, yo también lo creo pero lo que necesitamos saber es cómo sacarle de esta. Zhen Wen, está en un grave problema, su sangre está en el cuchillo. Aunque es imposible que él solo matara a cinco personas y tampoco tiene sentido que buscara a otros bien experimentados para hacerlo, la prueba principal sigue siendo el cuchillo.

—Voy a contarte todo lo que sé.

Zhen le contó cómo encontró el domingo por la noche a su hermano en un almacén con una puñalada en un costado. Lo llevó con XingChen para que lo curara y después le perdió la pista hasta el día anterior. También le mostró el mensaje de Zi Xuan donde decía que había sido Wang.

—Tiene que entregarse, Zhen, no puede estar por ahí en busca y captura. Está empeorando la situación. Además, Wang puede ir otra vez a por él y estará en serio peligro.

—Mi hermano no va a aparecer hasta estar seguro de demostrar su inocencia, eso lo sé a ciencia cierta. No he podido hablar con él para no delatar dónde está, pero el culpable de todo esto es Wang Jiang, no hay equivocación. Solo quiero saber si estás dispuesto a ayudarnos, HaoHao.



El motel donde Xue Yang se había escondido estaba en una zona montañosa. Construido en la ladera de la montaña, tenía unas vistas perfectas para controlar el entorno. En la parte de abajo de la ladera se situaban varias tiendas, un pequeño servicio de salud y una estación de servicio. Para acceder al motel si no ibas en coche, había un ascensor exterior que recortaba la altura de unos 10 pisos aunque también había unas escaleras pero solo para valientes. El camino desde la tienda al ascensor, Xue Yang lo recorrió saboreando su dulce. Se había puesto la visera de la gorra hacia atrás y parecía un niño inocente. XingChen no podía dejar de mirar sus labios rojos por el efecto de la piruleta y eso le provocó un calor que intentó disimular desviando la mirada.

Xue Yang se había dado cuenta, así que cuando entraron en el ascensor y la puerta se cerró arrinconó a XingChen contra una de las paredes. Se apretó contra él acercando sus labios al oído para hablarle. XingChen se golpeó contra la pared del ascensor y eso le causó una gran excitación.

—¿Te gusta lo que ves?

—Xue Yang...—la voz se le escapaba incapaz de contener el aire. Tenía tan cerca a Xue Yang que podía oler el aroma de fresa de sus labios. Tenía que saborearlos.—Puede subir alguien.

—¿Y qué?—dijo sonriendo maliciosamente  mientras bajaba su mano hasta los pantalones de XingChen. No le sorprendió encontrar aquella parte tan dura. En respuesta clavó sus colmillos en el cuello de XingChen que se arqueó sin poder remediarlo. La piel quedó ligeramente pegajosa por el caramelo de los labios y Xue Yang se dedicó a lamerla para recoger todo el dulce que había dejado.

XingChen dejó caer la bolsa con la comida, no podía esperar más. Agarró las mejillas de Xue Yang y atrapó sus labios en un beso que buscaba aquel sabor de fresa que lo estaba volviendo loco. Pasó la lengua por ellos varias veces, como si fuera un caramelo con el mejor sabor del mundo, Xue Yang gemía levemente mientras seguía acariciando a XingChen. De pronto habían llegado arriba y aunque la puerta se abrió, aún pasaron varios segundos para que pudieran salir.

—¿Te fías de este asesino?

—Quizá debería atarte para protegerme.

Cuando Xue Yang escuchó aquellas palabras una oleada de calor le recorrió el cuerpo y le robó el aliento. La sola idea de estar bajo el dominio de su daozhang, a su merced, le hizo estremecerse.

—Tú puedes hacer conmigo lo que desees.

XingChen no contestó, recogió la bolsa del suelo y  lo guió hasta la habitación. Él se dejaba llevar intentando abrazarlo, besarlo, tocarlo, pero XingChen no le dejaba, destruía todo intento del psicópata por tenerlo y eso hacía que perdiera aún más el control de sus deseos por él. Dejó que su daozhang le quitara la ropa  y lo tumbara en la cama, cuando Xue Yang intentaba incorporarse para morderle, él lo detenía con un dedo y lo hacía volver a su posición. Aquella frustración acrecentaba la excitación de ambos pero sobre todo la del psicópata que tenía su cuerpo electrificado por la adrenalina. XingChen ató cada brazo a un lado de la cama con las vendas que  tenía para curarlo que anudó con maestría. Cuando Xue Yang se vio inmovilizado, la sensación de estar en peligro le erizó la piel. Pugnaba por levantarse y besar a XingChen, pero no podía.

El médico le había dado la distancia justa para que pudiera moverse un poco pero no pudiera ni agarrarlo ni soltarse. XingChen disfrutaba la escena observando cómo se marcaban todos los músculos de Xue Yang, un cuerpo perfecto que comenzaba a brillar por el sudor de su propia contienda contra las ataduras. Temió por la herida pero ya no podía parar, llevaba demasiado tiempo deseando aquel cuerpo. Con el asesino como espectador privilegiado se desnudó lentamente y se sentó al lado de  Xue Yang. Fue dibujando cada forma muscular de su amante que tantas veces había estudiado en la facultad. Así recorrió con los dedos los brazos, el pecho y el abdomen de su ahora "víctima". Por su parte Xue Yang sentía aquellos dedos como si fueran prendiendo en fuego su piel, era un castigo y a la vez un placer sentir aquellas caricias de XingChen. Cuando el médico llegó a la erección de Xue Yang, le dedicó un recorrido lento y decidido de su lengua.

—Me estás volviendo loco...

—Lo sé.

Cuanto más jugueteaba en esa parte más escuchaba cómo su amante gemía de placer y se arqueaba una y otra vez, buscando más contacto entre los dos. Tiraba de las vendas con fuerza pero solo conseguía tensar más sus brazos que hacían las delicias de la vista de XingChen.

—Voy a soltarme y entonces no podrás hacer nada por defenderte.—Sus ojos se habían convertido en los de un lobo a punto de saltar sobre su presa.

XingChen rio suavemente sabedor de que tenía todo el control y que cuanto más lo ejercía, más excitaba a Xue Yang. Hizo el recorrido al contrario, besando desde abajo hasta el hueco de su cuello sintiendo músculos endurecidos por la lucha contra las vendas, entonces se puso a horcajadas sobre él y le acarició los labios con la lengua. Xue Yang vio oportunidad y profundizó el beso todo lo que pudo antes de que volviera a quedarse sin nada porque XingChen se retiraba. Entonces el médico volvió a acariciar sus labios esta vez con los dedos y Xue Yang los atrapó, lamiéndolos y succionándolos a falta de otra cosa que deseaba mucho más.

 XingChen aprovechó la humedad para prepararse y esconder el miembro de Xue Yang dentro de él. Por su parte éste asistía a toda la escena volviendo a pugnar por liberarse. Su atención se desvió a su propio miembro que sentía que estaba en la puerta de aquella cavidad que deseaba tanto. XingChen lo castigó dejando que entrara muy despacio para que pudiera apreciar en su miembro cada constricción que hacía aquella cavidad sobre él. Gemía de placer con cada palpitación que lo estrangulaba con aquella suavidad, con cada suave vaivén que se alternaba con movimientos circulares que acrecentaban todos los sentidos ya de por si fuera de control. XingChen se acercó de nuevo para besarlo y él correspondió de forma salvaje atrapando la boca de su amante, recorriéndola con su lengua.

—Suéltame, suéltame—decía entre beso y beso jadeando.

Cuando el médico se sintió satisfecho de saborear los labios del asesino, de robarle todo el sabor a fresa que pudo, le acarició un brazo hasta llegar a la muñeca. Con un solo tirón deshizo el nudo y dejó libre aquel brazo. De inmediato, su dueño le agarró el cuello con la fuerza justa para atraerlo hacia sí y besarlo de nuevo. Xue Yang sentía cómo XingChen se arqueaba al sentir aquella mano en su cuello jugando a robarle el aire y un beso. Su daozhang volvió a recorrer el otro brazo para soltarlo y el asesino se abrazó a él apretándolo y surcándole la espalda con los dedos.

—Te lo advertí, ahora no te puedes defender—dijo sobre la piel de su cuello.

De un movimiento cambió las posiciones y quedó encima del médico que sonrió al verle tan salvaje y fuera de sí. Xue Yang lo embestía con fuerza contenida, su cuerpo temblaba intentando controlar no derramarse dentro de XingChen y así prolongar aquel placer que le estaba dejando sin aliento. Su daozhang se arqueaba abrazándose a su cuello para atraerlo hacia sí. El psicópata no se negaba siguiendo con sus acometidas una y otra vez hasta que se dejó llevar inundando el interior de XingChen. Él por su parte cubrió el abdomen de Xue Yang entre gemidos que se ahogaban entre los labios de su amante. Derrotados, buscaban recuperar el aliento abrazados y presa de los espasmos de haber llegado al orgasmo de aquella manera.

—Te amo Xiao XingChen, más que a mi propia vida.


Song Lan introdujo la contraseña de la casa de XingChen para entrar. Cuando fue a urgencias para volver a verlo, el cirujano se había marchado a casa con permiso por enfermedad. Le había llamado y mandado mensajes pero no contestaba. Optó por ir a su casa para hablar con él, tenía que declararle su deseo de estar juntos, de que no quería hacerle daño cuando le dijo que le había matado en el pasado. Que de ahora en adelante, todo sería distinto y le daría una vida colmada de felicidad, pero XingChen no estaba allí.

Entró a su habitación y se tumbó en la cama, abrazando una almohada para sentir el aroma de XingChen. Ahí estaba, era su olor, sintió que un calor lujurioso le recorría el cuerpo. Definitivamente necesitaba verlo y hacerlo suyo de una vez. Entonces se dio cuenta de que había otro olor más y se levantó de un salto. Corrió al baño y se quitó la ropa con desesperación entrando en la ducha de inmediato. Padecía misofobia y a la única persona a la que dejaba tocarle era a XingChen. En la ducha gritó de rabia al entender que ese otro olor era del psicópata. Había estado en la cama de XingChen, imaginarlos a los dos acariciándose, besándose , que el asesino hubiera entrado en XingChen no se lo podía perdonar. Golpeó la pared con un puño que dejó ensangrentado y herido.

—Voy a matarte lentamente por lo que le has hecho a mi XingChen. Eres una rata inmunda que no tiene derecho a tocarlo, ni siquiera a pensar en él. Te juro que voy a acabar con tu vida lentamente.

En el otro lado de la ciudad, alguien estaba empezando a tener serios problemas. Wang Jiang había recibido un mensaje de Ming Jie

El anciano quiere tu cabeza

Todo lo que había pensado para sacar más dinero al incriminar a Zi Xuan, tenía un fallo. El trabajo que le habían encargado necesitaba de la máxima discreción. Su participación en él precisamente estaba ligada a no dejar ningún cabo suelto aunque ese cabo fuera él mismo. No tenía que haber ningún sospechoso, ningún rastro y él había dejado la pista sobre Zi Xuan. Aunque su idea era que esa prueba no relacionaba el caso con la banda Wen, el anciano no quería más investigaciones de ningún tipo y sabía que el fallo había estado en él. Ahora que lo pensaba bien, no había posibilidad de que el anciano hubiera dicho Ah, bueno, no importa, no nos incrimina a nosotros así que está bien si te ganas un buen montante con todo esto, la codicia le había nublado la razón. Si hubieran sido otras las circunstancias, si hubiera sido otro el caso, igual ni siquiera hubieran puesto punto a todo esto. Pero el caso era importante, el implicado era importante y todo tenía que salir a la perfección. Wang la había cagado pero bien.


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