Oscuro objeto de deseo.


Aquella noche, Zhen Wen y Zi Xuan durmieron juntos como lo hacían cuando tenían noche de hermanos. El menor la pasó intranquilo, revolviéndose continuamente mientras su gege se despertaba cada vez que lo sentía alterarse. Se levantaron más cansados de lo que se habían acostado y se fueron al trabajo. Zi Xuan ya plenamente recuperado se puso al día con los informes atrasados, lo que le mantuvo ocupado y tranquilo casi todo el  día. Zhen Wen llamó a su médico personal para llevar a su hermano y que le recetaran algo para controlar los nervios. Irían por la tarde después del trabajo.

—¿Otra vez llamando? — Zhen Wen le había observado cómo a última hora no hacía más que mirar el móvil.

— No le llegan los mensajes ni me da llamada.

—Admítelo, te ha bloqueado. Me temo que ha cortado relación contigo. Míralo por este lado, te disculpaste con él, os acostasteis, lo disfrutaste pues ya está. Un buen recuerdo, tienes más de lo que habías pensado al principio. No puedes obligarlo a que esté contigo si no quiere.

— ¿Crees que me recuerda? — dijo mirando perdido por la ventana. Si eso era así, nunca más volvería a estar cerca de XingChen sin que este no buscara apuñalarlo. Su daozhang era intenso en todas sus emociones, ya fuera que lo odiara o que lo disfrutara como aquel día.

—No lo sé, pero creo que quiere poner distancia y deberías respetar eso por mucho que te duela. Si recuerda vuestro pasado con más razón debes alejarte. No puedes cambiar esa imagen que tiene de ti, peor si sigues persiguiéndolo porque la empeorarás si es que eso fuera posible.

—Ya.



XingChen no despertó hasta la una de la madrugada según decía su móvil, el cual seguía sin mostrar mensaje ni llamada de Xue Yang. ¿Cuánto había dormido? Calculó 29 horas. Lo agradeció sobre todo porque no las había pasado esperando un mensaje que nunca llegó. Debía apartar ya ese pensamiento de él, Xue Yang ya lo habría olvidado y él también debería. Lo que pasó simplemente pasó, no fue planeado, no tenía más importancia así que no había que dársela. Se levantó y se duchó para después hacer algo de comer. Song Lan escuchó que había despertado y se levantó.

— Nunca entenderé cómo eres capaz de permanecer tantas horas despierto o dormido.—Le quitó una sartén de las manos y le indicó que se sentara.

— Yo tampoco. ¿Ha cambiado la cobertura de telefonía por aquí?

—No que yo sepa. He estado hablando y mandando mensajes todo el día sin problemas. ¿Por qué?

—No importa.—Era su último cartucho antes de admitir que debía pasar página. Incluso pensó en llamarlo pero no quería dar esa imagen de desesperación. No parecía que Xue Yang fuera de los que le gustara los que siguen colgados de ti cuando tú ya has pasado a otra cosa. Definitivamente lo dejaría estar.— ¿Cuando vuelves a trabajar?

—El viernes por la tarde. Puedes quedarte aquí, sé que tú no vuelves hasta el lunes.

—No, me iré contigo, tengo cosas pendientes en casa, por ejemplo comprar comida.

No pudo evitar reírse al pensar que su vida era un desastre continuo de horarios. Muchas veces no sabía qué día era, solo que trabajaba o descansaba dos, tres, uno, o cuatro días después. Se manejaba muy distinto del resto de la gente.

—¿Y tu coche? ¿Dónde voy a dejarte cuando me vaya?

Su coche aún estaba en la oficina de Xue Yang. No quería volver a traer el tema con él así que no se lo dijo.

—Está en el taller, iré contigo al hospital y desde ahí ya cojo un taxi. Necesito pasar por el despacho de todos modos para coger unos informes.—Mintió.

El viernes por la tarde todo parecía marchar bastante bien. Zi Xuan había ido a la consulta, estaba más tranquilo e incluso había dicho de ir a entrenar esa tarde, después, noche de hermanos de viernes. Le habían puesto ese nuevo nombre porque con las cosas que habían pasado en los últimos tiempos, tenían noche de hermanos cada dos por tres. Zhen Wen se alegraba del esfuerzo que hacía su hermano por estar bien, sabía lo mucho que le estaba costando porque Zi Xuan era razonable, pero sabía que Xue Yang estaba pugnando por salir a por XingChen y raptarlo para siempre. También se alegró de que por fin Zi Xuan le pidiera disculpas al número once con el que peleó hacía ya un milenio. Era un buen día, los dos se esforzarían en el entrenamiento y después se recompensarían en el Roxie.

XingChen por su parte llegó a la oficina de servicios sociales a recoger su coche. Lo pensó mucho pero finalmente subió como hizo aquel día cuando buscaba a Xue Yang. Preguntó por él pero ya habían salido él y su hermano para el entrenamiento de vóley. Bien, pensó, casi meto la pata viniendo aquí para verle. Seguro que me hubiera despachado, soy idiota

Esos pensamientos siguieron en su cabeza pero al mismo tiempo también pensaba que si iba al pabellón donde entrenaban y se sentaba en una grada alejada de la pista, podría observarlo sin que le viera y cuando se quiso dar cuenta, ya estaba aparcando allí.

—¿Qué estás haciendo?Debo irme a casa ya.—Se recriminó dentro de su coche.

Xue Yang se encontraba concentrado en el entrenamiento, se encontraba bastante bien, el brazo respondía aunque no se exigía tampoco demasiado. Doc le había puesto unas vendas adhesivas formando una estrella para que estuviera bien sujeto y funcionaba bastante bien. Además se puso las protecciones de las rodillas para mejorar los saltos, así que el cuerpo le estaba respondiendo perfectamente, eso le tenía de buen humor. Se repartieron en dos equipos y comenzaron un partido de entrenamiento. Zhen Wen quedó en el equipo contrario y eso hizo que los dos hermanos comenzaran un pique infantil por ver quién de los dos ganaba. También Zhen se sentía bien al ver que su hermano volvía poco a poco a ser el de antes con sus bromas.

XingChen no había conseguido convencerse de irse y estaba sentado no muy lejos de la pista pero fuera de la vista de los jugadores que por otro lado, estaban bastante atentos a lo que hacían. No tardó en localizar a Xue Yang en la pista y sintió un calor que se alojó en su abdomen. Su cuerpo recordaba aquellas manos, aquellos labios y ese calor era su queja por no tenerlo cerca otra vez. Mirarlo era hipnótico, cuando saltaba se elevaba sobre el suelo y se estiraba hasta el punto de que la camiseta subía dejando sus músculos abdominales al aire. Él había tocado aquellos músculos, recordaba haber pensado en lo perfectos que eran, los había recorrido una y otra vez con su boca y sus manos. Un sonido fuerte le sacó de esos pensamientos, Xue Yang había rematado y conseguido el punto. Los demás se le acercaron chocando sus manos a modo de reconocimiento.

— Bien hecho, se ve que sigues en forma.

—¡Ese que va a seguir en forma, si es un paquete!—gritaba Zhen Wen desde el otro lado a lo que el resto se rió con ganas.

—Déjame en paz, idiota. Esta noche me vas a pagar todo lo que me beba yo y todo mi equipo. Verás como no gritas tanto.

—Mala bestia.

—Chúpamela.

XingChen seguía observándolo en la distancia, cómo saltaba, como remataba, cómo defendía. Veía su cuerpo en actividad y era una delicia hacerlo sobre todo si eres un médico especializado en huesos y músculos. Pero sobre todo porque lo deseaba. Sin embargo también sintió una punzada de dolor que hizo que se levantara y se marchara arrepentido de haber ido. Xue Yang estaba feliz, divirtiéndose con sus amigos, no parecía que le echara de menos. Si hubiera ido a hablar con él hubiera hecho un ridículo espantoso. Aún recordaba aquella llamada de su novia o ex novia o lo que fuera en el coche, ella debía estar en sus pensamientos, no él. Así que confirmado finalmente que aquello había terminado, cogió su coche y se fue a casa.


El lobo gregario que era el señor Wang, recibió las órdenes de su superior inmediato. Hacía casi un mes que le dijeron sobre el trabajo que debía hacer. Había que eliminar a una testigo protegida. No sabía quién era, no sabía que había hecho ni por qué. Todo eso carecía de importancia. Lo que debía hacer era relativamente sencillo. Ya tenía la localización del piso franco y el día que tenía que intervenir. Como la banda Wen tenía contactos en todos los lugares, no le fue tan difícil tener la localización ni los turnos de guardias para poder diseñar el plan de ataque. Siempre hay un policía corrupto dispuesto a colaborar y en esa ocasión no iba a ser diferente. 

Ahora lo que tenía que hacer era la otra parte del plan que corría de su cuenta. Aprovechando toda esa infraestructura que era la banda Wen que le ponía en bandeja un trabajo como aquel, aprovechó la ocasión para matar dos pájaros de un tiro. Vengarse de Zi Xuan era un objetivo, pero también lo era del tipo que se hacía llamar Fuxue y  que le pagaría por ello. 

Era un negocio redondo, recibía beneficio por las tres partes. Mucho antes de que Fuxue se pusiera en contacto con él, ya se había puesto manos a la obra, siguiendo al trabajador social para saber dónde vivía, con quién se relacionaba, cuáles eran sus horarios y toda la información que fuera necesaria para trazar un plan efectivo. Incluso había estado en el Roxie escuchando desde un rincón las confesiones que se hacían los hermanos. Recordaba un día en concreto en el que Zi Xuan estaba solo allí, y llegaron Zhen Wen y otro tipo al que recordaba del día en el que casi atropellan a los dos de servicios sociales. Había cubierto su rostro con una mascarilla para no ser reconocido con facilidad e increpó a Zi Xuan para que empezara una pelea, eso incrementaría la visión que los demás tendrían de lo psicópata que podía ser aquel tipo y le ayudaría a hundirlo en su trabajo, pero la camarera los separó y llamó al hermano.

"A-Wen, soy Mimi del Roxie. Tu hermano está aquí, está borracho y me temo que se va a buscar problemas. Ven a recogerlo, está bastante mal", habían sido las palabras de aquella zorra que había dado al traste con su jugada maestra.

Desde entonces había seguido trazando minuciosamente todos los pasos que debía seguir y ya era hora del siguiente movimiento.

Últimamente Zi Xuan había salido a correr por las mañanas del fin de semana. Hacía un recorrido de unos 8 kilómetros no muy difícil de rastrear. Él mismo había recorrido minuciosamente todo el trazado para encontrar puntos ciegos sin cámaras, recovecos donde esconderse, dónde aparcar el coche y otras cosas para tener controlada la situación. Aquella mañana como esperaba, Zi Xuan salió a las 8 de la mañana y comenzó el recorrido de costumbre. Todavía hacía frío así que corría dejando por delante de él un vaho que lo envolvía a cada paso cuando respiraba. Con una capucha calada y unos cascos para escuchar música, Zi Xuan corría tranquilo ajeno a que formaba parte de un plan trazado por Wang Jiang.

Zi Xuan recordaba la conversación que había tenido con XingChen aquel día en el que le acompañó a la comisaría. Dijo que corría cuando podía y él mismo comenzó a hacerlo también. En realidad no era algo nuevo porque lo hacía en la universidad, pero en los últimos años había perdido la costumbre. Ahora, sabiendo que su daozhang lo hacía, quería tener algo compartido con él aunque ya no pudiera estar cerca. En alguna ocasión imaginó que se cruzaban corriendo y entonces se paraban y conversaban, seguramente él sonreiría y ese día sería mágico. Pero solo era un sueño, no creía que hubiera muchas posibilidades de que algo así ocurriera. 

Tampoco sabía donde vivía XingChen así que no podía adivinar recorridos que pudiera hacer. Podría haberle seguido desde el hospital para averiguar pero con todo lo que había pasado no quería liarla más. Tampoco ese día se cruzaría con él y si llegara a ocurrir, seguro que él se iría por otro lado para no verle. Ese pensamiento le dolió tanto que subió la música aún más para no poder escuchar sus propios pensamientos. De esta manera fue imposible que notara que alguien llegaba desde atrás, que lo estaba vigilando y que al llegar a su altura lo golpease con algo en la cabeza.

Wang había calculado a qué altura del recorrido sería la mejor opción para golpear a Xue Yang sin ser visto y llevárselo a su coche. Cuando Xue Yang se acercaban al lugar concreto, Wang salió de entre unos arbustos con vestimenta de corredor también. Por esa zona no solía pasar mucha gente y además era domingo temprano, la mayoría de la gente estaba en sus casas aprovechando la mañana para dormir. Varias zancadas y se puso justo detrás y entonces sacó una pequeña barra de hierro especial para ese tipo de trabajos. Todo profesional tiene sus herramientas concretas y Wang era caprichoso y exigente con las suyas.

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