Morir tres veces.Parte 1
—Por favor, déjame ir...
Las puertas de urgencias del hospital norte se abrieron de golpe sobresaltando a los que estaban esperando pacientemente su turno para ser atendidos. Había una gran nevada en la ciudad y eran muchos los que habían acudido al servicio de urgencias para ser atendidos de diversos accidentes, bien por resbalones en la vía pública o accidentes de tráfico. Durante el día había ido acudiendo en un goteo constante, accidentados de diversa índole, pero ahora ya bien entrada la noche, la sala de urgencias estaba casi colapsada y la gente presa del aburrimiento por la espera, no dejaba de producir un murmullo molesto que algún enfermero tuvo que silenciar con varios reproches.
Ahora el silencio se producía de forma instantánea cuando las puertas se abrieron de aquella manera súbita, dejando entrar a personal de emergencias con alguien en una camilla. La visión era cuanto menos impactante. Con el paciente venían cuatro sanitarios con sus uniformes reflectantes deslumbrando a quienes los miraban de forma descuidada. Uno de ellos estaba literalmente a horcajadas encima del paciente practicando un masaje cardíaco mientras otro, ofrecía apoyo respiratorio con un ambú que apretaba de forma coordinada con el que realizaba las complexiones torácicas. Los otros dos empujaban con velocidad contenida la camilla mientras gritaban a los que casualmente estaban en el pasillo, para que se apartaran de inmediato.
—¡Fuera, fuera!
—Varón 25 años, se desplomó en un partido de vóley y ha entrado en parada durante el trayecto. Llevamos 10 minutos de RCP, presión arterial 14/9 y no ha respondido a estímulo en ningún momento—Indicaba uno de los que empujaba la camilla al médico de urgencias que había salido a toda prisa para recibir al paciente.
—¡Se va, se va, joder...!
—¡BOX 3, preparad el carro de paradas!
—Lleva salino a chorro y...—dijo el del ambú mientras se perdían por el pasillo que llevaba a los boxes. Aquellas palabras resbalaron por las paredes como si fuera un líquido viscoso.
Durante unos segundos se produjo un silencio que se asentó de forma pesada en la sala de urgencias. Los pacientes que estaban esperando habían enmudecido y en sus cabezas planeaba la idea de haber visto a alguien a punto de morir si no es que estaba muerto ya. No estaban seguros de que los muchos intentos que estaban haciendo por él, sirviera de algo.
4 horas antes
—Terminas o qué Zi Xuan.
—¿Qué?— Respondía Zi Xuan que hacía equilibrios con un lápiz en el labio superior mientras se perdía leyendo en un documento.
No era una imagen inusual en él, pero hoy hizo que su compañero Zhen Wen suspirara de desesperación. Los dos habían sido compañeros en la universidad cuando estudiaban trabajo social, fue allí donde se conocieron y desde el minuto uno se hicieron uña y carne. Además Zhen Wen le había presentado a su actual novia, Anne, así que se sentía muy orgulloso de haber hecho a Zi Xuan un poco más feliz. Pero hoy era uno de esos días que hubiera agarrado por el cuello a ese maldito hermano adoptivo suyo. Había sido una semana de locos, mucha documentación se había perdido cuando la tubería del piso de arriba de la oficina en la que trabajaban se había roto y había inundado uno de los archivos.
Era el problema de siempre, el personal justo con multitud de expedientes a su cargo. Visitas para revisar las medidas impuestas a las familias desestructuradas que habían sido intervenidas por el estado, alojos y desalojos de menores en aquel o en otro centro y así cada día. No es que tuvieran mucho tiempo para digitalizar mucha documentación, así que lo que había pasado era crónica de una muerte anunciada desde el principio de los tiempos.
Pero al fin era viernes y no cualquier viernes. Era el fin de la temporada de estudios en la universidad; clausura del medio curso, graduaciones y toda una serie de actividades conmemorativas al respecto entre las cuales él y Zi Xuan participarían. Habían pertenecido al equipo de vóley de su facultad desde el primer año igual que lo habían hecho en la secundaria. Obtuvieron un puesto en la historia de la liga universitaria nada desdeñable; dos años los terceros y uno como líderes absolutos. Zhe Wen y Zi Xuan habían sido segundo y primer mejor anotador de la liga anual durante todo el periodo universitario. Pero terminada la universidad, no quisieron seguir con la carrera deportiva y se dedicaron de lleno a su vocación, el trabajo social.
Eso no quitaba que cuando se hacían partidos de antiguos alumnos o partidos exhibición para ocasiones como aquella, ellos participaran más que gustosos. Zhen Wen pensó que eso les quitaría el estrés de aquella semana insufrible, se desfogarían como fieras en la cancha y después se emborracharían en el "tercer tiempo" como siempre habían hecho cuando aún eran estudiantes.
Zhen Wen se pasó la mano por el rostro como si con aquello pudiera quitarse la desesperación que le producía mirar a Zi Xuan perdido en su lectura. Ya debería estar cogiendo la mochila y las llaves del coche y seguía distraído a saber con qué.
—¡Joder, vamos tarde!—Le espetó a Zhen Wen cuando miró el reloj de su muñeca. Su gege le miraba dejando caer la mandíbula en un gesto cómico de asombro.
—¿No me digas? A ver si va a ser porque yo estoy haciendo "asaberquecosa" cuando tendría que estar con las llaves en la mano.
Zi Xuan levantó una ceja mientras chasqueaba con la lengua .
—Gege es lo que te digo siempre, que te centres.
Zhen Wen agarró una pelota antiestrés que había en una mesa cercana y se la lanzó directamente a la cabeza, algo que no consiguió porque su querido hermano sabía de sus reacciones y lo esquivó mientras le enseñaba el dedo corazón.
—Serás cabrón...
Al final no llegaron tan tarde como pensaban. Anne los estaba esperando en la puerta yrecibió a Zi Xuan con un tortazo en la nuca y después, con un beso en los labios.
—LLegas tarde —le dijo mientras se colgaba un poco de su cuello y miraba a Zhen Wen con una sonrisa.
—LLego justo no exageres. Vamos Zhen, no te entretengas.
—Cualquier día lo mato y me caso contigo—apuntaba Zen Wen a Anne mientras le guiñaba un ojo y se apresuraba detrás de Zi Xuan.
—Deberías casarte conmigo, no con ella. No te imaginas lo aterradora que es cuando me ve jugando al FIFA. Yo nunca te pediría que dejaras de jugar.
—Cállate idiota y entra de una vez.
El vestuario estaba en plena efervescencia. Taquillas abiertas, ropa por todos los sitios imaginables y el equipo bromeando, gritando y riendo. Al ver entrar a los dos empezaron a jalear sus nombres y a hacer la ola a modo de recibimiento.
—Venga tíos que llevamos esperando media tarde.
—No os preocupéis "chicas", los salvadores han llegado — dijo Zi Xuan.
Un calzoncillo voló por el vestuario directo a su cabeza, pero la experiencia de esquivar proyectiles lanzados por su gege le hizo salvarse por milímetros mientras la prenda caía en la cabeza de Zhen Wen.
—¡Pero dale a él que yo no he dicho nada, joder!
Entre risas y bromas terminaron de vestirse y se dirigieron al túnel de acceso a la pista. Cuando empezaron a salir todo el recinto rugió con fuerza mientras ellos saludaban al público y se dirigían a los banquillos donde el entrenador ya estaba hablando con los asistentes.
Anne se había sentado con su grupo de amigos muy cerca de la pista y armados con pancartas con los colores del equipo, cantaban las típicas canciones de partidos para animar a su equipo.
—Vaaaamooooooooss.
Anne saltaba con los demás en una euforia compartida con toda el ala que ocupaba los seguidores del equipo de la facultad, animaban al equipo de antiguos alumnos que jugarían un partido exhibición para la clausura del curso. Era un gran día para los amantes del vóley y para los que disfrutaban con aquellos partidos más cargados de diversión que de competitividad.
El partido comenzó y los puntos iban cayendo para uno y otro equipo. Hubo algunos momentos memorables con jugadas propias de equipos en activo que hacían las delicias del público. Así pasaron hasta el tercer set cuando sacó el equipo de Zi Xuan.
Jugaban el punto sin mucha dificultad, cuando Zi Xuan comenzó a sentirse mareado. Zhen Wen le miró y le hizo un gesto interrogativo, pero Zi Xuan manoteó un poco en señal de que estaba bien. Dejó de mirarlo para concentrarse en el punto cuando por el rabillo del ojo vio como Zi Xuan se caía desplomado al suelo.
Los que se habían dado cuenta de lo que había pasado, exclamaron un ¡Ah! entre asombrado y sorprendido al que se unieron poco a poco el resto del público y jugadores. Zhen Wen corrió al encuentro de su hermano que yacía inerte en el suelo mientras llamaba a gritos ayuda del asistente médico.
Anne ahogó un grito en su garganta, al ver cómo su novio se desplomaba ante sus ojos. Parecía que el tiempo se había ralentizado mientras lo veía caer golpeándose en la cabeza. Segundos después la pista era un caos, apenas podía ver a Zi Xuan que estaba rodeado de sus compañeros de equipo mientras el médico comprobaba sus constantes vitales. La imagen era desesperante, algunos se giraban con las manos cubriendo el rostro, uno se dejó caer de cuclillas incapaz de mantenerse de pie y Zhen Wen permanecía de rodillas junto a Zi Xuan mientras le agarraba una mano. De pronto ante la expectación de todos se oyó una voz que gritaba desesperada.—¡Una ambulancia, llamad a una ambulancia, por Dios, una ambulancia!
Una vez más el que en otra vida fuera Xue Yang, yacía muerto en el suelo.
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