El Roxie, mi guarida.


Habían pasado un par de días desde que desayunara con XingChen y este lo dejara en casa. Tenía sentimientos enfrentados de aquel día. Por un lado sentía felicidad de haber estado con XingChen, de que le hubiera contado de su vida y hubieran desayunado juntos. Eso le recordó a cuando comían en la casa ataúd después de ir al mercado a por  verduras. Sonreía con tristeza al recordar cómo engañaba a XingChen para que fuera al mercado. Pero aquel desayuno había sido distinto, no eran dos enemigos comiendo en la misma mesa, eran dos personas diferentes con una nueva oportunidad de estar juntos de otra manera. Eso le daba esperanzas para el futuro. Pero también se sentía desdichado y miserable al recordar cómo XingChen se había sentido avergonzado en la comisaría por su culpa, al tener que contar lo del aparcamiento del hospital. Si había pasado aquello, ¿podía estar seguro de que tarde o temprano no volviera a dañar a XingChen de alguna forma? Eso le quitaba el sueño. No obstante y aunque no iba a la oficina, se mantuvo ocupado con Anne que terminaba de recoger todo y se marchaba aquella misma tarde.

—¿Tienes el billete?

—Claro que si, no te preocupes, está todo controlado. ¿Cómo está tu brazo, por que no traes el cabestrillo?

—Ya no me duele.

Se sorprendía de cómo su cuerpo se autocuraba solo. En el pasado, no había hospitales y recibía muchas puñaladas, cortes y golpes. Su cuerpo estaba hecho a los palos, a recuperarse con prontitud o la muerte le alcanzaría con rapidez. Ahora que tenía un nuevo cuerpo, parecía que también obedeciera a esa máxima de autoprotegerse con rapidez. Ese brazo que había perdido en el pasado se empeñaba en recuperarse una y otra vez como si la idea de volver a ser cortado planeara sobre su cabeza.

—Eso es imposible, pero no me vas a hacer caso. Haz lo que quieras, de todos modos Zhen Wen te atará corto para que cuides de ti mismo.

—Ya lo sé, no te preocupes, me cuidaré bien y dentro de poco iremos a visitarte.

—¿Tenéis todo?—Zhen Wen arrastraba una maleta desde la habitación de Anne y recogía un libro que le dio en mano a su amiga.

—Oooh, gracias Zhen, casi me lo dejo olvidado.—Le besó la mejilla como premio y se agarró del brazo de Zi Xuan para salir del apartamento y meterse en el coche de Zhen Wen.

El aeropuerto era todo bullicio, se sentaron a tomar un café mientras salía el vuelo de Anne y conversaron sobre los tiempos de la universidad. Cuando sonó la llamada para la puerta 243 se tensaron y suspiraron casi a la vez.

—Bueno, pues ya está, es mi vuelo. No dejéis de llamarme y cuidaos mucho. Zhen Wen, cuida de él, es un idiota.

—¿A mi me lo vas a decir?—Zhen Wen la levantó en el aire con un abrazo que demoró un rato en terminar.—Cuídate, preciosa, iremos pronto a verte.—Dejó un pequeño beso en los labios de Anne y la soltó en el suelo.

—Y tú cuida de este grandullón. —Se abrazó a Zi Xuan conteniendo las lágrimas.—Te quiero mucho, recuerda, volveré a por ti en cuanto lo pidas, solo dímelo y estaré aquí en unas horas.

—Yo también te quiero. Iremos a verte, no te preocupes por nosotros, estaremos bien.

Ahora fue él quien besó a Anne. Ella aún permaneció un poco más con un suave abrazo junto al que había sido su novio por 6 años. Se soltó, agarró la maleta y se alejó sin mirar atrás. Su cara era un mar de lágrimas, pero no dejaría que ninguno la viera así de abatida.

Zhen Wen y Zi Xuan la vieron alejarse y Zhen se abrazó a Zi Xuan buscando un consuelo mutuo que el menor agradeció.

—Vámonos gege, ella estará bien, estará bien.

Al día siguiente se celebraba el juicio contra Wang Jiang y como le dijo el señor Chen fue sobreseído por falta de pruebas. Cuando la condición de los niños mejorara podría tener de nuevo a los pequeños Además se creó una pieza anexa por la agresión durante la intervención por parte de Zi Xuan. El señor Wang se regodeaba viendo la desesperación y la ira del trabajador social cuya mirada lo decía todo. Él conocía a los tipos que miraban así, por muy digno que pareciera, esa mirada era la de un delincuente, la de alguien que está calculando dónde te apuñalará, cómo y cuántas veces. A él no lo engañaba, era tan ponzoñoso como él.


Zi Xuan estaba encolerizado, no quería hablar con nadie por si perdía el control y dejaba que el antiguo asesino se mostrara en todo su esplendor. Además estaba ansioso porque quería ver a XingChen y se lo había autoprohibido, al menos hasta que terminara el juicio y Anne se hubiera ido. Pero el veredicto no era ni mínimamente lo que había esperado. Eso lo tenía furioso y Zhen Wen lo notó. Cómo ya empezaba a entender cómo era su nuevo hermano, no dijo nada y se lo llevó del juzgado o más bien fue al contrario, porque Zi Xuan casi volaba sobre sus pies para salir de allí. Ya en la calle sin la vista de nadie gritó y golpeó con un puñetazo un contenedor de basura que se adornó con una abolladura importante.

—¡¡Joder!!— dijo sacudiendo la mano en señal de dolor. Por suerte era la mano izquierda, así que su brazo maltrecho no sufrió, pero se dobló hacia atrás el meñique.—Vaya, ¿tú también has vuelto, pequeño bastardo?

—Y ahora hablas solo, te estás coronando, hermano.—Zhen Wen que no sabía que en el pasado Xue Yang no tenía el meñique, no relacionó los dos hechos, pero su hermano sí y se rio como un loco.

—Te juro que voy a matar a ese cabrón. No sé cómo pero lo voy a hacer. Dame tiempo.

—Cállate idiota, tú no vas a matar a nadie. Ya encontraremos cómo encerrarlo, lo que importa es que no tiene a los niños de momento. Trabajaremos en eso.

—Sí, eso seguro, pero él me ha buscado y me va a encontrar.

—¿Y qué harás, sacarás tu espada, un cuchillo afilado, algún truco? A-Xuan, estamos aquí, esas cosas no funcionan ahora. No usamos esos métodos, ¿recuerdas?

Zi Xuan seguía moviéndose de un lado a otro como un león enjaulado sacudiendo la mano izquierda que se le había hinchado. Lo miró con disgusto.

—Vamos a buscar hielo y algo de beber, ahora mismo necesito anestesia.

—Genial, son las 11 de la mañana, qué mejor hora —dijo Zhen Wen con una gran dosis de sarcasmo, sin embargo no tenía dudas de que eso era una gran idea. Él también necesitaba un trago en aquel momento.

Como siempre el Roxie les recibió con su atenuada penumbra. Era demasiado temprano, pero Mimi los tenía por amigos además de clientes. Cuando les vio entrar sacó un par de cervezas sin decir ni preguntar nada. Seguro que tenían un buen motivo para estar allí.

—Gracias Mimi.— Zi Xuan bebió un largo trago y se sacudió el pelo como si lo tuviera lleno de arena.—Jodeeeeer.

—No te descontroles, bebe, respira y espera a que se te pase.

—Voy a ver a XingChen.

—¿Pero no me estás escuchando, qué te acabo de decir?— Zhen Wen todavía llegaba a asombrarse de las veces que cuando creía que tenía todo controlado, Zi Xuan lo hacía saltar por los aires.—Pues estás precisamente en el mejor estado para hacerlo.

—Voy a tener problemas, lo sé, ese tío es un imbécil y un inútil pero se maneja muy confiado y eso es porque tiene a gente importante detrás de él. Eso es lo que me preocupa. Si eso es así, y te aseguro que mi instinto de asesino no me engaña, las cosas se pueden torcer más. No quiero que XingChen sufra ningún daño por estar cerca de mí, quiero solucionar lo que tengo pendiente con él. Voy a verle y a decirle lo que ya debería haberle dicho.

—Tú estás mal de la cabeza, quiero decir peor de lo que estabas hace unas horas y menos de lo que estarás esta noche, porque llevas una progresión de vértigo. Si tienes sospechas, iremos a la policía y...

—¿Y tú te estás escuchando ahora? Te estoy diciendo que quien ha movido los hilos para que ese cabrón se haya librado de la cárcel no es cualquiera. La policía no va a hacer gran cosa con ello. Voy a enfrentarlo yo mismo y te aseguro que voy a ganar esta partida.

—Escúchame, por qué no te vas con Anne y..

—No, a ella  la voy a implicar menos todavía. Esto no lo puedo dejar pasar.

—¿Pero me quieres dejar que termine una frase? Solo te digo que...

—Esta tarde, voy esta tarde sin falta.

—Y sigue. Mira, haz lo que quieras porque yo ya no sé qué hacer contigo. Ve a decirle lo que te dé la gana, pero descansa primero. Cuando termines te vienes conmigo a casa y ya planearemos lo que sea que estés pensando. Prométemelo.

Zi Xuan que en ese momento era más Xue Yang que nunca chocó su cerveza con la de Zhen Wen confirmando que aceptaba.

El hermano mayor lo dejó en casa porque él tenía que volver al trabajo, ya había estado bastante tiempo fuera y no se podía demorar más. En cuanto Zi Xuan lo vio alejarse salió y tomó un taxi directo al hospital. Cuando llegó se dirigió directamente al mostrador y preguntó  si  XingChen estaba operando, tuvo suerte porque en ese momento se encontraba en su despacho repasando algunos casos en recuperación. Subió a la planta y se dirigió al despacho. Un poco más atrás, también Song Lan se dirigía allí pero no lo vio.

Zi Xuan no llamó a la puerta, abrió sin poder esperar a tener permiso para hacerlo. XingChen que estaba mirando el negatoscopio se giró con sorpresa.

—Zi Xuan, ¿Ocurre algo, y su cabestrillo?


—Tú no lo sabes pero yo te debo una disculpa, en realidad mucho más que eso. No voy a implorar tu perdón porque no me lo merezco pero quiero que sepas que nunca mereciste lo que te pasó. Tuviste la mala suerte de que me cruzará en tu camino y yo solo destruí la única cosa en el mundo que brillaba para mí.—Todo lo soltó casi temblando, perdiendo el tratamiento formal al hablarle.

XingChen que no entendía nada dio un paso atrás, Xue Yang se adelantó. La mesa del despacho impidió que siguiera retrocediendo y Xue Yang acabó bastante cerca de él. Si el psicópata tenía de vuelta sus recuerdos, XingChen no los tenía. Quizá cuando reencarnó omitieron que los tuviera, ya había sufrido suficiente, o quizá sí los tuviera pero estaban muy bloqueados. En cualquier caso, eso jugaba a favor de los dos. Ni XingChen sufriría como lo hizo en el pasado ni Xue Yang tendría que lidiar con las acciones que sobre el daozhag hizo. Daba gracias porque nunca supiera que pasó tantos años intentado revivirlo con el sufrimiento de otros. Eso sin duda haría que nunca quisiera volver a verlo.

—Zi Xuan. No se que estás diciendo, será mejor que te marches y te tranquilices. Me confundes con otra persona.

No había confusión posible. Era él, sus labios eran esos, los labios con los que llevaba una eternidad soñando. Por un momento perdió la noción de lo que lo había llevado hasta allí. Olvidó que solo debía disculparse, que se marcharía cuando lo hubiera dicho. Se lo había prometido a sí mismo, sabía que era un veneno, un pozo de locura y maldad y no quería que aquella luz que había tenido la suerte de encontrar otra vez  se contaminara de su oscuridad. Sacrificaría sus sentimientos por el bien del antiguo taoísta, haría cualquier cosa por él. Pero ahora quería más, quería besarlo. XingChen no podía retroceder más, apoyó las manos en la mesa y se inclinó hacia atrás cuanto pudo. Xue Yang le agarró de la cintura con una mano para que no pudiera hacerlo y con la otra tomó su mejilla. XingChen no tenía cómo escapar aunque una parte de él no quería hacerlo. Los ojos de Xue Yang eran magnéticos, le rodeaba un aura de peligro que le atraía y no le dejaba reaccionar. Sin darse cuenta había entre abierto la boca para recibir un beso, cuando alguien tiró de Xue Yang hacia atrás separándolos y dejándolos con la miel en los labios.

—¡No te acerques a él, puto psicópata!

—¡Song Lan, déjalo! —XingChen hizo amago de agarrar a Xue Yang pero éste había quedado muy lejos.

—Tú no vas a decirme lo que tengo que hacer ni te vas a interponer en mi camino. 

 Lo siguiente que hizo fue prepararse para lanzarle un puñetazo pero XingChen se interpuso. Con los reflejos entremezclados de un asesino y un jugador experto en ataque consiguió frenarse y evitar golpearle justo a tiempo . Se quedó paralizado ante la posibilidad de haberlo dañado.

—¡XinCheng! — gritó el psiquiatra al tiempo que lo recolocaba detrás de él para protegerlo de Xue Yang.

El asesino estaba desolado por lo que podría haber ocurrido. — Yo... Lo siento, no quería, nunca te haría daño, lo.., lo siento.— Las últimas palabras las dejó tras de sí mientras huía por la puerta.



—¿Se puede saber donde estás? —Zhen Wen cogió la llamada con el número de su hermano. Hacía horas que lo esperaba y no daba señales de vida. Pero no era él quien hablaba.

—A-Wen, soy Mimi del Roxie. Tu hermano está aquí, está borracho y me temo que se va a buscar problemas. Ven a recogerlo, está bastante mal.

—Gracias Mimi. Voy enseguida — dijo mientras cogía un abrigo y las llaves del coche. Cuando iba a cerrar la puerta de la oficina se encontró con XingChen.

— Hola, estoy buscando a Zi Xuan, esta mañana, bueno, hubo un problema con Song Lan, no se veía bien cuando se fue.—No quería dar más detalles de lo ocurrido, en parte por lo violento de la escena y también por lo que pasó justo antes.

— Entonces será mejor que me acompañes.

XingChen le siguió hasta el coche y ambos se dirigieron donde quiera que estuviera Zi Xuan. Después de tranquilizar a Song Lan y terminar su turno, decidió arreglar las cosas con aquel chico que acababa de conocer y sin embargo actuaba con él como si fueran cercanos. En parte estaba desconcertado por todo aquello y en parte deseoso de volver a verlo.

—Zi Xuan se comporta de manera muy extraña. Creo que me confunde con otra persona.

Zhen Wen le miró unos segundos, como si sopesara lo que iba a contestar y después habló volviendo a mirar a la carretera.

—Mi hermano no es el mismo desde que bueno, ya sabes..., desde que volvió de entre los muertos— nunca mejor dicho, aunque no dijo más sobre eso. — Me da miedo de que esté cayendo en un pozo sin fondo, veo como va directo a un precipicio y solo quiero que no sobrepase el punto de no retorno. Su vida es un caos, tiene que volver al principio, olvidar...— Ahora pensó más lo que iba a decir. —Tiene que olvidarse de ti y seguir adelante, que tú también sigas adelante. No sé lo que sientes por él pero ahora mismo Zi Xuan es una tempestad y lo seguirá siendo mientras siga cerca de ti.

Xiao XingChen ahora entendía menos. Comprendía que Zi Xuan tuviera sentimientos por él, pero él no sabía nada hasta esa misma mañana. Ni siquiera había pensado en Zi Xuan de esa forma y lo que era peor, a esa hora de la tarde ya no sabía lo que él mismo sentía. ¿Le gustaba, o solo había sido un momento comprometido que le hizo pensar en besarle?

—Apenas nos conocemos, no sé por qué me busca ni lo que siente por mí. Pero tampoco quiero que le pase nada. Si evitarle es lo mejor para él, lo haré. No te preocupes.

Zhen Wen vio aquella sincera sonrisa y pudo comprender por qué Zi Xuan buscaba tanto a ese chico. Esa sonrisa iluminaría la vida de quien estuviera a su lado. Creyó firmemente en sus palabras y dejó de lado los sentimientos negativos que había creado por XinCheng por haber sido la causa de que su mundo se derrumbara. Al fin y al cabo él no tenía culpa de nada.

Mimi los vio entrar e hizo un gesto con la cabeza señalando el reservado donde estaba Zi Xuan. Cuando este vio a su hermano intentó levantarse pero volvió a caer sobre el asiento.

—Ooooh, jajajaja, hermano me perdonarás pero he empezado nuestra noche sin ti. De todos modos siéntate. ¡Mimi trae dos cervezas más!

—Zi Xuan, vámonos a casa. Has bebido demasiado

—¿Demasiado? Venga ya, nunca es demasiado, siéntate de una vez.

—A-Xuan, si no lo haces por mi, hazlo por él.

XingChen se adelanto quedando más en la luz tenue del reservado. Zi Xuan empalideció y dejó su copa en la mesa.

—Hola...—Se quedó unos segundos mirando a XinCheng mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Se cubrió la cara con las manos para limpiarlas rápido mientras resoplaba intentando que nadie se diera cuenta, no lo consiguió. —También podemos ser tres—susurró.

Terminó de limpiarse las lágrimas con la manga de la camisa. Y miró hacia el fondo para localizar a la camarera intentando mantenerse de pie con cierta dignidad.

—Zi Xuan por favor, deja que te llevemos a casa. Olvida lo de esta mañana. No importa. —Una vez más dibujó una sonrisa en su rostro para acompañar sus palabras. Zi Xuan le acarició la mejilla con el dorso de la mano.

—¿Nunca te han dicho que tienes una sonrisa preciosa? Está bien, si me lo pides así no me puedo negar. —Se tambaleó un poco y Zhen Wen lo cogió al vuelo. Entre él y XingChen lo dejaron en el asiento trasero del coche. Todo el trayecto a casa lo hizo dormido. Cuando llegaron le metieron en la cama y le quitaron los zapatos. Él alargó la mano y agarró  los bajos de la camisa a XingChen.

—No me dejes solo.

XingChen y Zhen Wen se miraron sin saber qué hacer en ese momento hasta que el hermano mayor habló.

—No tienes que hacerlo, puedo quedarme con él. Ya hiciste suficiente.

XingChen observó cómo Zi Xuan se hacía un ovillo que sollozaba en voz casi imperceptible y se apiadó de aquella imagen. —Puedo quedarme esta noche. No pasará nada. Mañana me iré y me mantendré alejado. Me da mucha lástima verlo así.

Zhen Wen no estaba convencido de aquello, quería quedarse con su hermano. Su idea era que se alejara de XingChen pero cada vez era más difícil descifrar las reacciones de Zi Xuan. Temía que volviera a marcharse si no veía al médico allí, o que tuviera que golpearle porque era él quien se quedaba y no el médico, y no era con su hermano con quien quería estar. Una cosa era segura, al médico no le haría ningún daño.

—Está bien, pero si pasa cualquier cosa, si...

—Tranquilo, no pasará nada. Se está quedando dormido. Puede que ni siquiera tenga que esperar a la mañana para marcharme. Además, si el alcohol le afecta sobremanera dada su condición ¿Qué mejor que un médico cerca?—Zhen Wen se convenció y los dejó solos.

Eran las dos de la mañana, el día había sido muy extraño. Se había sentado en la cama y Zi Xuan había apoyado la cabeza en su regazo. Comenzó sin darse cuenta a juguetear con su cabello y así se quedó dormido. 

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