⠀⠀ ⠀⠀𝐩𝐫𝐞𝐥𝐮𝐝𝐞. the protector with big wings

𝐩𝐫𝐞𝐥𝐮𝐝𝐞
la protectora de grandes alas



              Cuenta la leyenda que en el fin del mundo, allí donde la tierra hace contacto con el cielo transformando la unión en un horizonte sin fin, existe una isla habitada por criaturas extraordinarias que sólo pocos aventureros han podido apreciar. Estos seres habían perfeccionado el arte de ocultarse entre los fardos, en los pequeños arroyos, entre los árboles y las plantas, mimetizándose para protegerse de cualquier posible amenaza mientras conviven en armonía en la Isla Myr.

Durante el día, el sol irradiaba plenamente sobre la isla, sumergiendo la naturaleza en un aura dorada, intensificando el verde de los pastizales e iluminando con calidez las flores que se abren con cada destello solar, creando un espectáculo celestial que solo los que son afortunados tienen el privilegio de presenciar. En contraste, durante las noches, cuando la luz del sol se extingue como la llama de una vela consumida, el cielo nocturno se poblaba de estrellas. En la oscuridad de la isla, criaturas similares a hadas brillaban mientras danzaban, utilizando su magia para iluminar la naturaleza circundante. El silencio del páramo tan sólo es interrumpido por los sonidos de los insectos y el apacible murmullo del agua del arroyo. 

En el corazón de la isla, cerca de una cascada que cae majestuosamente en un arroyo que se extiende a lo largo de Myr, se encuentra un antiguo templo, cuyas columnas de piedra se encuentran cubiertas por enredaderas y flores exóticas que abrazan la superficie rocosa infiltrándose entre las grietas. Se cree que allí se oculta la guardiana de la isla, la protectora de Myr y la pesadilla de los viajeros. 

Los valientes de corazón que llegan a la isla son recibidos por criaturas amigables, como los zorros de fuego que guían a los viajeros por los senderos luminosos entre los bosques que rodean la isla. El viento que envuelve las ramas de los árboles provoca susurros que so arrastrados en el aire mezclándose con el ruido sereno del agua cristalina del arroyo. Sin embargo, pocos son aquellos cuya valentía los guía hasta el centro de la isla esperando encontrarse cara a cara con la guardiana de grandes alas.

Nadie nunca ha visto su rostro y para muchos, es sólo un mito para espantar a los invasores, quienes no sólo se ven atraídos a Myr por la belleza de la isla, sino que también la ven como un tesoro para quienes buscaban aventurarse en el páramo con la intención de destruirlo y extinguir su magia.

Un día, la isla Myr fue invadida por la llegada de un barco vikingo en busca de dragones. Dado que la isla estaba repleta de criaturas impredecibles, la creencia de que albergaba a estos temidos seres era ampliamente conocida entre los cazadores. Ninguna de las especies que habitaban el páramo había anticipado el ataque, al menos no hasta que, entre las hierbas, los vikingos se abrieron paso, arrasando con todo a su alrededor mediante sus armas, sin preocuparse por la más mínima forma de vida presente en el lugar.

Algunas criaturas lograron esconderse entre los árboles esperando que la invasión cesara, mientras que los defensores de la naturaleza intentaban detener el avance de los vikingos. Sin embargo, estos, con un simple gesto, superaban en tamaño a sus oponentes y los golpeaban, impidiendo cualquier intento de contraataque. La situación parecía desesperada; los humanos buscaban algo que no se encontraba en la isla y, alimentados por la furia basada en un mito falso, se desquitaban destruyendo todo a su paso.

Pero lo que los invasores desconocían era que, entre las hierbas altas de la montaña, rodeada de flores y pastizales, se hallaba el espíritu protector del páramo. Unos ojos celestes los observaban desde la distancia, aguardando el momento preciso para atacarlos y aterrarlos lo suficiente como para ahuyentarlos de la isla. El viento mecía los pastizales mientras ella se ocultaba en la cima de una montaña, observando cómo otras especies se rendían y se escondían para preservar sus vidas. Solo cuando percibió que el temor que los vikingos habían sembrado comenzaba a extenderse entre los habitantes de Myr, el espíritu de la isla emergió de su escondite, aún sin ser visto, y puso su plan en marcha. 

Voló entre los árboles, asegurándose que las criaturas con las que se encontraba fueran a resguardarse antes de aterrizar frente al grupo de invasores que la contemplaban con asombro y miedo. Sin embargo, ella permaneció oculta entre las sombras que los árboles proyectaban junto con el sol del atardecer, y sus ojos azules resplandecían en la oscuridad que velaba su forma. El silencio se extendió entre los hombres, más la fuerza con la que aferraban sus armas le aseguró que aquel susto no era suficiente.

──Lo que sea que vinieron a buscar, no se encuentra aquí y ustedes no pertenecen a este lugar ──habló el espíritu con un tono de voz dulce, pero que cargaba una fuerza imponente ante la amenaza de los vikingos. Su tono mas autoritario, había debilitado a los invasores por un segundo.

──Nos hablaron de una especie, una criatura que habita en este páramo. Se esconde en la naturaleza bajo la protección de la isla ──contestó quien parecía ser el líder del grupo. Un joven de cabello negro y ojos café.

──¿Y de qué especie estamos hablando específicamente? ──la joven comenzó a avanzar entre la hierba y de a poco su cuerpo se bañó con la luz del atardecer, pero su rostro se mantuvo en penumbras.

──Un dragón, único en su especie ──respondió el invasor──. Un dragón que aseguran haber visto solamente en ésta isla y el cual usted debe estar protegiendo ──aquel hombre avanzó cauteloso hasta ella manteniendo una distancia prudente y empuñando su arma listo para no darle tregua.

Una risa proveniente de la joven generó fastidio entre los vikingos.

──Aquí no existen los dragones ──aseguró con seriedad──. Ahora, les pido con amabilidad que se retiren de Myr. Nada de lo que habita en estás tierras les pertenece a unos bárbaros como ustedes.

──¿Y quién nos va a prohibir hacer lo que hacemos? ──preguntó el hombre con un aire de arrogancia provocando una risa entre sus compañeros.

La guardiana de Myr esbozó una sonrisa y pronto el hombre frente a ella contempló cómo, tras la joven, emergían dos imponentes pares de árboles que se alzaban por encima de ellos en altura. Los rostros meticulosamente tallados en los troncos provocaron un escalofrío en el resto de los vikingos; nadie había presenciado algo semejante. Era como si una oscura magia envolviera la isla, motivo por el cual nadie se había aventurado a entrar jamás. El temor en el rostro de los invasores los retuvo en su lugar.

──Última advertencia ──aseguró la joven terminando de mostrarse ante el clan de vikingos.

El asombro se intensificó entre los presentes al observar a la joven, quien lucía un vestido largo de color dorado apagado y desgastado en los pliegues. Su piel era pálida, sus labios finos y rosados, y su cabello rojo ondeaba al compás del viento como una flama de fuego brillante. Sin embargo, lo que más cautivó la atención de los vikingos no fue solo la belleza de la joven, sino el enormes par de alas que desplegaba con gracia en su espalda. Estas alas, similares a las de un dragón de un profundo tono caoba, eran el doble de grandes que su propio cuerpo, tan grandes que ella las arrastraba al caminar.. Sus pies descalzos pisaban con delicadeza la hierba mientras avanzaba sin apartar la mirada de ninguno de los hombres.

──No lo repetiré ──volvió a hablar──. Aquí no hay ningún dragón, ahora fuera de mi isla.

Los hombres empuñaron sus armas con firmeza, decididos a no dejarse intimidar por una joven. Sin embargo, la existencia de magia en la isla desafiaba su comprensión; era como si se tratara de una fantasía irreal. Cuando la joven desplegó sus alas y las agitó, creando una poderosa ola de viento que alejó a los vikingos de su posición, la inimaginable magia de la isla comenzó a volverse más convincente. El espíritu de la isla se elevó en el aire ante ellos, la ira plasmada en sus ojos celestes que brillaron con determinación y justo cuando los hombres se preparaban para blandir sus armas, la joven repitió su movimiento, utilizando sus alas para expulsarlos hacía atrás nuevamente. Antes de que pudieran reaccionar, los árboles que habían visto detrás de ella los rodearon para sujetarlos con fuerza, y la joven aterrizó con gracia frente a ellos.

──Nada de está isla les pertenece. Ni la más pequeña de las criatura, ni una sola flor del páramo ──la joven se acercó hasta quien parecía ser el líder del grupo mirándolo fijamente a los ojos.

La joven apartó la vista sólo para tomar una piedra brillante escondida entre una de las prendas de aquel hombre. Con una sonrisa, observó la pieza brillante entre sus dedos, la cual pertenecía a los ríos de la isla, antes de guardarla para sí misma. La joven de cabello como el fuego se dio media vuelta, lista para alejarse y permitir que los árboles se encargaran de los vikingos.

──¿Qué cosa eres...? ──preguntó uno de los hombres. La joven volteó a verlo, pero simplemente le dedicó una sonrisa antes de responder.

──Soy la protectora de Myr. 

Con un sólo movimiento, sus alas volvieron a desplegarse permitiéndole elevarse y alejarse hacia las alturas de la isla. Sobrevoló majestuosamente la naturaleza hasta aquella montaña desde donde había avistado a los invasores. Ascendió hasta la cima de la montaña y solo en ese punto, atravesando los haces de fardos y los arbustos repletos de flores, llegó a su objetivo. Observando una última vez a la distancia, pudo ver a los vikingos abandonando la isla y la tranquilidad volvió a extenderse.

Clío avanzó entre los arbustos y se acercó con cautela a la hermosa criatura de piel blanca violácea, hasta que sus ojos se encontraron con los enormes orbes celestes de esta única especie, la única que había visto en años. Con una sonrisa en los labios, la pelirroja extendió con delicadeza su mano derecha hacia la criatura, esperando establecer nuevamente un contacto amistoso. Cerró los ojos y aguardó hasta sentir la piel peculiar y ligeramente escamosa del dragón bajo su tacto. Solo entonces, abrió los ojos, sonrió y volvió a encontrarse con la mirada de la majestuosa criatura.

──Tranquila... No dejaré que te lastimen... ──susurró con una leve sonrisa. 

Con mayor confianza, Clío acarició con dulzura al dragón, que se acercó aún más a ella, cerrando sus ojos ante las suaves caricias. Nunca antes había visto un dragón semejante, siquiera recordaba la última vez que había estado cara a cara con una especie parecida. Estaba segura que jamás había habitado un dragón como ese en la isla con anterioridad. No obstante, algo en su interior le indicaba que no podía permitir que cayera en manos de los vikingos y que su deber era ocultarla para protegerla.















Publicado: 11 / 02 / 2020
Editado: 28 / 01 / 2024 

GIULY AL HABLA. . . !!! Holiisssss amores, ¿Cómo han estado? Aquí está el prólogo corregido con una pequeña anticipación de lo que se viene. Me alegra mucho volver a traer a Clío y que puedan conocerla un poco más. Les aseguro que no querrán verla enojada, por lo que no se metan con ella o Myr jsjsjsjs

Realmente quería volver a subir esta historia porque tenía un hermoso plot pensado así que aquí estoy presente de nuevo con esta historia que espero les guste. ¡Nos leemos en el próximo capítulo! ¡Las amodoro! 💖

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