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No podía creerlo, en su mente no podía todavía entender por qué le había dicho todo eso a Kakyoin. Debería haberlo negado, haberse callado sus propios pensamientos en lugar de exponer algo que ni siquiera él sabía todavía si era lo que sentía. Desde hacía tiempo que era más que evidente para él al menos que tenía un deseo hacia su mejor amigo, pero nunca había pensado que eso pudiera llegar a lo que ahora creía que sentía.
Se odiaba a sí mismo, y durante días y días simplemente no podía dormir, pensar en otra cosa, o tan sólo mirar a Kakyoin a la cara cuando se encontraban en el desayuno.
Jotaro se quedaba todo el día encerrado en su oficina leyendo enormes manuales de vida marina, o tal vez fumando sintiendo sus pulmones cada vez más negros, o tan sólo pensando en cómo arreglar el desastre que había hecho.
Necesitaba ayuda de alguien pero nadie podría ayudarlo a solucionar su sinceridad cuando hablaba de las estupideces que pasaban por su mente, y entonces llegaban esas tardes donde el sol caía encontrandolo sentado en su escritorio con la cabeza revuelta, el cuerpo caliente, y la mano en su entrepierna.
Por sus pensamientos pasaba la imagen de su amigo, vestido con esa larga camiseta que se levantaba levemente por la peluda cola que se asomaba por entre sus piernas blancas.
Simplemente le hacía sentir su pantalón apretado y muchas ganas de quitarse el estrés, le hacía sentirse sumamente excitado pero una sensación de culpa ocupaba su mente.
-No debería estar haciendo esto, pero... - susurraba pasándose la mano por el vientre hacia su pecho para levantar su remera llevándosela a los dientes.
Se abrió entonces el pantalón acariciando su miembro por encima de la tela de la ropa interior, lo sentía ya rígido y húmedo. Se recostó apoyando la espalda en la mesa con una mano sobre la cara, a la vez que se bajaba un poco la prenda para tomar entre sus dedos su miembro.
Teniendo en su mente fijo la figura de Kakyoin desnudo encima de él, con ese rostro coloreado de rubor y lágrimas de placer saliendo de sus ojos, comenzó a mover la mano lentamente de arriba a abajo.
Trataba de acallar sus propios jadeos mordiendo el borde de su remera con una fuerza brusca, y como si lo sintiera hacer a su amigo, pasó los dedos por su pecho donde aún se podía notar esos rasguños rabiosos.
No podía evitar aumentar la velocidad de su mano masturbando su chorreante virilidad, no sabía ya hacía cuánto que se tocaba pensando en su amigo, pero últimamente lo hacía sabiendo que Kakyoin tenía conocimiento de lo que él sentía. Fantaseaba con culpa el posible momento en que tomara el felino cuerpo de Noriaki haciéndolo gritar de placer, tenerlo al fin él bajo sus caprichos y que ese gato tuviera que obedecerlo.
Todo eso pasaba por su mente cuando no detenía su brazo complaciendose a sí mismo pero pensando en que ese chico lo hacía, teniendo una mano sobre la cara y una intensa sensación de satisfacción en el cuerpo, se mantenía ajeno a su al rededor.
Buscando por toda la casa, de un lado a otro, de un mueble a otro, entre los sillones, su habitación u otro lugar, Kakyoin no encontraba uno de los tantos juguetes que Jotaro le había comprado.
Buscaba por la cocina, en el patio trasero, siendo consciente de jugar por toda la casa dejando regados sus juguetes los cuales el mayor guardaba cuando se quedaba dormido.
-¿Donde puedes estar? - haciendo memoria donde podría estar, camino a la oficina de su amigo. -!Hey! Jotaro, no viste uno de mis... - mirando la escena que estaba frente a sus ojos enredando su cola entre sus piernas, volteando a ver a otro lado con sus mejillas completamente rojas.
-Kakyoin. - sólo musitó JoJo quitando la mano de su cara para sentarse en el escritorio volteando hacia el pelirrojo chico, de inmediato se colocó bien la remera intentando ocultar su miembro erecto. -Lo siento, estaba...
-Que estas... - no pudo evitar voltear a verlo poniendo su mano al final de la playera cubriendo su intimidad. -Si... estabas ocupado en tus asuntos. - a fino su garganta tratando de tomar seriedad al hablar. -Vine por uno de mis juguetes.
-Sí, estaba masturbándome, ¿para qué mentir? - susurró a la vez que se encogía de hombros levantándose de la mesa, y aún cubriéndose la entrepierna miró hacia el suelo. -Deberías... haber tocado la puerta.
Sin saber que decir ladeó la cabeza moviendo la cola. -Perdón, pero vengo buscando uno de mis juguetes, es un pescado dorado que suena. - dijo bajando las orejas para después agregar. -Lo deje la otra vez que jugaba aquí y me quede dormido.
-Creo que lo tengo en el cajón superior. - indicó haciendo un gesto con la cabeza en dirección al escritorio, entonces le dio la espalda a Kakyoin para cerrarse el pantalón suspirando.
El menor se dispuso a buscar dicho juguete en el cajón que le indicaron, buscando entre varias cosas logró encontrarlo tomándolo para después abrazarlo.
-Por fin, están completos. - movía su cola alegremente caminando a la puerta.
Jotaro mantuvo la mirada en el piso con las manos en los bolsillos, tenía una gran controversia de si detenerlo o permanecer en silencio, pero al final simplemente lo dejó irse.
Noriaki caminaba por el pasillo jugando con el pescado color dorado tratando de borrar de su cabeza la imagen de Kujo, al llegar a su habitación cerró la puerta lanzándose a su cama dispuesto a jugar más teniendo todos los demás que le habían comprado.
-Ojala Jotaro jugará conmigo, así como antes. - reprocho en un susurro volviendo a sentirse incómodo.
JoJo pensó, e intentó contener sus ganas de ir tras su amigo.
Realmente hasta se mordía los labios diciéndose a sí mismo que debía dejarlo tranquilo, que tenía que simplemente ya no molestarlo más, pero no pudo.
Suspiró, levantó la mirada del suelo, y casi echó a correr por la casa hasta la habitación de Kakyoin.
Frente a su puerta se detuvo en seco, luego apoyó la espalda en la madera sentándose en el suelo, y golpeó con una expresión de resignación.
Kakyoin se recostó teniendo sus cosas al rededor, sentía ganas de jugar, fijo su vista en la puerta escuchando algo tras ella.
Sin tomarle importancia abrazo una de sus almohadas bostezando rápidamente.
Titubeando pero decidido a hablar con Kakyoin, JoJo abrió un par de centímetros la puerta mirando con curiosidad a través del poco espacio de esa rendija.
-Kakyoin... - susurró en un tono casi tímido pero que lograba escucharse a causa de su voz grave.
Con un suave movimiento en su cola al abrazar la almohada logró mover una de sus orejas al escuchar al mayor, con pereza movió su cabeza volteando a ver hacia la puerta. -¿Hola? - solto en un largo bostezo.
-Sólo... quiero decirte que creo que lo mejor será que ya no vivas conmigo, hemos comprobado que no le pasó nada mortal a tu cuerpo, solamente tienes... orejas, cola y colmillos. - pasó los ojos celestes por por el piso sabiendo que tal vez minimizar algo así no era lo más adecuado, pero definitivamente necesitaba proteger a Kakyoin de sí mismo.
Noriaki analizó las palabras de Jotaro sentándose sobre sus piernas en la cama, mirando de manera suave al igual de retadora al mayor. -¿Es por como te encontré ahora?, ¿Lo que estabas haciendo? - con un puchero paso su mano por sus cabellos rojizos sintiendo sus orejas suaves.
-No, no es porque me hayas interrumpido mientras... - suspiró sin deseos de decirlo, luego levantó la vista para mirar la tan tierna posición en la que su amigo estaba. -Es porque creo que te tengo que poner a resguardo de lo que eventualmente... pueda llegar a pasar por mi cabeza, y cuando mi autocontrol acabe por fallar.
-Eso dijiste con lo que tengo ahora, por mis orejas y cola, además de colmillos. - término por estirarse levantando su trasero al igual que su cola, poniendo su pecho en la cama estirándose tal cual gato. -Dudo que tu autocontrol se acabe, no me siento listo de salir a la calle, no por ahora, no se que pensarán las personas.
-Te tengo resguardado de lo que te puedan hacer afuera y que no termines siendo la mascota de alguien, pero no te estoy protegiendo de que en algún momento me termine follando a un felino. - al fin soltó contundente sin más rodeos ni eufemismos, necesitaba dejar de ser ambiguo con Kakyoin y decirle lo que pensaba.
-Termine siendo tu mascota... - susurró por lo bajo abrazando la almohada mirándo con seriedad al mayor. -Tu y tus fetiches, ¿algo más que digas? - sentía bien a parte de extraña la conversación que estaban teniendo, aun así no podía quejarse, por fin había vuelto a cruzar palabras, aunque terminará de una manera muy incómoda.
-Lo lamento tanto Kakyoin, nunca quise que las cosas terminaran así. Eres un ser humano independiente, no tenía razón para privarte de tu libertad ni tratarte como si de un animal se tratara. Y mucho menos haber proyectado en ti tanto tiempo de abstinencia desembocando en... un insano deseo. - se tomó la cabeza con las manos haciendo que su gorra cayera en el suelo a su lado.
Soltando un largo suspiro movía la cabeza de un lado a otro, en cierto modo las palabras de Jotaro le hacían sentir bien. -Vamos, deja de culparte, fui yo el descuidado que se inyectó eso sin querer. - término lanzandole uno de sus juguetes de felpa.
Él lo atrapó y luego apretó contra su pecho con una expresión de tristeza, querría ser a Kakyoin quien abrazara pero simplemente tenía miedo de acercarse a su propio amigo.
-Como eres un ser humano independiente... debo dejarte ir, si quieres cruzar la puerta de salida de esta casa para no volver ya no me voy a oponer.
Un fuerte dolor en el corazón le sintió al escuchar las palabras de Jotaro, sin rechistar ni hacer tanto ruido de levantó de la cama, camino hasta quedar frente al mayor.
-¿Jotaro? - le llamó de manera suave abriendo sus brazos indicándole que lo abrazara.
JoJo siquiera se levantó del suelo, escuchando su mente diciéndole que no debía acercarse a Kakyoin aún así le rodeó la cadera con los brazos y apoyando la cabeza ladeada en su vientre, sintió que por un momento era feliz. Simple y sencillamente él estaba feliz sin importar todo lo demás.
-¿Recuerdas cuando me preguntabas por qué era tan amable contigo? Yo ahora te pregunto lo mismo.
Kakyoin acarició la cabeza del mayor soltando una dulce risa mirando de manera tranquila su cara. -¿Quieres saberlo? - apartó los brazos de Jotaro para ponerse a su altura en el piso, sentándose frente a el juntando su nariz con la de el frotandola de manera suave para después separarse mirando los ojos del mayor. -Porque me gustas grandullón. -
Felicidad no podía haber más en el corazón de Kakyoin, debatiéndose todas las noches con una pregunta "¿Jotaro correspondería su amor después de todo lo que le hizo?", cada día que pasaba Kakyoin no dejaba de pensar en el mayor, esa dulzura con la que solía hablarle al momento de jugar, las caricias que le daba dejándolo dormir sobre el.
Todo eso había acabo por absurdas peleas, las cuales h abían descubierto secretos de el otro.
Su mente daba vueltas y vueltas al simple hecho de pensar en Jotaro, no le gustaba estar solo cuando el se iba a trabajar, su temor a salir a la calle incrementaba, para no pensar en su soledad de la casa se dedicaba a hacer limpieza, preparar la comida para recibir a al mayor, hablar del día de ambos.
Esos días que pasaron sin hablarse por discusiones, fueron los días llenos de tortura, la frialdad que usaba el uno con el otro, la pelea acabo de la manera mas rara a su vez era linda, Kakyoin acariciando la nariz de Jotaro con la suya, los recuerdos solían inundarle la mente, Jotaro atendiéndole sin pedir nada a cambio.
Noriaki con todos sus berrinches, caprichos y reproches sin notar los sentimientos del otro, aprender un nuevo estilo de vida con algo más en su cuerpo, eso podía manejarlo ahora que JoJo le ayudaba, su temor se había ido, la casa había vuelto a ser cálida. Kakyoin empezaba a sentir sentimientos hacia Jotaro,si algo no comprendía bien, era el porqué su corazón latía aceleradamente al escuchar su voz o recibir una caricia, no tenía idea el por qué le susecia eso, pero le gustaba, se sentaba al frente de su ventana contemplando las estrellas hasta llegar a una conclusión.
La razón de lo que sentía por su amigo era...
"El amor había llegado a su vida."
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