Capítulo 8



Llegado el lunes, Baekhyun vio más cerca la terrible fecha de la audición. Sería el viernes, conforme pedido de Madame Joo para tener a otro juez. Aunque había repasado la coreografía, no podía dejar de sentirse nervioso. Quizá, pensó, fantaseaba demasiado y soñaba muy alto al creer que obtendría el protagónico de una obra tan importante.

Y, sin embargo, eso no lo atormentaba del todo.

Desde el sábado por la noche era el novio de Chanyeol, o eso creía. Baekhyun no sabía lo que era tener un novio, cómo comportarse o qué hacer. Y la falta de experiencia probablemente le hiciera parecer un aburrido. Esa idea rondó sus pensamientos toda la mañana y casi no pudo concentrarse en la clase de danza contemporánea impartida por Oh Sehun.

Cuando la clase terminó, él tampoco se dio cuenta si no hasta que su profesor se lo dijo.

—¿Está todo bien? Has estado muy distraído.

—Nervios. Me aterra la audición.

—No dejes que ese miedo te gane, después de todo, perder un papel no lo es todo.

—Es una de mis historias favoritas.

—¿Y cuál es la otra?

—El lago de los cisnes, pero me encanta más el tercer acto.

—El pas de deux del cisne negro —indicó Sehun, asintiendo con la cabeza—. Es un ballet muy hermoso y pasional, con demasiadas emociones de por medio.

Lo había visto muchas veces y Baekhyun se derretía al verlo. El ballet en pareja del Cisne Negro era una mezcla de amor, terror y locura que él mismo conocía bien.

Fue Kyungsoo quien le mostró el video de la Academia Real Rusa de Ballet presentando esa obra. Se enamoró de la forma de expresar los sentimientos y el cómo un mismo bailarín podía mutar en dos personalidades opuestas. Odette sucumbiendo ante el hechizo, viviendo la traición del cisne negro al atrapar el príncipe.

—Ese es un ballet para un curso más avanzado —le recordó Sehun—. Probablemente el siguiente año puedas interpretarlo. Sería para el aniversario de la academia.

—Me encantaría.

—Bueno, pero ahora debes seguir practicando para la prueba. Te deseo suerte.

Al salir de la sala, Baekhyun se topó con Chanyeol quien estaba hablando por teléfono. Mantenía una expresión huraña y el tono de voz bajo, severo.

—Hola, Yeol —saludó el doncel agitando su mano frente al boxeador.

El hombre le dio una mirada que quiso ser suave a Baekhyun, y luego continuó hablando por teléfono.

—Ellos están listos, pero si no los dejas competir habrán perdido una muy buena oportunidad —masculló antes de colgar.

—¿Mucho trabajo?

—Algo —suspiró.

—Entonces, ¿nos veremos después?

—Tengo un asunto pendiente ahora, Baekhyun —mencionó con mucho cansancio—. Debo irme ya.

—... ¿Estás bien?

—Hoy no ha sido un buen día, Baekhyun. Adiós.

El corazón del muchacho martilleó con fuerza, ensordeciéndolo, y su pecho se llenó de una angustia asfixiante. De forma caprichosa, deseó ser besado... solo un poco, un roce suave. Pero no obtuvo nada de eso. Simplemente vio a Chanyeol irse muy enfurruñado.




***




Regresó a casa en compañía de Jongin y Kyungsoo para la hora del almuerzo, celebrando que por la tarde no tendrían clases.

—Mis padres quieren que deje la academia —le contó Jongin a Baekhyun mientras esperaban a que Kyungsoo preparara el almuerzo—. De hecho, a mi padre le hubiese gustado más que entrara en la academia de boxeo antes que a la de ballet.

—Un error de calles lo comete cualquiera —se mofó Baekhyun—. Dile a tu padre que ibas a la academia de boxeo cuando la de ballet se te cruzó en frente y no tuviste más remedio que tomar esa opción.

Jongin se torció en un par de carcajadas a las que acompañó Baekhyun con las suyas.

—Él no te va a sacar de la academia, ¿verdad?

—No lo sé. Quiere que vaya a la universidad a estudiar administración de empresas. Dice que mi hermanito menor no puede hacerse cargo del negocio familiar todavía.

—Bueno, tampoco me imagino a tu hermanito de once años sentado en la oficina de presidencia.

Seguramente sus cortas piernas se columpiarían graciosamente mientras intentaba mantener una pose recta.

—... Supongo que a tu padre tampoco le debe gustar que tú pagues mi colegiatura.

—Él no lo sabe. —Jongin se encogió de hombros con mucho descaro—. El dinero que me da es mucho... y me alegra hacerte feliz, así que no hay mejor gasto que ese.

—Gracias.

—Pero podrías compensármelo dejándome unas horas solo con Kyungsoo —pidió y movió las cejas sugestivamente, de arriba abajo—. Necesito desestresarme.

—¡Eres tan sucio! —chilló, pero volvió a reír.

Kyungsoo, que los escuchaba desde la cocina, salió calzado un delantal blanco con cuadros negros y una cuchara de madera en la mano.

—¿Qué diablos le estás diciendo a Baekkie, Kim Jongin?

—No estoy perturbando la mente de nuestro bebé, Kyung, solo le pedí un favor. Además, no creas que Baek es así de inocente. Ahora tiene novio.

Baekhyun se sonrojó furiosamente, pero no pudo contener una pequeña sonrisa.

—Baekhyun no tendrá sexo con Chanyeol.

—¿Por qué no? —preguntaron Jongin y Baekhyun al unísono, con mucho cinismo de por medio.

—Porque no es algo para tomar a la ligera. Debes estar seguro acerca de él, Baek, y pensarlo cuidadosamente.

—Cariño, hablas como si Baek-

—No más comentarios, Jongin, y deja de alentarlo en sus locuras. Es peligroso. No olvides, Baek, que tus padres te están buscando.

Regañados como cachorros, ni Jongin ni Baekhyun pronunciaron otra palabra sino hasta después del almuerzo.

—Me veré con Chanyeol hoy.

—¿Deseas que te lleve? —preguntó Jongin.

—No, tomaré el autobús y después tal vez consiga que Chanyeol me traiga. De todas formas, ustedes necesitan tiempo a solas.

Jongin agradeció en silencio y con una amorosa mirada dirigida a Baekhyun. A Kyungsoo no se le escapó ese detalle ni el plan que aparentemente su novio tenía, mas no dijo nada, creyendo que por el momento todo estaba bien.

Baekhyun tomó un baño y perfumó su piel con esencia de rosas. Arregló su cabello con un listón rojo que sujetaba algunos mechones hacia atrás. Incluso se atrevió a tomar un poco de rímel y bálsamo de labios del tocador de Kyungsoo. Se vio en el espejo y se gustó a sí mismo, esperando que también le pareciera hermoso a Chanyeol.




***




A las diez para las seis llegó nuevamente al estudio donde se encontraría con Chanyeol. Arregló el espacio donde iba a bailar y coordinó la música. Se puso un vestido ligero color blanco ceñido al pecho y con vuelos graciosos. Se calzó las zapatillas rojas con las que iba a bailar, aquellas que él mismo pintó.

Se sentó en el medio de la sala para estirar los músculos mientras esperaba a Chanyeol.

Hizo splits y giros, saltos y cadenas, pero por mucho que esperó, estuvo solo todo ese tiempo. Chanyeol no llegó.

Vio el reloj del celular. 6:37 p.m.

Era un gran retraso, pero no hizo caso de la hora y decidió que podía esperar un poco más. Baekhyun pensó que, si Chanyeol estuvo tan ocupado y enfurruñado en la mañana, probablemente llegaría más tarde a su cita. Así que solo se sentó a esperar nuevamente, con el pecho sobrecogido por la preocupación.

La esperanza albergada no puede ser mejor que la muerte cuando es simplemente la agonía que la antecede.

Así se sintió el doncel por cada segundo de ese reloj en su cabeza.

Y el tiempo se movía tan lento que le parecía todavía más eterno, mas en menos de lo que pensó, eran ya las siete de la noche. Una hora de retraso.

Pensó que quizás tuvo un inconveniente o que incluso tuvo un accidente.

La cabeza se le llenó de imágenes sórdidas que logró esfumar con un nuevo soplido de esperanza.

—Tal vez está en su estudio —razonó, y con prisa se movió fuera para llegar hasta la academia de Boxeo del otro lado de la calle, pero estaba cerrada. No había luz alguna o si quiera una persona dentro. Con llave.

Cabizbajo, regresó a su salón de ballet con la tonta esperanza de que ahí estaría Chanyeol junto con una disculpa por el enorme retraso. Nuevamente, se halló solo en ese lugar y el frío desolador le sacudió como una tormenta.

Lamentablemente, y por algún error de juicio, no tenía el número de Chanyeol, así que llamó a Jongin porque Baekhyun sabía que Kyungsoo armaría un escándalo de esto.

—¿Baek? —contestó en tono bajo y cauteloso.

—Jongin, tú... ¿sabes algo de Chanyeol?

—¿Qué? Debería estar contigo.

—Él no... no ha llegado.

—Ya es bastante tarde. Quizás tuvo otra ocupación.

—Yo quisiera... hablar con él —pidió y su voz se quebró al final—. Minho podría decirte si-

—Hablaré con él. Te llamaré cuando sepa algo —ofreció con rapidez—. Baek, no te desanimes. A veces los hombres somo idiotas y se nos olvidan las cosas.

Pero Baekhyun no quería creer que a Chanyeol se le había olvidado, aunque quizás era mejor aquello que pensar que no era lo suficientemente importante.

Por primera vez quiso ser egoísta y ambicioso, deseando la atención de Chanyeol sobre él como su prioridad.

Pasaron minutos que juntos formaron diez, y fue cuando por fin recibió la llamada de Jongin.

—Minho me dijo que Chanyeol se fue desde el medio día y que no regresaría sino hasta la noche.

—¿A-a dónde fue?

Su voz intranquila se evidenció por medio de patéticos temblores y quejidos.

—Está en la ciudad, pero dijo que no quería ser interrumpido por nadie. Creo que fue a visitar a alguien.

«A alguien», y la idea se pasó por la cabeza del doncel destruyendo cada esperanza.

Sí hubo algo o alguien más importante.

—Tal vez pueda llamarlo.

—Minho ya lo intentó; el Señor Park tiene el celular apagado.

—... Bien —suspiró y contra su mano ahogó un sollozo. En ese momento se sintió muy tonto y absurdamente fuera de lugar, como si aquel encuentro del sábado por la noche nunca hubiese tenido lugar, solo en su imaginación—. Gracias, Jongin.

—Puedo ir a recogerte ahora, si quieres.

—No, yo... me quedaré a ensayar para la audición y... mmgh, volveré más tarde.

—Baekkie, lo siento tanto.

—Estoy bien. Yo siempre estoy bien —le aseguró, forzando una sonrisa en los labios.

Hizo como su padre le enseñó cuando era niño. Sin importar lo que hubiera dentro de su corazón, debía sonreír y pretender que todo era la más perfecta realidad. Incluso si quería llorar, o si quería solo morir, incluso si se sentía traicionado o si el dolor abarcaba más que sus pensamientos. Siempre sonreír porque él estaba bien.

Dejó su teléfono a un lado, por mucho que hubiese querido estrellarlo contra una pared. Fue hasta el radio y puso la música con la cual le hubiese bailado a Chanyeol.

Show me love.

Se arrancó el lazo del cabello y lo tiró por ahí. Se arrodilló y esperó a que la música empezara.

Los sonidos de aquellos rayos lo catapultaron, elevándose sobre sus puntas mientras agitaba los brazos. Como olas en el mar, sus extremidades se movieron de derecha a izquierda en un vaivén inquietante. Con la voz del cantante, su pecho convulsionó de forma controlada antes de desplomarlo sobre el suelo.

Con sus manos arañó la madera, hasta que la sintió contra sus uñas; luego golpeó el piso al ritmo del tambor, tres veces. Con un giro quedó de espaldas, moviendo las piernas en un vórtice que lo ayudó a sentarse y luego a pararse.

Sus pies bailaron de puntas dando círculos, a penas asentándose. Como Victoria. Hacía tantos déboulés que casi sentía la vibración de sus tendones cansanos, pero los acalló con memorias. Y cuando bajó, esperó muy poco antes de volver a elevarse en un piruette en passé, con el pie sobre la rodilla.

Se desplazó por el piso sobre sus pies asentados, corriendo con desesperación como si algo lo persiguiera. Eran las palabras de su padre rondando en su cabeza.

—¡Nadie aceptará a alguien como tú!

Sus manos pasaron sobre el brazo contrario, rasguñándolas y desatando un grito lastimero.

—¡Eres una monstruosidad!

Sus piernas dieron saltos y más giros, hasta que regresó al centro del estudio donde se quedó parado unos breves segundos. Sus ojos cerrados no eran consientes del llanto que desfogaban en silencio.

—¡Nadie nunca te querrá, Baekhyun, por eso estás encerrado aquí!

Sus puntas se elevaron y lo llevaron a cuatro fouettés consecutivos; cual látigo que se desprendía de algo, su pierna se movía con gracia.

En el clímax de la canción, Baekhyun se dejó caer el piso, con su cuerpo encogido y el rostro caliente contra la madera, gimoteando. Sus ojos estaban apretados, expulsando con asco aquellas lágrimas aglomeradas.

—¿Dónde estás? —murmuraba él, humedeciendo con su aliento la tabla—. ¿Por qué no has venido? Lo prometiste.

Pero las personas, lamentablemente, crean promesas para romperlas. Era una fascinación extraña y mórbida la de jugar con los sentimientos ajenos, aquellos que derivaban en esperanza, que también era aplastada por un juramento hipócrita.

—Lo prometiste... lo prometiste.

En esa asfixiante oscuridad, Baekhyun se mantuvo todavía esperado y esperando por una persona que nunca llegó.

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