Capítulo 18
El resto de ese día fue un verdadero caos. Llamó a su abogada con mayor urgencia para tratar otro tema, ya que su salida de la comisaría corrió por cuenta propia. Necesitaba garantías contra Byun Jungseop para que no intentara alguna artimaña sucia en su contra ni de Jongin o Kyungsoo.
Y a la mañana siguiente decidió ir directo al manicomio. Necesitaba ver a Baekhyun para asegurar su integridad. Aquellos enfermeros que conoció el día anterior no le brindaron ninguna tranquilidad. Ambos parecían tener algo contra el muchacho, y muy poca vocación, por lo que temía de lo que pudiera ocurrirle. Ese pensamiento y todos aquellos escenarios trágicos que su mente conjuró lo atormentaron durante toda la noche, haciéndole imposible dormir, aunque sea un poco.
Las palabras de Baekhyun la mañana anterior le persiguieron como un sabueso.
«Hubo veces en las que fue difícil... lo odié».
¿Qué le habían hecho a ese jovencito en un lugar que juraba proteger la salud de las personas? ¿Qué cosas igual de terribles le seguirían haciendo ahora que había vuelto?
Y lo que apenas consiguió contarle Kyungsoo era como la punta de un iceberg muy profundo en medio de un océano negro y denso. Las cosas que todavía ocultaba la cabeza de Baekhyun y sus miedos eran misterios que Chanyeol no imaginaba conocer. El fuerte sentimiento de impotencia que ahora tenía sobre sí mismo le refrenaba de imaginar cuántas maldades le hicieron desde que Baekhyun era solo un muchacho. Porque no pudo ayudarlo ni estuvo ahí cuando más lo necesitó. Lo que le restaba pensar era que estaría desde ese momento en adelante para él, para que nunca volviera a estar solo ni a tener miedo.
Así fue como llegó al sanatorio y demandó ver a Baekhyun. Los padres del muchacho y los mismos médicos le habían restringido las visitas —como si en el pasado hubiese sido muy popular—, pero ahí todos reconocieron al ex campeón de boxeo, y algo de lo ocurrido en la estación la noche anterior debió llegar a sus oídos pues nadie se interpuso en su camino.
—Debo advertirle que es un paciente altamente peligroso. Realmente no sé cómo usted pudo mantenerlo fuera-
—Porque nunca hizo daño a nadie —se apresuró a decir—, y porque no le temo.
—... Pues es un insensato, Señor Park.
—¿Algo más que deba saber de su estado actual?
—Está sedado. Le hemos administrado algunos calmantes y su medicina regular para mantener su enfermedad bajo control.
Pero eso Chanyeol lo dudaba. ¿En verdad amarrando a la persona se podía frenar la enfermedad? Los medicamentos tampoco hacían mucho cuando se usaban como un arma de represión antes que como una cura.
—Dígame dónde está.
—Lo llevaré.
—Creo que puedo llegar por mí mismo —masculló—. ¿Su habitación está abierta?
—Se abrirá desde fuera, pero le advierto que hay enfermeros y personal de la seguridad alrededor. No podrá sacarlo esta vez.
Tampoco se imaginaba cómo sacaron a Baekhyun en primer lugar, aunque Jongin le había mencionado sobre sacarlo en un pequeño carrito de la comida hasta el costado del edificio. Supuso que por alguna ventana debieron salir ya que la entrada era muy vigilada.
Caminó por el alargado pasillo que conducía al jardín. Un sendero amplio bordeado por flores y pequeños árboles lo llevó varios metros lejos de la construcción principal. Sus ojos buscaron aquella habitación que Kyungsoo describió.
Blanca y amplia, con las dos paredes laterales de cristal y un par de macetas con begonias a lo largo. Era la jaula más bonita que Chanyeol haya visto jamás, pero era eso. Una prisión. Y dentro contenía a un ave hermosa y exótica que nadie comprendía, pero como la sociedad es así de intolerante con lo que no pueden controlar, le cortaron las alas para que no pudiera volar.
Un peso le oprimió las costillas a Chanyeol, forzando su resistencia en busca de quebrarla y llegar a su corazón más rápido.
Los ojos del hombre hallaron a su pequeño cisne entristecido, calzándose esas zapatillas rojas que le regaló. Su traje blanco le pareció tan melancólico.
Se acercó hasta quedar frente a esa puerta de cristal. Aunque quisiese entrar, los guardias tenían la llave, y por el momento no veía a ninguno.
Saliendo de ese sendero y sin importar pisotear las begonias, se aproximó tanto como pudo. A sabiendas de que Baekhyun no lo escucharía desde dentro, lo llamó un par de veces.
—Patito.
Baekhyun levantó el rostro por mera casualidad, fue cuando sus ojos volvieron a brillar. Apegó sus manos contra el cristal, buscando tocar a Chanyeol. Aunque su cabeza estaba aturdida y los músculos los sentía entumidos, no habían podido borrar sus recuerdos ni el deseo de un reencuentro con la persona que más amaba.
—¿Cómo estás? —susurró Chanyeol.
La boca de Baekhyun no se movió más que para alargarse en una sonrisa, mas ni una palabra consiguió formarse. En su lugar, con dedos índices recorrió el perfil de Chanyeol sobre el vidrio, desde su cabello hasta su mandíbula.
Chanyeol se encogió por el calor de esa caricia.
—¿Te han hecho daño?
Baekhyun bajó la mirada y su sonrisa decayó también. Algo en su cabeza se movió y trajo como una marea recuerdos de una bruma dolorosa y palabras estridentes. Chanyeol no supo si su pregunta llegó a oídos ajenos, pero quizás incluso solo leyó sus labios o...
—Quería verte y-
De pronto, Baekhyun, con renovado entusiasmo, se alejó de la ventana un par de pasos y temblorosamente se irguió sobre las puntas de las zapatillas. Una melodía apareció en su cabeza que lo guio para bailar.
Repiqueteó contra el suelo amaderado, y sus brazos se rodearon a sí mismo con una vaga expresión melancólica. Con escalofríos las manos le temblaron sobre los antebrazos, intentando darse calor incluso si ahí dentro el aire era frío no existía. Elevó su brazo derecho sobre su cabeza, en una curva desgarbada a medida que su otro brazo quedaba colgado y giraba en un espiral abrumadora.
Serás la más triste parte de mí
Una parte de mí que nunca será mía
Es obvio
Esta noche será la más solitaria
Extendió los brazos, la tela de su suéter blanco se recogió apenas, y Chanyeol vio las marcas sobre las muñecas ajenas. Rojas y unos pequeños puntos morados. Y sus ojos se movieron rápidamente por la habitación sin saber qué buscaba, pero encontrándolo pronto en la cama. A los pilares de los costados estaban sujetas unas gruesas bandas de cuero café.
¿Cuántas veces habían amarrado a Baekhyun a esa cama? ¿Cuántas veces lo hicieron para destruirlo? ¿Cuántas veces cuando era solo un muchacho?
Al volver su mirada sobre su pequeño cisne, lo vio agitando sus brazos hacia arriba, tan alto como si quisiera alcanzar el cielo. Giró graciosamente en un par de piruettes con la pierna extendida hacia afuera. Sus brazos bajaron hasta la altura de su pecho en un óvalo que no se unía por la punta de sus dedos. Entonces los abrió como bajo una convulsión y los llevó hacia el frente en repetidos empujes. Su rostro mostró tragedia. Los ojos anegados de miedo y los labios formando palabras que Chanyeol no entendía.
Una O en una sílaba.
PO y luego otra palabra atropellada de la que solo pudo comprender FA.
Otra vez es O, pero ahora Chanyeol comprendió la palabra. NO.
NO, POR FAVOR.
Y otra vez NO, ahora acompañada de otras letras. E. Una ligera pausa. DE. JE.
NO ME DEJES.
Hay unas líneas que he escrito
En caso de muerte, es lo que quiero
Es lo que quiero
Así que no te pongas triste cuando me vaya
Solo hay una cosa que espero que sepas
Te amé mucho
Baekhyun dio varios giros hacia el extremo opuesto de la habitación y contra el rincón se dejó caer. Encogido sobre sus pies, los cuales estaban todavía en punta, con sus manos cubría su cabeza y sus oídos, meneándola de un lado a otro en un frenesí. Las voces dentro eran el recuerdo de una época que jamás lo abandonó.
Chanyeol se movió a la derecha para verlo bien. Lo encontró aruñando las paredes laterales con las manos, queriendo escapar de esa cárcel. Luego el muchacho se paró y caminó a prisa en línea recta de ida y vuelta varias veces, hasta que de pronto se paró en medio y sus ojos acuosos se detuvieron sobre la cama. Sobre sus puntas, dio un par de giros que lo acercaron. Con cierta añoranza acarició esa cama que había sido su patíbulo durante varias noches. Rayó la madera con sus uñas por la rabia y el dolor. Mas tarde, sus manos fueron hasta las sábanas, pero no fue capaz de tocarla. Tembló al intentarlo.
De un instante a otro, se sumergió en la más ácida carcajada. Una larga risotada llena de lágrimas que bajaban hasta su mentón. Dio dos pasos hacia atrás. Sus manos tocaban su rostro y su cuello, sus hombros y luego el comienzo de sus senos. Ese toque bajó hasta su vientre y se congeló ahí y se transformaron en arañazos sobre la tela. Volvió hacia la cama envuelto en más giros y risas. Junto había una mesa donde pinturas y acuarelas se usaban para estimular su cerebro. El vaso con agua tenía pintura roja que Baekhyun tomó entre sus menos y lanzó al cielo, sobre él y sobre la cama.
El rojo casi profundo le cayó sobre el rostro como finas gotas de lluvia, pero en la cama habían manchado las sábanas en un grueso charco.
Un charco de sangre sobre las sábanas blancas de un niño.
Porque no me preocupo con frecuencia con el tiempo que aún me queda aquí
Lo único que sé ahora, es que quiero usarlo
Contigo, contigo, con nadie más aquí
Esta noche será la más solitaria
La expresión de risa histérica cesó y gradualmente su rostro entristeció con nuevas lágrimas que se mezclaron con la pintura roja. Sus piernas se doblaron y lo llevaron a la cama, en medio del rojo y el blanco. Olvidando que bailaba o que tenía un público, Baekhyun se secó las lágrimas a pesar de que seguían fluyendo. Quedó atrapado en el recuerdo de una noche tormentosa donde el dolor que le causaron fue más grande que incluso el miedo que sintió. Un momento durante el cual dejó de ser él mismo. Se volvió una muñeca que todos querían poseer sobre una cama muy lejos de su hogar.
Un suave golpeteo en el vidrio hecho por Chanyeol lo empujó al presente donde no había hombres en su recámara durante la noche. El boxeador acarició el vidrio con las mismas ganas que tenía por tocar a Baekhyun y calmarlo. Funcionó.
Baekhyun se movió a prisas y sobre sus rodillas hasta una caja que ocultaba bajo la cama. Corrió hasta el borde de la ventana y le enseñó a Chanyeol viejos recortes de periódico y de revistas. Todos eran artículos sobre el invencible boxeador de Corea del Sur. Él volvió a sonreír.
«Park Chanyeol gana el campeonato nacional de Boxeo», eso había sido de hace tres años. El titular tenía una foto del hombre con la medalla y el trofeo, con la zurda erguida al aire.
Lo siento, pero me tengo que ir
Si alguna vez me extrañas, dale otra chance a esta canción
Y solo me quedo pensando en cómo me hiciste sentir mejor
Y en todas las cositas locas que hicimos juntos
Al fin, al fin, eso no importa
Si esta noche será la más solitaria
Baekhyun había conocido a Chanyeol solo por sus peleas. Leía los periódicos donde aparecía y veía cada noticia sobre sus hazañas. Lo admiró tanto desde la primera vez porque era algo que él deseaba. La fortaleza no es algo que se pueda fingir ni siquiera con su enfermedad. Sin embargo, pensar en un hombre que podía contra todos en el mundo lo volvía valiente frente a sus propios adversarios. Irónicamente, él también tenía peleas en ese cuadrilátero llamado habitación cada noche. Lo diferente era que no podía ganar y cada noche regresaban con ideas todavía más perversas de torturarlo.
Sus primeros golpes los aprendió a dar por instinto de supervivencia, los demás, fue la imitación temblorosa de aquellos que veía de Chanyeol. Él le enseñó a ser valiente y a aferrarse a la vida cuando los miedos crecían, incluso cuando era herido y la sangre salía sin medirse. Cuando su boca no dejaba de gritar y su cuerpo se sentía morir por esas caricias nauseabundas.
—Así que ya me conocías —murmuró Park contra el vidrio—. Como cosa del destino.
Baekhyun rebuscó entre sus recortes hasta que encontró uno de la revista Hello! Chanyeol estaba vestido de frac y del brazo estaba su esposa en un flamante vestido blanco.
«Lo rudo y lo delicado: Park Chanyeol se casa con la bailarina de Ballet Park Sandara».
Y Chanyeol leyó de cerca en los labios de Baekhyun: Ella era muy hermosa.
—No más que tú, patito.
Los ojos del muchacho estaban iluminados viendo aquella foto de una boda. Su madre siempre le dijo que nunca lo haría, no habría boda ni prometido ni un pastel enorme que los celebrara. Porque nadie iba a quererlo para toda la vida. Su padre había añadido: «Solo serías una carga para cualquier hombre». Así que en el único lugar donde era feliz y tenía a alguien que lo amara era en sus fantasías donde su cabeza hacía de lo imposible posible.
Siempre creyó que el amor era un fruto prohibido para él y tan lejano que ni siquiera podía verlo.
Serás la más triste parte de mí
Una parte de mí que nunca será mía
Es obvio
Esta noche será la más solitaria
Un ruido en el césped rompió su burbuja. Los enfermeros y guardias llegaron a carreras y entraron en la habitación para ver ese pequeño destrozo en la cama. Baekhyun tembló de miedo al reconocerlos. Sus pisotones se acercaron y cada uno le provocó un recuerdo que agobió su cabeza.
La noche que llegó y fue recibido por esos hombres.
¡Tun!
Cuando su cuerpo dejó de pertenecerle y se convirtió en una mercancía.
¡Tun!
Cuando algo dentro de él empezó a crecer fruto de su miedo y el placer de otros.
¡Tun!
La sangre...
—¡No te acerques a él!
Cual rugido de un león, Chanyeol detuvo a todos al momento, desde el umbral de la puerta.
—El paciente ha... necesita medicina —refunfuñó uno de ellos, el más viejo cuyo desprolijo bigote blanquecino se movía al hablar.
—He dicho suficiente. Quiero que todos ustedes salgan de aquí. AHORA.
—Usted no tiene la autoridad para ordenarnos.
—Puede preguntarle al director de la clínica quién soy yo y lo que ocurrirá si no me obedecen.
—Pero-
—¡Fuera!
Uno a uno fueron saliendo, con más rabia de la que el anterior podía contener, y cuando el viejo enfermero pasó por el costado de Chanyeol se le escapó un comentario.
—Volveré, perra estúpida.
Los nudillos de Chanyeol blanquearon y sus dientes resonaron al chocar entre sí. Sus manos atraparon el cuello de esa camisa blanca y empotraron el cuerpo rechoncho del hombre contra la pared.
—Voy a hacerte pagar por cada maldita vez que te acercaste a él; por cada vez que ustedes lo lastimaron. Y no quiero volver a verte por aquí o juro matarte.
—Suélteme —gruñó, agitando sus manos en vano—. Ese chico estúpido-
—L.A.R.G.O.
Baekhyun caminó a prisas donde Chanyeol, tomando sus manos cuando ya ningún extraño quedaba dentro. Con sus pulgares acarició sobre sus nudillos para bajar la tensión.
—No lo hagas. No pelees con ellos. No te conviertas en ellos.
—No voy a ser nunca un hombre bueno y no quiero serlo. Yo puedo pelear y lo haré siempre. Y si lo que necesitas para estar seguro es un monstruo que te defienda, entonces seré yo. Lo que sea que tú necesites.
Aún eres el oxígeno que respiro
Veo tu cara cuando cierro mis ojos
Es tortuoso
Esta noche será la más solitaria
—The Lonliest, Maneskin.
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*Ballet inspirado en Polina Semionova para el video musical de H. Gronemeyer.
*The Lonliest by Maneskin. Lyrics incertados en desorden a propósito.
NOTA DE LA AUTORA:
El baile de Baekhyun nunca ha sido simplemente un conjunto de movimientos. Siempre cuenta una historia y en este capítulo él le contó a Chanyeol su vida desde que sus padres lo ingresaron en el psiquiátrico, hasta que lo conoció en esas revistas.
Existe miedo y terror al ser abandonado por su familia. El repudio que ellos mostraron cuando fue diagnosticado con esquizofrenia y que lo llevó a la soledad. Nunca se sintió seguro en esa habitación y trató muchas veces de escapar sin lograrlo.
El momento que más atormenta a Baekhyun es cuando siendo muy joven las personas que lo cuidaban, hombres, lo violentaron en la noche. Ocurrió muchas veces mientras estuvo encerrado y con frecuencia usaban drogas para volverlo sumiso. Los golpes y los gritos eran otra forma de coerción. La experiencia se volvió más amarga porque no tuvo a nadie con quien compartir ese miedo. Su madre no le creía y a su padre no le importaba, como tampoco a ninguno de los médicos de la clínica.
Y encontró mucha fortaleza en Chanyeol, solo viéndolo y sabiendo de sus peleas porque él quería poder defenderse de los monstruos que acechaban su habitación tanto como el boxeador en el cuadrilátero. En las fantasías de Baekhyun hace muchos años había conocido ya a Chanyeol, algunas veces en una pelea suya, o por mera casualidad en la calle, y todas terminaban de la misma forma: Chanyeol defendiéndolo de todos los demonios que lo atormentaban. Sin embargo, nunca imaginó que lo amaría con tanta fuerza o que incluso ese hombre lo amaría de vuelta.
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