Capítulo 15
El rugido de un auto llevó a Chanyeol de regreso a la casa. Había llamado a Kyungsoo y Jongin para encontrar a Baekhyun, aunque el doncel no estuvo nada contento al saber las razones del escape. Él había intentado ya buscar a Baekhyun, pero la propiedad era muy extensa e incluso no tenía una cerca que la separara de la montaña.
Baekhyun podía estar en cualquier parte.
Vio a Kyungsoo bajar del auto a tropezones, corriendo hacia él con expresión furibunda.
—¡Dónde está!
—No lo sé.
—¿Cómo demonios lo dejaste ir así!
—Él se marchó —refunfuñó Park.
—Kyungsoo, es suficiente —pidió Jonginm aprensionado de lo acalorada que podía volverse esa discusión—. Nos repartiremos. Debemos encontrarlo antes de que vaya más lejos.
—Si algo le pasa te faltará la vida para pagarlo.
Jongin casi los ignoró y empezó a trotar por entre los árboles, llamando con tono alto a Baekhyun. Kyungsoo fue por el lado izquierdo de la casa, y Chanyeol se perdió en la parte trasera.
Los árboles altos eran intimidantes sin alguna luz que indicara que no se trataban de demonios infernales al acecho. El viento frío sacudía sus ramas y hacía volar las hojas en pequeños remolinos.
Chanyeol escuchaba a Kyungsoo y a Jongin llamar a Baekhyun con desesperación, cada grito siendo lanzado con mas temor, pero él no pudo hacerlo. Su boca estaba sellada. Era la culpa que helaba su interior la que no le permitía hacerlo. Nunca quiso..., pero ya era tarde. Baekhyun había estado tan asustado de su reacción y de las consecuencias que solo había corrido lejos sin saber si quiera a dónde lo llevarían esos caminos de tierra.
—¡Baekhyun, soy yo! ¡Regresa, por favor!
En su andar, Kyungsoo tropezó contra las raíces levantadas de un árbol y cayó al piso, apenas apoyándose en sus rodillas. Chanyeol, que lo escuchó chillar, corrió hasta el jovencito. Entonces la imagen que encontró lo destrozó una vez más.
Kyungsoo no dejaba de llorar y de temblar, no sacudido por el frío sino por las barbáricas imágenes de Baekhyun regresando al psiquiátrico para ser tratado como un animal.
—Era mi responsabilidad —susurró—. Yo debía cuidarlo.
—Déjame ayudarte.
—...Viste las noticias, ¿cierto? —preguntó, aceptando la ayuda para volver a ponerse en pie y retomando la caminata, esta vez, los dos juntos.
—Sí. Él...
Kyungsoo suspiró y se secó las lágrimas con el borde de su suéter gris.
—Baekhyun no es malo, lo juro.
—No creo que lo sea.
—Pero... no quisiste escucharlo, ¿cierto? Probablemente lo hayas acusado y...
—Kyungsoo, no sabía nada de esto y he estado saliendo con Baekhyun. Entiende que no ha sido agradable enterarme de la situación cuando aparece en las noticias en un boletín de la policía.
Y claro que Kyungsoo lo entendió, era obvio que así iba a reaccionar, con aprensión y disgusto, mas sí esperó que se tomara el tiempo de escuchar a Baekhyun antes de que sus prejuicios hablaran.
Aun así, no podía juzgarlo. Era una situación muy difícil de entender. Chanyeol estaba haciendo lo mejor para no caer él mismo en la locura por la noticia.
—Ellos dijeron que era peligroso —añadió Chanyeol.
Kyungsoo se torció en una tosca risa sin humor de fondo, solo los recuerdos.
—Dijeron que era peligroso —repitió—. ¿Sabes cuántas veces atacó Baekhyun a las personas? Ocurrió dos veces. ¿Y sabes cuántas veces otras personas lo atacaron? Miles, durante diez años.
» Supongo que en el reporte de la clínica escribieron que Baekhyun atacó a uno de los enfermeros porque no podían poner que ese hombre intentó violarlo y luego le golpeó la cabeza contra la pared.
Chanyeol contuvo la respiración y su paso se detuvo de inmediato. El pecho comenzó a dolerle y el aire a faltarle en los pulmones.
—Sí, Baekhyun sí atacó al enfermero. Le clavó el vidrio de un espejo en la pierna. La supervivencia es la única forma de vida que él conoce.
—... Sus padres... ¿ellos sabían de eso?
—Claro, pero a ninguno le importó. Baekhyun veía a sus padres esporádicamente. Su padre iba cuando había problemas, para callar a las personas con un grueso cheque.
» Cuando supo del ataque de Baekhyun al enfermero fue él mismo a golpearlo por causar problemas. Eso pasó hace como cinco años.
» Y luego apareció su madre. Ella fingió que las heridas en el rostro de Baekhyun ocasionadas por la ira de su padre no existían. Él le contó la verdad, quiso ayuda... Y ella dijo que todo debió imaginarlo. Que, aunque Baekhyun había cometido un error con ese hombre, ella lo seguía queriendo.
—¿Qué edad tenía cuando lo internaron?
—Era solo un niño —suspiró Kyungsoo, aguantando la nueva oleada de lágrimas en sus cuencas—. Tenía nueve años cuando las cosas que hacía, decía y veía preocuparon a sus padres. El doctor dijo que era esquizofrenia, pero nada de alarmarse si se trataba con cuidado.
» El presuntuoso Byun Jungseop no podía permitir que su familia se viera manchada por una enfermedad que, en su opinión, volvía imbéciles a las personas. Nadie podía saberlo, así que lo internó inmediatamente en el psiquiátrico donde lo recluirían, y él podría borrar el rastro de su hijo menor.
» A él nunca le ha importado lo que ocurra con Baekhyun. Lo odia.
Chanyeol imaginó cómo habrá sido ese tormento para un pequeño Baekhyun que solo necesitaba amor y cuidados. Era un niño que no conoció lo suficiente el mundo como para ser abruptamente encerrado en un lugar donde sólo encontró tormentos.
El miedo que Baekhyun sintió al saber que podía ser enviado a ese lugar cobró sentido para Chanyeol. ¿Acaso alguien que haya escapado del infierno querría regresar?
—Baekhyun debió decirte, lo sé, pero él tenía miedo de tu reacción. Nunca nadie ha creído que fuera bueno. ¿Por qué ibas a creerle tú?
«Porque le quiero», pensó inmediatamente Chanyeol. Pero Kyungsoo tenía razón, incluso su cariño por Baekhyun no le impidió abrazarse a estigmas y prejuicios sociales.
—No quise dañarlo. Yo... no supe cómo reaccionar.
—Yo tampoco supe cómo. Lo conocí hace como un año y medio. Tuve un accidente en auto por haber bebido, nada grave, por fortuna, pero para reponer los daños mis padres me enviaron a hacer servicio comunitario.
» Créeme que odié la idea y tuve mucho miedo de estar cerca de esas personas. La mayoría son inofensivos y los que pueden representar un peligro están en otra área, más alejada.
—¿Baekhyun estaba aislado con gente peligrosa?
Kyungsoo sonrió tristemente.
—No, él era un caso diferente. Su padre usó mucho dinero para construir una habitación especial para él. Amplia pero alejada, cerca de los jardines. A capricho de su madre, dos de las paredes son de cristal reforzado para que pudiera ver al exterior.
—¿Todo el tiempo? ¿Encerrado?
—Cuando estuve con él se le permitía dar paseos por los jardines e interactuar con otros pacientes, pero él mismo estaba tan acostumbrado a la soledad que no duraba mucho fuera antes de regresar a la habitación por voluntad propia.
—¿Por qué? Al menos así podía sentirse más libre..., menos enjaulado.
—Porque él sabía que eso no era libertad. Seguía estando en esa clínica con personas que lo despreciaban. Seguía lejos de alguien que lo amara. Seguía siendo tratado como un monstruo.
—Por eso teme tanto volver. Le aterra la idea.
—Sí. Y la verdad es que yo apenas sé qué ocurrió con él ahí dentro. La mayoría de cosas, desde el primer día en el que llegó hasta que lo saqué de ahí, siguen en su cabeza y no habla de eso.
—Y tú le enseñaste a bailar.
Kyungsoo recordó cuando Baekhyun lo vio llegar un día con su bolso de ballet al hombro. La curiosidad picó los dedos del muchacho por tomar esas zapatillas color piel. Y cuando tuvo la oportunidad las sacó y acarició.
Baekhyun había visto obras de ballet con su madre, y la idea de poder bailar igual de bonito que aquellas mujeres le llenó el pecho de algo que nunca tuvo. Esperanza. De vivir y hacer algo que quisiera.
—En su habitación le enseñé a bailar. Él se esforzaba mucho y creaba sus propias historias.
El bosque se volvió una pendiente hacia abajo, ligera, pero en la noche parecía más amenazante cuando no se conocía el terreno. Chanyeol pensó que quizás en la carrera de Baekhyun, no se fijó y cayó por la pendiente. Podría estar herido si se golpeó contra las rocas o incluso los troncos.
—No pensé en entregarlo a sus padres —dijo con tono pesado—. Sin embargo, sé que él necesita ayuda médica. Kyungsoo, tu intención al sacarlo del psiquiátrico fue buena, pero no puedes mantener a raya su enfermedad. En algún punto se te saldría de las manos.
—No quise abandonarlo ahí —se quejó—. Estuve con él durante seis meses... Hubieras visto su rostro cuando me despedí. Nunca lo había visto más triste ni desesperado.
Triste y desesperado no podían describir la magnitud de los sentimientos de Baekhyun.
Kyungsoo había estado en la puerta de la habitación, explicándole a Baekhyun que se iría porque su servicio comunitario había acabado. Él sentía una sórdida pesadez por abandonar al muchacho. Era todo lo que tenía.
Baekhyun sujetaba sus manos con fuerza, y de vez en cuando alisaba su suéter blanco. Su rostro mostraba una ligera sonrisa que trataba de decirle a Kyungsoo que estaba bien, pero sus ojos estaban entristecidos y apenas contenían las ganas de llorar.
—Podría volver un par de veces al mes para visitarte —ofreció.
Baekhyun asintió con poco entusiasmo, tragándose el nudo doloroso en su garganta. Sabía que esa promesa no se cumpliría, que esas palabras se irían al mismo instante que Kyungsoo desapareciese por la puerta. Y lo sabía con tal seguridad porque había aprendido a no confiar en ello. Tantas veces que cuando niño su madre le prometió que saldría pronto.
«En un mes estarás de regreso en casa con nosotros». Y pasó un año.
«Puedes contarme lo que quieras, cariño, cualquier problema o miedo porque yo voy a protegerte». Pero cuando esos hombres entraban por la noche a su habitación y lo tocaban, nadie estuvo con él. Su madre no apareció como su salvadora y tampoco creyó una sola palabra.
Baekhyun simplemente aprendió que las personas prometían todo tipo de cosas con tal de mantener satisfechos al resto, incluso a sabiendas de que jamás podrían cumplirlas. Las promesas y juramentos eran basura. Así que él no esperaba que Kyungsoo volviera. ¿Por qué lo haría? Sólo era un loco atrapado en un manicomio y nadie quería a esas personas.
—... Adiós Kyungsoo —le dijo con pesar—. Gracias por ser mi amigo.
—Yo tengo algo para ti. Te compré un par nuevo para que puedas bailar.
De su bolso de ballet sacó un par nuevo de zapatillas de ballet.
—Recuerda no forzar tus tobillos.
—Son hermosas.
—Voy a venir a verte —le aseguró esta vez—, y te ayudaré a practicar.
—... ¿Lo harás?
—Claro que sí, no voy a abandonarte.
Y dos semanas después Kyungsoo regresó. Baekhyun aprendió que en él podía confiar con su vida. Él se convirtió en su única familia hasta ese momento.
Un día, al llegar Kyungsoo, Baekhyun lo esperaba con las zapatillas puestas, listo para bailar, pero su amigo notó algo más. Su labio estaba reventado, su pómulo amoratado y tenía una venda en la cabeza.
—... Me caí.
Porque mentir era mejor que crear un problema que la valentía no podría solucionar.
Kyungsoo encontró moretones en el resto de su cuerpo y en sus muñecas y tobillos había marcas de cuerdas. Morado y rojizo que el pequeño muchacho se empeñaba en cubrir. Fue cuando decidió sacarlo. Porque prefería morir antes que permitir que Baekhyun siguiera siendo vejado por criaturas viles que se vestían de ángeles.
—Ellos lo encontrarán en algún momento —volvió a hablar Chanyeol, regresando a Kyungsoo al presente—, y podrías estar en problemas.
—¿Y qué se supone que haga? —preguntó con suavidad angustiosa—. No puedo abandonarlo en ese horrible lugar. No me lo perdonaría nunca.
—Déjamelo a mí. Voy a encontrar una forma y él estará bien.
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