three - before the world ends (AVENGERS)
chapter iii.
( avengers )
el hijo de papá
hará algo grande
siéntate y
disfruta del show
count me out ─── pusherjones
industrias stark, malibú, california
1 de mayo, 2012
( punto de vista de lisa )
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—Dese prisa, señorito Charles —dijo el hombre alto y de piel oscura desde la puerta—, su padre ha enviado un avión que aterrizará en breve para llevarle a casa.
T asintió lentamente antes de reanudar con su equipaje en silencio.
—¿Estás seguro de que tienes que irte? —luché contra las lágrimas cuando mi yo de once años se sentó en su cama en su gran dormitorio.
—Desafortunadamente, sí —dio un suspiro irritado—. Mi padre dice que necesito volver a mis deberes.
—Pero —quise contener un suspiro de arrepentimiento y evitar el sonido de una leve desesperación entrando en mi voz—, ¿no podemos hacer algo para convencerlo de que te quedes?
—Me siento muy afortunado de haber venido. Sabes que soy el primer ciudadano de mi país que ha tenido una educación fuera —me dijo su maravilloso acento mientras me daba la espalda y terminaba de empacar sus cosas—. Debo estar agradecido por este tiempo que he tenido. Es un regalo.
—Sí. Supongo que sí —la punta de mi Converse tocó la alfombra debajo de mis pies—. ¿Crees que volverás?
—A Estados Unidos, no. Quizás a Europa, donde pueda continuar mis estudios. Ya veremos.
—Oh.
Hubo un pesado silencio mientras miraba al suelo. Él cerró la cremallera de su maleta.
—Lisa —se agachó frente a mí y rápidamente me limpié las lágrimas para que no pudiera verlas—, es hora de despedirse.
Mi labio inferior tembló lastimosamente.
—No quiero que te vayas, T.
Él me dio una sonrisa triste.
—Te veré otra vez. Lo juro.
Sentí que nuestros ocho años de amistad estaban llegando a su fin, y me dolía profundamente en el pecho. Nunca había tenido muchos amigos de mi edad, incluso estando en la escuela. Solo tenía a papá, Pepper, Happy, Rhodey y Obie, y después a T. Nos conocimos en una de las convenciones de armas a las que asistí con papá y mi vida mejoró. Pero ahora ese capítulo de mi vida estaba acabando y no estaba preparada para ello.
Asentí rápidamente, pero mi labio aún temblaba.
—Tranquila —me abrazó y descansé mi mejilla sobre su hombro de catorce años—. Todo irá bien, mi pequeña amiga.
Lo abracé con más fuerza antes de susurrar:
—¿Me olvidarás?
Lo sentí sonreír mientras respondía con confianza:
—Nunca.
—Señorita Stark, ¿está prestando atención?
A medida que el recuerdo se desvanece, parpadeo de mis manos al hombre sentado en la larga mesa a mi lado.
—No, dejé de hacerlo hace unos diez minutos.
—Señorita Stark —el hombre sonríe burlonamente antes de adoptar un tono exasperantemente condescendiente—, cielo, entiende que esta será su compañía dentro de unos años, ¿verdad?
Mis ojos se entrecierran, pero me aseguro de que mis dientes revelen una sonrisa apretada y "dulce."
—Lo entiendo perfectamente, gracias. Industrias Stark es el legado de mi padre y miles de millones de dólares serán míos algún día. Pronto estaré a cargo de todo —muevo las manos antes de juntarlas encima de la mesa—. Ahora, la gran pregunta aquí es: recuerdas que algún día seré tu jefa, ¿verdad, cielo?
El engreído traga un poco más fuerte que antes.
Empujo la gran silla de cuero hacia atrás y estiro las piernas debajo de mí. Mis hombros giran mientras mis ojos se nivelan con cada hombre y mujer de traje sentados en la sala de juntas.
—Entiendo que todos y cada uno de ustedes no esperan mucho de mí. Creéis que soy demasiado joven y tonta para poder controlar esta compañía. Que solo soy la hija malcriada de un multimillonario que se cree demasiado, ¿verdad? —una pequeña sonrisa se retuerce en la comisura de mis labios—. Bueno, damas y caballeros, es hora de creerlo. Tengo la intención de dirigir esta compañía de la forma en la que pienso y sé que debería funcionar. Por lo tanto, si es durante el período de práctica o cuando sea CEO, si digo 'no' a vender nuestra tecnología a una organización cuestionable, la respuesta será firme e indudablemente 'no'. No volveréis a preguntarme al respecto, y tampoco a la señorita Potts o a mi padre, ya que he notado que muchos lo hacéis —varios pares de ojos caen sobre sus regazos—. ¿Ha quedado claro?
Dejo la reunión cuando veo que cada cabeza asiente lentamente. Mis botas negras resuenan a lo largo de las baldosas mientras camino por los elegantes pasillos a lo que solía ser la oficina de papá, ahora de Pepper. Le sonrío a Bambi, la PA de Pepper, antes de tocar suavemente la gran puerta de madera y entrar. Pepper Potts, la CEO de nuestra compañía, así como mi madre sustituta y la novia de mi padre, está sentada en su escritorio al teléfono. Me sonríe y saluda mientras continúo. Da una expresión de disculpa antes de levantar un dedo para que espere. Asiento y me desplomo en una silla, levantando y cruzando las piernas.
Cuando finalmente cuelga, suelta un suspiro de alivio.
—¡Lisa! ¡Que alegría verte!
Me río ligeramente.
—¡A mí también me alegra verte! ¿Acaso esperabas encontrarme llorando escondida en algún armario?
—Oh, claro que no —me da una sonrisa comprensiva—. ¿Cómo te fue, cariño?
Suspiro y me froto la cara con las manos, sintiendo el frío metal de mis propulsores en mi piel.
—Intentaron convencerme otra vez.
—No puede se —Pepper jadea irritada—. Dios, ¿quieres que hable con ellos?
Ya está de pie, abandonando su papel de CEO por una mucho más aterradora Mamá Osa.
—Whoa, whoa —levanto mis manos, riendo—, ya me ocupé del asunto. Fui toda una Stark, lo prometo.
Con un resoplido todavía irritado, se sienta y se recuesta en su silla.
—Vale. Me alegro. Aunque me gustaría estar allí para ver sus caras.
—Oh —le doy una pequeña sonrisa—, estaban súper incómodos por haber sido regañados por una joven de dieciséis años.
—Se merecen eso y más —ella chasquea la lengua mientras balancea su silla un poco—. De verdad, que irritante.
Sacudo la cabeza y agito las manos rápidamente.
—Quiero olvidarme de todo esto durante el finde. ¡Me muero por ir! ¿Ya se ha ido papá?
—Sí. Ni siquiera usó el jet. Insistió en volar con el traje.
Me río mientras mis ojos giran,.
—¡Oh, no! ¿En serio? Madre mía, si es que lo amo.
—Yo igual —ella sonríe antes de volver a mirarme—. ¿Estás lista para salir?
Me sonrojo y sonrío ante su admisión casual de su amor por él. Adoro por completo que estén juntos, pero no sé si llegaré a acostumbrarme. Creo que toda mi vida los he visto como una pareja solo en mis sueño y ahora que es una realidad, es un poco increíble e incómodo.
—¿Lo estoy alguna vez? —me levanto y uno mi brazo con el de ella.
Estoy muy emocionada por salir de una vez por todas de Malibú y la rutina por unos días. Hace unas tres semanas, papá insistió en que comenzara a moverme un poco más por la empresa. Quería que la sintiera, así que empecé un 'período de práctica'. Todos lo odian tanto como yo. Siguen tratando de engañarme solo por ser menor. Los hombres de negocios piensan que no voy a hacerlo bien por ser una cría, casi una mujer adulta. ¡Es una locura!
Jamás se lo pongas fácil. No dejes nunca que te maten, te hagan daño o te engañen. Eres una mujer, no una damisela. Cállate y ponte el traje.
Las sabias palabras de mi amada tía Peggy.
Sintiéndome un poco más animada, me encuentro sonriendo cuando dejamos Industrias Stark antes de frenar repentinamente. Pepper se detiene bruscamente, tirando de mi brazo y sin darse cuenta de que mis pies ya no se mueven.
Se voltea y me da una expresión confusa.
—¿Te encuentras bien, Lisa?
—Sí, eh —sigo sonriendo al decir—: Lo siento, ¿te importa si hacemos una parada rápida en D.C.?
Ella me da una mirada graciosa.
—¿D.C.?
—Sí, quiero ver a alguien.
Sus ojos parpadean al comprenderlo y asiente con rapidez, esbozando una sonrisa.
Lo siguiente que sé es que camino lentamente hacia las puertas de la casa de retiro. Pepper y Happy esperan en el coche mientras yo entro. Le sonrío a la secretaria mientras me registra y luego me saluda con la cabeza, diciendo que es un buen día para hacer una visita. Pongo mi cabello castaño detrás de mis orejas y me aliso la ropa cuando llego a la puertaque marca 'Carter'. Mis nudillos golpean suavemente y me inclino sobre mis talones mientras espero una respuesta.
—Oh, no hace falta que llames —responde una voz femenina británica, un poco más áspera de lo normal, pero aún cálida y segura.
Con una sonrisa, giro la manija de la puerta y entro. La mujer frente a mí sonríe agradablemente cuando ve mi rostro. Tía Peggy. Su cabello blanco grisáceo se riza alrededor de su cara arrugada y cuelga sobre sus hombros. Sus orbes marrones me estudian como si se estuviera asegurando de que estoy tan saludable como cuando papá y yo la visitamos hace un mes.
—No te preocupes, sigo en una pieza —bromeo ligeramente mientras me acerco a su cama.
—Bueno, nunca puedo saberlo cuando se trata de ti o de tu padre —responde su voz ingeniosa, alzando una ceja.
Río un poco y asiento.
Los dos parecemos estar en muchas situaciones difíciles.
Levanta un brazo y mueve sus dedos hacia mí, haciéndome señas. A medida que me acerco, su delgado brazo se suspende en el aire y espera a que me ponga en la misma posición de cuando era pequeña. Por instinto, me siento al lado de su colchón, balanceo mis piernas sobre las sábanas, me recuesto sobre su brazo y acomodo en su costado. Se quita los rizos de la cara para poder mirarme sin que nada bloquee su visión.
—¿Cómo está mi luchadora?
Sonrío ante su apodo familiar.
Me ha llamado así desde que la conocí en el funeral de Howard y la abuela.
Tenía frío. Mientras el pastor continuaba dando su sermón, mis ojos de tres años pasaron por los paraguas negros y las nubes grises. Era como si el cielo supiera que estábamos tristes. Unas gotas de lluvia se encontraron con mi rostro y contuve las lágrimas. Mi padre y yo estábamos a solo metro y medio de los ataúdes a punto de bajar. Pepper, Rhodey, Happy y Jarvis se encontraban detrás de nosotros, pero era como si ni siquiera estuvieran allí. Papá tenía los brazos colgando a ambos lados de él y sus ojos miraban en dirección a sus padres muertos. No estaba muy segura de por qué estaba tan enfadado.
No habíamos hablado desde antes del accidente cuando Howard, la abuela y yo salimos de casa. La policía me encontró a la mañana siguiente vagando por el camino rural con sangre sobre mí y una mirada de desorientación. Cuando los médicos de emergencias me llevaron al hospital más cercano, seguía aterrorizada y todo lo que quería era a mi papi. Cuando él entró corriendo en la habitación que me dieron las enfermeras, se detuvo. Dejó de moverse, de respirar, de hablar... de todo. Recuerdo que le extendí mis brazos cuando el hipo escapó de mi pecho y las lágrimas corrieron por mis mejillas calientes. Pero él solo se quedó allí.
Y lo seguía haciendo.
Tenía miedo y estaba sola.
Howard estaba muerto.
La abuela estaba muerta.
Aún la escuchaba cantar:
"Try to remember the kind of September when grass was green and gray was yellow. Try to remember the kind of September when you were a tender and callow fellow. Try to remember and if you remember, then follow."
Pero no lo recordaba.
No recordaba lo que sucedió realmente antes o después de golpear el árbol.
Entonces, si no podía recordar, ¿cómo podría seguir?
Mi mano se movió lentamente hacia la de mi papá. Tan pronto como mis dedos tocaron los suyos, la apartó bruscamente. Las lágrimas llenaron mis ojos cuando lo vi apretar sus dos manos frente a él sin mirarme. Sentía calor en la cara y tenía un nudo en la garganta. Me froté la nariz y mantuve la cabeza baja, luchando contra las lágrimas. El pastor continuó hasta que los ataúdes bajaron lentamente. Mi labio tembló cuando mis ojos dejaron la tierra que estaba siendo echada sobre los cuerpos de mis abuelos.
Al otro lado estaba Margaret 'Peggy' Carter, de setenta años. Llevaba una blusa y falda negras. Mucha gente miraba los ataúdes o el suelo, pero Peggy Carter me miraba a mí. Sin saber quién era me acerqué a papá incluso si él no quería esconderme en ese momento. Cuando terminó el funeral, mi padre se volvió y se alejó abruptamente. Apoyó una mano contra un árbol cercano y sacar una botella de color oscuro del abrigo. Se llevó la botella a los labios y la levantó por completo, tragando el contenido. Lo miré, completamente sola en medio de adultos que hablaban en voz baja y la débil lluvia que caía.
—Hola —dijo amablemente una voz británica.
Miré a la voz desconocida de una mujer mayor con los ojos muy abiertos y aterrorizados.
—Mi nombre es Margaret. Puedes llamarme Peggy, si quieres. Soy amiga de tu abuelo —me dio una pequeña sonrisa y se agachó frente a mí, balanceándose fácilmente sobre sus talones mientras se acurrucaban en la hierba—. Es un placer conocerte, Lisa.
Sacudí la cabeza, sintiendo que las lágrimas volvían a aparecer,.
—Era —me froté la nariz mientras continuaba corrigiéndola—. Era amiga.
—Sigue siendo mi amigo. Ninguna relación o amor puede ser detenida por la muerte —sonrió como si supiera personalmente que eso era verdad.
Volví a frotar mi nariz, miré a papá sacando la botella vacía de sus labios, aún apoyado contra el árbol. Su pecho se agitaba bruscamente como si estuviera luchando por controlar sus emociones, tratando de no sollozar. Su cabeza se echó hacia atrás mientras miraba aturdido las hojas que cubrían el cielo drenado de color.
Peggy también lo miró con ojos tristes.
—Volverá, Lisa. Lo hará. Con el tiempo.
—¿De verdad? —mi cara se volvió esperanzada, mirándola con mis anchas esferas azules.
Ella asintió con la cabeza, alisando el pelo que Pepper me había rizado esa mañana.
—Sí. Ahora está asustado y sufriendo.
—Lo sé —susurré, deslizando mi zapato sobre la hierba húmeda—, yo también tengo miedo.
—Vas a estar bien, Lisa —me aseguró Peggy con tranquila preocupación mientras tomaba mi pequeña mano entre las suyas.
Me sorprendí que no me estremeciera cuando me tocó. Mi voz se convirtió en un susurro y asentí.
—Lo sé.
Tomó mi otra mano y les dio a ambas un apretón.
—Esa es mi luchadora.
—Estoy bien, tía Peg —le sonrío antes de ponerme más seria—. ¿Cómo has estado tú?
Sus ojos se ponen tristes, pero responde a la ligera.
—Muy bien.
Me levanto para poder mirarla de frente.
—Tía Peg, los doctores se lo han dicho a papá. Está enfadado porque no nos lo dijiste tú.
Su rostro se pone serio y su mandíbula se tensa.
—Lisa, no es nada.
—No digas que no es nada —discuto con más dolor que ira en mi tono.
—Querida, todos sabíamos que era Alzheimer mucho antes de que un doctor lo confirmara —toca la parte inferior de mi barbilla—. Todo estará bien. Yo estaré bien.
Quiero discutir, pero sé que no servirá de nada. En cambio, me conformo con dar un suspiro descontento y acurrucarme.
Después de unos momentos de silencio, ella agrega:
—Siempre lo estoy.
Unas horas más tarde, decido que necesito regresar, por lo que me despido y salgo de la casa de retiro. Veo a Pepper y Happy esperándome en el coche, les doy una pequeña sonrisa y un gesto cuando todos los SUV negros salen de la nada y nos rodean. Sus llantas se detienen cuando dan vueltas alrededor de mí y nuestro auto. Antes de que pueda procesar lo que está sucediendo, una horda de hombres con trajes negros y gafas de sol oscuras saltan de los automóviles y empiezan a correr.
Lo que creo que es raro, pero no soy alguien para juzgar.
Hasta que me doy cuenta estúpidamente de que vienen directamente hacia mí.
—¡Eh, eh, eh! —levanto las manos con pánico—. ¡Hablemos civilizadamente, caballeros!
—Señorita Stark, el Director Fury solicita su presencia —una placa plateada aparece en mis ojos antes de que me agarren de repente, mis pies apenas toquen el suelo mientras me empujan hacia un auto ennegrecido.
Happy y Pepper salen del coche, pero los otros hombres los detienen.
—¡Lisa! —grita Pepper grita mientras me levantan por la puerta de la parte de atrás.
—¡Estaré bien, solo...! —me cortan cuando los hombres entran detrás de mí y, justo antes de que la puerta se cierre de golpe, grito—: ¡Solo llama a papá!
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Un pie con bota negra sale del helicóptero y toca el suelo. El viento agita mi cabello castaño alrededor de mi cara y lo quito fácilmente, poniendo los mechones sobre mis hombros. El aire es cálido mientras miro alrededor del desierto que me rodea. El cielo ya no es el azul brumoso que era cuando me escoltaron fuera de D.C. hace poco más de seis horas, ahora estoy cubierto por el cielo negro de Nuevo México con un par de estrellas esparcidas.
Las personas, los soldados y los agentes corren por todas partes y los Humvees conducen en pánico desde las instalaciones por las que aterrizó el helicóptero. Mis cejas se hunden ligeramente mientras trato de entender qué demonios está pasando.
Elijo ignorar al agente detrás de mí, ya que me aseguran que estoy con S.H.I.E.L.D. y no debería tener miedo por mi vida, que estoy "a salvo." Esas nunca son palabras de consuelo. He visto las películas.
En el borde de la plataforma de aterrizaje, hay dos hombres de negro. El agente Phil Coulson lleva un par de gafas de sol especialmente oscuras y tiene una expresión estoica en lugar de su pequeña sonrisa habitual.
Eso nunca es una buena señal.
El director Nick Fury está a su lado, con su icónica chaqueta larga de cuero y su parche negro aún más icónico. Aún así, la expresión de sus caras me hace sentir incómoda y mis labios se separan ligeramente mientras los miro. Siento que mis manos se contraen, así que las aprieto en puños y muevo los hombros hacia atrás. Lo que sea que esté sucediendo definitivamente no será bueno.
—¿Me has llamado? —trato de mantener mi voz arrogante e informal, pero tiembla cuando me acerco.
—Señorita Stark —dice Fury severamente.
Me aclaro la garganta y miro alrededor de la instalación. El mundo que nos rodea tiene luces amarillas intermitentes, mis oídos suenan por las sirenas y alarmas.
—Director Fury —me esfuerzo por resistir el impulso de usar su apodo (no es el momento)—. ¿Qué está pasando?
—Necesitamos su ayuda —me informa con los ojos entrecerrados.
—¿En serio? —hablo con descaro—. Bueno, ya que lo preguntó tan amablemente, ayudaré.
—No puedes seguirnos, Lisa —Phil me da una pequeña pero ligeramente divertida sonrisa mientras se gira hacia el gran edificio de cemento.
Apenas tengo tiempo para asentir antes de que ya me estén alejando de la plataforma de aterrizaje. Algo se enrosca en mi estómago y mi pecho se aprieta mientras seguimos caminando hacia el edificio. Las personas aterrorizadas chocan bruscamente contra mis hombros mientras intentan escapar. Nos movemos más y más en las instalaciones secretas de S.H.I.E.L.D., una luz azul brilla en el pasillo frente a nosotros.
—Fury, ¿qué está pasando? —pregunto, trotando para mantener el ritmo.
Él no responde, pero no puedo mostrar ninguna actitud. Estoy demasiado preocupada y confundida para eso. La mandíbula de Fury se contrae y mira al frente mientras entramos en la sala oscura que tenemos delante. Numerosos emblemas de S.H.I.E.L.D. y la NASA cuelgan del techo, en una mezcla de paredes de metal y cemento. ¿Qué tiene que ver S.H.I.E.L.D. con el espacio exterior?
—Director, yo... —mis palabras inmediatamente mueren cuando veo la fuente de la luz azul.
La sala está iluminada por ella mientras el extraño brillo se encuentra dentro de una máquina de metal redondeada. Siento que mi mandíbula se afloja al verla. Es majestuosa y aterradora, todo al mismo tiempo.
—Madre santa —susurro mientras mis botas se acercan lentamente.
Es diferente a todo lo que he visto.
—Es el Teseracto, señorita Stark —Fury me dice, juntando sus manos detrás de su espalda—. Lo hemos tenido bajo nuestra custodia por mucho tiempo. Tu abuelo fue quien lo encontró.
Mis ojos lo miran sorprendidos.
—El Teseracto —repito, casi maravillada mientras lo veo girar y girar con energía—. ¿Q-Qué es lo que hace?
—Travesuras —me informa un hombre alto que lleva una camisa a cuadros a mi izquierda.
Fury no parece demasiado emocionado con la respuesta y se ve que esta no es la primera vez que la escucha, pero no dice nada. Por alguna extraña razón, lucho por apartar la mirada del objeto para ver al hombre.
—Señorita Lisa Stark —Phil es lo suficientemente amable como para presentarnos—, ¿conoces al doctor...?
—Erik Selvig. Sí —asiento caminando hacia él y extiendo una mano—. Es un placer conocerle, doctor.
—Igualmente —me da una sonrisa cortés antes de volver a su computadora y asentir al Tesepacto, o como se llame—. Es una especie de fuente de energía.
Mis ojos siguen brevemente a Phil, dándome un gesto de despedida cuando se marcha. Me encojo de hombros torpemente, caminando hacia el cubo azul brillante.
—¿Por qué me ha llamado?
—Te he traído aquí por tus estudios más recientes, Stark. Me han dicho que te has convertido en una experta en astrofísica termonuclear.
Río tranquilamente mientras camino cuidadosamente por la máquina de metal.
—Experta es un término muy amplio, Director Fury. Perdí una apuesta con el Teniente Coronel Rhodes y decidió ser muy, muy malo con el castigo.
—El doctor Selvig leyó una señal de energía del Teseracto hace poco más de cuatro horas —me informa Fury cuando el cubo dispara destellos azules.
—¿Energía, dice? ¿Cuál es la fuente? ¿De dónde está sacando la energía? —mis ojos se entrecierran mientras me acerco más a él.
—Del espacio —el doctor Selvig responde tan simple que parece casi una respuesta normal.
Y luego me doy cuenta de que no lo es.
¡¿Espacio?! ¿El exterior? ¿El mismo de las estrellas, los planetas y el vacío del horror?
Por eso la NASA está aquí, oh, Dios.
Me giro para mirarlos con los ojos muy abiertos.
—¡¿Qué?!
Ninguno intenta responderme. Fury toca el comunicador con su mano.
—Agente Barton, informe.
Un hombre baja del techo con una cuerda y aterriza sobre sus botas negras con una gracia asombrosa. Mis ojos todavía bailan entre todos, buscando una respuesta mientras el hombre, el Agente Barton, camina hacia Fury.
—Le asigné este puesto para que pudiera ver todo esto de cerca —parece que Fury casi lo regaña.
—Veo mejor a distancia —responde el agente con facilidad antes de asentir en mi dirección y extender su mano—. Señorita Stark, soy el Agente Barton.
Estremeciéndome, le aprieto la mano, mientras mi cabeza todavía se siente mareada.
—¿Qué hay?
—¿Algo ha podido poner en marcha esa cosa? —Fury ignora mi aturdimiento para continuar interrogando a su agente.
—¡Doctor, vuelve a aumentar! —le grita a Selvig una científica.
Mis ojos estudian confusamente el objeto, sigue estallando con energía.
—No ha entrado ni salido nadie, además de la señorita Stark. Selvig está limpio. Ni contactos, ni mensajes —el agente Barton deja escapar un suspiro pensativo—. No ha habido manipulación desde este lado, señor.
Fury y yo respondemos simultáneamente:
—¿Desde este lado?
Agrego con más pánico que Fury:
—¿Es un portal? ¿Quieres decir esas cosas existen?
El agente Barton se burla.
—Sí. El cubo es una entrada al otro extremo del espacio, ¿no? Se entra desde ambos lados.
Mis manos comienzan a temblar cuando todos escuchamos un extraño crujido. Nuestros ojos se levantan para ver que el Teseracto comienza a girar. Fury lo mira con casi ira mientras los ojos del Agente Barton están muy abiertos con precaución.
Y de repente el cubo explota.
El suelo bajo mis pies tiembla como si se tratase de un terremoto y mis rodillas se doblan un poco. Una larga corriente de luz sale de la máquina y un gran agujero comienza a atravesar el espacio frente a nosotros. Las luces parpadean sobre nuestras cabezas. Tiembla con los colores negro y azul y creo que casi puedo ver lo que deben ser estrellas al otro lado. Un nudo se eleva en mi garganta y mi respiración se agita. Barton me agarra y tira de mí cuando una ola de energía surge del agujero y nos inunda. Mis manos se estiran e instintivamente agarro el antebrazo del agente, tratando de encontrar algo de equilibrio.
La energía azul se retuerce y forma una nube encima de donde solía estar el agujero. Ahora se encuentra una criatura oscura. Mi mandíbula se afloja cuando el humo se desprende de su forma agachada y los agentes se mueven lentamente hacia él, con las armas en alto. La criatura, el hombre, respira pesadamente portando una extraña armadura y una larga arma de oro que aprieta dentro de su pálida mano.
Su cabeza se levanta lentamente y una sonrisa repugnante llega hasta sus mejillas. La sonrisa se desvanece lentamente y sus ojos se contraen. Se endereza mientras nos mira y nosotros a él.
Hay un inquietante momento de silencio.
Sus brillantes ojos azules miran los míos y rápidamente aparto la vista, de repente sintiéndome muy asustada.
—¡Señor! —Fury lo llama—. ¡Por favor, suelte la lanza!
El hombre mira la lanza en su mano.
Y luego levanta la lanza y la empuja hacia atrás, produciendo un rayo que llega hasta nosotros. Barton nos agarra a Fury y a mí, arrojándonos fuera del alcance. Mis hombros chocan dolorosamente contra el suelo mientras los disparos suenan a mi alrededor.
El hombre salta una distancia aterradora y apuñala a un agente directamente en el corazón antes de lanzar cuchillos al cuello de otros dos. Levanto mis propulsores, pero Fury me agarra fuertemente de la cintura y me arroja sobre un escritorio antes de que tenga la oportunidad de disparar.
Aterrizando de nuevo en el suelo, me congelo cuando lo veo disparar hacia la científica. La sangre brota y yo grito, cubriéndome la cabeza mientras él mata a tres más antes de patear a otro contra el muro, rompiéndole la columna vertebral. Levantando lentamente la cabeza, veo que toda la sala está completamente diezmada mientras los cuerpos yacen esparcidos y la electricidad vuela por el aire. El hombre se acerca al Agente Barton, quien levanta su arma para disparar, y lo agarra del brazo. Barton retrocede con una expresión de dolor en su rostro.
El hombre exhala con un pequeño asentimiento.
—Tienes buen corazón.
Mis ojos se abren cuando él apunta la lanza al pecho del agente. Miro como la energía azul fluye, los ojos de Barton se vuelven negros y luego azules. Recupero el aliento mientras mi estómago se llena de temor. Fury tira de mi brazo y me empuja detrás de él, nuestros pies se mueven silenciosamente hacia la máquina. Con sus guantes especiales, Fury la alcanza y hace una mueca cuando saca el cubo de la sujeción. Lo coloca suavemente dentro de una caja plateada y la cierra. Ambos nos movemos hacia la salida mientras yo miro para ver al hombre presionando la lanza contra los pechos más otros agentes.
—No, por favor —dice el hombre dice suavemente a nuestras espaldas—, todavía lo necesito.
Mis hombros se estremecen cuando ambos nos volteamos para ver al hombre con cabello negro hasta los hombros y una cara llena de cicatrices.
—La cosa no tiene por qué empeorar —Fury lo fulmina con la mirada.
—Claro que sí —el hombre respira profundamente—. No he venido para dejarlo aquí.
—Vale —reúno algo de coraje—, ¿quién eres?
Sus ojos azul pálido se vuelven distantes mientras habla con elocuencia.
—Soy Loki de Asgard, y me han encomendado un glorioso propósito.
Debería poner eso en una tarjeta de felicitación; es muy pegadizo.
—Yo Lisa de... ¿Malibú?
Fury me mira con irritación.
Los extraños ojos del tipo, Loki, destellan con algo que parece casi... ¿reconocimiento?
—¿Loki? —Selvig se levanta a un lado del cuerpo inmóvil de la científica—. ¿Hermano de Thor?
Loki lo mira con disgusto enfurecido.
—No tenemos nada en contra de su pueblo —Fury extiende su mano, como si esperara que esto lo calmara.
—Una hormiga no tiene nada en contra de una bota —Loki habla burlonamente con las cejas arqueadas y una expresión llena de asombro.
—¿Una hormiga? —repito mientras mis ojos se entrecierran—. ¿Quieres pisotearnos?
El Agente Barton nos mira con sus ojos infectados.
—He venido con una buena nueva —Loki camina lentamente antes de volverse bruscamente para mirarnos—. La de un mundo liberado.
—¿Liberado de qué? —escupe Fury.
—¡De la libertad! La libertad es la gran mentira de la vida. Una vez aceptéis eso, en vuestro corazón —rápidamente gira y coloca la punta del cetro contra el pecho de Selvig. Yo grito un "no" y me dispongo a caminar hacia ellos, antes de que Fury me tome del brazo—, conoceréis la paz —Loki termina con un susurro.
—Ya, usted habla de paz, y me da que quiere decir lo contrario.
Tanto Barton como yo miramos hacia atrás mientras la nube azul sobre nuestras cabezas repentinamente se hace más fuerte.
—Señor —el agente habla con voz de soldado mientras marcha hacia Loki—, el Director Fury y la cría nos están entreteniendo. Esto va a estallar y nos caerán treinta metros de rocas encima —levanta la vista hacia la nube—. Él pretende enterrarnos.
—Como los faraones de la antigüedad —Fury da una sonrisa divertida.
—Cierto. El portal se derrumba sobre sí mismo. Tenemos dos minutos antes de que esto se complique.
Dos minutos.
Tenemos dos minutos.
—Adelante —dice Loki rápidamente antes de dirigirse al Agente Barton, quien ni siquiera duda en levantar su arma y disparar directamente a Fury.
El director deja escapar un grito de dolor, cayendo al suelo. La bala impactó en su pecho.
—¡Fury! —grito, levantando rápidamente mis manos hacia los tres hombres.
Lanzo dos disparos cuando Loki se desliza hacia mí y esquiva ambas explosiones. De repente lo tengo delante y toma mi garganta en su mano. Respiro hondo mientras el pánico llena mis ojos y pensamientos. Levanta su lanza y luego presiona la punta contra mi pecho. Siento mis ojos arder mientras él sonríe.
Tengo un último pensamiento: dos minutos.
Luego no veo nada.
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