Especial II: Milagro de primavera

II. Milagro de primavera.

Inasa estaba más enamorado que nunca, Shoto siendo hombre o mujer. Seguía siendo su Shoto. Con imperfecciones y todo... Mas sabía que a ella le gustaba así, con caderas y rasgos más suaves. Cuando era un alfa masculino nunca lo había dicho en voz alta pero para él soportar un nudo de alfa en su trasero era doloroso, más de lo que podía soportar bien. A veces no comía lo suficiente por la limpieza y en otras, donde Inasa entraba en pánico, sangraba por culpa de su falta de autocontrol. Cómo fémina, no tenía que preocuparse por una limpieza anal, o comer más verduras para tener una digestión más limpia. Shoto ahora comía lo que deseaba, reía durante el sexo y no se quejaba al otro día de un dolor que podía evitarse. Era más feliz, incluso si aún debía manejar cosas como la menstruación y su miembro retráctil. Aunque como no era de genética dominante, no lo poseía.

Por lo demás, disfrutaba mucho de su anatomía femenina, sobretodo interactuar con ella. El maquillaje, la ropa interior suave y los días de depilación eran como un hobbie. No lo hacía siempre pero cada vez que se dedicaba el tiempo para hacerlo, sonreía contenta. Inasa no podía dejar de pensar en ella, con su traje de héroe, con la trenza bicolor a un lado de su cuerpo. Extendiendo de sus brazos halos de hielo y fuego, feliz de ser lo que era. Sin una armadura que vestir cada día.

-Inasa, ¿puedes ayudarme con esto?-desde el umbral de la puerta de su habitación pestañeo, viendo a Shoto trabajar forzosamente con el broche de su brasier. Uno de encaje, que hacía resaltar más su piel libre de pecas y lunares. Se acercó suspirando porque su aroma era demasiado delator, su cuello, donde las glándulas apenas se notaban, jugaban inadvertidamente con sus sensaciones. Levantó las manos y tocó justo donde debía. La sensación acorraló su corazón. Como una oleada de calor inteligente, quemándolo con suavidad. Abrochó el brasier y Shoto se dió la vuelta para mostrar sus pechos, ruborizado por el diseño alrededor de su anatomía, le gustaba ver eso en ella. El rubor por los lindos detalles que disfrutaba-. Inasa, ¿puedo hacerte una pregunta?

-Por supuesto-observó sus ojos, como su pestañas albinas se curvaban alrededor de ellos para verlo, la diferencia de altura era destacable pero cualquier tipo de distancia no era suficiente para enfriar lo que habían comenzado a sentir desde que tenían edad para entender lo oscuro que era el mundo de su alrededor. Ahora, con los años azotando sus vidas, el tiempo parecía siempre ir demasiado rápido. Todos los días corriendo de un lado a otro, codeándose con criminales que no poseían los escrúpulos suficientes para ser considerados humanos. En una vida así, el amor no era algo que fuera coherente y mucho menos necesario. Pero ellos lo sentían, Inasa lo sentía fluir raudo por sus venas cada vez que ella se arrojaba como una experta para acabar con los villanos que disfrazaban sus fechorías con sonrisas exuberantes. Viéndola mejorar cada día, siendo su más expectante testigo.

-¿Me prefieres como hombre o mujer?-Shoto lo observó con atención, Inasa sonrió sin mostrar sus dientes. Hombre o mujer era lo mismo, seguiría amándolo como si fueran parte de un todo.

-Te amo como estés, hombre o mujer. Solo me importa que seas feliz y como te sientas más a gusto-Shoto sonrió, extendió sus dedos delgados por encima de la ropa deportiva que el alfa de ojos oscuros usaba en casa. Con las uñas cortas fue delineando sus músculos, la curva generosa de sus pectorales se estableció bajo sus dedos. Se mordió su labio y ascendió al ras hasta que con ambas manos apretó sus hombros, el suspiró cálido que dejó ir de sus labios alimentó su ego. Tejiendo con los dedos una caricia, se decidió por un beso. Suave contra la piel que lo obligaba a jurar por lo bajo cada vez que lo mordía. Quemando un poco su hombro, y como si fuera una acción conjunta, obligó a Inasa a caer en la cama con un empujón fuerte. Aún siendo una fémina delgada, era increíble la fuerza que cursaba por esos músculos estilizados. Inasa tragó duro, solo una mirada bastó para que Shoto lo entendiera.

Pero ella necesitaba oírlo.

-¿Qué quieres?-Inasa sonrió, pestañeo suave mientras se acomodaba cerca de la cabecera, ajustando su cabeza, corriendo los cojines para quedar más cómodo cuando ella decidiera hacer el movimiento.

-Que te sientes en mi cara, bebé-la alfa sonrió, apagó la luz de la mesita de noche y fue gateando hasta dónde Inasa tenía lista su lengua para saborearla, se iba a quitar la tanga que hacía juego con su brasier, pero la mano alrededor de su tobillo la detuvo. Tragando duro se paró justo encima de él, lentamente descendió hasta que se sentó en su pecho. Él la acercó hasta que su mentón tocó la humedad de su coño a través de la tela, Shoto no quería decirle a nadie pero una de las razones por las cuales amaba ser mujer era la sensación. No había nada en el mundo que se compara con la lengua caliente y húmeda de Inasa contra su clítoris. Suave, Inasa corrió la tanga rosa con sus dedos, no fue difícil hacerlo porque la tela era maleable delgada. Cuando observó los pliegues de su amada, húmedos por él, la besó como había descubierto que le gustaba. Lento, iniciando un movimiento que lo hacía probar gustoso su lubricante natural, tan glorioso por su garganta que lo hacía sonreír extasiado por la presión de su culo contra su pecho. Afirmándose de sus muslos a su lado. Inasa amaba escucharla gemir, inconscientemente verla afirmarse de la cabecera para huir pero no dejándola ir. Porque si se movía solo un centímetro fuera de lo debido, usaba su particularidad para quitarle lentamente el aliento.

-Justo ahí, tómalo todo Inasa-Shoto sabía que cuando el oxígeno en sus pulmones escaseaba, era porque el alfa había notado que lo estaba haciendo bien. Inasa absorbió con sus labios generosamente, y en camino a su corazón, apretó sus senos por encima de la tela mientras ella entraba en el túnel de la desesperación, queriendo quedarse ahí hasta alcanzarlo. Su respuesta se cortó y cuando estaba a punto de alcanzar el abismo perfecto, Inasa lamió lánguido para tragar más. Dejándola al vilo de la sensación. Bajó la mirada molesta, los ojos heterocromáticos golpearon los iris oscuros y vieron la sonrisa en ellos. Se empujó más cerca para ahogarlo, dejando su boca justo donde debía estar. Enterrada en su coño. Eso motivó a Inasa, se dejó llevar por ella. Por la forma que sus caderas se movían en busca de más, como agarraba con desespero la madera de la cabecera y trataba de bajar su propia voz porque aún le resultaba extraña en sus oídos. Así que tomo más, lamió suavemente, sin moverse mucho. Gimió contra ella cuando ella movió su mano derecha, fría al tacto, agarró con fuerza su erección. Sacándola del pantalón deportivo, dejándola libre. Las vibraciones de ese pequeño gemido hicieron a Shoto masajear. Tenía que ser un trato equitativo. Ya sabían que hacer para remediarlo.

Shoto se movió, dejó sus caderas mejor acomodas, rodillas contra la cama para dejar lo más importante en su boca. Lamió el glande al mismo tiempo que Inasa absorbió con vehemencia su clítoris, se quejó y apretó la erección en sus manos. Pero no iba a perder, siguió lamiendo, dejando caer unas cuantas lágrimas mientras sus manos perdían el control a momentos. Amaba cada centímetro de la boca de su maldito alfa, lo que hacía con su lengua como estaba a una succión más de hacerla venir por completo. Dejó caer su frente a un lado de la erección, perdiendo la noción del momento al mismo tiempo que su vista se alejaba de la visión, el gemido se ahogó en su garganta. Dejó ir todo, los segundos decisivos pasaron en frente de su corazón pero los malditos labios de su alfa la siguieron besando. Apretó fuerte porque cuando pensó que él había acabado, mordió su muslo en respuesta. Estaba húmeda y podría adivinar que su rostro era un desastre pero a Inasa nunca parecía importarle, porque se tragaba todo lo que recibía en su boca.

-Deliciosa, como siempre-Shoto dejó escapar su aliento cuando dos dedos la penetraron, formando un gancho justo donde debían estar.

-¡Yoarashi!-se estrechó más cerca, jugando con sus caderas, tratando de obtener fricción contra él. Muy sucio, pero era mejor así. Y para el alfa, ver el espectáculo, la tanga hecha un desastre y lo que provocaba en ella con solo dos dedos. Era fantástico. Podía sentir la gota de presemen caer por el tronco de su polla, justo donde Shoto lo tenía tomado. Ambos estaban en el borde. Luego de unos movimientos manuales, la gota transparente se escurrió por sus dedos, cayó por sus pliegues hasta descender finalmente en su pecho. Estuvo tentado en lamerla pero iba a necesitarla así, necesitada y húmeda.

-Cambiemos, por favor-Shoto apenas asintió, se dejó caer a un lado de la cama. Aún el orgasmo se estaba tejiendo en su interior, el alfa se quitó la sudadera arruinada y el pantalón dejando al descubierto su nudo semi hinchado. Fue un acto involuntario como ella se acomodó y abrió sus piernas para él en la cama, con la suave ropa interior adornando su cuerpo-. Eres absolutamente perfecta, mi hermosa alfa.

Arrodillándose en frente, con el pulgar acarició por encima de su clítoris mientras Shoto tomaba entre sus manos las mantas. Desesperada, a un lado congelando la tela y al otro quemándola ligeramente. Y esa simple falta de autocontrol lo volvía loco, tomando con delicadeza su estrecha cintura, alineó su polla. Humedeciendo la punta con su lubricante natural, Shoto maldijo por lo bajo mientras Inasa se introducía lentamente. Estaba erecto, caliente y palpitante. Perfecto para ella, como siempre. Se aferró a sus brazos como pudo mientras el alfa llevaba el vaivén de sus caderas, enterró sus dedos en la carne y dejó ir unas maldiciones. El nudo extendiendola la hacía pensar en lo placentero que era, en el dolor de antaño, en que gastaba hasta hora y media en el baño aseandose solo para estar así con él. Siendo uno, de una manera que no podía doler. Dejó ir su aliento, se aferró y lo acercó hasta que sus alientos estuvieron a la par. Se estaba volviendo loca. La gota de sudor corrió por su rostro al mismo tiempo que besó los labios de Inasa, con desespero y dejando en ellos entre palabras y oraciones mal ejecutadas lo bien que se sentía tenerlo en su interior.

-Shoto, yo voy a...-agarró su rostro, suspiró mordiendo sus labios y un momento después susurró entre gemidos contra ellos.

-Hazlo, anúdame Yoarashi-Inasa no pudo más, sólo la escucho a ella. Nada de caderas y sonidos húmedos, solo su súplica. Dejando su frente en la de ella, anudó. La sensación recorrió el interior de Shoto, dolía antes y ahora... Era una gloria caliente, llenando hasta el punto que su estómago bajo se veía levemente abultado. Sonrió cerrando los ojos y juntando sus frentes sudadas, el calor de sus brazos la envolvió al mismo tiempo que un beso suave llegaba a su frente. Lo amaba tanto... Y aunque no lo dijera en voz alta, él lo sabía muy bien.

...

-¿Cómo te has sentido?-la doctora estaba entre sus piernas con un par de guantes en las manos mientras inspeccionaba su vulva, solo buscando algo fuera de lo normal. Al ser una alfa no dominante, siempre había que estar viendo algún cambio por si su clítoris crecía más de lo común de un mes a otro. Era solo para ver si Shoro necesitaba un tratamiento alterno de hormonas. Para ella era un poco incómodo pero con el pasar de las consultas se iba acostumbrando a ello.

-Bien, incluso los dolores menstruales han ido disminuyendo con cada menstruación-la doctora asintió, se alejó y le pidió a Shoto que se vistiera.

-Bueno, los examenes salieron normales. Tus niveles hormonales son los normales para una alfa de veintisiete años. También le hicimos los exámenes a Yoarashi para ver si tus feromonas intervenían de alguna forma con su nivel, pero todo esta en perfecto estado. Estás en la mejor forma para comenzar con la campaña de natalidad, tu útero está listo para albergar un feto del tamaño adecuado a su raza. Considerando que Inasa y tu son alfas, será un bebé grande y fuerte-Shoto sintió su corazón palpitar en contra de su pecho, era la mejor noticia de la noche. Después de hablar un poco más con la doctora sobre los cuidados, se fue de la clínica. Mientras caminaba por las calles, observó como unos omegas iban de la mano. Eso no habría sido posible en el pasado. Las cosas en unos meses había cambiado mucho, pensó en Katsuki y como nadie sabía lo que estaba haciendo en el norte del mundo. Remarcando su nombre en lo alto, y a su lado, Izuku. Estaba feliz por ambos, después de todo lo que habían pasado, que estuvieran juntos era lo más increíble. Y a pesar de que los recuerdos no podían ser borrados nunca, estar con Inasa y vivir a su lado la experiencia de ser una alfa femenina, era lo más increíble que le había pasado. Después de todo, estaba lista para ver una réplica de sí misma por los pasillos de su departamento.

...

Con el pasar de los meses siguientes, Enji se retiró junto a Hawks. Shoto no estaba encabezando su agencia, lo hacía Burnin junto a un grupo establecido de héroes que acogían omegas con aspiraciones a ser héroes. Ellos no estaban en la oficina, detrás de una computadora haciendo informes, sino que estaban en las calles siendo Sidekicks con otros héroes de mayor envergadura, héroes fuertes, que fueran capaces de protegerlos en caso de emergencia. Shoto de vez en cuando escuchaba de Burnin que el mayor deseo de Enji era que Katsuki liderará su compañía porque sabía que su ahora hija no deseaba aquella responsabilidad. Era verdad, Shoto no quería ser la líder de una agencia fundada por su padre y menos ahora que las calles parecían más hostiles cada día. Katsuki siempre había estado en el radar de Enji, todos creían que cuando el joven alfa de cabellos ceniza se graduara de la UA, llegaría a las puertas de la agencia de Endeavor y se quedaría ahí hasta su retiro. Nadie esperaba que él formará una agencia con Aizawa en la cabeza y mucho menos que se fuera a Rusia de "vacaciones".

Por eso Shoto estaba feliz, porque no deseaba estar en una agencia tan grande, con todas esas responsabilidades nublando su alma. Ahora estaba en su propia agencia con Inasa, en ocasiones con otros héroes que los ayudaban y en muchas saliendo a las calles protegiendo la espalda del otro. Y esa noche, las cosas estaban demasiado tranquilas y entonces se marchó a casa cuando lo vió. Katsuki estaba en Japón. La vestimenta que usaba no era la que comúnmente usaría para estar de civil, una vestidura negra y armas bajo la chaqueta oscura. Shoto no se suponía que lo estuviera viendo, el callejón oscuro con letras de neón no era un sitio que una heroína como ella tuviera que visitar y menos cuando estaba fuera de turno en camino a un mini market para comprar galletas. Pero verlo la hizo querer saber sobre él, sobre Izuku y Antoshka. El pequeño debería tener menos de un año. Debería estar con ellos en Rusia pero la interpol tenía otros planes para el ex héroe japonés. Cubriendo su cabello bicolor con la capucha de su chaqueta, lo siguió. Entró al club siguiendo con su agudo olfato el rastro del cuero y la pólvora fresca en sus ropajes. El sitio no tenía un portero, solo una cámara que no miró directamente. Con un cuchillo de hielo en la mano, listo para ser usado, se movió por el estrecho pasillo. La oscuridad inundaba cada centímetro, las habitaciones estaba en paralelo. Las puertas de las mismas tenían números y ni siquiera estaban en orden numérico. Preocupada porque las cosas se salieran de control al percibir un aroma dulce en las dependencias, vistió la mitad de su rostro con una mascarilla supresora. No quería verse envuelta en algún problema por falta de control de sus propias feromonas. Al final del pasillo, había una puerta más característica que las otras. El quince romano resplandecía en contraste de la luz negra. Apegó su oreja al trozo de madera en busca de algún atisbo de ruido pero la plenitud del silencio lo hizo arrugar la nariz. Un segundo después sintió el cañón de una Beretta en la nuca, alzó las manos dejando caer el cuchillo de hielo. Estaba lista para la confrontación cuando al darse vuelta vio los ojos rojos.

-¿Qué coño haces aquí?-la voz de Katsuki tenía un acento, el ruso en sus labios lo había hecho engrosar más su tono. No lo reconocía, en sus ojos habían mil y una razones para ver que no era la misma persona que hace diez años le había propuesto en la UA formar una agencia para darle cara a las autoridades japonesas. El frío crudo de Rusia lo había cambiado, tanto que hasta la palidez de su piel lo evidenciaba-. La mierda esta muy jodida para que estés aquí y oliendo así. Eres como un jodido faro en mitad de la nada. ¿Dónde está Inasa?

-En la agencia o probablemente yendo a casa. ¿A qué te refieres con oliendo así? Estoy tomando supresores bastante fuertes-Katsuki bajo su Beretta, frunció el ceño y bajó la vista. Se alejó frustrado, buscando una radio entre las cosas en sus bolsillos, habló a través de una en ruso. Fue un tono suave, Shoto entendió inmediatamente que era Izuku la persona que estaba al otro lado. A nadie más podría hablarle de esa manera, ni siquiera a su propia madre. Se sintió un poco feliz pero un momento después, una bala impactó su brazo izquierdo, Katsuki actuó inmediatamente. La corrió mientras disparaba, los disparos de su arma apenas se escuchaban en las mediaciones.

-Tienes que salir, puedo con ellos. Al hacerlo, veras a Izuku en una motocicleta. Debes ir con él sin importar nada, ¿me oíste dulce de navidad?-los disparos siguieron produciéndose, Katsuki estaba tan bien entrenado que todos ellos impactaron en la piel de un enemigo. Ahora que Shoto lo veía con más detención, había una cicatriz en su cuello que no poseía cuando se había ido a Rusia. Después de unos segundos vacilando, salió corriendo. Mientras lo hacía, la atacaron unos cuantos villanos que juraba haber puesto detrás de las rejas. No tuvo piedad, si no los mataba, los congelaba hasta que al caerse se rompieran. Cuando el viento de la noche golpeó su rostro, su brazo dolía pero Izuku ya estaba esperándola. Sin dudarlo se subió a la motocicleta, al partir Katsuki los siguió en otra. Se aferró al cuerpo del Omega y se mantuvo así hasta que llegaron a una casa a las afueras de la ciudad. Bajando, Izuku le habló en perfecto japonés.

-Vamos Shoto, tengo que sacarte esa bala, es una casa segura, aquí ni el gobierno tiene poder. No te pasará nada-Izuku observó a Shoto con amabilidad, las pecas en su rostro más regordete se veían oscuras en su piel pálida. Con los años había ganado mucha más masa muscular, era el doble de tamaño de como lo había conocido hace unos años. Él también tenía nuevas cicatrices y ahora había una amabilidad cómoda en sus ojos. Shoto siguió al Omega bajo la mirada del alfa, los ojos rojos parecían analizarla con detenimiento. Se sentía un poco incómoda con ello.

Al entrar, la sala común poseía una pizarra llena de información sobre una organización llamada las luciérnagas, Shoto pudo ver el rostro de unos héroes que habían salido del país hace unos días. Por la forma en que la información estaba almacenada en el mapa, parecía que Katsuki e Izuku estaban detrás de sus neutralizaciones. Se sentó en el sillón donde Izuku le pidió que se acomodara, Katsuki desapareció detrás de una habitación. Apestaba a sangre y pólvora, entendía que fuera por un baño.

-¿Cómo has estado?-Izuku se sentó a su lado, desinfectó la herida de Shoto unos momentos después buscó con una pinza la bala incrustada en su brazo. Shoto se mordió el labio mientras sentía el metal hurgar en su piel, después de unos momentos la bala salió. Izuku cosió la herida con cuidado, al acabar con los puntos le colocó unas vendas-. ¿Estás bien? Sueles hablar poco pero hoy ni un saludo me has dado.

Shoto pestañeo.

-Lo siento, estaba pensando. Es solo que me sorprendió que estuvieran en Japón-Izuku rió mientras iba en busca de un vaso de agua, le tendió unas pastillas. Shoto no dudo en tomarlas.

-No estamos en Japón, estamos en Rusia cuidando a nuestro bebé. ¿Me entiendes?-asintió tragando las pastillas.

-¿Cómo está Antoshka?-Izuku se levantó de su lado, preparo un hervidor con agua. Sus mejillas se tiñeron de un color rosáceo y su mirada se suavizó aún más.

-Él... Es fuerte como su padre, no para de crecer y aunque pareciera que le cuestan ciertas cosas, es bastante didáctico e inteligente. Tranquilo, de hecho, demasiado tranquilo para ser un niño. Pero lo más importante, muy sano-Izuku sacó de su bolsillo izquierdo una fotografía, era el pequeño bebé en su cuna. Todoroki tomó la fotografía en sus manos y vio el gran parecido que tenía con Katsuki, aunque su cabello era de un color más claro. Cómo ceniza que al sol podría verse perfectamente platino.

-Me alegro. Yo y Yoarashi hemos estado intentando tener hijos-Izuku tomó una bandeja con frutos rojos.

-Bueno, felicidades, te deseo lo mejor para tí y ese bebé-Izuku sonrió llevándose unas cuantas moras a la boca. Todoroki lo vio pálido, atónita por sus palabras-. Oh... No lo sabías. Kacchan lo notó hoy por tu olor, por eso nos fuimos. Pensé que lo sabrías porque es demasiado evidente. Lo siento, no es la forma de enterarse de algo tan delicado.

Shoto tocó su estómago bajo y automáticamente sonrió, tembló mientras la alegría llenaba su corazón. Tomó su celular y llamó a Inasa lo antes posible, ni siquiera el dolor del brazo la hizo soltar el celular. Katsuki salió de la habitación y se acercó a la cocina, vio a Izuku solo comiendo unas moras, así que aprovecho el momento. Lo abrazó por detrás mientras dejaba descansar el mentón en su hombro, estaba un poco cansado. Acabar con organizaciones contrabandistas era un verdadero infierno pero si lo hacía con Izuku ahí, cualquier cosa era mejor. Dejó caer sus labios justo donde estaba la marca, besó suavemente sabiendo lo que esa acción provocaba en su Omega.

-Ya basta, que Todoroki aún está por aquí. Y creo que la cagué...-Katsuki se alejó, frunciendo sus labios como un lobo herido-. Ella no sabía que estaba estaba embarazada.

Katsuki chasqueo la lengua.

-No me sorprende, cuando tenía quince años pensaba que era Hand Crusher. Creía que todas las personas que se acercaban a ella tendrían una afección en las manos, solo porque una vez yo, Shinso y Kirishima nos quebramos las muñecas acabando con un villano cerca de ella. Se le iba jodidamente la olla. Honestamente, estoy un poco preocupado por ese bebé...-las manos de Katsuki bajaron hasta las caderas de su Omega-. Y hablando de bebés, porque no intentamos tú y yo hacer unos cuantos sin tener éxito.

Izuku, lo alejó con un empujón mientras Katsuki le sonreía pícaro. Al cabo de unos segundos entró Shoto, muy emocionada.

-Chicos, me alegro mucho que estén... Bueno, enteros. Pero, creo que lo mejor que me vaya-se acercó haciendo un leve reverencia y se marchó sin decir mucho más. Katsuki bajo la mirada, con un sentimiento agradable en el corazón. Nunca lo había notado antes pero al verla en el casino clandestino, pudo ver algo diferente en sus ojos heterocromáticos. En el pasado, cuando estuvo involucrado sexualmente con Shoto, siempre vio en sus ojos algo que nunca supo identificar hasta hoy... Shoto lo había amado. Y se alegraba saber que ya no lo hacía más. Muchas personas habían caído en ese círculo vicioso del amor no correspondido y lo que menos deseaba era que ella estuviera atada para siempre en esas frías cadenas. Ella merecía amar y recibir lo mismo de esa persona. Tal como él lo hacía con Izuku.

Un amor incondicional.

...

Inasa no se dió cuenta de cómo transcurrió el tiempo hasta que en sus brazos había una bebé recién nacida de ojos claros y cabello oscuro. Un milagro, una omega dominante nacida de dos alfas, su pequeña bebé. Y al verla a ella y a la mujer que amaba agotada desde la cama del hospital, entendió una cosa. Haría de todo por ellas, por su familia. Entonces cuando menos lo pensó, sintió un pinchazo en su corazón. Leve como el calor de la primavera, pero con ese solo pinchazo su corazón y alma abandonaron una ceguera que nunca creyó que se iría. Observó a Shoto, y aún agotada por el trabajo de parto ella lo miró. Diciéndole algo que finalmente después de años pudo obtener... El lazo, ese que nunca habían tenido por errores, se había presentado con el nacimiento de su bebé.

La pequeña Chisei.

...

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