Capítulo XXVIII:|I See You|

Sombras entre los ojos, maldad y dolor desvaneciéndose en el final del crudo invierno. Esperando ver el fuego de tus ojos. 

Izuku vió el exámen del instituto médico legal y hubiera deseado estar ahí para Shindo. Haber luchado para que sus últimos momentos no fueran tan crueles. Lilia lo había dejado casi por completo fracturado en una celda para que muriera desangrado, entre terribles agonías. Cada día se sorprendía más de lo que ella había hecho en el pasado. Cada vez que terminaba de leer un informe se preguntaba porque no había sido así con él, ella era estricta hasta rozar lo sádico pero también era suave en ocasiones. ¿Cómo una persona podía regalar chocolate belga el siete de enero y luego ponerse un traje para hundir un cuerpo en ácido sin siquiera sentir las náuseas subir por su garganta? No entendía su preferencia, nunca lo haría realmente. Por un momento creía que lo entendía pero un párrafo después de relatos, toda ese entendimiento no significaba nada… Como un rompecabezas que nunca terminaba de encajar. Siempre a la expectativa.
Ahora estaba trabajando con más moderación, Annie le había dicho a Viktor Gólubev que pasaba sus noches de descanso en la oficina y él lo visito muy molesto para hablarle sobre las reglas del horario y la conducta. Izuku prefería estar leyendo en su casa que recibir otro sermón de cómo dormir poco era contraproducente para su salud y rendimiento. El doctor también lo había llamado antes del treinta para preguntarle sobre su estado. Las pastillas realmente lo habían ayudado, ya no tenía tantas náuseas y su cabeza estaba más ligera sobre sus hombros. El problema era ahora un leve dolor de espalda.

La silla de su oficina era cómoda pero solo podía estar calmado en su cama y tenía una teoría del porqué. Entre las cosas que trajo de Japón para acabar con la base de Siberia, había un poleron de Katsuki que aún poseía su aroma de alfa. Lo estrechaba entre sus brazos y solo ese aroma lo podía hacer dormir bien, plácidamente para despertar con una sonrisa en el rostro. Era patético porque funcionaba, al menos por el momento porque sabía que algún día dejaría de oler a él... El dolor de cabeza de nuevo se presentó en su cráneo, negó y buscó las pastillas en su pequeña mochila amarilla. Tragó dos mientras bebía agua. No le gustaba ver las pastillas en sus palmas y saber que harían más dócil su vida. Le recordaba cuando Lilia se las entregaba para que durmiera por horas después de una misión difícil. Después de su trauma con el caníbal Will y gracias a la ayuda psicológica, todo lo pasado lucían tan… Extraño. Ajeno y cruel. Ni siquiera era capaz de leer sus propios informes, todo el odio que plasmó en ellos era extraño. Errático. Seguía sintiendo un rencor enorme contra de los alfas crueles pero cuando veía sus propias palabras en la pantalla del computador, su pecho se apretaba. De cierta manera se sorprendía saber que Katsuki había visto más allá de toda esa violencia. Y de tanto pensar en Katsuki, sus dolores de cabeza, su pasado errático y aromas no se dió cuenta que había llegado fin de mes. Solo lo hizo cuando una mañana despertó en su cama y su celular le recordó que ese día tenía la visita con el doctor Ustinov. Suspiró mientras comía su desayuno, sintiendo más fuerte el dolor de cabeza. Podía soportarlo, tenía que hacerlo. Pronto todo dejaría de doler. Pronto podría hacer su vida más normal…

¿Te crees capaz de vivir sin la presencia de Katsuki ahí? ¿Volverás a ser el mismo sádico sin corazón?

—¡Cállate!—golpeó la mesa, su mano tembló al darse cuenta que el cuchillo se había enterrado un poco en su piel—. Mierda.

Una voz en su interior le decía que no podría ser capaz de deshacerse de la huella de Katsuki en su corazón, que quitarse la marca no lo haría todo. Estaba de acuerdo pero tenía seguir adelante, como Katsuki lo estaba haciendo en Japón. Se lavó los dientes, limpió su departamento y a medio día se fue a la consulta del doctor con un enorme abrigo sobre sus hombros. Manejar hasta el lugar y pensar que la marca se iría de su alma para siempre lo hizo en más de una ocasión desviarse hasta su departamento y cancelar la consulta pero se obligó a ser valiente. Entrar al enorme edificio apretando la correa de su abrigo lo hizo temer... Se armó de valor y habló con la recepcionista para ver al doctor Ustinov. Lo derivaron hasta el segundo piso del hermoso lugar y al final de un pasillo elegante vio al doctor. Un hombre regordete de mejillas rosáceas y cabello oscuro. 

—Me alegra tanto que esté aquí, agente Midoriya—Izuku estrecho la mano del hombre mientras se adentraban en la sala. Un enfermero beta estaba listo para sacarle las muestras y analizar su sangre—. Le haré unas preguntas mientras mi compañero le saca unas muestras de sangre, ¿de acuerdo?

Izuku asintió, respondió todas las preguntas que le hicieron incluso cuando le preguntaron cuántas parejas sexuales había tenido en su vida. No fue una pena decir que bordeaban los setenta, hombres y mujeres y solo dos de ellos habían anudado en su interior. Pero solo uno de esos dos alfas había dejado una huella que siempre pedía más. Katsuki... Apretó los labios cuando le insertaron la primera aguja. Recordando sus manos y la forma en que mordió su cuello, suave y lamiendo la sangre para curar la herida con el veneno de sus colmillos. Si se hubieran conocido de otra forma... Quizás todo sería diferente. El enfermero se fue con ocho muestras al laboratorio mientras el doctor le hablaba sobre los cuidados postoperatorios, sobre las hormonas y el sentir que le dejaría en repercusión por hacerlo tan joven. Porque la marca intentaría luchar en contra de la quemadura y las hormonas, provocándole muchos más dolores de los que serían estimados. Increíblemente Izuku no tenía miedo del dolor, sino de que Katsuki se diera cuenta de que lo había hecho. De que lo había abandonado para siempre. Pasaron unas horas, le dieron comidas especiales y le hicieron ejercicios especializados para hacer fluir la sangre con más facilidad por su cuello. Entendió que algo estaba mal cuando le pidieron una muestra de orina. Pasaron horas antes que el doctor le pidiera que se desvistiera en la sala para examinarlo. Ustinov vio los informes del laboratorio y se quitó los pequeños lentes del puente de su nariz. Su rostro usualmente rosáceo estaba muy pálido.

—Señor Midoriya, ¿puedo hacerle más preguntas?—Izuku estaba con su bata turquesa en la camilla, listo para recibir el tratamiento. Incluso a su lado estaban todos los implementos, solo faltaba esperar los resultados de los exámenes para efectuar el procedimiento. 

—¿Ocurrió algo malo?—el hombre se acercó, muy cauteloso. 

—¿Usted se cuidó mientras estaba íntimamente con el héroe japonés?—Izuku frunció el ceño. 

—Sí, tomaba todos los días mis pastillas y a veces usábamos condón. Pero no se lo pedía porque las pastillas toda mi vida fueron muy efectivas. ¿Paso algo malo? ¿Tengo un desequilibrio hormonal?—el doctor estaba un poco confundido. 

—¿Él anudó en su interior?—Izuku se mordió el labio inferior con nerviosismo. 

—Sí, casi siempre pero las pastillas que me dieron los Sparrows estaban diseñadas para evitar cualquier incidente. Eso siempre me dijeron, inclusive si alguien anudaba en mí como "accidente"—Izuku tembló, recordando las veces que le había dicho a Katsuki que no usarán condón porque se estaba tomando los anticonceptivos. 

—Sí, esos anticonceptivos orales tienen un 99.9% de eficacia contra anudaciones pero ese rango baja exponencialmente con una marca—Izuku perdió el aliento, se le había olvidado ese pequeño detalle—. Con lazo el porcentaje de eficiencia es sólo del 60% gracias a la retroalimentación hormonal. Los resultados de los exámenes esta mañana fueron extraños, los valores de la hormona beta- hCG eran superiores a 5,0 mlU/mL en los resultados de su sangre. En consecuencia, le hicimos un examen extra de la muestra de orina que le pedimos hace poco para saber si estaba embarazado y los resultados salieron positivos. Está empezando el segundo trimestre de su primer embarazo.

Izuku tembló, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras su pecho no podía moverse correctamente. No podía respirar, todo el aire en sus pulmones se estaba yendo sin volver. Recordó las náuseas, los dolores de cabeza y espalda baja... Estaba embarazado. Cerró los ojos mientras el doctor trataba de calmarlo, estaba preparado para cualquier tipo de sorpresa excepto estar en cinta. Se extendió en la camilla y vio el cielo de la sala, la luz brillante lo cegó por un momento antes de dejar bajar sus manos trémulas... Tembló cuando su estómago bajo se curvó muy ligeramente en sus manos. ¿Empezando segundo trimestre? ¿Por qué era tan pequeño su bebé? El doctor Ustinov pudo sentir a través de sus feromonas la preocupación y con ella, la desesperación de un padre.

—¿Por qué es tan pequeño?—el doctor tragó duro, esperaba otra reacción. 

—Es normal considerando que no ha tomado vitaminas y su alimentación es escasa. Su alfa no está cerca y asumiría que trabaja más de lo común, ¿no es así?—el primer pensamiento que poseyó Izuku sobre el pequeño fue: tengo que protegerlo. Eso deseaba más que a nada. 

—Es mi culpa... Bebí alcohol y fume, ni siquiera comí como se debía. Incluso adelgacé.

—No se culpe, usted no lo sabía. Puede empezar un tratamiento inmediatamente para que el feto crezca más sano pero es obvio que será más pequeño que la media. Después de todo usted es un Omega masculino—Izuku lo sabía, los omegas masculinos tenían bebés más pequeños que las omegas femeninas. Se encogió en la camilla, tratando de ocultar su estómago. Lo sentía tanto por su bebé, si hubiera sabido nunca habría hecho el trato con Gólubev, habría huido con Katsuki por el mundo hasta llegar a un país donde nadie los conociera... Pensó en la grabación de la interpol, y en las palabras llenas de rencor de su alfa. Katsuki no debía saberlo. Seguramente lo odiaba, un bebé suyo recibiría el mismo trato. Quizás ni siquiera lo deseaba ver con vida después de todo. Tenía que ser un secreto, su secreto.

—Doctor, necesito un tratamiento inmediatamente. El mejor que tenga para que crezca sano, el dinero no será un problema. Después de tener la cesaría, esperaré unos meses para quitarme la marca. Así el bebé no sufrirá por culpa de mis errores—el doctor Ustinov pudo ver dos cosas en sus ojos que hasta ahora no había visto... Decisión y fuerza, era un cambio increíble. Poco después Izuku recibió los medicamentos que tendría que tomar por el próximo trimestre, incluso la dieta y todo lo relacionado a su nutrición para que el bebé creciera sano. Todo estaba bien, excepto por una cosa que no era del todo mala. El movimiento del bebé de quince semanas era mínimo. Muy reducido en la ecografía, el doctor no estaba muy preocupado porque era normal.
Después de un largo día, fue enviado a casa, Izuku tocó su estómago frente al espejo del baño y por primera vez en semanas, se dedicó tiempo para bañarse y cuidar su piel. Se cuidó con calma, diciéndole a su hijo que iba a protegerlo de todos. Incluso de su propio padre si era necesario. 

Sintió su piel sobre la suya como si estuvieran comunicándose a través de ella. No era sexo, era más que una comunicación física de ese sentido. No nacía de sus más ocultos sentimientos, cada sensación nacía de otra fuente. Intimidad, confianza y amor. Katsuki estaba desnudo en la cama, Izuku también. Sonreía amable y miraba el horizonte brillante, ambos estaban en una playa que nunca había visto en su vida. El Omega se tomaba las rodillas como si estuviera tratando de ocultarle algo. Se acercó, aunque su orgullo estuviera herido, nada era más importante que sentirlo cerca. Su calor humano, sus manos frías al tacto y el aroma fresco de su cabello. La marca seguía ahí, latente incluso en sus sentidos más mínimos. El sonido de las olas del mar y la pequeña brisa le entregaron lo información necesaria para darse cuenta que era un sueño. Uno de los tantos que había tenido en estos últimos cuatro meses. La primavera estaba en Japón, y con ella la caída de los cerezos. 

Lo siento mucho—Katsuki se dió media vuelta para ver a Izuku, sonreía pero sus ojos no decían lo mismo. Lloraba como si estuviera sufriendo, la sonrisa se marchó de su rostro para dejarle el paso a una expresión llena de dolor. El llanto opaco el sonido de las olas impactando entre sí al llegar a la orilla de la playa. Katsuki se intentó acercar para consolarlo, no pudo moverse. Estaba intacto en ese lado de la cama, de pronto el hermoso paraje cambió. Izuku ya no estaba a su lado, ahora lo podía ver en un baño que no reconocía. Estaba vomitando y hablando en ruso, no sabía nada de lo que estaba pasando. Solo que Izuku lloraba mientras dejaba la comida del almuerzo en el baño, deseó moverse para confortarlo pero no podía hacer nada. Solo ver… Y eso era lo peor de todo. Estaba más delgado, mucho más. Su espalda se encorvaba alrededor de la taza del baño para estar más cómodo. No podía verlo bien, pero sus pecas lucían mal. Sus mejillas en algún momento regordetas ahora solo eran una mancha oscura en su rostro. Lucía más pálido de lo común y sus muñecas podían ser rodeadas con mucha facilidad por sus delgados dedos. 

La desolación del paraje le hizo sentir un vacío enorme, no entendía el mensaje del sueño y mucho menos porque Izuku se tocaba con cariño su estómago bajo pero quería abrazarlo, tomarlo entre sus brazos y decirle que todo iba a estar bien. Que le haría mucho de comer. El Omega se enderezó, la ropa que estaba usando era muy holgada, lo suficiente como para que el alfa no notara la leve curva en su estómago bajo. Lo vio irse hasta su cama, suspirando y tratando de beber una bebida extraña con pastillas que estaban en su buró. Eran muchas y parecían suplementos alimenticios, ¿estaba enfermo? Katsuki desearía poder preguntarle pero ni siquiera podía moverse para respirar. Era como ser incorpóreo. Sin necesidades, solo siendo un espectador más de la desoladora situación. Izuku se quedó dormido al cabo de unos minutos y ahí se quedó, viéndolo moverse incómodo mientras pronunciaba palabras al aire entre sueños. Katsuki estaba desapareciendo cuando lo escuchó. 

"Perdóname por todo, Katsuki". 

Despertó, en mitad de su cama mientras la noche estaba presentándose en el horizonte. Las lágrimas surcaron la barba de sus mejillas. Principios de abril y sentía su corazón apretarse, lo extrañaba tanto que las fantasías de su corazón le transmitían entre sueños anhelos. Los más profundos deseos presentados a él como fantasías, estaba cansado. Había intentado buscar sensaciones a través del lazo pero no había nada, podía imaginar a Izuku, su Omega en una habitación de hospital sacándose el lazo. Averiguó sobre ello, uno de los procesos más dolorosos del mundo porque se asemejaba a la muerte. Un dolor tan arraigado al ser que el alfa/Omega que estaba en la distancia no lo sentía. Solamente la contraparte, sufriendo un infierno semejante a una muerte traumática. Katsuki no era capaz de seguir imaginando porque su corazón ardía al verlo gritar y llorar. No entendía sus acciones, no entendía el porqué de haberse quedado en Rusia cuando ambos podían recorrer el mundo. Quizás estaba sesgando su amor por él a través de los sueños, no lo sabía pero quería entender una cosa al menos. ¿Qué lo motivó? ¿Fue todo una mentira? Tenía que ir a Rusia y verlo cara a cara pero el miedo de verlo con otra persona lo retenía. Lo suficiente para posponer todo. 

Su teléfono sonó, alcanzó a tomarlo del buró para ver la imagen parpadeante de Todoroki. Lo ignoró como siempre, era una molestia hablar por teléfono con él. Nunca lo dejaba hablar, siempre eran preguntas muy molestas sobre sus hábitos. ¿Has comido bien? ¿Te afeitaste esa barba asquerosa? ¿Has hecho ejercicio? ¿Dormiste las horas necesarias? Sabía que era el único amigo que le quedaba pero no podía evitar sentir que era como un padre, rebuscando un error para castigarlo, y el castigo no era irse a la cama sin comer. Era escribir informes sobre sus misiones, molestos informes que solo lo hacían tener dolores de espalda. Siendo un héroe profesional podía optar a un beneficio de tiempo y así una persona hiciera los informes por él, pero con Shoto dándole castigos tenía que hacerlos él mismo porque tenía poder suficiente en la agencia de su padre. Despreciable. Al salir de la ducha fue a la cocina para comer algo, se hizo un omelette y lo completó con arroz hervido y una taza de café con ron. El alcohol lo hacía sentir mejor al despertar. Se vistió para ir a la agencia, dejó su departamento con la insistencia de Shoto en su celular. Tomó el aparato en el tren y vio sus mensajes. Lo iba a estar esperando en la agencia, porque tenía algo importante que decirle. Rodó los ojos, seguramente era una tontería sin importancia. 

Camino desde la estación hasta la agencia y vio a Todoroki en la puerta… Sin embargo, no era él, era ella. 

—¿Qué mierda?—Todoroki estaba ahí, era una hermosa alfa de cabellos blancos y rojos, tan largos y lacios que llegaban hasta sus codos. Era más pequeña que su forma masculina, no alcanzaba el metro setenta y cinco y los rasgo de su madre se veían más presentes en su rostro. Su cuerpo no era voluptuoso pero poseía lo adecuado a su tamaño. Se veía delicada pero cada parte de su esencia era él, solo que en forma femenina. Todoroki lo vio y lo saludo con la mano, Inasa estaba a su lado. Sonriendo como si se hubiera ganado la lotería—. Todoroki… ¿qué mierda te pasó?

—Supongo que si no atiendes mis llamadas, esto es lo que pasa. Una doctora de quirks me convirtió en mujer, será por un pequeño período de tiempo—su era suave y aparte de su físico, también había cambiado su aroma. Uno que acariciaba con molestia su nariz—. Solo cinco años, después volveré a ser yo. 

—¿Cinco años te parece un periodo corto de tiempo? ¿Y para qué todo esto? No lo entiendo—Shoto tomó la mano de Inasa con cuidado, en esos meses todo había estado mejor. Mirar a Katsuki a los ojos y decirle que quería ser padre, en este caso madre, era realmente una ilusión. Estando con su alfa, trabajando con su viejo y viendo a Hawks alucinar con la idea de formar una familia con Enji, le hizo darse cuenta que quería serlo. Habían hablado con Inasa durante semanas, la adopción era un problema porque afortunadamente la mayoría de los niños eran adoptados muy rápidamente. El gobierno no tenía ningún problema con ello, pero Todoroki quería ser padre e Inasa también deseaba ver un pequeño parecido a su destinado. Incluso se habían mudado de departamento a uno más adecuado para formar una familia. Hasta Enji les había hablado de la idea de una doctora que cambiaba el género primario de las personas. Una persona que estaba muy solicitada pero que por Enji, agendaria una hora especial para su hijo. Semanas de estudio, exámenes físicos y emocionales y Shoto ahora era una linda alfa de veinticinco años lista para concebir sus propios hijos. 

Shoto estaba listo para decirle adiós al amor que poseyó por Katsuki y formar una familia con su alfa destinado, Inasa. 

—Quiero ser padre, convertirme en mujer tiene un objetivo y es adecuar mi cuerpo para que sea capaz de concebir hijos. Lo hablé mucho con Inasa y llegamos al acuerdo de que estamos en una edad bastante sana para ser padres. No los tendré inmediatamente, tengo que pasar un año de adaptación para que la lumbre y la concepción no sea un proceso traumático para mí—Katsuki vio el brillo que sus ojos poseían al hablar de ello, era como verlo renovado en una nueva piel. Tan pura que los vestigios de sus encuentros pasados solo eran polvo en cicatrices viejas, pero ese polvo poco a poco se iba dispersando en cientos de granos en el viento. Quería llorar de felicidad y a la vez de tristeza, él estaba feliz y sin duda se lo merecía como nadie pero estaba quedando en un limbo de soledad. Le gustaría ver a Izuku con esa intensidad en sus ojos, hablando de lo que fuera. Solo feliz y con alma en la pupila de su ojos. Mostrándole su alma al mundo. Ni si siquiera sabía si estaba bien, o vivo. Sus miedos lo habían vuelto un cobarde, estaba enojado. No quería sentirse más así. 

—Me alegra mucho—lo dijo más su voz lo traicionó, apretó su mandíbula para mantener alejadas las lágrimas en sus ojos pero Shoto podía ver a través de él. 

—¿Estás bien?—Inasa lo observó, por un instante creyó que era por Todoroki pero después recordó lo que había ocurrido en el aeropuerto hace unos meses. Duros meses para el alfa al verlo así, luchando por mantenerse en pie. 

—No te preocupes, dulce de navidad. Sólo tengo que golpear unos cuantos villanos para sentirme mejor—se despidió y corrió al interior de la oficina, estaba abrumado. Se escondió en un baño para respirar, para encogerse porque si estaba más tiempo de pie y erguido temía que su corazón saliera huyendo de su pecho, corriendo hasta Rusia para hallarse con Izuku. No podía más, la sensación lo estaba haciendo cada día más débil. Daría cualquier cosa por volver a esa noche de diciembre y verlo a la cara, pedirle explicaciones, cualquier cosa… 

"Últimamente he tenido pesadillas, no puedo dormir y todo vuelve en círculos con recuerdos del pasado… De cierta manera tengo mucho miedo". "Tengo miedo de perderte, de perder todo esto. Mira a tu alrededor, Kacchan. Estamos viviendo como casados en mitad de la nada…" "No quiero perderte." "Te quiero…"

Recordó todas las palabras como agua fría, el dolor se fue y lo único que quedó fueran ellas. Como un rompecabezas, cuando estuvo en Siberia escuchaba a Lilia e Izuku hablar, no entendía el idioma incluso no quería moverse porque no sabía qué hacer. Solo el lazo le transmitía las sensaciones de su Omega, y esa noche pudo sentir cómo se perdía entre las palabras, con anhelo y amor. Como si estuviera diciéndole algo a ella que no podía saber. Tomó con ambas manos su cabeza, los recuerdos de esa noche lo hicieron sonreír con nostalgia. Extrañaba sin duda el cuerpo de Izuku, la forma en que se amaban más allá de lo físico, tocándose con desespero y pasión… Sin embargo, extrañaba aún más verlo acurrucado contra su cuerpo en las mañanas. Verlo comer el desayuno como si fuera algo exquisito, aunque fueran solos huevos fritos. Él lo apreciaba todo como si fuera un manjar, antes solo fruncía la nariz y bebía vodka. Estando con él, comió pasteles deliciosos de frutilla y le dijo que quería comer más. Para la temporada de diciembre y enero. ¿Por qué se quedó en Rusia? ¿Qué cambió?

"No es tu obligación hacerlo, de hecho, ustedes ni siquiera están siendo buscados por la policía. Son libres."

En su momento no lo había entendido, ¿por qué eran libres? Entonces recordó a la interpol rusa, como llegaron al lugar, como Izuku sacó información de un pendrive en la base de Siberia. Como estaba nervioso y ausente los últimos días, como cuando se subió al avión sintió el tirón del lazo. ¿Por qué se quedaría si todo lo que deseaba era mudarse a Japón aunque le molestaran los días de reciclaje? ¿Por qué quedarse en Rusia si en más de una ocasión le dijo que solo le traía pesadillas pensar en su país? Cuando le pidió con tanto anhelo que lo marcara, no fue éxtasis del momento. Lo vio en sus ojos jade, perlados con oscuridad por la lujuria y la decisión en sus venas… Él no se movió el Siberia pero lo sintió buscarle la mirada, la preocupación del dolor. ¿Y si no eran sueños? ¿Si era el lazo como lo hizo hace meses cuando estaba secuestrado por Will? ¿Realmente estaba enfermo? Se concentró recordando las palabras de Shindo, como tenía que hacerlo para verlo, para sentirlo. 

Solo esperaba que miles de kilómetros no fueran un impedimento para hacerlo y que Izuku no fuera capaz de renunciar a su lazo. 

Cerró los ojos, trató de buscarlo, visualizando su cuerpo y cómo estaría actualmente. Un dolor de cabeza se apoderó de su cráneo pero lo vio, solo en una departamento mientras estaba cocinándose algo. El cerdo fresco y las especias no parecían ser lo suyo pero se estaba esforzando, lo suficiente para que fuera admirable. Katsuki sonrió al verlo, y entonces lo vio moverse. La ropa era holgada pero el leve estómago bajo lo delataba, estaba más delgado, sin duda alguna, sus ojos y mejillas sabían decirlo mejor que sus muñecas, pero ese estómago no era normal. O estaba muy constipado… O estaba embarazado. No, era imposible. No podía ser así, Izuku no sería capaz de tener hijos. Él mismo le dijo que ese no era su tipo de vida, que no quería ser un omega "normal" y normado por la sociedad. Habló, Katsuki lo pudo oír y entender porque estaba hablándole en japonés. Aunque era distante, y cada vez que lo escuchaba más dolían sus oídos. 

—Me gusta mucho el Katsudon, Antoshka—se trató de acercar. Era casi imposible, estaba ahí y al mismo tiempo ni siquiera podía mover sus labios. Katsuki temía pestañear y ver a otro hombre por ahí—. Solía comerlo mucho estando en Japón, sé que te gustará comerlo algún día. Pero por ahora comeremos sano, porque es lo que el doctor dijo…—el Omega dejó a un lado el cuchillo, su expresión era de profundo dolor—. Antoshka, sé que no quieres moverte. Lo entiendo, él no está aquí. Lo quieres conocer y yo lo extraño, no imaginas cuanto extraño a tu padre. Sé que puedes sentirlo.

Katsuki dejó de moverse, las lágrimas de Izuku cayeron por sus mejillas. Tocó con su mano su estómago, se acarició y luego habló. Dejando un profundo hueco en el pecho del alfa por culpa del evidente dolor en sus palabras. 

—Solo muévete, dale a Papá una patadita. Solo hazlo, por favor—Izuku comenzó a llorar, Katsuki solo quería acercarse y abrazarlo para decirle que todo estaría bien. No le importaba quién fuera el padre, Izuku estaba sufriendo y quería consolarlo sin importar qué—. Sé cómo tu padre, muévete, grita, patea… Haz explotar algo, cualquier cosa Antoshka. Pero hazlo, muévete mi pequeño bebé. 

Katsuki no tuvo más dudas... Iba a ser padre.

...

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