Capítulo XXI:|Sing To Me|"Estoy indefenso y te necesito"

Durmiendo con el enemigo, empatizando con sus motivaciones. Queriendo formar parte de sus planes, ¿por qué las pesadillas vuelven cuando el corazón está sanando?

...

"Estaba oscuro y la nieve cubría hasta sus rodillas. No podía sentir sus pies y los dedos de sus manos corrían la misma suerte. No había visto una nevada así desde el invierno de sus quince años, cuando el castillo de Santa Ana había sido cubierto con nieve hasta la mitad de sus largas ventanas. Era un paraje horrible porque ni siquiera estaba vistiendo su ropa térmica, solo una polera demasiado grande para su menudo cuerpo. Intentó caminar pero la misma nieve lo obligó a quedarse ahí, tan pegado al piso que desgarraba la piel de sus piernas. Sacó sus látigos y ellos le ayudaron a salir del hueco, el frío caló más profundo y ya podía ver sus dedos morados. No estaba bien, tenía que buscar refugio antes de sentir el calor de la hipotermia. Caminó por un sendero con sal, la tierra estaba húmeda y sus dedos no respondían bien al paso. No entendía nada, ¿cómo había llegado ahí si hace unas horas estaba con Katsuki, acurrucados y desnudos en una cama cálida? No importaba, tenía que moverse, no podía pensar en nada más que su supervivencia. Solo tenía que buscar un lugar cálido para pasar la tormenta. 

Luego el calor se fue apoderando de sus extremidades. No podía sentir calor, se estaba congelando... Cayó al piso, su propia cara rebotando en el suelo sucio. Su boca saboreó la propia sangre de sus venas y luego sus ojos se cerraron solos, el cansancio se apegó a su piel cristalizada por el frío y se rindió. Luego los pasos rápidos se escucharon en las calles húmedas, ahora estaba más joven, corriendo por un Moscú más tranquilo mientras unos mafiosos lo estaban buscando por asesinar al líder. La policía rusa había estado meses buscando a los responsables de un hurto cibernético al banco nacional. A Izuku solo le bastó hackear unas cuantas direcciones de correos electrónicos para saber quién había estado investigando los movimientos del banco. Fue fácil, y eso lo llevó a Solovki, un ruso que no poseía empresas o patrimonio excepto por su riqueza extrañamente grande para ser solo un contador auditor. Fueron tres días de infiltración, una noche a su lado y el hombre era una leyenda para sus subordinados. Lilia había quedado satisfecha y la policía rusa podía continuar con otro caso, era solo que uno de los mafiosos le había tomado manía a Izuku. La suficiente para hallarlo caminando hasta su departamento en las oscuras calles de Moscú. 

Era un hombre alto, de ojos oscuros y cabellera rubia ceniza. Le llamaban el lobo blanco por el gran olfato que se gastaba rastreando personas, las mismas que asesinaba a sangre fría con sus puños planos. La primera noche que Izuku se presentó ante el líder mafioso, casi lo asesina por despecho. Solo porque el Omega lo había rechazado de yacer a su lado. Solo era una molestia más en su vida, los tres que lo estaban persiguiendo quedaron atrapados en un callejón oscuro con unas cuantas letras de neón que hablaban de un salón de tatuajes a metros de distancia. Izuku no tuvo piedad de acabar con dos de ellos a sangre fría, dos disparos en la frente y ya estaban fuera de juego, al lobo blanco lo dejo para el último. Primero le disparó en las piernas para que cayera de rodillas frente suyo, viendo a su asesino. Se acercó, lo inmovilizó con sus látigos y lo agarró del pelo para que viera la sonrisa dibujaba en su rostro maquillado. 

—Basura, eres una basura. Nadie te amara lo suficiente para ignorar el monstruo que hay detrás de esa piel bonita. Quizás puedas vestir cosas elegantes, conquistar líderes como perros de los cuales jalar pero nunca tendrás a nadie que te ame... ¿Sabes porqué? Porque no sabes lo que es el amor—Izuku no dijo nada, porque a sus veintidós años no deseaba nada más que la sangre de un alfa agonizando de rodillas a sus pies. Con la Beretta 92 en sus manos, jaló el gatillo hasta manchar su ropa oscura. El aroma de la sangre alfa en sus sentidos era adictiva, estimulante hasta el sentimiento más impuro. Tomó los cuerpos con sus látigos y los arrojó al río Moscova. Esa noche corrió hasta su departamento, se ducho rápidamente para llamar a uno de los cuántos amantes Omega que poseía. 

La noche se presentó para la lujuria en su pequeña cama, con él ahí podía besar los labios de un hombre sin sentirse oprimido por una raza superior... Hasta que el aroma de un alfa se presentó en su habitación de hotel, atónito vio como el alfa rubio se movía por su habitación. Desnudo, con los colmillos fuera de su boca, llamando la atención de su Omega interno. Su acompañante no tomo atención de su visita, siguió tocando su cuerpo como de costumbre. Izuku entró en pánico cuando el alfa se acercó y lo jaló de una pierna, llevándolo al borde de la misma cama. Se arrodilló delante suyo, besando sus tobillos y piel. Su acompañante desapareció y solo quedaron ellos dos en la plenitud de su cama. Quería huir pero su lengua, la saliva caliente de su boca se sentía demasiado bien contra su piel... Cerró los ojos y susurró un hombre que desconocía en sus labios:

—Kacchan...—el hombre le apretó la pierna, casi cortando la circulación de sus venas, Izuku pudo ver cómo el rostro del hombre cambiaba y ahora era Serik. Con el cráneo destrozado por un balazo certero, el mismo cerebro caía a pedazos a sus pies. Una sonrisa vestía sus labios, era horrible por el hedor que desprendía. A muerte, los mismos gusanos se desprendían de sus labios y ojos, llegando incluso a su piel—. ¡Suéltame, maldito bastardo!

—No lo haré, te vienes conmigo, el infierno nos espera pequeño gorrión—el suelo se rompió bajo sus pasos. Agarró a Izuku con tanta fuerza que desgarró su carne, la sangre corrió y el alarido de dolor se propagó por todo el edificio. Intentó pedir ayuda de sus vecinos, pero nadie vino. Nadie lo ayudó, Serik lo empujó y cayó hasta lo profundo del infierno dónde comenzó a quemarse lentamente. Estuvo consciente cuando su piel se fue carbonizando y más cuando Serik no lo dejo. Lo besó hasta que en sus entrañas estuvieron los mismos gusanos que salían de sus labios... Y el hedor a muerte y carne asada repleto sus pulmones." 

Despertó, el sudor corría por su frente como agua de un fregadero. Temblando vio sus manos y se alegró de verlas intactas, sin las quemaduras de su pesadilla. Estaba en la cama con Katsuki a su lado, profundamente dormido mientras roncaba suavemente. Se levantó y fue al baño, el espejo le hizo darse cuenta que los surcos de su pasado, donde solía ver los enemigos de sus batallas perdidas, ya no estaban. El lazo alfa había retroalimentado sus músculos, haciéndolo más firmes. No prominentes pero sí lo suficientemente fuertes para llamar al proceso asombroso. Lavó su rostro y se sentó en el baño sintiendo el frío del otoño. Japón no era tan frío como Rusia, pero en ese momento si lo sentía así. Las pesadillas habían vuelto después de la muerte de Serik, muchas de ellas no tenían sentido y las otras eran recuerdos distorsionados de su pasado. Apenas dormía lo suficiente, Katsuki no se daba cuenta porque había vuelto a usar maquillaje en sus ojeras y de alguna manera había hallado la forma de suprimir ciertas sensaciones del lazo. Las más desagradables para no llamar su atención, estaban en una situación delicada y unas cuantas pesadillas no eran lo más adecuado. Debian estar enfocados en matar a Chisaki y los prime. 

Estaban viviendo en una pequeña casa a las afueras de la ciudad, en un lugar lleno de árboles viejos y cultivos de té. Katsuki tenía tantos contactos que Izuku lo hallaba casi envidiable y conveniente. Podía respirar aire puro unos momentos mientras veía su nombre en todas las listas de más buscados del mundo. Nunca imaginó que a sus veintitrés años estaría así, recluido en una casa con un alfa. Uno que lo ayudaría a salvar el mundo y que tal vez también lo había salvado de morir en la soledad de sus ambiciones. Abrió la ventana del salón principal y se sentó en el borde, la luna brillaba en lo alto y sus labios dejaban ir un poco de vaho. Se sentía un poco ajeno a la situación, meses atrás estaba asesinando líderes criminales y ahora podía escuchar grillos en la distancia. 

—¿No puedes dormir?—Izuku vio a su alfa venir con una manta en las manos, la dejó caer en su espalda mientras se sentaba a su lado para calentar su cuerpo—. Hace muchas noches que no lo haces. ¿Qué ocurre? ¿Es por lo que ocurrió en la reunión con Todoroki?

—No no es por eso... Aunque, supongo que fingir que soy invencible es inútil contigo. Pensé que había hallado la forma de suprimir el lazo para que no te preocuparas—Izuku sonrió al sentir la mano cálida de su alfa en su cintura. Apoyó su cabeza en su hombro y observó un tren pasar en las lejanías, se podía escuchar la bocina y el sonido de los rieles. Acompañado con la luna y las estrellas adornando el horizonte oscuro, era demasiado hermoso para él. No se lo merecía. 

—Puedo sentir muchas cosas, Izuku. Incluso cuando comes y estás feliz por el sabor de los panqueques... Solo estaba esperando que me lo dijeras por ti mismo. No quiero presionarte a nada, no quiero ser ese tipo de alfa—Izuku apretó sus manos. Quería hablarle de ello, de sus pesadillas y todo los pecados que había cometido pero no quería que él viera lo que realmente podía ser. La bestia que habitaba en su interior... Pero no iba a perderlo por ello tampoco.

Era egoísta mas no lo suficiente. 

—Últimamente he tenido pesadillas, no puedo dormir y todo vuelve en círculos con recuerdos del pasado... De cierta manera tengo mucho miedo—Katsuki lo sintió en el lazo, ese pequeño espacio de su corazón que nadie podía ver. Uno que lo hizo temblar por un instante, por la penetrante oscuridad de su alma. Una que no tenía comparación con la sangre de sus manos. Ahora podía entender lo que decia Shindo, Izuku no era alguien común. Su singularidad nacía del dolor y el odio irracional a perder su lugar en el mundo.

Era alucinante. 

—¿De qué tienes miedo?—Izuku se dió vuelta, era increíble que una máquina de matar poseyera esos lindos ojos. La forma en que tejía historias llenas de sangre y traición, nadie se comparaban con su belleza. Su Omega era el mejor del mundo, pondría las manos al fuego por él. 

—De perderte, de perder todo esto. Mira a tu alrededor, Kacchan. Estamos viviendo como casados en mitad de la nada, este sábado iremos contra Chisaki y sus primes... No sé si estoy listo. Tampoco sé si sobreviviremos—Katsuki lo recibió en su regazo. 

—¿Quieres hacerlo? Porque podemos huir—observó a su alfa, le dedicó esos ojos que solo podían significar que Katsuki había perdido el juego. Ese que nunca pudo ganar desde el principio, de ese día que lo vió entrar a la agencia. 

—Sí, quiero hacerlo pero... La base de los Sparrows en Siberia es enorme. Estarán listos para cualquier eventualidad. Nos estarán esperando, conozco a Lilia y sé que ella hará todo lo posible para volverme a tener en sus filas. Incluso seguirme hasta el fin del mundo—subió ambas manos por sus muslos hasta acabar en sus nalgas, amasando la divinidad de su cuerpo. Izuku formuló una pequeña o en sus labios, comenzó a mover sus caderas mientras acariciaba el cuello de su alfa. El monstruo de la lujuria tenía hambre y no iba a detenerse hasta acabar saciado—. No quiero perderme también, hace poco encontré todo esto y no quiero perderlo.

—No lo harás, no me perderás, no te perderás. Acabaremos con el jodido Chisaki, fingiremos nuestras muertes, iremos a Rusia y seremos libres una vez que acabemos con esos imbéciles—besó su cuello y las palabras salieron torcidas, el calor envolvente subió por su espina. Trepando su cuerpo como si fuera una enredadera de sentimientos que solo ascendían hasta el nirvana—. No te dejaré, lo prometo. 

—Te quiero—Izuku tomó su mandíbula, mordió su labio inferior hasta obtener una pequeña porción de sangre que le quitó el aire mientras besaba sus labios, cada vez los encuentros eran más necesitados, más intensos, tratando de detener el tiempo a su alrededor. Tratando de luchar contra lo inevitable. 

—Yo más...—Katsuki lo dió vuelta en el piso, mordiendo nuevamente su glándula de Omega. Estrechándose contra ella para obtener ese aroma que solo alimentaba su deseo por más.

....

Lilia había sido trasladada a la base de los Sparrows en Siberia. 

La organización rusa había tenido un día oscuro, muchos datos de sus agentes infiltrados fueron borrados en cosa de segundos. Años de información solo eran un cero en la base de datos. Ningún activo sabía lo que realmente estaba ocurriendo, solo que los números caían y el presidente no estaba feliz. Después de que Izuku y Serik fueron dados de baja por diferentes razones, muchos de los Sparrows alrededor del mundo siguieron el ejemplo de sus compañeros más ejemplares. Era un efecto dominó, sólo quedaban los prime como último recurso de información y poder pero hasta ellos eran peligrosos. La persona que estuviera borrando la información probablemente sabría sobre ellos, sobre el proyecto más ambicioso y cruel de los Sparrows. Los niños prodigio de la genética no eran nada comparados con la genética mejorada de los primes. 

Los gritos desconsolados de una Omega se extendieron por los oídos de cada uno, los científicos con sus agujas y el suero en sus manos notaron como ella no respondía. Lilia estaba afuera del laboratorio, solo una pared de vidrio reforzado la separaba del infierno que la pequeña Omega estaba viviendo de hace horas. La cosa era que, el suero prime era imperfecto en los activos con singularidades llamativas. Por eso la presencia de Eri en las instalaciones era primordial, solamente ella podía revertir el daño que el suero prime provocaba en los cuerpos. Lilia solo llevaba ahí unos días pero ya había visto miembros cayéndose a pedazos por culpa de una reacción equivocada, erupciones cutáneas tan grandes que solo la muerte parecía viable, deformaciones físicas por culpa de torturas extremas, canibalismo... Tanto que aún podía oír el líquido grotesco de la sangre en las trituradoras de las instalaciones. Cómo decenas de cuerpos se convertían en desechos biológicos para fábricas de cerdos.  

Estaba perdiendo la sensibilidad, ya no vomitaba como el primer día. Ahora solo torcia la nariz bajo la imagen y el sonido. 

La Omega falleció pero habían hallado una forma de hacerla prime, los científicos llevaron a Eri y la hicieron usar su poder. La joven Omega volvió a la vida en gritos desesperados, los científicos nuevamente la amarraron a la camilla metálica. La sangre corrió por el piso cuando uno de sus huesos salió de su interior, pero ahí no se detuvo. El dolor y la respuesta física al pesar eran la respuesta para perfeccionar el suero en su ADN peculiar. La Omega sonrió en la mesa al sentir el suero en su cuerpo, probablemente ya había perdido la cabeza después de doce horas en el laboratorio, aún así, recién estaba aceptando el suero. Hasta que se volvió violenta y quebró el metal que la estaba reteniendo. Las alarmas comenzaron a sonar y todo el personal de ofensiva fue hasta ese laboratorio, Lilia no hizo nada porque el miedo ante tal bestia le ganó a Eri y la pequeña niña solo movió sus manos para convertir todo humano a su alrededor en polvo. Los doce científicos que estaban trabajando y la Omega se convirtieron en nada más que un montón de materia. Ya no había amenaza más que la pequeña niña que seguía temblando en un rincón de la habitación. 

Si Lilia era honesta, le tenía más miedo a la pequeña que a todo lo demás que había visto ahí. 

...

Primero de noviembre. 

La luz del día sorprendió a la pequeña que estaba vistiendo un abrigo de lana que solo caía por sus hombros. La calle estaba en paz, pero cuando cayó el primer rayo desde lo alto de una azotea... Todo se oscureció bajo la latente voluntad. Chisaki estaba sacando a sus omegas de un club escondido en un barrio ejemplar, no tenía a sus prime ahí pero sí poseía su propio poder. Uno que Denki podía anular muy fácilmente si no fuera por sus reflejos diestros. Los voltios que Denki podía sacar de sus dedos eran mínimos, casi imperceptibles si no se acercaba a una red eléctrica. En ese momento, cuando Chisaki salió del club y observó el cielo oscurecerse, Denki estaba pegado a una red eléctrica. En su mano derecha, casi quemando su propia piel, recibía la energía y en su otra mano estaba redirigiendo la energía. Su propia nariz sangraba bajo el impulso. La gente corrió en busca de resguardo, unas cuantas omegas salieron eyectadas por culpa de la energía pero qué eran unas cuantas vidas si podía acabar con el tirano principal de su historia. 

Chisaki recibió el rayo con la descarga de energía suficiente para matar a cien personas, pero tal como lo había anticipado Izuku, Chisaki rechazó el rayo. Levantó la mirada dónde estaba Denki, y antes de extender un brazo para atacarlo, Shoto apareció en la escena. No estaba vistiendo su traje de héroe y no mostraba su rostro, solo se podía saber que era él porque detrás suyo lo seguía de cerca un alfa más grande. Inasa impulsó a Shoto para que intentara congelar a Chisaki pero sería una pelea difícil. Tenían que ganar tiempo, no podían pelear solos por mucho. Él, que podía manipular su cuerpo a voluntad, daría pelea hasta el final de las consecuencias. Hasta el final de sus vidas y Denki no había ido hasta ahí para morir a manos de un alfa cruel.

Agarró impulso corriendo y se arrojó por la azotea, iba a matar a ese hijo de puta, quería recorrer el mundo con Shinso y nadie iba a detenerlo. Sacando lo mejor de su cuerpo apuntó justo entre ceja y ceja, si fallaba esta tendría que buscar otra fuente de energía. No podía ser descuidado, sus compañeros podían correr peligro. Tampoco podía tocar el hielo de Shoto, podría matarlo con solo un toque. Sonrió un momento antes de errar. Chisaki esquivo nuevamente el ataque, solo que está vez no estaba Shoto ahí para salvarlo. Observó como la punta afilada de una extensión de Kai se estaba acercando rápido, rememoró por un instante todo lo que había vivido hasta ese momento. No quería morir, aún no había experimentado nada de lo que deseaba aprender. No había amado lo suficiente, no había probado todos los manjares del mundo, joder, sólo tenía veinticinco años. Cerró los ojos y antes de sentir en su centro el ataque, los látigos de Izuku lo sacaron del suelo donde cayó. La sonrisa del ruso y la de su alfa destinado lo hicieron casi llorar de alegría.  

—Lo haz hecho bien, ahora nos toca a nosotros ir en contra de ese imbécil—Izuku dejó solo a Denki y a Katsuki, el alfa rubio estaba vistiendo ropa de soldado. Tenía armas bajo sus brazos y su aroma estaba tan ausente como el amor que Denki poseyó en algún momento por él—. Gracias por esto, realmente lo hago. 

Y lo vio irse, Chisaki quizás no estaba más debilitado que antes pero había algo en la sonrisa de Katsuki e Izuku que realmente lo hizo pensar que estarían bien, que caminar con su muñeca rota por el callejón era buena señal del destino. Aún faltaban los prime, pero por ese momento era todo lo que Denki podía hacer. Caminó por las calles ocultando su rostro para no llamar la atención, la policía y los héroes profesionales ya iban de camino. Por alguna razón Hawks estaba ahí también, aunque parecía retenerlos un poco. Quizá Shoto le había pedido ayuda para ganar tiempo contra las autoridades, quizás Enji lo ayudó... No quería saberlo, solo quería mejorar su mano para el próximo movimiento. Caminó y caminó hasta que vio a Shinso en una esquina esperándolo, se acercó y el alfa lo tomó en brazos. Tenían un largo camino al departamento, ya había hecho su parte del plan. Ahora solo tenía que esperar. 

Las piezas ya estaban sobre el tablero y la victoria era solo cosa del destino. 

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