Capítulo XX:|The Only Exception|

Construiré una casa a la cual llamaremos hogar, soñaré deseos y los vivire a tu lado para hacerlos realidad. Haré cualquier cosa para sentirme único, para saber que por al menos un instante... Fuí eterno en el corazón de otra persona. 

...

Todoroki vio el corte en el cuello del hombre y hubiera deseado no reconocer el trazo limpio, y mucho menos la destreza del asesino. La sangre en la cama y como la habitación apestaba a nitroglicerina quemada, Katsuki estuvo ahí y dejó todo a propósito para que lo descubrieran. ¿Cuál era su propósito? ¿Qué estaba tramando con Izuku? ¿Dónde había quedado el joven que gritaba por convertirse en el número uno? ¿Dónde estaba su espíritu de victoria? Años persiguiendo villanos, años salvando personas y asesinando criminales con el fin de obtener reconocimiento y poder... ¿Todo para perderlo?. Shoto no sabía cómo interpretar la situación, los teléfonos de la agencia no dejaron de sonar durante toda la madrugada. Después de tener el cuerpo frío de Serik en una mesa de metal, los problemas seguían en el destino. El encargado del gobierno había sido hallado por una acompañante en su departamento, con la garganta cortada y una evidencia demasiado explícita de quién había sido. La agencia, bajo la orden del mismo gobierno, poseía la obligación de hallar al culpable del asesinato. Todoroki fue enviado al lugar a primera hora para recolectar pruebas y todo lo pudo hallar fueron pruebas incriminatorias a su amigo. 

No sabía qué hacer. 

Con el dolor de su alma fue escribiendo en el informe todo lo que sus sentidos recibían, desde el aroma a nitroglicerina quemada en los barrotes del balcón hasta el corte en la garganta del hombre. Él no era un forense pero si el gobierno le ordenaba que tenía que ser un payaso, debía obedecer aunque fuera contra su voluntad. La insubordinación era el primer paso para perder la licencia que no solo los dejaba usar sus particularidades a libertad, sino también para matar bajo su propio raciocinio sin abusar del poder. Al terminar el informe, llamó a los médicos del instituto médico legal, no se debía perder tiempo con el cuerpo y la autopsia seguramente seguiría incriminando a su amigo. No era mucho lo que podía manipular para hacerlo parecer inocente. Con la información en su bolso, caminando por la calles se sintió pesado. ¿Cuando todo cayó tan bajo? 

No entendía nada, todos esos años mirando su figura en el puesto más alto, tocado por la luz del mundo privilegiado. Ocultando dolores para ser la personas mas invicta, ahora solo parecía un alfa malvado. Un villano engatusado por el deseo, cometiendo crímenes. Era verdad, los prime eran un problema real pero... ¿Por qué ganar más problemas matando al encargado del gobierno? No era coherente, no era Katsuki actuando, era Izuku en su cabeza. Llegando a la agencia vio a Denki cerca del escritorio de su excompañero. Una carta descansaba en sus manos, Shinso a su lado también estaba mudo y vistiendo sus facciones con una expresión nula. Todoroki lo ignoró y fue hasta la oficina de Aizawa, dejó frente a sus ojos el informe con las pruebas incriminatorias. Su superior solo negó mientras tomaba el informe y lo arrojaba a la basura. 

—¿Qué...?—antes de siquiera dejar a Todoroki hablar, Aizawa lo interrumpió. 

—Los padres de Izuku usaron la llave hace unos minutos, todos los villanos de alta categoría que estaban en las cárceles fueron asesinados por robots programados para sus cuidados médicos. Sólo fueron quince minutos, y el acto silencioso y criminal ya estaba hecho. Miles de muertos en solo un cuarto de hora. El gobierno no sabe qué hacer porque estamos ante una emergencia aún más importante que la muerte del encargado, tomaron el caso del asesinato y se lo dejaron al instituto médico legal para "resolverlo". No tomarán ningún informe de nuestra parte porque ya no somos confiables. Estamos fuera de las líneas legales—Aizawa realmente lucía mal, su cabello suelto sobre sus hombros y el aroma de sus feromonas cubriendo todo con ansiedad... Shoto podía empatizar con sus sentimientos. Años siendo profesor para ayudar a sus alumnos con un deseo ambicioso, una idea que no solo se formó en una época difícil sino que marcó un referente en las siguientes generaciones. Todos querían ser como ellos, tener una agencia tan exitosa como apoyada económicamente por el gobierno. Casi con cincuenta años en sus hombros, era el trabajo de su vida. Su culminación como héroe. Ahora no importaba. 

—¿Se sabe algo de Katsuki e Izuku? Ellos han estado fuera por días—Aizawa formó una línea suave en sus labios. 

—No, solo que están desaparecidos y siendo honesto, lo prefiero así. Katsuki e Izuku ya no son partes de la agencia.

—Pero...—Shoto sintió el frío recorrer su espina. La mirada de quién fue su profesor en su momento no era amable. Al contrario, el dolor, la ira y el egoísmo marcaban su expresión. 

—¡No me discutas Shoto! ¡Perdimos un informante importante y la bala que fue hallada en la escena del crimen era soviética! ¡Izuku ha estado usando a Katsuki para su conveniencia, no finjas que no lo notaste! ¡Desde un principio todo se fue a la mierda con ese ruso de mierda! Podríamos haberlo hecho nosotros pero... No debí haberlo llamado—Aizawa cayó rendido a su silla, realmente lucía más muerto que vivo—. Katsuki era el mejor, tenía fuerza, actitud y una particularidad llamativa. Como superior siempre pensé que sería el último en caer enamorado. Mírame ahora, viendo su nombre completo en una lista de criminales. 

Shoto no lo sabía.

—¿Katsuki está en la lista?—la lista como tal era diseñada para informarle a todos los gobiernos del mundo sobre potenciales criminales. Al mismo tiempo esta lista era el inicio para el camino de los villanos. Muchos decían que era como una maldición, tu nombre en ella y nunca serás tocado por la luz nuevamente. 

—Izuku y él están en la lista de los más buscados de Rusia y demás países de la unión europea, fue gracias a la muerte de Serik y el encargado; dos activos importantes para la investigación... Siendo honesto, no creo que salgan con vida de esto—su sangre se heló, Aizawa lo observó con dolor—. Preparate emocionalmente para lo peor, yo ya lo hice.

Al salir de la oficina, Denki lo observó con cansancio. En sus facciones la inocencia que en algún momento vio en la UA ya no estaba, las líneas de expresión de su rostro contaban tantas historias que desearía entender y escuchar cada una de ellas pero el tiempo no tenía piedad. El Omega se acercó hasta Shoto deseando poder decir algo pero no podía, solo le entregó la carta, momento después se marchó. Shinso observó la mirada heterocromática antes de ir tras los paso de su compañero de cuarto. La carta tembló en sus manos y con las fuerzas que no tenía, cortó el sobre. El aroma delataba la escritura, la mitad de la carta estaba escrita por Katsuki y la otra eran palabras de Izuku. El trazo de las letras eran firmes, no había dudas. Eran fidedignas, era suyas. 

"Dulce de navidad, sé que probablemente cuando tengas esta carta en tus manos, las cosas estarán más complicadas que antes. No puedo explicar nada sobre los problemas en un papel así que ven al Gran invernadero del jardín Shinjuku Gyoen a la media noche del día 26 de octubre. Te estaremos esperando. 

Cuando termines de leer la carta, quémala lo antes posible. —Katsuki."

Apretó la carta con firmeza en su mano izquierda, la quemó hasta que sus pulmones fueron incapaz de asimilar el oxígeno debido al humo. No sabía cómo explicarlo pero por alguna razón la expectativa de su encuentro lo mantuvo nervioso durante todo el día. No podía trabajar bien, incluso llamó la atención de más de una persona en las calles por su comportamiento errático; por la molestia en sus feromonas. No se sentía bien, quería despejar su mente y los problemas en ella. Fue a casa con la caída de la noche, ya no estaba viviendo solo así que cuando azotó su propia puerta al entrar al departamento, Inasa lo observó con preocupación desde el pasillo principal. El enojo estaba raudo en sus venas, casi quemando su lado derecho. No era tiempo de tener paciencia, se acercó hasta su alfa. La destinación nunca fue algo bueno en ellos, desde que eran unos jóvenes de dieciocho años hasta ahora... Sólo parecía una molestia. Shoto necesitaba que esa molestia le quitara los nervios, la ira y todo lo demás nublado su juicio y mente. Tomó su cuello con excesiva fuerza, el alfa rapado solo se limitó a observarlo con atención. 

—Quiero montarte, Yoarashi. Tengamos sexo—las palabras salieron fuertes, tanto que la propia polla de Inasa salto en sus pantalones.

El beso que los juntó fue brusco, la propia sangre se presentó en el sabor. La poca delicadeza hizo al propio Inasa jalar de los cabellos a su destinado para respirar, viendo en su mirada heterocromática el deseo palpado junto al odio. Para un alfa que solo conocía esa faceta de su destinado, no había otra cosa. No había cariño, el poco amor que alguna vez reinó en su relación estaba bajo toneladas de orgullo y dolor de distancia. Todoroki empujó a Inasa hasta el suelo, cayendo ambos, golpeándole la cabeza al hacerlo. El dolor en sus rodillas no importó, su mente estaba a la deriva. La pequeña brújula que consiguió siguiendo a Katsuki esos años que Inasa lo dejo por un trabajo mejor, estaba rota. No sabía qué hacer. Sin Katsuki en su radar, solo era el joven que odiaba a su padre por maltratar a su madre y hermanos. Él lo había hecho mejor, lo había vuelto dependiente de su atención, de su amor... No se había dado cuenta hasta ese momento, con Inasa quitándole la ropa, que lo amaba. Más allá del deseo ensangrentado en su piel blanca, amaba a Katsuki de una forma que nunca podría hacerlo con Inasa. Su propio destinado. No fue planeado, no fue algo que pensó en hacer por venganza. 

Solo ocurrió. 

La sensación de los dedos de su alfa en su piel se sentía ajena, alguien que no podía hacerlo sentir bien. Las lágrimas cayeron por sus mejillas, los ojos oscuros vieron como todas ellas manchaban su propia ropa. Se detuvieron, Shoto tomó entre sus manos la ropa de su alfa y la arrugó hasta jalarla. Si Inasa no se hubiera ido a un extremo de Japón, nunca se hubiera enamorado de él. No estaría sufriendo por ver a su compañero en la lista, por saber que tenía un omega en sus cercanías, amándolo como él hubiera deseado. La gravedad de la destinación no era nada en su corazón, solo una cabellera rubia bajo sus dedos en tormentosas noches de invierno. 

—Shoto, ¿hice algo mal?—la voz de Inasa salió de sus labios con ternura. La misma que caló en la mente de Shoto. Los recuerdos de esa noche de diciembre, con la nieve en las calles, con las palabras atoradas en su garganta, viendo cómo Inasa le decía que era lo mejor. Que debía perseguir sus propios sueños antes de formar una familia con él. Que tenía que encontrarse a sí mismo, que si no lo hacía nada de lo que harían juntos tendría sentido. Viéndolo irse detrás de un sueño egoísta y ambicioso, dejándolo solo con una flor marchita en las manos. Esa noche lloró en los brazos de Fuyumi como si fuera un niño, hasta su madre le hizo darse cuenta que había estado llorando mucho tiempo. Las semanas pasaron y Katsuki le dijo que deseaba hacer una agencia con Aizawa. 

Un lugar donde su apellido no fuera importante, solo él y su valor personal. 

Recordó también sentirse mal por pasar un celo solo, como le ofreció a Katsuki su trasero como travesura con dolor escondido. Sus manos, las palmas calando su piel como si fuera la última persona sobre la tierra. Cómo si el tiempo solo fuera lineal y no una sensación dolorosa. ¿Cuándo se enamoró de él? Quizás fue esa vez cuando un edificio cayó encima suyo, con víctimas muertas a su lado. Todos se habían rendido, en sus bocas lamentando que un héroe había muerto. Katsuki no lo hizo, lucho por horas hasta que llegó a su lado. Lo sacó de ahí y lo abrazo, ese pequeño abrazo que lo hizo sentirse pequeño. Las noches a su lado nunca fueron oscuras. Y todo ese tiempo pasó tanto culpando a Inasa, haciéndolo el villano de su corazón que nunca se dió cuenta de lo que realmente sentía. ¿Y si tenía razón todo el tiempo? ¿Lo convirtió en el malo solo por querer algo mejor? 

Fue infantil. 

—Lo siento, Inasa—bajó la vista, sobre su regazo nunca se sintió tan pesado. Tan incorrecto, su alfa le buscó la mirada pero la evitó. No podía mirarlo a los ojos y al mismo tiempo aceptar su propio error—. Pase años culpandote por dejarme solo que nunca ví lo que había en mi corazón. Lo que realmente sentía por las personas que me rodeaban. Te pido perdón porque me enamoré de otro hombre, me enamoré de Katsuki...

La sangre de Inasa se heló en sus venas. Las lágrimas fueron inevitables al momento de ver cómo el hombre que juró amar hasta el final de sus días le lloraba en su regazo, con el alma en sus manos mientras apretaba su camisa. Nunca imaginó la soledad que debió vivir en la ciudad que lo vió crecer, la misma que lo hizo amar a otra persona que no fuera su destinado. La destinación no solo era una conveniencia biológica, sino algo que se hallaba más allá del centro de su cuerpo. Algo que solo era físico, que ayudaba a formar un vínculo que se desgastaba con el tiempo. Nada más, lo demás lo hacían los sentimientos. Las sensaciones calando hasta el hueso, hasta el alma errante de cada persona. ¿Qué son los sentimientos? ¿Qué es el amor? ¿Qué es el deseo sin una buena conexión emocional? ¿Buen sexo? Pero, ¿qué hay después de ello? ¿qué hay después del sexo en los amantes ocasionales? Inasa quiso ser mejor para él, tener más cosas materiales para hacerlo sentir cómodo. Se equivocó. 

—Espero algún día me perdones—lo abrazó, solo eso. Acogió el cuerpo de su destinado en sus brazos, acariciando su espalda mientras las decenas de lágrimas caían hasta humedecer su ropa. Justo encima de su corazón, no quería dejarlo solo. No era capaz de hacerlo una segunda vez, se quedara a su lado solo para hacerlo sentir en casa. Para que sienta el amor que le tiene en esas pequeñas acciones que adoptó durante esos días viviendo juntos—. Te amo, nunca dejare de hacerlo. Siempre estaré aquí, no me iré nunca más. Así que si quieres llorar para siempre por ese idiota, prometo extender mis brazos para que lo hagas cómodamente. 

Shoto levantó la vista hasta sus ojos, Inasa sonrió con la tristeza marcando sus labios. Se abalanzó hasta su rostro, y le dió un beso, uno casto y sincero como el dolor de su corazón. Como el primero que se dieron cuando se conocieron durante el examen de licencias provisionales. Quería amarlo pero sabía que los sentimientos no funcionaba así. Pero quererlo, sin duda lo haría hasta que su corazón se sintiera cómodo con la sensación. Esa noche, antes de ir al invernadero para hablar con Katsuki, sonrió abrazado al pecho desnudo de Inasa. Porque realmente necesitaba eso, una mano protectora en su espalda. Y un silbido en su oído que le dijera que todo estaba bien, que ya no estaría más solo. 

...

—¿Realmente lo harás?—Shinso observó como Denki buscaba entre sus cosas las herramientas que solía usar para matar personas. Esas mismas que en algún momento habían dañado a un Omega, a una pesa de su misma raza. Era una caja roja oculta bajo su cama, una que no había sido abierta en semanas gracias a su estabilidad mental. El alfa observaba la figura de su compañero de departamento, como la energía movía sus manos. Era extraño verlo así, como si estuviera agradeciendo al tiempo todo. Cómo si estuviera diciendo adiós. 

—Si puedo freír el cerebro de esas cosas, lo haré. Tengo mucho que darle a la sociedad por todo el daño que hice en el pasado, matar a esos prime será un honor para mí. Un boleto de inicio—Shinso se acercó, esa mañana había visto a Katsuki con Izuku, vinieron buscando ayuda y anonimato. Algo que no podían disfrutar mucho teniendo a medio mundo detrás de sus pasos. Antes de irse a Rusia, deseaban acabar con las amenazas grandes en Japón. Cómo Chisaki y los prime.

Denki tembló cuando vio a Katsuki agarrando la mano del ruso. ¿Debería sentirse triste? Entonces, ¿porque no se sentía mal? Lo había marcado, podía percibirlo al verlo juntos, sonriendose como si fueran la última persona del universo. De alguna forma extraña estaba feliz por ellos, porque una vez que sintió la mano de Shinso en su hombro, dándole ánimos para sostenerse en sus propios pies... Entendió que todo el tiempo solo estuvo buscando una mano amiga, no sexo, no besos en la mañana, solo apoyo. Ambos le explicaron que los usuarios prime podían morir con explosiones y grandes descargas eléctricas, Katsuki podía con dos de ellos. Pero necesitaba ayuda de alguien lo suficientemente fuerte para luchar contra los otros dos, y ese era Denki. No era un favor lo que estaba haciendo, Izuku con sus influencias podía limpiar su nombre. Un hombre ruso estaba dispuesto a hacerlo a pesar de todo el prontuario bajo su nombre, podía darle la libertad que tanto estaba buscando. Katsuki había asumido sus crímenes en Japón, pero el resto del mundo lo seguía buscando como un criminal peligroso. E Izuku le podía dar la libertad del mundo y una licencia de héroe válida, la misma que siempre quiso tener cuando era joven. 

Y no solo eso, quería hacerlo para salvar personas. Y también salvarse a sí mismo en el proceso. 

—Yo no te lo dije antes pero... Me alegras que hayas decidido venirte a vivir conmigo. No sabía que me sentía solo hasta que te tenía aquí—Shinso bajó la vista hasta el suelo. Observó sus propios zapatos, como lucían más limpios de lo común porque Denki sabía cómo usar bien la lavadora. El Omega se acercó un poco más a su lado, la diferencia de alturas le dolió porque si fuera un poco más bajo, no podría ver esos lindos ojos ámbar calando los suyos.

—Hitoshi...—tocó su mejilla, el tacto se sintió como lo que era. Amoroso y buscando el afecto en sus movimientos torpes—. Gracias, por todo lo que me has dado. Quiero ir hasta el fin del mundo y encontrar cosas que me gusten pero no quiero hacerlo solo. Si tú quieres... Podemos ir juntos y descubrir qué somos para el otro. Descubrir qué hay detrás de este mundo cruel. 

Shinso sabía que la agencia no quedaría en pie después del escándalo con Katsuki. Tomarse un descanso después de pelear contra humanoides súper fuertes sonaba tan descarado que solo la sonrisa tímida de Denki lo hacía coherente en su mente. Tomó su mano y asintió. Lo ayudaría, por esas noches y la sensación de sanación a su lado. Para ser su amigo y quizás si el destino lo deseaba, algo más con el tiempo. 

...

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