Capítulo XVII:|Follow You|"Prométeme que nunca te irás de mi lado"

Soy una persona que sangró para ser héroe, soy humano pero si conquistando el infierno puedo sostener tu mano, orgulloso seré el demonio de la historia. 

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Al momento de salir de la sala de interrogatorios, Izuku y Shoto vieron a Katsuki con los brazos cruzados en la pared contraria, esperándolos a ambos con una expresión seria dibujada en su rostro. En sus ojos no había emoción, nada se podía descifrar de sus cuencas casi vacías. Observó por un momento a Izuku y luego lo tomó en brazos. Fue cuidadoso con sus heridas y en un silencio que tenía al Sparrow nervioso. ¿Había escuchado las palabras que le dijo a Todoroki? ¿Sintió sus feromonas? ¿Escuchó al agente del gobierno? No quería saber, no quería traicionar sus súplicas de esa forma, su corazón ya era demasiado frágil. Shoto se quedó en su puesto, estático sin poder hacer nada porque el aroma que Bakugō estaba exudando era exclusivo y soberbio, no quería que nadie más lo siguiera así que ahí se guardó. Congelado, con sus pies aferrados al suelo. Por un lado estaba celoso, quería que alguien lo cuidara como el alfa lo estaba haciendo con el Omega. 

Y por otra parte lo encontraba una molestia. 

—Shoto... ¿Estás bien? Tus feromonas son tristes—Inasa se presentó detrás de él, Aizawa había despedido al encargado del gobierno y todos los demás miembros de la agencia tenían permisos de irse a casa por el momento. Aizawa quería trabajar solo, probablemente pensar en una forma de salir airoso de la situación. Tener a Serik en la agencia era demasiado peligroso pero la situación no estaba para detenerse a pensar en sus desventajas. No iban a dejarlo ir. Era una fuente de información privilegiada para el gobierno. 

—No, no estoy bien—Shoto por un momento se quedó en blanco antes de pesar en sus palabras—. ¿Recuerdas lo que dijo mi viejo cuando te conoció?

—Sí, fue incómodo lo que dijo. Estábamos en tu casa, Fuyumi y Natsu querían conocerme antes que nos fuéramos a vivir juntos en el centro—Enji no era partidario de la relación pero tampoco hizo mucho para separarlos. 

—"Si vas a follar a tu mejor amigo, hazlo privado. No quiero que la gente te juzgue por ser homosexual. Te quiero cuidar"—Shoto no sabía lo que tenía en mente Katsuki con respecto a Izuku, pero conocía bien las feromonas de su amigo y nunca había dejado salir las de exclusividad (propias de un alfa ante su amado). Era normal considerando que eran soulmates... Aún así, sentía que su estómago ardía en un sentimiento que deseaba encasillar como envidia. Era molesto, Inasa nunca hizo aquello—. Inasa, ¿arriesgarias tu vida profesional por mí? ¿Me darías una prueba de que somos algo más allá que una razón biológica que nos obliga a estar juntos?

Heterocromático contra oscuro. Sentimiento contra obligación. 

—Shoto, no entiendo lo que estás tratando de decir—decepción. Quería lo que Izuku tenía y no lo podía experimentar con Inasa, su propio destinado, una persona que no podía entregarle sus feromonas siendo que eran transparentes a sus ojos y corazón. Solo follaban porque se sentía bien y correcto, más allá, ninguno de los dos podía empatizar con el corazón. ¡Que molesto era todo! Pero era bueno, mantenía su cabeza lejos de Katsuki e Izuku. Porque por dentro se estaba muriendo por un solo sorbo de lo que ellos tenían y no quería más lástima de los demás. No quería ser el tercer pilar. No eran una manada. Había dejado de existir ese concepto hace muchos años. Ahora solamente estaba siendo un miserable por ellos. 

Anhelaba olvidar.

—Inasa, fóllame aquí mismo, por favor—el alfa de ojos oscuros observó a su destinado y la sangre fluyendo por sus mejillas. Las lágrimas caían por su rostro así que sintió la nostalgia y el dolor en sus entrañas. Desearía entenderlo, desearía saber cada cosa que pensaba pero nunca obtuvieron una conexión de alma. No todos los destinados la obtenían y ellos no eran la excepción. 

Tomó el rostro de Shoto entre sus manos, besándolo como si quisiera a través de su lengua entender el lenguaje de sus sentimientos. Su corazón latía pretendiendo entender, mejorando la comunicación física al llevarlo entre empujes hasta la sala de interrogatorios. Sin importarle que alguien pudiera verlos ahí, quitándole la ropa y dejando entrever que su corazón quería comprenderlo a través de todo su cuerpo. Dejó marcas en su cuello, sobre su yugular y clavícula. Apreciando el sonido de su garganta al hacerlo, el estremecimiento de sus caderas y la necesidad de comprometer sus manos. Con condón en mano y lubricante goteando por los muslos como el elíxir único y existente entre ambos, oprimió con su palma el pecho de Shoto contra el suelo, tomando con la otra mano su cadera. Adentrándose con un movimiento dócil en un principio, jugando un poco con el aire alrededor de sus pulmones, ahogándolo lento para hacerlo sentir en el cielo. El hielo y la cenizas se hicieron parte del aroma, el sonido del lenguaje físico remarcó un llanto indocto. Inasa hubiera deseado entender las penas y ansiedades que embargaban su mente pero cuando era joven y estúpido hizo algo que hasta el día de hoy odiaba. Le había roto el corazón al dejarlo atrás por un trabajo, gracias a ello nunca pudo concretar la necesitada conexión. De no haberlo dejado, ahora estaría acariciando su corazón y no sus caderas. 

Se sentía viejo e intolerante sin realmente serlo. 

...

Katsuki llevó a Izuku hasta el departamento que habían compartido durante semanas para marcharse. Estaba decidido, tenía algo en mente, era arriesgado y claramente descabellado pero era su única opción para salirse con la suya. Ya no confiaba en nadie. Una vez que llegaron, se movió por el sitio con dos maletas en las manos. Tomando las cosas de Izuku, las suyas y echandolas con rapidez al interior. El Omega lo ayudó sin entender bien lo que estaba haciendo así que movió todas sus cosas a la maleta de cuero roja y el alfa a la suya de cuero negro. Todo en un silencio sepulcral. Estuvieron así por media hora hasta que Bakugō se perdió durante unos segundos y fue al baño, Izuku lo siguió y vio con asombro como tenía un fondo falso cerca de la bañera. Había montones de dinero en efectivo, envueltos en bolsas plásticas para evitar la humedad. Era un sitio bastante intelectual para esconder dinero, nadie buscaría en el baño y menos detrás de las cerámicas de la bañera. Después de echar una buena cantidad en un bolso aparte, tomó las maletas y le hizo un ademán al ruso para que lo siguiera. Cerró el departamento con doble llave y bajó por las escaleras de emergencia para internarse en los estacionamientos. Subió las cosas a un pequeño automóvil, lo suficientemente amplio para guardar las cosas y albergar a dos pasajeros.

—¿Para dónde vamos? Sabes que no puedo salir de la ciudad. El gobierno dijo que habrá consecuencias si lo hacemos—Katsuki se subió al auto, ignorando las miradas curiosas de sus vecinos. Ya no le importaba nada, Izuku lo siguió. Se sentó al lado de piloto. Su cuerpo seguía ardiendo en dolor por culpa de las heridas y los hematomas.

—Me vale lo que diga el gobierno, ellos me fallaron cuando mandaron a esa mierda para interrogarte—Izuku se encogió en su asiento. El alfa encendió el automóvil y salió del edificio. Ya no había vuelta atrás para arrepentirse. Era ahora o nunca, solo esperaba que las personas a su alrededor lo entendieran. Si no lo hacían, mal por ellos. 

—¿Escuchaste todo lo que me dijo?—Katsuki efectuó una mueca con sus labios. 

—Sí, hasta la estupidez que le dijiste al dulce de navidad—Izuku se enderezó en el asiento, observó el perfil de Katsuki y como fruncía sus labios al decirlo. Le dolía pera era verdad, tenía que irse del país de lo contrario...

—¡No es una estupidez! Las cosas están mal, si no entrego la llave ellos te harán ir a una cárcel para que... No quiero decirlo, es asqueroso hasta pensarlo—las náuseas subieron por su garganta, no podía respirar bien. Era demasiada tensión y dolor. Katsuki suspiró al oír cómo las palabras quedaban estancadas en su boca, algo cansado del destino que tenía por delante. Nadie lo mando a involucrarse emocionalmente con el Sparrow pero sucedió y no era un cobarde para no afrontar las consecuencias. 

—Hace años, cuando Denki vino a mi para que lo ayudara, me pidió un favor. Quería seguir siendo un criminal, quería irse por las suyas así que lo ayude a fingir su muerte. No fue fácil, mover unos cuantos contactos y dar dinero excesivo. Pero cuando eres héroe las personas te deben favores que el dinero no puede pagar y me deben bastantes favores en este momento—Izuku frunció el ceño, la carretera y su oscuridad hicieron que su corazón pulsara. No podía entender porqué estaba tan nervioso pero entendía las palabras del alfa.

—¿Quieres que yo finja mi muerte? Pero eso no quitaría el hecho que existen miles de prime y los Sparrows... Lilia no se va a detener hasta que todo esto termine. Estaría huyendo como un cobarde, y no soy uno—Katsuki apretó el volante. 

—En realidad esperaba que lo hiciéramos juntos. Conoces Rusia como nadie, sabes cómo desestabilizarlos. Yo soy un héroe especializado en contacto, y aunque no lo creas estuve años en Usa aprendiendo a usar armas. Mi maestro, Jason, era el mejor y su mentor luchaba contra sus miedos vistiendo su peor miedo, eran fenomenales—Katsuki sonrió al recordarlo. Izuku se quedó en su asiento, sintiéndose mal por orillarlo a hacer todo eso, solamente por estar a su lado. Era demasiado, el alfa casi leyendo sus pensamientos prosiguió—. Podríamos ser felices, solo los dos. Sé que no puedo detenerte a vivir de una manera, nadie puede hacerlo pero por un instante quiero ser egoísta. Quiero estar a tu lado. Quiero ser tu hombre y quiero verte decirlo en voz alta cuando estamos solos. 

Izuku perdió el aliento.

—Toda mi vida creí que era un Sparrow, que era el ser perfecto y que debía sangrar para obtener la perfección. Katsuki... Me has dado más de lo que cualquier persona en la tierra podría. Tengo estos sentimientos en mi pecho y quiero saber más—sonrió y tocó ligeramente su pecho—. Quiero ser intrépido, quiero equivocarme, quiero disfrutar del sexo, quiero enamorarme y al mismo tiempo quiero seguir siendo yo mismo. Pero si soy un Omega como todo el mundo lo espera, no lo sé. No quiero quedarme en casa criando cachorros. Esa no es mi vida, quiero ser libre de esas ataduras.

Quiero volar solamente contigo, pensó.

—Puedes equivocarte, enamorarte y ser tú mismo. Nada está escrito, si quieres viajar por el mundo, si quieres ser un asesino de alfas o ser un antihéroe, estaré ahí—Katsuki detuvo el automóvil frente a un edificio, Izuku no sabía si habían llegado, no le interesaba. El alfa se acercó tomando su mano, besando sus nudillos y descansando su rostro en la palma cálida. El Omega perdió su aliento y dejó caer un poco más su coraza, se acercó observando las pequeñas paredes de sus ojos. Como las pupilas solamente lo veían a él, Katsuki pronunció contra sus labios—. Olvidar todo y seguir mi corazón es quizás lo más dependiente y tóxico que podría hacer conmigo mismo, pero si salvamos el mundo y estoy contigo al mismo tiempo, supongo que nada malo puede pasar. ¡Joder, estoy pensando demasiado! ¡Nunca había hecho algo así! 

Izuku restregó ambas narices, dejando que las feromonas tocaran su piel y se quedarán ahí. Marcando territorio. 

—¿Qué hice para merecer tan lindo soulmate?—la sonrisa altiva de Katsuki cambio a un ceño estirado, una mirada antes de caer de la mano al abismo. El beso suplicó contra el deber y apelo por el momento. Estaban dejando sus alientos en los pulmones del otro, acariciando todo con sus labios mientras el tiempo se detenía en la punta de la lengua, que intrépida se movía errática por las palabras. Katsuki quería que el tiempo se detuviera a su alrededor para siempre tenerlo así, contra su boca. Pero ya habían llegado, antes de alejarse depositó un cálido beso en su frente. 

—¿Dónde me has traído?—Izuku preguntó aún tratando de recuperar el aliento. 

—Te traje dónde mis padres, quiero que los conozcas antes de irnos de lleno a Rusia. 

Izuku lo agradeció. 

Cuando bajaron del automóvil, el Omega se dió cuenta que el alfa poseía dinero de nacimiento. La casa se alzaba majestuosa entre tintes verdes y castaños. Era difícil hallar una casa grande en Japón, Katsuki podía presumir trescientos metros cuadrados como mínimo. Se acercaron hasta la entrada, Katsuki en sus postura se veía un poco nervioso. Habían pasado años desde que los había visitado, el trabajo ajetreado de la ciudad lo mantenía en ella, era la excusa que siempre se decía a sí mismo para no sentir culpa por no visitarlos. Su padre era calmado con ello, su madre era el problemas. Si iba a fingir su muerte al lado del Omega, debía ser inteligente y no darle razones a nadie para dudar sobre ello. Aún así, no quería que sus padres estuvieran sufriendo más de cuenta. Señales les daría, las suficientes. Izuku era su señal definitiva de que iba a cruzar el infierno por él. La puerta se abrió después de unos momentos, Mitsuki con la edad seguía siendo atractiva e Izuku vio el parecido entre ambos. Siendo ella alfa y Masaru, escondido detrás de la puerta, también. Los genes venían de ellos, la fuente de las moralidades más profundas de Katsuki estaban hechas en ese lugar. Era acogedor a pesar del ceño fruncido.

—¿Qué mierda estás haciendo aquí?—Katsuki no se esperaba una bienvenida amable, mucho menos que ella le abriera la puerta. Que lo haya hecho era un gran paso. Mitsuki paso de su hijo para ver a Izuku a su lado, casi temblando por el nerviosismo—. ¿Quién es ese niño esquelético?

—Izuku Midoriya, mucho gusto en conocerla señora Bakugō—Mitsuki observó la mano extendida, más la rechazó. Izuku se guardó su saludo al sentir a Katsuki, la furia salió eyectada por sus feromonas. 

—Traes a un omega extranjero a casa después de años lejos, está preñado ¿por eso viniste? ¿Cuánto dinero quieres? ¿No ganas lo suficiente usando esa ropa ridícula?—Katsuki imaginó que sería diferente, que Mitsuki habría cambiando con los años, haciéndola una mujer más amable. Se equivocó, ella seguía manteniendo esa enorme pared de rudeza. 

—Mitsuki no seas así, déjalos pasar. Deben estar cansados—la voz débil de Masaru se escuchó antes de que ella abriera la puerta con una mueca de molestia. El alfa era un ser no dominante, ella era la mayor carga genética en el grupo. Izuku podía ver en ella muchas características de Katsuki, aunque el alfa rubio las había ablandado a su lado con el pasar de los meses. Los cuatro se adentraron con cierta incomodidad, la firma occidental en los muebles dejaba entrever el estilo elegante pero moderno de la familia, el mismo que remarcaba el departamento de Katsuki. Aunque podía ver una batería y un piano al final de la sala de estar, el aroma de Katsuki provenía de ese lugar. Suavemente sobre las teclas, Izuku sabía tocarlo. Podía imaginarse claro de luna de Beethoven bajo los dedos hábiles de alfa. 

—¿Y bien? ¿Están esperando un cachorro o qué?—Katsuki se posicionó al lado de Izuku, cuidándolo con la presencia. Mitsuki observó un poco sorprendida el lenguaje físico de su hijo, no había olores que pudieran indicar alguna gestación pero no conocía al Omega y le preocupaba lo sobreprotector que era Katsuki con él. El amor era una arma de doble filo y no le gustaría ver a su hijo en esa situación, dejando sus aspiraciones por emociones pasajeras. 

—¿No puedo simplemente venir a saludar?, no soy un maldito insensible—Masaru observó a Izuku, hallando algo extraño en él. 

—Ustedes no están emparejados, ¿por qué huelen como si lo estuvieran?—la ciencia del aroma era curiosa, el aroma se quedaba impregnado en la piel siempre y cuando hubieran sentimientos fuertes. Izuku lo sabía, quería aprender más de las sensaciones que su pecho estaba sintiendo al lado del alfa. 

—Porque me gusta su hijo, vinimos aquí para saludar. Eso es todo—Mitsuki observó como Izuku tomaba la mano de Katsuki, el tacto firme de la mano delgada denotaba cierto temor. 

—No, ustedes vinieron a despedirse. ¿Qué cagada hicieron?—quizás era el sexto sentido de una madre, quizá podía leer en los ojos rojos el sentimiento perdido del sacrificio voluntario por el Omega. Katsuki nunca había empatizado con sus amantes y el muchacho delante suyo no tenía marca, no tenía nada suyo, excepto un aroma territorial que lo era todo. Eran más que solo dos amantes—. Prepararé té, y me hablarán. Por el momento pueden dejar sus cosas por ahí, Katsuki arregla tu habitación si te quedarás la noche aquí. 

Todos suspiraron, finalmente obteniendo un poco de aire puro en los pulmones, las feromonas se dispersaron y el ambiente se tornó cómodo. Izuku observó a Katsuki y como este veía a su madre irse a la cocina, él realmente estaba preocupado por ella. Si el plan de Katsuki salía bien, irse a Rusia para acabar con los Sparrows era una misión suicida. Morirían de mentira en Japón pero nada garantizaban que no lo hicieran real en Siberia. Por un instante, quería imaginar que solamente se estaban presentando para decirles que estarían juntos.

—Vamos, te mostraré mi habitación—Izuku lo siguió por las escaleras, la casa era enorme pero no podría ser llamada mansión propiamente tal. Era más una casona que fácilmente podría albergar doce personas. Era una casona para que una manada viviera ahí. Se imaginó la infancia de Katsuki ahí y de cierta manera le pareció triste. Todoroki había dicho en varias ocasiones que Katsuki no tenía amigos, solo admiradores que adulaban su comportamiento altivo. Nadie nunca lo había visto como un igual, Kirishima podía entrar en esa categoría pero no traspasaba la barrera mental que él mismo alfa ponía en reiteradas ocasiones. Era la única persona que había visto vestigios voluntarios de debilidad... Se sentía especial con ello.

Katsuki abrió la puerta de una habitación, la más alejada de la casa. El lugar era el tercer piso, tenía una ventana que daba justamente con la sección más privilegiada de la vista, habían pilares pintados con barniz y múltiples cajas que no tenían polvo. Incluso la cama aferrada al suelo poseían mantas limpias. La madre de Katsuki se había preocupado de limpiar periódicamente el sitio. Izuku camino hasta un repisa llenas mangas, sacando alguno que otro para ver contenido variados. Habían varios libros, entre ellos de fantasía. Cómo Fuego y sangre.  Todos y cada uno de ellos estaban impolutos, ni siquiera había señal de que el alfa los hubiera leído excepto por el aroma más joven suyo en las hojas viejas. Sonrió débilmente al ver una fotografía suya de hace años, Katsuki debería tener unos cinco años cuando fue tomada. No sonreía pero podía adivinar que detrás de su mueca habían dientes menos. Conocerlo de esa manera, podía presumir que había visto todo de él. De alguna manera sentía que le estaba enseñando materias de su vida. 

—Crecí aquí pensando que sería el mejor heroe del mundo y que salvaría a todos. Nunca imaginé tener a alguien ajeno entre estas paredes—Izuku se alejó de repisa y se sentó en la cama. Era firme. 

—Sabes que podríamos follar aquí, la habitación se ve bien aislada, puedo contener mi voz si quieres. Nuestra primera vez como adolescentes enamorados—Katsuki negó divertido, se sentó a su lado en la cama, ignorando la broma del Omega. 

—Eres imposible. 

—Gracias—Izuku se acercó tomando su brazo, levantandolo para abrazarlo. Katsuki lo recibió acariciando su espalda baja—. Nunca imaginé que me traerías hasta tu casa. Me tratas como si realmente fuera importante. 

—Lo eres, eres la persona más importante en mi vida—Izuku sonrió, algunas lágrimas se deslizaron por su rostro. No esperaba ser tratado con tanto amor, el alfa lo estaba trayendo a la vida con todas esas atenciones. Hubiera deseado ser normal, no tener en sus manos el destino de una generación completa. Todo para planear una vida a su lado y no una invasión que podía llevarlos a la muerte. 

... .

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