Capítulo XIV:|Stuck With Me|"Realizando que soy menos importante"
"La verdad es que estoy jodido, ellos lo saben cuando no puedo siquiera levantarme de la cama. Lo intento porque me dicen que no hay nadie como yo, pero es mentira. Soy una persona reemplazable. Todo lo que hago siempre será olvidable".
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Izuku no era un idiota, sabía que tenía que irse cuanto antes del departamento de Katsuki. Había sido desobediente y con Lilia sabiéndolo, solo podía significar una cosa; una enorme diana sobre su cabeza. Y antes de seguir dando problemas a un inocente, quería salir sin hacer mayor escándalo. Tomó todas sus cosas y las que consideró suyas bajo su propio criterio. Como el poleron negro que el alfa rubio usaba para entrenar fuera de los horarios. Al tomarlo entre sus dedos, acarició la tela y por unos instantes abrazó la prenda tratando de hallar fuerza en ella. Una parte de sí mismo no quería irse, dejando la responsabilidad de las consecuencias en otras manos. Era egoísta pero no lo suficiente para hacerlo así, no quería arruinarlo. El alfa poseía varios problemas en sus hombros, no necesitaba otros más.
Fue hasta la cocina y sintió nostalgia al ver el Goulash frío; Katsuki se había esmerado mucho en aprender sobre la comida cercana a su cultura, aún teniendo poco tiempo para sí mismo. ¿Por qué lo había intentado tanto? Pensarlo demasiado solo le hacía daño, porque las dudas se cernían en su mente. Las cadenas de su corazón no eran tan fuertes como para superar el problema sin siquiera sentirse culpable.
Pero estaba decidido y no había vuelta atrás.
Irse sin dar una explicación era de mala educación así que tomó una hoja de su libro de notas, escribió sobre ella un mensaje y pudo sentir las traidoras lágrimas recorrer sus mejillas. Las limpió rápidamente porque no era tiempo para ser débil, no ahora. Limpió su escencia del departamento y se fué, dejando poco y nada de lo que alguna vez guardó. Solo un poco de basura y ya. Al salir, le pidió al conserje que no le dijera nada a Katsuki y que cuidara el departamento mientras se ausentaba. El hombre amablemente accedió en todo lo posible.
Izuku se fue ese día en la madrugada, su espalda ya no dolía tanto y su rostro lucía casi normal de no ser por un pequeño hematoma en su ojo derecho. La cicatriz de su ceja solo era una línea rosada en su piel pecosa. No se había maquillado y las ojeras marcaban bien el cansancio de las últimas horas. Habría ocultado todo eso pero ya no le importaba, no tenía que seducir a nadie y eso lo agradecía. Al menos por el momento, porque tenía que ir tras Chisaki y por algún motivo sentía que atraparlo sería difícil.
Incluso mucho más de lo que había imaginado.
Con bolso en el hombro, llegó a una habitación pequeña, apenas unos metros cuadrados para dormir. Tenía efectivo pero no el suficiente para optar por una habitación grande así que estaba bien, no tenía que usar la tarjeta. Eso le haría más fácil el trabajo a su cazador y deseaba tener un poco más de tiempo. Se acomodó en el tatami para dormir. Sin embargo, le fue imposible hacerlo porque hacía un poco de frío y no estaba ahí el alfa para entregarle calor. Tomó el poleron y se lo puso encima de su ropa, nunca se había dado cuenta lo pequeño que era hasta ese momento y de alguna manera se sentía incómodo con ello. Se acomodó con unas mantas encima, se encogió y en cosa de minutos consolidó el sueño. Pero ese día, solamente obtuvo pesadillas sobre perderlo todo. Y por alguna razón aún más cruel, no pudo despertar hasta la noche, en donde sus ojos se vieron gravemente afectados por el montón de lágrimas que soltó a lo largo del día. Pero estaba bien, para ese entonces Katsuki estaría en su departamento, sano y sin problemas innecesarios. Solo debía acabar con los mafiosos e irse. Si tenía un poco de suerte, sus padres no intervendrian en el tema. Y eso haría todo más fácil, podía ignorarlos y seguir con su vida sin mayor preámbulo.
Fue a un baño público y se bañó viendo a los Omegas con sus lindas marcas, adornando sus cuellos con orgullo. Se veían tan seguros, tan compactos en su realidad mentirosa. Dependiendo de una persona que nunca los amaría por completo, porque la marca lo ocultaba todo, las mentiras y el dolor de la decepción. Era triste y más cuando su propio cuerpo le decía de vez en cuando que tenía que buscar pareja, que sufrir celos con Omegas cada vez era más doloroso y sin importar lo mucho que estuviera acostumbrado a ello, se sentía incompleto. Porque el poder... Honestamente ya no le importaba, lo había perdido todo después de enterarse que era un bastardo. Además, seguía siendo un Omega como cualquier otro.
Sacudió su cabeza en desaprobación de su propio pensamiento y cuando volvió a su habitación se maquillo para ir al club de Chisaki; su cuello ahora tenía un collar de cuero negro, era asfixiante. Por un momento se imaginó con una marca, y la sonrisa canina de Katsuki apareció en su mente. Quizás era inevitable pensar en él, porque fue demasiado dulce en momentos importantes, porque era diferente a los demás y más porque le gustaba un poco. Pero podía luchar contra el sentimiento. Sabía cómo ser miserable, toda su vida lo había sido, no era nada nuevo.
Siempre había estado solo. No se sentía como un extraño frente a ella. A la soledad.
(...)
El club de Chisaki era exclusivo para alfas dominantes. Poseía a las Omegas más particulares del mundo. Entre ellas, muchas extranjeras buscando una mejor vida y otras disfrutando de la atención prestada por los clientes, no se practicaba la prostitución porque solamente podían tocar superficialmente dentro del local y las féminas tenían absolutamente prohibido prestar servicios fuera del alcance económico de Kai. El tipo era inteligente, cubría sus cabezas simulando preocupación por su dignidad pero Izuku sabía que solamente era para evitar embarazos indeseados. Él mismo había visto la peor parte de esos sitios, mentiras en paredes de terciopelo. Abortos insalubres detrás de la puerta de de los baños y hematomas bajo el maquillaje brillante. Una realidad bastante amarga y aún así más real que cualquier otra.
Mimetizarse entre los clientes era difícil, así que optó por la parte pesada. Sobornar unas cuantas personas y ser un bailarín. No era la primera vez en su vida interpretando un hombre acostumbrado a ser el placer visual, en Ibiza tuvo que ser amante de un hombre poderoso y conocía sus gustos exquisitos por el baile. Sin embargo, no estaba tratando de llamar la atención de un hombre con más dinero que inteligencia, Chisaki era su objetivo. El líder de las ocho mafias más peligrosas de todo Japón. Hubo un cambio de turno y la música comenzó a sonar en todo el lugar, Izuku aprovechó ese momento para salir a un pequeño escenario en una esquina del club. Con su traje de sirvienta apegado a su cuerpo, con una peluca roja y los ojos delineados, sonrió al primer hombre que mostró interés. No fue difícil llamar la atención total, era el único Omega en ese sitio. Fue cosa de minutos, moviéndose como si tuviera una serpiente en sus hombros, veleidoso e inalcanzable; y los ojos lima ya lo habían visto. La sorpresa en sus ojos estaba ausente y solamente la emoción del disfrute se marcaba en ellos.
El Sparrow lo invitó con la mirada a atreverse, a mostrar las garras que le gustaba tanto hundir en cuerpos inocentes. El hombre no se hizo de rogar, se levantó de su asiento, abandonando a las Omegas que lo estaban atendiendo, y se acercó hasta el pequeño escenario. Los clientes intentaron negociar con él una salida para probar la virtud de la nueva atracción en el club pero Chisaki solamente alzó una mano, y todos ellos guardaron un silencio sepulcral. Izuku siguió bailando, ignorando a cada momento que el mafioso estaba acortando distancias.
—Es raro ver a un Sparrow aquí—Chisaki habló en ruso, Izuku dejó de bailar y se acercó hasta el alfa, ocultando muy bien el desagrado de sus ojos en una sonrisa amable.
—¿Curioso?—Chisaki movió su mano, un dispositivo brillo en ella y negó.
—No pequeño, muy peligroso—Izuku esquivo en menos de un segundo al hombre que lo intentó atacar con un cuchillo, pero no fue por mucho tiempo. Porque notó la familiaridad en su rostro extranjero, André. Un encargado de informática en el departamento de información. Había ido con él una cinco veces para conocer los detalles de algunas víctimas en la base de datos del castillo de Moscú. Era amable, a pesar de que no tenía una particularidad. El alfa siempre sonreía con sus lentes gruesos y esos ojos celestes esperanzados. Diciendo lo mucho que amaba a su perro labrador. André siempre le había dicho que quería viajar a Puerto Rico, porque no le gustaba el frío y la violencia de los Sparrows. Izuku siempre lo considero inferior y débil por eso, hasta que entendió en ese momento lo que quería decir.
Quería ser libre de las responsabilidades.
—André, ¿qué ocurre? ¿Por qué estás trabajando con el enemigo? ¡Responde!—el hombre no le hizo caso, ni escuchó sus palabras. Simplemente lo atacó, los clientes y trabajadores del club salieron corriendo del establecimiento. Chisaki se sentó en un sillón mientras se ponía su máscara de pájaro. Odiaba el desorden y el polvo pero tenía que ver la destrucción del pequeño gorrión. El mejor de la selección 098 tenía que ser destruido de forma excelsa.
—Oh, pequeño Sparrow no te esfuerces. Él nunca te escuchará—Izuku apretó los dientes, sacó sus látigos e intentó detener el accionar de André pero el hombre rompió sus fuerzas y lo atacó llegando a su cuello, apretándolo mientras Izuku lo tomaba con sus piernas para azotar su cabeza en el suelo. Usar sus látigos no tendría ninguna ventaja por el momento, sacó un cuchillo de debajo de su falda de sirvienta y se acercó hasta el ruso. André lo recibió para luego arrojarlo lejos en un movimiento, el cruento golpe contra un pilar hizo a Izuku perder momentáneamente la vista. Esa fuerza no era humana y él era un quirkless. No lo entendía, pero sabía una cosa. Era morir o ganar, porque ya podía saborear la sangre en su lengua.
—¿Qué le hiciste, maldito imbécil?—Chisaki vio como Izuku se levantaba, pero André llegó a su lado. Tomándolo del pelo, observándolo con odio. Izuku uso su látigo para atravesarle el pecho como último recurso. Él y Kai vieron con asombro como la carne se recontruía. Decir que no poseyó miedo, sería mentirse a sí mismo. Se había rendido antes, pero no lo iba hacer ahora. Con el cuchillo le cortó la mano a André, el hombre ni siquiera se quejó cuando su extremidad cayó al suelo de terciopelo. Nada de expresión en su semblante, ni siquiera parecía humano.
—No es increíble lo que puede hacer un poco de ciencia en los puros—André se detuvo gracias a las indicaciones de Chisaki, Izuku estaba de rodillas en el suelo, imaginando mil formas de acabar con ambos—. Los Sparrows hicieron un intercambio conmigo, cuatro iguales a este chico y todo por la pequeña Eri. No necesito a la nena cuando puedo exterminarlos a todos con mis soldados prime.
—¿Qué droga fumaste? Eso es imposible, los Sparrows no somos unos malditos traficantes de personas—el dolor en la espalda volvió en forma de calambres, atravesando cada uno de sus músculos. Luchaba por mantenerse lúcido más el dolor era insoportable.
—De hecho no, pequeño. Ellos te enviaron aquí porque Denki estuvo haciendo de las suyas, ¿no es así?—Chisaki lo observó con ira—. Bueno, Katsuki tomó la responsabilidad de esos actos y te dejo con un fracaso abismal. Perdiste gracias a ellos. Pero lo que no sabes es que yo envié todos esos alfas porque sabía que Denki los mataría para defenderse. También sabía que Lilia te mandaría aquí, porque era un problema grande, porque alguien le dijo a las autoridades correctas que los Sparrows eran increíbles. Y era obvio que ella mandaría al mejor.
—¿De qué estás hablando?—frunciendo el ceño.
—Incluso tome esos archivos, llame al psicópata de Will solo para este momento. ¿Crees que necesito una receta con grasa humana para sacar la droga del país? Estas equivocado, yo no tengo carniceros, nadie está matando Omegas. Todo lo que hice fue para traerte aquí, y verte fallar misión tras misión.
—¿Por qué harías eso?
—Eres el más fuerte de los Sparrows, ¿no? ¿te acuerdas cómo obtuviste ese título? ¿Recuerdas a quién mataste, pedazo de mierda extranjera?—Izuku lo recordó. Hace algunos años en Budapest, cuando un Omega decidió traicionar a la organización y tuvo que encargarse personalmente de él. Después de acabar con su vida, de estar casi dos meses en coma, despertó con Lilia aplaudiendo a los pies de la cama y diciéndole que ahora se había coronado como el mejor. Nunca hizo preguntas del pasado y simplemente siguió las reglas. Ahora Chisaki estaba delante suyo, con los ojos encendidos en dolor e ira—. Mataste a Borja, mi destinado. Enviado a Japón para recolectar información sobre los héroes hace años. ¿Sabes lo doloroso que fue verlo irse a Rusia? ¿Sabes lo vacío que es vivir sabiendo que una noche simplemente dejaste de sentirlo por un imbécil que lo mató por escoger un camino diferente? Podría matarte con mis propias manos y no se compararía. Nada sería capaz de hacerlo más que quitarte todo, tal como lo hiciste tú.
Se había descuidado con Will y muchas personas habían acabado muertas por ello; hace unos años Chisaki no era ningún santo, Borja tampoco iba a ser un ángel. Sí, lo asesinó y él también casi lo hizo. Pero no estaba en su mente arrepentirse por eso. Observó a Chisaki con una sonrisa satisfecha en los labios. El hombre cambió la expresión, se alejó y André comenzó nuevamente a atacar a Izuku. Pero él ya tenía un plan en mente. Saco del escote de su traje un explosivo de corto alcance, se acercó corriendo a André, abriéndole la boca con sus látigos y enterrando el pequeño explosivo en su garganta. Chisaki salió huyendo, evidentemente con la batalla perdida porque André se había tragado el dispositivo. Lo último que vio Izuku fue como el ex Sparrow se hacía cientos de pedazos en frente suyo, con la onda expansiva enviándolo lejos.
Todo hubiera sido perfecto de no ser por la viga que cedió y atrapó su brazo derecho en un movimiento brusco. El grito agónico, y la sonrisa maníaca de Chisaki al ver a Izuku rendido bajo un trozo de madera fue el panorama perfecto. El mejor de la generación 098 había acabado con un prime a costa de su brazo derecho. No eran tan inmortales como se veían pero el alfa estaba seguro que los héroes no le ganarían a los cuatro restantes. Las sirenas de la policía resonaron lejos y Chisaki aprovechó para salir del lugar, Izuku intentó huir pero solamente obtuvo que su herida se desgarrara más. En consecuencia, la sangre no paraba de salir, y su último pensamiento fue ver a Katsuki por otro instante.
Un mísero instante antes de caer al frío.
(...)
Katsuki salió del hospital con doce horas de reposo, gracias a su metabolismo de alfa puro, no iba a estar tanto tiempo en casa. Y lo agradecía, porque su pecho seguía ardiendo pero parte de ese dolor no provenía del malestar físico. Y al abrir la puerta de su departamento, lo comprobó. Nada, solo una nota vaga en la cocina. Eso era todo lo que Izuku le había dejado después de entregar partes de sí mismo que no pensó que siquiera existiesen. Tomó el papel y lo explotó en su mano, ni siquiera lo leyó. Simplemente se sentó en su sillón y descansó con las piernas débiles, cerrando los ojos por unos instante y sintiendo un leve aroma dulce en la basura. Enojado fue hasta ahí y vio las vendas con sangre, el cabello en trozos y el celular descompuesto. Su corazón dolió con más fuerza, sí, podía estar enojado con él por ser un jodido cobarde al irse así como así pero también estaba preocupado porque era su compañero. Poco menos de tres meses trabajando codo a codo, y unas semanas viviendo juntos. Durmiendo juntos, acostumbrándose a verlo en las mañanas, con los ojos tan hinchados que sus pesadillas nunca parecían dejarlo ir. A veces, sin que él se diera cuenta, besaba su frente. Deseando de alguna manera protegerlo de ellas. Quizá lo que más le dolía del tema era que Izuku se había ido con él, con frialdad. Sobretodo porque su corazón se quemaba. Con todo lo relacionado a él, siempre respondía de una manera que no desearía sentir.
—Maldita sea, el imbécil de Todoroki tenía razón—arrugó la bolsa de basura en el recipiente y fue hasta el baño. Al llegar a la habitación, una presencia vacía lo hizo recordar lo solo que siempre había estado. Todoroki no se quedaba, y los otros amantes nunca fueron tan importantes como para recordar sus nombres. Izuku era especial, siempre lo sería. Arrugó la nariz cuando su teléfono comenzó a sonar. No respondió porque no conocía el número. Tres, cinco, doce llamadas perdidas hasta que contestó y lo primero que escuchó fue un insulto en ruso.
—¡Plokho rozhdennyy!—Shindo al otro lado de la línea se escuchaba desesperado, estuvo tentado en cortar pero su propia curiosidad lo condenó—. ¡¿No te bastaba con ser su maldito soulmate, blyat!? ¡No, lo hiciste desertar! ¡Dame con Izuku en este instante! ¡Haré que traiga su culo ruso hasta aquí!
—¿De qué mierda estás hablando, gritón de mierda? ¿Desertar? ¿Y que mierda es un soulmate?—Shindo se detuvo un instante. Si él no sabía sobre ello solo podía significar una cosa.
—Izuku no está contigo.
—No, se fue hace unas horas de mi departamento—Katsuki sintió un tirón en su pecho, estaba agotado y quería descansar antes de ir a la agencia. Los padres de Izuku estaban dando más de un problema a los héroes. Y quería contribuir en su localización, además, una parte de sí mismo creía que podía encontrarse con el Omega al dar con ellos.
—Pero la última localización de su celular fue en tu jodido departamento, ¿entonces, dónde mierda está?—Katsuki no tenía tiempo para esto.
—¡¿Qué mierda voy a saber yo?! ¡¿Tengo cara de ser un jodido rastreador!? Se fue, y dejó una nota de mierda—Shindo tembló, Izuku se había despedido en esa nota, estaba seguro. A él no le gustaban las despedidas y siempre dejaba detalles para sus personas más preciadas. Su pecho ardió pero no había tiempo para celos.
—Él no debería estar solo—se apresuró en decir.
—Quizás está mejor solo, no te has puesto a pensar en que está cansado de toda la mierda que lo rodea. Ustedes no son precisamente los malditos scouts—Katsuki le espetó.
—No japonés, si está solo lo matarán—perdió el aliento. A su mente vinieron las mañanas del fin de semana, en donde Izuku usaba lencería erótica para tentar y lo miraba con ternura cuando lo ignoraba. No quería decirle que estaba a un solo milímetro de quitarle la ropa y hacerlo suyo en la cocina, pero siempre volvía el resentimiento de arruinarlo. Con Denki lo había hecho, incluso le había pedido a Shinso que lo cuidara mientras él buscaba su camino. El alfa de cabellos índigo no tuvo problemas, incluso le comentó que estaba mejor. Con la cabeza llena de hamburguesas de queso. De cierta manera se sentía aliviado pero siempre estaba el sentimiento culpable. E Izuku, era un tema similar pero aparte. No quería limitar su compañerismo a un poco de sexo sin importancia. Quería más.
—¿De qué mierda estás hablando cabeza de vodka?—Katsuki no lo entendía. ¿Quién lo iba a matar? Y ese dolor... ¿Por qué tenía que sentirlo tan a flor de piel? Shindo apretó el aparato en sus manos, no tenía que revelar información clasificada pero el Omega era mucho más importante que unas estúpidas reglas.
—Mira, te enviaré un archivo para que lo veas. Será del cazador de Izuku. Tienes que borrarlo seis horas después, ni más ni menos. Ahora escúchame cabeza de cactus, al desobedecer una orden, él desertó oficialmente de la organización. Eso significa que lo están cazando para matarlo, los secretos de los Sparrows no pueden transparentarse y el desertor es asesinado para asegurar aquello. Si está solo y no hay nadie ahí para protegerlo, morirá. Él te aprecia más que a los demás y se fue de ahí para protegerte. No podrá solo, tienes que ayudarlo. ¿Me entendiste?—Katsuki ahora quería leer la nota y se sentía un imbécil por explotarla. Corto la llamada, recibió el archivo en su celular y con el abrigo en la mano se fue. No tenía tiempo de descansar, tenía que hallarlo antes que el cazador. Su instinto rugía por protegerlo.
Y no iba a negarse, nunca más.
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