Capítulo V:|911|"Creo que le gusta ver el dolor en mis ojos"
Denki sentía como la sangre fluía por sus venas, la electricidad cayendo desde sus dedos hasta el suelo, hasta su piel brillante con cabellos bermejos y negros.
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Fumar era algo común para su rutina nocturna, desde que comenzó a cobrar por hacer favores a omegas oprimidos, se ganó una buena fortuna. La suficiente para tener su propio departamento, uno mediano y tan cómodo que la sala principal poseía un pequeño balcón que cada noche le dejaba ver la luna en otoño. Con las luces apagadas, con la mano ocupada en ello y su cabeza dolorida por el rechazo de su alfa, era medianamente feliz. Quizá, muy dentro de su ser, deseaba ser libre de las cadenas que lo entrelazaban a Katsuki pero, ¿qué sería de su vida sin un objetivo alterno a ser justiciero? No podía tener hijos, no deseaba tenerlos a menos que fuera con el rubio ceniza, y su cuerpo parecía entenderlo. Porque cada vez que yacía con su amante, sin ningún tipo de protección, nunca había quedado embarazado. Y eran años de placer no correspondido, no solo unas semanas cayendo en la cama a su lado. No, años en los que deseó que algo lo atara a una persona que no fuera Katsuki. Sin embargo, su cuerpo lo castigaba, su cabeza también y hasta su alfa lo hacía. Estaba condenado y la única persona que no lo juzgaba por sus cruentas acciones era él...
La puerta sonó tres veces, un sonido suave en contraste bajo los nudillos planos. Denki se puso de pie, sin prender las luces, y abrió la puerta con un suspiro aliviado. Sus ojos eran carmín, una copia casi exacta a aquellos. Una que claramente podía engañar a su cerebro y mentirle que se estaba acostando con Katsuki, y no con Eijirou. En su mano libre siempre traía comida, algo que dejar por ahí para entregarle un poco de recuerdos. Cada cuatro días se acoplaban en su pecho y consumía sus problemas en sus labios, saboreando la tristeza que ninguno de los dos podía ocultar. Eran honestos y llenos de cicatrices en el amor, Denki lo deseaba, sus cuerpos eran similares y si mantenía silencio, podía cerrar sus ojos ámbar y nombrarlo. A Kirishima no le importaba, nunca decía nada sobre la pronunciación en mitad del sexo. Solamente estaban las lágrimas saladas que seguían a las gotas de sudor, cayendo por sus mejillas hasta acabar en su mentón, en su boca, en los mismos labios de Kaminari.
En la misma lástima.
—Gracias por venir—Denki sonrió de medio lado, dejó a un lado el cigarrillo que estaba quemando en sus pulmones y le permitió entrar. El sonido de la puerta cerrándose formó un silencio sepulcral. Solo el sonido de la ciudad a los lejos rompían esa atmósfera dolorosa.
Kirishima dejó a un lado las bolsas, se acercó hasta su rostro y depositó un beso en su frente. Sus labios antes del sexo se sentían secos, incorrectos. Observó la figura del Omega, con su ropa grande, apenas cubriendo sus piernas y sus pies. Tan débil, tan roto que era fácil acabar con su inocencia y morder su cuello, quitarle de una vez por todas esa dependencia enfermiza que poseía por Katsuki. Lo amaba, desde el primer día que lo vio en la UA, efectuando un papel que se veía tan falso que fue la única persona que notó las curvas en su cuerpo. Eijirou lo sabía, su olfato nunca lo traicionó y tampoco lo hizo con Kaminari y ese ligero aroma a rosas en su piel. Pero, él día que su mejor amigo le dijo que eran destinados, todo a su alrededor se volvió gris. Quizás era un dramático, tal vez cada vez que lloraba en su bañera estaba exagerando. ¿Qué hacer cuando lo único que puede obtener es una noche a la semana? Pero también estaba la imagen destruida de Izuku en su escritorio y no, no podía seguir soportando. Denki estaba sobrepasando el límite.
—¿Por qué lo hiciste?—Denki observó sus ojos rojos, la tristeza y la culpa embargando cada milímetro. Entendió inmediatamente a lo que se refería. ¿Qué tenía ese Omega? ¿Por qué todos lo protegían? Quizás esa energía erótica que irradiaba le ayudaba a obtener más empatía. Tal vez nada. Simplemente belleza pero ¿por qué estaba temblando?
—Eijirou... ¿tú también sientes algo por él?—Kirishima inmediatamente negó y el extraño temor de Kaminari se dispersó, ¿por qué sintió temor? Por un instante no existió Katsuki, solo temor de perderlo a él. Un amigo, su amante y la persona que le acariciaba el cabello cada vez que rompía en llanto por culpa de un hombre que no le pertenecía emocionalmente.
—No, lo único que deseo es que dejes de actuar como un niño revoltoso. Ya no eres nada de eso, lo heriste. Quizás para siempre, ¿puedes vivir con eso? ¿puedes vivir arriesgándote cada día?—y entonces la ira se apoderó de su cabeza. Intentó enojarse con Kirishima, intentó gritarle y decirle que el ruso no era nadie para dañarlo. Pero no pudo, no era capaz de pensarlo. No era capaz de tomar a Eijirou como un enemigo y odiarlo. Así que le dijo la verdad.
—Cuando quise hablar con Katsuki sobre un problema, él estaba ahí. Los vi pelear casi como si estuvieran jugando, la química que había entre ambos era innegable y no me resisti. Apenas lo ví cerca, le arroje un ataque con todo lo que tenía. Debió perder el brazo, debió morirse pero era resistente y cuando lo fui a interrogar en el edificio, sonreía tan altivo que lo ataque sin hacer preguntas—Kirishima observó como Denki se desplomaba a pequeñas lágrimas saladas, no soportó eso y lo tomó entre sus brazos cálidos. El calor que traspasaba la ropa le dió la fuerza suficiente a Kaminari para continuar—. He estado teniendo estos pensamientos horribles sobre las chicas que están cerca de Katsuki, es extraño pero se siente tan bien que no hay forma de hacerme sentir mal o culpable.
Kirishima sentía que el abismo ya había consumido a su amigo. La oscuridad se cernía en su interior y no podía quedarse ahí sin hacer nada, pero lo iba hacer. Las cosas se estaban volviendo complicadas y sabía cómo iban a terminar. No quería pensar en ello pero era un destino certero. Kaminari no podía seguir en las sombras, no encajaba en la vida de los héroes y siendo un villano ya era más que buscado. No lo iban a encerrar, la pena de muerte era su destino. Ahora estaba ahí, como un cobarde. Abrazándolo como si el tiempo se detuviera y nada más importara. Denki sonrió cuando el cariño llegó hasta su corazón, estaba tan solo que no podía entender ese gesto. Cada tacto de Eijirou era tan calmante que fácilmente sería feliz ahí, muriendo en sus brazos pero luego estaba ese deseo de acabar. Consumiendo cada parte cuerda de su cabeza; manteniéndolo demente. Se alejó un momento y vio los ojos rojos, acercó sus labios hasta los suyos y hubo un movimiento que no acabó en un beso.
—Kirishima, ¿me odias? ¿También me vas a rechazar? ¿serás Katsuki en este sentido de mi vida?—la diferencia de altura lo hizo ponerse en las puntas de sus pies, buscando sus labios. Kirishima intentó resistir, su cabeza gritaba y no. Los besos no acabarían solamente ahí.
—Sabes que nunca haría eso, te amo. Pero no quiero que algo malo te pase, él es fuerte y no está solo—Denki con sus últimas palabras se detuvo, la sangre de Kirishima se calmó también pero ya estaba en su sur. Creando un problema.
—¿A qué te refieres?—Denki notó la reacción biológica, lentamente bajó sus manos. Acariciando su miembro, con la mano derecha.
—Alguien lo visitó en el hospital, fui a verlo y ahí estaba con un alfa. Parecía un doctor pero no hablaba japonés, ambos estaban hablando en ruso. No entendí nada pero en sus ojos oscuros pude ver algo—Kirishima se mordió el labio, Kaminari sonrió y apoyó la cabeza en su pecho. Deslizó su mano por debajo de la tela holgada, tomando con su mano caliente la carne. Kirishima siguió el hilo de la conversación como pudo, apenas—. Ví esa forma en la que lo miraba, es la misma que yo tengo cada vez que pienso en tí. Si ese alfa lo ama, quizás es un Sparrow. Y si es así, buscará venganza por lo de su mano. Yo lo haría. Los rusos son cosa seria, nada los hace más fuerte que el invierno y la crueldad de su país por la perfección innata.
Denki pensó pero su mano se movía sola alrededor de la polla de Kirishima, su aroma y la forma que su corazón pulsaba cada pensamiento que poseía, no habían ideas para acabar con el ruso. Necesitaba ayuda, necesitaba ser follado para poner en orden su mente dolorida. Alzó nuevamente su boca, está vez no hubo rechazos. Los labios de Eijirou llenaron su boca, chupando su lengua y explorando su propia inocencia. El sabor del tabaco, caminando entre los labios de ambos, extasiaron el momento y no hubo dudas para pequeñeces. Kirishima tomó en brazos al Omega, con su pequeño cuerpo era fácil, sencillo moverlo hasta el sillón y quitarle de una sola jalada su camisa grande. Kaminari estaba desnudo ante sus ojos, ese cuerpo no le pertenecía, el dueño era su mejor amigo, y en ese momento no podía importarle lo suficiente. La oscuridad ayudaba mucho a ocultar los pensamientos culpables. Se acomodaron en el sillón, Denki sobre su regazo y Eijirou tomando sus caderas. Ambos respirando sobre sus labios.
—No sé qué hacer...—Kaminari apoyo su cabeza en el hombro izquierdo del alfa, se acercó hasta el cuello y lamió su piel, ese sabor semi salado lo volvía loco. Kirishima tembló, y en un susurró Denki le preguntó—. Dame un consejo Eijirou, ¿qué debería hacer?
—Olvídalo, vámonos a Usa. Ahí me ofrecieron trabajo hace unas semanas y haríamos juntos nuestra vida. Podrías quedarte en casa, o trabajar a mi lado en una agencia de héroes. Con otro nombre, con otros aires—Denki realmente se imaginó esa vida, junto a él. Con niños por ahí, viviendo Navidad como una festividad religiosa y no una romántica.
—Seriamos felices—las palabras escaparon de sus labios, y los ojos de Kirishima se iluminaron. Tanto que Denki pudo oír su voz alegre, casi enajenada.
—¡Exacto, solo tú y yo! Cómo hace años en la UA—estaba aterrado, las cadenas de su cabeza lo mantenían en una sola frase.
"Esa no es mi vida, no la merezco. Yo no te merezco..."
Era una campanada constante, resonaba y resonaba en su cabeza con tanta fuerza que no podía concentrarse y respirar hondo. Kirishima era un buen hombre, el mejor que había conocido en su vida. Desde siempre sonriendo como si quisiera salvarlo, pero sabía que con él se rendía y a la vez no. Le mentía en la cara, Denki sabía que sus palabras eran mitad verdad y mitad mentira. Tomaba solo las que consideraba verdad, y podía leer en ellas la verdad. Estados unidos era real, pero no era algo que le perteneciera. ¿Qué ocurriría si algún día él encontraba a su destinado? Solamente él sabía lo que era sufrir, lo que era morir por dentro mientras otro hombre estaba sobre su cuerpo. No, no lo dejaría sacrificar su vida por un chico que nunca iba obtener nada más que la muerte. Si los rusos le seguían los talones, estaba bien. Podía manejarlo. Si el asesino de omegas también le seguía los talones, nada podría salir bien. Y lo peor, la única persona que podía ayudarlo a combatir tal monstruo era Katsuki.
Ahora era demasiado tarde para ello. En ese momento solamente deseaba divertirse, fundir su cuerpo sobre la piedra.
—Adivina Eijirou, me trajeron algo nuevo. Una nueva droga que está rompiendo los prostíbulos—sonrió de medio lado, Eijirou no presionó sobre América. Simplemente sonrió y preguntó con el corazón roto.
—¿Qué es?—Denki fue hasta un pequeño mueble al lado de los sillones, abrió una cajita negra y dos cigarrillos de hierba hicieron a Eijirou fruncir el ceño.
—Hierba, te hace sentir como si estuvieras en celo—Kirishima borró su expresión, Kaminari prendió uno de ellos.
—¿Qué...? Para qué querrías algo así—Denki le esfumó el rostro con sus labios, dejando caer el humo en la piel. Se apoyó en el regazo de Kirishima, lo suficientemente caliente para humedecerse.
—Fúmatelo, quiero pasar un celo contigo. Quiero que me necesites, aunque sea falso—Eijirou tomó el cigarrillo entre sus dedos, tembloroso y deseando correr del deseo. Denki se lo prendió y espero que su cuerpo absorbiera la droga. Entre los labios del alfa, con su expresión torcida, aspirando y añorando. Era bastante atractivo.
La sintió presionando su trasero, el lubricante cayendo por sus muslos abrazó cálidamente la ropa, mojándola y excitando la piel ajena. Kirishima no intentó nada más que levantar sus caderas y deslizar su ropa hasta librarse de ella. Con la erección a la vista, Kaminari lloró por lo hermosa y sexy que era ¿una polla podía ser hermosa y sexy con ese tamaño tan grande y cantidad de vellos desproporcionada? La de Eijirou lo era. Con el calor recorriendo su cuerpo, el sudor calando sus surcos, y su trasero vibrando por atención, no podía pensar en nada más que las feromonas provenientes de ahí. Encendido más que nunca por su estado, fuego en el frío, agradable y molesto. Se ajustó y se acercó, moviéndose por encima, masajeando con sus pequeños testículos la erección. Cobrando vida ante el nudo, tan caliente que lo sentía temblar bajo sus toques. Ahora, con las manos de Kirishima rodeando su trasero, agarrándolo, moviéndolo más cerca para estrechar respiraciones, con los labios en centímetros y a punto de encontrar sentido. No quería detenerse, porque cuando estaba siendo jodido por esa maraña de cabellos negros, se sentía real.
Se sentía completo.
Los besos se adentraron entre sus labios, se movieron por la piel hasta acabar en los pezones. Mordiendo, lamiendo y hallando dulzura en el sudor. Palpitaciones, y sonoros gemidos que solamente enajenaban el ambiente. Kirishima no podía más con la ansiedad, quería adentrarse, explorar su interior y follarlo como si fuera la última vez. Con la oscuridad envolviendo sus cuerpos y el viento golpeándolos. Simplemente siendo nada y a la vez todo. Con sus puntiagudos dientes mordió uno de sus pezones, entre besos ante la queja subió y llegó hasta su cuello trémulo. La locura que lo embargó cuando las feromonas penetraron su nariz fue descontrolada, tragó duro y observó a Denki. El fuego en sus ojos era contagioso.
—Ponte un collar, no seré capaz de controlarme si seguimos así—Denki asintió, quitándose de su regazo y viajando hasta la habitación para hallar un collar anti mordidas de alfa, Kirishima lo siguió, incluso lo ayudó a ponerse el collar que cubriría su glándula de Omega.
Luego de ello, lo observó desnudo ante sus ojos y no era justo. Se quitó la ropa que le quedaba y tomó nuevamente sus labios ya rojos por culpa de la hinchazón, comiendo de ellos las pocas dudas que quedaban en su torrente sanguíneo. La sangre en sus partes íntimas, pulsando y llenándolos de calor era suficiente. Estaban ebrios. Eijirou con su palma rugosa trazó un camino en su espalda, las caderas de Denki temblaron más cerca y ambos se rozaron sus miembros. El tacto tan íntimo, tan confidente no los podía tranquilizar. Se acercó más, empujando el cuerpo de su amante hasta hacerlo tropezar en la cama. No le gustaba el estilo tradicional de Japón, le gustaba ver las marcas de la marquesa en su pared. Y esa fue la consecuencia que obtuvo cuando ambos cayeron de lleno a las colchas, desordenando y consumiendo cada vez con más rapidez el control racional. A horcajadas, con la polla enorme de Kirishima en su entrada, deslizándose lento y tortuoso.
Mierda.
Las lágrimas estaban cayendo de sus ojos, sentía como su miembro lo llenaba por completo, hasta el nudo y no podía quedarse quieto. Comenzó a moverse, suave al principio para dar comienzo a un ritmo extraño. Kirishima nunca lo había visto tan erótico, tan desesperado por conseguir el placer, aferrándose a su pecho semi duro, restregando sus caderas y quitando el aliento de sus bocas. Le gustó, su mente casi perversa encontró algo exquisito en sus mejillas rojas, en su lengua seca y sus labios carmín pero no podía quedarse ahí. Tomó sus caderas y lo dió vuelta en la cama, aplastando su trasero en las mantas húmedas y hallando el punto exacto con su polla para ponerlo como un manojo de lágrimas y desesperación. Denki solamente sabía hablar entre tartamudeos mientras su trasero era llenado con un movimiento frenético. "Sí, ahí. Más fuerte. Demonios. No pares. Me gusta." Sin embargo, en ningún momento llamó a Katsuki o a Kirishima. Simplemente se redujo a palabras banales.
Nada de nombres, y para Kirishima era un gran avance.
Después del clímax, del nudo en su intimidad, ambos se quedaron en la cama. Continuaron hasta que ya no pudieron más, exhaustos y con la noche reinando sobre sus cabezas. La mañana siguiente para Kirishima fue horrible, el dolor en su cabeza era penetrante y Denki no se hallaba en las dependencias de su propio departamento. ¿En qué momento se levantó? ¿En qué momento se fue sin emitir mayor ruido? No lo escuchó salir pero faltaba algo y era preocupante, sus ropajes no estaban en el closet. El alfa, casi tropezando con sus pies fue buscando cosas. Cualquier indicio de la presencia de Kaminari, solamente halló una nota junto a un pendrive en la mesa de centro. “Estoy en peligro, no puedo quedarme por mucho tiempo en un solo sitio. Espero lo entiendas y tengas el tiempo suficiente para ver la información que te deje almacenada en el pendrive. Si tienes más tiempo, muestraselas al ruso feo. Él entenderá a qué nos estamos enfrentando, pero no le digas que fui yo... Lo de anoche fue increíble y terminó ahí. Espero que puedas seguir adelante sin mí. Vete a América, ahí está tu destino. Yo lo sé. —Kaminari."
—¡Debe ser una broma cruel, Kami!—se guardó el pendrive y salió del departamento unos quince minutos después. Nada de lo que estaba viviendo era real. Quizá solamente era un sueño, uno terrible. Corrió unas cuantas cuadras buscándolo en cada Omega rubio que halló, pero nada. Él ya no estaba.
Se fue hasta su departamento, uno más cercano a la agencia y el centro de la ciudad. Hoy tenia turno de noche así que podía ver la información del pendrive antes de entregársela a Izuku. Se sentó frente a su pequeña mesa de centro e introdujo lo que Denki le dejó. Era una carpeta con fotografías, archivos pdf y datos del gobierno japonés. El primer archivo que abrió estaba en inglés, no entendió mucho pero mientras bajaba en busca de información se encontró con fotografías horribles. Eran omegas destruidos, la primera era de un pequeño que no alcanzaba la mayoría de edad. Las marcas de violación en sus partes íntimas dejaba en evidencia un calvario que vivió sus últimas horas. Las marcas de pinchazos en sus antebrazos y sus ojos negros demostraban la droga que quizás le administraron antes de abusar. Luego de esa fotografía, le siguió otra peor que hizo que el estómago de Kirishima pulsara. Era un niño, un Omega, que le faltaban dedos y su miembro. Los golpes que marcaban su cuerpo eran horribles. Eijirou no podía creer lo que estaba ocurriendo. No lo entendía. Siguió bajando en el documento y todo lo que encontró fueron evidencias de un asesino en serie.
Una asesino de omegas.
El segundo archivo que abrió estaba en ruso, la imagen de Izuku salía en el primer archivo visual, seguido de un vídeo. Kirishima vio el vídeo y cómo éste contenía la tortura. Un hombre de rasgos finos estaba torturando a Izuku, el Omega se hallaba en una cama, atado. Lo estaba golpeando y abusando al mismo tiempo. El Omega gritaba cosas en ruso, y el hombre solamente se reía en su cara. Tan fuerte que en Kirishima creció un temor horrible, las drogas que le introdujo momentos después hicieron efecto e Izuku comenzó a pedir algo con la mirada y él se lo entrego con más fuerza. La sangre corría por los muslos de Izuku. Kirishima no fue capaz de ver más y era solamente el inicio del vídeo. Duraba más de cinco horas. No poseía la fuerza para verlo. Siguió bajando en el documento y vio la fotografía final del estado de Izuku cuando el hombre escapó. Estaba irreconocible. Ojos hundidos, surcos en sus costillas rotas, sangre seca hasta los tobillos, mejillas hinchadas y cabello en decadencia. Kirishima realmente no podía entender cómo Izuku podía seguir viviendo después de ser protagonista de ese infierno. Eran personas diferentes.
Afortunadamente el tercer archivo que abrió estaba en Japonés.
El nombre del asesino era Will. Un inglés de treinta años que fue haciendo de las suyas en cada país que visitaba. Actualmente se hallaba en Japón. Según su descripción física era un alfa puro y sus raíces rumanas le otorgaban una apariencia angelical, que junto a su carisma natural lo hacían muy bueno atrayendo víctimas. El archivo también mostraba fotografías más detalladas sobre su apariencia, era atractivo. Gallardo, con ojos azul marino, cabellos platinados y tan largos que llegaban hasta sus codos. Sus rasgos faciales eran finos y no había nada más que belleza en su forma de expresarse. Era un asesino en serie y se le atribuían más de cien asesinatos, solamente omegas y entre ellos unos cuantos con actividades canibalescas. Era todo un personaje y Kirishima sentía su espina temblar cada vez que veía esos ojos azules.
Ese hombre se hallaba en Japón, probablemente cazando. Denki estaba en peligro e Izuku había sido una de sus víctimas... Las cosas realmente estaban mal y no parecían brillar para nadie.
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