14. Más mía

DÍAS DESPUÉS

-Gracias por venir conmigo a Shangai. Significa mucho para mi que lo hagas -Carlos apretó sus labios, encontrándose con una forzada sonrisa por parte de Sara quien apenas había hablado desde que salieran de Maranello en ese avión.

-Nunca he estado en China. Me apetece mucho conocer este país -fue la respuesta de ella. Una que no era lo que él esperaba, pero que le servía para tenerla a su lado.

-¿Me dices que te pasa? en todo el día no me has hablado y no puedo aguantar más que me ignores.

Sara reprimió una sonrisa pues el saber lo mucho que a Carlos le molestaba su actitud, la hacía sentirse de alguna manera como la vencedora de un juego que empezó la americana. Pero, ella no era de atormentar a nadie y menos a una persona que le había mostrado un genuino arrepentimiento por sus acciones.

-Mi abogada ha recibido un requerimiento de una tal Alyna Petrov para que se revise la parte de la herencia que Rodrigo me dejó -las palabras de Sara causaron en Carlos una leve impresión, pero pronto supo él a que venía la denuncia por parte de la tal Alyna.

-La mujer de Rodrigo.

-Así es. Al parecer no está de acuerdo con la parte que me dejó él de libre disposición y la quiere. Y te juro de verdad, que se la daba, pero, estoy tan enfadada con Rodrigo que no pienso hacerlo.

-¿Y te merece la pena? ¿de verdad te sirve de algo estar enfadada con alguien que ya no está? piénsalo, Sara, ahora tienes cosas más importantes en las que centrarte que en unos cuantos miles de euros.

-Cien mil euros, Carlos. Y eso es sólo mi parte. Imagina lo que ha heredado esa mujer -forzó Sara una mueca recibiendo la perplejidad de Carlos tras y como le mostraba el abrimiento de boca que él formó al procesar sus palabras.

-¿Tanto dinero tenía Rodrigo? -le preguntó el piloto intentando entender como su amigo tenía semejante fortuna. 

-Bueno, sus inversiones inmobiliarias le iban bien.

-Sara, que tenía una inmobiliaria de pueblo. No creo que vender cuatro casas a reformar, le proporcionara tan altas comisiones -le recordó él haciendo un par de aspavientos con su mano.

-Pues no tengo ni idea. De verdad. Apenas me contaba nada de su trabajo, y cuando estaba enfermo, yo ya no prestaba atención a nada más. Su socio era quien se encargaba.

-A veces crees conocer a las personas, y resulta que te sorprenden. ¿Tú ves lo mismo que yo, Sara?

-¿Que hay algo raro? claramente, pero, de verdad es que no me apetece ni saberlo, porque creo que lo que descubra, no me va a gustar.

Encogió Sara sus hombros dando por zanjada la conversación. Los rayos de sol la cegaron por un momento, cuando el avión dejaba una nube atrás. La miro Carlos, fascinado por su belleza, clara, natural y de una forma cautivadora. 

-Sara, ¿te puedo pedir una cosa? por favor -la joven dejó de mirar por la ventana para atender a la demanda de Carlos. Al fijar su vista en él, lo que vio en sus ojos le produjo un pequeño escalofrío y como casi se quedaba sin aliento. 

Anhelo.

Dulzura.

Y algo más que no supo definir, pero, que le gustó.

-Claro. Lo que quieras -le contestó Sara queriendo de verdad acceder a su petición.

-¿Puedo tocarte la barriga? sé que no se nota y que ni siquiera se mueve, pero, llevo muchos días aguantando y necesito hacerlo. Pero, si no quieres, no pasa nada -vio Sara en los ojos de Carlos como el deseo por tocarla era tan intenso que no quiso negarse.

No necesitó contestarle. Simplemente movió su camiseta hacia arriba, dejando su desnudo vientre al aire. En pocos meses se hincharía, hasta albergar la vida que ambos habían creado. No era un bebé buscado, pero, era muy deseado por ambos.

Posó sus temblorosas manos en la barriga de Sara, intentando contener una emoción que le era muy difícil negar. Estaba feliz de saber que sería padre. Algo por lo que rezaba, deseando que todo se desarrollara sin problema alguno.

Sus dedos acariciaron su estómago muy despacio, produciendo en ella que su piel se erizara y que hasta un gemido saliera de su garganta al sentir como cada roce de sus yemas, provocaba en ella un intenso pinchazo en su vientre. Uno que conocía muy bien y que solo le pasaba con Carlos.

Deseo.

Y fue cuando él dejó en su barriga un tierno beso que Sara, ahí, en ese momento, empezó a dejar que sus barreras, las que levantó tras volverse a encontrar con Carlos, se derrumbaran una a una. Solo tuvo que mirar los almendrados ojos del piloto para admitir, que si, que la oportunidad de seguir siendo feliz estaba ahí, a su lado.

Y maldita sea si ella no la iba a desaprovechar.

MÁS TARDE 

Alexandra tocaba el vientre de la que ahora se había convertido en su amiga, con la emoción reflejada en sus ojos. Mientras sus parejas se dejaban ver por el paddock, ellas tomaban algo en en el hospitality de la escudería.

-Como me alegro, Sara. Es tan bonito que vayáis a ser padres. Seguro que Carlos está como loco.

-Si, si que lo está. Le ha hecho mucha ilusión -no mentía Sara cuando le aseguraba a su amiga el estado en el que se encontraba el piloto. Desde que supo que iban a ser padres, la felicidad se había instalado en su rostro, para quedarse ahí durante mucho tiempo.

-Te eché de menos en los circuitos. Tenía que ver la cara de esa mujer pasearse por aquí y me daba mucha rabia como se pavoneaba -Alexandra le hablaba de Rebecca. Con su amiga no había podido esconder el malestar que sentía por toda la situación que había tenido que vivir durante su ausencia. 

-Carlos dice que no pasó nada con ella, y yo le creo. Aunque parece ser que no se ha dado por aludida. La ha tenido que bloquear porque no para de acosarle -sintió la mano de Alexandra buscar la suya y apretársela con mucho cariño, un apoyo que ella, ahora, necesitaba más que nunca.

-Yo también tuve que sufrir el acoso de una ex. Cuando Charles y yo comenzamos a salir, Gianna, su primera novia, empezó a seguirlo por redes sociales y a mandarle mensajes. Incluso se hacía la encontradiza con él cuando estábamos en Mónaco. Mi novio es demasiado bueno, y se comportó con ella de forma educada, hasta que una noche se presentó en su casa, algo ligera de ropa y él decidió cortar la amistad. Como ves, te entiendo perfectamente.

Recibir el apoyo de su amiga fue algo que le hizo sentir a Sara bastante bien. Ambas compartieron confidencias y opiniones, hasta que sus chicos se reunieron con ellas bien entrada la tarde. 

Intentó sonreírle Sara a Carlos nada más verlo, intentando ocultar el efecto que él le provocaba. Trago saliva al tenerlo tan cerca, teniendo que contener el aliento cuando su "marido" puso una de sus manos en su espalda, para, a continuación, girarle la barbilla con sus dedos y besarla a modo de saludo. Si es que ese intenso, arrebatador y deseable beso era un saludo, pues no tuvo ni la brevedad ni la intención cuando Carlos hundió su lengua en su boca, tomando la de ella de forma desesperada.

-Míralos, los padres primerizos parecen dos adolescentes cachondos -Charles se burló de su compañero, pasando una de sus manos por el cuello de su novia, quien lo miró regalándole una increíble sonrisa que el piloto monegasco recibió de buen grado- creo que en Home Trailer no hay nadie, por si, ya sabéis...

Charles les guiñó un ojo a la pareja, consiguiendo que las mejillas de Sara adquirieran un tono rosado a consecuencia que las palabras de Charles provocaron en ella. Se refugió en el pecho de Carlos, pasando una de sus manos por su cintura.

-¿Estás bien? -Carlos puso su otra mano sobre su vientre, acariciando este de una forma bastante lenta, lo que acabó erizando los vellos de la nuca de Sara.

-Se me acabaron las galletas de avena para las nauseas -fue la respuesta que ella le dio, queriendo que entre ellos se pudiera recuperar la normalidad que antes tenían, o que ambos querían tener.

-Les diré a nuestro cocinero que te las haga. ¿Quieres que vayamos a mi habitación del Home y descansas un rato? -terminó de acariciarle Carlos la barriga, para acariciarle la mejilla. El roce de sus dedos era tan sutil, que el aliento de Sara se agitó al sentirlos sobre su piel. 

No podía dejar de mirar a Carlos. 

No quería hacerlo.

-Charles se creerá que de verdad vamos allí a...

No pudo terminar Sara de pronunciar las palabras que se referían a  las insinuaciones de Charles, pues Carlos volvió a tomar su boca, esta vez, con extremada lentitud, deleitándose en cada centímetro de esta, de su suave y tierna boca. Con cada beso, sentía como Sara se desmadejaba sobre sus brazos, dejándose llevar por lo que el piloto ya provocaba en ella.

-Que piense lo que quiera. Mi prioridad es vuestro descanso.

Las rotundas palabras de Carlos consiguieron que ella al fin sonriera. Carlos se estaba esforzando por lograr que entre ellos no hubiera dudas y si esas promesas que ambos tendrían que cumplir. Vio Sara en él a la persona que la fascino cuando lo conoció aquella noche en esa discoteca y sonrió con satisfacción, y alivio, al sentir que podrían tener otra oportunidad más.

-De acuerdo. Tengo un poco de sueño. Y de hambre -contestó Sara aceptando su propuesta.

Se despidieron de su pareja de amigos, quedando Alexandra y Sara para el día siguiente y así poder ver juntas la clasificación. La monegasca no solía socializar mucho con el resto de novias de pilotos, pues ella era una chica bastante sencilla cuyo estilo de vida chocaba mucho con el de las otras mujeres. Quizás por eso, Sara y ella se llevaban tan bien, porque eran muy parecidas y tenían muchos gustos en común.

Salieron Carlos y su mujer del hospitality tomados de la mano. Fue el propio piloto quien buscó enlazarlas, para así, también, despejar todas las dudas que hubiera entre ellos en el paddock. Saludaron brevemente a la gente que les llamaba por su nombre, tardando un poco en llegar a su destino. 

-Creo que me estoy acostumbrando a que me miren y cuchicheen -Sara señaló a algunos fotógrafos que inmortalizaban el paso de la pareja. Carlos la agarró de la mano, tirando de ella para estrecharla más contra su cuerpo, uno tan necesitado de su cercanía.

-Y yo quiero acostumbrarte a tenerte cerca.

Contuvo Sara una sonrisa, satisfecha. Pues las palabras de Carlos volvían a provocar en ella ese ligero vaivén en su estómago. Cuando dejaron atrás las puertas del hospitality, comprobaron que, efectivamente, casi no había nadie en el, pudiendo disponer de la parte de arriba para los dos solos.

Quiso Carlos prepararle algo de comer, pidiéndole a ella que se sentara en uno de los taburetes de la cocina, atenta a los movimientos del piloto. Y así, viéndolo tan dedicado a alimentarla, fue cuando se le ocurrió hacerle a Carlos una pregunta que la atormentaba desde hacía tiempo.

-Carlos, ¿tú has pensado que hubiera pasado si en vez de irme esa noche con Rodrigo, me hubiera ido contigo?

Esperó Sara cualquier clase de respuesta por su parte. Hasta una negativa, pero, lo que vio en los ojos de Carlos y lo que él le respondió, fue algo que la dejó sorprendida, y a la vez, alterada emocionalmente. Si, también por las hormonas del embarazo.

-Pues lo mismo que ahora, Sara, estarías aquí, sentada, embarazada de mi bebé y yo preparándote la comida, procurando que no te falte de nada. Ah, y también estaríamos casados. Solo has perdido unos pocos de años con Rodrigo, porque ahora si que eres más mía que de él. 

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