XXVII.

Jack Murdock no es tonto.

No tiene ni un pelo de tonto, así que, en realidad, se había tardado en hacer algo con respecto a los que su instinto decía. Pero finalmente, después de año nuevo y después del encuentro con María, Jack había decidido hacer algo.

Todo, si era un poco más específico, había empezado desde hace meses. Recordaba el incidente de Matt, cuando aquellos insoportables compañeros de universidad le habían dado una paliza unos callejones alejados del gimnasio. Recordaba, además, a Frank siendo el héroe y salvándole.

Al principio, todo está normal. Jack puede decir que es así, pero las cosas empiezan a cambiar. Es tan paulatino el cambio que Jack casi no se da cuenta de que Matt está pasando demasiado tiempo en el gimnasio y que Frank empieza a reírse más seguido de lo que antes hacía. Jack supone, como un tonto, que es muy probable que los dos solo estén llevándose bien; que se estén haciendo amigos suena más razonable a que los dos se gusten. Pero Jack puede ver, aunque sea de lejos, la manera en la que Frank mira a Matt y sabe que no es así como los amigos suelen mirarse.

No está seguro de nada ni desea creerle a sus pensamientos, considerando poco posible que estén teniendo algo. Pero entonces, llega la segunda pelea contra el gimnasio de Wilson Fisk y Frank queda inconsciente y todos parecen estar cerca de perder la cabeza. Jack admite que él mismo se asustó al notar que Frank no respondía, que estaba temeroso de alguna contusión, pero no puede comparar como se sentía él a como al parecer, su hijo se sentía.

Cuando Matt había entrado a la enfermería, buscando con desesperación a Frank, Jack casi maldijo su instinto. En ese momento era muy difícil quitarle de la cabeza que esos dos tenían algo. Y, si lo dudaba, el que Matt le suplicara pasar la noche al lado de Frank para cuidarlo en su estado, solo termino de asentar todo.

Jack no sabe que hacer al principio y la actitud de Matt no lo ayuda tampoco. Él se ve feliz, y eso es lo que jode a Jack, que se ve endemoniadamente feliz con alguien que él, ni en un millón de años, hubiese supuesto. Jack solamente ve como Matt le dice que va a pasar la noche con Foggy o con Karen y como vuelve tiempo después con sonrisas ridículamente anchas y brillantes.

Jack quisiera molestarse porque su hijo le está mintiendo, quisiera molestarse porque uno de sus mejores amigos está mintiéndole igualmente. Pero no termina de hacer nada; si está equivocado, sabe que va a hacer a Matt enojarse con él por insinuar algo así y que va a hacer sentir incómodo a Frank. Así que se calla, algo que no es común en alguien como él.

Pero año nuevo hace que Jack no pueda callarse más. Matt considera que es la época perfecta para pasar tiempo con sus amigos y emborracharse, pasar un buen rato. Jack considera que es perfecto que Matt esté pasando tiempo donde él pueda observarlo. Pero, cosas pasan, y Jack termina oyendo una conversación en la mañana que no debería haber escuchado. Una que, si Jack no está oyendo mal, es una conversación entre Matt y Frank. Incluso cuando no quiere, termina escuchando la conversación completa, que es tan típica de una relación normal de novios enamorados. Jack casi tiene un ataque cardíaco cuando Matt dice, con un tono embelesado y lleno de cariño, que lo ama. Que ama a Frank.

Ahora... Jack está como al inicio. Confundido, muy confundido. No sabe si debe confrontar a alguien, decir algo, mostrar que lo sabe o simplemente actuar como si todo está normal. No sabe si debe estar molesto de que ambos le mientan, de que su relación ha salido de la nada o de que aparentemente Matt está creciendo sin que él se de cuenta.

Decide no hacer nada, por el momento, pensando que tal vez esto entre Matt y Frank es pasajero y que en cualquier momento, terminará. Ambos son de mundos diferentes, tienen realidades diferentes, una relación entre ellos no debe durar mucho. Pero después, María llega con el gran anuncio que nadie esperaba, que solo quedan unos pocos meses para que ella muera, y Jack tiene que decir algo lo antes posible.

Porqué si antes no tenía fe en esta relación, si antes no consideraba que fuese a durar, ahora mucho menos.

***

María está mirando con atención cada uno de los papeles que están tirados en el suelo. Wanda acaba de salir hace unos minutos a buscar café y Jack está recostado en el escritorio, mirando con atención todo lo que ella hace. Ella se ve tan concentrada y tan metida en sus asuntos, que Jack casi se sienta mal de interrumpir.

Pero María es su abogada, su consejera, su amiga. Desde que la conoce, la joven mujer no ha sido mas que una guía para él. Lo que ella piensa o lo que ella diga, significa mucho.

— ¿María?

— ¿Ajá? —murmura ella, sus ojos leyendo aún los papeles tirados en el suelo. Se oye cansada, pero Jack puede considerar que se ve mejor que ayer.

— ¿Sabes si Frank está saliendo con alguien?

Ella, entonces, le mira. Sus ojos marrones se abren con un poco de sorpresa pero ella rápidamente elimina aquella expresión de su rostro.

—Ehm... Creo que sí.

— ¿Sabías qué esa personas es...? Bueno, ¿Matt?

Jack espera que ella haga una cara aún más sorprendida, tal vez, que llegué a confundirse. Pero nada de eso pasa, y Jack se encuentra con una expresión mas bien, relajada y divertida.

—Uh, sí. —ella ríe. Jack aprieta el ceño— No sabía que ya lo sabías.

El tono de ella es casi alegre y Jack no puede creerlo. ¿Acaso todos lo sabían a excepción de él?

—No sabía que lo sabías. —recrimina él.

María parece darse cuenta de lo que está pasando y maldice por lo bajo, la mueca divertida y aliviada dejando su rostro. Ella deja los papeles a un lado y se levanta, sus pies descalzos tocando el suelo de la oficina mientras se acerca a Jack.

—Mierda, Jack. Pensé que ya Matt te lo había dicho-

—No me ha dicho una mierda. Me enteré porque los escuché hablando por celular. Además, ya tenía meses sintiendo que algo pasaba. —Jack se cruza de brazos y resopla, como un caballo, cuando María coloca una de sus manos sobre su hombro— ¿Desde cuándo lo sabes?

—Desde hace meses. —ella sonríe, casi con pena, mientras Jack vuelve a quejarse.— Ellos querían decirte, es solo que tenían miedo de tu reacción. Matt y él estaban buscando la manera correcta de decírtelo.

—No había manera correcta de decirme, aquí entre nos.

—Eso es porque eres un tipo de lo más inestable. Dale un respiro a esos dos, lo estaban intentando al menos. —ella sonríe, ahora, más divertida, quitando su mano del hombro de Jack.— Hacen una linda pareja, por si querías saber.

Jack relincha una vez más, María se ríe de él. Nuevamente, Jack no tiene una idea muy exacta de qué hacer, así que mira a María, como pidiéndole ayuda.

— ¿Tú qué crees qué debería hacer?

— ¿Sinceramente? Nada. —ella alza sus hombros ante la mirada que Jack le da, confundido— Ambos son adultos, tienen total luz verde para hacer lo que deseen. Además, ambos son felices-

—Pero, tus hijos-

—Mis hijos adoran a Matt. —dice ella, una sonrisa cálida haciéndose paso por su rostro, los recuerdos hogareños y agradables de Nochebuena llegando a ella.— Y yo no tengo ni un problema con ello. ¿Por qué tú lo tienes?

—Tú sabes el por qué. —Jack suspira, con pesadez— No me molesta la edad, incluso cuando me molesta que me hayan mentido, es algo que puedo superar. Lo que me hace sentirme incómodo, o más bien, ansioso es que... Vas a morir, María. Y Frank va a hacerse cargo de los niños a tiempo completo, y Matt saldrá de la universidad y está tan entusiasmado de esta nueva etapa de su vida y simplemente... Ambos están en la lugares diferentes, ambos están tan fuera de ruta. Van a hacerse mucho daño cuando se den cuenta de ello.

María aprieta los labios y Jack puede decir con facilidad que está tan preocupada como él. Ella sabe que tiene razón, incluso cuando no lo va a admitir. Ninguno de los dos dice nada, ambos se limitan a escuchar el común escándalo del gimnasio y a pensar en demasiadas cosas al mismo tiempo. Finalmente, María alza sus hombros y dice, con una minúscula sonrisa.

—La gente que te ama te lastima. —murmura, con delicadeza— ¿Frank? Ese hombre me hizo pedazos, Jack, lo sabes. Me hizo trizas y la mayor parte del tiempo, no se daba cuenta. Y yo sé que lo he herido, de bala. Siempre que amas a alguien vas a dejar una marca en ellos, en algún momento, vas a hacer algo estúpido, vas a lamentarte, vas a enfurecer. Pero vas a seguir amando. —Las palabras llevan a Jack a lugares que normalmente no pisa en mucho tiempo en lo profundo de su mente. Jack se ve así mismo pensando en Maggie. En sus cabellos castaños y sus pequeñas sonrisas. En como se fué, en como nunca volvió, en como Jack nunca dejó de amarla.— Además, por muy cruel que suene, lo que pase entre ellos, no es nuestro asunto.

—Pero-

—No, Jack. Matt es un adulto, Frank ya no es mi esposo. Pueden hacer lo que quieran, tú y yo no podemos hacer nada. Así que, por favor, habla con tu hijo sobre esto pero déjalo ser feliz. Te lo pido, si haces algo estúpido, voy a atormentarte en mi lecho de muerte.

Jack se queja, como un niño, mientras María se quita de su lado y se sienta en el suelo, empezando a revisar todos los archivos una vez más. Jack se mantiene callado por varios minutos, el sonido de las hojas moviéndose y las bolsas de boxeo siendo golpeadas es lo único que se escucha.

Un suspiro cansado sale de los labios de Jack, el cual parece sentir que ha perdido un gran peso de encima.

— ¿Sabes qué podemos hacer? —dice él. María le mira por encima de las hojas— Emborracharnos.

—Son las tres de la tarde.

— ¿Y?

Ella le mira, con suspicacia, para después sonreír.

—Está bien.

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