XXIII.
Matt pasa todo el fin de semana totalmente seguro de que los siguientes días por venir serán muy malos. Al principio, totalmente incapaz de enfrentar todo el lunes, Matt llama para reportarse enfermo y pasa todo el día en cama pensando que hacer. Foggy y Karen están a su lado después de que decide contarles lo que ha pasado. Karen lo consuela en ocasiones, Foggy está tan enojado como Frank lo estaba la noche del viernes.
Frank, por otro lado, se mantiene cerca pero no presente. Pasando el fin de semana con sus hijos llamándole constantemente para saber cómo está y si ha logrado manejar bien todo después del incidente. Inclusive hablaba con Karen nadamás en ocasiones porqué no le creía a Matt.
Pero llega el martes. Su papá le frota el hombro con cariño y le acompaña hasta la estación del metro incluso cuando no tiene ni idea de que le está pasando a Matt, pero igual sabe que no está del todo bien. Matt no habla con Frank esa mañana; tiene que prepararse por su cuenta mentalmente para llegar al trabajo.
Cuando empuja la puerta de vidrio, Scott se levanta de su silla giratoria y le mira con atención cuando entra al despacho. Matt siente la necesidad de detenerse en frente de él, con el gran escritorio interponiéndose entre ellos.
—Matt- —comienza a decir él, con ese tono apenado. Matt lo detiene, no quiere escucharlo.
—No tienes que decir nada, estoy bien. —dice Matt, con rapidez, cerniéndose incómodo contra sí mismo.
—Bien. —Scott asiente con rapidez, casi nervioso. Matt tiene ganas de abrazarlo porqué puede sentirlo algo tenso, como apenado de todo lo que Matt ha tenido que pasar.
Pero no lo hace, coloca su mano sobre el hombro de Lang y lo aprieta con cariño, para después proceder a caminar hacia los ascensores.
Aunque él no quiere que las cosas se lleven así, pasa todo el día en la oficina con todos a su alrededor prestándole más atención a él que a su trabajo. Algunos solo mantienen su mirada sobre él y murmuran algunas cosas. En su mayoría, cosas llenas de pura lástima por el incidente con Russo.
Pero luego, están sus amigos, los que sí se han dedicado a pasar tiempo con él desde que llegó aquí y que lo tratan como un niño pequeño. Y la situación con sus amigos sospecha, será increíblemente menos posible de tolerar.
El día comienza con Gwen manteniéndose pegada a él como un chicle. Sin embargo, no es tan marcado. Ella simplemente le pregunta cómo se siente y si desea hablar con ella de lo que pasó, cuando él se niega, ella continúa el día con normalidad. Pero se mantiene más cerca de Matt que de costumbre, a dónde quiera que él va, ella también lo ve.
Sin embargo, Matt no puede quejarse de eso. La compañía de Gwen es de alguna manera reconfortante.
Cuando llega la hora del almuerzo, Emma Frost también está pegada a él. Ella no le pregunta cómo estás y si quieres hablar de eso, sino que lo abraza con fuerza y le dice que puede entender lo que está pasando. Matt no se atreve a preguntarle a Emma como ella puede saberlo, no está listo para la respuesta.
Sentarse en la mesa de almuerzo con Gwen y los demás es más reconfortante que incómodo. Eddie, Scott S. y Sam parecen notar que él no desea hablar de eso y se mantienen como siempre, sonrientes y haciendo chistes a cada rato sobre lo que sea. Matt agradece no sentirse como un proyecto de caridad como al parecer, todos los demás en la oficina lo ven.
Cuando todos se levantan a dejar sus bandejas y regresar a su turno, Eddie coloca su mano sobre su hombro y dice, tratando de no sonar tan sensiblero: —Lamento que hayas tenido que pasar por eso, Matt.
Matt se mantiene estático por un momento, sin verdaderamente saber que decir. Hasta que mueve la cabeza con lentitud y dice, casi en un murmullo: —No es tu culpa.
—Igualmente lo lamento, no tenías por qué pasar por algo así. —dice Eddie. Él se ve particularmente herido, no apenado o con lástima como casi todos los demás.— De hecho, cuando te fuiste, todos confrontamos a Russo. Nos aseguraremos de que no vuelva a molestarte... A nadie más. Pero Matt, si deseas denunciar-
—No, no, no. —se apresura a decir Matt— No lo haré. Estoy bien.
Eddie no insiste. Matt se lo agradece.
El resto del día es más tranquilo de lo que Matt esperaba que fuera. Billy Russo no aparece y Matt puede respirar con calma el resto del día, la presión en su pecho empezando a ceder.
***
Sale más temprano ese día de lo previsto. Gwen aprieta su hombro con cariño y le dice que está para él si en algún momento desea hablar de cómo se siente. Matt agradece su apoyo.
El sol en Hell's Kitchen se esconde detrás de espesas nubes grises. Aún hace frío aunque ya no sea de mañana, Matt se abre paso entre las personas que caminan por las calles para llegar al gimnasio.
Al entrar al lugar, el olor a sudor y las exclamaciones de los demás boxeadores en el lugar mientras practican le abruman. Hace más calor aquí de lo que hace allá afuera y Matt camina con determinación por el lugar, un poco más confiado y tranquilo de lo que estaba esta mañana al despertarse.
Escucha la voz de su padre y casi al instante escucha también la risa de Frank. El sonido le guía por el lugar, haciéndose más fuerte hasta que puede oír perfectamente la conversación entre ambos.
—Anda, anda, pero ¡dime! —exclama su padre, animado, aparentemente brincando sobre sus pies. Frank vuelve a reírse, Matt termina de acercarse.— ¿La conozco, es de por aquí? ¿Es Karen? ¿No crees qué es muy joven para ti? Definitivamente es muy joven para ti.
—No es nadie. —dice Frank, entre risas.
En ese momento, su padre parece reconocerlo. Jack se acerca a él para después colocar un brazo sobre sus hombros con cariño.
—Hey, ¿cómo estás, Mattie? —saluda con alegría su padre, haciéndolo vibrar a su lado.— ¿Qué haces aquí tan temprano?
—Gwen me cubrió. Mi jefe ha estado ausente estos días, no tengo mucho trabajo como segundo asistente justo ahora. —responde Matt, llevando su mirada hacia donde proviene la voz de su padre. Acto seguido, voltea hacia donde sospecha que está Frank y sonríe, esperando que la sonrisa no sea demasiado.— ¿Cómo estás, Frank?
—Hola, Matt. —saluda de vuelta Frank, con un tono cantarín por la risa que estaba soltando hace unos minutos. Matt puede imaginarlo, con una sonrisa cálida que le gustaría ser capaz de mirar.
— ¿De qué estaban hablando ustedes dos?
—Lo que pasa es que Frank tiene una novia y no me lo quiere decir. —dice Jack, con un tono fingidamente indignado.
—Oh, ¿En serio? —murmura Matt, mientras escucha a Frank reírse de todo esto.
—No le creas, no tengo novia, Matt. —asegura Frank. Hay algo en su tono que hace a Matt sonreír, al mismo tiempo que el sonrojo calienta sus mejillas.— Es solo que según tu padre he estado algo distraído y le echa toda la culpa de eso a mi supuesta novia.
Matt se ríe, mientras escucha a su padre seguir insistiendo sobre el tema: — ¡Es qué en serio, Matt! Parece un niño.
Matt solo ríe y escucha atentamente como su padre y Frank siguen conversando animadamente por algunos momentos más, haciendo chistes sobre la novia inexistente de Frank. Cuando Jack se va para atender a los demás hombres en el gimnasio, Matt da un paso más hacia adelante, acercándose más a Frank.
Se siente algo cálido estar en el mismo espacio que Frank, aunque el frío de la época decembrina aún le mantiene las manos rígidas. Se escuchan las voces de los demás a su alrededor, siempre metidos en sus asuntos, todos demasiado ciegos para verlos a ambos.
—Hey. —saluda Frank, tomando la pera que hace unos minutos estaba golpeando para que deje de moverse, mientras mira a Matt, con su uniforme de oficinista y esa aura apagada que ha estado con él los últimos días desde que sucedió lo de Billy.
—Hola. —dice Matt, sonriendo, de manera tan minúscula que Frank casi no puede visualizarla.
— ¿Cómo te sientes?
—Mejor. —Matt se acerca aún más, sus manos entrelazándose y sus ojos perdidos creyendo observar a Frank a través de los lentes.
—Bien. —murmura Frank, casi por instinto. Matt no siente su mirada más sobre él y desde donde está puede oír los pensamientos en su cabeza haciéndole ruido. Frank quiere decir algo, pero no termina de comprender como decirlo.— Yo- He estado pensando lo que pasó con Russo. Como reaccioné ante eso.
Matt asiente con lentitud, dándole luz verde a continuar y llegar al punto que desea llegar.
—No debí reaccionar así. —comienza, después de un largo rato. Se escucha nervioso, pero determinado.— Yo- Joder, yo sé que no debí reaccionar así pero te lastimó, Matt. Y yo no podía simplemente quedarme ahí y-
—Está bien.
—No, no está bien. Era una situación ya de por sí difícil y yo solo la hice peor. Y lo lamento.
Matt se acerca aún más. Sus manos siguen entrelazadas; El toque es leve, casi infantil, pero Matt encuentra alivio en el.
—Agradezco lo que hiciste, sin embargo. Aunque no haya sido la manera de hacer las cosas. —susurra Matt, con suavidad.— Dios sabe que no nos hubiésemos conocido como lo hicimos si no fueses un ogro.
Frank se ríe, y eso hace que el peso que Matt ha tenido en el pecho se vaya. Aún le duele el tema de Russo y siente que tardará algo en superarlo, pero cuando Frank termina su disculpa y procede a hablar de sus hijos, y lo escucha atentamente cuando habla de su día en la oficina, rodeado de sus amigos; Matt no siente que los días por venir serán tan malos.
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