XX.
Cuando llega el lunes, Frank asiste al gimnasio como siempre hace. No ha tenido mas que peleas amistosas desde el fiasco de su última pelea con el gimnasio de Fisk, con viejos compañeros de boxeo y con nuevos chicos que emergen en el deporte.
Jack Murdock sigue entrenándolo como si fuese el mismo joven que llegó a su gimnasio hace unos años y lo sigue proclamando como su mejor boxeador, aunque ya esté viejo y los dolores después de una pelea le afecten y le duren más que cuando a penas tenía veinte años. Así que Frank sabe que no va a durar mucho más ahí, y eso está bien. Los viejos talentos tienen que irse en algún momento, dándole lugares a los más jóvenes.
Puede imaginarse una vida como Jack, que pasó de ser uno de los boxeadores más conocidos y admirados en todo Nueva York a ser un respetado y querido entrenador. María hasta ha comentado en un par de ocasiones que debería tener su propio gimnasio cuando llegue a retirarse.
Pero en ese preciso momento, con treinta y ocho años encima, se siente bien boxeando, es lo que ha querido hacer toda su vida; desde antes de que pudiese considerar otras opciones.
Frank está practicando cuando recuerda que ayer, en todo el día, Matt nunca lo llamó. Y se detiene. Escucha a Jack Murdock quejarse desde afuera del ring, pero lo ignora por completo. Al menos hasta que vuelve a quejarse.
— ¡Francis! ¿Me puedes explicar qué haces? —exclama Jack, con su voz ronca y dura. No importa que ya esté en los cincuenta, sigue tan exigente y rudo como desde que Frank lo conoció.— ¡Sigue practicando!
Mira por encima de su hombro a Jack y no responde, vuelve a practicar. Se hace una nota de mental de llamar a Matt lo más pronto posible.
Y cuando llega la tarde, cuando está todo sudado y está a punto de entrar a las duchas, lo hace. Suenan tres pitidos cuando Frank oye una voz decirle que el número que él ha marcado no puede ser localizado. Lo intenta una tres veces más. No le contesta en ninguna de ellas.
Frank vuelve a intentar después, cuando ya está duchado y vestido, caminando con dirección a la salida para subir a su auto e irse. Tres intentos más que no llegan a nada. Cuando cae la contestadora en el último intento, Frank murmurar, algo confundido: —Hey, Mattie... Solo llamaba para saber de ti, ayer no llamaste y yo- ehm, llámame cuando escuches esto.
Si Matt escucha el mensaje de voz, Frank nunca lo sabe, porqué nunca le devuelve la llamada. El rito de llamar a Matt se repite hasta que Frank se acuesta a dormir, tratando de entender que es posible que Matt solamente esté ocupado.
Está estudiando y trabajando al mismo tiempo, tiene que sostener relaciones con otras personas que no sean él y Frank lo entiende. Pero igual se siente extraño dormir un día más sin poder oír su voz.
***
—Ajá, entonces, ella solo vino y te hizo ojitos y te endulzó el oído y ahora ¿Dudas de tu relación con Frank?
Karen se oye tensa. Molesta, indignada. Foggy la mira con atención sobre su taza de café, casi tan molesto como ella lo está. Foggy, ahora, mira a Matt, que simplemente juega con una de las tazas de café sobre la mesa del cafetal de la universidad.
—...bueno, si lo dices así-
— ¡Es qué eres gilipollas! —Se apresura en interrumpirlo Karen, golpeando con fuerza la mesa del lugar.— Es que... Estamos hablando de Elektra y Frank, Matt. De la chica que te abandonó hace un año y destruyó tu corazón sin ningún tipo de razón y del hombre que ha estado a tu lado sin falta estos meses y que te ha apoyado en todo. Matt, es que no tiene sentido.
—Ella tiene razón. —dice ahora Foggy, intercalando su mirada entre sus dos amigos— Matt, sabes como es Elektra. Está aquí ahora y tal vez desaparezca después-
— ¿Y qué me hace creer qué Frank no hará lo mismo? —dice ahora Matt, totalmente harto de esta conversación que solo acaba de empezar— Es decir, tiene hijos, es mayor, tiene otra manera de ver la vida y de pensar. Tal vez tenemos otros planes, otras ideas. Ni siquiera podemos tomarnos las manos en la calle.
— ¡Podrían hacerlo! —espeta Fogty— Podrían tomarse de las manos y devorarse en plena luz del día por las calles de Hell's Kitchen si tan solo hablaran con Jack, si tan solo tú decidieras finalmente hacerlo oficial-
—Pues yo sí quiero hacerlo. Sí quiero hacerlo parte de mi vida pero ¿Él ha hecho algún movimiento? No. No me da indicios de querer ser parte de mí más allá de lo que tenemos ahora. Y Elektra se equivocó y quiere intentarlo una vez más y yo-
—Ugh, a la mierda Elektra. —refunfuña Foggy, rodando los ojos y tomando nuevamente de su taza de café.
—Matt —Vuelve a hablar Karen, sonando potente, aunque hay un poco de dulzura en su tono—, estoy segura de que Frank sí lo desea. Es decir, tal vez no sea bueno expresándolo con las palabras o qué sé yo, pero se puede ver qué te quiere.
— ¿Estás segura de eso? ¿Acaso te lo ha dicho? Porqué yo sé que a mí no me lo ha dicho. —dice por última vez Matt, antes de levantarse de la mesa. Toma el bastón con fuerza en su mano y suspira con pesadez— Voy a cenar esta noche con Elektra.
—Matt- —Trata de hablar Foggy. Matt no se lo permite, porqué se va con rapidez del cafetal. Foggy mira a Karen, la cual se ve tan indignada y confundida como él.
Matt deja el cafetal con el corazón palpitando con fuerza en su pecho. Está enojado, está confundido, está alterado. La presencia de Elektra alterando una vez más todo lo que cree y todo lo que lo rodea. Siempre haciéndolo actuar como un tonto.
Su celular repica en el bolsillo de su pantalón como lo ha hecho toda la semana. El nombre de Frank es gritado por la irritante voz mecánica y chillona del aparato. Ignora el cosquilleo que siente en sus manos de querer contestar y se queda, como toda la semana, taciturno, esperando que el celular termine sonar.
***
Elektra huele a perfume y aunque Matt no la puede ver, sabe que está sonriendo con vivacidad. Eternamente divertida y coqueta como Matt sabe que es.
Es noche de viernes, hace frío y Matt está levemente arrepentido de estar aquí. Pero Elektra no parece notarlo, porqué sigue conversando con entusiasmo sobre el retiro espiritual al cual se marchó, donde, al parecer, le enseñaron varias artes de combate. Matt está interesado en lo que ella dice, al menos al principio, hasta que empieza a pensar de más todo lo que está pasando.
Extraña a Frank, más de lo que le gusta pensar y más de lo que quisiera admitir. La manera en la que sus grandes y ásperas manos le tocan con suavidad sus bordes y como su voz se oye dulce cada vez que le habla. Pero la presencia de Elektra solo hace que todo se nuble.
Frank no ha puesto sus cartas sobre la mesa, no ya dicho que verdaderamente quiere de él. Tiene hijos, tiene responsabilidades, cosas donde tal vez Matt no encaja para algo que no sea diversión. Y al inicio eso estaba bien, o fue así hasta que la idea de Frank cansándose de él terminó aterrándolo a un punto en que prefirió alejarse de él primero.
Y Elektra, pues ella está aquí. La chica de la que ha estado enamorado desde que era un adolescente y que, aunque le había roto el corazón, había vuelto para recuperarlo. Para que la perdonara. Y aunque Elektra es eternamente apasionada y descabellada, es más sencillo sostener su mano por las calles que con Frank.
Elektra se recuesta sobre la mesa del restaurante. Matt puede sentir su vibra pícara y juguetona, antes de que le diga: —No estás escuchando nada de lo que te estoy diciendo.
No es una pregunta, es un hecho. Matt se remueve incómodo en el asiento mientras Elektra afinca su barbilla sobre su mano, esperando que Matt hable de lo que sea que tenga su mente ocupada.
—Lo lamento. —dice Matt. Elektra mueve la cabeza, restándole importancia.
—Está bien. —ella sonríe con diversión.— Pero... ¿Me vas a decir qué tanto piensas? Desde que nos vimos hace una semana te noto... Pensativo.
Matt pasa la lengua por sus labios y suspira con lentitud. Siente los ojos de Elektra sobre él, esperando una respuesta.
—Bueno... Es solo que cuando te fuiste, yo-
— ¿Conociste a alguien? —pregunta ella, curiosa, también un poco desilusionada.— Sospechaba que había sido así desde que nos vimos hace unos días pero bueno, como aceptaste salir a cenar conmigo-
—Es que es complicado. —dice él, colocando sus codos sobre la mesa, afincando su rostro sobre sus manos tal cual Elektra.— Nuestra relación es complicada.
Elektra asiente con rapidez tratando de entender la información que Matt está, poco a poco, compartiendo con ella. Mira con aburrimiento las papas con salsa de tomate que reposan sobre la mesa, enfriándose, toma una de ellas y la lleva a su boca, mientras observa a Matt, el cual se ve tan menudo y confundido justo ahora.
— ¿Acaso la conozco? —pregunta ella, de la nada, después de tragar.— ¿Ella es agradable, te sientes bien a su lado? ¿Acaso es Karen? No me sorprendería, ella siempre te ha tirado la onda...
—No es Karen. —espeta él.— Tampoco- tampoco es una ella, de hecho.
Elektra abre sus ojos con impresión y asiente lentamente. Una sonrisa resplandece en su rostro, creada por la pura sorpresa.
—Bien. —masculla Elektra, aún sonriendo. Extiende otra vez su mano hacia las papas, llevándose más a la boca.— Ya veo... Entonces, ¿él es agradable? ¿Lo conozco?
—No, no. Él no es de la universidad. Es... mayor que nosostros.
—Vaya. —Ella sonríe aún más. A pesar de que es divertido ver a Matt sonrojarse e hiperventilar, hay una presión en su pecho molestándola. La idea de que Matt haya encontrado a alguien no la hace sentirse particularmente bien.— Bien... ¿y cuál es el problema?
— ¿Qué quieres decir?
—Pues... Por lo sonrojado que estás ahora, tal cual un puto tomate, sospecho que este sujeto tiene un gran efecto en ti. Y hay algo en la manera que hablas de él que me parece especial. —Elektra sonríe, pero el malestar solo está incrementando en su pecho.— Pero estás aquí. Conmigo, cenando. Fingiendo que me escuchas y fingiendo que aún me quieres... ¿Cuál es el problema?
Elektra come más de las papas mientras Matt se mantiene estático. Elektra siente hasta pena por él, teniendo la idea vaga de que puede estarle pasando a su pelirrojo favorito.
—No sé qué decirte. —murmura Matt.
—Sospecho que no. —Ella asiente con lentitud. Vuelve a recostarse sobre la mesa del restaurante, mirándole con un cariño que Matt no puede observar, pero que ahí está— No sé que te está pasando, Mattie, ni la más mínima idea. Pero solo te diré una cosilla: hace unos meses escapé porque me sentía atrapada en este lugar, contigo. Te amaba y la idea me asustaba a morir... Así que me fui. Y ahora estoy aquí Matt, esperando que me aceptas de vuelta, que me ames otra vez pero ya es muy tarde para que eso pase. —Una sonrisa triste aparece en su rostro, aún está ese malestar en su pecho que ahora parece disiparse un poco, lentamente.
—Elektra-
—Cuando es real no puedes simplemente huir, Mattie.
Elektra no parece tener nada más que decir, Matt no está seguro de que responder. Se quedan en silencio por varios minutos, solo el sonido de la gente a su alrededor hablando. Todo se mantiene hasta que el celular de Matt vibra en su bolsillo, escucha el nombre de FOGGY a todo volumen gritado por la voz mecánica.
Después de que Elektra le dice que puede contestar sin problemas, Matt acerca el celular a su oreja.
— ¿Foggy?
—Hola... ¡Hola! —exclama Foggy de la otra línea— No quería interrumpir lo que sea que estés haciendo con Elektra, la cuestión es que bueno... Karen y yo estábamos en el gimnasio, pasando el rato...
— ¿Y?
—Bueno, bueno... Nada, nosotros estábamos aquí, sin meternos con nadie y pues... Puede ser que Frank haya venido con cara de pocos amigos a preguntarnos donde estabas...
— ¿Qué?
—...y puede ser que Karen le haya dicho donde estás.
— ¿¡Qué!? —Matt puede sentir a Elektra brincando sobre su asiento mientras lo oye gritar. Pero a Matt le importa muy poco ella ahora.— ¿¡Por qué Karen hizo eso!?
Matt escucha un alboroto del otro lado; quejidos y chillidos para después oír la voz de Karen ahora, totalmente indignada: — ¡Porqué merecía saberlo! ¡Lo has estado ignorando toda esta puta semana y el pobre no sabe qué hacer! ¡Es qué tú no sabes cómo está, se ve súper mal, Matt!
—Eso no te da derecho de meterte en mi vida, Karen.
— ¡A la mierda! Jódete tú y tus putas ridiculeces de que Frank no te quiere. —Matt aleja un poco el celular de su oreja. Karen va a reventarle un tímpano— Él va para allá.
La llamada se acaba y Matt no tiene ni tiempo de advertirle a Elektra lo que va a pasar, porqué rápidamente la puerta del lugar se abre y una escandalosa campana anuncia la llegada de alguien. Cuando Matt escucha unas fuertes pisadas, sabe que es Frank incluso antes de que pueda oírlo.
Elektra se tensa cuando un hombre grande, con el cabello algo largo y una barba notable se sienta en su mesa sin decir nada, mirándola a ella por unos segundos con confusión para después mirar a Matt con la mandíbula tensa. Matt suspira con fastidio y procede a cruzarse de brazos, encogiéndose en el asiento.
Ella no es tonta. Nunca lo ha sido. La manera en la que aquel hombre mira a Matt la hace juntar los cabos sueltos para poder entender que sucede. El malestar en su pecho ya no existe cuando mira al hombre con picardía y le dice: — ¿Tú eres el sujeto, entonces?
Él deja de mirar a Matt y procede a mirarla a ella, con un poco menos de enojo pero aún notablemente confundido de su presencia. También confundido con la pregunta. Él se aclara la garganta y dice, serio e imponente: —Yo soy el novio de Matt.
Elektra no puede esconder su sorpresa ante su respuesta y tampoco puede Matt, porqué se remueve en su asiento con incomodidad. Ella asiente ante la atenta mirada del hombre y dice: —Muy bien. Yo soy Elektra, es un placer.
—Frank. —refunfuña en respuesta él.
—Soy su ex novia.
—Oh, sí, sé muy bien quien eres tú. —Elektra trata de no colocarse menuda ante la manera en la que Frank le habla. Bien, el corpulento y grande novio de Matt sabe su pasado inestable y su huida cobarde. Genial.
Frank deja de mirarla, para proceder a Matt, que está notablemente nervioso ante todo esto. Ella sabe que no está encajando aquí, que este asunto es de ellos y ella ya no es parte de nada que tenga que ver con Matt.
La idea no le gusta a Elektra, pero entiende cuando es momento de irse. Elektra se levanta de la silla y sonríe hacia ambos hombres, mas por cortesía e incomodidad que otra cosa.
—Los dejo solos. —Ella dice, su tono taciturno y apagado.— Fue lindo verte Matt, espero que recuerdes lo que hablamos. Elektra mira a Frank por última vez— Adiós.
—Que tenga una buena noche, señora. —murmura él. Aunque se ve en su mirar que ella no le agrada ni un poco, Elektra agradece la cortesía en su tono internamente.
Ella se va, abriéndose paso en la noche fría y dispuesta a volver a su retiro con la certeza de que ha perdido a Matt para siempre. Se sorprende a sí misma aceptando la idea aunque no le agrade.
Frank y Matt de mantienen en silencio cuando Elektra se va. Matt siente la mirada de Frank sobre él pero no está seguro de que decir. Frank está buscando las palabras correctas.
— ¿Por qué? —dice al fin Frank. Matt siente su corazón encogerse por el tono en el que habla.— ¿Me podrías explicar por qué no contestas mis llamadas y por qué la única manera en la qué puedo saber de ti es mediante a Nelson y Karen? ¿Me podrías decir qué está pasando?
Matt no dice nada. Eso solo hace enojar más a Frank.
— ¿En serio no vas a decir nada? ¿Me has ignorado todos estos días sin falta pero no eres capaz de darme un motivo? Eres increíble, de verdad. Entonces, para poner todo aún peor, cuando por fin doy contigo, estás cenando con la chica que hace semanas me dijiste te había roto el corazón en mil pedazos como si fuesen los mejores amigos del mundo, ¿En serio no tienes nada qué decir? Porqué yo-
— ¿En qué momento tú y yo nos hicimos novios? —Le interrumpe con aún más enojo Matt, aún con los brazos cruzados.— Es decir, no podemos hacer cosas como los novios normales. No puedo invitarte a cenar con mi padre, no puedes siquiera sonreírme en ningún lado sin que te dé miedo que alguien nos reconozca. Además que no recuerdo que me lo hayas preguntado.
—Pues, yo supuse que estábamos juntos. Pensé que había dejado bien en claro que quiero estar contigo. —responde Frank, un poco más calmado, un poco más dócil.— No puedo leer tu mente, no puedo saber qué quieres de mí. Necesito que hables conmigo, que me digas que pasa.
Matt está callado por varios minutos, pero no se ve enojado, ya no se ve nervioso. Está calmado, Frank puede sentir como él mismo empieza a calmarse.
—Quiero que le digamos a mi padre. —dice Matt. Seguro, dispuesto, no hay duda en su tono. Frank asiente.
—Lo haremos.
—Quiero conocer a tus hijos. Hacerlo bien, que ambos sepan que estamos juntos.
—También haremos eso.
—También quiero que me preguntes si quiero ser tu novio. —Frank termina de apaciguarse cuando ve a Matt sonreír minúsculamente. Aún está de brazos cruzados, pero se ve adorable, ya no como una bolita de pura ira.— Si te pone nervioso la idea, pues te adelanto que es muy probable que te diga que sí quiero.
—Solamente si tú me prometes que no harás esto otra vez. Nada de encerrarte y hacerme sentir mal por cosas que puedo arreglar si me lo permites. —Frank se inclina sobre la mesa y busca con fervor la mano de Matt entre sus brazos cruzados. Cuando Matt descruza los brazos, extiende su mano hacia la de él, tocándose con calidez.— Quiero que seas mi novio. Soy malo expresándome, pocas veces puedo entender tus emociones y soy tosco, grande y gruñón todo el tiempo, pero en serio quiero poder ser capaz de sostenerte la mano hasta que sea posible.
Matt siente todas sus dudas disiparse y volverse humo, con la mano de Frank dándole calor todo es más sencillo de ver. Aprieta la mano de Frank con cariño, y dice, sonriendo: —Está bien, creo que esto puede funcionar.
—Yo también lo creo, Mattie.
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